Lo que siempre soñé – Capítulo 2

Capítulo 2: «El Socio»

Fanfic: Lo que siempre soñé


 

El experimento había funcionado; la producción estaba en su mejor momento al igual que las ventas. Bulma estaba feliz por el éxito que había tenido su invento, pero seguía necesitando la ayuda de Vegeta en ciertas oportunidades, así que durante los siguientes días, Bulma no lo dejaba en paz pidiéndole que le ayudara a resolver algunos problemas. En el tiempo que pasaban juntos, Bulma había empezado a acostumbrarse a ciertas actitudes de Vegeta. Ya no le tenía tanto miedo y le había tomado cariño.

Él por su parte, sabía que todas las noches después que terminaba su entrenamiento, Bulma, que lo esperaba hasta muy tarde, le pedía que la ayudara con las ecuaciones que para él eran «tan simples». A él no le molestaba mucho, al contrario, le había empezado a agradar su compañía. Pero esa noche estaba muy cansado y no tenía ganas de estarle explicando nada, así que trató de escabullirse hasta su habitación sin que lo viera ni lo escuchara. Ya iba entrando cuando escuchó…

BL: Vegeta.

VG: ¡Rayos! –murmuró.

BL: ¿Ya terminaste tu entrenamiento?

VG: Sí –suspiró y se dirigió a la habitación de Bulma.

Ambos se sentaron frente a una pequeña mesita que había en la habitación y empezaron a trabajar. Todo iba relativamente bien.

VG: No, no, no y no. Por diez millonésima vez te repito que el valor de n es positivo, no negativo. Y aquí el resultado es 4508.

BL: De acuerdo, no te enojes.

¡RIIIIIING!

BL: Déjame contestar –Bulma se levantó y contestó el teléfono de su mesita de noche–. ¿Hola? Yamcha, ¿cómo estás? –dijo hablando en un tono demasiado cariñoso.

VG: ¡Genial! Tengo para dos horas –dijo apoyándose en el respaldo de la silla.

BL: Sí, yo también te quiero.

VG: «Yo también te quiero» –le imitó.

BL: No lo sé, mañana podríamos quedarnos aquí. He estado trabajando mucho y estoy cansada.

YM: ¿Y ahora qué estás haciendo?

BL: Estoy en mi cuarto tratando de avanzar un poco con el nuevo proyecto y…

VG: ¡Oye! No tengo toda la noche para estarte esperando, así que date prisa!

YM: ¿Vegeta está contigo?

BL: Eeeeh, sí.

YM: Pero me dijiste que estabas en tu cuarto trabajando.

BL: Y es cierto, yo…

YM: Era todo lo que quería saber.

CLICK!

BL: ¿Yamcha? ¿Yamcha? ¡Rayos! –dijo colgando el teléfono–. muchas gracias, Vegeta. ¿Vegeta? ¡Qué diablos pasa con los hombres! ¿No pueden terminar una conversación como gente civilizada?

Al día siguiente, Yamcha fue a la Corporación a ver a Bulma, y luego que ella le dijo que Vegeta sólo le había ido a pedir que reparara algo de la cámara de gravedad (no sabía si decirle la verdad), se quedaron en el jardín disfrutando de la fresca tarde de verano.

YM: Se te nota en los ojos que estás contenta.

BL: Sí. Hacía mucho tiempo que estaba trabajando en ese invento y afortunadamente todo salió bien.

YM: Eso es porque eres muy inteligente –Bulma guardó silencio un momento.

BL: Yamcha… ¿qué dirías si te dijera que… Vegeta me ayudó? –Yamcha frunció el ceño y la miró fijamente.

YM: ¿Vegeta?… ja ja ja ja ja ja.

BL: ¿De qué te estás riendo? –preguntó un poco molesta.

YM: Por favor Bulma, ja ja ja ja, ¿de dónde sacaste eso?

BL: De ninguna parte, es la verdad.

YM: ¿La verdad? Ja ja ja ja, ¿me estás queriendo decir que el asesino ése te ayudó con tu invento? ¡¡Por favor!! Ja ja ja ja.

BL: ¡¡Deja de reírte como idiota!!

YM: ¿Sabes? Creo que estás pasando demasiado tiempo con él.

BL: ¡Será más agradable que tú!

YM: ¿Qué dices? –dijo poniéndose muy serio. Bulma se cruzó de brazos y miró hacia otro lado–. Te gusta, ¿verdad? –Bulma se volteó a mirar a Yamcha–. ¿Desde cuándo?

BL: ¡Por favor, Yamcha! Me estás provocando un dolor de cabeza.

YM: ¡¡Lo que me faltaba!! Que mi novia me engañe con un maldito asesino.

BL: ¡¡Cierra la boca!! Yo no te engaño con… –no continuó con lo que iba a decir y se sonrojó.

YM: ¡Eso es, dilo!

BL: Baja la voz.

YM: No, esto se acabó.

BL: ¿Con qué moral me dices que te engaño?

YM: Si tanto te gusta Vegeta, quédate con él.

BL: Cállate, te va a oír.

YM: No me interesa.

En ese momento, Vegeta salió de la Cámara de Gravedad y observó la escena. Había escuchado toda la conversación sin darle demasiada importancia. Yamcha y Bulma lo miraron y ella enrojeció como un tomate. Vegeta sólo empezó a caminar con dirección a la casa.

YM: ¡Vamos, Bulma, díselo!

BL: Yamcha, por favor –dijo empezando a desesperarse, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

Vegeta no prestó atención a ninguna de las palabras de Yamcha y siguió caminando hacia la casa.

YM: ¡Dile que estás enamorada de él! –Vegeta se detuvo, pero no volteó.

BL: ¡¡Ya fue suficiente, lárgate de mi casa!!

YM: Perfecto –dijo muy molesto y se elevó en el cielo para luego desaparecer.

Bulma apoyó las manos en la mesa y bajó la cabeza tratando de tranquilizarse.

VG: Entra a la casa. Está empezando a hacer frío –dijo sin voltear.

Bulma levantó la cabeza y lo observó entrar por la puerta.

BL: Bueno… no es la primera vez que Yamcha me dice lo mismo. Dios, ¡qué vergüenza!

Cuando se logró tranquilizar, entró a la casa dispuesta a cenar. Se dirigió a la cocina y ahí se encontró con Vegeta, que estaba terminando la cena de toda la familia. Ambos se miraron y no dijeron nada. Bulma abrió el refrigerador y lo único que encontró fue un gran eco. Tenía mucha hambre y Vegeta había acabado con todo.

BL: Vegeta, ¿hace cuánto tiempo vives aquí?

VG: No lo sé –dijo pensativo–. ¿Seis meses?

BL: 5 meses, 3 semanas y 2 días.

VG: Vaya que llevas bien la cuenta.

BL: Olvida eso. El punto es que yo te he dado hospedaje, medios de entrenamiento, dinero, «comida», etc. ¿Y qué he recibido a cambio? Gritos, insultos, fastidios, preocupaciones y un refrigerador vacío cada vez que se me antoja comer algo!!! –fue levantando la voz de a poco hasta terminar lo último gritando.

VG: ¿Eres hipoglucémica?

BL: ¿Me equivoco?

VG: Sólo en lo de las preocupaciones. Eso te lo has buscado sola.

BL: ¡¡¡Pero tú eres el causante!!! Mira… te propongo un trato.

VG: ¿Qué clase de trato?

BL: A ti te molesta que te haga preguntas en cuanto a mis experimentos.

VG: Retrasas mi entrenamiento. Y cuando te explico algo, nunca entiendes a la primera.

BL: El trato es el siguiente: nos dividiremos el trabajo.

VG: ¿Qué?

BL: Serás mi «socio», por así decirlo. –Vegeta la miraba pensativo–. Tendrás una cuenta en el banco para no tener que estarte dando dinero, seguirás viviendo aquí con las mismas comodidades de siempre y podrás seguir con tu entrenamiento. Sólo tendrás que resolver algunos problemas que te entregaré. No te tomará mucho tiempo y no será para siempre.

VG: ¿Y cuál va a ser tu parte?

BL: No te molestaré más con mis preguntas y te seguiré soportando. Así no tendremos que pasar más tiempo juntos y Yamcha no se molestará conmigo. –Vegeta lo pensó durante unos momentos y finalmente respondió:

VG: De acuerdo, acepto el trato.

BL: Muy bien.

VG: ¡Ah! Una cosa: esto quedará entre tú y yo.

BL: Correcto, nadie lo sabrá.

Bulma salió de la cocina y volvió al jardín. Se quedó sentada en una de las sillas, mirando el cielo azul oscuro y tratando de poner en orden algunos pensamientos.

BL: ¿Qué me está pasando? –dijo molesta–. Deben ser sólo tonterías. No puedo mirarlo a los ojos porque me empiezo a poner nerviosa. Odio que me haga sentir así. Tal vez Yamcha tenga razón y…

Aunque hacía frío, Bulma no entró a la casa y se durmió sentada en la silla. Aún no era muy tarde cuando Vegeta la encontró en el jardín. Se acercó lentamente a la mesa sin hacer ruido y le dijo:

VG: Te vas a enfermar si te quedas aquí.

Bulma no contestó nada, parecía estar profundamente dormida. Vegeta la remeció suavemente, pero no despertaba. Su mano estaba en contacto con su cabello. Hacía poco tiempo, tal vez dos semanas, que había cambiado de peinado nuevamente. Ahora tenía el cabello liso y llegaba hasta sus hombros. A pesar de llevar sus guantes, Vegeta pudo notar que era muy suave. Apartó unos cabellos que caían sobre su rostro y se quedó observándola.

VG: «En realidad es… bonita» –pensó unos instantes.

Lentamente comenzó a acariciarle el rostro, delineando suavemente sus facciones. En ese momento, la escuchó murmurar.

BL: Yamcha…

Vegeta volvió a la realidad. Sintió una enorme rabia dentro de él y se dirigió a la casa. Cuando iba llegando a la puerta, Bulma terminó la frase.

BL: …yo amo a Vegeta.

Pero Vegeta no la escuchó y dio un gran portazo que la despertó.

BL: ¿Mmm? ¿Qué pasó? ¡Uy! Qué frío, será mejor que entre a la casa –dijo mirando en su reloj qué hora era.

Cuando estuvo dentro, se sentó en la sala a ver un poco de televisión. Cuando pasaba de las 10 de la noche tocaron el timbre. Bulma fue a abrir y se encontró frente a frente con Yamcha.

BL: ¿Qué estás haciendo aquí? –dijo frunciendo el ceño y con las manos en las caderas.

YM: Vine a disculparme.

BL: Ahora no, Yamcha, tengo sueño –trató de cerrar la puerta, pero Yamcha lo impidió.

YM: Por favor, Bulma, déjame explicarte –Bulma lo pensó unos momentos y luego accedió.

BL: De acuerdo, pasa.

Yamcha se estuvo disculpando con Bulma durante un buen rato y toda la escena estaba siendo presenciada, sin que ellos se dieran cuenta, por un par de fríos ojos negros.

YM: Bulma, en verdad lo siento mucho.

BL: Lo sé, Yamcha. Lo que me molesta es que no puedes controlar lo que dices. Hace unas horas me hiciste pasar una tremenda vergüenza frente a Vegeta.

YM: Sé que estuvo mal, pero me molesta que pases más tiempo con él que conmigo.

BL: Eso no es cierto, yo no… mmm…

De pronto Bulma se encontró entre los brazos de Yamcha y se dio cuenta que había sido callada con un beso. Al principio se resistió, pero momentos después ella también lo abrazó y le devolvió el beso.

El dueño de los ojos negros apretó con fuerza los puños y los dientes y prefirió no seguir observando más.