Aioss


Eran las cinco de la tarde, hora en que los entrenamientos de Goten y Trunks se paraban instantáneamente y ambos se dirigían al salón de la Corporación Cápsula a ver la televisión. Esto respondía a su rutina diaria de ver su programa preferido, es decir, Slam Dunk, y no había nadie que se interpusiera entre ellos y su anime favorito.

Para Vegeta era totalmente incomprensible cómo los Saiyas preferían estar perdiendo el tiempo viendo unos tontos monos en vez de estar incrementando su poder de pelea. Fue por esta razón que decidió averiguar de qué trataba esa estupidez de la cual siempre transmitían los mocosos, es decir, «Hanamichi Sakuragi».

Para Bulma era completamente aceptable el gusto de los niños por aquella serie; le resultaba muy graciosa y el protagonista siempre le recordaba a alguien, pero no sabía a quién, era por ello que también dejaba todo a un lado a la hora de encender la TV. Además, compartía completamente el buen gusto de Haruko, o sea, Kaede Rukawa era un chico muy atractivo ¿¿y por qué no iba poder estar enamorada de un dibujo animado??

Habían llegado justo justo, la canción de apertura recién comenzaba: ……

Tanto Bulma como los niños la cantaban y la disfrutaban mucho, pero Vegeta sentía una gran vergüenza ajena, y se sonrojaba al ver a su mujer comportarse a la misma altura que ellos.

En el capítulo de ese día, Shohoku se enfrentaba a Kainan (para variar). Curiosamente, mejor dicho extrañamente, aún no era expulsado del juego Hanamichi, y lo que es más raro aún, le tiró el balón a Rukawa, quien hizo una canasta de tres puntos sacando de sus hinchas (incluyendo a Bulma): «¡¡RUKAWA, RUKAWA, ERES EL MEJOR!!».

Vegeta se tapó la cara con una mano al escuchar a su mujer. Tanta ridiculez le parecía patética, así que decidió retirarse del lugar, pero justo en ese momento hizo su aparición Sakuragi, quien, quitando el balón a los adversarios, se dirigió a toda velocidad a anotar… «esto se está poniendo interesante, ese pelirrojo se nota que sabe jugar baloncesto…»

Hanamichi corrió y corrió y una clavada anotó, tomó el balón y se detuvo a escuchar los vítores de los concurrentes al momento que manifestaba: «De ahora en adelante, ya no me llamen Talentoso Sakuragi, ahora diganme Super Hombre Sakuragi».

El salón de la Corporación se inundó de risas, menos de la de Vegeta, quien dijo en voz alta: «ese chico tiene estilo». Justo en ese momento, el Gorila le da un fuerte coscorrón al pobre colorín… «Aunque carece de poder de pelea», concluyó el saiya, abandonando la habitación. Bulma se paró en el acto; mirando a Vegeta y a Hanamichi alternativamente, pudo por fin darse cuenta a quién le recordaba aquel protagonista: ¡¡A SU QUERIDO VEGETA!! ¡¡ERAN IGUALITOS!!

Pronto terminó el capítulo y la vida en la Corporación volvió a seguir su curso normal.


Eran las cinco de la tarde del día siguiente. Todos en la Corporación se detuvieron y se dirigieron al salón, excepto Vegeta. Él ya había satisfacido su curiosidad y no quería volver a pasar por eso.

Los minutos pasaban y el anime por todos esperados no comenzaba… 5:04… 5:07… 5:10 hrs. Ya todos se encontraban histéricos. ¿¿Qué estaba pasando que aún no comenzaba Slam Dunk??

De pronto, cuatro seres deformes hicieron su aparición en la TV. «Hooaaa», saludaron.

En la sala, los tres presentes quedaron boquiabiertos. ¿¿Qué era esto??… Eran cuatro monigotes regordetes; uno era verde llamado Dipsy, el otro era rojo llamado Poo, el tercero era amarillo y se llamaba Laa Laa y el último, el peor de todos, era un afeminado morado llamado Tinky Winky y que tenía como juguete preferido una… ¡¡¡¡CARTERA!!!!

«Mamá, ¿no te habrás equivocado de canal?», preguntó preocupadamente Trunks. «No, hijo, claro que no», respondió ella en el mismo tono de voz.

Esto fue lo peor que les había pasado en el último tiempo después del enfrentamiento contra Majin Boo: ¡¡¡HABÍAN SACADO SLAM DUNK DE LA PROGRAMACIÓN!!!… Era tan cruel como una pesadilla, ¿¿ahora qué harían todos los días a las cinco??… Continuaron viendo el nuevo programa, tal vez las cosas no eran tan malas después de todo.

Un sol con cara de bebe ario que en cierta forma marcaba la hora, un paisaje totalmente verde con flores y conejos por doquier, un cielo fantásticamente azul, cuatro monos degenereques jugando como estúpidos… todo parecía un perfecto mundo de Bilz y Pap… No, esto estaba mal, muy mal.

Y así pasó casi media hora… ¡¡Y MÁS ENCIMA LARGA LA ESTUPIDEZ!!… Hasta que una voz empezó a decir «Hora de la Tubidespedida, hora de la Tubidespedida». Comenzando una música ridícula, los monigotes se pusieron detrás de unos cerros y se despidieron. Por fin el calvario había terminado… ¡¡PERO NO, LOS CUATRO MONOS REAPARECIERON!! ¡¡Y SE HACEN LOS CHISTOSOS LOS DESGRACIADOS!! Y se volvieron a despedir los muy retardados… «Adiós Laa Laa: aioss. Adiós Poo: aioss. Adiós Dipsy: aioss. Adiós Tinky Winky: aioss».

¿¿Cómo era posible que existieran programas tan tontos?? Y más aún, ¿¿cómo era posible que sacaran Slam Dunk para colocar los Teletubbies??

En el salón había un silencio sepulcral, todos tenían la mirada perdida en la TV, Bulma quería llorar… ¡¡YA NO VOLVERÍA A VER A SU AMADO RUKAWA!!… Goten comenzó a pegarse en la cabeza como tratando de despertar de un mal sueño y Trunks se puso a caminar por toda la sala, tratando de encontrar una respuesta a tan inmisericorde acontecimiento.

Las horas pasaron y los ánimos en el salón no cambiaron para nada.

Ya era la hora de la cena y Vegeta hizo su aparición. «Tengo hambre, mujer»… «¡¡HOY NO ESTOY PARA TUS ESTUPIDECES; SI TIENES HAMBRE, VE A COCINAR!!», respondió tajantemente la mujer. Él comprendió que algo muy grave debió de haber ocurrido para que lo tratara así; ella era pesadilla, pero nunca tanto… «¿¿Qué demonios pasó aquí??… ¿¿Por qué traen esas caras??… Goten, ya deberías de haberte ido a tu casa».

«¡Auch! Tiene razón, señor Vegeta. Me voy ahora mismo… Amigo, ¿¿qué vamos a hacer ahora??…»

«¡¡¡Alguien me puede explicar qué es lo que pasa!!!», volvió a inquirir Vegeta.

«Goten, no te preocupes, ya pensaremos en algo», le dijo Trunks a su amigo, quien rápidamente se fue a su hogar.

«¡¡¿¿Acaso estoy pintado que no me toman en cuenta??!!». Ya comenzaba a impacientarse el saiya…

«Sacaron Slam Dunk». Ésa era la respuesta que quería, clara y concisa.

«¡¡¿¿Y ustedes piensan que voy a morirme de hambre por unos estúpidos monos??!!… Ni lo sueñen, andando».

Vegeta tomo a su mujer y a Trunks de un brazo y los jaló al jardín, donde volando se fueron al centro comercial a comer unas pizzas… Mejor dicho, varias pizzas.

Cuando regresaban a casa, el pequeño pudo observar en una tienda aquellos desagradables monos y esto fue lo que lo hizo reaccionar. ¡¡NUNCA HABÍAN PUESTO A LA VENTA ALGO DE SLAM DUNK Y APENAS CON UN DÍA DE TELETUBBIES EL MERCADO YA ESTABA SATURADO!!…

Ni Bulma ni Trunks pudieron dormir esa noche. Ella había optado por utilizar sus fuertes influencias en la televisiva y Trunks, bastante más drástico, había decidido irse de viaje de trabajo a Teletubbilandia.

A la mañana siguiente, Goten pasó a buscar a su amigo para irse juntos al colegio.

–Goten, mira lo que traje –dijo Trunks, sacando algo de su bolsillo.

–¡¡El radar del dragón!!

–Sí. Hoy no iremos a clases. Nos vamos de viaje, amigo.

–Pero Trunks, ya hemos hecho muchas veces la cimarra este mes.

–No seas cobarde, además, ¿¿prefieres seguir viendo a los Teletubbies??

–…no, amigo, tienes razón. ¡En marcha!

Después de reunir las esferas, volvieron a la Corporación. Ya venía siendo la hora del almuerzo y hambre no les gustaba pasar.

Cuando se retiraban a invocar por fin a Shen Long, Vegeta detuvo a su hijo. «¡¡¡Trunks, desde que Tapión te regaló su espada, nunca la has usado, ¿¿cuándo piensas entrenar con ella??!!!…»

Una sonrisa maliciosa asomó en la cara de su hijo. Ahora iba a ser una buena ocasión para utilizarla y no la iba a dejar pasar. «Tienes razón, papito, eres tan inteligente». «Sí, hijo, ya lo sé». Bulma, que estaba recogiendo la mesa, no pudo callar su comentario: «Ya le salió lo Sakuragi…»

Antes que comenzara a arder Troya, los niños se escabulleron ágilmente y, ya bien apartados de la ciudad:

–Aparece, Shen Long, y cumple nuestro deseo… –El cielo se oscureció y de las esferas reunidas emergió el dragón.

–A ustedes que me han invocado les concederé dos deseos.

–Solo queremos que nos concedas uno, después puedes retirarte… Queremos que nos lleves a Teletubbilandia durante el tiempo que dure el programa de hoy.

–Pero eso es muy sencillo… Deseo concedido –y Shen Long desapareció.

Los niños no notaron ningún cambio en especial y la tarde transcurrió sin la más mínima novedad.

Eran las cinco de la tarde y los niños se encontraban frente al televisor. En el momento que comenzó la abominable canción, los niños sintieron cómo algo los atraía desde la tv y, sin entender las razones, su deseo había empezado a realizarse…

Esto era aún más apestoso en vivo y en directo, pero debían soportarlo si querían cumplir su objetivo. De pronto, sin necesidad de buscarlos, aparecieron los cuatro idiotas corriendo a la siga de un balón. «Yo liquido al rojo». «Yo al verde»…

Trunks pescó de los pies a Poo y le empezó a dar vueltas en el aire. Cuando se aburrió de escuchar sus gritos, azotó su cabeza contra el suelo, la cual sonó como un huevo quebrándose. Goten siguió con Dipsy y quería hacer algo tan magistral como su amigo, lo pescó de una brazo y lo comenzó a golpear contra el suelo, pero después de un rato éste se le cortó, ya no tenía gracia así que lo hizo polvo con un Energy Ha.

Aún quedaban dos mal nacidos y poco menos de diez minutos de programa; había que apurarse… El amarillo y el morado corrían desesperados por todo Teletubbilandia, gritaban despavoridos «¡¡Acoée, acoée!!», hasta que Goten pilló a Laa Laa y Trunks la liquidó con su espada de la misma forma en que su contraparte del futuro exterminó a Freezer, pero esta vez fue Goten quien dio el estoque final con un Kame Hame Ha.

El morado se alcanzó a refugiar en su casa y se escondió tras la aspiradora. Los niños ya habían llegado demasiado lejos como para dejar al peor de todos vivo.

Destrozaron la puerta y se encontraron con la cartera de Tinky Winky, Trunks la tomó y fueron tras él. Una vez que lo encontraron, Goten lo sacó a patadas de su escondite y Trunks desgarró la cartera frente a sus ojos. «LA CATEA DE TINKY WINKY NOO» jajajajjaja, a Trunks le brillaban los genes paternos y disfrutó mucho el momento, en cambio, Goten se empezó a sentir un poco incómodo… «Ya, amigo. Acabemos con esto pronto», pero Trunks quería un poco más de diversión y lo empezó a golpear reiteradamente mientras le repetía «¡¡¡HAZTE HOMBRE, DEGENERADO!!!». El otro niño también quiso ser parte de esta acción, así que lo comenzaron a empujar uno a otro hasta que la monotonía los aburrió y ya venía siendo hora de liquidar al monigote. Ambos querían hacerlo, por ello lo echaron al piedra, papel o tijera, pero perdió Trunks así que se le ocurrió que mejor se fusionaran. ¡¡FUSIÓN!!, pero fue tan fuerte la explosión de energía que derrumbó la casa sobre ellos. Aunque evidentemente a Gotenks no le ocurrió nada, no pudieron volver a sentir el Ki de Tinky Winky, así que supusieron su fin, quejándose por lo fome que esto había resultado.

Ya había transcurrido el tiempo de su estancia en Teletubbilandia y, sin saber cómo, se encontraron durmiendo en el sofá del salón de la Corporación. ¡¡¡¡TODO PARECÍA HABER SIDO UN MALDITO SUEÑO!!!! Mañana a las cinco iban a tener que soportar a los degenereques nuevamente…


A la mañana siguiente, mientras todos tomaban el desayuno, Bulma leía el periódico. «Trunks, escucha esto: ayer fueron censurados los Teletubbies por exceso de violencia, ya que ésta lo hacía no apto para menores de 18 años… Eso quiere decir… ¡¡¡Slam Dunk!!!»

Con esto, el pequeño saiya pudo darse cuenta que lo que había vivido el día anterior junto a su amigo no era un sueño, ¡¡ERA LA PURA Y SANTA VERDAD!!

Como era día sábado, Goten pasó toda la tarde en la Corporación (qué raro). «¡¡Amigo, ¿¿supiste la buena noticia??… Lo logramos, sacaron esa fomería!!».

«Sí, mamá me lo contó esta mañana».

Ya eran las cinco de la tarde y todos estaban en el salón esperando el tan ansiado anime, justo antes de saber si es que lo iban a dar o no, Goten decidió hacerle un comentario a su amigo:

–¿Sabes, Trunks? Anoche estaba pensando en ti y en los Teletubbies.

–¿Ah, sí?… ¿¿Te diste cuenta en lo grandioso que me comporté ayer??

–No, amigo, claro que no. Lo que pasa es que tú y Tinky Winky se parecen mucho…

–¿¿Uh?? ¿A qué te refieres?

Goten sabía bien que su comentario iba a ser mal recibido, así que estaba listo para arrancar apenas lo terminara de decir… De hecho, estaba de pie comenzando a caminar hacia la puerta de salida mientras Trunks lo seguía de brazos cruzados con un rostro muy serio.

–La casa de los degenereques tiene la misma forma que la tuya, los jardines eran verdes y con muchos animales, igual que aquí; Tinky Winky es morado y tu pelo también lo es y, más encima, la cartera de él es muy parecida al bolso que tú usas para el colegio…

Apenas terminó, salió corriendo, dejando a Trunks sin palabras. ¡¡¿¿LE HABÍAN DICHO QUE SE PARECÍA AL MONO DEGENERADO??!!… Se dirigió a su habitación a toda velocidad y salió raudamente empuñando su espada ¡¡¡¡TE VOY A MATAR, GOTEN!!!!

En mitad del pasillo casi chocó con su padre, quien le quedó mirando mientras él seguía en busca de quien lo había ofendido. «Nunca pensé que se tomara tan en serio eso de la espada que le dije ayer».

Ofensor y ofendido, volando, debieron haber dado la vuelta al mundo un par de veces hasta que el hambre los venció y, haciendo una tregua, volvieron a casa de Trunks.

Ya era bastante tarde y Goten debía irse a su hogar, se despidió de Bulma y Vegeta en su forma acostumbrada, pero cuando llegó el turno de su amigo, le susurró al oído: «Aioss, Tinky Winky», y de nuevo salió arrancando de la Corporación.