Cuando el alma sufre – Capítulo 9

Capítulo 9: «Yo te amo»

Fanfic: Cuando el alma sufre


Bulma conducía su aerocoche a toda velocidad. Haberlo visto nuevamente la había alterado, aún seguía temblando. Su cabello medianamente recogido se revolvía con la tibia brisa que acariciaba su rostro. Los lentes para el sol la protegían del poco sol que quedaba. Era un hermoso y agradable atardecer, pero en ese momento no le importó.

No sabía cómo, pero había llegado a aquel lugar. Aún estaba deshabitado. Habían pasado tantos años desde que estuvieron allí y todo parecía intacto.

Detuvo el aerocoche y acomodó un poco su desordenado cabello. No se decidía a bajar aún. El sol todavía le regalaba sus cálidos rayos. Reunió el valor necesario, algo que nunca le había faltado, y salió del aerocoche. Se acercó con pasos lentos hacia la saliente de la montaña en la que se encontraba, observó el horizonte y el mar. Tranquilo, igual que aquel día.

Respiró profundo, cerrando sus ojos y dejando que el aroma del mar llenara sus pulmones.

En su memoria todavía escuchaba su profunda voz, diciéndole esas palabras que creyó nunca saldrían de su boca.

Abrió los ojos y sonrió irónicamente.

Caminó un poco más y se detuvo justo al borde de la montaña que daba una vista panorámica de toda la isla. No se había cambiado el vestido de la fiesta, pero no le importó y se sentó en el suelo. Sacó de su bolso una cajetilla de cigarros. Sacó uno y dejó a un lado la cajetilla. Sacó el encendedor y, llevándose el cigarro a la boca, se dispuso a encenderlo, pero se detuvo al escuchar su voz.

VG: ¿Aún no lo dejas?

De momento quedó paralizada. No se esperaba encontrarlo allí. No terminó de encender el cigarrillo y lo quitó lentamente de su boca tratando de reaccionar. Escuchó sus pasos acercándose a ella. Sentía los latidos de su corazón acelerarse y sus mejillas se enrojecieron. No sabía si voltearse a mirarlo o no. Momentos más tarde comprobó que, aunque hubiera querido, no habría podido.

BL: ¿Qué estás haciendo aquí? –preguntó tranquilamente.

VG: Lo mismo que tú.

BL: No lo creo –contestó molesta.

Vegeta estaba de pie junto a ella observando el horizonte. Aún llevaba el traje de la fiesta. Se había desabrochado el botón del cuello de la camisa y la corbata caía suelta un poco más abajo. Llevaba la chaqueta abierta y tenía las manos en los bolsillos de los pantalones, desde los cuales escapaba la camisa. El viento agitaba su ropa y su cabello.

Lucía tan apuesto. Tan distinto al Vegeta que había conocido hacía tantos años. No llevaba armadura, ni guantes, ni botas. Ahora sólo se veía como un modelo de Calvin Klein.

Al parecer el saiyajin se había humanizado más de lo previsto.

VG: ¿Puedo? –dijo haciendo un gesto para sentarse junto a ella. Ella dudó un momento, pero luego asintió.

Permanecieron un buen rato sin hablar, uno junto al otro.

BL: ¿Qué fue lo que hicimos mal? –preguntó decidiéndose a hablar y casi en un susurro.

VG: ¿A qué te refieres? –dijo volteándose hacia ella, aunque sabía perfectamente a qué se refería.

BL: ¿Cuándo te empecé a estorbar? –dijo por fin mirándolo a través de las gafas oscuras. Le alegraba traerlas porque así él no podría ver sus ojos ni enterarse por medio de ellos de nada que ella no quisiera.

Él no supo qué contestar.

VG: Hace unos meses… estaba harto de todo. De nuestra casa, de nuestros hijos, de mi vida y… de ti. Me sentía completamente encerrado y sin derecho a reclamar. Te necesitaba… no sólo como mi mujer, sino como mi amiga. Pero no estuviste allí y te odié por eso. Lo que siguió lo conoces. Nos empezamos a distanciar cada vez más. Discutíamos por cualquier cosa y un maldito día la bomba estalló. Decidí irme, huir de la situación. Tenía miedo aunque no quería reconocerlo. El mismo miedo que experimenté cuando supe lo que realmente significabas para mí. En ese entonces toda mi vida anterior quedó guardada en el más profundo y lejano de mis recuerdos. Poco a poco comencé una nueva vida a tu lado, pero esa vida se empezó a derrumbar y… aparte de eso no tenía nada. No sabía qué hacer.

BL: ¿Dónde estuviste todo este tiempo?

VG: Cuando me fui, conocí a Meredith y… –Bulma, que estaba mirando el mar, se volteó repentinamente hacia él. Vegeta notó el estremecimiento que la recorrió–. Ella… me ayudó a entender muchas cosas. Entre otras, que si yo no estaba en paz conmigo mismo, no iba a poder estar bien contigo.

BL: ¿Ustedes…?

VG: No. Ni con el pensamiento.

Otro largo silencio se hizo presente.

BL: Yo tenía tanto miedo. Nunca quise que te fueras, pero las cosas cambiaron. Te empecé a notar extraño. Parecía que no querías estar conmigo. Mi idea del matrimonio feliz y el «hasta que la muerte los separe» quedó por el suelo. Tú y yo nunca nos casamos. No creí que fuera necesario porque quería que estuvieras conmigo porque querías, no por haber dicho «acepto». Pero el tiempo pasó, las cosas cambiaron y terminaste yéndote. Si me alejé de ti fue porque tenía miedo de que me dijeras que ya no me amabas y que te irías. Supongo que quise cerrar mis ojos para no verte partir. Pero ¡ya ves! por más que traté de escapar, igual tuve que vivirlo. Después que te fuiste, traté de rehacer mi vida. Ya no era la misma niñita que se pasaba días enteros llorando por haber peleado con el novio. Ahora era una mujer que debía aceptar los hechos y seguir viviendo. Pero aún así… no pude –dijo con los ojos cerrados. Luego lo miró.

Estaba allí, observándola y escuchando atentamente sus palabras.

En una acción repentina, Vegeta le quitó las gafas. Quería ver sus ojos.

Bulma se sorprendió. Ahora no había nada que ocultara sus sentimientos de él. Tomó aire con dificultad y continuó:

BL: Traté de odiarte. Cada minuto, cada día, pero no pude –dijo bajando la mirada.

VG: Yo… traté de olvidarte pero… no pasó un solo día en que no pronunciara tu nombre.

BL: ¿Por qué me dices todo esto?

VG: Debías saberlo. Era justo que lo supieras. Y también es justo que sepas que ya no te amo como antes. Te amo mucho más. Mi amor por ti se transformó, nunca desapareció. Lamento no haberme dado cuenta hasta ahora. Ya sabes que no podría odiarte –dijo volviendo a mirar hacia el mar.

Un escalofrío recorrió la espalda de Bulma. Volvió al pasado en décimas de segundos. Las mismas palabras, la misma mirada, la misma sensación producida en ella.

Pero al mismo tiempo que esos dulces recuerdos volvieron, también se hicieron presentes los otros: «Yo ya no siento por ti lo mismo de antes«. En ese instante no supo qué pensar.

BL: Dijiste que…

VG: Dije muchas cosas que nunca quise decir. He cometido muchos errores en mi vida y no quiero que eso continúe. Quiero hablarte con la verdad sin nada que nos separe. Sin orgullo y sin temor… ¿Aún estamos a tiempo? –preguntó con voz clara, pero casi susurrando.

Otro largo silencio se interpuso entre ellos. Bulma no sabía qué contestar. Temblaba de pies a cabeza y sentía que su corazón se le iba a escapar del pecho. Podría haberle dicho simplemente que no y volver a casa. Seguir con su vida y dar por superada una etapa, pero no podía hacerlo. En el fondo de su alma sabía que no era lo correcto. El hombre que la había hecho la mujer más feliz del mundo, con quien compartía dos hijos, con quien nunca se aburría, con quien compartía momentos de silencio, de peleas, de pasión, e incluso de risas, estaba a su lado de regreso en su vida y era mucho más que eso. Sencillamente era el hombre que la amaba y a quien ella amaba.

Razón más que suficiente.

BL: Nunca es demasiado tarde –respondió mientras las lágrimas, que tanto habían luchado por salir durante todos esos meses, recorrían su cara.

Bulma desahogó su corazón en los brazos del hombre que amaba y Vegeta esbozó una leve sonrisa. Se sentía inmensamente tranquilo y feliz. Todo había vuelto a la normalidad.

Metros atrás, Meredith, que había ido al mismo lugar para sentirse un poco mejor, los observaba atentamente.

MD: «Adiós Vegeta, espero que seas muy feliz…» –dijo bajando la mirada con una leve sonrisa en sus labios.

 

F I N


Nota: ¡¡Hola a todos!! Ahora les habla Xime. Espero que les haya gustado la historia que acaban de leer, aunque si han llegado a estas instancias creo que sí. Reciban mis agradecimientos pertinentes por acompañarnos esta vez a mi amiga Carolina y a mí. Pese a que nos tomó «N» tiempo llevar a cabo nuestra idea, fue muy grato trabajar con ella. Cualquier comentario agradable y/o felicitación se agradecerá, y bueno… quejas en la ventanilla de quejas. Ambos pueden hacerlos llegar a: ximenichi@entelchile.net. Un saludo y besos para todos, ¡Hasta pronto!

Cuando el alma sufre – Capítulo 8

Capítulo 8: «Regresando»

Fanfic: Cuando el alma sufre

La ceremonia religiosa fue muy bonita. Todo salió como estaba planificado.

Cuando Trunks y Jenny salían de la Iglesia, él buscaba entre los presentes que los felicitaban a su padre, pero no lo encontró. Buscó su ki, pero tampoco lo sintió.

Cuando iban camino a la CC, donde se realizaría la celebración, hubo unos momentos en que Trunks se sintió bastante mal. Creía que su padre estaría allí, pero no había servido de nada haber hablado con él. En eso pensaba cuando la mano de su ahora esposa apretó suavemente la suya.

JN: Cariño, debe tener una buena razón para no haber venido. A lo mejor se aparece en la CC, ya sabes como es.

TR: Ojalá –dijo sonriendo y luego le dio un largo beso.

Para cuando llegaron a la CC, ya todos se estaban divirtiendo. La música inundaba el ambiente, y cuando los novios entraron al jardín, fueron recibidos por todos los presentes con aplausos y felicitaciones.

Jenny decidió cambiarse el vestido de novia por uno más cómodo luego de una larga sesión de fotos.

Mientras ella se cambiaba, Bra se acercó a Trunks.

BR: No vino –dijo tristemente.

TR: No, Bra –contestó en el mismo tono–. Tenía la esperanza de que viniera por lo menos a la fiesta, pero…

VG: ¿Ya perdiste la esperanza? –ambos voltearon sorprendidos.

BR: ¡¡Papá!! –gritó abrazando a su padre efusivamente.

VG: Hola, Bra –respondió correspondiendo a su abrazo.

BR: Te he extrañado mucho.

VG: Yo también –le dijo al oído.

BR: Voy a traerte algo de comer, no te muevas de aquí –Vegeta y Trunks se miraron unos momentos. Una sonrisa apareció en la cara de Trunks.

TR: Gracias por venir… papá –dijo extendiéndole la mano, pero Vegeta no la estrechó. Se acercó a él y lo abrazó.

VG: No seas tonto, hijo.

Segunda vez en su vida que su padre lo abrazaba. Recordaba la primera vez. Era apenas un niño. Se sintió tan apenado. Pero ahora era diferente. Sólo le respondió el abrazo, que duró unos pocos instantes pero que lo hicieron sentir muy bien.

VG: ¿Y tu mujer?

TR: Me dijo que volvía en seguida. Voy a buscarla, espérame aquí.

Pero Trunks no fue a buscar a Jenny, sino a Bra.

TR: Bra, ¿lo tienes?

BR: Sí, aquí está. Es éste, ¿verdad? –dijo mostrándole un CD.

TR: Sí –dijo revisando la carátula.

BR: ¿Cuál es la canción?

TR: La cinco. No te vayas a equivocar.

BR: ¡Claro que no! Oye… ¿estará bien que hagamos esto? Porque… no sé. Tal vez empeoremos las cosas.

TR: Las cosas no pueden estar peor de lo que están. Éste es nuestro último recurso. Si no los hacemos reaccionar con esto, tendremos que olvidarnos de tener un papá y una mamá juntos.

BR: Sí, tienes razón.

En ese momento apareció Bulma detrás de ellos.

BL: ¿Qué tanto hablan ustedes dos? –preguntó acercándose a sus hijos.

TR: Nada, nada, je je je. Es que Bra me estaba contando de un muchacho que le gusta.

BR: Sí, je je je, así que ahora voy a ver si lo encuentro, je je je –rió con ambas manos en la espalda escondiendo el CD.

BL: ¿Qué están tramando ustedes dos?

TR: ¿Nosotros? Nada. Y ahora voy con Jenny, que me debe estar echando de menos –dijo escapando de la situación.

BL: «Algo se traen entre manos» –pensó. Y lo que se traían entre manos era un CD que Bra llevó al gran equipo musical que ambientaba toda la CC.

Colocó el CD, pero no recordó cuál era la canción. Miró al otro lado del jardín en busca de iluminación y allí vio a Trunks que la estaba mirando y le mostró su mano extendida dándole a entender que era la canción nº5.

Bra asintió y seleccionó esa canción.

PLAY

JN: ¡Hola, señor Vegeta! –saludó alegremente.

VG: Hola.

JN: Me alegra que haya venido –Vegeta le sonrió.

VG: ¿No deberías estar vestida de blanco?

JN: Sí, lo que sucede es que el vestido de novia no era muy cómodo. Por eso me lo cambié.

VG: Ah…

JN: ¿Sabe?

VG: ……

JN: Se ve muy bien de traje –sonrió. Vegeta abrió los ojos sorprendido al escuchar una melodía familiar.

VG: Esa… canción…

JN: ¿Mmm?

«En palabras simples y comunes yo te extraño,

en lenguaje terrenal mi vida eres tú.

En total simplicidad sería yo te amo

y en un trozo de poesía tú serás mi luz, mi bien,

el espacio donde me alimento de tu piel que es bondad.

La fuerza que me mueve dentro para recomenzar

y en tu cuerpo encontrar la paz»

 

Bulma estaba buscando a Jenny para ver más detenidamente cómo le quedaba la sortija en la mano. Siempre había querido sentir una alianza en su mano izquierda, pero se conformaba con verla en las demás personas.

Luego de preguntarle a algunos invitados dónde estaba ella, alcanzó a divisarla entre toda la gente. Estaba conversando con alguien, pero la cantidad de gente no le permitía ver con quién.

Avanzó hacia ellos, mientras la canción sonaba. Cuando alcanzó a darse cuenta de qué canción se trataba, se detuvo en seco y se volteó hacia donde estaba la radio para ver a quien había puesto la canción.

«Si la vida me permite, al lado tuyo

crecerán mis ilusiones, no lo dudo.

Si la vida la perdiera en un instante

que me llene de ti

para amar después de amarte, vida,

no tengas miedos ni dudas

que tú serás mi mujer.

Mira mi pecho, lo dejo abierto

para que vivas en él»

En eso, Vegeta se volteó hacia la radio y Bulma hacia Jenny. Ambos se sorprendieron y sus rostros palidecieron.

No podían dejar de mirarse por unos momentos que se les hicieron eternos. Trunks, Bra y Jenny presenciaban la escena atentamente, esperando alguna reconciliación, pero nada. La canción seguía sonando.

Vegeta quería decirle tantas cosas, pero las ideas se enredaban en su cabeza. «Sólo sé sincero» –recordaba. Y más encima la canción.

«Para tu tranquilidad me tienes en tus manos

para mi debilidad la única eres tú.

Al final tan sólo sé que siempre te he esperado

y que llegas a mi vida y tú me das la luz, el bien.

Ese mundo donde tus palabras hacen su voluntad

la magia de este sentimiento que es tan fuerte y total

y tus ojos que son mi paz»

Bulma, por su parte, quería darle un fuerte abrazo. Golpearlo y besarlo, llorar y reír, pero no podía reaccionar. Ambos retrocedieron unos pasos. Bulma salió corriendo y Vegeta, elevándose en el cielo, desapareció.

Trunks, Bra y Jenny se reunieron.

BR: No resultó.

JN: ¿Y ahora qué hacemos?

TR: No hay nada más que podamos hacer.

Cuando el alma sufre – Capítulo 7

Capítulo 7: «Decisión»

Fanfic: Cuando el alma sufre

Sin darse cuenta, ya había pasado el tiempo y para la boda de Trunks y Jenny quedaba sólo una semana. Bulma y Yamcha salieron mucho durante ese período de preparativos, y la salida que les quedaba era para elegir el vestido que Bulma llevaría ese día.

Salieron después de almorzar y como Bulma no encontró ninguno que le gustara en la Capital del Oeste, decidieron ir a la Capital del Este donde una amiga de Bulma tenía una tienda de vestidos de fiesta.

Por su parte, Vegeta todavía no estaba muy convencido de ir a la boda. Obviamente quería ver a sus hijos y además era una ocasión muy especial para uno de ellos. Su primer hijo ya se había convertido en un hombre adulto e iba a formar su propia familia. Era un momento muy especial para él y quería estar a su lado, pero por otra parte estaba Bulma. Si iba al matrimonio, por fuerza se encontraría con ella. La extrañaba tanto y sin embargo no quería verla. Todo se había terminado entre ellos y debía mantener la distancia. Había intentado de todo para sacársela de la cabeza, pero nada había dado resultado. Pero quería ver a sus hijos y en cierto modo también quería verla a ella… todo era tan complicado…

MD: ¿Te sientes bien? –preguntó sentándose en la alfombra junto al sillón donde él estaba.

VG: ¿Por qué preguntas? –dijo mirándola sorprendido.

MD: Porque desde que almorzamos has estado sentado aquí con ese sobre en la mano. ¿Pasa algo malo?

Vegeta la miró a los ojos un momento y le entregó el sobre. Meredith lo recibió y dudó un poco antes de abrirlo. Luego de leer lo que decía la invitación lo guardó nuevamente en el sobre y dejándolo sobre el sillón, preguntó:

MD: ¿Vas a ir?

VG: No lo sé.

MD: ¿Cómo que no lo sabes?

VG: Ya me oíste.

MD: Pero Vegeta, es tu hijo.

VG: Sí, y también estará ella –dijo mirándola molesto.

MD: Obvio. Es su madre, tiene que estar. Y lo mínimo que puedes hacer es ir a la boda de tu hijo.

VG: No quiero verla.

MD: ¡Oh, por favor! –dijo levantándose molesta. Vegeta la observó un momento y bajó la vista.

VG: No ha sido fácil… y lo sabes.

MD: Claro que lo sé. No ha sido fácil para ninguno de quienes estamos dentro de esta situación.

VG: No quiero volver atrás.

MD: Deja de pensar en ti y piensa en tu hijo. Él quiere que vayas. No lo decepciones.

Se miraron durante unos instantes. Un rato después ambos iban rumbo a un centro comercial para que Vegeta se comprara un traje.
Bulma no tardó demasiado en escoger su vestido, así que Yamcha le sugirió que fueran a tomarse un café. Estuvieron en la cafetería un buen rato, conversando de muchas cosas y recordando los viejos tiempos. Todas esas aventuras que fueron afianzando su amistad.

Cuando salieron de la cafetería, iban tomados de la mano: recorrieron varias vitrinas y se detuvieron frente a una tienda de música. Entre todos los CD que ofrecían, había una pantalla gigante donde pasaban videos musicales.

BL: Ése es el grupo favorito de Bra –dijo volteándose hacia Yamcha, quien depositó un suave beso sobre sus labios.

Bulma se sorprendió, pero no dijo nada. Volvió la vista nuevamente hacia la vitrina tratando de pensar que eso no había ocurrido.

Se produjeron unos momentos de tenso silencio entre los dos y de pronto el video de la tienda cambió por uno que a Bulma le produjo un vacío en el estómago. Su vista se fijó en la pantalla y la tristeza empezó a inundarla poco a poco.

BL: Mejor vámonos, Yamcha –dijo Bulma tomando de la mano a su acompañante. Pero lo peor vino cuando se volteó para seguir su camino y lo vio… Era Vegeta… y no estaba solo. Iba acompañado de una hermosa mujer. Al príncipe de los saiyajin tampoco le agradó mucho la compañía de Bulma.

Estaban frente a frente, mirándose a los ojos, como buscando en ellos una respuesta a las millones de preguntas que tenían en sus cabezas. Sus respectivos acompañantes no estaban muy cómodos con la situación en la que se encontraban.

YM: ¡Tú otra vez! –vociferó Yamcha en un tono nada prudente–. ¡Será mejor que te alejes de ella, no voy a seguir permitiendo que la hagas sufrir de esa manera! Vámonos, Bulma, antes de que no pueda contenerme y le rompa la cara. (como si pudiera… pobre idiota).

MD: ¿Bulma? ¿Ella es Bulma, Vegeta? –preguntó Meredith viendo a su compañero.

Ninguno de los dos contestó. Ambos seguían mirándose, sin emitir palabra, hasta que Vegeta rompió el silencio con un…

VG: Hola.

BL: Hola –respondió Bulma, sin dejar de observar sus ojos negros…

Finalmente, ambos bajaron la mirada. Querían desaparecer en ese momento, pero estaban allí, frente a frente y deseando abrazarse con todas sus fuerzas. Nuevamente el orgullo fue más fuerte y, sin decir más, ambos siguieron su camino.

Bulma y Yamcha salieron del centro comercial y Meredith observó atentamente a Vegeta, que sólo dijo:

VG: Ella es Bulma –dijo como si nada hubiera pasado y continuó caminando. Meredith lo siguió.

Ninguno de los cuatro volvió a mencionar la situación.


El día del matrimonio llegó.

En la CC todo era un verdadero caos. Pese a que todo estaba perfectamente decorado para la fiesta que se daría después de la ceremonia religiosa, Bulma corría de un lado a otro corrigiendo los últimos detalles de todo, mientras Trunks se paseaba más que nervioso en su habitación tratando de vestirse y Bra bostezaba luego de la siesta que había dormido.

BR: ¿Por qué tanto escándalo? –preguntó saliendo de su habitación.

BL: ¡Bra! Ayúdame a arreglar las flores de la entrada –le dijo jalándola de un brazo.

BR: ¡Mamá! Espera, ya has arreglado todo 40 veces y lo has revisado otras 40. Creo que todo está bien. –Bulma se detuvo–. Deberías ir a arreglarte, mamá. ¡Claro! Si quieres llegar a la hora.

BL: Sí, tienes razón –dijo caminando de vuelta y entrando en su habitación mientras Bra exhalaba un gran suspiro.

Cerca de dos horas más tarde, Bulma, Trunks y Bra salían de CC muy arreglados.

BR: Mamá, queda una hora –dijo quejándose mientras miraba su reloj.

BL: El novio tiene que llegar antes –contestó subiendo a un lindo aerocoche.

TR: Así es, Bra. De aquí a la Iglesia hay media hora en aerocoche.

BR: Hermanito… ¿estás nervioso? –le preguntó pícaramente.

TR: ¿Por qué lo dices?

BR: Porque si quieres casarte hoy, deberías dejar de apretar así la cajita que contiene las alianzas.

TR: ¿Eh? –miró su mano derecha y aflojó rápidamente la cajita, guardándosela en el bolsillo.

BR: Toma. Para los nervios –dijo entregándole una goma de mascar de frutas. Trunks lo tomó y se lo echó a la boca. Algo le recordaba, pero en ese momento no lo supo.

Debido a una gran congestión vehicular, llegaron sólo 10 minutos antes de la hora.

TR: Es muy tarde, es muy tarde –repetía Trunks sin dejar de mascar.

BL: No te preocupes, Trunks, estamos en la hora.

Cuando llegaron, los invitados (que eran muchos) ya estaban llegando. Después de los saludos respectivos, Bulma y Bra entraron a la Iglesia mientras Trunks se quedó afuera, paseándose con las manos en los bolsillos y haciendo innumerables globos con la goma de mascar. En eso salió Bulma y encontró a Trunks con un enorme globo rosa saliendo de su boca.

BL: ¡Trunks!

TR: ¡Mamá! –dijo luego de absorber el globo.

BL: ¿Qué haces con una goma de mascar? Desaste de ella.

TR: Eeeeh… sí –dijo nerviosamente y, como no había ningún basurero cerca, se la tragó.

BL: Mira, ahí viene Jenny –le dijo señalando un aerocoche que se detuvo frente a la iglesia–. Vamos, entra. Debes esperarla junto al altar.

TR: Sí –dijo entrando a la Iglesia con una enorme sonrisa en los labios.
Vegeta hacía grandes esfuerzos por anudar su corbata. Bulma le había enseñado una vez, pero no lo recordaba.

VG: ¡Rayos!

MD: A ver. Deja que te ayude –dijo entrando al baño donde estaba Vegeta frente a un gran espejo.

Le anudó la corbata y le arregló la chaqueta. Cuando lo vio con el traje puesto, no pudo evitar ruborizarse un poco. Nunca lo había visto tan elegante.

Vegeta se volteó hacia el espejo y contempló el reflejo de ambos al igual que ella. Meredith bajó la mirada y salió del baño. Vegeta observó un momento más su propio reflejo y también salió. Meredith no sabía cómo pronunciar esas palabras. Después de lo que Vegeta le había contado sobre su esposa y de recordar cómo se la quedó mirando esa tarde que se encontraron en el centro comercial, no sabía si confesarle sus sentimientos, de seguro lo único que lograría sería confundirlo más de lo que estaba. Por eso optó por la única salida que le quedaba.

MD: Vegeta… –miraba por el ventanal mientras la suave brisa revolvía su cabello. Él se volteó al escucharla.

VG: Sí, ya imagino lo que vas a decirme y tienes razón, no debí haberte metido en todo esto, pero simplemente pasó, yo no quería…

MD: …quiero que sepas que no me arrepiento de haber estado contigo todo este tiempo.

VG: Hablas como si no nos fuéramos a ver de nuevo. Sabes que sólo voy a la boda de mi hijo. Regresaré pronto.

MD: No, no es así. Tienes que ir con ella, tienes que volver con Bulma… Yo sé que todavía la amas… Se te nota en los ojos cuando hablas de ella… Serás mucho más feliz a su lado que quedándote aquí… –dijo Meredith con suma tranquilidad, aunque le costó una enormidad pronunciar esas palabras–. Ambos guardaron silencio unos instantes.

VG: Meredith… ¿qué me estás diciendo? –preguntó el príncipe saiyajin totalmente confundido. No podía creer lo que estaba escuchando. Sabía perfectamente que Meredith sentía algo por él y… ¡lo estaba dejando ir, así nomás!

MD: Creo que será lo mejor…

VG: Pe-pero…

MD: Sin peros. Estoy segura de que las cosas se pueden arreglar, sólo es cuestión de que hablen como personas adultas, sin discutir.

VG: Sabía que no era una buena idea –dijo sentándose en el sillón que había sido su cama los últimos meses.

MD: Escucha… –Se acercó a él y lo tomó de las manos–. Nada de lo que hay aquí te hará feliz.

VG: ¿Y… tú? –Meredith negó con la cabeza.

MD: No importa cuánto pueda quererte. Aquí ya hay alguien más –señaló su pecho–. Y todavía te ama.

VG: Eso se acabó.

MD: Nunca se acabó. No puedes seguir escapando de lo que sientes. Si fuiste capaz de enfrentarte a Cell y a Majin Boo, no debes temerle a reencontrar tu felicidad –Vegeta se sorprendió.

VG: ¿Cómo lo…?

MD: ¡No esperabas que me iba a creer la historia de los escaladores!… ¿Verdad, saiyajin?

Vegeta se puso pálido… Pero, ¿cómo lo supo? ¿Cómo logró darse cuenta de su identidad? Al ver la cara de confusión de su acompañante, Meredith no pudo evitar reírse.

MD: ¡¡Ja, ja, ja!! Supongo que no te esperabas esto, ¿verdad?

VG: ¿Cómo te diste cuenta que era un saiyajin?

MD: En un periódico salió una foto de quienes participaron en el Cell Game y si no me equivoco, entre ellos estabas tú. –Vegeta no supo qué contestar–. Y recuerdo tu voz. Fuiste quien nos pidió energía para derrotar a Majin Boo y salvar la Tierra. –Vegeta bajó la mirada.

VG: ¿Qué sabes de los saiyajin?

MD: Que vuelan, que lanzan rayos de energía, que pueden volverse rubios…

VG: ¿Y cómo sabes todo eso? –interrumpió extrañado.

Meredith no dijo nada, y sonriendo fue hacia su habitación. Momentos después volvió con un sobre en la mano y se lo entregó a Vegeta. Él lo abrió y se encontró con una gran cantidad de fotos. Lo sorprendente era que él se encontraba en cada una de ellas. El saiyajin miró interrogante a la humana.

MD: Son de cuando ibas a entrenar al desierto. Tenía que saber por qué motivo cada vez que me iba a trabajar y te llamaba por teléfono nunca atendías… Salieron lindas, ¿no? –dijo sonriendo pícaramente.

Vegeta entrecerró los ojos y le dijo:

VG: ¿Con que espiando, eh? –Meredith rió con el comentario.

VG: ¿Por qué nunca me dijiste que lo sabías?

MD: Porque me agradaste desde el primer momento y pensé que si tenías problemas yo podría ayudarte. Por lo menos debiste decirme la verdad –dijo haciéndose la ofendida.

VG: ¿Y que querías que te dijera? ¿Que soy un príncipe extraterrestre con súper poderes?

MD: ¡Ah! Encima de todo eres el príncipe de tu raza… El príncipe azul por lo que veo –susurró mirando a Vegeta, quien se puso de todos los colores ante ese comentario–. De todos modos no tenías porqué inventarme la historia del escalador.

VG: Si mal no recuerdo, la historia la inventaste tú.

MD. ¡¡La inventé para ver si me ibas a decir la verdad!!… En fin, ya me di cuenta que no se puede discutir contigo.

VG: Claro que no, yo siempre gano en las discusiones –dijo sonriendo, pero al instante su sonrisa se apagó al darse cuenta de lo que había dicho… Es mentira, él nunca ganaba en las discusiones, había alguien que siempre lograba salirse con la suya… y ese alguien lo estaba esperando en el casamiento de su hijo…. Miró el reloj y se dio cuenta que era hora de irse. Se acercó lentamente a la terraza, pero ahí se quedó… inmóvil.

MD: ¿Qué pasa?

VG: No sé… qué decirle.

MD: Sólo sé sincero. No necesitas más –Vegeta se quedó callado–. Y arriba ese ánimo, que todo va a salir bien. Además, hoy se casa tu hijo, deberías estar feliz. Bueno, basta de conversación. Vete, que se hace tarde –dijo tomándolo de un brazo y empujándolo hacia la terraza.

Se quedaron allí mirándose sin decir absolutamente nada.

MD: Adiós… –musitó, con la voz quebrada. Vegeta se dio cuenta que no podía irse así como así, después de todo lo que había pasado. Ella no sólo había curado sus heridas, había curado su alma y lo había ayudado cuando más lo necesitaba. Decidió despedirse como ambos se lo merecían, después de todo… ¿quién se iba a enterar? Se acercó a ella, puso su mano en su mejilla y la besó de la forma mas dulce y tierna, y se quedaron así unos cuanto momentos. Luego se separaron y se sonrieron.

VG: Gracias por todo, te prometo que volveré a visitarte.

MD: No, prométeme que no volverás –le dijo Meredith, aún con lágrimas en los ojos que luchaban por no salir. Vegeta se sorprendió con lo que había escuchado, pero entendió que era lo mejor para ambos–. Cuídate –sonrió.

Vegeta se elevó lentamente en el aire y luego de hacer un gesto de despedida desapareció en el horizonte. Los ojos de Meredith se inundaron repentinamente.

Cuando el alma sufre – Capítulo 6

Capítulo 6: «Olvidarte»

Fanfic: Cuando el alma sufre


Olvidarte es querer jalarle el pelo a una botella.
Es creer que la memoria es un cassette para borrar.
Olvidarte es recordar que es imposible

La mañana siguiente todo transcurrió en forma normal, pese a que ambos se sentían un poco extraños en esa situación. Meredith trataba de no mirarlo a los ojos. Estaba muy avergonzada. Si tan sólo no se hubiera dado cuenta, nada habría pasado.

Estaban desayunando en el comedor y el televisor estaba encendido. De pronto, pasaron el comercial de los últimos estrenos en el cine y una película llamó la atención de Meredith. Era de suspenso y a ella le encantaban esas películas.

Por un momento se olvidó de lo que había pasado la noche anterior y por un acto reflejo le preguntó…

MD: Vegeta, ¿te gustaría ver esa película? –Vegeta miró hacia el televisor y luego a Meredith.

VG: No es mala idea.

Esa misma noche, ambos salieron al cine. La noche estaba fría, pese a que era primavera.

No había una gran fila para entrar, así que eso no fue un obstáculo.

Cuando la película empezó, todo quedó a obscuras. En la pantalla aparecían artefactos extraños, como máquinas gigantes que lanzaban rayos de energía. A Vegeta eso no le llamaba la atención en lo más mínimo. Después de todas las batallas por las que había pasado, eso era como ver a Barney.

VG: «¡Vamos! Los rayos de energía no son así en la realidad» –pensaba con una gota de sudor en la cabeza mientras veía a las máquinas atacar un ejército de humanos–. «Esas máquinas se parecen a las que inventa Bulma»

Pero esta vez el pensamiento no le agradó. La recordaba hasta en los más mínimos detalles.

Justo en ese momento, sintió la mano de Meredith sujetar la suya firmemente. Se volvió hacia ella un momento y aún en la oscuridad notó que estaba pálida viendo la película.

Miró hacia la gran pantalla del cine y en la escena estaban despanzurrando a una persona. Tuvo que admitir que el efecto visual era muy bueno. Con esa escena final, la película terminó.

Encendieron las luces y pronto casi toda la gente había salido.

Ambos se miraron y Vegeta le dijo estirándose en el cómodo asiento.

VG: Tú quisiste venir a ver esa película –con el mismo tono que usan los padres cuando regañan a sus hijos por estar asustados después de haber visto una película de terror.

Ambos comenzaron a reír.

Cuando volvieron al departamento de Meredith, ella se quitó los zapatos que la hacían ver del mismo tamaño que Vegeta.

MD: ¡Ay! Qué alivio. Estos zapatos me estaban matando– dijo dirigiéndose hacia la cocina y sacando dos latas de refresco del refrigerador.

Por su parte, Vegeta había salido a la terraza del departamento. Le encantaba el aire frío, los días helados.

Al no escuchar a Meredith durante un buen rato, preguntó:

VG: ¿Todavía estás ahí o el asesino te despanzurró?

MD: Todavía estoy aquí –rió y apareció detrás de él. Le ofreció el refresco.

VG: ¿Cómo puedes ver esas películas? Todo es tan falso –dijo luego de beber un poco y dejó la lata sobre una pequeña mesita que había en la terraza.

MD: Pero el despanzurramiento se vio real –Vegeta sólo la miró con cara de «sí, cómo no»–. ¡Oye, no me mires así! –dejó la lata en el mismo lugar que Vegeta y se acercó a él, quedando a escasos centímetros de su rostro.

Vegeta no hizo ningún movimiento. Sólo se quedó quieto, observándola.

Meredith pronto se dio cuenta de lo cerca que estaban, y recordando lo sucedido la noche anterior, se sonrojó ligeramente, pero al querer alejarse de él, las manos de Vegeta atraparon suavemente su rostro y sin darse cuenta ya se estaban besando. Ella deslizó suavemente sus manos alrededor de la cintura de él y así se quedaron por un buen rato.

Pero mientras Vegeta mantenía sus ojos cerrados y sus labios acariciaban suave y dulcemente los de Meredith, fue visitado por un lejano recuerdo que se remontaba al día en que besó por primera vez a la mujer que amó por tanto tiempo…


VG: «¿Por qué me mira de esa manera? Esos ojos azules… me hacen sentir tan bien. Se ve hermosa con esta luz tenue» –Su mente pensaba con la velocidad de un crucero. Le había sujetado la mano que lo estaba curando. Sólo fueron escasos segundos, pero para él los momentos más largos de su vida. Necesitaba sentirla cerca. Mucho más cerca de lo que se encontraban en ese momento–. «Demonios… lo único que me falta es traerle una caja de chocolates y un ramo de flores» –pensaba en momentos fugaces al darse cuenta de lo que estaba pasando, pero esa parte racional quedaba atrás casi con la misma rapidez con la que aparecía. Los latidos de su corazón se aceleraban cada vez más y en el momento exacto en que comenzó a sentirlos en su garganta, se le ocurrió la única manera de que eso pasara. Sin pensarlo mucho, la atrajo hacia él y le acarició el cabello suavemente en un último intento de la parte racional de acabar con esa cursilería. Pero era tan agradable tenerla así. Sólo para él.

VG: «Débil, débil, débil, débil» –escuchaba en su mente mientras se acercaba a ella–. «¡Débil nada! Sentirme débil por unos momentos no me va a cambiar la vida» –pensó sin saber lo equivocado que estaba–. «Ella me lo dijo. La decisión es mía y… la decisión está tomada».

Finalmente lo sintió. Esa extraña sensación en el estómago como si le estuvieran haciendo cosquillas y una sensación de bienestar general, algo como alivio. Separó sus labios de los de ella y la observó esperando algo terrible como que todos los saiyajin de su planeta regresaran del otro mundo y le gritaran a coro: «Débil, débil, débil», pero nada sucedió, así que volvió a besarla.


Cuando Vegeta abrió los ojos, vio a Bulma frente a él, roja como un tomate igual que aquel día. Se sintió feliz de tenerla a su lado. Sintió ese algo que hacía tanto tiempo no sentía. Pero mientras acariciaba su rostro, el cabello color cielo de la mujer que tenía frente a él, empezó a oscurecerse hasta tornarse castaño, y los ojos azul mar se tornaron verde manzana. Cuando pestañeó, Bulma había desaparecido.

MD: Está frío aquí afuera, ¿por qué no entramos? –Vegeta asintió.

Cuando estuvieron dentro, Vegeta se seguía sintiendo extraño. Muchas cosas daban vuelta en su cabeza. El recuerdo de Bulma lo había hecho sentir bien, pero a quien había besado era a Meredith. De pronto se sintió tan solo, tan miserable, que se le revolvió el estómago. Necesitaba desahogarse.

MD: No tengo mucho que ofrecerte para la cena –dijo abriendo el refrigerador.

VG: No te preocupes por eso –dijo acercándose a ella–. No tengo hambre–. Y no mentía.

MD: ¿Seguro que no quieres nada?

VG: Sí, no te preocupes –dijo sentándose en uno de los sillones de la sala.

MD: ¿Por qué estás triste? –le dijo la joven mirándolo seriamente y sentándose en el sillón que estaba frente a él. Vegeta levantó la mirada sin decir palabra alguna–. ¿Sabes? Yo también estoy pasando por un mal momento –dijo acomodándose en el sillón–. Mi trabajo me tiene harta. No me deja nada de tiempo para hacer las cosas que realmente me gustan. Además, mi novio y yo… bueno… ya sabes lo que pasó –dijo con tristeza en sus ojos mientras miraba el techo y luego miró a Vegeta.

En ese momento a él no le importó nada. Lo único que quería era desahogarse y la última alternativa que le quedaba probar era hablar con alguien. No le importó su orgullo, después de todo ella no sabía quién era él y no lo iba a criticar por contarle sus problemas. Y en todo caso, ella le había preguntado.

VG: Ella… se llama Bulma –dijo Vegeta empezando a contarle a su anfitriona lo que tanto deseaba sacar de su alma.

Cuando terminó de contarle todo, Meredith sólo guardó silencio. Sabía exactamente qué decirle, pero no era precisamente el momento. Era mejor esperar que las cosas se enfriaran un poco antes de pensar en hacer algo, así que lo único que hizo fue acercarse a él y abrazarlo.

MD: Todo va a salir bien –le dijo suavemente.

Vegeta estaba sorprendido. Por un momento sintió que ella en realidad comprendía lo que le pasaba y se sintió más aliviado. Correspondió a su abrazo y musitó un «Gracias» apenas perceptible.
A la mañana siguiente, Vegeta había salido muy temprano para entrenar en el desierto, como hacía todas las mañanas aprovechando que Meredith iba a trabajar. Se encontraba realizando su rutina de precalentamiento, comenzando con abdominales, cuando de pronto se detuvo.

VG: «Qué extraño, me pareció sentir una presencia…» –Miró para todos lados tratando de percatarse de quién podría haber sido el causante–. «Mmm… seguramente debe ser algún animal del desierto. Nada de qué preocuparse» –pensó, aunque no se dio cuenta de lo equivocado que estaba hasta que vio que frente suyo se encontraba una persona muy conocida.

VG: ¡¿Trunks?! ¿Qué estás haciendo aquí? –dijo extrañado e incorporándose.

TR: Creo que la pregunta va al revés, ¿no?

Vegeta le dio la espalda. No se había dado cuenta de cuánto extrañaba a sus hijos hasta que lo vio, y estaba tratando de luchar con el impulso de ir y abrazarlo, pero no iba a mostrarse débil frente a él.

VG: Creo que será mejor que te vayas, Trunks.

TR: No, no me iré hasta que me digas lo que está pasando –dijo frunciendo el ceño. Ya sabía de antemano lo que su padre iba a responderle eso, pero no iba a dejarse ganar–. Quiero saber por qué no has vuelto a casa, ¿es que ya no quieres a mamá?

VG: ¡Eso no es asunto tuyo, Trunks! –interrumpió furioso.

TR: ¡¡¿¿Que no es asunto mío??!! ¿Crees que soy de piedra, papá? ¿Crees que a mi hermana y a mí no nos duele ver a nuestros padres separados?

Vegeta suspiró. Se encontraba muy débil como para discutir con su hijo. Trató de calmarse, se dio vuelta y miró a su hijo a los ojos.

TR: Yo no vine a pelearme contigo, papá. Vine a traerte esto –le extendió a su padre un sobre blanco que traía en las manos–. Es una invitación para mi boda. Imagino que vas a asistir.

VG: Trunks… –dijo bajando la mirada.

TR: ¿Qué? ¿No vas a ir, acaso? –preguntó, observándolo fijamente. Al no encontrar respuesta a su pregunta, optó por marcharse.

Pero el príncipe de los saiyajin logró escuchar las últimas palabras que su hijo le dio.

TR: Papá… yo sé que todavía la quieres…

Vegeta levantó la vista, pero Trunks ya no estaba.

«Olvidarte, incluso es más difícil que aguantarte.
Si extraño tu neurosis y tus celos sin razón.

Cómo no extrañar tu cuerpo en mi colchón»

Cuando el alma sufre – Capítulo 5

Capítulo 5: «Habla el corazón»

Fanfic: Cuando el alma sufre



El tiempo transcurría rápidamente. Para el matrimonio de Trunks faltaba poco menos de un mes y los preparativos continuaban. La actividad diaria de encargar las flores, preparar la ceremonia, la decoración, etc., habían mantenido bastante ocupada a Bulma, que estaba siendo ayudada por Yamcha en todo, pese a los alegatos de Trunks y Bra, que todavía no estaban muy convencidos de que Yamcha sólo quisiera estar con su madre para ayudarla.

Por su parte, Vegeta y Meredith cada día se llevaban mejor. Ella había encontrado en él alguien con quien conversar y pasar el tiempo en forma agradable, claro que esa supuesta amistad estaba convirtiéndose en algo más profundo.

Vegeta había notado que ella lo trataba de forma muy cariñosa, pero no le molestaba en lo más mínimo. Incluso estaba pensando que ella significaba mucho para él. Le había tomado mucho cariño y, seriamente analizándolo un día, llegó a la conclusión de que se estaba enamorando de ella.

Nunca creyó que volvería a sentir eso por nadie más que por Bulma, pero los hechos estaban a la vista y no podía huir de ellos.

Trataba de sacarse esas ideas de la cabeza. Venía saliendo de una ruptura que no le había gustado nada y ahora estaba sintiéndose atraído por otra mujer. ¡No! Ya había tenido suficiente y no quería que la historia se repitiera. Con ese pensamiento, volvía la calma dentro de su mente, aunque no duraba mucho.

Durante las mañanas, cuando Meredith no estaba, Vegeta aprovechaba para salir a entrenar. Le pareció extraño que en toda la semana llegara más tarde de lo habitual, pero era comprensible porque ella tenía novio y debían verse. Se sentía extrañamente molesto por esa situación, pero nunca se lo dijo.

Una noche, Vegeta salió del baño luego de haberse dado una ducha. Había aprovechado que Meredith no estuvo en toda la tarde para entrenar un poco en las afueras de la ciudad y despejarse. Iba caminando por el pasillo, cuando de pronto sintió gritos provenientes de la habitación de Meredith, como si ella estuviera discutiendo muy fuertemente con alguien. Apuró el paso y se detuvo frente a la puerta. Los gritos habían cesado.

VG: Meredith, ¿puedo pasar? –preguntó Vegeta desde fuera.

Al no encontrar respuesta, el príncipe saiyajin se decidió a entrar.

Ella estaba arrodillada en el suelo, con ambas manos cubriendo su rostro y con el teléfono inalámbrico a un lado de su cuerpo. Vegeta se acercó lentamente, y luego se arrodilló a su lado.

VG: Meredith…

MD: Estoy bien –asintió mirando hacia la ventana, en dirección opuesta a donde se encontraba el saiyajin.

VG: Pues no lo parece.

Luego de un largo rato en silencio, Meredith lo miró, y éste se dio cuenta que su anfitriona había estado llorando.

MD: Discutí con mi novio y… cortamos la relación… Eso es todo.

VG: Piensa que quizás es una tontería que tiene arreglo –la tranquilizó Vegeta en un tono que ni él mismo creyó tener.

MD: Lo dudo mucho.

VG: Pero… ¿por qué fue?

MD: Dijo que no me amaba… luego de diez años de noviazgo… dijo que no me amaba.

La mente de Vegeta quedó en blanco por unos momentos. Las mismas palabras que él le había dicho a Bulma, estaban haciendo sufrir a la mujer que estaba junto a él.

MD: ¿Cómo se puede dejar de amar a alguien así como así? –dijo levantándose del piso y sentándose al borde de la cama.

VG: Pues… simplemente… pasa –dijo basándose en su propio caso.

MD: ¡Esto no es justo! Tanto tiempo para terminar en nada –decía sin que dejaran de correr lágrimas por su rostro. Vegeta se sentó en la cama junto a ella y la abrazó lentamente. Era lo único que podía hacer para consolarla.

Cuando estuvo más tranquila, le dio un suave beso en la frente y al salir de la habitación le dijo:

VG: Mañana será otro día.

MD: Gracias, Vegeta.

Se dirigió a la sala y se acostó en el sofá en que dormía. El tiempo que estuvo herido ocupó la cama de Meredith, pero ahora que ya estaba bien ocupaba ese sillón que era bastante cómodo. Estuvo pensando durante mucho rato en las cosas que no quería pensar. Por más que lo intentaba, la imagen de Bulma no desaparecía de su mente.

Cerca de la medianoche logró conciliar el sueño.

Meredith se levantó en la madrugada al baño y al pasar por la sala encontró a Vegeta durmiendo en el sofá, pero la manta que lo cubría estaba en el suelo, al igual que la almohada y su camiseta. Se acercó lentamente y se quedó observándolo. Al principio dudó un poco, pero se agachó junto a él y después de cubrirlo con la manta, con mucho cuidado acercó su rostro al de él. Cuando estaba a pocos centímetros de sus labios, Vegeta abrió los ojos y se dio cuenta de lo que estaba a punto de pasar. Automáticamente se incorporó y quedó sentado en el sofá muy confundido y sin saber qué hacer.

Meredith estaba más roja que un tomate, pero afortunadamente estaba lo suficientemente oscuro como para que no se notara.

Se miraron durante unos momentos y luego Meredith se fue a su habitación.

Ninguno de los dos pudo dormir más esa noche.


Cuando el alma sufre – Capítulo 4

Capítulo 4: «Adaptación»

Fanfic: Cuando el alma sufre


Bulma despertó sobresaltada. Miró a su lado en la cama y comprobó nuevamente que no había sido un sueño. Vegeta no estaba.

La noche anterior había salido con Yamcha como en los viejos tiempos y, al regresar tarde, inconscientemente esperaba que «él» estuviera allí, que todo se hubiera solucionado. Que nada de lo que había pasado fuera verdad. Pero lamentablemente no fue así.

En cierto modo, Yamcha tenía razón. Debía seguir adelante como siempre lo había hecho. Hablar con él le había ayudado mucho. Se sentía mejor, aunque seguía extrañando a Vegeta. Le había llevado años construir ese amor y estaba segura que no se lo iba a sacar de encima en unos días o semanas. Tal vez nunca dejaría de amarlo.

Se vistió rápidamente y bajó a la cocina. Allí estaban Trunks y Bra tomando su desayuno.

BL: Buenos días, muchachos.

BR: Hola.

TR: Buenos días.

BL: Disculpen por no haberles preparado el desayuno hoy. Me quedé dormida.

TR: ¿Estuviste ocupada anoche?

BL: La verdad…

BR: No, Trunks, la pregunta adecuada es: ¿lo pasaste bien con Yamcha anoche?

TR: Bra… –le susurró dándole una leve patada por debajo de la mesa.

BL: Bra, Yamcha es mi amigo y nada más.

BR: ¿Amigo con derechos?

BL: ¡Ya basta! –dijo sin siquiera levantar la voz, pero se veía molesta.

Bra se levantó de la mesa, tomó su mochila y salió dando un portazo.

BL: Creo que en cierto modo tu padre sigue con nosotros.

TR: Entiendo como se siente Bra –dijo dándole un sorbo a su café.

BL: ¿Tu también crees que hay algo más que amistad entre Yamcha y yo?

TR: No, mamá. No creo eso y Bra tampoco. Lo que nos molesta es que él está aprovechando la situación para estar contigo –dijo tranquilamente.

BL: Escúchame bien, Trunks: lo que hubo entre Yamcha y yo se acabó hace muchos años porque me enamoré de tu padre. Es cierto, él ya no está aquí, pero yo no he dejado de amarlo… como él a mí –lo último lo dijo bajando la voz.

TR: Lo siento, mamá, no quise…

BL: No te preocupes, hijo. Estoy bien –dijo sentándose frente a él con un vaso de jugo.

TR: ¿Ya no tomas café en la mañana?

BL: No, Trunks. Desde hace unos días empecé a detestar el café –ambos permanecieron en silencio unos momentos–. ¿Sabes? Una vez tu padre me dijo que si seguía consumiendo tanta cafeína iba a envejecer más rápido y me iba a poner más fea –sonrió con nostalgia.

TR: ¿Él te dijo eso? –Bulma asintió con la cabeza.

BL: Creo que tenía razón…

TR: No digas eso –su ceño se contrajo en molestia–. Voy a hablar con él –dijo levantándose decididamente.

BL: ¿Qué?

TR: No puede irse así como así.

BL: No, Trunks –se puso en su camino.

TR: Pero mamá…

BL: ¡Te dije que no! Prométeme que no le dirás nada –lo sujetó de un brazo–. ¡¡Prométemelo!!

TR: De acuerdo… –dijo mirando el piso después de dudar unos momentos.

BL: ¡Ah! Ahora que me acuerdo, ya mandé que hicieran las invitaciones para tu boda –buscó unos momentos dentro de su bolso–. Mira, ésta es la muestra. Es la que habíamos acordado, ¿verdad?

TR: Sí, ésta es –dijo viendo una de las invitaciones.

BL: «Parece mentira que mi pequeñito se vaya a casar dentro de un par de meses» –pensó viendo a Trunks guardar la invitación de muestra dentro del sobre.

TR: ¿Pasa algo, mamá? –preguntó al notar que Bulma lo miraba con mucha atención.

BL: No, nada. Mejor vámonos al trabajo. Tengo muchos asuntos que atender y ya estamos atrasados.

TR: Sí, vamos.


Los días pasaron rápidamente y Vegeta ya se había recuperado casi por completo de la herida de su pierna, que era la más grave que tenía.

El tiempo que había estado viviendo en el departamento de Meredith lo había ayudado a superar en parte la situación. Ya se sentía mejor de ánimo, e incluso había llegado a conversar durante horas con ella. Había aprendido a conocerla y era una mujer encantadora, dulce, agradable, sincera y de una sensibilidad increíble. En ocasiones, por no medir sus palabras, la había hecho sentir mal. Él nunca había tenido ese problema antes. Decía lo que sentía y le daba igual lo demás. Ni siquiera con Bulma medía sus palabras. Sabía que ella era una mujer de carácter fuerte y que no dudaría en decir lo que pensaba al igual que él. Por eso no se preocupaba, pero con Meredith era diferente. Le había tomado cariño y lo que menos quería era lastimarla. No sabía por qué, pero al menos se lo debía por lo bien que se había portado con él siendo un perfecto desconocido.

La noche en que se acabó de romper la agresividad innata de Vegeta hacia ella, fue con una fuerte reacción por parte de él.

Había tratado de mantener su silencio, pero ella insistía en preguntarle cosas. Vegeta detestaba los interrogatorios y se lo hizo saber a su manera.

VG: ¡¡¿¿Quieres dejarme en paz??!! ¡¡¡Maldita sea!!! –gritó arrojando al otro lado de la habitación un vaso de agua–. El que esté en tu casa no significa que tenga que contarte toda mi vida. Tú me trajiste aquí por iniciativa propia, nunca te lo pedí. ¿Crees que me interesa todo lo que me has contado sobre ti? Pues no. Eres una mujer estúpida y desagradable. Y si no me he largado de aquí es porque no puedo, no porque quiera quedarme.

Meredith quedó congelada desde el momento que empezó a gritarle. Temblaba de pies a cabeza. Quería salir de esa habitación, peor aún, quería que se la tragara la tierra, pero no podía moverse. Había tratado de ser lo más agradable posible para que se sintiera bien, pero a él le daba igual, y aparte de eso le decía esas cosas tan horribles. Las lágrimas escaparon de sus ojos y no paraban de caer por sus mejillas.

Retrocedió lentamente hasta la puerta y después de salir se encerró en el baño.

Vegeta todavía estaba molesto con ella, pero después de tranquilizarse se puso a pensar en lo que había pasado, y se dio cuenta que se había comportado como un idiota. Ella se había portado muy bien con él y así le devolvía el favor. Insultándola e hiriendo sus sentimientos.

VG: «Esto no está bien» –pensó–. «No debí… ¡Rayos!»

Al día siguiente, Meredith entró a la habitación de Vegeta con el desayuno y lo encontró despierto. Al principio tuvo la duda de si entrar o no, pero al final se acercó a la cama y dejó sobre la mesita de noche el desayuno. Se disponía a marcharse cuando escuchó:

VG: ¡Espera! –Meredith no volteó a verlo. Sólo se quedó estática dándole la espalda–. Discúlpame por lo que dije ayer. No debí… –no terminó.

Después de unos momentos, ella se dio vuelta y lo observó con tristeza.

MD: Olvídalo –se disponía a marcharse cuando Vegeta volvió a hablarle.

VG: Si no has desayunado… podrías acompañarme.

MD: Creí que querías estar solo.

VG: …ya no.

Desayunaron juntos y empezaron de nuevo, como si fuera la primera vez que se veían, y en cierto modo lo era.

VG: ¿Cómo me encontraste?

MD: Bueno, venía de la Ciudad del Oeste, y para cortar camino siempre cruzo ese desierto. De pura casualidad te vi ahí, desmayado entre las rocas, y decidí traerte. No podía dejarte ahí solo y en esas condiciones. Pero ahora tendrás que explicarme tú cómo fuiste a terminar así.

El príncipe saiyajin quedó pasmado al escuchar eso. Si le decía la verdadera razón, tal vez la chica no le creería y lo tomaría por loco. O si le creyera, lo echaría. A él no le debería importar lo que la desconocida pensara, pero algo más fuerte le indicó que debía quedarse un poco más.

VG: Bueno, yo…

MD: ¿Acaso eres uno de esos escaladores que siempre vienen a acampar? –interrumpió.

VG: (¡Genial! La excusa perfecta) Eh, s-sí, sí, soy escalador. Lo que pasa es que estaba en la cima de la montaña y…

MD: Bueno, no necesitas contarme toda la historia. A mí me gustan otro tipo de deportes, no me gusta poner en peligro mi vida –rió.

La conversación siguió un buen rato, pero Vegeta trataba de mantener en privado ciertas cosas. No es que no se las quisiera contar, sólo era que no estaba preparado para hablar de «eso» todavía.

Después de ese día, ambos empezaron a llevarse mejor. Vegeta se mostraba más abierto en las conversaciones y no le desagradaba pasar tardes completas con ella, ya que Meredith trabajaba por las mañanas. Vegeta se había recuperado por completo y decidió que ya era tiempo de partir. No tenía idea de a dónde, pero debía irse.

Ya era de noche. Meredith estaba en la terraza de su departamento. Se encontraba sentada en el barandal, mirando las estrellas. De pronto, sintió que unos pasos se acercaban a ella. Percatándose de quién se trataba, dijo:

MD: Linda noche, ¿no?

VG: Sí… –contestó el príncipe saiyajin, apoyándose en el barandal– hay un clima muy agradable…

MD: Pero supongo que no estás aquí para hablarme del clima, ¿verdad?

VG: Tienes razón, vine a despedirme y a agradecerte lo que hiciste por mí.

MD: ¿Despedirte? ¿Te vas tan pronto? No estoy muy segura de que te hayas recuperado por completo…

VG: No te preocupes, estaré bien. Estoy acostumbrado a recibir esa clase de golpes.

MD: Como quieras, pero… ¿tienes dónde quedarte? –Al escuchar eso, Vegeta miró a Meredith y luego al piso, pero no articuló palabra alguna–. Lo sabía, no tienes dónde pasar la noche. Puedes quedarte el tiempo que quieras.

Vegeta estaba sorprendido. Al parecer ella quería que se quedara, a pesar de que prácticamente era un completo extraño. Habían conversado un poco, pero no sabía nada de él. Pero aparte de eso, lo que más le causaba sorpresa era que en realidad él no quería irse, al menos por ahora…

VG: Bueno, pensándolo bien, creo que aceptaré tu oferta.

Meredith sonrió. Hacía mucho tiempo que no tenía visitas en su departamento, sobre todo desde que las cosas comenzaron a deteriorarse entre ella y su novio. Eso la tenía muy mal, pero por alguna extraña razón, sintió que en Vegeta podía encontrar alguien para aliviar su dolor.


Cuando el alma sufre – Capítulo 3

Capítulo 3: «Nuevas parejas»

Fanfic: Cuando el alma sufre


Vegeta sacó del refrigerador una fuente con cerezas y empezó a jugar. Las arrojaba al aire y las atrapaba con la boca.

Bulma trató de concentrarse en la receta que leía, pero Vegeta la distraía, así que se dedicó a observarlo. No fallaba en atrapar ninguna cereza. No se resistió más y le dijo sonriendo irónicamente:

BL: ¿Sabes, Vegeta? Si pusieras una pelota en tu nariz, podrías trabajar de foca en un circo.

VG: Sólo si tuviera tus bigotes –contestó sin dejar de jugar.

BL: Tus padres no te enseñaron buenos modales, ¿verdad?

VG: No pasé mucho tiempo con ellos. Creo que nunca estuvieron conformes conmigo –dijo tirando a la basura las semillas de las cerezas que se había comido y dejando para lavar la fuente.

BL: ¿Ellos querían un hombrecito? –Vegeta miró a Bulma y su respuesta no tardó.

VG: ¿Sabes? Me da lástima tu sostén. Debe estar aburrido de llevar una vida tan vacía.

BL: Por lo menos yo las he visto –sonrió.

VG: Fin de la conversación –dijo mirándola fijamente y luego salió de la cocina.


Comenzó a abrir los ojos lentamente. La habitación estaba iluminada por la luz del atardecer que entraba por el gran ventanal. La suave brisa de primavera lo despertó por completo. No sabía cómo había llegado allí, sólo recordaba lo acontecido en el desierto, y luego todo se obscureció. Quiso levantarse, pero el fuerte dolor que sentía lo obligó a recostarse nuevamente. Luego giró la cabeza hacia su izquierda y la vio.

Parecía un ángel. Ojos verdes color manzana muy brillantes, pelo castaño un poco ondulado hasta los hombros, un corto vestido blanco que dejaba apreciar su hermosa silueta. Y su sonrisa…

???: Fue una larga siesta.

Vegeta sólo se quedó allí, mirándola. Trataba de poner en orden sus pensamientos. El dolor era intenso, pero más fuerte era un dolor que tenía en el pecho y que le hacía difícil respirar.

???: Me llamo Meredith, ¿y tú?

VG: …

MD: No hablas mucho, ¿verdad? Creo que debes querer descansar. Si necesitas cualquier cosa, me avisas –dijo sonriendo mientras salía de la habitación.

Lo que menos quería Vegeta en ese momento era entablar conversación con alguien. Se sentía pésimo, no sólo físicamente. Se sentía muy cansado como para darse cuenta de donde estaba. No pasó mucho tiempo antes de que volviera a conciliar el sueño, pero no durmió mucho, ya que el dolor de sus heridas lo despertó.

Le dolía todo el cuerpo en general, pero su pierna derecha le dolía como si se la estuvieran arrancando. Trató de moverla, pero sólo se intensificó el dolor. En eso estaba cuando Meredith entró a la habitación con una bandeja con comida.

MD: ¡Vaya! Veo que ya despertaste. Aquí te traje comida y algo para el dolor. No es nada grave lo que tienes, pero debes descansar –dijo colocando la bandeja sobre la mesita de noche.

Vegeta recordaba esas palabras y lo que menos quería era recordar.

MD: ¿Quieres ver algo de televisión? –dijo encendiéndola con el control remoto–. ¿Qué canal quieres ver?

VG: Me da igual… –respondió al fin, aunque por inercia y tratando de incorporarse en la cama.

MD: A ver, deja que te ayude –lo sujetó de un brazo y colocó unas almohadas bajo su espalda para que quedara semisentado–. ¿Estás cómodo? –Vegeta asintió–. Déjame revisar el vendaje de tu pierna –dijo echando hacia atrás las cobijas de la cama.

Vegeta notó que sólo estaba cubierto por su ropa interior, pero pronto sus pensamientos fueron ocupados por los recuerdos. No era la primera vez que pasaba por una situación así.

Meredith comenzó a deshacer cuidadosamente el vendaje y a medida que quitaba las vendas, éstas aparecían empapadas de sangre.

MD: No es muy grande la herida, pero no deja de sangrar –dijo colocando sobre ella gasas y algodones, ejerciendo ligera presión para estancar la sangre–. Creo que esto va a dolerte un poco, pero es necesario.

Tomó el desinfectante y empapó unas gasas en él. Luego las colocó sobre la herida haciendo que todo el cuerpo de Vegeta se tensara.

VG: ¡Ah! –emitió un quejido que no pudo reprimir y apretó los dientes.

MD: Lo siento –dijo quitando la gasa y comenzó a limpiar los bordes de la herida.

Cuando terminó, le hizo un nuevo vendaje y volvió a cubrirlo con las mantas de la cama.

VG: Gracias… –murmuró.

MD: No es nada –dijo dulcemente–. Sólo recupérate pronto y no muevas mucho la pierna para que deje de sangrar, porque si no, va a parecer el cuento de nunca acabar –sonrió.

Vegeta no pudo evitar sonreír levemente. La observó unos momentos. Tenía unos hermosos ojos, pero una profunda tristeza se percibía en su mirada.

MD: Bueno, ahora me voy. Necesito darme un baño y descansar ahora que ya estás mejor. Si necesitas algo, sólo me avisas. Y no olvides cenar –dijo cerrando la puerta al salir.

Vegeta alcanzó la bandeja que había traído Meredith y se tomó el remedio para el dolor. Luego probó un poco de la comida. Sabía bien, pero le faltaba ese no se qué que le daba «ella» a todo.

VG: ¡Rayos! Se supone que no debo pensar en ella –pensó mientras se comía sin muchas ganas lo que contenía el plato. Luego se quedó viendo un poco de televisión, hasta que de pronto–. ¡Pero qué estoy haciendo! ¿Yo, viendo televisión? –se regañó a sí mismo en un arranque de compostura.

Alcanzó el control remoto y apagó el televisor. Se acomodó en la cama y se quedó ahí, mirando la pared, sin querer pensar en nada. De pronto su vista se fijó en unas fotografías enmarcadas que habían en la pared. No sabía mucho de fotos, pero le parecieron agradables. Eran paisajes de diversos tipos, pero en todos destacaba la presencia de agua, ya sea mares, ríos, lagos, cascadas e incluso lluvia. Uno de esos paisajes llamó su atención. Le recordó aquel día…

VG: …Yo te amo –sonó su propia voz en su mente.

Cerró los ojos y suspiró. El dolor comenzaba a aplacarse, pero esa presión en su pecho parecía no tener fin.

VG: Bulma… –susurró justo antes de dormirse.


Cuando el alma sufre – Capítulo 2

Capítulo 2: «Antiguas parejas»

Fanfic: Cuando el alma sufre


En la sala principal de C.C., Trunks, su novia Jenny, Bra, y Goten estaban conversando, pero era evidente que los hijos de Bulma y Vegeta no se encontraban en las mejores condiciones por lo acontecido. Los visitantes se percataron de ello, y decidieron preguntarles a ambos lo ocurrido. Trunks y Bra accedieron y les contaron con detalles lo que había pasado:

BR: Y así fue… mis padres se separaron…

GT: Aún no puedo entenderlo. A pesar de que peleaban bastante, nunca pensé que tu mamá sería capaz de echar al tío Vegeta de tu casa.

TR: Pues si te parece increíble a ti, imagínate cómo podemos estar nosotros.

JN: No te preocupes, cariño –dijo Jenny, abrazando a su novio–. Todo va a salir bien.

TR: Ojalá sea cierto –musitó, correspondiendo al abrazo de su prometida.

En ese momento, el timbre de la casa sonó. Goten se levantó hacia la puerta y la abrió. Cual fue su sorpresa y la de todos presentes al ver que el nuevo visitante era nada más y nada menos que Yamcha.

GT: Ho-hola, Yamcha… ¡Tanto tiempo! Qué raro que hayas pasado por aquí justo hoy –dijo Goten, con el tono más irónico que pudo usar.

YM: Mmmm… creo que más raro es que estés aquí, ¿no te parece? –respondió casi con el mismo tono.

GT: Prácticamente vivo aquí desde que nací… «idiota» –pensó– Pero… ¿qué te trajo a la corporación… y con una caja de chocolates en la mano?

YM: ¿Esto? –dijo Yamcha, sacando una enorme caja en forma de corazón de atrás de su espalda–. La traje para Bulma, ella me invitó a venir. ¿Puedo pasar?

Goten no emitió palabra alguna y se apartó del medio de la puerta. Cuando Yamcha entró, no pudo evitar sentirse intimidado por dos miradas, que lo miraban con la misma frialdad que Vegeta lo hacía hace más de 20 años atrás, cada vez que él pasaba por esa puerta.

YM: Hola, muchachos. ¿Se encuentra Bulma?

Estos no respondieron. Siguieron mirándolo de la misma manera, hasta que una conocida voz, bajando de las escaleras, interrumpió el momento.

BL: ¡Yamcha! –lo saludó alegremente mientras se acercaba a él.

YM: Hola, Bulma –dijo abrazándola, acción que no fue del agrado de Trunks y Bra.

TR: Muchachos, vamos al jardín. Aquí el ambiente se puso demasiado espeso –dijo tomando a Jenny de la mano y saliendo de la sala, seguido por Goten y Bra.

BL: Disculpa el mal momento, Yamcha.

YM: No te preocupes. ¡Ah! Esto es para ti –dijo entregándole la caja de chocolates.

BL: ¡Gracias! Ven, subamos a mi habitación.

TR: No puedo creer que se atreva a venir –dijo sentándose muy molesto en una de las sillas del jardín.

JN: Bueno, él y tu mamá son amigos. A lo mejor quiere ayudar a solucionar el problema.

BR: Sí, cómo no. Ese Yamcha sólo está aprovechando la situación. Estoy segura que quiere que mi mamá vuelva con él ahora que mi papá se fue.

GT: No creo que eso pase. Sus papás llevan mucho tiempo juntos. De seguro que tu papá vuelve cuando tenga hambre –dijo llevándose la mano derecha detrás de la cabeza.

TR: Él no es como tú, Goten –dijo con una gran gota de sudor en la cabeza.


Cuando entraron a la habitación, Yamcha se sorprendió.

YM: ¡Vaya! Sí que ha cambiado tu habitación.

BL: ¿Lo crees? –preguntó dejando la caja de chocolates sobre el tocador–. Debe ser porque ya no es sólo «mi» habitación.

YM: Hacía mucho tiempo que no estaba aquí –dijo observando todo a su alrededor.

BL: Bastante… –susurró con los ojos llenos de lágrimas–. Yamcha notó el cambio en su voz y se volteó a verla.

YM: Esta vez… ¿la pelea fue en serio? –Bulma asintió con la cabeza. Yamcha se limitó a abrazarla. Ella no lloró, sólo intentó tranquilizarse–. Cuéntame lo que pasó –le dijo acariciando su rostro.

Luego de que ella le contara todo, Yamcha la tomó de la mano.

YM: ¡¡Y después de herir tus sentimientos, el miserable se largó!!

BL: No puedo creer que esto haya terminado así –dijo pasando una mano por su rostro.

YM: ¿Y qué piensas hacer?

BL: No lo sé, Yamcha. Yo…

YM: Escúchame, Bulma. Eres una mujer maravillosa. Si él no te supo valorar, que se vaya al diablo, pero tú debes continuar tu vida, con o sin él.

BL: Yamcha… tenemos una familia.

YM: Pues a él no le importó. De todos modos, quien se largó fue él. Tú no has hecho nada malo, así que no te sientas culpable. ¿Qué te parece si salimos a dar una vuelta? Te hará bien.

BL: De acuerdo –dijo sonriendo tristemente después de dudar un poco.


Cuando el alma sufre – Capítulo 1

Capítulo 1: «Se nos muere el amor»

Fanfic: Cuando el alma sufre


«Se nos muere el amor, tiene fiebre de frío.
Se nos cayó de la cama cuando lo empujó el hastío.Y está enfermo de muerte el mismo que era tan fuerte…»

El sonido del despertador le arrebató la semitranquilidad del sueño. Instintivamente llevó su mano a él y lo apagó. Nuevamente vuelve el silencio que tanto le agrada.

El calor de la cama lo invita a quedarse. Una cama desecha no sólo por la noche, sino por los juegos realizados en ella. Abre sus ojos lentamente y comprueba que el techo de la habitación está cada vez más cerca de él. Le cuesta respirar. Otro día más que vivir es un fastidio.

Bajo las sábanas que lo cubren escucha un quejido y siente sus brazos alrededor de su pecho. Sabe perfectamente que ella no quiere levantarse aún.

Observa su rostro que está muy cerca del suyo. Hermoso. Con unos cuantos cambios desde el día que la conoció. No quiere recordar todo eso, ni tampoco todos los años que llevan juntos, así que se levanta lenta y pesadamente de la cama, «la cama de ambos», que en el último tiempo se ha convertido en su único punto de encuentro. Ella rápidamente reemplaza su presencia abrazándose a una almohada.

Se viste sin ningún ánimo y sale de la habitación.

Una vez fuera de ella, respira profundamente tratando de encontrarle una respuesta a eso que siente. Pensó que se le pasaría, pero no fue así.

«…tiene anemia de besos, tiene cáncer de olvido
y por si fuera poco, tiene ganas de morir»

Al pasar por la habitación de su hijo, escucha una melodía. La misma melodía que se repite todas las mañanas desde hace unos cuantos días. De nuevo sigue la música pronunciando las palabras. Eso a lo que le llaman «cantar».

De un momento a otro la música termina y sale de su habitación acomodándose el cabello y la corbata. Cuando se encuentra con él, dice sonriendo:

TR: ¡Hola, papá!

VG: Hola.

TR: ¿Vas a entrenar?

VG: Como todos los días.

TR: Creo que deberías dejar un poco eso, ahora que…

Como impulsado por un resorte se voltea hacia él. Imagina la continuación de su frase y se enfurece.

VG: ¿Ahora que qué? –pregunta mirándolo fulminantemente.

TR: Calma, no te enojes. Sólo creo que como no hay peligros, puedes dejar de entrenar tanto –explica tratando de tranquilizarlo.

VG: No digas tonterías –termina de decir mientras ambos entran en la cocina.

Vegeta sacó del refrigerador todo lo que le apetecía desayunar y lo dejó sobre la mesa. Trunks, por su parte, sólo se sirvió una taza de café.

Lo primero que Vegeta tomó fue un vaso de jugo de naranja, una de las cosas que más le agradaba de este planeta.

VG: ¿A qué hora vuelves hoy?

TR: Creo que tarde. ¿Por qué?

VG: Para que entrenes un poco conmigo. Estás perdiendo condición.

TR: No creo que pueda, papá. Tengo una cita con Jenny y… bueno, cuando uno está con la persona a quien ama, el tiempo se le pasa volando, ¿verdad? –le dijo con un extraño brillo en sus ojos, que una vez más le recordaron los de Bulma.

VG: «Sus ojos. ¡Cuánto se parecen a los de ella!»–. Mmm… –fue su única respuesta–- ¿Cómo van las cosas con ella?

TR: Bien. Hemos estado conversando y… decidimos casarnos –Vegeta abrió sus ojos, sorprendido por la noticia.

VG: ¿Casarse?

TR: Sí –dice sonriendo y dándole un sorbo a su café. Muchos pensamientos pasaron por la mente de Vegeta.

VG: ¿Es por eso que cantabas esa extraña canción?

TR: ¿Eh? Bueno, je je, esa canción significa mucho para nosotros. Es como si con ella expresara todo mi amor por Jenny –dice sonrojándose–. ¿Nunca te ha pasado que escuchas una canción y ella simboliza todo lo que sientes por mamá? –Vegeta no encontró respuesta alguna para su pregunta.

VG: Ya es tarde, vete a trabajar.

TR: Sí, adiós papá.

VG: Mmm…

«Se nos muere el amor, se nos mueren las ganas.

Las vemos agonizar, convulsionando entre las sábanas»

Ha pasado un rato desde que Trunks se fue y sus palabras todavía le dan vueltas en la cabeza. Una canción que simbolice lo que siente por ella. ¿Y qué siente por ella? Creyó saberlo, pero de un tiempo a esta parte las cosas han cambiado mucho. Quizás en lo que le dijo Trunks está la respuesta a la pregunta que se ha estado haciendo, aún inconscientemente.

Encendió la radio de la cocina y una música infernal a la que llaman Techno casi lo deja sordo. Bajó un poco el volumen y empezó a recorrer las emisoras hasta que encontró una música agradable.

Justo en el instante en que empezó a escuchar la letra, Bulma entró en la cocina y sus miradas se cruzaron. Ella le sonrió, pero Vegeta permaneció igual de serio. Sólo la observó centímetro a centímetro buscando ese algo que lo perturbaba.

Frente a él encontró a una hermosa mujer. «Su» mujer. ¿Qué es lo que había cambiado en ella? ¿O sería él?

La canción siguió sonando en la radio mientras escuchaba sus palabras apenas perceptibles.

VG: «Tal vez… sí siento lo mismo» –pensó.

Se acercó a ella hasta que sus cuerpos se rozaron. Con uno de sus brazos rodeó su cintura y con su otra mano la sujetó suavemente del cuello, atrayéndola hacia él. Cerró sus ojos y buscó en la calidez de sus labios lo que hace tantos años sintió la primera vez que la besó.

Ella correspondió a su beso, pero aunque Vegeta no quería aceptarlo… ya no era lo mismo.

VG: «Se desvaneció esa sensación de paz, de ansiar protegerla, de desear su cuerpo, de saber que… la amo. ¿La amo?».

Dejó de besarla y buscó en sus ojos una última esperanza. Hermosos ojos azules, con la profundidad del mar y la paz del cielo.

Ella una vez más le sonrió y pronunció las palabras que más lo han perturbado en toda la vida:

BL: Te amo.

Vegeta acarició su rostro y luego salió de la cocina, dejándola allí.

«Y no existe un vino tinto que nos reviva el instinto.
Se nos muere la magia, la pasión, la locura»

 

No pudo decirle todo lo que siente. No pudo decirle que su vida se cae a pedazos. Sólo puede mirarla a los ojos e internamente pedirle, suplicarle que lo ayude. La necesita más que nunca, pero parece que ella no lo nota.

VG: «Ayúdame, Bulma. Me estoy muriendo» –grita silenciosamente dentro de su cabeza, mientras al salir de la casa vuelve a sentir esa pesadez que lo ha acompañado los últimos meses.

Cuando está a punto de entrar a la cámara de gravedad para empezar su entrenamiento, que se ha convertido en su único refugio, la vio salir de la casa.

Un aerocoche muy lujoso la esperaba. Saludó sonriendo al chofer y subió. La vio ordenar unos cuantos papeles hasta que el aerocoche desapareció.

Vegeta tragó saliva con mucha dificultad mientras acumuló toda la rabia que sentía por dentro y la descargó contra la cámara de gravedad. Esta vez ella la hizo más resistente y no la destruyó.

Finalmente se sentó en el suelo y unas cuantas gotas cayeron sobre sus pantalones. Comprobó su origen al sentir algo cálido corriendo por sus mejillas.

Levantó su vista al cielo, que se parecía tanto a sus ojos.

VG: «Ella ya no me necesita y yo… ya no la amo».

¡Ay! Amor traicionero. Viniste pa’ jorobarnos.
Yo sobrevivía sin ella y ella era feliz sin mí»

 

La conclusión le resultaba extrañamente dolorosa. Pensaba que tal vez el amor era así. Tal vez no era necesario amar para siempre como la primera vez.

Las horas pasaron rápido y, pese a que ya era tarde, no tenía hambre. Subió a su habitación y se sentó al borde de la cama. No supo cuánto tiempo pasó, pero de pronto sintió sus pasos en la escalera. Necesitaba hablar. Necesitaba hablar con ella.

Bulma entró en la habitación y lo quedó mirando. O por lo menos eso creyó él, porque al siguiente segundo de decirle «Hola», empezó a vaciar su guardarropas.

VG: Bulma… –le dijo levantándose de la cama y caminando hacia ella–… debo hablar contigo.

BL: Ahora no puedo, Vegeta, tengo prisa.

VG: ¿A dónde tienes que ir?

BL: Al viaje de negocios que te conté esta mañana –le respondió totalmente sorprendida–. Has estado muy distraído los últimos días.

VG: ¿Vas muy lejos?

BL: No mucho. Es en el distrito 387. Queremos implementar casas más modernas.

VG: ¿Cuándo vuelves? –preguntó sin querer conocer la respuesta.

BL: En dos semanas.

VG: ¡¡Dos semanas!!

BL: Tenemos que medir el terreno y ver el problema de la electricidad y… –le empezó a dar toda una cátedra de construcción de casas y nuevas cápsulas. Eso lo hizo sonreír. Algo no había cambiado.

VG: Necesito hablar contigo.

BL: ¿Puede ser cuando vuelva?

VG: Ahora.

BL: Ya te dije que no puedo.

VG: Pues me vas a escuchar –dijo empezando a molestarse. Ya se le hacía lo suficientemente difícil decirle lo que tenía que decir, como para que más encima ella estuviera nuevamente colocando obstáculos.

BL: Adiós, Vegeta.

VG: Adiós nada. Aquí te quedas –dijo sujetándola de uno de sus brazos con un poco más de fuerza de la habitual. Bulma volteó hacia él asustada.

BL: ¡¿Qué rayos te pasa?! –le preguntó mientras forcejeaba con él intentando zafarse–. ¡Me estás lastimando!

VG: Sólo quiero hablar contigo. Y no creo que tenga que pedirle una cita a tu secretaria para que me apunte en tu estúpida agenda para poder hacerlo.

BL: Tiempo para hablar conmigo tienes. Estoy contigo todas las noches.

VG: Sí, ya noté eso. ¡Desde hace un tiempo lo único que tú y yo tenemos en común es esa maldita cama y lo que hacemos en ella!

BL: Pues si estás tan a disgusto, ¿por qué no te vas?

VG: No me des ideas –dijo soltándola bruscamente.

BL: Vete al infierno –le dijo mientras salía de la habitación.

VG: Ya estoy en él –se dijo a sí mismo.

«¡Ay! amor con el tiempo te nos has oxidado.
¡Ay! amor susceptible, ¡Ay! amor delicado.¡Ay! amor no te mueras o muérete de un trancazo,que no hay peor agonía que la que es de paso en paso»

La casa quedó en un silencio absoluto. Trunks le había dicho que volvería tarde y Bra todavía estaba de paseo con unas amigas.

Su única oportunidad de compañía era la televisión o la radio.

VG: «Tal vez no debí prestarle atención al comentario de Trunks y esto no habría pasado. Quizás pensar que no la amo fue muy apresurado. ¡No! Esto se viene arrastrando hace meses. Lo de la canción fue una tontería que desencadenó lo de ahora. Ya no la amo, al menos no como antes».

Ahora la encontraba tan fría. Sólo la sentía con él cuando hacían el amor. Imaginaba que eso también estaba apuntado en su agenda y lo tomaba como un asunto más que atender.

VG: «¡Su diario!» –pensó.

Solía leerlo para entender lo que sentía, y sin pensarlo dos veces, se dirigió al cajón donde lo guardaba.

Buscó la última fecha escrita, que era dos días atrás. Leyó atentamente, pero no encontró nada que le indicara sus pensamientos con respecto a él. Sólo hablaba del gerente de no sé qué empresa, de su secretaria y de los zapatos que se había comprado. ¡¡Basura!!

Empezó a buscar hojas atrás, pero tampoco encontró lo que buscaba. La última vez que escribió su nombre fue cinco meses atrás, para el cumpleaños de Trunks.

«Hoy Vegeta se largó de la casa muy temprano, como cada vez que celebramos el cumpleaños de alguien»

VG: Lo último que escribe sobre mí, y más encima escribe algo desagradable –pensó.

Buscó en los días que siguieron, pero no encontró más su nombre. «Creo que ese día me sacó de su vida… para siempre».

Se nos muere el amor, se le acabó la ternura.
Ya la libertad la convertimos en dictadura…»

 


Es extraño. Tenía tantas ganas de llorar. Hacía tiempo que no lo hacía. En realidad no había tenido tiempo. Las cosas habían sucedido tan rápido.

BL: «Si tan sólo a él le importara» –pensó.

Se obligaba a sacarlo de su mente, pero no podía. A veces creía odiarlo, pero al minuto después, comprobaba que cada día lo amaba más.

Al parecer ya no era feliz con ella. Desde unos meses todo empezó a cambiar. No sabía cuando, pero tenía miedo. No quería perderlo. Lo amaba demasiado y eso también era lo que la impulsaba a dejarlo ir.

Ya no era el mismo. Parecía que no quería estar a su lado. Tenía razón, lo único que compartían era la cama, pero… no quería acercarse a él. No quería darle la oportunidad de decirle que se iba… para siempre.

Es verdad que lo había echado de la casa varias veces, pero él sabía que era sólo por la rabia del momento.

Esa noche había escapado. Vio algo extraño en sus ojos esa mañana. Cuando le dijo que lo amaba, después de tanto tiempo, no le respondió palabra alguna. ¡Cuánto valor había necesitado para pronunciar esas palabras que a él le resbalaron como lluvia en un cristal!

«Se contagió de costumbre.
Le faltó fuego a la lumbre…»

No sabía qué es lo que había hecho que había acabado con todo. Tal vez no pasó el tiempo necesario con él, pero el trabajo era su única distracción. Necesitaba mantenerse activa. Sentir el estrés y la adrenalina. Quizás no debió dejarlo solo tanto tiempo. Pero es cierto que estaba todas las noches con él. Nunca le dijo nada y le daba gracias a Dios por eso. No creía haber podido soportar su despedida… y no creía estar preparada aún.

BL: «No debí portarme tan grosera esta tarde» –pensó tomando su teléfono portátil y marcó el número de su casa. Nadie contestó. ¿Se habrá ido? ¿Estará allí y no quiso contestar?

Cómo le hubiera gustado rebobinar la cinta y encontrarse en el día que todo cambió. Así podría torcerle la mano al destino y cambiar esa situación que la tenía destrozada.

Lo amaba tanto y no podía confesarle el miedo que la invadía cada vez que la miraba. Quería saber qué pensaba y así poder saber si luchar por él o resignarse a haberlo perdido. Nada había cambiado dentro de ella, sólo que lo amaba cada día más.

Antes podía ver a través de sus hermosos ojos negros. Veía su alma, lo que sentía, lo que le gustaba y lo que no. Pero ahora sentía que esa enorme muralla de acero, que tanto le costó atravesar, nuevamente se interponía entre ellos.

«Se nos mueren los sueños,
los versos, los besos…»

Aún recordaba ese día. El día más doloroso de su vida.

Cuánto le había dolido escuchar esas palabras salir de su boca y sentir su mirada fría sobre ella.

Vegeta salía de la casa, pero no volando. Caminó para cruzar la calle. Llovía como nunca, pero no le importó.

Bulma corrió tras él para disculparse por lo que le había dicho. No le resultaba fácil disculparse. Tenía un carácter fuerte y un orgullo tan grande como el de él.

VG: No me interesa tu disculpa. Guárdatela –le dijo sin detenerse y sin voltear a verla. Bulma intentó sujetar su mano, pero él la empujó–. ¡¡No me toques, Bulma!! –rugió convirtiéndose en súper saiyajin.

BL: Vegeta… –susurró con lágrimas en sus ojos.

VG: No quiero verte, ni escucharte, ni nada que tenga que ver contigo. Sólo desaparécete.

Luego de eso se elevó en el cielo y ella lo perdió de vista.

Estuvo un buen rato bajo la lluvia, totalmente petrificada por sus palabras y su mirada. Si sus ojos negros eran fríos, sus ojos verdes lo eran aún más.

BL: «Sólo te había pedido que fueras un poco más ordenado, y al parecer por eso… te perdí».

Las dos semanas habían pasado. Bulma había vuelto de su viaje, al igual que Bra. Trunks había empezado con los preparativos de su boda, en lo que Bulma le estaba ayudando. Sin embargo, toda esta aparente tranquilidad era interrumpida por las numerosas peleas que Vegeta y Bulma tenían a diario. Cualquier inocente conversación era motivo de discusión y pelea. Antes por lo menos uno de los dos cedía y la pelea se acababa, pero ahora ninguno de los dos se guardaba nada y lanzaban al aire insultos y palabras hirientes, haciendo que lo que quedaba de su relación se desgastara cada vez más.

Trunks y Bra también lo habían notado. Estaban acostumbrados a escucharlos discutir, pero la cosa había pasado a castaño oscuro. Prácticamente no había tregua. Diariamente eran testigos silenciosos de los insultos y gritos de sus padres.

Un día por la mañana, cuando ambos hermanos se preparaban para tomar su desayuno y partir a sus actividades diarias, empezó una más de las discusiones.

TR: Aquí vamos de nuevo –dijo frente a un espejo, arreglando su corbata.

BR: Primer round –dijo cepillando su cabello.

Mientras, en la cocina…

VG: No me gusta el café tan dulce. ¡Te lo he dicho cientos de veces!

BL: Sírvete otro y problema arreglado.

VG: La próxima vez no te equivoques.

BL: La próxima vez nada. No soy tu sirvienta. Tienes dos manos que puedes usar.

VG: ¿Dónde está el café? –dijo buscando en unos estantes.

BL: Llevas años viviendo en esta casa ¿y todavía no sabes dónde están las cosas?

VG: Cállate y dime dónde está.

BL: Búscalo.

VG: ¡¡Ya basta!!

BL: ¡¡No me grites!!

VG: ¿Quién empezó?

BL: Por favor cállate.

VG: Dime dónde está.

BL: Toma –dijo Bulma extendiéndole el envase de café luego de haberlo sacado de uno de los estantes.

Vegeta lo tomó de mala manera, volvió a la mesa y se sirvió de nuevo. Casi nunca tomaba café, no le gustaba. Pero esa mañana lo necesitaba. No había podido dormir bien la noche anterior y debía despertar.

«Ay, amor implacable, yo ya no sé qué prefiero.
Que me odie de corazón o que me ame sin amor»

Ring!

Bulma se dirigió al teléfono de la cocina y contestó.

BL: ¿Hola? ¡Yamcha! –la mirada de Vegeta se posó sobre ella en un instante.

La observó atentamente hablar en un tono muy dulce con él. No podía creer que con ese insecto fuera tan cariñosa y a él lo tratara como si fuera la peor calamidad que le hubiera pasado.

No soportó más y se levantó de la silla. Caminó hacia ella y le quitó el auricular para después colgar.

BL: ¿Qué estás haciendo? –dijo enfadada.

VG: ¿Qué hay entre tú y ese gusano? –preguntó muy molesto.

Obviamente Bulma y Yamcha sólo eran amigos, pero ella quería herir a Vegeta y contestó:

BL: Nada que te importe.

VG: ¿Que me importe? Tú a mí no me importas, pero tampoco voy a permitir que te burles de mí.

BL: A estas alturas cualquiera se burla de ti –dijo empujándolo y pasando por su lado.

VG: Tú no.

BL: ¡Ja!

¡¡CRASH!!

Bulma dio un salto y se volteó. Vegeta había arrojado al otro lado de la cocina la taza de café. En ese momento la miraba fríamente. Ella no le tenía miedo. Hace años había superado esa etapa. Nunca la había golpeado y estaba segura de que nunca lo haría.

VG: No te vas a burlar de mí, Bulma. Antes te mueres.

BL: Pues ya no me morí. –dijo en un tono bastante irónico.

¡CRASH!, ¡CRASH!, ¡CRASH!

En unos cuantos momentos, lo que fueron los estantes estaba regado por el piso, al igual que el refrigerador. Había restos de todo tirado por la cocina.

BL: ¡¿Te volviste loco?!

VG: ¡¡Tú eres la culpable!! ¡¡Ya me tienes harto!!

BL: Y tú a mí. Lárgate. No sirves para nada. No hay un lugar para ti aquí.

VG: Esto nunca debió empezar. ¡¡¡Cómo es posible que me encuentre en esta situación!!! ¿Qué fue lo que hiciste para que esto pasara? ¡¡Yo sólo vivía aquí y ahora tengo dos hijos contigo!!

BL: Yo sólo cometí un error… creer que te amaba.

Vegeta miró a Bulma que se cubría la cara con una mano y permanecía apoyada en el mesón de la cocina. Después de unos momentos, se decidió a hablar.

VG: Acabemos con esto ahora, antes que sea tarde.

BL: Estoy de acuerdo.

Se miraron un momento. Bulma, al no poder resistir más la situación, salió de la cocina encontrándose con Trunks y Bra, que habían presenciado todo.

«Si todo era tan bello, dime amor qué nos pasa.
Hoy ya no somos ni amigos, no cabemos en casa…»

 

Esa noche, Vegeta entró a la habitación de ambos. Bulma leía una revista recostada en la cama.

VG: Quiero hablar contigo.

BL: Yo no.

VG: Por favor.

BL: No hay nada de qué hablar.

VG: Quiero solucionar esto. –Como Bulma permaneció en silencio, continuó–: Yo creo que… ya no te amo. Necesitaba decírtelo. Las cosas han cambiado mucho y yo ya no siento por ti lo mismo que antes –le costó una enormidad decir esas palabras.

BL: Eso me dolió –susurró.

VG: Nunca quise causarte dolor y lo sabes. Pero esta situación ya no da para más. Ya no sé si te quise, si tú me quisiste, si esto está bien o no. Y francamente no me siento capaz ni tengo ganas de buscar respuestas. Ya estoy demasiado cansado de todo. Sólo quiero olvidar, así que… me iré.

La mirada de Bulma se posó sobre Vegeta, que le daba la espalda. Ella no quería que se fuera, lo amaba. Pero si él quería tirar por la borda una familia, años de vida compartida y todo lo que eso acarreaba, tampoco le iba a rogar que se quedara.

Cerró la revista que leía y la dejó encima de la cama junto a ella.

Quería golpearlo por causarle ese dolor. Por tomar a la ligera una decisión que afectaba a ambos. Quería gritarle en su cara todo lo que se merecía, pero no pudo. Por primera vez en su vida junto a él, se tragó sus palabras. A pesar de lo que le dolía el corazón, se guardó sus sentimientos y lo dejó ir.

Se levantó de la cama y se dirigió al tocador. Buscó en uno de sus joyeros aquella medalla en forma de medio corazón que tanto significaba para ambos, o al menos en ese momento, para ella. La apretó fuertemente en su mano, como queriendo obtener valor.

BL: Vegeta… esta vez… no te esperaré…

VG: No te preocupes… no creo que vuelva.

A Bulma, madurar la respuesta que acababa de obtener le costó unos momentos que se le hicieron eternos. Cuando se sintió capaz, miró su reflejo en el espejo del tocador.

Allí estaba Vegeta. Mirándola, y comenzó a acercarse a ella lentamente.

BL: No lo hagas más difícil. Sólo… vete –dijo bajando la cabeza y cerrando los ojos.

Quería como nunca sentirse protegida entre sus brazos, pero no se mostraría débil frente a alguien que ya no sentía nada por ella.

Segundos después sintió abrirse el ventanal. Cuando levantó la vista… él ya no estaba.

«¡Ay! Amor tan ingrato. Quítame sólo una duda:
Si eres tú el que te mueres o soy yo el que te mato»

 

Voló a toda velocidad sin mirar atrás. El dolor que sentía era enorme. Nunca se imaginó que dejar atrás a esa hermosa mujer le causara ese enorme vacío. No quería hacerlo, pero era necesario. Ya no tenía caso continuar con algo que se deshacía como hielo en una taza de té.

No sabía lo que le pasaba. Quería controlarse, pero no podía y no sabía si quería. Necesitaba echar fuera de sí todo. Por un momento hacer lo que sentía sin importarle nada más.

Llegó a un lugar desierto. Ese lugar donde había estado entrenando luego de haber sido derrotado por nº18. En ese entonces luchaba por ser el mejor. Pero ahora el dolor y la tristeza habían ganado la batalla. Él no quería dejarse ganar, pero las lágrimas eran más fuertes. Expulsó su poder con un inmenso grito de angustia, y luego de haberse convertido en SSJ, rompió en llanto. Sin medir sus fuerzas, el príncipe saiyajin dio un fuerte puñetazo al piso, sin darse cuenta que se encontraba sobre una alta roca. Evidentemente, la montaña se quebró, dejándolo caer…


Cuando el alma sufre – Prólogo

Prologo

Fanfic: Cuando el alma sufre


Han pasado unos cuantos meses desde la partida de Gokú.

Aparentemente, la paz reinaba en todas partes. La tranquilidad de las ciudades sólo se veía interrumpida esporádicamente por unos cuantos asaltos y una que otra riña callejera.

Pero pese a que todo parecía en orden, en la Corporación Cápsula el ambiente se sentía tenso. Trunks tenía una relación estable con una antigua amiga y Bra continuaba con sus estudios.

Aparentemente todo estaba bien, pero el problema eran Bulma y Vegeta, que cada día se distanciaban más. Desde hacía unos meses, discutían con más frecuencia de la habitual y no estaban pasando mucho tiempo juntos. Durante el día casi no se veían, sólo se encontraban en las noches que ninguno tenía nada que hacer. Vegeta, ocupado con su arduo entrenamiento y Bulma, con su trabajo en la compañía. No necesitaba trabajar, pero le gustaba hacerlo para distraerse.

Pese a esto, ambos sabían que eso no era lo que los estaba separando. Nunca coincidían en las cosas que querían hacer. Siempre uno tomaba las decisiones del otro, asumiendo muchas cosas y suponiendo otro tanto. Ahí surgían los problemas.

A Vegeta, las cosas que antes dejaba pasar, ahora le parecían más grandes e importantes. No se tomaba la molestia de decirle a Bulma lo que le molestaba, simplemente se callaba y se lo guardaba todo.

Bulma, por su parte, creía que Vegeta ya no la quería. Los pequeños detalles se habían vuelto inmensos. Todo lo que Vegeta «no hacía» le había empezado a molestar cada vez más.

A todo esto se sumaba una rutina que los tenía aburridos a ambos. Todos los días era exactamente lo mismo. Levantarse en la mañana, desayunar, cada uno a lo suyo, la cena, la cama.

No tenían temas de qué conversar y por lo mismo no se dirigían la palabra.

Vegeta había empezado a cuestionarse todo lo que había sido su vida los últimos años. A veces desaparecía días completos de la Corporación, pero no para entrenar, sino para pensar.

Analizó muchas veces qué es lo que había cambiado en su relación con Bulma. No sabía por qué ya no tenía ganas de estar con ella. Antes era por el entrenamiento y aún así se hacía el tiempo para estar a su lado. Sentía una sensación muy especial cuando estaban juntos, pero ahora incluso había llegado a suplicar mentalmente que el tiempo pasara lo más rápido posible para poder escapar.

Bulma, para no pensar ni asumir que su vida se estaba autodestruyendo, se concentró en su trabajo. Volcaba toda su preocupación en eso y le restó importancia a su relación con Vegeta.

Sabía lo que estaba pasando y no le gustaba. Cada vez que estaba sola con él, escapaba para no darle la oportunidad de que le dijera nada. Había pasado por eso hacía muchos años con Yamcha y si en ese entonces le dolió terminar con él, ahora no estaba segura de poder reponerse de un rompimiento con Vegeta.

Vegeta ya estaba sumamente cansado de esa situación. Siempre había sido un hombre libre. Al único que tuvo que rendirle cuentas fue a Freezer y nunca había estado muy conforme que digamos con eso. No es que Bulma lo presionara ni nada por el estilo, pero así se sentía.

Ya no experimentaba esa ansiedad de besarla, de tocarla. Deseaba silenciosamente que todo volviera a ser como antes, pero nada de lo que intentaba funcionaba. Eso lo enfurecía. Cuando trataba de hablar con Bulma, ella siempre encontraba algún pretexto y se acababa la conversación. Cómo odiaba cuando hacía eso. Necesitaba hablar con ella y ella no se lo permitía.

Muchos pensamientos se le venían a la mente, y no eran buenos. Todo lo malo que le estaba pasando lo proyectaba hacia los demás. Ya no confiaba en su mujer. Las cosas habían cambiado demasiado.

No aguantaba más. Necesitaba desahogarse y terminar con esa situación de una vez por todas. No le gustaba para nada tener que estar esperando que un día todo se rompiera o que se compusiera. Había que acabar con eso de una vez, antes que ambos salieran más heridos.