Dragon Ball ½ – Capítulo 3

Capítulo 3: «Las Aventuras de Krilim»

Fanfic: Dragon Ball ½ 


Domingo en la noche. Mientras Gohan conversaba con Videl por el teléfono, en Kame House, Roshi y Happosai seguían deleitando sus ojos con los maravillosos videos que el último había traído. Aunque ya no era mucho lo que podían ver, ya que los efectos del alcohol habían hecho estragos en el par de viejos que, luego de todo un fin de semana de parranda, ya casi no podían permanecer despiertos.

Justo cuando estaban a punto de sucumbir ante un sueño casi inconsciente, pudieron escuchar el chirrido de la puerta, lo que les indicó que alguien estaba entrando.

«Qué oscura está la casa», escucharon que una voz varonil decía.

«Bueno, tal vez Roshi haya salido a alguna parte…», opinó una voz femenina.

«¿El maestro? No lo creo, él nunca sale… Pero espera, que voy a encender las luces».

«Bien, pero ten cuidado, no vaya a ser que Marrón se despierte».

«Tranquila, cariño. Lo haré con el mayor sigilooo… ¡¡AAAAhhhhhh!!…», escucharon un grito repentino y luego un sonido que asemejaba a alguien estrellándose con el duro suelo de la casa…

«¡Krilim!… ¡Krilim, ¿qué pasó?, ¿te encuentras bien?!». En la oscuridad, la voz femenina gritaba, luego sintieron pasos desesperados y, finalmente, la luz del enorme bombillo de la sala se encendió y entonces pudieron ver, con claridad, todo lo que pasaba… Happosai pegó un brinco de emoción al ver a una hermosa rubia que corría al encuentro de un hombre bajo que se encontraba tirado en el suelo…

«Krilim… ¿te lastimaste?», preguntó la androide, con Marrón en sus brazos.

«No, tranquila, es sólo que tropecé con algo…», la tranquilizó mientras se levantaba, algo aturdido, y buscaba al culpable de su estrepitosa caída. Luego de buscar unos instantes, divisó una botella vacía de licor. «Mira, fue gracias a esto que terminé en el suelo».

«Hola, linda. Yo también estoy tirado, ¿no me ayudas a levantar?», preguntó Happosai repentinamente, anunciándole a la pareja su presencia. Ambos voltearon a verlo muy sorprendidos.

«¿Y usted quién rayos es?», quiso saber Krilim, muy molesto por el grosero comentario de tan peculiar sujeto.

«¿Yo?, soy sólo el ferviente admirador de tan bella criatura…».

«Ya, ya, Happosai, déjate de ridiculeces –le interrumpió Roshi enseguida–. Mira que ella es una mujer casada», dijo dificultosamente.

«¡Maestro!, ¡¿qué está pasando aquí?!», preguntó Krilim.

«Nada… hip… es sólo que… hip… vino de visita un viejo amigo mío y hemos tenido una pequeña… hip… este… hip… fiestecita, jejeje… hip…», respondió el viejo maestro al tiempo que era víctima de un fuerte ataque de hipo…

«Ah, claro, tenía que ser un amigo del viejo libinidoso… Como si uno no fuera suficiente, ¡ahora se juntaron dos!», exclamó con fastidio A18.

«Así es. Happosai, siempre a sus órdenes… Emmm… ¿cómo dijiste que te llamas?…», le dijo al tiempo que se ponía de pie y se acercaba, tambaleándose, a la mujer y, sin perder mayor tiempo, trató de tocarle los pechos, pero perdió el equilibrio y cayó, boca abajo en el suelo, a su lado.

«Yo no te he dicho mi nombre, y definitivamente debes ser amigo de Roshi, ya que eres tan abusivo como él… Krilim, yo mejor me voy a dormir antes que mate a este par de viejos pervertidos».

«Sí, es verdad. Estos dos están bien borrachos, mejor vayamos a dormir».

«Un momento… hip… hip… Krilim… tengo que contarte… hip… lo que le pasó a Goku, Gohan y… hip… lo demás…».

Krilim había comenzado a subir las escaleras, cuando oyó esto e inmediatamente giró dispuesto a saber lo que había sucedido, con mucha preocupación. «¡¿Qué dijo, maestro?! ¡¿Le pasó algo malo a Goku?!», preguntó sin pérdida de tiempo.

«Sí… hip… ellos fueron… hip… a las Pozas de Jusenkyo… y… hip… ¡¡es terrible!!… hip…», no pudo continuar, ya que el viejo cayó al suelo, desmayado.

«¿Qué?… ¿qué dijo?… –le preguntaba muy preocupado Krilim, al tiempo que lo tomaba de los hombros y trataba de lograr que despertara–. ¡Despierte, maestro! ¡Dígame qué fue lo que pasó!».

«Olvídalo, a este hombre no lo despertará nada», opinó A18 desde las escaleras.

«Pe… pe… pero, ¡debo hacer algo! ¡La vida de Goku y los demás podría estar en peligro! –en ese momento se levantó del suelo y comenzó a buscar entre los libros de un estante cercano–. El maestro dijo algo de unas Pozas de Jusenkyo… buscaré dónde se encuentra ese lugar en un mapa y luego iré a ver si están allá».

«Bueno, yo voy a acostar a Marrón, mientras», culminó la androide, subiendo las escaleras con la pequeña.

Mientras, Happosai, que aún seguía boca abajo en el suelo, escuchó lo que el pupilo de su amigo decía y, en ese instante, un plan malévolo se formuló en su cabeza, así que giró sobre sí mismo y trató de levantarse, lo que a duras penas consiguió. «Oye, hijo, yo sé dónde quedan las Pozas. Si quieres, puedo guiarte al lugar», dijo con una semisonrisa en sus labios.

Krilim soltó el libro que tenía en sus manos y tomó a Happosai de las solapas. «¡¿En serio puede guiarme?!», le preguntó con bastante seriedad.

«Claro, claro, será un placer ayudarte, amiguito –afirmó al tiempo que pensaba–: Además, así aprovecharé de hacerle una visita a esas hermosas mujeres que viven cerca de las pozas, jijiji, ¡son tan lindas! Y tienen unos cuerpazos… hummm…«.

«¡¿Está seguro?!», insistió Krilim, interrumpiendo los pensamientos del hombre.

«¿Ehhh?… sí… sólo que lo haré bajo la condición de que lleves a Roshi con nosotros…».

«¿Al maestro? ¿No ve que está inconsciente? ¿Para qué quiere llevarlo?».

«B-Bueno… e-es que… y-yo… Mira, ¡deja de preguntar tonterías! ¡¿Quieres ir o no?!».

«Llévalos contigo, Krilim –dijo fastidiada A18, retornando a la sala–. Mejor para mí, así no tendré que soportar su presencia».

«De acuerdo… pero entonces tendremos que viajar en el aerocoche porque, con ellos a cuestas, iría muy despacio si fuera volando».

«Y tú, ¿no sabes hacer esa técnica… Shunka… no-sé-qué…?».

«¿Habla del Shunkan Idou? No, por desgracia no conozco la técnica, aunque, después de esto, tal vez le pida a Goku que me la enseñe…».

«Bien, entonces partamos ya, mira que tengo muchos deseos de ver a las lindas chic… digo, de ver a tus simpáticos amigos, muchacho… jejeje, será espectacular la cara de Roshi cuando vea a esas hermosas mujeres…«.

«Ve con cuidado. Yo me quedo con nuestra hija, pero si el peligro es serio y ves que no puedes enfrentar la situación solo, no te arriesgues, ¿sí? Sólo eleva tu Ki y yo acudiré enseguida», le aconsejó su esposa con semblante serio, tratando de disimular su preocupación.

«Sí, no te preocupes por nada», le dijo al tiempo que colocaba a Roshi sobre sus hombros y salía, con Happosai, de la casa.

Sobre la cálida arena de la pequeña isla, Krilim accionó una cápsula y un aerocoche familiar de cuatro puertas hizo acto de presencia. El guerrero acostó a Roshi sobre los asientos traseros de la nave y le indicó a Happosai que se sentara a su lado, en el asiento del copiloto, para que pudiera indicarle, con claridad, la ubicación de las Pozas. Esperaba que todos sus amigos se encontraran sanos y salvos, ya que desde hacía mucho tiempo que no peleaba y sabía que no se encontraba en las condiciones más optimas para hacerlo en caso que fuera necesario utilizar la fuerza bruta… «Bien, dígame a dónde debo pilotear».

«Las Pozas de Jusenkyo quedan en China. Hacia allá debemos dirigirnos».

«De acuerdo», culminó accionando su brújula y poniendo en marcha las turbinas de su nave. Enseguida se pusieron en marcha.


 

Corporación Cápsula
Esa noche Vegeta no durmió nada bien; y es que no podía dejar de pensar en su nuevo terrible enemigo… estaba en todas partes y sentía que su presencia lo acecharía a cualquier sitio a donde fuera… realmente contra ella no podía pelear y ésa era la peor parte de sufrir esa maldición: que, como guerrero, no podía combatir, como había hecho con todos los enemigos que se habían cruzado en su camino (no importaba que hubiese ganado o perdido, al menos había luchado… al menos lo había intentado)… pero esta vez no podía hacerlo… Simplemente se había apoderado de su cuerpo y de su vida sin haber podido hacer nada… sin haber podido defenderse… y como era vital para la vida, no la podía hacer desaparecer… «¡¡Agua, maldita agua!!», pensaba el saiya bastante afligido, pero poco a poco el sueño lo fue venciendo…

Ya avanzada la noche, Bulma se despertó al escuchar a su pareja decir: «Parece que va a llover», a lo cual ella, entre dormida y despierta, le respondió: «No sé, hoy no vi el reporte meteorológico», y siguieron ambos durmiendo. Al cabo de unos minutos, volvió a escuchar: «parece que va a llover», pero esta vez ella no le hizo caso… pero tiempo después, él repitió lo mismo. Ella, ya algo aburrida, se incorporó un poco para mirar por la ventana y sólo percatarse que el cielo estaba completamente despejado, con mil y una estrellas reinantes en el firmamento, y que, de la lluvia que él vaticinaba, ni la más mínima brisa se sentía…

«Parece que va a llover»… Desconcertada, volteó a verlo y fue entonces que se dio cuenta de lo que estaba pasando: el hombre estaba hablando dormido, cosa muy extraña en él y lo cual le hizo suponer una gran preocupación del saiya… «¿Qué le pasará a este hombre?… No sabía que le tuviera pánico al agua…».


 

Monte Paozu, Hogar de los Son
Gohan dormía placidamente en su cama después de su terrible día. Ya se sentía mucho mejor, había arreglado el problema con Videl y estaba comenzando a asumir su nueva forma de vida, ya que bien sabía que no podía dejar sus transformaciones al azar, porque éstas podrían ser muy peligrosas. Así que, desde ese día en adelante, sería lo más precavido posible, es decir, vería el informe meteorológico, andaría siempre con un paraguas, rechazaría tajantemente las invitaciones a las piscinas o playas, no iría a buscar el almuerzo al río, etc.

La noche avanzaba y entre sueños pudo escuchar a Dende que lo llamaba desde el templo. No estaba muy seguro si era realidad o sueño, así que agudizó sus sentidos para determinarlo: «¡¡Gohan, Gohan!! El Señor Piccolo desapareció», percibió a Kamisama decirle.

Cuando escuchó tan alarmante noticia, Gohan se incorporó en la cama, de la impresión, pero sin mucho equilibrio, ya que cayó al suelo. «¡¡¡¿¿QUÉ??!!!, ¡¡No puede ser posible, Dende!! Él no es de esas personas que desaparecen así como así… Debe haber una explicación lógica».

«Sí que la hay. Él se preocupo mucho cuando se dio cuenta que ustedes se dirigían a las Pozas de Jusenkyo y fue a advertirles de los peligros que ahí acechaban. Desde entonces, no he vuelto a tener noticias suyas y no lo puedo encontrar», dijo preocupadamente.

«¡¡¿FUE A LAS POZAS DE JUSENKYO?!! Pero si nunca lo vimos llegar ni antes ni después de… –tragó saliva al recordar tan malos recuerdos–. No llegó a tiempo para advertirnos, Dende. Ya todos sufrimos de la maldición del lugar…».

«Sí, ya lo sé… Es una desgracia, pero… ¿dónde está el Sr. Piccolo?».

Gohan cerró sus ojos con fuerza y comenzó a concentrarse sólo para decir con desilusión: «No puedo sentir su Ki, y eso realmente me extraña… o lo oculta o lo camb…», fue incapaz de terminar la frase, ni siquiera quería imaginarse que algo tan terrible como lo que le pasó a él le pudiera estar pasando a su maestro, a quien quería tanto como a su padre… «Esto es terrible, Dende. Iré con papá a buscarlo. Apenas tenga noticias, las sabrás».


 

Corporación Cápsula
«Parece que va a llover»… Bulma ya estaba aburrida de escucharlo, así que tomó su almohada y le pegó a su compañero, para luego taparse la cabeza con ella.

«¡¿Qué pasó?!», preguntó el saiya, despertando alarmado.


 

Monte Paozu, Hogar de los Son
«¡¡¡¡PAPÁ, DESPIERTA DE UNA VEZ!!!!». Los esfuerzos de despertar a su padre eran estériles. Hasta Milk y Goten habían despertado, pero él, ni señales de vida daba.

Gohan le explicó a su madre lo que pasaba (evidentemente obvió la parte de las transformaciones), pero no se veía muy deseosa de ayudarlo; a ella no le gustaba para nada que su familia saliera a esas avanzadas horas de la noche de casa. Además, Piccolo siempre le había parecido un haragán, y si estaba perdido, mucho mejor, así, sus malas influencias no estarían cerca de su hogar.

Goten tuvo una brillante ocurrencia: «Gohan, ¿y si le arrojamos agua?… A mí me contó Trunks que su mamá siempre despierta así a su papá». Pero al recordar lo de sus transformaciones, él mismo desechó la idea.

Gohan también desecho de plano la sugerencia: «¿Qué diría mamá de verlo convertido en mujer?… Si cuando me vio convertido en SSJ dijo que me había convertido en un rebelde, ¡¿qué no dirá de papá?!… Seguramente ‘¡¡Guuaaa!! Mi esposo se convirtió en un travesti‘. No, realmente esto no es aceptable».

Ya estaba perdiendo mucho tiempo con su padre, así que lo tomó sobre sus hombros, recogió su ropa, le encargó el cuidado de la casa a Goten (para que no fuera con ellos) y se fue al río, donde arrojó a su padre…

«¡¡¡¡¡AYAYAYAYYYY!!!!! Bbbrrrrr, ¡¡qué frío está esto!!», se escuchó decir a una chica saliendo del agua. «Pero Gohan, ¡¿qué pasa?! ¡¿No se te ocurrió una forma razonable de despertarme?!», preguntó la muchacha titiritando de frío mientras se vestía con la ropa que su hijo le había traído.

Pero él no lo tomó en cuenta, ya que comenzó a explicarle lo de la desaparición del Nameku y fue así como decidieron ir por Vegeta antes que nada, ya que seis ojos en plena oscuridad verían más que cuatro.


 

Pozas de Jusenkyo
A Krilin no le costó para nada llegar a las Pozas; se notaba que Happosai conocía perfectamente el camino, ya que llegaron directamente y sin pérdida de tiempo. Krilim posó, suavemente, la nave sobre la enorme planicie llena de estanques de agua y bajó apresuradamente. Mientras, Happosai sacaba a rastras a Roshi, que aún continuaba dormido.

«Ya llegamos, pero… no veo a ninguno de los muchachos por aquí…», dijo Krilim, algo preocupado.

«Tranquilo, muchacho, seguro se encuentran bien… Jejeje, yo buscaré en esta dirección a ver si los encuentro… si mi sentido de orientación no me falla, por este camino llegaré a la Aldea de la Supremacía Femenina… Ya quiero ver a las lindas chicas que viven ahí«.

«Sí, yo también voy a buscarlos. Ojalá se encuentran bien».

«Por supuesto, ve, y no te apresures en regresar, ¿eh?», le dijo al tiempo que le daba unas palmaditas en la espalda y lo empujaba para que se fuera.

Krilim se fue y, al hacerlo, Happosai trató de despertar a Roshi para que, juntos, pudieran ir en busca de las chicas, pero por más que lo intentaba, no lograba hacerlo reaccionar, «Vamos, viejo, ¡despierta ya! ¡¿A qué esperas?! –le susurraba mientras le daba unas cachetadas en el rostro–. ¡¿No ves qué chicas hermosas esperan por nosotros?!». Trató por todos los medios, pero de ninguna manera logró su objetivo hasta que, finalmente, se rindió… «¡Bah! Bueno, no despiertes, ¡tú te lo pierdes! Yo sí iré en su búsqueda», culminó, dejándolo solo en medio de la noche y con su imparable ataque de hipo…

Happosai buscó y buscó, pero no pudo encontrar el camino correcto hacia la aldea, así que, viendo que sus esfuerzos eran infructuosos, comenzó a regresar al sitio donde se habían quedado la nave y Roshi. Tenía mucha sed, así que sacó una pequeña botella que tenía muy bien escondida en los bolsillos de su chaqueta y tomó un sorbo de lo último que quedaba del delicioso sake, al tiempo que secaba el sudor de su frente y maldecía su mala suerte… Nada había salido como esperaba, y ahora la idea de regresar con las manos vacías lo enfurecía y ponía de mal humor… Nuevamente estaba bastante borracho cuando pudo divisar la silueta de la nave en la que habían llegado a tan desolado lugar… «¡Diablos, qué mala suerte! –se repetía una y otra vez–. No encontré ninguna chica, gggrrr, y con lo lindas que son… seguro están bien dormiditas en sus camas… hummm, con esas batitas transparentes que utilizan para acostarse… jijiji…«.

Mientras, Krilim, ya en la nave, había comprobado con desilusión que sus amigos no estaban por ninguna parte, así que quería regresar a Kame House a dormir, ya que tenía mucho sueño, sin contar el hecho de que estaba bastante cansado luego de haber paseado con su familia el fin de semana… «Ese viejo verde, ¿dónde demonios se habrá metido?… Bueno, al menos espero que los muchachos se encuentren bien. Seguro que todo fue una falsa alarma, aunque de todas formas mañana temprano iré a ver a Goku para asegurarme…«, pensaba, mientras caminaba de un lado para el otro tratando de encontrar a Happosai en medio de la oscuridad de la noche.

Happosai, unos metros detrás de Krilim, caminaba en zigzag rumbo a la nave. Su vista le fallaba debido al cansancio que sentía, así que no podía ver con claridad… «Bueno, bueno, pero miren lo que tengo frente a mí… –se dijo emocionado, al ver la silueta del guerrero que, por su vista distorsionada y su mente pervertida, confundió con la de una hermosa mujer–. Parece que, a pesar de todo, he tenido suerte, jejeje» –pensaba, mientras se acercaba a Krilim con una sonrisa en su rostro y al tiempo que se frotaba las manos con gran excitación… «¡¡Ven a mí, amor mío, no seas tímida!!«, gritó con brusquedad al tiempo que se abalanzaba sobre el guerrero, que, muy sorprendido, giró al sentir unas manos sujetarlo por detrás… «¡Pero… ¿qué?!…», fue lo último que alcanzó a decir antes de perder el equilibrio y caer en las heladas aguas del pozo que tenía a su lado, mientras Happosai caía de rodillas en el suelo…

Apenas se dio cuenta que ‘la mujer’ cayó en el agua, el viejo maestro gateó, como pudo, a la orilla del pozo y trató de ayudarla, pero al llegar lo único que vio fueron sus ropas flotando sobre la superficie del agua. Sus ojos se abrieron de par en par al darse cuenta que, si sus ropas estaban en el estanque, significaba que ella ¡estaría desnuda!… «¡Oye, linda, ¿dónde estás?! No temas, yo te ayudaré…», insistió el viejo, mirando en todas direcciones tratando de hallarla, pero lo único que pudo ver fue a un animal pequeño, parecido a un gato, amarillo, junto a él, aunque no le prestó mucha atención… «¡Rayos!, cuando al fin encuentro una hermosa chica, ésta desaparece, gggrrr… ¡¿y tú qué quieres, bicho?!, ¡deja de fastidiar!», le gritó al pobre animalito que, desesperado, corría y saltaba delante de él haciendo gestos extraños como si quisiera decirle algo…

«Pika… Pika… Pika… ¡Pikachu!…», emulaba el animal.

(Traducción: ¡Oye, Happosai, soy yo, Krilim!)

Happosai le dio un manotazo al animalito que lo lanzó lejos y siguió buscando a la linda jovencita que le había robado el corazón. Mientras, Krilim se levantó del suelo, sacudió su cabeza y caminó en el dirección donde se encontraba el viejo dispuesto a hacerse escuchar como fuera necesario… No entendía lo que le había pasando, pero temblaba al pensar en lo que diría A18 al verlo así convertido en… quién-sabe-qué-cosa… Finalmente llegó a su lado y, ayudado con sus patas, jaló su pantalón…

«¡¿De nuevo tú?! –gritó enfurecido al verlo–. ¡Te dije que me dejarás en paz!».

«Pika… Pika… Pikachu…».

(Traducción: ¡No seas tonto! ¡¿No ves que soy yo?!)

«Mira, animal, no sé qué demonios quieres, pero estoy ocupado así que vete a hacer… bueno, lo que sea que hagas…», replicó con bastante fastidio.

«Pika… Pika…Pika… ¡¡Pikachuuu!!».

(Traducción: ¡¿Animal?!… ¡¿Cómo te atreves a llamarme animal?!)

Al oír esto, Krilim se puso furioso, así que comenzó a emanar pequeñas descargas eléctricas por todo su cuerpo… «Pika… ¡¡¡Pikachu!!!».

< SMALL>(Traducción: ¡¡¡A mí nadie me llama animal!!!)

En ese instante lanzó una poderosa descarga eléctrica que barrió con todo lo que se encontraba a su alrededor, incluyendo a Happosai, que se electrocutó al instante y cayó al suelo, quemado y expulsando humo por todos los poros de su piel… Cuando el hombre abrió sus ojos, pudo ver al extraño animalito a su lado mirándolo de una manera tal que Happosai hubiese jurado que decía ‘te lo tienes bien merecido’. Luego, levantó su pata para orinarse sobre el hombre y finalmente se fue sin rumbo determinado…

«¡Qué animal tan grosero y violento! –pensó–. Y ese tonto muchacho sin aparecer… Ya me quiero largar de este lugar, ojalá se apresure en llegar«.


 

Corporación Cápsula
Vegeta, luego del repentino ataque de su esposa con la almohada, no había podido reconciliar el sueño, así que sintió instantáneamente la presencia de Kakarotto en su casa, por lo cual se levantó de la cama para saber qué había pasado esta vez. Justo en el momento que estaba cerrando la puerta de su habitación, escuchó a su mujer decirle: «Aprovecha de ver si es que va a llover».

«¿Cómo va a llover, mujer estúpida, si el cielo está completamente despejado?», preguntó el príncipe, algo confundido por semejante pregunta. Bajó al primer piso y ahí se encontró con la visita más desagradable que él conocía: «¡Kakarotto, ¿qué demonios hacen a estas horas aquí en mi casa?!».

«Piccolo desapareció en Jusenkyo, debemos ir a buscarlo», le respondió escuetamente mientras se rociaba con el agua tibia de la llave.

«Mhmm… ¿y eso a mí qué me importa?», respondió Vegeta bastante despreciativo. «Además, si nos necesitara, incrementaría su KI, ¿no creen?».

«Pero si se convirtió en ‘algo’, ¿cómo lo sentiríamos? –le rebatió Gohan–. «Y si ese ‘algo’ está en peligro o es peligroso, no podemos sentarnos a esperar; debemos ir por él».

A Vegeta jamás le pasó por su mente una posible transformación de Piccolo. Y si esto era así, él debía ser el primero en exigirle guardar silencio sobre la maldición; no podía permitir que, por un descuido de su parte, Bulma se enterara de su desgracia. «Bueno, ¿y qué estamos esperando para ir por él?», dijo al momento que salía hacia al exterior.

«¡¿Adónde van ustedes?!», se escuchó preguntar desde el interior de la corporación.

«¡¡¿Qué te importa?!!», respondió Vegeta.

«A buscar a Piccolo, que está desaparecido», le dijo Gohan.

«¿Pero por qué no te teletransportas donde él está, Goku?», inquirió Bulma, al tiempo que daba un gran bostezo.

«Es que desapareció su Ki», le contestó Goku al tiempo que comenzaba a levitar.

«¿Y entonces cómo saben dónde buscar?», volvió a preguntar la mujer, retardando más la partida e impacientando a Vegeta.

«¡¡Ya mujer, no molestes más y vete a la cama!!», la regañó enseguida.

«Es que creemos que está en China y por eso para allá nos dirigimos», intercedió Gohan, también comenzando a marcharse.

«Okey, pero no se vayan a resfriar. En esta fecha, en China el clima es muy cambiante y así como en un momento hay un sol quemante, en el otro está lloviendo a cántaros».

¿Alguien dijo llover? En el acto, los tres se dieron vuelta hacia la muchacha, que ya caminaba a su habitación. Gohan comprendió de inmediato que no podía viajar así como así. Vegeta también se dio cuenta de esto y miró a Goku pensando: «Si no va Gohan, de aquí a que encuentre al insecto verde con este retardado de Kakarotto, y más encima de noche, va a pasar una eternidad».

Parece que Gohan también estaba pensando algo muy similar, porque miró a Vegeta y ambos dijeron al unísono: «Mejor lo buscamos mañana a plena luz del día».

Así, el príncipe volvió a su cama y los Son volvieron a su hogar.


 

Pozas de Jusenkyo
Krilim, convertido, seguía caminando por las pozas, tratando de encontrar a alguien que pudiera brindarle algo de ayuda, ya que el tonto de Happosai no había querido hacerlo. Podía observar cómo, en el horizonte, el Sol comenzaba a salir, lo que le indicaba que caminaba hacia el este. Estaba angustiado, primeramente porque no tenía la más mínima idea de si podría recuperar su antigua forma… También porque sabía que A18 estaría muy preocupada por él, y por ningún motivo quería que lo viera así transformado… pero si aún continuaba en ese maldito lugar, no era precisamente por temor a su esposa (aunque sí le temía), sino porque no encontraba la manera de poder retornar a su hogar: ya había comprobado con enfado que no podía volar y en su estado no podía manejar el aerocoche y, aunque pudiera, estaba seguro que el libidinoso amigo de su maestro no lo dejaría… Ni hablar, sólo le quedaba la vaga esperanza de que alguien, en algún lugar, lo ayudara…

En ese momento sintió un ruido como de pasos y, asustado, fue a esconderse detrás de unos matorrales para poder observar con detalle quién se aproximaba; esperaba que fuera su salvador… pero lo que vio no lo animó mucho; por uno de los tantos caminos formados por el vaivén de las miles de personas que, sin duda, habían transitado por ese lugar, pudo ver a dos hombres caminar, uno al lado del otro, hablando, aunque al verlos con más detalle, al guerrero le pareció que más bien estaban discutiendo. Ambos vestían con pantalones cortos, con camisas manga cortas, y casi muere de la risa al ver sus ridículos sombreros al estilo safari sobre sus cabezas. También llevaban grandes morrales a sus espaldas repletos de cosas que, a esa distancia, no podía detallar. Krilim se quedó escondido esperando que ellos pasaran de largo, pero, para su mala suerte, en vez de eso comenzaron a montar su campamento en ese lugar, justo al lado de uno de los pozos. Al menos desde ahí sí podía escuchar su conversación…

«¡Te digo que esto es una pérdida de tiempo!», escuchó que uno de ellos le decía al otro, mientras encendía una pequeña fogata.

«Sí, Will, ya lo sé, no has repetido otra cosa desde que llegamos a China», replicó el otro al tiempo que montaba una carpa de acampar.

«Pero… Jim, este proyecto es demasiado descabellado. Sabes bien que la historia de la supuesta ‘Maldición de Jusenkyo’ es sólo un mito, puras supercherías de viejas. Además, si regresamos con las manos vacías a Inglaterra, nos quitaran los fondos de TODAS nuestras investigaciones».

Jim volteó a ver a su amigo y luego caminó hasta donde estaba, acercó un tronco y se sentó sobre él, a su lado.

«Will, nosotros somos científicos. Sabes bien que, desde hace muchos años, hemos recaudado evidencia de que en estas pozas sucede algo extraño. Los testigos afirman que si caes en alguna de ellas, sufrirás algún tipo de transformación».

«¡Vamos! Ayer analizamos el agua de estas pozas y no encontramos nada extraño. ¡Lo único que podremos conseguir aquí será una pulmonía!… –Jim avivó el fuego y montó sobre él una tetera–. Haré algo de té porque me muero del frío… –para proseguir con su discurso–. Tengo muchos trabajos de investigación importantes que concluir, Will. Trabajos REALES. Sabes bien que vine porque el decano de la facultad de Ciencias de la Universidad me obligó, pero yo no creo en maldiciones ni ninguna de esas tonterías. Yo creo en la Ciencia, no en la magia o la brujería. Y la verdad me cuesta creer que tú, un científico tan respetado, pueda perder el tiempo, y peor aún, hacérmelo perder a mí, en esta cacería de brujas sin sentido».

Krilim no sabía hablar un inglés fluido, pero estaba tomando algunas clases y, gracias a ella, pudo entender perfectamente que esos hombres eran científicos, cosa que lo alegró muchísimo. ¿Qué más oportuno que unos científicos para ayudarlo con su ‘problema’? Así que salió de su escondite, y se dirigió hasta donde estaba la pareja. Ellos seguían con su ardiente disputa.

«¡Ésa no es la forma de hablar de un verdadero científico! –exclamó Will–. No podemos descartar la posibilidad de que verdaderamente algo suceda aquí. Si lo hacemos sólo porque nos parece descabellada la idea, seremos unos mediocres. Nuestra investigación dirá si ‘La Maldición de Jusenkyo’ es verdad o una leyenda popular. No nos corresponde a nosotros emitir ningún juicio sino hasta después de haber hecho un estudio detallado de toda la zona… Recuerda, amigo mío, que la ciencia es búsqueda y exploración constante… –En ese momento notó que su compañero no le estaba prestando atención–. ¿Jim?… ¿Jim, qué pasa?».

Su amigo no respondió. En vez de eso, le indicó con su mano que mirara algo que se encontraba a su lado. «¿Qué quieres que vea…? ¡Wow!, pero… ¿qué tenemos aquí?», preguntó emocionado al ver un animalito amarillo a su lado, que lo miraba fijamente…

«Pika… Pika… Pika… Pika… Pika… Pika… Pika… Pika… Pika… Pikachu».

(Traducción: Hola, mi nombre es Krilim. Caí en una de estas pozas y me transformé en este extraño animal. ¿Pueden ayudarme?)

«Hola, amiguito –dijo Will al tiempo que le acariciaba la cabeza–. ¿De dónde saliste? ¿Estás perdido?».

Jim tomó su morral y buscó dentro de él unos instantes hasta que sacó un libro grande y marrón. «Estoy seguro que he visto este espécimen antes… Déjame buscar en mi libro a ver si lo encuentro».

«Buena idea –contestó su amigo sin mirarlo, ya que estaba embelesado con Krilim–. Eres muy lindo, jejeje. ¿Tienes hambre?», le preguntó.

«Sí, claro. Pregúntale, como si te fuera a responder…», se burló Jim.

«¿Y qué? No me importa que no responda, sólo quiero lograr que confíe en mí». Buscó en el bolsillo de su pantalón y sacó un pedazo de galleta que tenía guardado. «Toma, come esto», le dijo al tiempo que le tendía la galleta. Krilim la vio y, con su pata, la arrojó a un lado y comenzó a saltar de un lado para otro enfurecido…

«Pika… Pika… Pika… Pika… Pika… Pika… Pika… ¡¡Pikachu!!».

(Traducción: ¡Yo no quiero ninguna galleta! ¡Sólo quiero volver a ser humano!)

«De acuerdo, ya vi que no quieres comer. ¡No te enfades!».

«¡Ya lo encontré! –dijo triunfante Will–. Este animalito es un Pokémon. Más precisamente, un Pikachu».

«¿Estás seguro? –preguntó incrédulo Jim–. En esta zona no hay Pokémons, y mucho menos Pikachus».

«¡Claro que sí! ¡Míralo por ti mismo!», le respondió.

Jim tomó el libro y comenzó a leer. Había toda una descripción detallada de la raza Pokémon llamada Pikachu, así como una foto. Al comparar la foto con el animalito, Jim vio que, en efecto, eran iguales. «Vaya, vaya… esto sí que es un hallazgo. ¿Qué hará un Pikachu en este lugar?».

Krilim los miró desesperado. No lograba entender bien lo que hablaban, pero estaba seguro que no lo ayudarían. Para ser científicos eran bien idiotas… suspiró y vio que, dentro del morral de Will, había lápiz y papel, así que fue hasta donde estaba. Los tomó y comenzó a escribir un mensaje en él, mientras el par de hombres seguían hablando…

«Ni idea… pero este descubrimiento es bien interesante. Esto podría significar que los Pikachu son una raza nómada. ¿No lo crees, Jim?».

«Tal vez. De ser así, es probable que se desplacen en manadas; deberíamos buscar y ver si hay más de ellos… ¡¡Mira, Will!! ¡¡¡El Pikachu está escribiendo algo en tu bloc de notas!!!».

«¡Deja de bromear, Jim!… –giró para poder observar al ‘Pikachu’, y al ver que estaba lápiz en mano escribiendo sobre el papel, no pudo creerlo–. ¡¡¿Qué?!!… ¡¡Eso es imposible!!». Pero era cierto; justo en ese momento, Krilim alzó el cuaderno para que ambos pudieran leer lo que decía. En un inglés perfecto, el guerrero escribió: ‘¡AYUDA!’. Al ver esto, Jim y Will, casi cayeron de espaldas por la impresión.

«¿E-Es… tás… v-viendo… lo… m-mismo… q-que… yo, J-Jim?».

«¿B-Bromeas?… ¡lo veo y no lo creo!».

«Parece que venir a este lugar no fue tan mala idea después de todo…», balbuceó Will, más tranquilo.

«Así es… debemos estudiar el cerebro de este Pikachu. Es más inteligente de lo normal, tal vez tenga algo que ver con estas pozas…».

«¡Ay, Jim, no comiences con eso!… ¡Con este Pikachu podríamos ganar el premio Nobel y tú sólo piensas en esa tonta maldición!», le regaño enseguida.

Mientras, Krilim se golpeaba con el cuaderno en la cabeza. ¡Ni escribiendo ese nota esos idiotas le habían hecho ningún caso!… ¡Bah!, era mejor irse a otro lugar y esperar encontrar a alguien que sí pudiera ayudarlo. Así que les dio la espalda y comenzó a alejarse de ellos.

«Deberíamos llevarlo al laboratorio para hacerle algunos estudios… –dijo Will, pero luego vio que el Pikachu se alejaba de ellos–. ¡Mira, Jim! ¡Se va el Pikachu! ¡¡¡Pronto, debemos atraparlo antes que huya!!!».

«¡¿Qué?!… ¡¿Es cierto?!», exclamó Jim, poniendo sus manos en la cabeza. Luego se levantó, tomó su red de pescar y comenzó a perseguir al ‘Pikachu’…

Krilim vio, muy tarde para él, que Jim le había lanzado la red encima, así que logró atraparlo. «No, amiguito, no puedes irte», le replicó cuando lo levantó en el aire.

Krilim se movía desesperado dentro de la red, pero aún así, no lograba soltarse de su prisión. «Pika… Pika… ¡¡¡Pikachu!!!».

(Traducción: ¡¡¡Suéltame, maldito!!!… ¡¡¡¿Por qué siempre tienen que pasarme estas cosas a mí?!!!)

Con el ‘Pikachu’ en sus manos, Jim volvió con su amigo. «Mira, Will, logré atraparlo».

«Qué bueno, amigo. Hubiese sido terrible perder tan valioso ejemplar».

«Ya lo creo… –Jim alzó la red para que ambos pudieran ver al animalito más de cerca–. Eres un Pikachu muy lindo. Ya verás que en nuestro laboratorio serás muy feliz. Nada te faltará».

Krilim estaba realmente furioso. No permitiría que nadie lo tratase como un ‘conejillo se indias’ y mucho menos ese par de imbéciles. «Ni sueñen con atraparme, ya verán, me las pagarán muy caro…«, pensó, para luego lanzar una enorme descarga eléctrica que circuló por la red y llegó hasta Jim, que comenzó a electrocutarse… Will lo vio, asustado, así que trató de ayudarlo, pero sólo consiguió ser atrapado por la descarga eléctrica. Así que ambos comenzaron a convulsionar hasta que, finalmente, cayeron al suelo. Al hacerlo, Jim soltó la red, haciendo que Krilim se fuera en picada, tropezando en su caída con la enorme tetera llena de agua caliente y quedando empapado en el acto…


Luego de unos minutos, Will recobró el sentido. Abrió sus ojos, aún adolorido, y tanteó con su mano sus alrededores tratando de localizar a su amigo. «¿J-Jim?… ¿estás bien?». Al no obtener respuesta, levantó su cabeza y pudo ver a su amigo a su lado tirado boca abajo, así que se arrastró hasta donde estaba y lo giró rápidamente para verificar cómo estaba. Suspiró con alivio al comprobar que estaba bien, sólo había perdido el sentido. «Muy buena idea, Jim, esa de sujetar al Pikachu. ¡¿Cómo pudiste olvidar que ellos se defienden de sus depredadores lanzando descargas eléctricas?! –susurraba mientras trataba de hacerlo reaccionar–. Y yo más estúpido que traté de ayudarte…». Giró su cabeza tratando de encontrar su cantimplora con agua entre los restos del campamento, pero en vez de eso vio con asombro a un hombre tirado, muy cerca de ellos. ¿De dónde habría salido ese sujeto? Y más importante aún: ¿dónde estaría el Pikachu? Miró en todas direcciones, pero no puedo verlo. Pensó, entonces, que había escapado…

Krilim se movió con dificultad, dispuesto a huir de sus captores cuando vio, con alegría, que había recobrado su apariencia humana. Se levantó del suelo y comenzó a dar saltos de alegría, pero se paró en seco al ver que uno de los científicos lo miraba muy sorprendido; así que se detuvo, sin saber si golpearlo o abrazarlo, y lo saludó con su mano. «Hola», dijo.

El científico lo observaba entre sorprendido y asustado y Krilim comenzó a ponerse nervioso con su mirada, que era bastante escrutadora. Will comenzó a hacerle gestos extraños con su nariz al guerrero queriéndole indicar algo, pero Krilim no entendía su indirecta. «¿Qué?», preguntó bastante confundido, así que observó a su alrededor y entonces se dio cuenta de la cruda realidad… y es que notó que estaba totalmente… DESNUDO…

«¡Oops!», exclamó con la mayor de las vergüenzas al tiempo que tomaba una ramita de bambú para tapar sus partes íntimas…


 

Corporación Cápsula
Era un nuevo día en la C.C. y Vegeta se encontraba tirado debajo de un árbol esperando a los Son para ir en busca de Piccolo. El guerrero, que aún no asumía su maldición, había perdido toda esperanza de algún día poder librarse de ella y eso lo había sumido en una profunda desesperación y, aunque trataba de autoconvencerse de que podía seguir adelante, era demasiado vergonzoso que el príncipe de una raza de guerreros tan poderosos sufriese la humillación de convertirse en mujer… Acaso, ¡¿no era suficiente castigo que su eterno rival Kakarotto fuese más fuerte que él?!

En ese momento sintió una presencia conocida, aunque insignificante, a su lado… «¿Qué haces aquí?», preguntó enseguida.

«Busco a Bulma. ¿Se encuentra en casa, Vegeta?».

«¡Y yo qué sé! ¡¿Acaso me ves cara de niñera, Krilim?!».

«N-No… claro que no… pero es que… necesito ayuda», alegó algo desesperado.

Al oír ese extraño tono de voz, Vegeta abrió sus ojos y lo que vio lo hizo reír: ante él estaba Krilim, pero vestido de una manera bastante ridícula con unos pantalones cortos que debía sostener con sus manos para evitar que cayeran al suelo, ya que eran muy grandes para su tamaño, una camiseta y completamente descalzo. «No es que me importe mucho, pero… ¿qué te pasó? ¿Tu esposa se negó a lavarte la ropa?», le preguntó en un tono bastante irónico.

«¡No te burles, Vegeta! Esta ropa me las dio… un ‘amigo’… pero lo que me preocupa no es mi atuendo… Vengo de unas tales Pozas de Jusenkyo en donde me pasó algo muy extraño…»

«¡¿Fuiste a las Pozas de Jusenkyo?! –le interrumpió–. ¡¿Y para qué diablos fuiste allá?!», dijo Vegeta, poniéndose de pie de un solo brinco.

«Es que cuando llegué a mi casa anoche, el maestro Roshi me dijo que ustedes habían ido a ese sitio y que estaban en peligro. Bueno… no me lo dijo, pero me lo insinuó, así que un amigo del maestro, llamado Happosai, me guió hasta el lugar. Pero, al llegar allá, el muy tonto me tiró en una de esas pozas… y… y… y…».

«¡¡¿Y qué?!!», insistió, cada vez más alterado, Vegeta.

«Y me transformé es un animal muy extraño. Imagínate cómo me puse al darme cuenta de mi nuevo ‘aspecto’…», le confesó Krilim muy afligido y bajando su mirada.

«Oh, sí, claro que lo imagino…», murmuró Vegeta para sí.

«¿Qué dijiste?, no te escuché…».

«Emmm… nada, insecto. Sólo quiero saber qué quieres con Bulma. Ella no tiene nada que ver con tu problema».

«Sí, pero ella es una científica. Tal vez pueda ayudarme a solucionar mi problema. Por eso quiero hablar con ella».

«¡¡Ni hablar!! ¡¡No quiero que le digas nada!!», replicó Vegeta, furioso.

«¡¿Por qué no?!… ¿y por qué estás tan nervioso?… Un momento, ustedes también fueron a esas pozas… No será que…».

Krilim iba a continuar, pero Vegeta le tapó la boca con sus manos. «¡¿Quieres callarte?!, ¡Bulma podría escucharnos! ¡Y de ninguna forma permitiré que ella se entere… de… de… de… tú-ya-sabes-qué!».

«Pero… –replicó Krilim cuando el saiya lo soltó–. Eso quiere decir que ustedes también… ya sabes…».

«Así es…», respondió Vegeta dándole la espalda y cruzando sus brazos.

«Es terrible… y hasta temo preguntar en qué se convirtieron… pero… Bulma… tal vez…».

«¡¡Ya te dije que no!!. Además, ella no podrá ayudar en nada… Lo que sufrimos se llama: La Maldición de Jusenkyo, y no tiene cura».

«¡¿La Maldición de Jusenkyo?!… ¡¿Qué diablos es eso?!».

«Nuestras transformaciones son producto de esa maldición, ¡¿es que no estabas con el desgraciado de Happosai?! ¡Él sabe todo sobre el tema!».

«Sí estaba, pero lo dejé en las pozas. El muy estúpido no me reconoció. Pero cuéntame, si este problema no tiene cura, ¿cómo viviré de ahora en adelante? ¿Y cómo se lo diré a mi esposa?, ¿cuándo me transformaré?, ¿será al azar?…». Krilim pensaba continuar con su interrogatorio, pero Vegeta, de un grito, lo detuvo.

«¡¡Ya cállate, humano!! ¡Yo no sé gran cosa al respecto! Y además, ¡no soy el profesor de nadie, así que no esperes que te dé una clase magistral sobre la dichosa maldición! ¡Ve y pregúntale a tu inseparable amigo, Kakarotto, él te informará todo lo que sabe!… Además, ya debe de estar por llegar para ir en busca de Piccolo, que se perdió también en ese maldito lugar… ¿¿Lo viste cuando estuviste en las pozas??…».

«¡¡¿Qué?!! ¡¡¿Piccolo también?!!… ¡Es una desgracia!… no puede ser… No, no lo vi y tampoco sentí su Ki…».

Mientras Krilim y Vegeta seguían su discusión, no se percataron que alguien escuchaba toda su conversación. Detrás del árbol donde el saiya reposaba, un sapo, muy extraño para ser terrestre, se escondía y observaba todo lo que pasaba en la C.C. y, al hacerlo, pensaba:

«¡Así que era eso!… Ahora entiendo las extrañas transformaciones que he visto en el maldito de Vegeta y los demás… Jejeje, ésta podría ser la oportunidad de recuperar mi cuerpo. Si logro, de alguna forma, llegar a esas Pozas de Jusenkyo, podría intentar volver a ser el mismo super guerrero que fui hace tantos años… Yo, ¡el fabuloso capitán de las Fuerzas Especiales Ginyu!… ¡El Gran Ginyu!… El mismo que el imbécil de Kakarotto confinó al miserable cuerpo de un sapo namekuseijin… Por años he esperado en este jardín, y sin que esos tontos se dieran cuenta de mi presencia, la oportunidad de vengarme por la muerte de mi amo Freezer, y ahora, finalmente, mi oportunidad se ha presentado… Sólo debo llegar a esas pozas… Las Pozas de Jusenkyo…«.


Dragon Ball ½ – Capítulo 2

Capítulo 2: «Transformaciones Inesperadas»

Fanfic: Dragon Ball ½ 


Vegeta y Trunks salieron de aquella isla lo más rápido que pudieron. No querían recordar para nada en que se convertirían al contacto con el agua fría, además no querían que nadie se enterara de su maldición y, conociendo a Goku, de seguro él se encargaría de pregonar a los cuatro vientos su nueva personalidad, pero… pero… ¿adónde irían?… Tanto padre como hijo eran lo suficientemente orgullosos como para no permitir que Bulma se enterara de sus desgracias.

Vegeta volaba pensando en todas esas cosas: en su esposa y en cómo reaccionaría. De ninguna forma quería que supiera lo que le pasaba, ya que era demasiado vergonzoso… Repentinamente se detuvo en seco y volteó a ver a su hijo. «Trunks, me he dado cuenta que he perdido un poco mi condición física, así que me iré a entrenar; dile a tu madre… dile a tu madre… que no me espere por un tiempo…».

«Yo también estoy algo falto de entrenamiento. Iré contigo» Trunks sabía que ésa era una muy buena táctica de su padre para no regresar a la Corporación y evidentemente él también la utilizaría.

«No, Trunks. Tú debes volver a casa, tienes que reintegrarte al colegio… Además, no sé qué tanto problema te haces si convertido en gato todos estarán muy contentos contigo. Recuerda que a todos les fascinan los animales en ese lugar. En cambio, yo, ¡¿cómo voy a volver?!. Tú madre me echaría hasta de su cama… Tú sabes bien en qué me convertí»

«Sí. En un maricón», dijo espontáneamente el niño.

«¡¡¿Qué dijiste, mocoso?!! ¡Eres un irrespetuoso! ¡Has de saber bien que, a pesar de ser una mujer, sigo siendo TODO un hombre!», le aclaró algo alterado a su hijo. «Aunque eso sonó medio raro», concluyó para sí.

«Pero, papá, ¡¿habías visto a un Gato tan feo como yo?! Me da vergüenza que me vea mi mamá o mis abuelitos así», comenzó a sollozar el niño.

«Sí, Trunks, eres bastante feo. Pero qué le vas a hacer si lo heredaste de tu madre…»

«¡Ja! Seguro que tú te ves muy bien como mina con ese ‘dócil’ cabello que tienes», le contestó irónicamente el niño.

Vegeta no estaba de ánimos como para escuchar semejantes insultos, así que de un solo grito lo llamó a terreno… Pero al pequeño siempre le gustaba decir la última palabra: «Además de fea, mal genio. Mi abuelita siempre dice que las niñas feas y pesadas nunca consiguen pareja», y salió arrancando del lugar…

El padre andaba medio lento ese día, porque demoró bastante en comprender lo que le había dicho el chiquillo, pero más vale tarde que nunca, porque cuando entendió, comenzó a perseguirlo dispuesto a darle una buena paliza para que no olvidara quién era él. Pero justo en el momento en que iba a estirar el brazo para pescar al insolente niño, una brisa marina, elevada por el viento reinante, los dejó completamente empapados y consecuentemente transformados… Trunks cayó al agua estrepitosamente, maullando y chapoteando trataba de nadar, lo que a duras penas conseguía.

Vegeta, en cambio, estaba estático; en su transformación anterior no se había percatado mayormente de ‘ciertas’ protuberancias que ahora tenía… No lo podía creer, y se tocaba pensando que sólo era una alucinación… Pero no, ahí estaban… «¡¡¡DIABLOS, DIABLOS Y DIABLOS!!!»… Mientras él llamaba a su amigo, un pobre y feito gatito se estaba hundiendo en el mar rendido por el cansancio, pero justo en ese momento Vegeta volvió a la realidad… la dura y cruel realidad… Tomó al gato por el cuello (para nada delicado el muchacho) y continuó el viaje de retorno a la Corporación mientras se preguntaba mentalmente «¿Qué habré hecho yo para merecer esto?».


Mientras tanto, Goku sacaba a rastras a sus retoños de la Kame House, ya que ninguno de ellos quería confesar su tragedia…

«Papá, ¿cómo se lo diremos a mamá? –preguntó Gohan–. Yo no quiero dejar nada al azar. Transformarme inesperadamente puede ser muy riesgoso para todos. Al menos ustedes siempre están conscientes de sus actos».

«No te preocupes, hijo. Yo hablaré con Milk. Ni que lo fuera a tomar tan mal», le contestó Goku, sólo él convencido de sus palabras.

Goten iba un poco más atrás, calladito y cabizbajo sin ánimos de decir palabras. Cuando Gohan lo observó, no puedo dejar de preguntarle qué le pasaba, pero el pequeño ni lo escuchó ya que iba recordando algo que había visto el día anterior en Ciudad Satan junto a su amigo Trunks… ¡el camión de la perrera! Además, recordaba todo lo que su amigo le había dicho al respecto: «A mi me da mucha rabia esta gente, Goten. Le echan la culpa de todo a los pobrecitos perros vagabundos, los capturan y los MATAN y muchos de ellos sí tienen dueño y sólo se han perdido de sus casas o han salido a dar su vuelta matutina por los alrededores, pero a pesar de ello los PONEN A DORMIR antes que sus dueños los reclamen…».

«¡¡GOTEN!! ¿Qué te pasa que ni me escuchas?», le inquirió Gohan al niño, que temblaba ante la posibilidad de… la posibilidad de… ¡Ay, no!

«No, nada… es que… es que… ¡¡¡PAPÁ!!!», se abrazó el chico a una de las piernas de su padre y largándose a llorar. Y entre sollozos desesperados trataba de explicar lo que le ocurría: «Buuaaaa… es que… es que… ¡¡snif, snif!!… si la perrera… buaaaa… no me puedo defender… no me quiero morir… ¡snif!…»

Padre y hermano se miraron uno al otro y luego al pequeño, comprendiendo su temor. Goku abrazó al niño tratando de calmarlo y convenciéndole que nunca le pasaría algo, ya que él estaría siempre para ayudarlo.

«No temas, hijo. Yo nunca permitiré que algo malo te suceda», le aseguraba mientras le limpiaba las lágrimas.

«Pe…pe…pero, papá… Si ellos me llevan…»

«No lo harán, te lo prometo», dijo mientras lo tomaba en sus brazos. «Ahora vámonos, que tenemos que hablar con tu madre».

«Sí, papá…». Y así, los saiyas se fueron volando rumbo a su casa en Paozu Yama…

La casa de los Son ya se veía a lo lejos, y Goku decidió hacer el último trecho caminando para ordenar sus ideas y buscar la mejor forma de decirle a Milk lo que había ocurrido ese día. El pequeño Goten dormía en sus brazos, cansado de tanto llorar. Gohan, mientras, pensaba cómo haría al día siguiente, ya que Videl lo había invitado a su casa a bañarse en la piscina. No podía postergar ese compromiso ya que había fallado hoy, y mañana no podría volver hacerlo… Si lo hacía, seguramente nunca más le hablaría.

A pocos pasos de la entrada pudieron divisar una sombra a contra luz del Sol, que ya se estaba ocultando a lo lejos. Quién más que Milk podía ser: «¡¡¡¿¿SON ÉSTAS HORAS DE LLEGAR??!!! Se fueron temprano en la mañana y recién se dignan a volver… ¡¡¡GOHAN, DEBIERA DARTE VERGÜENZA DEJAR A TU NOVIA PLANTADA!!!…». En ese momento vio el rostro enrojecido de Goten y se alarmó. «¿Qué le pasó a mi pobre bebé que ha estado llorando?», le preguntó a Goku al tiempo que le quitaba al niño de sus brazos y continuaba su interrogatorio: «¿¿Trunks y Vegeta andaban con ustedes?? Bulma a estado vuelta loca llamando para acá todo el día…»

«Sí, Milk. Estaban con nosotros, pero se fueron antes y ya deberían haber llegado a su casa… Hum, qué extraño… Tengo algo importante que decirte», dijo por fin Goku.

«Ahora no. Me importa más acostar a mi pequeño que está tan cansado y ver a Gohan estudiando para recuperar el día perdido, que escuchar los progresos de tu entrenamiento».

«Bueno, será…», se resignó Goku entrando a la casa y comenzando a revisar el contenido de las ollas que su esposa tenía montadas sobra la cocina. Después de todo, el día había sido muy largo y con todo lo que pasó ninguno de ellos había probado bocado y el hambre apremiada…

«Papá –comenzó a hablar Gohan, aprovechando que Milk había subido al segundo piso de la casa para acostar a Goten en su cama–. No le dijiste nada a mamá de lo sucedido…»

«No. Ya viste que no me dejó… Pero es mejor así, porque seguro que se enojaba tanto que nos dejaba sin cenar, ¿no lo crees?», preguntó Goku al tiempo que probaba un exquisito guiso de res que estaba casi listo y olía delicioso.

«Es cierto, y con el hambre que tengo…», culminó su estómago haciendo extraños ruidos, ante los cuales ambos comenzaron a reír.


Mientras tanto, Vegeta y Trunks aún no llegaban a su hogar y no podían llegar así transformados; sabían bien que su problema era solucionable con un poco de agua tibia, pero ¿dónde conseguirla?. En un restaurante imposible, no llevaban dinero consigo… ¿Volver a Kame House? Tampoco, esta vez no podría contenerse de asesinar a Happosai… Última alternativa: Kakarotto, aunque habría preferido tener otro sitio a dónde ir… finalmente, y resignado, emprendió el vuelo a su casa…


«Mañana sin falta hablaré con Milk», se juró Goku al momento que se estiraba y levantaba de la mesa dispuesto a dormir luego de tan deliciosa cena. Goten no había cenado y Gohan y él casi se dormían sentados, durante la cena, del cansancio.

Pero justo unos golpes en la puerta los sacaron a todos de sus pensamientos. No eran comunes las visitas a esas horas en ese lugar… «Tal vez sea Videl», pensó Gohan esperanzadoramente…

Sin perder tiempo, Milk fue a abrir la puerta. Al hacerlo, se encontró con una hermosa mujer que tenía un gagito en sus brazos. «¿Qué desea?», preguntó con cierto recelo.

«Hablar con Kakarotto» dijo en su tono usual Vegeta. Por respuesta recibió un buen portazo en el rostro y un grito que le decía «¡Aquí no vive nadie con ese nombre!».

«¿Quién era, Milk?», preguntó intrigado Goku.

«Una mujer que buscaba a un tal Kakarotto» contesto sin darle mayor importancia al asunto, pero Gohan y Goku saltaron en sus asientos al reconocer ese nombre… Mientras, los golpes en la puerta se reiteraban y ella nuevamente tuvo que abrirla. «Ya te dije que te equivocaste de lugar».

«Oye, mujer, no me equivoqué de casa. De acuerdo… gggrrr, busco a Goku», dijo Vegeta comenzando a impacientarse… No le gustaba para nada decirle Goku a Kakarotto, aunque en ese caso no había remedio…

La mujer no reaccionó de inmediato, pero cuando lo hizo, una vida pasó en un segundo por su cabeza… «¡Buuaaaaa! ¡¡¡¡GOKU, ME ESTÁS ENGAÑANDO!!!! Una mujer te viene a buscar y no es Bulma», gritó sollozando.

El solicitado personaje se giró y pudo darse cuenta perfectamente quién lo buscaba, ¡era Vegeta!. Aunque en su versión femenina, pero… ¿qué estaría haciendo en su casa a esas horas y transformado en mujer?… Se levantó y caminó rumbo a la puerta dispuesto a solventar todo el malentendido. «Milk, no te preocupes si es Veg…» el recién llegado le tapó la boca de un solo golpe. ¡Cómo iba a permitir que ella se enterara quién era en realidad! ¡Eso, jamás!

«Pero, ¿qué te hice, Veg…?», trató de decir Goku, pero fue nuevamente callado de una forma no muy agradable… «No entiendo qué te pasa esta vez, Veg…», otro golpe lo calló. Gohan suspiró y se paró de su asiento recordando que su padre a veces demoraba en entender ciertas cosas, y, si no intervenía, terminaría bastante adolorido…

«Mamá, no te preocupes. Es mi novia, la conocí hoy y me enamoré de ella a primera vista y quise darte una sorpresa invitándola a cenar», dijo Gohan, rojo como tomate, interponiéndose entre su padre y Vegeta… «¡Qué cabeza hueca soy! ¡¿No pude pensar en algo mejor?! ¡Rayos!», pensó al momento de ver la cara del príncipe, que no era para nada amigable, y un pobre gatito morado estaba siendo bruscamente ahorcado por la furia que éste emanaba.

«¡¡¿Qué me estás diciendo?!!», preguntó la madre bastante preocupada. Sus sueños de estabilidad económica, cuando su Gohan se casara con la heredera de la fortuna de Mr.Satan, se estaban quebrando… Cubrió sus ojos y comenzó a llorar inconsolablemente, así que Goku quiso llevarla a su habitación, pero ella se resistió. Tal vez esta chica también era un buen partido. Además, después de todo, no le caía muy bien Videl. «Qué linda chica, Gohan… ¿Y cómo se llama tu novia?»

«¡¿Que cómo se llama?!, pues…», guardó silencio. La verdad sus neuronas no andaban muy creativas ese día; Vegeta seguía ahorcando al gatito y éste pataleaba tratando de hacerse notar, pero ninguno de los dos era tomado en cuenta. Se podría decir que eran víctimas de las circunstancias…

«Claro, hijo. Todas las personas tienen un nombre, ¿o acaso fue tan de primera vista su amor que ni tuvieron tiempo de presentarse?… A ver, linda, pasa por aquí, toma asiento», finalizó tomándola de un brazo y llevándola al comedor de la casa.

Vegeta fue empujado por la mujer hasta uno de los asientos de la mesa. El pobre Trunks logró soltarse de su padre, y tanto Gohan como Goku estaban a la expectativa para saltar a defender a su madre y esposa en caso que fuera necesario hacerlo…

«Bien, Gohan, ¿qué esperas? Siéntate junto a tu novia y tómale la mano con toda confianza. A mí eso no me molesta para nada… A ver, cuéntame qué hace tu familia. ¿Ganan mucho dinero?», quiso saber de inmediato la mujer.

Milk estaba jugando con fuego y todos sentían que se iba a quemar cuando Vegeta se levantó vigorosamente de la mesa… Ufff, por suerte no fue así; el pobre saiya tenía mucha hambre, así que fue a comerse los raspados de las ollas donde ya estaba el gatito encaramado. La madre quedo atónita con la mala educación de la ‘novia’; de seguro no era de buena clase… «Y bueno, Gohan, ¿cómo se llama esta mocosa?» preguntó en un tono bastante desagradable…

«Se llama… se llama… V… V… –en ese instante recibió la imponente mirada de Vegeta, que puso más nervioso al joven–. V… VE… VEG… IBERTA… Jejejeje… Sí, mamá, así se llama, VEGIBERTA –improviso nerviosamente–. Mamá, te presento a mi novia Vegiberta…»

«¿¿VEGIBERTA??», exclamó Goku.

«¿¿VEGIBERTA??», se preguntó Milk.

«¿¿VEGIBERTA??», pensó Trunks.

«¡¡¡¿¿¿VEGIBERTA???!!!», se asustó Vegeta. Después de todo, él estaba siendo la víctima…

«Qué lindo nombre…», fingió Milk, ya que le había parecido horrible, «Jijiji, ¿y el lindo gatito cómo se llama?» preguntó tratando de no hacer tan evidente su impresión.

«Su gato se llama… se llama… Epidemia». Hum, sin duda, ése no era el día inteligente de Gohan, o quizás después de un día junto a su padre algo se le había pegado… Aunque también dicen por ahí que el amor pone medios tontos (por no decir enteros) a los hombres… El amor a Vegiberta podía ser la razón.

«Ya es tarde, Goku. Vamos a acostarnos y dejemos a los chicos solos», dijo la madre, empujando al Saiya a sus habitaciones.

«Pe…pe…pero… Milk, no los puedo dejar solos…», comenzó a hablar Goku, ya que no creía muy aconsejable dejar solo a su hijo con Vegeta, que se notaba estaba bastante molesto.

«Ya, cariño, debes darte cuenta que nuestro hijo ya no es un niño… Y ahora quiere quedarse a solas con su novia… –En ese momento, Milk miró a su hijo y a su acompañante–. Hijo, los dejo solos, pero no por mucho tiempo, ¿eh? Mira que ya es tarde», culminó dándole el último empujón a Goku para hacerlo subir a su habitación.

Una vez que estuvieron solos, Gohan y las Víctimas (Vegiberta y Epidemia), éstas se ensañaron con el muchacho, quien terminó todo arañado y golpeado… Después de expulsada la ira, Vegeta tomó los fósforos, encendió la cocina y después de poner la tetera se sentó en la mesa a esperar el punto de ebullición. Epidemia, después de aburrirse de las ollas, se acostó en el regazo de su padre.

Y el agua comenzó a hervir y Gohan decidió dejar solos a sus ‘amigos’. Luego de quemarse con el agua, aparecieron el padre y el hijo felices y contentos, sólo deseosos de llegar a su hogar y comer la cena que seguramente Bulma les había preparado. Mañana decidirían cómo harían para que ella no se enterara de sus desgracias.

Sin duda, éste no había sido un buen día y rápidamente retornaron por fin a la Corporación.


Muy temprano sonó el despertador en la CC. Comúnmente Vegeta se levantaba a esas horas, pero éste no era un día común. No estaba de ánimos de entrenar, así que sólo destruyó el reloj y siguió durmiendo…

Al par de horas, Bulma se levantó y después de darse un rápido baño salió, como de costumbre, a trotar recorriendo su cuadra. Cuando estaba en la puerta, se dio cuenta que ahí se encontraba su hijo sentado en uno de los escalones de la entrada, y sin demora se acercó a él. «Hola, mi pequeño. ¿Cómo amaneciste?», lo saludó a medida que le abrazaba y le daba un gran beso de buenos días.

«Hum… Bien, mamá… ¿Puedo ir contigo a correr esta mañana?», preguntó con bastante desgano.

«Por supuesto, mi vida. Eso ni se pregunta. Vamos, y en el camino me cuentas porqué tienes esa carita tan triste». Y así, ambos se pusieron en marcha.


En la casa de los Son, ya todos estaban levantados tomando su típico desayuno saiyajin, cuando alguien llamó a la puerta…

«¡¡Gohan, Gohan, es Videl!!», anunció alegremente el pequeño Goten.

«Buenos días tengan todos –saludó y luego miró con reproche al joven saiya–. ¿¿Gohan, estás listo para irnos??… Además recuerda que me debes una buena explicación por lo de ayer», dijo la chica un poco malhumorada.

«¿Adónde van a ir ustedes?» preguntó Milk con la curiosidad característica de todas las madres del mundo.

«Yo invité a Gohan a mi casa para bautizar la nueva piscina que mi padre mandó a construir».

«Supongo que también va a ir tu novia, Gohan, porque a mí no me parece para nada correcto que andes con otras chicas si tienes novia; no es digno de un caballero», dio su opinión Milk a pesar de que nadie se la había pedido (otro gesto típico de las madres de todo el mundo). Mientras, Gohan se sonrojaba y al mismo tiempo se desesperaba por no saber qué hacer para callar a su madre que, sin darse cuenta, lo estaba metiendo en graves problemas con Videl.

«¡¡¿NOVIA?!!», preguntó bastante sorprendida la muchacha… No era justo. Ella, que le había estado coqueteando desde hacía ya algún tiempo, no había siquiera conseguido que el joven le tomara la mano, y ahora, de un momento a otro, salía con que tenía una novia… El mundo cayó sobre sus hombros, y sus piernas empezaron a temblar de la desilusión, ¡pero no! Ella era la hija del gran Mr.Satán, no se podía dejar abatir por un estúpido muchacho.

«Sí, se llama Vegiberta. Ayer, cuando fue a entrenar, la conoció y se enamoró a primera vista de ella, y la invitó a cenar anoche, así que ya la conocí y di mi aprobación para su noviazgo», dijo la madre, inconsciente del dolor profundo que sus palabras causaban en la chica, que inmediatamente cerró sus puños con fuerza, tratando de no llorar.

Gohan estaba pálido; no sabía qué hacer ni decir. Miró a su padre buscando algún apoyo, pero éste estaba pensando algo mucho más importante, es decir, calculando cuántas horas faltaban para la próxima comida, y como esto era muy complicado de resolver, pidió la asesoría de Goten, por ello ninguno de los dos se percató mayormente del asunto, así que el chico, tratando de evitar que el terrible malentendido causado por las palabras de su madre se hiciera mayor (otro particularidad de todas las madres del mundo), cogió a su amiga del brazo y salió a rastras con ella. «Mamá, ya vuelvo», le dijo a Milk mientras salía apresuradamente de la casa.

Una vez que estuvieron en el patio, Videl exigió una explicación y esto fue lo que obtuvo: «Mira, Videl, te voy a decir un secreto. Es cierto que ayer conocimos a Vegiberta, pero no es mi novia, lo que ocurrió es que mi padre se enamoró perdidamente de la mujer y ella le dijo que quería conocer su casa y a su mujer, así que por eso tuvimos que inventar toda esa triquiñuela… ¿Imagínate qué diría mi madre si se entera que mi padre se está tirando una canita al aire?»

«Pero Gohan, es muy feo lo que está haciendo tu padre», decía la chica mientras por dentro se alegraba de que no fuera ella la engañada. «¿Y tu hermanito sabe algo de esto?»

«¡Claro que no!… Por favor no comentes esto con nadie, Videl. Me estoy jugando la vida al contártelo a ti». Gohan decía con razón esto último, porque, ¿qué le haría Vegeta si se enteraba que él lo estaba poniendo como el novio de su padre?…

A Videl se le iluminó la carita. ¡Gohan seguía siendo un hombre libre!… Seguramente este día sería de ella ya que, con el bikini que había elegido, sentía una confianza única en sí misma. «Gohan, ¿nos vamos ya a mi casa? Mi padre nos ha de estar esperando»

«Sí, voy a buscar mi traje de baño y nos vamos… Ven, pasa», le dijo al momento que abría la puerta de su hogar. El muchacho se dirigió de inmediato por su prenda y Videl no pudo guardarse una sonrisa cuando vio a Goku y Goten pensando quién sabe qué cosa (la misma de hace un rato). Se acercó a ellos y se sentó junto al padre y dándole un codazo por lo bajo le dijo: «Es muy pícaro usted, señor Goku».

El interpelado sonrió. «Claro que sí, y si me vieras en acción, aún lo soy más».

«Ya, Videl. Estoy listo, vámonos», dijo Gohan al tiempo que bajaba de las escaleras, sonriendo.

«Gohan, nosotros nos vamos con ustedes. Iremos al río por un gran pescado para el almuerzo. ¿No les importa, cierto?», preguntó Goku a medida que se preguntaba para sí: «¿Pícaro… pícaro… pícaro…? Milk me dijo una vez qué significaba esa palabra… A ver… Hum, ¡qué va!, no lo recuerdo. Bueno, no importa… De seguro ha de significar algo relacionado con artes marciales».

«No, papá, no hay problema», respondió el chico. Y así, luego que todos se despidieron de Milk, se fueron caminando al río que estaba cerca de su casa.


«Bueno, Trunks, explícame qué te pasa», preguntó Bulma a su hijito, quien no le decía nada y su carita triste le hacía doler su corazón.

El niño no había dormido nada esa noche. Sabía que debía decirle su inquietud a su madre; ella siempre solucionaba todos sus problemas, y, cuando no podía, una buena charla lo ayudaba a seguir adelante, pero explicar que si tocas el agua fría te trasformas en un gato, era como para que lo internaran en el Open Door (en un hospital psiquiátrico). «No, mamá, no me pasa nada», culminó muy abatido.

«¿Tu papá te dijo alguna pesadez?… Bueno, siempre lo hace, pero tú sabes a qué me refiero».

«No, mamá, no me ha dicho nada… Ayer me dijo que se iba a ir de viaje de entrenamiento por algún tiempo, pero cuando le dije que yo quería ir con él, encontró uno y mil motivos para decirme que no».

«¿Ah, sí? ¡Qué raro! Si él siempre te anda obligando a que entrenes… Pero si estuviera tan necesitado de entrenamiento, no se habría quedado enredado en las sábanas como aconteció hoy. Y cambiando de tema, Trunks, ¿hiciste ya tus tareas para mañana?… –en ese instante vio algo que la alarmó–. ¡¡¡¡SEÑORA, TENGA MÁS CUIDADO!!!!» rezongó Bulma cuando sintió que una simpática vecina había abierto las llaves de los jardines, empapándola entera. «¿Trunks, me escuchaste?».

«Miauuu… miauuu»

«¿Y este gatito?… –se preguntó al sentir cómo el animalito se arrullaba en sus piernas–. Pobrecito, has de estar perdido. ¿Quieres ir a mi casa, pequeño?… Trunks, ¿no te parece adorable?… ¿Trunks?… ¿Trunks?… Dije la palabra mágica y desapareció: ‘tarea’… Tengo un hijo algo flojo, gatito; es igual a su padre…», dijo a medida que emprendía el retorno a su hogar con una nueva mascota en los brazos.


«Bueno, hasta aquí los acompañamos», dijo Goku al momento que partió corriendo, sacándose la ropa, seguido por Goten, para zambullirse en el río.

La muchacha abrió la cápsula que tenían en su bolsillo y un hermoso jet último modelo se vislumbró tras el humo. Ambos muchachos se montaron en la nave, prendieron motores y partieron. Gohan quiso despedirse con la mano de su familia, así que giró sólo para ver, asombrado, que ahí sólo estaban una chica desnuda y un tierno perrito negro…

Videl también se volteó a mirar y quedó perpleja cuando vio a Gohan estupefacto mirando a la chica desnuda. «¡¡¡GOHAN, ERES UN DEPRAVADO!!! Bájate, no quiero verte nunca más».

El chico estaba petrificado, no por lo que le había dicho la muchacha, sino porque había olvidado la calamidad de su transformación y había pensado ir a probar la alberca de Videl… Se bajó de la nave, pensando que eso era lo mejor, y se sentó a la orilla del río donde veía chapotear alegremente a su padre y a su hermano. Realmente ninguno de los dos se estaba haciendo mayor problema con el asunto, en cambio él… Pero quizás se estaba ahogando en un vaso de agua, ¡sí, eso debía ser! Su padre siempre le decía que tomaba todo muy a pecho, pero, ¡¡ya no más!! Así que rápidamente se sacó su ropa y de un brinco se hundió junto a su padre y hermano.

Como era evidente, el chico se trasformó instantáneamente en el temible parricida. Goku, que justo en ese instante estaba buceando, sintió cómo dos fuertes manos lo ahorcaban inclementemente. No podía zafarse de ellas y el oxígeno ya comenzaba a escasear, por eso pataleaba, pegaba codazos y logró transformarse en SSJ, pero no había caso; Ya estaba a punto de ceder, cuando de pronto sus ataduras se vieron aflojadas y aprovechando el momento nadó a duras penas hasta la orilla y desde ahí pudo contemplar cómo un perrito negro valientemente peleaba con el terrible demonio que había querido ahogarlo.

Impotente, veía cómo sus hijos peleaban por su culpa. Quería, deseaba separarlos, pero no podía hacerlo, estaba demasiado agotado, así que no podía siquiera levantarse. Además, convertido en mujer su fuerza se había mermado radicalmente… Sentía sus brazos y piernas bastante más cortos, lo que le dificultaba en el cálculo de los golpes y, aunque había podido transformarse en SSJ, se había dado cuanta perfectamente que la energía que esta vez sintió cuando efectuó la transformación, no era nada en comparación a la normalidad… ¡¡Qué impotencia!! Podía ver cómo el agua en torno a sus retoños se tornaba rosácea, pero él, ¿qué podía hacer?


Una vez en casa, Bulma se dirigió al refrigerador con la esperanza que Vegeta hubiese dejado algo para desayunar. Al abrirlo, se encontró extrañamente sorprendida. Pero si… ¡aún estaba lleno!, prueba inequívoca que el saiya no se había levantado. «¡Qué extraño!, ¿qué le pasará a este hombre?… Lo voy a ir a hacer rabiar un rato, así me voy a dar cuenta qué le pasa».

Y así se dirigió a su dormitorio y dando un brinco sobre la silueta que dormía lo despertó bruscamente. «Hola, mi amor, ¿cómo amaneciste? ¿Enfermito?», le decía a medida que le hacía una serie de cariños que bien sabía lo pondrían de mal genio y por último: «mira mi nueva mascota, ¿te gusta?», le dijo al momento que le ponía al gatito en pleno rostro. El gato, al ver a su padre, comenzó a mover agitadamente su colita.

En un principio Vegeta sólo se dejó querer, pero apenas vio al gato, de un brinco se sentó en la cama. «¡¡EPIDEMIA!!», se puso bastante pálido, y es que, fue un duro golpe darse cuenta que todo lo que había pasado el día anterior no había sido un mal sueño.

«¿Epidemia?… ¿Conoces a este gatito tan lindo?», preguntó intrigada la muchacha.

«Sí, a ver, pásamelo», dijo al momento que cogía bruscamente al animal y se lo llevaba a la cocina.

«¿Qué vas a hacer con él? Vegeta, ya te dije que iba a ser mi mascota», le dijo la mujer a medida que bajaba las escaleras, yendo tras su esposo, que le había sacado ventaja.

«Ya tiene dueño este animal, así que lo voy a echar a la calle», le respondía a medida que mojaba al gatito con el agua tibia que salía de la llave. Inmediatamente el niño volvió a su estado normal.

«Gracias, papá», le dijo Trunks alegremente, aunque estaba mojado.

En ese momento apareció Bulma en la cocina y se percató de la presencia de su hijo. «Hasta que apareciste, Trunks. Voy a revisar tus cuadernos en un rato más a ver si ya hiciste tus tareas, ¿está claro?», le decía al chico al momento que se asomaba por la ventana por donde creía que Vegeta había arrojado a su gatito, pero evidentemente nada encontró.

El chico desapareció instantáneamente del lugar al escuchar la sentencia de su madre dejando solos a la pareja. «Vegeta, ¿por qué te ves tan pálido? ¿Te sientes mal?», preguntó la mujer finalmente.

«No me molestes más, mujer. Y mejor anda a bañarte, que bastante falta te hace».

«Siempre tan lindo él –se bufó la chica–. ¿Quieres venir conmigo? Una buena ducha con agua helada te va a sentar bien», le preguntó de manera seductora mientras acariciaba su pecho.

Ganas no le faltaban al hombre, además, estas invitaciones eran realmente escasas, pero consciente de todo lo que podría pasar bajo el chorro de agua, sólo le dijo: «No tengo ganas de perder mi tiempo. Prefiero ir a la cámara de gravedad».

Al escuchar esto, Bulma se sintió muy desilusionada, pero al mismo tiempo su preocupación por el enigmático comportamiento de su marido se acrecentó. «Tú te lo pierdes…» atinó a contestarle. Realmente era extraño que no hubiese querido estar con ella, ¡¡y preferir la cámara antes que a su esposa era imperdonable!! «¿Qué le pasará a este hombre?», se preguntó.

Vegeta no fue a entrenar como había anunciado. Se tiró en el pasto a pensar en el nuevo giro de su destino… Realmente su vida había sufrido cambios muy bruscos a lo largo de ella; de príncipe pasó a ser un mercenario a las órdenes del maldito de Freezer; de un asesino a un salvador del planeta en que vivía; de un solitario a un padre de familia; de un hombre… a una mujer. «¡¡MALDICIÓN, QUÉ HUMILLANTE!!… Y ahora ¿cómo lo voy a hacer para seguir adelante? –pensó–… ¡¡DEMONIOS, ¿QUÉ HABRÉ HECHO YO PARA MERECER ESTO?!!… Bueno, no me hice problema cuando me fui al infierno y me los voy a hacer ahora… De alguna forma tiraré para arriba… ¡¡Hay que pensar positivo!! Sin embargo, en algún momento Bulma se enterará de todo lo que pasó, es inevitable… Bueno, al menos no me puede pasar nada que sea peor que esto… espero…».

Bulma salió del baño, rumbo a la habitación de Trunks, aún preguntándose qué le estaba pasando a su hombre, pero recordó que en esos momentos su prioridad debía ser su hijo. La profesora le había llamado esa semana para decirle que el chico estaba muy desordenado en clases y no presentaba sus trabajos a tiempo.

«Trunks, ¿puedo pasar?», dijo golpeando la puerta antes de entrar. Se sorprendió cuando vio el desorden de la habitación y encontrar al niño jugando con su Gameboy en el balcón en vez de estar haciendo sus deberes. Confianzudamente abrió el bolso del colegio y cogió uno por uno los cuadernos que ahí habían. «¡¡TRUNKS BRIEF, ¿QUÉ SIGNIFICA ESTO?!!» le llamó la atención al ver que cada uno de los cuadernos estaba en blanco y eso que estaban bastante más allá del medio año escolar… El grito de improviso de su madre lo hizo perder el equilibrio y cayó bruscamente por el balcón, ¿y qué había abajo?: la piscina. Para el niño era una buena forma de escapar rápidamente del problema que era su madre enfadada… No pasó ni un minuto y del agua emergió un gatito morado que rápidamente se puso al sol para secar su pelaje, mientras escuchaba los molestos gritos de la mujer que le seguía llamando la atención pensando que el chico aún seguía ahí.

Una vez seco el felino, vio a Vegeta acostado plácidamente en el césped, así que para allá se dirigió, y justo en el momento en que estaba acomodándose junto a él, apareció Goku (en su versión femenina) frente a ellos, utilizando la Teletransportación.

En ese momento, al no ver a su hijo, Bulma se asomó por el balcón y desde allí pudo observar a su nueva mascota, a Vegeta y a una chica con el pecho descubierto frente a ellos. ¡¡A UNA CHICA SEMIDESNUDA FRENTE A ELLOS!! Rápidamente bajó a la planta baja y vio cómo Vegeta se incorporaba y el gatito se tiraba encima de la muchacha, «Ahh, ya veo –pensó enfurecida–. Debe ser de ella el gato y Vegeta ya la conoce, si no, ¿cómo iba a saber el nombre del animalito?… ¿Quién será esa mujer tan poco pudorosa?». Se acercó a ellos para preguntar, bastante preocupada, ya que ella era bastante hermosa. «Vegeta, ¿quién es esta mujer?».

«Nadie que te importe, mujer» le respondió con su simpatía de costumbre, sabiendo el regaño que le esperaba al conocer lo celosa que era su esposa.

La visita se hizo notar. «Hola, Bulma. ¿Cómo estás? Disculpa que no me quede más rato, pero realmente es una emergencia. Necesito que Vegeta y Trunks me ayuden», dijo Goku inocentemente sin darse cuenta que, convertido en mujer, Bulma no lo reconocería.

«¿Y cómo sabes quién soy? ¿Quién eres?», preguntó Bulma, mientras observaba su pecho desnudo y aun más intrigada mientras se pasaba uno y mil rollos por la cabeza. «Vegeta, ¿me podrías decir qué tienes que ver con esta mujer?… Te lo advierto, ¡no voy a soportar ninguna infidelidad tuya!».

«¡No me amenaces!… En todo caso, ya bien sabes que con un estorbo me basta… ¿Qué demonios vienes a hacer a mi casa?», preguntó Vegeta, dirigiéndose a la recién llegada.

Acercándose a su oído, le respondió: «Agua caliente. Tengo a Gohan y a Goten peleando y siendo mujer soy debilucha… ¿Me acompañas? Es que están en el río y tengo que sacar a Gohan de ahí primero… Si quieres, después podríamos entrenar un rato», le entusiasmó Goku.

«No, no tengo ganas de pelear, pero ven, vamos a la cocina, ahí te llevas el hervidor con agua. Y si quiere ir Trunks, que vaya», le contestó con desgano el saiya.

«Vegeta, ¿te sientes bien? ¿Escuché mal o dijiste que no querías pelear?… Trunks está castigado, sólo que, cuando lo encuentre, le informaré. Además, no voy a dejar que salga con una desconocida. Después le pasa algo…» informó la madre.

«Mujer, no seas tan regañona», le dijo su pareja al tiempo que se adelantaba con Goku y el gato a la cocina. La muchacha se quedó un rato más en el jardín tratando de sumar todo lo que había pasado ese día: «Primero, Vegeta no entrenó; segundo, no quiso bañarse conmigo; tercero, apareció esta chica bastante extraña y cuarto, ¡rechazó una oferta de pelea!».

Mientras, en la cocina Vegeta ya tenía hirviendo el agua. «Quizás quemando a Kakarotto me animo un poco», y le vació casi todo el líquido sobre el cuerpo…

«¡¡¡AYAYAYAYAYYYYYYY!!!» exclamó Goku, al quemarse con el agua. «¡Oye!, ¡eso me dolió!».

«No, no me animó», se dijo Vegeta al momento que tomaba al gatito y lo rociaba con agua tibia mientras pensaba: «Ya me estoy cansando de hacer esto…».

Aún quejándose, Goku invitó a Trunks a ir con él, y cogiendo el resto del agua caliente se teletransportó donde estaban sus hijos.

«¿Y dónde está esa mujer y el gato? ¿Y ese grito qué fue?», preguntó Bulma cuando llegó al lugar. Evidentemente, el interrogado no la tomó en cuenta.

«Tengo hambre. Prepara algo, Bulma», le ‘pidió’ el hombre.

Para ella, éste era el trato normal y no le molestaba para nada. Se había dado cuenta que sólo era cosa de costumbre. Preparó la merienda y, después de comer, una de sus típicas brillantes ideas se le pasó por la mente. «Vegeta, ¿vamos a tirarnos a la piscina?»

Él sabía muy bien que después de esos baños en la piscina se encerraban en su habitación por muuuuuucho rato, pero el agua helada se interponía. «No, me es más entretenida la T.V.», le respondió sin muchas ganas al tiempo que se sentaba en el sofá y tomaba el control remoto del aparato.

Dos nuevos agregados a la lista de la muchacha: «Quinto, no quiso estar conmigo; sexto, ¡¡encuentra entretenida la T.V.!! No, este hombre no está bien». Subió a su habitación, se cambió de ropa y se fue a tomar el sol… y a meditar sobre lo que estaba viendo en su pareja.


Goku y Trunks llegaron al sitio de la pelea; un perrito estaba inconsciente en la orilla del agua y Gohan no se veía por el lugar. Seguramente había sentido el Ki de Goku en la Corporación Cápsula y se dirigió hacia allá. Rápidamente transformaron a Goten y lo reanimaron. Realmente se veía agotado el pobre niño, pero era necesario que se recuperara prontamente para ir tras Gohan; él, en una cuidad, en ese estado, podría ser realmente peligroso. El padre se teletransportó donde el maestro Karin, necesitaba con prontitud restablecerse él y su hijo. Con la misma prontitud que partió, volvió, comió un semilla, le dio otra a su hijo y guardó las sobrantes. Una vez listos, partieron en busca de Gohan, teletrasportándose algunos metros tras de él.

«Chicos, ustedes lo retienen y yo le doy el baño de agua, ¿estamos?», informó su plan Goku.

«¡Sí!», respondieron. Obedientemente los niños trataron de sujetar al energúmeno de Gohan, pero su fuerza los superaba con creces, y es que la rabia que sentía hacia su padre lo hacía explotar de ira.

Goku trataba de atinarle el agua, pero no lo lograba nunca, así que desgraciadamente perdió todo el preciado liquido. Dándose cuenta que estaban donde mismo habían comenzado, mandó a los chicos a calentar agua pasándoles el hervidor, mientras él entretendría a Gohan lo más que podía sin tener que lastimarlo de gravedad.

Trunks y Goten buscaban desesperadamente agua, pero ahí donde estaban sólo veían un espeso bosque. «Oye, Goten, y cuando por fin encontremos agua, ¿¿dónde la vamos a calentar?? Este hervidor es eléctrico, tendremos que ir a tu casa».

«Sí, Trunks, tienes razón… Mira, ahí hay unas pozas de agua». Rápidamente los niños descendieron en aquel lugar, cogieron el agua y sin más demora partieron a la casa de Goten, pero pocos metros antes de llegar a ella se percataron de un pequeño detalle: «Trunks, esta agua esta tibia, ¿por qué será?».

«¿Eh? Déjame ver, Goten… Eres un idiota, ¿¿cómo no te diste cuenta que era un manantial el lugar desde donde cogimos el agua??», le llamó la atención su amigo, como si él no hubiese tenido parte en su desliz.

Rápidamente volvieron al lugar y lo limpiaron para hacerlo más visible (es decir, cortaron los árboles circundantes) y fueron en busca de Gohan y Goku, cosa que no demoraron en realizar guiándose por sus Ki. Cuando vieron a las figuras, decidieron fusionarse ya que la vez anterior no habían podido retenerlo lo suficiente… «¡¡FUSIÓN!!».

«¡Aquí llegó el poderoso Gotenks para salvarte, Goku! No temas más, que yo solucionaré tus problemas con mis increíbles habilidades». Y así fue, Gotenks abrazó fuertemente a Gohan y juntos se tiraron al manantial, logrando que por fin el muchacho volviera a la normalidad.

Después de semejante odisea, descansaron por un largo rato en el mismo manantial. Gohan realmente estaba deprimido, les había traído grandes problemas con su inconsciencia y se prometió a sí mismo que esto nunca más volvería a pasar.

El esfuerzo que habían hecho los hizo quedarse dormidos en el mismo lugar, y ya a punto de anochecer, Goten despertó por el crujir de su estómago que le indicaba el hambre que estaba sintiendo. Les hizo notar a todos la hora, para que así volvieran pronto a la casa donde seguro Milk los estaría esperando con una rica comida.

«¡¡Milk, ya llegamos!!», anunció Goku.

«¡¡Ya era hora!! ¿Trajeron la cena?… Gohan, Videl te ha estado llamando todo el día, parece que no quiere aceptar lo de tu noviazgo con Vegiberta. Imagínate que la ordinaria me dijo que me preocupara mejor del fresco de Goku que de sus asuntos. ¿Qué me habrá querido decir?…».

«No te preocupes, mamá», le respondió desanimadamente y se dirigió a su habitación.

«Mamá, ¿qué hay de comer?… Tengo mucha hambre», preguntó Goten.

«Yo también, señora mamá de Goten», manifestó Trunks.

«¡Ay, niños, no tengo nada! ¡¡Se suponía que Goku traería la cena!! Pero está claro que se le olvidó… Así que no hay nada de comer en casa, lo siento», finalizó con una mirada acusadora. Goku, al verla, recordó que, en efecto, había ido al río a pescar y a buscar alimentos…

«¡¡¿QUÉ?!!» preguntaron los saiyas al unísono, asustados con la noticia de la falta de comida.

«¿Y si vamos a mi casa? Mamá siempre se alegra de recibir visitas y de seguro habrá muchas cosas ricas para comer», sugirió Trunks.

Seguro que iban a pensar dos veces semejante oferta. Invitaron a Gohan, pero él no quiso ir. Tenía muchas cosas en qué pensar en esos momentos y, aunque no quería decirlo, esperaba que Videl llamara nuevamente.


Con la teletransportación, todos ellos llegaron casi instantáneamente a la Corporación, y justo cuando la pareja se estaba sentando a cenar, Vegeta dio un brinco en su asiento cuando sintió tres kis de saiyas y rápidamente comenzó a limpiar la mesa de alimentos.

«Hombre, ¿qué te pasa? Te vas a atorar», le advirtió Bulma al verlo comer de esa manera. No necesitó respuesta, ya que en ese momento vio cómo entraban a la casa las visitas y se dirigían rápidamente donde ellos estaban.

Bulma no se asustó tanto como Vegeta. Ella siempre estaba preparada para estos casos de emergencia, así que se levantó y los fue a recibir cordialmente, como ella acostumbraba.

Después de la cena, Vegeta se fue a acostar. No estaba de ánimos de hacer vida social. Bueno, ¿alguna vez lo estaba? Goku se quedó dormido en el sofá mientras las mujeres, en la cocina y tomando una taza de café, hablaban y hablaban sobre los últimos acontecimientos de sus vidas, es decir, de lo raro que andaba Vegeta, de la nueva novia de Gohan, de la muchacha que había venido a buscar a Vegeta y que al parecer era la misma persona, ya que ambas tenían un gato morado llamado Epidemia, etc., etc. Los niños estaban muy cansados, así que después que Trunks le enseñó sus nuevos juguetes a Goten, se quedaron, también, dormidos sobre la alfombra.

Milk, dándose cuenta de la hora, decidió despertar a Goku para que se retiraran a su hogar.


En Paozu Yama, el ruido del teléfono hizo pegar un salto a Gohan, que ya casi se había quedado dormido. Salió corriendo y, luego de tropezar con todos los muebles que se interponían en su camino, finalmente pudo contestar a tiempo.

«Aló, Gohan, habla Videl –saludó la muchacha por el teléfono–. Siento mucho lo de esta tarde, es que me molestó verte mirando así a una mujer, pero ahora que lo he repasado una y otra vez el asunto, creo que exageré en ese momento. Creo que no reaccionaste como un libidinoso, sino más bien como si conocieras a esa mujer, ¿me equivoco?».

«Videl, qué bueno que me llamaste para que aclaráramos esto de inmediato –respondió el chico–. La verdad yo debería haberte explicado en ese mismo momento lo que pasaba, pero es que en verdad me sorprendió ver a esa persona ahí, y claro que la conozco es… es… nadie importante. ¿Nos juntamos mañana a estudiar?».

«Por supuesto, Gohan. Nos vemos mañana donde siempre», respondió de inmediato, intuyendo que algo le oculta… algo que seguramente le preocupaba mucho y lo hacía actuar de esa forma tan extraña, aunque prefirió guardar en silencio sus sospechas y esperar a que él mismo decidiera cuándo contarle sus problemas.

«Sí, Videl. ¡Ah!, me alegra saber que solucionamos este problema…». Y así siguieron hablando por un largo rato los dos muchachos, como acostumbraban a hacer diariamente.


Dragon Ball ½ – Capítulo 1

Capítulo 1: «La Maldición de Jusenkyo»

Fanfic: Dragon Ball ½ 

Nota de las autoras: Antes de comenzar con nuestra historia, quisiéramos agradecer a algunas personas por su ayuda en la realización de ésta:

Raquel: Quisiera agradecer a Mr.Satan, de la página Ciudad Satan que, a pesar de lo ocupado que siempre se encuentra salvando al mundo de monstruos como Cell y Boo, me dio la idea para escribir este Fanfic, por eso le doy sus merecidos créditos. También a mi amiga Melinka por aceptar escribir la historia conmigo.

Melinka: Por mi parte, gracias a los amigos del #Bullautonomo por ayudarme a encontrar nombres feos, al amigo Miyagi por sus opiniones y en especial a Mr.Satan, ya que si él no le hubiese sugerido la idea a la amiga Raquel, ella no me la habría sugerido a mí.


Goku volaba junto a su hijo Goten rumbo a Kame House. Era un día soleado, ideal para que la pareja fuera a visitar a sus viejos amigos: El maestro Roshi y Krilim y su familia.

Ya había transcurrido todo un año desde la derrota de Boo, y la paz reinaba nuevamente en todo el planeta, es por esto que todos los guerreros habían dejado de lado un poco los entrenamientos para descansar y, en el caso de Goku, recuperar el tiempo perdido junto a sus familias. ¡Y bien que lo necesitaba!, no había sido tarea fácil adaptarse nuevamente a su vida pasada luego de tan prolongado período en el otro mundo, y, más aún, enfrentar la responsabilidad de un nuevo hijo al que apenas conocía y que había tenido que vivir siete años sin un padre a su lado… Afortunadamente, Goten había demostrado ser un niño sencillo y cariñoso.

Goku sonrió al pensar en su pequeño hijo que volaba a su lado. Se parecía tanto a él, y no sólo en el aspecto físico, ya que eran como dos gotas de agua, sino en carácter. Sí, eran bastante parecidos en muchos sentidos, cosa que facilitó mucho el acercamiento entre padre e hijo, y ahora, casi un año después, eran inseparables, y al verlos juntos, parecía como si siempre hubiesen estado uno al lado del otro. Además, era un excelente compañero de entrenamientos, su potencial de pelea era asombroso, superior incluso al que había tenido Gohan a su misma edad, y, aunque no existía un peligro latente que amenazara a la Tierra en esos momentos, la historia les había demostrado en más de una ocasión que la maldad, de una u otra forma, siempre vuelve a tratar de destruir y corromper, por eso era necesario estar preparados para cuando nuevamente se presentara.

Pero ese día era distinto. Después de una larga semana de entrenamientos, Goku había recibido una invitación del maestro Roshi para que fuera a Kame House a conocer a un viejo amigo de éste que venía de visita desde Japón. Parece que era, al igual que su sensei, un viejo luchador de artes marciales. Esto le dio mucha curiosidad al saiya, quien vio la oportunidad de, tal vez, aprender alguna buena técnica de pelea a su lado. Una ayudita nunca estaba de más… Después de todo, al lado del maestro Roshi él había aprendido muy buenas técnicas, como el Kamehameha, que era uno de sus ataques preferidos a la hora de pelear con algún oponente.

«Oye, papá, ¿cómo será el amigo del maestro Roshi?», preguntó, de repente, Goten a su lado, sacándolo de sus pensamientos.

«No tengo idea, hijo. Espero que sea tan simpático como el maestro», respondió su padre con una amplia sonrisa en su rostro.

«Sí, eso espero yo también. Tal vez hasta pueda enseñarnos alguna buena técnica de combate, ¿no crees?».

«Eso mismo estaba pensando yo». Apenas dijo esto, ambos comenzaron a reír a carcajadas. Una vez más habían demostrado su gran parecido.

Unos instantes después pudieron divisar la pequeña isla en donde descansaba la vieja casa que por mucho tiempo Goku había llamado «su hogar», y también pudieron ver al maestro, que, desde lejos, los saludaba con su brazo en alto.

«¡Hola, Maestro Roshi! ¿Cómo está?», preguntó su viejo pupilo apenas se posó en el suelo junto a su hijo.

«¡Hola, Maestro!», gritó Goten, que apenas llegó, salió corriendo a su encuentro.

«¡Hola, Goku y Goten! ¡Cuánto tiempo sin verlos a ambos!», respondió Roshi mientras acariciaba la cabeza del pequeño saiya que le sonreía con una mezcla de inocencia y picardía muy parecida a la de Goku cuando entrenaba con él, apenas un poco más grande de lo que era Goten en ese momento. «Igual que su padre», pensó divertido el viejo maestro.

«Sí, es que entre los entrenamientos y Milk, no me queda mucho tiempo para hacer visitas», comentó Goku al tiempo que sonreía un poco apenado y colocaba una mano detrás de su cabeza, pero luego se quedó mirando insistentemente la puerta de la casa, como esperando que alguien saliera por ella… «Dígame, maestro, ¿dónde está Krilim? Es raro que no haya salido a saludar».

«Oh, lo siento, Goku. Krilim y su familia se fueron de paseo hoy. Jijiji, es que se me olvidó comentarles que tendríamos visitas».

«Ya veo. Es una pena, hacía tiempo que no veía a Krilim y quería saludarlo», dijo Goku un poco entristecido al no poder ver a su gran amigo.

«Oiga, maestro, ¿y qué pasó con su amigo que vendría de visita?», preguntó Goten, saltando y corriendo, alrededor de la pareja.

«Hum, no sé que le habrá pasado a mi amigo. Ya debería haber llegado».

En ese momento pudieron divisar cómo un aerocoche último modelo de un color rojo intenso, aterrizaba muy cerca de ellos levantando tanto polvo a su alrededor que dejó ciegos por unos instantes a todos los presentes. Luego que la nave voladora apagó por completo sus motores, la compuerta de entrada de la nave se abrió, dejando al descubierto a un viejo sonriente.

«¡Ey, Roshi, viejo verde! ¿Cómo te va?», saludó el anciano con una enorme sonrisa en su rostro.

El maestro Roshi rió al escuchar a su viejo compañero de entrenamientos al tiempo que caminaba a su encuentro, mientras la pareja de saiyas se quedaba atrás observando, curiosos, la escena. «Bien, amigo, pero mira nada más qué viejo te has puesto, jejejeje».

El anciano salió con gran agilidad de la cabina de su vehículo, y al bajar pudo ver su reflejo en uno de los costados de su hermosa nave, cosa que le dio un gran orgullo. «Yo nunca seré un viejo, amigo Roshi, pero mira, ¿qué te parece mi nueva navecita?», preguntó con un guiño de ojos.

El maestro sonrió con su pregunta. La nave se veía que era nueva, y enseguida se figuró que la había comprado sólo para presumir con su eterno rival de peleas. Creía que podría dejarlo boquiabierto con una insignificancia como aquella, aunque realmente era muy hermosa esa nave. De sólo verla provocaba tocarla y recorrer sus curvas como si de una hermosa mujer se tratara…

«Es muy bella en verdad, Happosai. Pero llegas tarde, te esperaba hace horas».

«Lo siento mucho, pero me detuve en una tienda a comprar algunas cosas que nos harán falta mientras esté de visita aquí». Apenas dijo esto, caminó a la parte trasera del vehículo y abrió la maletera en donde guardaba todo su equipaje, pero al tratar de sacarlo, no pudo hacerlo, ya que estaban muy pesados. Al ver esto, el maestro se acercó a él para tratar de ayudarlo, ¡pero ni aún entre ambos pudieron!

«¡Vaya que están pesadas tus maletas! ¿Qué traes aquí, piedras?», preguntó, cansado, Roshi, al tiempo que secaba el sudor de su frente.

«Ya verás, ya verás», respondió Happosai con picardía, cosa que confundió un poco a su amigo.

«Bueno, afortunadamente un discípulo mío y su hijo se encuentran aquí. Les pediré que nos ayuden».

«Me parece una buena idea».

Roshi llamó con un gesto de manos a Goku y a Goten, y enseguida ellos se acercaron a saludar.

«Hola», saludaron padre e hijo al mismo tiempo.

Happosai se les quedó mirando sorprendido por su gran parecido. ¿Estaría viendo doble?. La verdad es que, a su edad, la vista comenzaba a fallarle, al igual que su memoria. «Pero… ¿estoy viendo doble, acaso?», preguntó finalmente.

«No, ellos son Goku y su hijo Goten, y como ya te habrás dado cuenta, son muy parecidos», dijo el maestro, conteniendo su risa. «Goku, Goten, él es mi viejo amigo, el maestro Happosai».

«Mucho gusto», volvieron a decir al unísono.

«H-Hola…», finalizó el hombre, aún un poco confundido.

«Goku, por favor ayúdanos con el equipaje de Happosai, que está muy pesado», dijo Roshi, mientras señalaba las maletas de su amigo.

«Claro, maestro, con mucho gusto. ¡Vamos, Goten!».

«Sí, papá».

En sólo unos instantes, la pareja tomó en cada mano las maletas de Happosai, levantándolas con tanta soltura que parecía que estaban llenas de plumas, cosa que dejó boquiabierto al hombre.

«¡Ustedes sí que son fuertes!», exclamó, muy sorprendido el anciano, al tiempo que se acercaba a la pareja y los observaba de arriba a abajo como si fueran unos fenómenos, cosa que los puso muy nerviosos.

«B-Bueno, sí… jijijij… Es que hemos entrenado mucho, mi hijo y yo», contestó, algo apenado, Goku.

«Sí, eso veo, y, ¿no les gustaría ser más fuertes?», preguntó.

«¡¿Cómo es eso?!», exclamaron, por tercera vez, al mismo tiempo.

«Bueno… –comenzó a hablar Happosai–. Es que yo conozco un lugar en donde pueden entrenar y aumentar su poder de pelea. De hecho, unos discípulos míos fueron a ese lugar y ahora son muy fuertes».

Al escuchar esto, padre e hijo se miraron llenos de emoción. Su sangre saiya hervía y sus ojos comenzaron a brillar ante la posibilidad de aumentar sus poderes.

«Díganos, ¿dónde queda ese lugar que usted dice?», preguntó Goten sin poder contener su alegría.

«Verán, es en un sitio llamado ‘Las Pozas de Jusenkyo’, y queda en China… cerca de un pueblo donde viven unas chicas muy hermosas… Hum, si las vieras, Roshi, te mueres», dijo el anciano a medida que recordaba a las hermosas criaturas y se sonrojaba.

«¡Qué bien! –exclamó, Goku, sacando de sus pensamientos a Happosai–. Iremos enseguida. ¡Vámonos, Goten, a ver si Vegeta, Gohan y Trunks quieren ir a entrenar con nosotros a ese lugar!», dijo al tiempo que ponía dos dedos en su frente y desaparecía, con el niño, frente a los dos hombres.

«¿Y cómo son esas chicas, Happosai?», preguntó Roshi lleno de emoción.

«¿C-Cómo… h-hicieron… eso?», preguntó, consternado, Happosai.

«Es una técnica especial de Goku, llamada: Shunkan Idou… Estos jóvenes de hoy en día –dijo Roshi–, se van sin siquiera despedirse… Pe-pe-pero, cuenta, ¿cómo eran esas chicas, Hapossai?. Además, ¿qué traes en las maletas?».

«Y-Ya… v-veo…», finalizó, el hombre, sin haber entendido mucho la explicación de su amigo.

En ese instante, Goku y Goten volvieron a aparecer delante de la pareja, dándole un gran susto al pobre Happosai. «¡Ups!, jijiji… Casi olvido despedirme. ¡Hasta luego! Ahh, y muchas gracias, Maestro Happosai, por la información», culminó, volviendo a desaparecer en el acto, mientras el compañero de Roshi balbuceaba un «D-de… n-nada…».

«¡Bueno, Happosai, deja de hacerte el interesante y cuéntame cómo eran esas chicas!»

«¡¡Ah!! Las chicas… son como a mi me gustan, de cabello largo y ojos grandes… y además son muy fuertes…» contestó el aludido mientras sus mejillas se sonrojaban a medida que recordaba los buenos gustos de esas chicas para ‘ciertas’ ropas de vestir.

«Oye, ¿no crees que deberíamos haber ido con ellos a entrenar?… A mí no me haría nada mal poner mis músculos en acción», dijo con dobles intenciones el Maestro Roshi.

«¿Eh?… Ah, jejeje, me quedé pensando… es que siento que debí advertirles a tus amigos de algo referente a las Pozas de Jusenkyo, pero por más que me esfuerzo, no puedo recordar qué es…», dijo mientras se rascaba la cabeza y trataba de hacer memoria.

«No te preocupes, ya viste que son muy poderosos. Cualquier peligro que exista, ellos podrán resolverlo», dijo Roshi, que estaba más preocupado por el contenido de las maletas que por sus amigos. Sin contar también que estaba embelesado pensando en las hermosas mujeres que, seguramente, encontrarían Goku y los otros en las pozas…

«Y bien, dime de una vez qué traes en esas dichosas maletas», preguntó el hombre, lleno de curiosidad.

«Ya verás, es mejor que lo veas con tus propios ojos… ¡Abramos las maletas!», exclamó muy emocionado Happosai.

Los dos hombres tomaron las maletas y las abrieron, y, para sorpresa de Roshi, estaban repletas de revistas y películas de chicas hermosas (de esas que les gustan a ellos), además de botellas… Roshi miró a su amigo y lo interrogó con la mirada a lo cual Happosai no pudo más que reír. «Es el mejor sake que probarás en tu vida, viejo».

«¡Muy bien!», exclamó lleno de gozo, mientras un gran chorro de sangre salía expulsado por su nariz al ver la portada de una de esas revistas… Sin duda, le esperaban unos gloriosos días al lado de su viejo amigo.


Corporación Cápsula
Una hora después, Goku, Goten y un molesto Gohan llegaban a la CC gracias a la técnica de teletransportación de Goku.

«¡Pero papá! ¡Sabes que tengo un examen muy importante que presentar en unos días y debo estudiar!», protestaba Gohan, de muy mal humor.

«Lo sé, hijo, pero sólo te pido que entrenes un poco. El bienestar del planeta está por encima de todo… Además, recuerda que casi perdimos la batalla con Boo por no estar bien preparados», contestó su padre enérgicamente.

Gohan se le quedó mirando unos instantes. Sabía que su padre tenía toda la razón en lo que decía, pero de todas formas a él no le gustaba ni le había gustado nunca pelear…

«Sí, pero ya había quedado en encontrarme con Videl hoy…».

«¡Ahh!, ya veo, eso es lo que te preocupa –se burló su padre, mientras le daba una palmadita en la espalda al joven–. No te preocupes, ya le explicarás a tu novia luego que no pudiste verla porque estabas entrenando».

«¡¿Qué dices?! N-no… p-papá… estás equivocado, Videl no es mi novia. Sólo íbamos a vernos para estudiar juntos, y…».

«Claro, hijo, claro, lo que tú digas», dijo Goku muy divertido al ver la cara de su hijo, roja como un tomate de la vergüenza. Era gracioso cómo, a pesar de los años que había estado lejos de Gohan, aún podía ver a través de él como si fuera un cristal.

Gohan, en cambio, se sentía apenado. No quería admitirlo, pero realmente no eran precisamente los exámenes lo que más le preocupaba en ese momento, sino Videl, esa extraña chica que había comenzado a querer; tenía muchos deseos de verla y no quería dejarla esperando, y mucho menos con su madre, ya que ellas no se la llevaban nada bien… Hum, seguramente se enojaría mucho con él al llegar a su casa y ver que se había ido… En fin, una vez más debía anteponer el bienestar de la Tierra al suyo… Estaba a punto de contestarle a su padre cuando sintieron que alguien protestaba a sus espaldas. No tuvieron que mirarlo para inmediatamente saber que se trataba de Vegeta. ¿Quién más, si no?

«¡¿Y ustedes qué rayos hacen aquí?!», preguntó Vegeta con un humor peor que el de Gohan. Mientras, Trunks, que también se había presentado en el lugar al sentir el ki de sus amigos, salió corriendo al encuentro de Goten.

Goku lo miró emocionado y, sin importarle sus palabras, se acercó al saiya dispuesto a compartir su hallazgo. «¡Vegeta! –exclamó–. Me he enterado que existe un lugar llamado las Pozas de Jusenkyo».

«¡Y a mí qué me importa que hayas aprendido algo en tus lecciones de geografía!», lo interrumpió Vegeta, cruzándose de brazos.

«Eso no es lo importante», dijo Gohan, algo molesto.

«Tranquilo, hijo. Mira, Vegeta, lo importante del asunto es que un viejo amigo del maestro Roshi, llamado Happosai, nos afirmó que si entrenamos en ese lugar, nuestro poder de pelea se incrementará», concluyó Goku.

Trunks, al escuchar la noticia, observó a su amigo Goten, y éste, con un gesto de cabeza, le confirmó la noticia de su padre, ante lo cuál el niño saltó de la alegría. «¡Genial! –gritó Trunks– ¡Vayamos a entrenar allá!».

Vegeta miró de arriba a bajo a Goku como si estuviera loco. «¡Si crees que voy a confiar en las palabras de un viejo senil, que debe ser tan estúpido como Roshi, estás muy equivocado, Kakarotto! ¡Si quieres ir, ve tú solo!».

«Pero Vegeta… –protestó Goku–. ¿No crees que vale la pena intentarlo? Sólo perderíamos un día si todo resulta ser falso, pero por otro lado, si es verdad, ganaríamos mucho».

«¡Ni hablar, ya te dije que no pienso ir! –enfatizó Vegeta–. Y si eso es todo lo que tenían que decirme, ¡ya se pueden ir! Yo tengo mucho que entrenar y no quiero seguir perdiendo el tiempo con ustedes».

«De acuerdo, como quieras. Y tú, Trunks, ¿vas con nosotros?», preguntó Goku.

El pequeño miró a su padre antes de contestar, y al ver que éste se encogía de hombros y se retiraba de la sala rumbo a su cámara de gravedad, decidió acompañar a sus amigos. Además, estaba realmente aburrido estando solo en casa y siempre se divertía mucho haciendo travesuras con su amigo Goten. «Sí, yo los acompañaré con mucho gusto, señor Goku».

«Muy bien, entonces no perdamos más tiempo. ¡Partamos de una vez!».

«Espera, papá. Primero debemos saber dónde quedan exactamente esas pozas», opinó Gohan.

«Es verdad. El Maestro Happosai dijo que en China, pero ese país es muy grande».

«No hay problema –dijo Trunks–, buscaré en mi atlas y así sabremos su localización exacta». Salió corriendo entonces, y a los pocos minutos regresó con una gran libro en sus manos.

Luego de buscar un rato, finalmente pudieron divisar el lugar exacto de las pozas, lugar que marcaron con un círculo de color rojo. Inmediatamente después, el grupo de saiyas partió en su búsqueda.


Las Pozas de Jusenkyo
Luego de un rato, llegaron a una planicie. Según las personas a las que habían preguntado, ése era el sitio indicado, así que descendieron y comenzaron a recorrer un poco el lugar.

«Ya veo porqué le dicen a este sitio Las Pozas de Jusenkyo», dijo Goku al ver la gran variedad de estanques de agua cristalina que se encontraban ahí.

«Sí, es un lugar muy bonito», opinó Gohan.

«Pues a mí no me parece nada extraordinario. ¿Seguro que entrenando en este lugar nos haremos fuertes?», preguntó Trunks no muy convencido y cruzando sus brazos en una postura muy típica de su padre.

«Eso fue lo que dijo el amigo del maestro Roshi», contestó Goten.

«Sólo hay una forma de averiguarlo, chicos, y es entrenando».

«Tienes razón, papá. Ya que vinimos de tan lejos, es mejor comenzar ya», dijo Gohan.

«¡Yo entrenaré con Trunks!», exclamó, lleno de emoción, Goten.

«Buena idea, hijo. ¿Y tú, Gohan?».

«Yo prefiero entrenar primero solo para calentarme. Luego, si quieres, podemos hacerlo juntos, papá».

«¡Claro! No hay problema».

De esta forma, cada uno tomó su camino y comenzaron a entrenar…

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«Jajajaja. No podrás conmigo, Goten», se burlaba Trunks, mientras corría a toda velocidad perseguido por su pequeño compañero. Luego de una sucesión de golpes y patadas, el pequeño saiya de cabellos violetas había logrado quitarse de encima a Goten, que le tenía casi vencido.

«No corras, Trunks. De todas formas yo te alcanzaré», gritaba el niño, cada vez más cerca de su amigo.

«Eso lo veremos», respondió el pequeño, que por andar mirando a su compañero, no vio un enorme trozo de bambú que tenía enfrente, así que tropezó con él, justo en el mismo momento que Goten lo había atrapado. Fue por esto que ambos rodaron aparatosamente por el suelo, cayendo cada uno en una poza distinta de las que habían en la planicie… Unos instantes después, un perrito de abundante cabello negro salió de un lado y un gatito de cabellos violetas salió por el otro…

«Me siento extraño», pensaba el gato mientras, dificultosamente, se apoyaba en sus patitas y trataba de levantarse. Una vez que lo consiguió, miró en todas la direcciones tratando de localizar a Goten, pero sólo vio a un perro a su lado que lo miraba extrañamente. Trató de hablar, pero sólo balbuceó un maullido… «Oh, oh, ¿qué está pasando aquí?», pensó…

El perrito también miraba a su peculiar acompañante sin entender lo que pasaba. «¿Qué habrá pasado? ¿Y dónde estará Trunks? Sólo veo a ese gato, aunque, un momento…». En ese momento, Goten notó, con asombro, que tenía patas en vez de piernas. «Yo… tengo… ¡patas!… Pero… ¡¿dónde se fueron mis piernas?!… ¡¿Y mi cuerpo?!». Trató de llamar a su padre, pero su hocico emitió un fuerte ladrido.

«¡Ay, no! ¡Ese perro me va a atacar!… Un momento… ¿y eso por qué habría de darme miedo? Si viene, lo ataco con mi poderoso puño y ya». Trató de levantar su mano para defenderse, pero en vez de eso, alzó una peluda pata. «¡¿Qué?! ¡¿Y esta pata de dónde salió?!»…

Goten sintió, en ese momento, unos deseos incontrolables de atacar al gato. Él sabía que no era un perro, pero aún así, era como si una poderosa fuerza animal lo jalara. Comenzó, entonces, a caminar hacía el gato mostrando sus afilados dientes en señal de un inminente ataque…

Trunks observó cómo el perro se le acercaba sin saber qué hacer… Tenía miedo, esto hizo que pusieran en alerta todos sus sentidos, sus cabellos se erizaron en punta y al instante unas afiladas garras se asomaron en sus patas… Pero instintivamente comenzó a correr, mientras Goten, como todo buen perro, salió corriendo tras él…

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Goku seguía haciendo sus ejercicios de calentamiento, luego de los cuales se transformaría en SSJ e iría aumentando poco a poco hasta alcanzar el SSJ3. Su meta era lograr permanecer en ese estado el mayor tiempo posible con el menor gasto de energía. El SSJ3 era una transformación muy poderosa, pero ahora que estaba vivo no podía lograr permanecer en ese nivel por mucho tiempo, ya que su poder se agotaba rápidamente.

Estaba parado de manos cerca de uno de los pozos y miraba, divertido, su reflejo en el agua, cuando un gato de cabellos violetas y un perro de cabellos negros pasaron corriendo entre sus brazos rápidamente, haciendo que perdiera el equilibrio y cayera en el pozo… El agua estaba muy fría, así que apenas cayó, salió apresuradamente del agua lo más aprisa que pudo…

«¡Ufs! ¡Qué fría está el agua!… ¿De dónde saldrían esos animales?, no los vi cuando llegamos… En fin, yo de todas formas tenía calor, así que ya me refresqué un poco. Sigamos con el entrenamiento», pensó Goku, al tiempo que volvía a retomar sus ejercicios sin darse cuenta de su nuevo «aspecto».


Corporación Cápsula
Vegeta salió de su cámara de gravedad muy satisfecho de sus logros. Desde la derrota de Boo había entrenado sin descanso, y aunque todavía no llegaba al tan ansiado SSJ3, estaba seguro que muy pronto lo conseguiría. Si su eterno rival podía hacerlo, ¿él por qué diablos no?…

Caminaba a la cocina con una toalla en sus manos, con la cual se secaba el sudor, cuando pudo ver el Atlas de Trunks, abierto, sobre la mesa del comedor. El saiya se acercó curioso y pudo ver que un círculo, de color rojo, señalaba la ubicación de un lugar…

«Las Pozas de Jusenkyo… –pudo leer–. Yo he oído ese nombre antes… Ah, ya sé, es el lugar donde ese tonto de Kakarotto y los demás fueron a entrenar», pensaba mientras se acercaba al refrigerador y sacaba la mayor cantidad de comida que sus brazos podían sostener. «¡Ja!, son unos ingenuos si piensan que por entrenar en ese sitio sus poderes se incrementarán». Pero repentinamente, una duda lo asaltó: ¿Y si era verdad?… No, eso era imposible… Pero si, por alguna burla del destino, todo resultaba ser cierto, Kakarotto se haría más poderoso, casi inalcanzable… Vegeta trató de borrar esos pensamientos de su mente, pero no pudo… Ya casi podía llegar a su nivel y si ahora éste se hacía más fuerte, todo habría sido en vano, y eso, ¡de ninguna forma lo permitiría, no ahora que estaba tan cerca! Tomó en ese momento una resolución, arrancó el pedazo de hoja del Atlas de su hijo y fue a entrenar allá también.

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Trunks, convertido en gato, corría desesperadamente por su vida. «Ya casi no puedo más…», pensaba angustiado. «Pero seguramente ese perro es Goten, ¡¿por qué rayos me persigue?!. Ya verá ese tonto lo que le espera cuando vuelva a mi estado normal…».

En ese momento pudo ver cómo, a lo lejos, se encontraba Gohan entrenando, y el pequeño saiya vio en él su salvación. «¡Sí! ¡Es Gohan! Espero que me ayude». Corrió lo más deprisa que pudo, pero fue tanta su velocidad que chocó estrepitosamente con el joven, que, al estar de espaldas, no pudo verlo, así que cayó a una de las pozas… Mientras Trunks veía cómo su única salvación se hundía en el agua, vio que Goten se acercaba peligrosamente a él. No podía esperar a que Gohan saliera del agua, así que no le quedó más remedio que huir nuevamente…

Ya Goten y Trunks se encontraban muy lejos del lugar cuando, de las profundidades del pozo, emergió un ser de aspecto terrible, su apariencia era demoníaca, tenía enormes proporciones y su mirada estaba impregnada de un gran odio y maldad… Este nuevo ser salió muy despacio del estanque mirando en todas direcciones, luego cerró sus ojos y comenzó a concentrarse hasta que pudo sentir, a lo lejos, un ki muy poderoso pero al mismo tiempo familiar. Cerró sus puños con furia y se dirigió al lugar donde podía sentir esa extraña presencia. No sabía cómo ni por qué, pero un solo deseo inundaba su alma: eliminar ese ki que le molestaba.

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Vegeta llegó sin ningún problema a las pozas gracias a su buen sentido de la orientación. Al descender, echó un pequeño vistazo al sitio. En realidad no le parecía nada espectacular, sólo una planicie llena de charcos de agua. Enseguida se figuró que había perdido su valioso tiempo haciendo ese estúpido viaje… Era más que obvio que ese aburrido paraje no tenía nada de mágico y que lo único que podría conseguir entrenando ahí era una insolación. Buscó con la mirada a su hijo y a los Son, pero no pudo verlos por ninguna parte, y pensó que eso era lo mejor, ya que por ningún motivo quería que ellos supieran que él había decidido seguirlos.

Estaba a punto de volver a la CC cuando una visión lo detuvo… ¡Era la visión de una hermosa mujer!… Era alta, tenía una figura perfecta y unos hermosos cabellos negros que ondeaban al ritmo del viento… Luego de observarla detenidamente unos instantes, a Vegeta le pareció que estaba haciendo algún tipo de entrenamiento…

«¡Qué mujer tan hermosa! –pensó casi inmediatamente, a medida que se acercaba a ella–. Si no fuera porque estoy con Bulma… Hum, lo único que no me agrada es su forma de vestir; tiene puesto un kimono igual al de Kakarotto. ¡Bah!, eso no habla muy bien de su gusto, pero en fin… Igual sigue siendo bellísima ante mis ojos».

Estaba muy cerca de ella, casi podía tocarla… y estaba a punto de hacerlo cuando un poderoso brazo lo empujó violentamente hacia un lado. El saiya no pudo más que exclamar un grito de dolor y lo último que pudo ver antes de que su vista fuera nublada por el agua de uno de los pozos fue a un ser enorme que emitía un poderoso ki maligno… este ser lo miró unos instantes con unos ojos llenos de maldad, pero luego siguió de largo, rumbo a la hermosa mujer…

Goku seguía entrenando sin descanso, pero repentinamente pudo escuchar que alguien gritaba a sus espaldas… Giró rápidamente y pudo ver a un ser temible que lo miraba con unos ojos llenos de odio…

«¡¿Quién eres?!», preguntó, al tiempo que se ponía en posición y se preparaba para un posible ataque… En ese instante sintió que su voz era distinta, que era muy dulce, pero no tuvo mucho tiempo para pensar en eso, ya que el demonio que tenía a su lado comenzó a emitir una poderosa aura azul de energía…

La única respuesta que Goku obtuvo fue un poderoso rayo de energía que el demonio lanzó hacia él, y que afortunadamente pudo esquivar a tiempo…

«No sé quién seas, pero no quiero hacerte daño», volvió a insistir el saiya, pero una vez más la respuesta que consiguió de ese extraño ser fue un nuevo ataque, esta vez acompañado de una serie de terribles aullidos que lograron erizar la piel del guerrero que, hasta ahora, lo único que había hecho era defenderse… «Bien, no quería llegar a esto, pero en vista de que no quieres cooperar, tendré que atacarte», culminó, acumulando energía en sus manos… Energía que desapareció cuando vio, con asombro, aparecer al lado del demonio a una mujer que también emitía un poderoso ki. Si Goku hubiese tenido el tiempo suficiente, habría pensado que era hermosa, aunque un poco baja…

Apenas pudo reaccionar cuando ella, con una poderosa patada, arrojó al ser a muchos metros de distancia de donde se encontraban, luego de lo cual vino a su encuentro. «No tenemos mucho tiempo. Debemos huir, ¡ahora!… ¿Eh?, pero… ¿qué le pasa a mi voz?…», pudo escucharle decir a la enigmática mujer, que comenzó a ver sus manos y a recorrer su cuerpo con una mirada llena de asombro y terror.

Goku apenas tubo tiempo de empujar a la mujer, que había quedado en un estado de shock, antes que el enemigo se abalanzara sobre ella, dispuesto a vengarse del golpe que le había dado…

«¡No permitiré que le hagas daño a esta hermosa dama!, ¡¿me oyes?!», fue lo único que oyó decir a la hermosa criatura que, sin entender cómo, le había salvado la vida, y ahora se colocaba delante de él, dispuesto a defenderlo de un nuevo ataque… Por más que quería, no podía moverse, estaba demasiado impresionado como para hacerlo. Debía ser una pesadilla, sí, no existía otra explicación, porque no podía ser que una mujer, por más bella que fuera, lo defendiera a él, ¡el príncipe de los saiyajins!… Además, su cuerpo había cambiado, era un cuerpo… y ella se había referido a él como… ¿una dama?… Él, un guerrero tan poderoso, ¿una mujer? ¡No, maldita sea! ¡No era posible!

Él los observaba lleno de odio, todo su ser le pedía a gritos que lo matara, debía matar al dueño de ese poderoso ki, no pensaba en las razones, sólo sabía que debía hacerlo a como diera lugar, y esas estúpidas mujeres no se lo impedirían, se habían puesto en su camino y ahora pagarían el precio… Pudo ver cómo la más alta de ellas protegía a la otra, que aún no reaccionaba. No importaba, eso le haría la tarea más fácil, pensó con sadismo al tiempo que sonreía.

Goku estaba muy preocupado. De alguna forma su cuerpo había cambiado, y ahora sentía que tenía menos poder que antes. Gracias a esto sabía que no podría ganarle a ese monstruo que, sin razón aparente, trataba de matarlos, pero lo que más le angustiaba era no poder defender a la mujer… No había nada que hacer, lo único que quedaba era escapar… Tomó a la mujer del brazo y se fue volando lo más deprisa que pudo.

El monstruo rugió con rabia al ver esto e inmediatamente se fue volando tras ellas al tiempo que les lanzaba bolas de energía tratando, de esta manera, de impedirles que huyeran. A pesar que la hembra alta llevaba a rastras a la otra, lograba esquivar todas las arremetidas del demonio, cosa que lo ponía de peor humor y acrecentaba su ira. Aumentó su velocidad y estaba a punto de alcanzarlas cuando oyó que una de ellas gritaba: «¡Taioken!». Al instante, una luz muy intensa lo dejó ciego, cosa que las mujeres aprovecharon para sacarle ventaja. Luego de unos minutos, el ser recuperó su vista y puedo ver cómo se refugiaban en un bosque cercano y, sin pensarlo siquiera, fue a su encuentro.

La pareja había logrado llegar a un pequeño bosque, e inmediatamente Goku trató de esconderse en él. Sentía el ki de su nuevo enemigo muy cerca y sabía que la ventaja que le había brindado el Taioken no duraría mucho tiempo, así que comenzó a correr tratando de encontrar un lugar donde poder ocultar a su acompañante. Si debía luchar, al menos que fuera sin ella, ya que estaba casi seguro que no podría ganar. El lugar era muy extraño, estaba impregnado de una extraña neblina. No pasó mucho tiempo cuando el saiya se dio cuenta de que ésta provenía de una serie de estanques de aguas termales que se encontraban diseminados por todo el bosque… El enemigo estaba cerca, muy cerca… ¿qué haría? Hum, tal vez si dejaba a la chica en el agua, ese sujeto no la notaría, así que la introdujo en el estanque y miró en la dirección en donde escuchó un ruido extraño.

«No era nada… menos mal», pensó al tiempo que giró en busca de la mujer, pero en vez de ella se encontró con… «¡¡¿¿Ve-Vegeta??!!», exclamó Goku, muy asombrado al ver que la linda chica con la cual venía huyendo se había convertido en su eterno rival al dejarla en el manantial…

«¿Cómo sabes mi nombre, niña?», preguntó Vegeta, dándose cuenta que su voz había vuelto a la normalidad. Miró y tocó su cuerpo para darse cuenta que todo estaba en su lugar. Ya nada sobraba y nada faltaba… tal vez todo hubiese sido producto de una terrible pesadilla…

«Pero Vegeta, si soy yo… –balbuceó, olvidando la cercanía del enemigo–. Goku…»

Vegeta abrió sus ojos desmesuradamente. «No… es…es…esto es una broma, ¿cierto?» dijo a medida que salía del agua dispuesto a encargarse del enemigo. Su rápida acción hizo que el agua saltara en todas direcciones, entonces sus ojos vieron asombrados cómo la hermosa mujer se transformaba en… «¡¡¡KA-KA-KAROTTO!!!»…


Kame House
El maestro Roshi no podía creer la maravilla que estaba viendo. Realmente los videos que había traído su viejo amigo eran muy buenos, la mujeres que aparecían en ellos eran las más bellas que había visto en su vida… «E-este, bueno, al menos en mucho tiempo», pensó divertido, al tiempo que tomaba otro trago de delicioso sake. Ya habían terminado de ver su duodécimo video consecutivo y estaban a punto de ver el décimo tercero cuando una fuerte patada derrumbó la puerta de la casa.

«¡¿Era esto necesario?!», oyó preguntar al más alto de los hombres al tiempo que cinco pares de ojos se posaban sobre ellos.

«¡Esto y mucho más, Kakarotto!», respondió Vegeta, realmente muy enojado, mientras se adentraba en la casa y veía al par de viejos maestros de artes marciales sentados en el suelo, con varias botellas vacías de licor a su alrededor. Inmediatamente se dirigió a Happosai y lo tomó de las solapas. «¡Tú! –exclamó lleno de ira–. ¡Por tu culpa fuimos a esas pozas y ahora hemos cambiado! ¡Si no quieres morir, dinos cómo podemos volver a ser los mismos de antes!».

El hombre miró a Vegeta muy asombrado. «Pero, ¿quién eres, muchacho? ¿Y a qué cambio te refieres?».

En ese momento Goku entró en acción, tratando de lograr que Vegeta soltara al pobre viejo, que se veía realmente borracho. «Suéltalo, Vegeta. Estoy seguro que el maestro Happosai nos dirá todo lo que sabe sin necesidad de violentarnos». Entendía la angustia que enfrentaba su compañero; si no hubiese sido por esas pozas de aguas termales, que de alguna forma inexplicable, revirtieron el efecto de su transformación, seguramente ahora estarían muertos. Un escalofrío recorrió su cuerpo al recordar la cara de su hijo Gohan al salir del estanque de agua termal, ¡su hijo!, el mismo demonio que unos segundos antes había querido matarlos a Vegeta y a él. Afortunadamente no recordaba nada de lo que había hecho, aunque fue inevitable darle una explicación cuando casi muere del susto al ver cómo su hermano Goten y Trunks volvían a la normalidad luego de verlos convertidos en un perro y un gato. Menos mal que había recordado el incidente con los animales y luego de ver el cambio producido en ellos se figuró que el par de animalitos podrían ser su pequeño hijo y su amigo.

«¡Tal vez no sea necesario, pero me producirá mucho placer violentarme con él!», insistió Vegeta, mientras su eterno rival seguía tratando de que se calmara. «Espera… si lo matas, nunca nos dirá lo que sabe». Al escuchar esto, al saiya no le quedó más remedio que soltarlo. Odiaba admitirlo, pero Goku tenía razón.

«¿Qué pasa, Goku?», preguntó el maestro Roshi.

Gohan, Goten y Trunks se había quedado atrás con rostros cansinos y sin muchos ánimos de intervenir en la conversación que iba a comenzar. En realidad, todos estaban muy cansados, pero a Goku no le quedó más remedio que comenzar a contar todo lo sucedido ese día en las pozas de Jusenkyo, y pasó la siguiente hora haciéndolo, mientras Vegeta se recostaba en la pared y cruzaba sus brazos tratando de no matar a ese tonto viejo que los había metido a todos en ese lío. Estaba realmente furioso de sólo pensar que le había atraído Kakarotto, aunque estuviese convertido en una hermosa mujer. Sentía que la sangre le hervía…

Finalmente Goku terminó de explicarle la situación al par de hombres…

«Oh, vaya, ya sabía que algo se me había olvidado decirles respecto a esas pozas…», dijo Happosai.

«Pero dinos, ¡¿hay forma de revertir estas transformaciones?!», preguntó, mientras todos los demás esperaban, ansiosos, su respuesta.

El viejo movió su cabeza negativamente. «La verdad, no tengo idea… A ver, déjenme pensar… –dijo el viejo mientras se rascaba la calva–. Mis discípulos llevan como tres años buscando solucionar su problema, pero no lo han logrado aún… Roshi, si vieras la hermosa chica en que se transforma mi discípulo Ranma, rogarías porque nunca solucione su problema… Bueno, lo que ustedes sufren es la maldición de Jusenkyo. No se sabe si hay solución»

«¿La Maldición de Jusenkyo? ¿Es eso lo que nos pasa?», intervino Gohan, sin entender bien.

«Así es. De ahora en adelante tendrán que cuidarse mucho, porque cada vez que entren en contacto con el agua fría sufrirán una transformación, y sólo con el agua caliente volverán a su estado original», culminó Happosai, tomando un trago de licor sin darle mayor importancia al asunto.

Gohan se sintió desesperado con la noticia, todos habían cambiado, pero sólo él se había convertido en un terrible monstruo, que no sólo era capaz de destruir al planeta entero, sino que, por alguna extraña razón, quería eliminar a su padre… El contacto de una fuerte mano en su hombro lo volvió a la realidad, era Goku, que lo miraba con su acostumbrada sonrisa. El joven se sorprendió, una vez más su padre había visto a través de él dándose cuenta de toda su angustia. «No te preocupes, hijo, nada malo pasará», le oyó decir, e inmediatamente le creyó ya que nunca le había mentido en su vida por más delicada que fuera la situación.

Una nueva vida comenzaba para todos ellos ahora que sufrían la maldición de Jusenkyo, y todavía faltaba lo peor: ¡darle la noticia a Bulma y Milk! Todos se miraron muy preocupados con el mismo pensamiento en su mente, y tragaron saliva al darse cuenta que tarde o temprano ellas se enterarían de lo sucedido.

«Y… y… y… ¿en qué pozas cayeron, muchachos?» preguntó el maestro Roshi esperanzado; tal vez tendría tanta suerte como su amigo Happosai si uno de ellos se convirtiera en una linda chica.

«Por lo que nos dijo el guía de Jusenkyo, Gohan cayó en la poza del parricida ahogado, Goten en la del perro ahogado, y yo… y yo… e-este… yo creo que ya es tarde, chicos, volvamos a casa». De esa forma se retiraron los tres sin hacer mayor comentario.

Por su parte, Vegeta tomó a su hijo de un brazo al tiempo que le decía escuetamente: «Vámonos, Trunks. Ya estoy cansado de escuchar tanta estupidez». Y así, ambos se fueron volando de aquella isla sin despedirse de nadie. Sólo Trunks alzó su mano en señal de despedida, pero sin pronunciar palabra.