Dragon Ball ½ – Capítulo 3

Capítulo 3: «Las Aventuras de Krilim»

Fanfic: Dragon Ball ½ 


Domingo en la noche. Mientras Gohan conversaba con Videl por el teléfono, en Kame House, Roshi y Happosai seguían deleitando sus ojos con los maravillosos videos que el último había traído. Aunque ya no era mucho lo que podían ver, ya que los efectos del alcohol habían hecho estragos en el par de viejos que, luego de todo un fin de semana de parranda, ya casi no podían permanecer despiertos.

Justo cuando estaban a punto de sucumbir ante un sueño casi inconsciente, pudieron escuchar el chirrido de la puerta, lo que les indicó que alguien estaba entrando.

«Qué oscura está la casa», escucharon que una voz varonil decía.

«Bueno, tal vez Roshi haya salido a alguna parte…», opinó una voz femenina.

«¿El maestro? No lo creo, él nunca sale… Pero espera, que voy a encender las luces».

«Bien, pero ten cuidado, no vaya a ser que Marrón se despierte».

«Tranquila, cariño. Lo haré con el mayor sigilooo… ¡¡AAAAhhhhhh!!…», escucharon un grito repentino y luego un sonido que asemejaba a alguien estrellándose con el duro suelo de la casa…

«¡Krilim!… ¡Krilim, ¿qué pasó?, ¿te encuentras bien?!». En la oscuridad, la voz femenina gritaba, luego sintieron pasos desesperados y, finalmente, la luz del enorme bombillo de la sala se encendió y entonces pudieron ver, con claridad, todo lo que pasaba… Happosai pegó un brinco de emoción al ver a una hermosa rubia que corría al encuentro de un hombre bajo que se encontraba tirado en el suelo…

«Krilim… ¿te lastimaste?», preguntó la androide, con Marrón en sus brazos.

«No, tranquila, es sólo que tropecé con algo…», la tranquilizó mientras se levantaba, algo aturdido, y buscaba al culpable de su estrepitosa caída. Luego de buscar unos instantes, divisó una botella vacía de licor. «Mira, fue gracias a esto que terminé en el suelo».

«Hola, linda. Yo también estoy tirado, ¿no me ayudas a levantar?», preguntó Happosai repentinamente, anunciándole a la pareja su presencia. Ambos voltearon a verlo muy sorprendidos.

«¿Y usted quién rayos es?», quiso saber Krilim, muy molesto por el grosero comentario de tan peculiar sujeto.

«¿Yo?, soy sólo el ferviente admirador de tan bella criatura…».

«Ya, ya, Happosai, déjate de ridiculeces –le interrumpió Roshi enseguida–. Mira que ella es una mujer casada», dijo dificultosamente.

«¡Maestro!, ¡¿qué está pasando aquí?!», preguntó Krilim.

«Nada… hip… es sólo que… hip… vino de visita un viejo amigo mío y hemos tenido una pequeña… hip… este… hip… fiestecita, jejeje… hip…», respondió el viejo maestro al tiempo que era víctima de un fuerte ataque de hipo…

«Ah, claro, tenía que ser un amigo del viejo libinidoso… Como si uno no fuera suficiente, ¡ahora se juntaron dos!», exclamó con fastidio A18.

«Así es. Happosai, siempre a sus órdenes… Emmm… ¿cómo dijiste que te llamas?…», le dijo al tiempo que se ponía de pie y se acercaba, tambaleándose, a la mujer y, sin perder mayor tiempo, trató de tocarle los pechos, pero perdió el equilibrio y cayó, boca abajo en el suelo, a su lado.

«Yo no te he dicho mi nombre, y definitivamente debes ser amigo de Roshi, ya que eres tan abusivo como él… Krilim, yo mejor me voy a dormir antes que mate a este par de viejos pervertidos».

«Sí, es verdad. Estos dos están bien borrachos, mejor vayamos a dormir».

«Un momento… hip… hip… Krilim… tengo que contarte… hip… lo que le pasó a Goku, Gohan y… hip… lo demás…».

Krilim había comenzado a subir las escaleras, cuando oyó esto e inmediatamente giró dispuesto a saber lo que había sucedido, con mucha preocupación. «¡¿Qué dijo, maestro?! ¡¿Le pasó algo malo a Goku?!», preguntó sin pérdida de tiempo.

«Sí… hip… ellos fueron… hip… a las Pozas de Jusenkyo… y… hip… ¡¡es terrible!!… hip…», no pudo continuar, ya que el viejo cayó al suelo, desmayado.

«¿Qué?… ¿qué dijo?… –le preguntaba muy preocupado Krilim, al tiempo que lo tomaba de los hombros y trataba de lograr que despertara–. ¡Despierte, maestro! ¡Dígame qué fue lo que pasó!».

«Olvídalo, a este hombre no lo despertará nada», opinó A18 desde las escaleras.

«Pe… pe… pero, ¡debo hacer algo! ¡La vida de Goku y los demás podría estar en peligro! –en ese momento se levantó del suelo y comenzó a buscar entre los libros de un estante cercano–. El maestro dijo algo de unas Pozas de Jusenkyo… buscaré dónde se encuentra ese lugar en un mapa y luego iré a ver si están allá».

«Bueno, yo voy a acostar a Marrón, mientras», culminó la androide, subiendo las escaleras con la pequeña.

Mientras, Happosai, que aún seguía boca abajo en el suelo, escuchó lo que el pupilo de su amigo decía y, en ese instante, un plan malévolo se formuló en su cabeza, así que giró sobre sí mismo y trató de levantarse, lo que a duras penas consiguió. «Oye, hijo, yo sé dónde quedan las Pozas. Si quieres, puedo guiarte al lugar», dijo con una semisonrisa en sus labios.

Krilim soltó el libro que tenía en sus manos y tomó a Happosai de las solapas. «¡¿En serio puede guiarme?!», le preguntó con bastante seriedad.

«Claro, claro, será un placer ayudarte, amiguito –afirmó al tiempo que pensaba–: Además, así aprovecharé de hacerle una visita a esas hermosas mujeres que viven cerca de las pozas, jijiji, ¡son tan lindas! Y tienen unos cuerpazos… hummm…«.

«¡¿Está seguro?!», insistió Krilim, interrumpiendo los pensamientos del hombre.

«¿Ehhh?… sí… sólo que lo haré bajo la condición de que lleves a Roshi con nosotros…».

«¿Al maestro? ¿No ve que está inconsciente? ¿Para qué quiere llevarlo?».

«B-Bueno… e-es que… y-yo… Mira, ¡deja de preguntar tonterías! ¡¿Quieres ir o no?!».

«Llévalos contigo, Krilim –dijo fastidiada A18, retornando a la sala–. Mejor para mí, así no tendré que soportar su presencia».

«De acuerdo… pero entonces tendremos que viajar en el aerocoche porque, con ellos a cuestas, iría muy despacio si fuera volando».

«Y tú, ¿no sabes hacer esa técnica… Shunka… no-sé-qué…?».

«¿Habla del Shunkan Idou? No, por desgracia no conozco la técnica, aunque, después de esto, tal vez le pida a Goku que me la enseñe…».

«Bien, entonces partamos ya, mira que tengo muchos deseos de ver a las lindas chic… digo, de ver a tus simpáticos amigos, muchacho… jejeje, será espectacular la cara de Roshi cuando vea a esas hermosas mujeres…«.

«Ve con cuidado. Yo me quedo con nuestra hija, pero si el peligro es serio y ves que no puedes enfrentar la situación solo, no te arriesgues, ¿sí? Sólo eleva tu Ki y yo acudiré enseguida», le aconsejó su esposa con semblante serio, tratando de disimular su preocupación.

«Sí, no te preocupes por nada», le dijo al tiempo que colocaba a Roshi sobre sus hombros y salía, con Happosai, de la casa.

Sobre la cálida arena de la pequeña isla, Krilim accionó una cápsula y un aerocoche familiar de cuatro puertas hizo acto de presencia. El guerrero acostó a Roshi sobre los asientos traseros de la nave y le indicó a Happosai que se sentara a su lado, en el asiento del copiloto, para que pudiera indicarle, con claridad, la ubicación de las Pozas. Esperaba que todos sus amigos se encontraran sanos y salvos, ya que desde hacía mucho tiempo que no peleaba y sabía que no se encontraba en las condiciones más optimas para hacerlo en caso que fuera necesario utilizar la fuerza bruta… «Bien, dígame a dónde debo pilotear».

«Las Pozas de Jusenkyo quedan en China. Hacia allá debemos dirigirnos».

«De acuerdo», culminó accionando su brújula y poniendo en marcha las turbinas de su nave. Enseguida se pusieron en marcha.


 

Corporación Cápsula
Esa noche Vegeta no durmió nada bien; y es que no podía dejar de pensar en su nuevo terrible enemigo… estaba en todas partes y sentía que su presencia lo acecharía a cualquier sitio a donde fuera… realmente contra ella no podía pelear y ésa era la peor parte de sufrir esa maldición: que, como guerrero, no podía combatir, como había hecho con todos los enemigos que se habían cruzado en su camino (no importaba que hubiese ganado o perdido, al menos había luchado… al menos lo había intentado)… pero esta vez no podía hacerlo… Simplemente se había apoderado de su cuerpo y de su vida sin haber podido hacer nada… sin haber podido defenderse… y como era vital para la vida, no la podía hacer desaparecer… «¡¡Agua, maldita agua!!», pensaba el saiya bastante afligido, pero poco a poco el sueño lo fue venciendo…

Ya avanzada la noche, Bulma se despertó al escuchar a su pareja decir: «Parece que va a llover», a lo cual ella, entre dormida y despierta, le respondió: «No sé, hoy no vi el reporte meteorológico», y siguieron ambos durmiendo. Al cabo de unos minutos, volvió a escuchar: «parece que va a llover», pero esta vez ella no le hizo caso… pero tiempo después, él repitió lo mismo. Ella, ya algo aburrida, se incorporó un poco para mirar por la ventana y sólo percatarse que el cielo estaba completamente despejado, con mil y una estrellas reinantes en el firmamento, y que, de la lluvia que él vaticinaba, ni la más mínima brisa se sentía…

«Parece que va a llover»… Desconcertada, volteó a verlo y fue entonces que se dio cuenta de lo que estaba pasando: el hombre estaba hablando dormido, cosa muy extraña en él y lo cual le hizo suponer una gran preocupación del saiya… «¿Qué le pasará a este hombre?… No sabía que le tuviera pánico al agua…».


 

Monte Paozu, Hogar de los Son
Gohan dormía placidamente en su cama después de su terrible día. Ya se sentía mucho mejor, había arreglado el problema con Videl y estaba comenzando a asumir su nueva forma de vida, ya que bien sabía que no podía dejar sus transformaciones al azar, porque éstas podrían ser muy peligrosas. Así que, desde ese día en adelante, sería lo más precavido posible, es decir, vería el informe meteorológico, andaría siempre con un paraguas, rechazaría tajantemente las invitaciones a las piscinas o playas, no iría a buscar el almuerzo al río, etc.

La noche avanzaba y entre sueños pudo escuchar a Dende que lo llamaba desde el templo. No estaba muy seguro si era realidad o sueño, así que agudizó sus sentidos para determinarlo: «¡¡Gohan, Gohan!! El Señor Piccolo desapareció», percibió a Kamisama decirle.

Cuando escuchó tan alarmante noticia, Gohan se incorporó en la cama, de la impresión, pero sin mucho equilibrio, ya que cayó al suelo. «¡¡¡¿¿QUÉ??!!!, ¡¡No puede ser posible, Dende!! Él no es de esas personas que desaparecen así como así… Debe haber una explicación lógica».

«Sí que la hay. Él se preocupo mucho cuando se dio cuenta que ustedes se dirigían a las Pozas de Jusenkyo y fue a advertirles de los peligros que ahí acechaban. Desde entonces, no he vuelto a tener noticias suyas y no lo puedo encontrar», dijo preocupadamente.

«¡¡¿FUE A LAS POZAS DE JUSENKYO?!! Pero si nunca lo vimos llegar ni antes ni después de… –tragó saliva al recordar tan malos recuerdos–. No llegó a tiempo para advertirnos, Dende. Ya todos sufrimos de la maldición del lugar…».

«Sí, ya lo sé… Es una desgracia, pero… ¿dónde está el Sr. Piccolo?».

Gohan cerró sus ojos con fuerza y comenzó a concentrarse sólo para decir con desilusión: «No puedo sentir su Ki, y eso realmente me extraña… o lo oculta o lo camb…», fue incapaz de terminar la frase, ni siquiera quería imaginarse que algo tan terrible como lo que le pasó a él le pudiera estar pasando a su maestro, a quien quería tanto como a su padre… «Esto es terrible, Dende. Iré con papá a buscarlo. Apenas tenga noticias, las sabrás».


 

Corporación Cápsula
«Parece que va a llover»… Bulma ya estaba aburrida de escucharlo, así que tomó su almohada y le pegó a su compañero, para luego taparse la cabeza con ella.

«¡¿Qué pasó?!», preguntó el saiya, despertando alarmado.


 

Monte Paozu, Hogar de los Son
«¡¡¡¡PAPÁ, DESPIERTA DE UNA VEZ!!!!». Los esfuerzos de despertar a su padre eran estériles. Hasta Milk y Goten habían despertado, pero él, ni señales de vida daba.

Gohan le explicó a su madre lo que pasaba (evidentemente obvió la parte de las transformaciones), pero no se veía muy deseosa de ayudarlo; a ella no le gustaba para nada que su familia saliera a esas avanzadas horas de la noche de casa. Además, Piccolo siempre le había parecido un haragán, y si estaba perdido, mucho mejor, así, sus malas influencias no estarían cerca de su hogar.

Goten tuvo una brillante ocurrencia: «Gohan, ¿y si le arrojamos agua?… A mí me contó Trunks que su mamá siempre despierta así a su papá». Pero al recordar lo de sus transformaciones, él mismo desechó la idea.

Gohan también desecho de plano la sugerencia: «¿Qué diría mamá de verlo convertido en mujer?… Si cuando me vio convertido en SSJ dijo que me había convertido en un rebelde, ¡¿qué no dirá de papá?!… Seguramente ‘¡¡Guuaaa!! Mi esposo se convirtió en un travesti‘. No, realmente esto no es aceptable».

Ya estaba perdiendo mucho tiempo con su padre, así que lo tomó sobre sus hombros, recogió su ropa, le encargó el cuidado de la casa a Goten (para que no fuera con ellos) y se fue al río, donde arrojó a su padre…

«¡¡¡¡¡AYAYAYAYYYY!!!!! Bbbrrrrr, ¡¡qué frío está esto!!», se escuchó decir a una chica saliendo del agua. «Pero Gohan, ¡¿qué pasa?! ¡¿No se te ocurrió una forma razonable de despertarme?!», preguntó la muchacha titiritando de frío mientras se vestía con la ropa que su hijo le había traído.

Pero él no lo tomó en cuenta, ya que comenzó a explicarle lo de la desaparición del Nameku y fue así como decidieron ir por Vegeta antes que nada, ya que seis ojos en plena oscuridad verían más que cuatro.


 

Pozas de Jusenkyo
A Krilin no le costó para nada llegar a las Pozas; se notaba que Happosai conocía perfectamente el camino, ya que llegaron directamente y sin pérdida de tiempo. Krilim posó, suavemente, la nave sobre la enorme planicie llena de estanques de agua y bajó apresuradamente. Mientras, Happosai sacaba a rastras a Roshi, que aún continuaba dormido.

«Ya llegamos, pero… no veo a ninguno de los muchachos por aquí…», dijo Krilim, algo preocupado.

«Tranquilo, muchacho, seguro se encuentran bien… Jejeje, yo buscaré en esta dirección a ver si los encuentro… si mi sentido de orientación no me falla, por este camino llegaré a la Aldea de la Supremacía Femenina… Ya quiero ver a las lindas chicas que viven ahí«.

«Sí, yo también voy a buscarlos. Ojalá se encuentran bien».

«Por supuesto, ve, y no te apresures en regresar, ¿eh?», le dijo al tiempo que le daba unas palmaditas en la espalda y lo empujaba para que se fuera.

Krilim se fue y, al hacerlo, Happosai trató de despertar a Roshi para que, juntos, pudieran ir en busca de las chicas, pero por más que lo intentaba, no lograba hacerlo reaccionar, «Vamos, viejo, ¡despierta ya! ¡¿A qué esperas?! –le susurraba mientras le daba unas cachetadas en el rostro–. ¡¿No ves qué chicas hermosas esperan por nosotros?!». Trató por todos los medios, pero de ninguna manera logró su objetivo hasta que, finalmente, se rindió… «¡Bah! Bueno, no despiertes, ¡tú te lo pierdes! Yo sí iré en su búsqueda», culminó, dejándolo solo en medio de la noche y con su imparable ataque de hipo…

Happosai buscó y buscó, pero no pudo encontrar el camino correcto hacia la aldea, así que, viendo que sus esfuerzos eran infructuosos, comenzó a regresar al sitio donde se habían quedado la nave y Roshi. Tenía mucha sed, así que sacó una pequeña botella que tenía muy bien escondida en los bolsillos de su chaqueta y tomó un sorbo de lo último que quedaba del delicioso sake, al tiempo que secaba el sudor de su frente y maldecía su mala suerte… Nada había salido como esperaba, y ahora la idea de regresar con las manos vacías lo enfurecía y ponía de mal humor… Nuevamente estaba bastante borracho cuando pudo divisar la silueta de la nave en la que habían llegado a tan desolado lugar… «¡Diablos, qué mala suerte! –se repetía una y otra vez–. No encontré ninguna chica, gggrrr, y con lo lindas que son… seguro están bien dormiditas en sus camas… hummm, con esas batitas transparentes que utilizan para acostarse… jijiji…«.

Mientras, Krilim, ya en la nave, había comprobado con desilusión que sus amigos no estaban por ninguna parte, así que quería regresar a Kame House a dormir, ya que tenía mucho sueño, sin contar el hecho de que estaba bastante cansado luego de haber paseado con su familia el fin de semana… «Ese viejo verde, ¿dónde demonios se habrá metido?… Bueno, al menos espero que los muchachos se encuentren bien. Seguro que todo fue una falsa alarma, aunque de todas formas mañana temprano iré a ver a Goku para asegurarme…«, pensaba, mientras caminaba de un lado para el otro tratando de encontrar a Happosai en medio de la oscuridad de la noche.

Happosai, unos metros detrás de Krilim, caminaba en zigzag rumbo a la nave. Su vista le fallaba debido al cansancio que sentía, así que no podía ver con claridad… «Bueno, bueno, pero miren lo que tengo frente a mí… –se dijo emocionado, al ver la silueta del guerrero que, por su vista distorsionada y su mente pervertida, confundió con la de una hermosa mujer–. Parece que, a pesar de todo, he tenido suerte, jejeje» –pensaba, mientras se acercaba a Krilim con una sonrisa en su rostro y al tiempo que se frotaba las manos con gran excitación… «¡¡Ven a mí, amor mío, no seas tímida!!«, gritó con brusquedad al tiempo que se abalanzaba sobre el guerrero, que, muy sorprendido, giró al sentir unas manos sujetarlo por detrás… «¡Pero… ¿qué?!…», fue lo último que alcanzó a decir antes de perder el equilibrio y caer en las heladas aguas del pozo que tenía a su lado, mientras Happosai caía de rodillas en el suelo…

Apenas se dio cuenta que ‘la mujer’ cayó en el agua, el viejo maestro gateó, como pudo, a la orilla del pozo y trató de ayudarla, pero al llegar lo único que vio fueron sus ropas flotando sobre la superficie del agua. Sus ojos se abrieron de par en par al darse cuenta que, si sus ropas estaban en el estanque, significaba que ella ¡estaría desnuda!… «¡Oye, linda, ¿dónde estás?! No temas, yo te ayudaré…», insistió el viejo, mirando en todas direcciones tratando de hallarla, pero lo único que pudo ver fue a un animal pequeño, parecido a un gato, amarillo, junto a él, aunque no le prestó mucha atención… «¡Rayos!, cuando al fin encuentro una hermosa chica, ésta desaparece, gggrrr… ¡¿y tú qué quieres, bicho?!, ¡deja de fastidiar!», le gritó al pobre animalito que, desesperado, corría y saltaba delante de él haciendo gestos extraños como si quisiera decirle algo…

«Pika… Pika… Pika… ¡Pikachu!…», emulaba el animal.

(Traducción: ¡Oye, Happosai, soy yo, Krilim!)

Happosai le dio un manotazo al animalito que lo lanzó lejos y siguió buscando a la linda jovencita que le había robado el corazón. Mientras, Krilim se levantó del suelo, sacudió su cabeza y caminó en el dirección donde se encontraba el viejo dispuesto a hacerse escuchar como fuera necesario… No entendía lo que le había pasando, pero temblaba al pensar en lo que diría A18 al verlo así convertido en… quién-sabe-qué-cosa… Finalmente llegó a su lado y, ayudado con sus patas, jaló su pantalón…

«¡¿De nuevo tú?! –gritó enfurecido al verlo–. ¡Te dije que me dejarás en paz!».

«Pika… Pika… Pikachu…».

(Traducción: ¡No seas tonto! ¡¿No ves que soy yo?!)

«Mira, animal, no sé qué demonios quieres, pero estoy ocupado así que vete a hacer… bueno, lo que sea que hagas…», replicó con bastante fastidio.

«Pika… Pika…Pika… ¡¡Pikachuuu!!».

(Traducción: ¡¿Animal?!… ¡¿Cómo te atreves a llamarme animal?!)

Al oír esto, Krilim se puso furioso, así que comenzó a emanar pequeñas descargas eléctricas por todo su cuerpo… «Pika… ¡¡¡Pikachu!!!».

< SMALL>(Traducción: ¡¡¡A mí nadie me llama animal!!!)

En ese instante lanzó una poderosa descarga eléctrica que barrió con todo lo que se encontraba a su alrededor, incluyendo a Happosai, que se electrocutó al instante y cayó al suelo, quemado y expulsando humo por todos los poros de su piel… Cuando el hombre abrió sus ojos, pudo ver al extraño animalito a su lado mirándolo de una manera tal que Happosai hubiese jurado que decía ‘te lo tienes bien merecido’. Luego, levantó su pata para orinarse sobre el hombre y finalmente se fue sin rumbo determinado…

«¡Qué animal tan grosero y violento! –pensó–. Y ese tonto muchacho sin aparecer… Ya me quiero largar de este lugar, ojalá se apresure en llegar«.


 

Corporación Cápsula
Vegeta, luego del repentino ataque de su esposa con la almohada, no había podido reconciliar el sueño, así que sintió instantáneamente la presencia de Kakarotto en su casa, por lo cual se levantó de la cama para saber qué había pasado esta vez. Justo en el momento que estaba cerrando la puerta de su habitación, escuchó a su mujer decirle: «Aprovecha de ver si es que va a llover».

«¿Cómo va a llover, mujer estúpida, si el cielo está completamente despejado?», preguntó el príncipe, algo confundido por semejante pregunta. Bajó al primer piso y ahí se encontró con la visita más desagradable que él conocía: «¡Kakarotto, ¿qué demonios hacen a estas horas aquí en mi casa?!».

«Piccolo desapareció en Jusenkyo, debemos ir a buscarlo», le respondió escuetamente mientras se rociaba con el agua tibia de la llave.

«Mhmm… ¿y eso a mí qué me importa?», respondió Vegeta bastante despreciativo. «Además, si nos necesitara, incrementaría su KI, ¿no creen?».

«Pero si se convirtió en ‘algo’, ¿cómo lo sentiríamos? –le rebatió Gohan–. «Y si ese ‘algo’ está en peligro o es peligroso, no podemos sentarnos a esperar; debemos ir por él».

A Vegeta jamás le pasó por su mente una posible transformación de Piccolo. Y si esto era así, él debía ser el primero en exigirle guardar silencio sobre la maldición; no podía permitir que, por un descuido de su parte, Bulma se enterara de su desgracia. «Bueno, ¿y qué estamos esperando para ir por él?», dijo al momento que salía hacia al exterior.

«¡¿Adónde van ustedes?!», se escuchó preguntar desde el interior de la corporación.

«¡¡¿Qué te importa?!!», respondió Vegeta.

«A buscar a Piccolo, que está desaparecido», le dijo Gohan.

«¿Pero por qué no te teletransportas donde él está, Goku?», inquirió Bulma, al tiempo que daba un gran bostezo.

«Es que desapareció su Ki», le contestó Goku al tiempo que comenzaba a levitar.

«¿Y entonces cómo saben dónde buscar?», volvió a preguntar la mujer, retardando más la partida e impacientando a Vegeta.

«¡¡Ya mujer, no molestes más y vete a la cama!!», la regañó enseguida.

«Es que creemos que está en China y por eso para allá nos dirigimos», intercedió Gohan, también comenzando a marcharse.

«Okey, pero no se vayan a resfriar. En esta fecha, en China el clima es muy cambiante y así como en un momento hay un sol quemante, en el otro está lloviendo a cántaros».

¿Alguien dijo llover? En el acto, los tres se dieron vuelta hacia la muchacha, que ya caminaba a su habitación. Gohan comprendió de inmediato que no podía viajar así como así. Vegeta también se dio cuenta de esto y miró a Goku pensando: «Si no va Gohan, de aquí a que encuentre al insecto verde con este retardado de Kakarotto, y más encima de noche, va a pasar una eternidad».

Parece que Gohan también estaba pensando algo muy similar, porque miró a Vegeta y ambos dijeron al unísono: «Mejor lo buscamos mañana a plena luz del día».

Así, el príncipe volvió a su cama y los Son volvieron a su hogar.


 

Pozas de Jusenkyo
Krilim, convertido, seguía caminando por las pozas, tratando de encontrar a alguien que pudiera brindarle algo de ayuda, ya que el tonto de Happosai no había querido hacerlo. Podía observar cómo, en el horizonte, el Sol comenzaba a salir, lo que le indicaba que caminaba hacia el este. Estaba angustiado, primeramente porque no tenía la más mínima idea de si podría recuperar su antigua forma… También porque sabía que A18 estaría muy preocupada por él, y por ningún motivo quería que lo viera así transformado… pero si aún continuaba en ese maldito lugar, no era precisamente por temor a su esposa (aunque sí le temía), sino porque no encontraba la manera de poder retornar a su hogar: ya había comprobado con enfado que no podía volar y en su estado no podía manejar el aerocoche y, aunque pudiera, estaba seguro que el libidinoso amigo de su maestro no lo dejaría… Ni hablar, sólo le quedaba la vaga esperanza de que alguien, en algún lugar, lo ayudara…

En ese momento sintió un ruido como de pasos y, asustado, fue a esconderse detrás de unos matorrales para poder observar con detalle quién se aproximaba; esperaba que fuera su salvador… pero lo que vio no lo animó mucho; por uno de los tantos caminos formados por el vaivén de las miles de personas que, sin duda, habían transitado por ese lugar, pudo ver a dos hombres caminar, uno al lado del otro, hablando, aunque al verlos con más detalle, al guerrero le pareció que más bien estaban discutiendo. Ambos vestían con pantalones cortos, con camisas manga cortas, y casi muere de la risa al ver sus ridículos sombreros al estilo safari sobre sus cabezas. También llevaban grandes morrales a sus espaldas repletos de cosas que, a esa distancia, no podía detallar. Krilim se quedó escondido esperando que ellos pasaran de largo, pero, para su mala suerte, en vez de eso comenzaron a montar su campamento en ese lugar, justo al lado de uno de los pozos. Al menos desde ahí sí podía escuchar su conversación…

«¡Te digo que esto es una pérdida de tiempo!», escuchó que uno de ellos le decía al otro, mientras encendía una pequeña fogata.

«Sí, Will, ya lo sé, no has repetido otra cosa desde que llegamos a China», replicó el otro al tiempo que montaba una carpa de acampar.

«Pero… Jim, este proyecto es demasiado descabellado. Sabes bien que la historia de la supuesta ‘Maldición de Jusenkyo’ es sólo un mito, puras supercherías de viejas. Además, si regresamos con las manos vacías a Inglaterra, nos quitaran los fondos de TODAS nuestras investigaciones».

Jim volteó a ver a su amigo y luego caminó hasta donde estaba, acercó un tronco y se sentó sobre él, a su lado.

«Will, nosotros somos científicos. Sabes bien que, desde hace muchos años, hemos recaudado evidencia de que en estas pozas sucede algo extraño. Los testigos afirman que si caes en alguna de ellas, sufrirás algún tipo de transformación».

«¡Vamos! Ayer analizamos el agua de estas pozas y no encontramos nada extraño. ¡Lo único que podremos conseguir aquí será una pulmonía!… –Jim avivó el fuego y montó sobre él una tetera–. Haré algo de té porque me muero del frío… –para proseguir con su discurso–. Tengo muchos trabajos de investigación importantes que concluir, Will. Trabajos REALES. Sabes bien que vine porque el decano de la facultad de Ciencias de la Universidad me obligó, pero yo no creo en maldiciones ni ninguna de esas tonterías. Yo creo en la Ciencia, no en la magia o la brujería. Y la verdad me cuesta creer que tú, un científico tan respetado, pueda perder el tiempo, y peor aún, hacérmelo perder a mí, en esta cacería de brujas sin sentido».

Krilim no sabía hablar un inglés fluido, pero estaba tomando algunas clases y, gracias a ella, pudo entender perfectamente que esos hombres eran científicos, cosa que lo alegró muchísimo. ¿Qué más oportuno que unos científicos para ayudarlo con su ‘problema’? Así que salió de su escondite, y se dirigió hasta donde estaba la pareja. Ellos seguían con su ardiente disputa.

«¡Ésa no es la forma de hablar de un verdadero científico! –exclamó Will–. No podemos descartar la posibilidad de que verdaderamente algo suceda aquí. Si lo hacemos sólo porque nos parece descabellada la idea, seremos unos mediocres. Nuestra investigación dirá si ‘La Maldición de Jusenkyo’ es verdad o una leyenda popular. No nos corresponde a nosotros emitir ningún juicio sino hasta después de haber hecho un estudio detallado de toda la zona… Recuerda, amigo mío, que la ciencia es búsqueda y exploración constante… –En ese momento notó que su compañero no le estaba prestando atención–. ¿Jim?… ¿Jim, qué pasa?».

Su amigo no respondió. En vez de eso, le indicó con su mano que mirara algo que se encontraba a su lado. «¿Qué quieres que vea…? ¡Wow!, pero… ¿qué tenemos aquí?», preguntó emocionado al ver un animalito amarillo a su lado, que lo miraba fijamente…

«Pika… Pika… Pika… Pika… Pika… Pika… Pika… Pika… Pika… Pikachu».

(Traducción: Hola, mi nombre es Krilim. Caí en una de estas pozas y me transformé en este extraño animal. ¿Pueden ayudarme?)

«Hola, amiguito –dijo Will al tiempo que le acariciaba la cabeza–. ¿De dónde saliste? ¿Estás perdido?».

Jim tomó su morral y buscó dentro de él unos instantes hasta que sacó un libro grande y marrón. «Estoy seguro que he visto este espécimen antes… Déjame buscar en mi libro a ver si lo encuentro».

«Buena idea –contestó su amigo sin mirarlo, ya que estaba embelesado con Krilim–. Eres muy lindo, jejeje. ¿Tienes hambre?», le preguntó.

«Sí, claro. Pregúntale, como si te fuera a responder…», se burló Jim.

«¿Y qué? No me importa que no responda, sólo quiero lograr que confíe en mí». Buscó en el bolsillo de su pantalón y sacó un pedazo de galleta que tenía guardado. «Toma, come esto», le dijo al tiempo que le tendía la galleta. Krilim la vio y, con su pata, la arrojó a un lado y comenzó a saltar de un lado para otro enfurecido…

«Pika… Pika… Pika… Pika… Pika… Pika… Pika… ¡¡Pikachu!!».

(Traducción: ¡Yo no quiero ninguna galleta! ¡Sólo quiero volver a ser humano!)

«De acuerdo, ya vi que no quieres comer. ¡No te enfades!».

«¡Ya lo encontré! –dijo triunfante Will–. Este animalito es un Pokémon. Más precisamente, un Pikachu».

«¿Estás seguro? –preguntó incrédulo Jim–. En esta zona no hay Pokémons, y mucho menos Pikachus».

«¡Claro que sí! ¡Míralo por ti mismo!», le respondió.

Jim tomó el libro y comenzó a leer. Había toda una descripción detallada de la raza Pokémon llamada Pikachu, así como una foto. Al comparar la foto con el animalito, Jim vio que, en efecto, eran iguales. «Vaya, vaya… esto sí que es un hallazgo. ¿Qué hará un Pikachu en este lugar?».

Krilim los miró desesperado. No lograba entender bien lo que hablaban, pero estaba seguro que no lo ayudarían. Para ser científicos eran bien idiotas… suspiró y vio que, dentro del morral de Will, había lápiz y papel, así que fue hasta donde estaba. Los tomó y comenzó a escribir un mensaje en él, mientras el par de hombres seguían hablando…

«Ni idea… pero este descubrimiento es bien interesante. Esto podría significar que los Pikachu son una raza nómada. ¿No lo crees, Jim?».

«Tal vez. De ser así, es probable que se desplacen en manadas; deberíamos buscar y ver si hay más de ellos… ¡¡Mira, Will!! ¡¡¡El Pikachu está escribiendo algo en tu bloc de notas!!!».

«¡Deja de bromear, Jim!… –giró para poder observar al ‘Pikachu’, y al ver que estaba lápiz en mano escribiendo sobre el papel, no pudo creerlo–. ¡¡¿Qué?!!… ¡¡Eso es imposible!!». Pero era cierto; justo en ese momento, Krilim alzó el cuaderno para que ambos pudieran leer lo que decía. En un inglés perfecto, el guerrero escribió: ‘¡AYUDA!’. Al ver esto, Jim y Will, casi cayeron de espaldas por la impresión.

«¿E-Es… tás… v-viendo… lo… m-mismo… q-que… yo, J-Jim?».

«¿B-Bromeas?… ¡lo veo y no lo creo!».

«Parece que venir a este lugar no fue tan mala idea después de todo…», balbuceó Will, más tranquilo.

«Así es… debemos estudiar el cerebro de este Pikachu. Es más inteligente de lo normal, tal vez tenga algo que ver con estas pozas…».

«¡Ay, Jim, no comiences con eso!… ¡Con este Pikachu podríamos ganar el premio Nobel y tú sólo piensas en esa tonta maldición!», le regaño enseguida.

Mientras, Krilim se golpeaba con el cuaderno en la cabeza. ¡Ni escribiendo ese nota esos idiotas le habían hecho ningún caso!… ¡Bah!, era mejor irse a otro lugar y esperar encontrar a alguien que sí pudiera ayudarlo. Así que les dio la espalda y comenzó a alejarse de ellos.

«Deberíamos llevarlo al laboratorio para hacerle algunos estudios… –dijo Will, pero luego vio que el Pikachu se alejaba de ellos–. ¡Mira, Jim! ¡Se va el Pikachu! ¡¡¡Pronto, debemos atraparlo antes que huya!!!».

«¡¿Qué?!… ¡¿Es cierto?!», exclamó Jim, poniendo sus manos en la cabeza. Luego se levantó, tomó su red de pescar y comenzó a perseguir al ‘Pikachu’…

Krilim vio, muy tarde para él, que Jim le había lanzado la red encima, así que logró atraparlo. «No, amiguito, no puedes irte», le replicó cuando lo levantó en el aire.

Krilim se movía desesperado dentro de la red, pero aún así, no lograba soltarse de su prisión. «Pika… Pika… ¡¡¡Pikachu!!!».

(Traducción: ¡¡¡Suéltame, maldito!!!… ¡¡¡¿Por qué siempre tienen que pasarme estas cosas a mí?!!!)

Con el ‘Pikachu’ en sus manos, Jim volvió con su amigo. «Mira, Will, logré atraparlo».

«Qué bueno, amigo. Hubiese sido terrible perder tan valioso ejemplar».

«Ya lo creo… –Jim alzó la red para que ambos pudieran ver al animalito más de cerca–. Eres un Pikachu muy lindo. Ya verás que en nuestro laboratorio serás muy feliz. Nada te faltará».

Krilim estaba realmente furioso. No permitiría que nadie lo tratase como un ‘conejillo se indias’ y mucho menos ese par de imbéciles. «Ni sueñen con atraparme, ya verán, me las pagarán muy caro…«, pensó, para luego lanzar una enorme descarga eléctrica que circuló por la red y llegó hasta Jim, que comenzó a electrocutarse… Will lo vio, asustado, así que trató de ayudarlo, pero sólo consiguió ser atrapado por la descarga eléctrica. Así que ambos comenzaron a convulsionar hasta que, finalmente, cayeron al suelo. Al hacerlo, Jim soltó la red, haciendo que Krilim se fuera en picada, tropezando en su caída con la enorme tetera llena de agua caliente y quedando empapado en el acto…


Luego de unos minutos, Will recobró el sentido. Abrió sus ojos, aún adolorido, y tanteó con su mano sus alrededores tratando de localizar a su amigo. «¿J-Jim?… ¿estás bien?». Al no obtener respuesta, levantó su cabeza y pudo ver a su amigo a su lado tirado boca abajo, así que se arrastró hasta donde estaba y lo giró rápidamente para verificar cómo estaba. Suspiró con alivio al comprobar que estaba bien, sólo había perdido el sentido. «Muy buena idea, Jim, esa de sujetar al Pikachu. ¡¿Cómo pudiste olvidar que ellos se defienden de sus depredadores lanzando descargas eléctricas?! –susurraba mientras trataba de hacerlo reaccionar–. Y yo más estúpido que traté de ayudarte…». Giró su cabeza tratando de encontrar su cantimplora con agua entre los restos del campamento, pero en vez de eso vio con asombro a un hombre tirado, muy cerca de ellos. ¿De dónde habría salido ese sujeto? Y más importante aún: ¿dónde estaría el Pikachu? Miró en todas direcciones, pero no puedo verlo. Pensó, entonces, que había escapado…

Krilim se movió con dificultad, dispuesto a huir de sus captores cuando vio, con alegría, que había recobrado su apariencia humana. Se levantó del suelo y comenzó a dar saltos de alegría, pero se paró en seco al ver que uno de los científicos lo miraba muy sorprendido; así que se detuvo, sin saber si golpearlo o abrazarlo, y lo saludó con su mano. «Hola», dijo.

El científico lo observaba entre sorprendido y asustado y Krilim comenzó a ponerse nervioso con su mirada, que era bastante escrutadora. Will comenzó a hacerle gestos extraños con su nariz al guerrero queriéndole indicar algo, pero Krilim no entendía su indirecta. «¿Qué?», preguntó bastante confundido, así que observó a su alrededor y entonces se dio cuenta de la cruda realidad… y es que notó que estaba totalmente… DESNUDO…

«¡Oops!», exclamó con la mayor de las vergüenzas al tiempo que tomaba una ramita de bambú para tapar sus partes íntimas…


 

Corporación Cápsula
Era un nuevo día en la C.C. y Vegeta se encontraba tirado debajo de un árbol esperando a los Son para ir en busca de Piccolo. El guerrero, que aún no asumía su maldición, había perdido toda esperanza de algún día poder librarse de ella y eso lo había sumido en una profunda desesperación y, aunque trataba de autoconvencerse de que podía seguir adelante, era demasiado vergonzoso que el príncipe de una raza de guerreros tan poderosos sufriese la humillación de convertirse en mujer… Acaso, ¡¿no era suficiente castigo que su eterno rival Kakarotto fuese más fuerte que él?!

En ese momento sintió una presencia conocida, aunque insignificante, a su lado… «¿Qué haces aquí?», preguntó enseguida.

«Busco a Bulma. ¿Se encuentra en casa, Vegeta?».

«¡Y yo qué sé! ¡¿Acaso me ves cara de niñera, Krilim?!».

«N-No… claro que no… pero es que… necesito ayuda», alegó algo desesperado.

Al oír ese extraño tono de voz, Vegeta abrió sus ojos y lo que vio lo hizo reír: ante él estaba Krilim, pero vestido de una manera bastante ridícula con unos pantalones cortos que debía sostener con sus manos para evitar que cayeran al suelo, ya que eran muy grandes para su tamaño, una camiseta y completamente descalzo. «No es que me importe mucho, pero… ¿qué te pasó? ¿Tu esposa se negó a lavarte la ropa?», le preguntó en un tono bastante irónico.

«¡No te burles, Vegeta! Esta ropa me las dio… un ‘amigo’… pero lo que me preocupa no es mi atuendo… Vengo de unas tales Pozas de Jusenkyo en donde me pasó algo muy extraño…»

«¡¿Fuiste a las Pozas de Jusenkyo?! –le interrumpió–. ¡¿Y para qué diablos fuiste allá?!», dijo Vegeta, poniéndose de pie de un solo brinco.

«Es que cuando llegué a mi casa anoche, el maestro Roshi me dijo que ustedes habían ido a ese sitio y que estaban en peligro. Bueno… no me lo dijo, pero me lo insinuó, así que un amigo del maestro, llamado Happosai, me guió hasta el lugar. Pero, al llegar allá, el muy tonto me tiró en una de esas pozas… y… y… y…».

«¡¡¿Y qué?!!», insistió, cada vez más alterado, Vegeta.

«Y me transformé es un animal muy extraño. Imagínate cómo me puse al darme cuenta de mi nuevo ‘aspecto’…», le confesó Krilim muy afligido y bajando su mirada.

«Oh, sí, claro que lo imagino…», murmuró Vegeta para sí.

«¿Qué dijiste?, no te escuché…».

«Emmm… nada, insecto. Sólo quiero saber qué quieres con Bulma. Ella no tiene nada que ver con tu problema».

«Sí, pero ella es una científica. Tal vez pueda ayudarme a solucionar mi problema. Por eso quiero hablar con ella».

«¡¡Ni hablar!! ¡¡No quiero que le digas nada!!», replicó Vegeta, furioso.

«¡¿Por qué no?!… ¿y por qué estás tan nervioso?… Un momento, ustedes también fueron a esas pozas… No será que…».

Krilim iba a continuar, pero Vegeta le tapó la boca con sus manos. «¡¿Quieres callarte?!, ¡Bulma podría escucharnos! ¡Y de ninguna forma permitiré que ella se entere… de… de… de… tú-ya-sabes-qué!».

«Pero… –replicó Krilim cuando el saiya lo soltó–. Eso quiere decir que ustedes también… ya sabes…».

«Así es…», respondió Vegeta dándole la espalda y cruzando sus brazos.

«Es terrible… y hasta temo preguntar en qué se convirtieron… pero… Bulma… tal vez…».

«¡¡Ya te dije que no!!. Además, ella no podrá ayudar en nada… Lo que sufrimos se llama: La Maldición de Jusenkyo, y no tiene cura».

«¡¿La Maldición de Jusenkyo?!… ¡¿Qué diablos es eso?!».

«Nuestras transformaciones son producto de esa maldición, ¡¿es que no estabas con el desgraciado de Happosai?! ¡Él sabe todo sobre el tema!».

«Sí estaba, pero lo dejé en las pozas. El muy estúpido no me reconoció. Pero cuéntame, si este problema no tiene cura, ¿cómo viviré de ahora en adelante? ¿Y cómo se lo diré a mi esposa?, ¿cuándo me transformaré?, ¿será al azar?…». Krilim pensaba continuar con su interrogatorio, pero Vegeta, de un grito, lo detuvo.

«¡¡Ya cállate, humano!! ¡Yo no sé gran cosa al respecto! Y además, ¡no soy el profesor de nadie, así que no esperes que te dé una clase magistral sobre la dichosa maldición! ¡Ve y pregúntale a tu inseparable amigo, Kakarotto, él te informará todo lo que sabe!… Además, ya debe de estar por llegar para ir en busca de Piccolo, que se perdió también en ese maldito lugar… ¿¿Lo viste cuando estuviste en las pozas??…».

«¡¡¿Qué?!! ¡¡¿Piccolo también?!!… ¡Es una desgracia!… no puede ser… No, no lo vi y tampoco sentí su Ki…».

Mientras Krilim y Vegeta seguían su discusión, no se percataron que alguien escuchaba toda su conversación. Detrás del árbol donde el saiya reposaba, un sapo, muy extraño para ser terrestre, se escondía y observaba todo lo que pasaba en la C.C. y, al hacerlo, pensaba:

«¡Así que era eso!… Ahora entiendo las extrañas transformaciones que he visto en el maldito de Vegeta y los demás… Jejeje, ésta podría ser la oportunidad de recuperar mi cuerpo. Si logro, de alguna forma, llegar a esas Pozas de Jusenkyo, podría intentar volver a ser el mismo super guerrero que fui hace tantos años… Yo, ¡el fabuloso capitán de las Fuerzas Especiales Ginyu!… ¡El Gran Ginyu!… El mismo que el imbécil de Kakarotto confinó al miserable cuerpo de un sapo namekuseijin… Por años he esperado en este jardín, y sin que esos tontos se dieran cuenta de mi presencia, la oportunidad de vengarme por la muerte de mi amo Freezer, y ahora, finalmente, mi oportunidad se ha presentado… Sólo debo llegar a esas pozas… Las Pozas de Jusenkyo…«.