Duelo de Gigantes

por Raquel Vásquez


Medianoche. Bulma se encontraba en su laboratorio trabajando en los planos de unos nuevos robots obreros cuando sintió una gran explosión en la cámara de gravedad. Su corazón comenzó a latir rápidamente mientras pensaba: «Vegeta… algo le ha pasado a Vegeta».

Inmediatamente salió corriendo al lugar, pero al llegar sólo vio ruinas, la cámara se había derrumbado por completo. Al ver esto, la joven comenzó a llorar pensando lo peor, casi histérica se lanzó a los escombros y desesperadamente empezó a buscar a su amor mientras gritaba: «¡Vegeta!… ¡¿Dónde estás?!… ¡VEGETA!». Luego de varios minutos angustiosos, Bulma sintió unos ruidos extraños y al mirar en esa dirección pudo ver al saiya tratando de salir de debajo de un enorme pedazo de pared. Ella salió corriendo a su encuentro y entre risas y llanto se abrazó a él y lo ayudó a levantarse mientras le gritaba…

«¡Casi me matas del susto, tonto! ¡Si sigues entrenando así, te vas a matar!»

«¡¿Quieres callarte, mujer?! –dijo Vegeta bastante molesto– ¡Tus gritos y lloriqueos me fastidian! Además, yo estoy bien. Una explosión tan insignificante como ésta no puede hacerme da…» el hombre no pudo terminar su frase, ya que cayó desmayado producto del dolor que le produjo la infinidad de heridas que tenía en todo su cuerpo. Al ver la cantidad de sangre que el saiya perdía a cada instante, Bulma se preocupó mucho. Ella sabía que en la batalla contra Cell habían consumidos las últimas semillas del ermitaño y por algún tiempo no habría más, y así se lo había advertido al saiya para que no se arriesgara innecesariamente, pero a éste no le importó, y ahora estaba gravemente herido…

Una hora después, Vegeta se encontraba acostado en su cama. Bulma había llamado al médico para que lo atendiera. Ella quería llevarlo al hospital, pero el doctor le había dicho que en su estado no debía moverlo, ya que era contraproducente. Luego que sus heridas fueron curadas, el doctor habló con la mujer y le advirtió que durante algunas semanas el hombre no debería volver a entrenar: su cuerpo presentaba muchos daños, no sólo por las heridas causadas ese día, sino también por todas las lesiones que había acumulado con el transcurso de los años, la recuperación sería lenta y seguramente estaría débil por mucho tiempo.

«Bueno, al menos la amenaza de Cell ya pasó y hay paz en la Tierra», pensaba la mujer mientras despedía al doctor en la puerta.

Luego de verificar que Vegeta se encontrara descansando tranquilamente, tomó un delicioso baño con agua caliente y finalmente se acostó. Estaba agotada, pero aún así no pudo dormir; pensaba en el saiya. «Humm, será la primera vez que Vegeta descanse desde que llegó a la Tierra. ¡Ja!, no le va a gustar nada eso de estar de reposo, con lo inquieto que es… ¡Ajá!, pero ahora puedo tomar esas vacaciones en México que tanto he querido. Sí, me iré con él y disfrutaremos juntos, así tendremos algo de paz y tranquilidad». La idea de pasar una temporada con él en las soleadas playas mexicanas la puso feliz, y finalmente, con una gran sonrisa en su rostro, se quedó dormida.

Los días pasaron y Vegeta poco a poco fue recuperándose, sin embargo, y tal como el médico le había advertido, estaba en un gran estado de debilidad; esto hizo que su humor empeorara. Después de todo, en su estado hasta Yamcha podría ganarle, y eso era insoportable para él, sin embargo, Bulma pudo convencerlo de tomar unas vacaciones diciéndole que la playa y el Sol le harían mucho bien. Así, después de dejar a Trunks con los padres de Bulma, partieron a México.

Al llegar a la ciudad de Cancún, se hospedaron en un hotel cinco estrellas, uno de los más lujosos de todo el país. Vegeta, que hasta entonces estaba bastante aburrido, al ver el gran gimnasio que tenía el hotel sintió un gran alivio, al menos ahora podría ejercitarse un poco, ¡claro!, sin que Bulma lo supiera. Pero, cuando llegaron a su habitación y vieron la enorme cama de agua, se miraron y una sonrisa de complicidad les hizo ver que tal vez no saldrían de allí en algún tiempo… «Bueno, existen varias formas de ejercitar el cuerpo», pensaba el saiya mientras ponía el letrero de «NO MOLESTAR» y cerraba la puerta tras de sí…

Luego de unos gloriosos días en los que la pareja disfrutó plenamente de su amor, Vegeta bajó al gimnasio del hotel muy temprano en la mañana, ya que quería hacer algo de ejercicio. Bulma estaba dormida, y cuando despertó tanteó con su mano el lugar del saiya. Al sentirlo vacío, abrió sus ojos sobresaltada. ¿Dónde podría estar? Se levantó de la cama y miró a través de su ventana el hermoso paisaje que tenía ante ella. «Llevo varios días aquí y aún no disfruto de estas maravillosas playas», ella volteó y pudo ver nuevamente la cama vacía, le había entristecido mucho que Vegeta se fuera sin ella. «De acuerdo, ya que Vegeta se fue sin mí, yo haré lo mismo». Comenzó entonces a buscar su traje de baño, pero no pudo encontrarlo. Finalmente vio que una de las maletas estaba sin abrir y supuso que debía de encontrase en ese lugar, pero la maleta se negó a abrirse, estaba atorada…

«¡Qué fastidio!, no tengo la fuerza suficiente para abrirla y el tonto de Vegeta se fue» dijo esto mientras con una patada golpeaba la maleta. «¿Y ahora?, ¿quién podrá ayudarme?», casi muere del susto cuando una voz en su espalda gritó a todo pulmón:

«¡YYOO!, ¡EL CHAPULÍN COLORADO!», esto lo dijo un hombre bajito, vestido con unas mallas rojas y un gran corazón amarillo en su pecho con las iniciales CH.

«¡Y-Y… T-Tú… ¿Q-Quién eres?» dijo Bulma bastante asustada, mientras miraba desesperada en todas las direcciones buscando algo con qué defenderse de ser necesario.

El hombre, al ver esto, se sorprendió bastante. Supo al instante que no lo habían reconocido, y era la primera vez que le pasaba. «Tranquila, no te asustes, no te haré daño, debes ser una turista. Yo soy EL CHAPULÍN COLORADO, gran héroe de México, y vine porque tú me invocaste».

Al fijarse bien en el aspecto tan gracioso del hombre y ver su sonrisa amable, la mujer se sintió más tranquila, algo le decía que ese ser le decía la verdad. «Oye, yo no te invoqué».

«¡Claro que sí! Cuando la gente está en problemas y necesita de mis servicios dice: ¿Y ahora?, ¿quién podrá ayudarme?, y enseguida aparezco para ayudar a todos los necesitados. Ahora dime, ¿cuál es tu problema?»

«Ya veo –dijo Bulma mientras recordaba que en efecto había dicho esas palabras– Yo no sabía que aquí en México tenían un héroe, en fin, en vista que mi marido está ausente, quisiera que por favor me abrieras esta maleta». Justo en ese momento tomó la maleta del suelo y se la entregó al Chapulín mientras pensaba: «A ver si este hombre no es un Mr. Satán mexicano».

El chapulín se quedó mirando la maleta unos instantes, molesto. «¡¿Y para esto me invocaste?!, yo soy un héroe muy ocupado, ¿sabes? Y me llamas para esta insignificancia»

«¡TÚ ME DIJISTE QUE AYUDAS A LAS PERSONAS, ¿NO? ¡PUES YO NECESITO TU AYUDA AHORA!», dijo Bulma casi llorando.

«¡Calma, calma!, ¡Que no panda el cúnico! Está bien, lo haré». Trató unos instante de abrir la maleta, pero ésta estaba muy atorada y no pudo hacerlo, así que finalmente dijo: «Sí la abro…».

«Bueno, eso estoy esperando»

«Sí la abro…», volvió a decir el Chapulín, mientras acariciaba la maleta.

«Sí, espero que lo hagas» Bulma ya comenzaba a mostrar señales de molestia.

«Sí la abro…», volvió a decir el Chapulín.

«¡PERO HAZLO YA!», Bulma no tenía paciencia, y en esas circunstancias, menos.

«Está bien… Se aprovechan de mi nobleza». Siguió intentando, pero fue inútil. Finalmente, en unos de sus intentos, perdió el equilibrio y cayó al suelo llevándose con él la maleta y a Bulma.

Justo en ese instante entró Vegeta por la puerta, llevaba su traje negro de combate con sus guantes y botas blancas, estaba sudado y bastante cansado, lo primero que vio fue a su mujer tirada en el suelo con otro hombre, cosa que no le gustó nada…

«¡¿QUÉ SIGNIFICA ESTO, BULMA?!», estaba furioso y con deseos de matar al maldito que se aprovechaba de su esposa.

«¡VEGETA! ¡¿Dónde rayos estabas?!», dijo Bulma al tiempo que se ponía de pie rápidamente.

«¡No me cambies el tema, mujer! ¡¿Qué haces en el suelo con este…?!» el saiya comenzó a detallar al sujeto, buscando el calificativo adecuado para insultarlo, pero al hacerlo lo encontró tan chistoso que no pudo evitar reír a carcajadas. Bulma y el Chapulín se miraron sin entender nada.

«Jajajajaja, y para colmo me engañas con este tipo tan feo, bajito y con mallas. ¡Qué ridículo!, jajaja», decía mientras se retorcía del dolor que en su estómago provocaba su hilarante risa.

«Mira quién lo dice», expresó el Chapulín bastante molesto, «Tú también eres bajito, y también usas mallas como yo, sólo que las tuyas son negras y las mías rojas».

Al escuchar esto, Bulma comenzó a reír mientras Vegeta se puso muy serio.

«Debes admitir que es cierto, cariño, jajaja, pero no te molestes, él es el Chapulín Colorado, un héroe mexicano, vino porque yo no pude abrir mi maleta y sin querer lo invoqué»

«¡A MÍ NO ME IMPORTA QUIÉN SEA ESTE IMBÉCIL! ¡YO LO MATO AHORA MISMO!», decía mientras se acercaba al Chapulín con rostro amenazante.

«¡¿Ah, sí?! Pues inténtalo, pero dudo que puedas hacerme algo, yo soy el GRAN CHAPULÍN COLORADO, que no ha sido vencido nunca», apenas terminó de pronunciar esta frase se puso en guardia.

Bulma, al ver esto, se interpuso entre ambos. Vegeta estaba débil, pero sin duda acabaría con el pobre hombre. Sólo de verlo era evidente que no sería rival para él, «Tranquilízate, amor, él sólo trataba de ayudarme».

«¡Bah!, eso no me interesa. ¿Es el chapulín, no?, pues es un insecto, y yo, a los insectos como él, los aplasto», expresó mientras apartaba a Bulma de un empujón.

Mientras, el Chapulín lo esperaba. Al llegar hasta él, Vegeta le dio un puñetazo en el rostro que lo tumbó al suelo, luego de esto lo tomó en sus brazos y lo arrojó violentamente contra un escritorio que se encontraba al fondo de la habitación. El hombre cayó sobre él, destrozando el mueble, pero cuál no sería la sorpresa del hombre cuando vio que éste ¡estaba hecho de anime!

Al ver esto se acercó hasta el lugar y tomó un pedazo, incrédulo de lo que estaba viendo, «Y esto, ¿Qué significa?».

«Se nota que nunca has visto mi programa. Yo peleo sólo en sitios donde los muebles son de anime, con eso evito que necios como tú me hagan daño», esto lo dijo mientras se levantaba del suelo y se frotaba su mandíbula, que le dolía endemoniadamente.

«Eso es lo más ridículo que he escuchado», decía Vegeta mientras seguía mirando el pedazo de anime que tenía en su mano. Un grito de Bulma lo volvió a la realidad, aunque muy tarde para él…

«¡CUIDADO, VEGETA!», gritó la mujer.

Pero el Chapulín ya había sacado una especie de martillo rojo con el mango amarillo, y con toda la fuerza que pudo, lo golpeó en la cabeza. El martillo no le hizo mucho daño, pero el ruido que causó al contacto le produjo un gran dolor en sus oídos.

«¡AAAYYY!, ¿qué pasó?», fue lo único que pudo decir Vegeta mientras se tapaba sus oídos.

El Chapulín estaba sorprendido, nunca nadie había soportado un golpe con su Chipote Chillón. «Humm, esto será más difícil de lo que creí» pensó. Lo golpeó en repetidas ocasiones, pero fue inútil, no le causaba ningún daño, a excepción del dolor cada vez mayor que sentía en sus oídos, hasta que finalmente se sintió muy mareado.

«¡¿QUIERES DEJAR DE HACER ESE RUIDO INFERNAL, MALDITO HUMANO?!, TE SALVAS SÓLO PORQUE ESTOY DÉBIL, SI NO, YA SERÍAS PURÉ DE INSECTO!», esto lo decía mientras trataba de golpearlo, pero veía a tres Chapulines, así que no sabía a cuál golpear. «¡Al diablo!, voy a golpear a los tres», cosa que hizo, y en su tercer intento lo logró: con una fuerte patada lo lanzó contra una de las paredes.

Unos segundos después, su vista volvió a la normalidad y pudo verlo con claridad. «¡Ahora sí llegó tu fin!». Intentó acumular una gran cantidad de energía para acabarlo con un Final Flash, pero por más que trató, no logró hacerlo. «¡Rayos!, ¡no puedo! ¡Mi poder de pelea es una vergüenza!… ¡No importa, aún lo puedo derrotar con mis manos!».

Mientras esto pasaba, Bulma, ya aburrida de ver la pelea más ridícula que hubiese visto en su vida, se sentó a ver la televisión. Después de todo, ninguno de los dos hombres le había abierto la maleta, así que no podía salir de la habitación.

El Chapulín estaba en el suelo, pero aún no se sentía derrotado, aunque sabía que si seguía peleando directamente con su oponente de esa manera, nunca podría ganarle, había comprobado que ese sujeto no era ordinario. «Bien, usaré una de mis mejores armas en contra de él». Mientras veía que el saiya se acercaba peligrosamente, se levantó rápidamente del suelo y con mucha destreza sacó una pastilla que tenía escondida en su ropa. Ya estaba a punto de introducirla en su boca, cuando de repente Vegeta se la quitó violentamente de las manos…

«¡Dame acá! ¿Qué es esto?», dijo al tiempo que examinaba la pastilla.

«P-Pues… n-no es… nada…».

«¿Y crees que soy tan idiota para creerme eso? Esta pastilla seguramente te puede hacer muy fuerte, ¡¿verdad?!»

«No, eso pastilla no es para eso… ¡Regrésamela!», respondió el Chapulín.

«¡Ni loco!, no voy a dejar que te hagas más fuerte, mejor me la como yo».

«¡NNNOOO!».

Pero fue demasiado tarde, Vegeta ya se había comido la pastilla…

«Pero… no me siento más fuerte… Me siento… raro», expresó el saiya… Unos segundos después, Vegeta comenzó a ¡hacerse pequeño!

«¡¿Qué me hiciste, maldito?!» decía mientras, desesperado, se encogía.

«¡Qué menso eres!, te comiste una de mis famosas Pastillas de Chiquitolina».

Cuando el proceso terminó, Vegeta sólo medía unos pocos centímetros de altura. Al ver esto, el Chapulín sacó nuevamente su Chipote Chillón. «Ahora veremos quién será el aplastado, jajaja».

«Gggrrr, ¡ni creas que porque soy pequeño podrás derrotarm…», no pudo terminar su frase, ya que el Chapulín casi lo aplastó con su Chipote. Vegeta quedó mareado y viendo muchas estrellitas girar a su alrededor. En ese estado apenas pudo esquivar las siguientes arremetidas que siguieron a ésa…

«Jajaja, ahora quién es el insecto, ¿eh?», decía mientras perseguía al saiya por toda la habitación tratando de golpearlo. Debía acabarlo pronto, ya que los efectos de la pastilla no durarían mucho tiempo.

«¡Diablos! Si sigo así, este imbécil me va a ganar, pero, ¿qué puedo hacer?», pensaba mientras desesperado esquivaba los golpes del hombre. «¡Ajá!, ya sé qué voy a hacer. Seré pequeño, pero soy más inteligente que él».

Rápidamente corrió al encuentro del Chapulín. Al llegar hasta donde estaba, comenzó a hacerle cosquillas por todo su cuerpo. Por ser pequeño tenía la ventaja, ya que era muy difícil que el Chapulín pudiera detenerlo. Éste, desesperado, pero muerto de la risa, trató de sujetarlo con su mano pero fue inútil, no pasó mucho tiempo cuando finalmente soltó el Chipote Chillón… Eso era lo que esperaba Vegeta, ya que apenas pasó esto lo tomó y lo arrojó por la ventana.

«¡Mira lo que hiciste! ¡Ahora nunca podré encontrar mi Chipote!», dijo el Chapulín mientras corría a la ventana tratando de localizar tan valiosa arma.

«¡Pregúntame si me importa!», expresó Vegeta que, sin haberlo notado el Chapulín, había recuperado su tamaño natural, así que sigilosamente se acercó a éste… Cuando el Chapulín finalmente volteó, vio cómo el hombre se abalanzaba sobre él, pero, haciendo acopio de sus grandes reflejos, logró apartarse a tiempo y el saiya, que no pudo detenerse, cayó por la ventana.

«¡AAAHHHH!, ¡NNOO PPUUEEDDOO VVOOLLAARR!, gritó al tiempo que iba cayendo.

«Jajaja, ¡no contaban con mi astucia!… Como yo siempre digo: No hay mal que dure cien años nunca su rama endereza… no, no… árbol que nace torcido ni cuerpo que lo resista… no, no… no hay mal que dure… porque los árboles viven cien años… claro, los árboles son muy fuertes, y… bueno, la idea es ésa»

«No creas que con eso vas acabar con mi marido», dijo Bulma al tiempo que veía la televisión.

«Qué tonta, eso lo dices porque nunca tuvo que enfrentarse conmigo…», repentinamente se detuvo, ya que sintió unos pasos que rápidamente subían por la escalera.

«Silencio, silencio… mis antenitas de vinil han detectado la presencia del enemigo… ¡Síganme los buenos!».

Pero Vegeta entró a la habitación abriendo violentamente la puerta. Su furia no tenía límites…

«¡Ahora verás, maldito humano, lo que significa pelear con el príncipe de los saiyajin!… ¡Yo vengo de una raza guerrera y no voy a dejar que me humilles!», decía al tiempo que cerraba sus puños con fuerza.

«¡Oh!, ¡oh!, creo que ahora sí se enojó». El Chapulín, al ver su cara, se puso algo nervioso.

Vegeta tomó una silla que tenía junto a él y, en sólo unos instantes, ya se encontraba a su lado destrozando la silla en su espalda, pero la silla también estaba hecha de anime.

«¡MALDICION!, ¡¿ES QUE NADA EN TODA ESTA CONDENADA HABITACION ESTÁ HECHA DE MATERIALES NORMALES?!».

Pero cuando vio que Bulma estaba mirando la T.V., sonrió. «Sí, esa T.V. es normal, jajaja, ahora verá», pensó al tiempo que tomaba el aparato en sus manos.

«¡OYE! ¡Yo la estoy viendo!», dijo Bulma bastante enfadada.

«¡Pues lo siento, pero yo la necesito más que tú!».

La mujer se encogió de hombros, no tenía caso discutir con él, así que, sin nada mejor que hacer, se sentó en su silla a ver la pelea.

«Jajajaja, ¡ahora verás lo que es bueno, insecto!»

Pero el Chapulín, extrañamente tranquilo, ya lo esperaba con una de sus manos escondida detrás de su cuerpo… Cuando estuvo lo suficientemente cerca de él, sacó una bocina y la hizo sonar una vez… Una bocina muy chillona, que apenas la oyó, Vegeta quedó paralizado…

«¡Bien!, estaba guardando mi Chicharra Paralizadora para un caso de emergencia, jejeje», dijo al tiempo que ponía al saiya de nuevo en la ventana… Luego de esto hizo sonar nuevamente la bocina, pero esta vez dos veces… Vegeta recobró su movilidad, pero apenas comenzó a moverse, cayó nuevamente por la ventana…

«¡AAAHHH!, ¡AALLLLÁA VVOOYY DDEE NNUUEEVVOO!», gritó.

«Jajaja, lo vuelvo a decir: ¡No contaban con mi astucia!».

En esta ocasión Vegeta subió mucho más rápido las escaleras y entró por la puerta. Esta vez sus ropas estaban destrozadas por las dos caídas y su furia era tan grande que sus ojos casi se salieron de sus órbitas…

«¡Ya me cansé de ti! ¡Esta vez sí me las pagas!».

Esta vez, a pesar de toda la humillación recibida, Vegeta estaba más tranquilo. Ya había comprobado que peleando de forma desesperada no le ganaría al Chapulín. Debía tener un punto débil, y él lo encontraría…

Comenzó a atacarlo, pero estaba cansado y bastante adolorido, así que el Chapulín esquivaba todos sus golpes, hasta que finalmente, sin querer, el saiya le golpeó las antenitas que se encontraban en su cabeza.

«¡No, no! ¡De las antenitas no! ¡De la antenitas no!», gimió el Chapulín, y cayó al suelo…

«¡Ajá!, conque es eso, jajajaja», pensó Vegeta.

Sin perder tiempo, lo tomó de las antenitas, dejando al Chapulín indefenso, y comenzó a golpearlo… Hasta que finalmente quedó inconsciente…

Al ver esto, Bulma se aterrorizó. Ella sabía lo que un golpe del saiya podía hacerle a una persona. «¡Mira lo que hiciste, Vegeta! ¡Este hombre es una figura pública muy admirada aquí en México! ¡Si esta gente se entera de esto, nos van a linchar!», decía la mujer mientras comprobaba sus signos vitales «Yo lo veo pálido, mejor llamo a un doctor».

«No exageres, mujer. Después de todo, no le di tan duro. Recuerda que ahora soy un debilucho como todos los de tu raza».

Pero nada de esto le importó a Bulma, que sin perder tiempo llamó al médico. Media hora después, un anciano con un gran abrigo, una bufanda roja y una bolsa de papel en su mano, entró por la puerta.

«¿Es usted el médico?», preguntó la mujer, algo desconfiada por el aspecto tan extraño de ese anciano.

«Sí, yo soy el Dr. Chapatín. A ver, ¿quién es el enfermo?, ¿usted?», preguntó el Dr., acercándose a Vegeta. Inmediatamente tomó su mano y tocó su frente «¡Es terrible, hay que operar de inmediato! Si hasta tiene cara de defunto».

«¡¿Qué acaso todos los humanos son idiotas?!», dijo el saiya apartando violentamente su mano de la del otro hombre y, señalando al Chapulín que, aún inconsciente, había sido acostado en la cama, dijo «En primer lugar, se dice ‘difunto’. Y en segundo, ¡su paciente está allá!»

«¡Ah!, jijiji, es que mi vista no es muy buena», dijo el anciano mientras lentamente comenzó a caminar hacia el Chapulín.

«Pues no me sorprende, a su edad es un milagro que aún pueda ver algo», dijo Vegeta más para sí que para el doctor, pero éste lo escuchó todo, así que, bastante enfadado por ese comentario, giró hacia el hombre…

«¿Insinúa que soy viejo?», preguntó.

«¡NNOO!, pero me late que fue usted el que le hizo la autopsia al Mar Muerto, jajajajaja».

Vegeta reía a carcajadas, pero el Dr. Chapatín no estaba dispuesto a dejarse insultar de esa manera, así que comenzó a golpearlo con su bolsa en la cabeza.

«¡AAYY!, ¡¿Qué le pasa, anciano?! ¡¿Y qué trae en su bolsa?!», dijo Vegeta, que ya estaba harto de que lo golpearan en la cabeza.

«Eso es para que aprendas a respetar a tus mayores. Y lo que traigo son queles».

«¿Queles?»

«Queles importa»

«¡Ya dejen de pelear!», gritó Bulma muy molesta. «¡Y usted, Dr., ¿qué espera para atender a su paciente?!»

«Sí, es verdad, ya voy», dijo el Dr. Chapatín, fue así que finalmente atendió al Chapulín. Un rato después, comprobó que no tenía nada grave, muy pronto se recuperaría por completo.

«Muchas gracias, Dr. Chapatín», dijo Bulma mientras despedía al hombre. Al entrar nuevamente a la habitación, Vegeta la esperaba con cara de pocos amigos.

«Bulma, es mejor que nos vayamos, yo quiero volver a casa, no sé porqué se te ocurrió traerme a este lugar. México, ¡bah!».

«Es cierto, vámonos, ya las vacaciones se arruinaron, y veo que aquí no guardarás el reposo que necesitas», dijo ella mientras comenzaba a arreglar las maletas.

«¿Y él?», preguntó Vegeta mientras señalaba al Chapulín.

«Déjalo, será mejor que lo dejemos dormir, además, no quiero que ustedes comiencen a pelear de nuevo. ¡Pobre!, sólo quería ayudarme…», luego que lo miró unos instantes, su rostro se iluminó al tiempo que decía: «¡Ah!, ya sé», la mujer tomó un papel y escribió una nota que dejó en la mesita de noche al lado del Chapulín.

Cuando éste despertó, ya la pareja se había marchado, le dolía todo su cuerpo, así que le dio gracias a Dios de no tener que volver a enfrentar a ese sujeto nuevamente. Estaba a punto de marcharse cuando vio la nota en la mesita. Como no había nadie más allí, supuso que era para él, así que la tomó y la leyó…

Señor Chapulín Colorado:

Lamento mucho lo que le hizo mi marido, pero de verdad estoy muy agradecida por su ayuda, así que le pido por favor que se quede y disfrute de todas las instalaciones del hotel por mi cuenta. Nosotros debemos volver a nuestro hogar, pero dejamos todos los gastos pagos por una semana.

Se despide

Una turista agradecida.

«Bueno, no es tan malo después de todo», dijo el hombre mientras recorría la habitación, pero repentinamente se puso muy triste. «Si tan sólo pudiera recuperar mi Chipote Chillón…». En ese momento alguien tocó a la puerta. Cuando el Chapulín abrió se encontró con uno de los trabajadores del hotel.

«Disculpe, señor. ¿Esto le pertenece?», dijo el botones mientras le mostraba el Chipote al Chapulín. Al verlo, el hombre se abrazó a él y muy feliz comenzó a bailar de la alegría.

«¡SÍ, CLARO QUE ES MÍO!», gritaba una y otra vez…

Luego de un largo y agotador viaje de regreso, Bulma y Vegeta llegaron a la Corporación Cápsula. Al bajar del taxi, vieron que en la puerta los esperaba la señora Brief con el pequeño Trunks en sus brazos.

«¡Hola, hija, joven Vegeta! ¿Cómo les fue en sus vacaciones?, llegaron muy pronto».

«Hola, mamá. Nos fue bien, muchas gracias. Y ¿cómo se portó mi pequeño?», dijo la mujer mientras tomaba en sus brazos a su bebé.

«Muy bien, ya sabes que es un niño encantador… Pero cuéntame, ¿viste algo interesante en México?», dijo su madre llena de curiosidad.

Bulma se quedó pensando unos momentos en la pelea que había visto, sonrió, y finalmente dijo: «Vi un verdadero duelo de gigantes… Pero ven, que te cuento los detalles». Así, la mujer y su madre entraron a la casa.

Vegeta se quedó parado en la puerta con sus brazos cruzados. Ese comentario de Bulma no le había parecido nada gracioso. De todas formas, se alegraba de haber vuelto a su hogar, ahora necesitaba unas vacaciones para recuperarse de estas vacaciones…

La noche caía sigilosa sobre la ciudad, y mientras Vegeta, en el jardín, escuchaba la risa de las mujeres, alzó su mano y comenzó a acumular todo su ki en ella. Después de esforzarse algunos minutos, observó con orgullo que ésta se iluminaba. Sí… ¡sus fuerzas volvían! Entonces una sonrisa maliciosa se asomó a su rostro.

A L F I N

NOTA: Bueno, primero que nada me disculpo con todos aquellos amantes de Vegeta y del Chapulín Colorado que se hayan sentidos ofendidos con mi relato, jejeje, no se preocupen, pueden hacerme llegar sus amenazas de muerte a través de mi correo.

Ahora, a todas aquellas personas que sí le gustó mi FanFic, les digo dos cosas:

  • Como ya se habrán dado cuenta, esta historia es un crossover de Dragon Ball Z y los personajes de Chespirito, un ilustre mexicano que he admirado mucho, y es que sus programas siempre me hicieron reír.
  • Ésta es la segunda historia que escribo en donde ridiculizo bastante a los personajes de DBZ. Primero fue Goku en «El Engaño», y ahora le tocó su buena dosis a Vegeta (no iba a dejar solo al pobre Goku, ¿no?). En fin, pienso hacer lo mismo con los otros personajes, así que éste es un llamado para que me hagan llegar sus ideas. Agradecería mucho la ayuda que puedan darme en este sentido.

Ahora me despido, espero realmente que se hayan reído un poco con mi historia, ya que ésa fue mi meta al escribirla.