Lo que siempre soñé – Capítulo 4

Capítulo 4: «Efectos secundarios»

Fanfic: Lo que siempre soñé


9:00 AM.

VG: Mmmm –se desperezó, y al abrir los ojos vio el cielo azul a través de la ventana–. Que lindo día. Creo que hoy haré algo diferente.

Bulma estaba preparando el desayuno con su madre cuando de pronto…

VG: Buenos días señora Briefs. Hola, Bulma.

SB: Buenos días, joven y apuesto Vegeta.

BL: Hola, Vegeta… ¿Vegeta? –dijo volteándose «algo» sorprendida.

VG: ¿Pasa algo? –dijo con una ligera sonrisa y mirándola a los ojos como esperando una respuesta.

BL: N-n-no, eeeh… ¿cómo te sientes?

VG: Muy bien. No me duele nada de nada, je je je. Deben ser las pastillas para el dolor.

BL: Sí, eso debe ser. ¿Vas a entrenar hoy? –preguntó al verlo vestido con ropa común y corriente y no con su traje de entrenamiento.

VG: Creo que no. El día está demasiado agradable como para desperdiciarlo encerrándome en la cámara de gravedad. Todavía hay tiempo para entrenar, así que me tomaré una semana de vacaciones.

BL: ………. –se acercó a Vegeta y le puso una mano en la frente para comprobar su temperatura.

VG: ¿Qué pasa?

BL: ¿Te sientes bien?

VG: Muy bien, ¿y tú?

SB: Joven Vegeta, vamos a desayunar en el jardín, ¿nos acompañas?

VG: ¡Claro! ¡Encantado!

¡¡¡PAFFF!!! –Bulma se desmayó.


VG: ¡¡Yuuujuuuu!! ¡¡Bulma!! –Vegeta movía una mano frente al rostro de Bulma mientras ella abría lentamente los ojos. Estaba recostada en el sillón de la sala.

BL: ¡Ay! ¿Qué me pasó? –de pronto reaccionó y recordó el «porqué» de su sorpresa.

VG: Estábamos en la cocina y de un momento a otro te dormiste, ja ja ja ja ja –Bulma lo miró con lástima.

BL: Vegeta, ¿me dejarías ver la caja de tu remedio?

VG: Sí, ahora la traigo. No te vayas a dormir, ja ja ja.

BL: «Si no me equivoco, debe estar comportándose así por efecto del remedio»

VG: Aquí está –dijo entregándole la caja a Bulma.

BL: Veamos… me lo imaginé –dijo leyendo la composición del analgésico.

VG: ¿Qué tiene, Bulma? ¿Pasa algo malo?

BL: No, para nada –sonrió–. Sólo quería ver qué efectos secundarios producía.

VG: ¿Y?

BL: No te preocupes. Sólo te relaja.


Esa noche, después de la cena, Bulma se había ido a la sala a ver una película que era un verdadero drama. Vegeta, que no tenía nada que hacer, se puso a ver la película con ella. Nunca había visto una película, por lo menos en las condiciones que estaba ahora, en un confortable sillón, con la luz apagada y con palomitas de complemento. Sin mencionar a la mujer que estaba sentada junto a él, y que parecía sufrir tanto con lo que estaban viendo.

BL: Snif! Snif! –se secaba las lágrimas con un pañuelo, mientras la película casi terminaba.

VG: Ya, Bulma, no llores –dijo abrazándola.

Cuando la película terminó, pasaron el reparto acompañado de una linda canción. Bulma y Vegeta se miraron a los ojos un buen rato y él lentamente comenzó a acercarse a ella. Cuando estuvo a punto de besarla, Bulma se levantó del sillón, apagó el televisor y encendió la luz.

VG: ¿Qué pasa? ¿Hice algo malo? –dijo un poco extrañado con su reacción.

BL: No. Lo malo es que no sabes lo que estás haciendo.

VG: Yo creo que sí –dijo levantándose del sillón.

Después de un largo silencio, Bulma reaccionó…

BL: Buenas noches, Vegeta.

VG: …buenas noches… Bulma.


Al otro día…

BL: ¡¡Hola, Vegeta!! –silencio–. ¿No me vas a contestar?

VG: Yo sabré si te contesto o no.

BL: ???? Pero, ¿qué te pasa?

VG: A mí no me pasa nada.

BL: ¿Y por qué me hablas así?

VG: Siempre te he hablado igual.

BL: Eso no es cierto, ayer…

VG: ¿Ayer qué?

BL: ¿Vas a entrenar?

VG: No, voy a ver la telenovela. ¡¡Por supuesto que voy a entrenar!! Y en vez de estarme molestando, deberías buscar un lugar donde esconderte de los androides, porque al paso que vamos, no voy a poder transformarme en super saiyajin por tu culpa.

BL: No me culpes por tus fracasos y no te pongas el parche antes de la herida –Bulma abandonó el campo de batalla.

VG: «Qué mujer más desagradable. Hizo que me empezara a doler de nuevo. Será mejor que me tome esas cosas para ponerme a entrenar»

Al rato, Bulma trabajaba en su laboratorio, cuando un «¡¡Bu!!» de Vegeta la hizo quedar pegada al techo.

BL: ¡Idiota! Vuelve a hacer eso y no amaneces vivo –dijo amenazándolo con una llave de tuercas.

VG: Je je je, lo siento.

BL: «‘Vegeta’ y ‘Lo siento’ no van en la misma oración» ¿Te tomaste tu remedio?

VG: Sí.

BL: ¡Qué bien!


Y así siguieron los días. Cuando Vegeta se tomaba sus analgésicos para el dolor, era un encanto. Pero cuando no, volvía a ser el de siempre. Extrañamente, ninguno de los dos «Vegetas» sabía lo que hacía o decía el otro.

Ese mismo día en la noche, Bulma estaba en la cocina leyendo un libro de recetas cuando Vegeta llegó secándose el cabello con una toalla.

BL: «Se duchó. Lo que quiere decir que entrenó y que es el de siempre»

Vegeta sacó del refrigerador una fuente con cerezas y empezó a jugar. Las arrojaba al aire y las atrapaba con la boca.

BL: «Vegeta jugando con la comida… Debe haberse tomado sus analgésicos y le están empezando a hacer efecto»

Bulma trató de concentrarse en la receta que leía, pero Vegeta la distraía, así que se dedicó a observarlo. No fallaba en atrapar ninguna cereza. No se resistió más y le dijo sonriendo irónicamente:

BL: ¿Sabes Vegeta? Si pusieras una pelota en tu nariz, podrías trabajar de foca en un circo.

VG: Sólo si tuviera tus bigotes –contestó sin dejar de jugar.

BL: Tus padres no te enseñaron buenos modales, ¿verdad?

VG: No pasé mucho tiempo con ellos. Creo que nunca estuvieron conformes conmigo –dijo tirando a la basura las semillas de las cerezas que se había comido y dejando para lavar la fuente.

BL: ¿Ellos querían un hombrecito? –Vegeta miró a Bulma y su respuesta no tardó.

VG: ¿Sabes? Me da lástima tu sostén. Debe estar aburrido de llevar una vida tan vacía.

BL: Por lo menos yo las he visto –sonrió.

VG: Fin de la conversación –dijo mirándola fijamente y luego salió de la cocina.


Al rato…

A pesar de estar un poco bajo el efecto de sus analgésicos, Vegeta estaba pensando en su pasado. Repasó toda su vida y comenzó a sentir que le faltaba algo. Fue un asesino durante años y aún sentía la necesidad de oír a alguien suplicándole por su vida. Disfrutaba el dolor de otros y más aún cuando era él el causante.

Su planeta. Ese maldito de Freezer lo había destruido y a él lo había utilizado como su juguete. Le obedeció durante tantos años jurándose cada día, cada minuto que estuvo bajo sus órdenes, que lo haría pedazos algún día. Pero tampoco le fue posible. Kakarotto tomó su lugar y demostró ser más fuerte. Parecía que nada en realidad había tenido sentido en toda su vida. Se proponía metas y, cuando estaba a punto de alcanzarlas, todo se le venía abajo.

Dolía pensar en eso, pero lo reemplazaba por odio y rencor. Era la única manera de la que podía deshacerse de esos molestos sentimentalismos.

Esa mujer de bonitos ojos azules parecía entenderlo, a pesar de que no se llevaban muy bien –sonrió recordándola–. Y pensar que también estuvo a punto de matarla –sacudió la cabeza para no recordar ese momento.

Ella debe extrañar a ese idiota con el que salía. ¿Serán más resistentes los humanos al vacío?

El vacío de nuevo se hacía presente. Quería apartarlo de una vez por todas. Olvidar. Sólo olvidar y sentirse tranquilo una vez en su vida. No sentirse como…

TOC, TOC, TOC.

BL: ¿Puedo pasar?

VG: Pasa…

BL: «Genial. Ya le hicieron efecto. Así podremos hablar un rato» –pensó muy feliz. Así podría conversar con la «caja fuerte» y saber más de su vida.

Bulma entró a la habitación y la encontró a oscuras. Cuando iba a encender la luz, escuchó la voz de Vegeta desde la terraza.

VG: No enciendas la luz.

Bulma caminó lentamente hacia la ventana y lo encontró sentado en el barandal, mirando hacia las luces de la ciudad.

BL: Linda noche, ¿verdad?

VG: ¿Qué haces aquí?

BL: Hablo contigo.

VG: Sabes a lo que me refiero.

BL: Tú estás solo. Yo estoy sola. Estando juntos ya no hay soledad –rió.

VG: Hmm… –Hubo un largo silencio entre ambos.

Bulma miró el cielo y recordó cómo las esferas del dragón se separan una vez cumplido el deseo.

BL: Vegeta… si pudieras pedirle un deseo a Shen Long… ¿qué sería? –Vegeta, que había desviado su mirada de la ciudad hacia Bulma, miró el cielo.

VG: Supongo que… una nueva oportunidad… –Bulma lo miró extrañada.

BL: ¿Por qué no me mataste cuando pudiste?

VG: Por la misma razón que tienes tú al dejarme vivir en tu casa.

Ambos guardaron silencio durante unos minutos.

VG: ¿Cuánto vacío puede ser capaz de soportar un humano?

BL: ¿A qué te refieres?

VG: ¿No extrañas a Yamcha? –Bulma se estremeció ante esa pregunta.

BL: El vacío puede llenarse –respondió algo triste.

VG: ¿Y cuando no es así? –Bulma miró una de las manos de Vegeta que sostenía el barandal y, sin contenerse, la sujetó.

VG: No lo entiendes… –dijo quitando su mano muy molesto, porque había creído que ella podía entenderlo sin necesidad de que se lo dijera–. ¿Qué quieres? –dijo bajándose del barandal y entrando a la habitación.

BL: Es lo que yo te pregunto. ¿Qué es lo que tú quieres? –dijo mientras entraba a la habitación tras él.

Vegeta, que ya estaba bajo los efectos de sus analgésicos, comenzó a temblar de rabia y sus ojos se llenaron de lágrimas.

VG: Yo… sólo quiero… un poco de paz. –Su voz se quebró por las lágrimas y se volteó para que Bulma no lo viera–. Quiero dejar de sentirme como basura –murmuró.

BL: No eres basura –dijo sintiéndose muy extraña en esa situación y sin saber qué hacer.

VG: Quiero dejar de sentirme… tan solo.

Bulma se paró frente a él y trató de abrazarlo, pero Vegeta la empujó suavemente.

VG: Déjame, no quiero tu lástima.

BL: No es lástima –lo abrazó y ambos se sentaron en la cama–. Todo va a estar bien… tranquilo…

VG: Yo… no debo… –decía tratando de tranquilizarse y derramando muchas lágrimas mientras permanecía entre los brazos de Bulma.

BL: No digas nada. Te aseguro que valdrá la pena. Sólo desahógate.

Un buen rato pasó y Bulma continuaba acariciando la espalda y el cabello de Vegeta, que se había dormido en sus brazos. Se levantó de la cama y lo cubrió con las cobijas.

Se quedó mirándolo un momento y sonrió.

BL: Es probable que mañana vuelvas a ser el de siempre. Pero parte de ti ya está en paz. El resto… sólo es cuestión de tiempo…