Hoy Necesito…

por Nyaar


Hoy necesito que me abraces fuerte
Sin palabras, sin excusas, sólo brazos
Que no tengas prisa, que no me recuerdes
Que sólo somos la apariencia de este barro

Era una tarde de Marzo, ya estaba anocheciendo. Todas las ciudades del mundo bullían, celebrando una gran victoria: La amenaza de Cell había terminado.

Su héroe, Mr. Satán, estaba siendo recibido por el rey de Chikyuu en persona, lo que era un gran honor, si bien la gente pensaba que realmente se lo había ganado por haberles librado de aquella amenaza él solo. Todos pensaban en la gran valentía que Satán había demostrado al enfrentarse al monstruo; incluso teniendo a esa panda de muchachos incordiándole, había conseguido vencer. Le había metido una gran patada en el trasero, como los alumnos del gran campeón decían.

Bulma apagó el televisor, exasperada. Quizás ella no supiera de seguro quién había ganado el combate contra Cell, posiblemente habría sido Gokuh, pero lo que estaba claro es que no había sido aquel fantoche bigotudo. ¿Cómo se atrevía a ponerse toda la gloria, si todos habían visto su patética actuación al principio del torneo?

La mujer anduvo hasta la ventana y miró al exterior, con las manos juntas cercanas a su pecho. ¿Por qué tardaban tanto en volver, si hacía rato que habían acabado con Cell? ¿Y por qué hacía una media hora el cielo se había oscurecido de repente, de forma totalmente innatural? ¿Acaso alguien había…?

No, agitó la cabeza, no podía pensar en ello. Seguro que todos estaban bien, Cell no había matado a ninguno y lo que le habían pedido al Dragón era que nunca dejara salir al androide del Infierno que se merecía por haber matado a tantas personas. ¡Claro! Era eso, tenían que resucitar a todas sus víctimas…

Bulma sopló aliviada. Sí, eso debía de ser, ninguno de sus queridos amigos había muerto en el combate. Y además, para celebrar su victoria, al día siguiente celebrarían una fiesta en su casa, invitarían a todos para que pudieran festejar que Gokuh había vencido al monstruo.

De repente llamaron al timbre, y ella fue casi corriendo a la puerta, que se abrió automáticamente a una orden suya. Los ojos de Bulma se abrieron con alegría.

«¡Trunks, hijo!» Exclamó abrazándole. Después de soltarle observó que su armadura tenía un gran agujero, pero no veía ninguna herida en su hijo «¿Qué te ha pasado, Trunks? ¿Estás herido?» Preguntó preocupándose al momento.

«No, estoy bien, madre…» Dijo él suavemente, sonriéndola, pero ella miró en sus ojos y vio que algo no marchaba bien. De repente preguntó por Vegeta, su corazón latiendo a cien por hora, temiéndose que… ¡¡Dios, no quería ni pensarlo!!

«Tranquila, si sigues así te va a dar algo… –bromeó el chico– Padre está bien, eso me dijo Yamcha, aunque no sé dónde puede estar…»

Bulma se relajó, sintiendo que la quitaban un peso de encima «Gracias a Dios… ¿Cómo ganó Gokuh la pelea? Las cámaras de tv se estropearon y no pudimos ver el final del combate… ¿Tú te crees? Hay un personaje, ese Satán que estaba molestándoos por allí, que dice que ha sido él quien ha vencido a Cell. ¡No hay derecho!» Exclamó poniendo los brazos en jarras.

«Em… Madre, hay algo que tengo que decirte…» Comenzó Trunks, pero no supo seguir.

«¿Qué ocurre, Trunks?» Preguntó ella, viendo que realmente debía ser algo importante debido a lo serio de su semblante.

«Verás… Gokuh no ganó la pelea… Fue Gohan quien venció a Cell» Le contó, aunque sabía que aún quedaba lo peor.

«¿De veras? Vaya con el pequeño Son Gohanda… Ha desbancado a su padre… Pero aún hay más, ¿verdad, hijo?» Preguntó leyéndolo en sus ojos.

«Gokuh… ha muerto. Se sacrificó para que Cell no destruyera el planeta al explotar…» Terminó él bajando los ojos.

«¿Gokuh…?» Susurró ella, un nudo en su garganta la impedía hablar más alto. No podía creerlo, Gokuh…

«¡¡GOKUH!!» Gritó destrozada antes de echarse a llorar fuertemente. Trunks la miró compasivo y la tomó entre sus brazos, dejándola llorar libremente sobre él. Su madre real siempre le había contado cuán maravilloso era su amigo, qué grandes cosas había hecho por los demás, y siempre había admiración y añoranza en sus palabras.

«Si Gokuh hubiera estado vivo, seguro que los malditos androides no hubieran devastado este mundo…» La había oído decir una decena de veces. Realmente le debía de querer mucho…

Trunks la susurraba palabras de ánimo, diciéndola que estaba muy feliz cuando les dejó porque así les ayudaba. Incluso frotaba su espalda suavemente tal y como su contrapartida del futuro había hecho cuando los malditos androides se llevaron a su sensei Gohan. Estuvieron así varios minutos hasta que la mujer consiguió calmarse y dominar sus emociones. Pero aún así no podía dejar de pensar en Chichi y en Gohan. ¿Qué iba a ser de ellos? ¿Y del pequeño que tenía que nacer? Sólo pensando en esto las lágrimas volvían a rodar por sus mejillas, pero esta vez conservaba la calma, lloraba en silencio.

«¿Estás mejor, madre?» Preguntó Trunks pasando un brazo tras sus hombros. Ella asintió secándose con un pañuelo que encontró en su bolsillo.

«Será mejor que entremos dentro, está empezando a hacer frío…» Sugirió el muchacho llevándola al interior de la casa.


Hoy necesito que me abraces fuerte
Por encima de los miedos y prejuicios
Que alcances ya los huesos
Y me despiertes lejos
De esta torpe selva a fin de siglo

Bulma se quedó sentada durante un tiempo que pareció eterno en el sillón donde su hijo del futuro la había dejado para cambiarse de ropa. Le había pedido a su padre, que iba hacia la cocina, que le trajera a su pequeño cuando regresara.

Unos minutos después apareció Mirai con su pequeña versión en brazos «El abuelo me dijo que por favor te lo trajera…»

Bulma asintió en silencio y extendió sus manos para agarrar al bebé, que sonreía desde los brazos de Trunks y tras esto el muchacho se sentó a su lado. Se había deshecho de la armadura rota, del traje de combate y de todo lo demás y se había vestido con aquellos pantalones anchos que llevaba cuando llegó y una camiseta azul de manga larga con el logo de la C. Corp en blanco en el medio. Había apartado el pelo de su cara con una coleta, y la mujer pudo observar que había cambiado mucho desde la primera vez que apareció. Había crecido, y también había madurado, pensó mientras acunaba al pequeño en sus brazos.

Trunks se ruborizó ligeramente al sentir el escrutinio de su madre «Madre, por favor…»

«Lo siento, no quería incomodarte. Es sólo que… te pareces tanto a tu padre… Estoy segura que tu madre te lo dirá cuando vuelvas al futuro…»

«¿Eso crees?» Pensó el chico. Realmente no sabía si lo que le estaba diciendo era un halago o qué. «Madre, me gustaría marcharme mañana a mi tiempo… Aquí ya todo ha terminado y tengo que regresar para acabar con los androides. Ahora soy mucho más poderoso, podré vencerles sin problemas…»

«Tienes razón… –murmuró ella con un poco de desilusión. El muchacho era tan agradable que no la importaría que no se marchara nunca– Gohan venció a Cell… Todo está arreglado…» De nuevo las lágrimas asomaron a sus ojos, y Bulma hizo un gran esfuerzo por evitarlas. Chibi la miró con sus ojitos azules, agitándose un poco inquieto.

«Madre… No hay mejor muerte para un guerrero que morir en una batalla…» Dijo poniendo una mano en su hombro.

«Eso te lo dijo tu padre, ¿verdad? ¡Pues olvídalo! La muerte nunca es buena, ¡nunca! Siempre te separa de tus seres queridos… Aunque es normal que Vegeta dijera eso… Bien poco le importaría a él que el mundo saltase en mil pedazos con todos nosotros dentro…»

«Eso no es cierto, y creo que tú deberías saberlo mejor que nadie…» Le defendió Trunks.

«¡Trunks, abre los ojos! ¡Tu padre no tiene nada bueno! ¡Es un bastardo insensible que sólo le importa ser el más fuerte, pasando por encima de quien haga falta y por los métodos que sea! Su única meta era acabar con Gokuh, ¡¡pero se va a fastidiar porque nunca podrá conseguirlo!!» Exclamó estallando en sollozos.

El muchacho bajó la cabeza «Padre no es tan malo como aparenta ser… Cell me… mató –a estas palabras los ojos de Bulma le miraron con horror–, y él saltó contra el monstruo hecho una fiera, intentando vengarme sin pararse a pensar en lo que estaba haciendo. Además, estoy seguro que él te quiere; a su manera, pero lo hace. Cuando pasé aquél año con él, lo poco que hablábamos solía contarme lo mal que funcionan todos tus inventos, y siempre se quejaba de la comida de la sala, diciendo ‘hasta tu madre lo haría mejor’. Bueno, está bien –concedió–, puede que no sean grandes ejemplos, pero siempre me decía algo de ti…»

Bulma volvió a secar sus lágrimas con el pañuelo y dejó al pequeño sobre el sillón para que durmiera más a gusto «¿Tú crees? ¡Pero eso no justifica que nos abandonara a Chibi y a mí para marcharse a entrenar yo qué sé dónde sin avisarme, sin decirme si volvería o no!»

Trunks se encogió de hombros «Bueno, ya sabes cómo es Padre…»

«Pobre consuelo…» Suspiró ella. Miró al reloj y vio que se había hecho tarde «Deberías acostarte, hijo. Debes de estar cansado, y además tienes que coger fuerzas para el viaje de mañana… Voy a extrañarte mucho…»

«Yo también…» Sonrió y la dio un beso de buenas noches antes de marchar escaleras arriba, hacia el cuarto que le habían preparado cuando llegó del futuro.

Bulma estuvo un ratito más allí sentada, viendo cómo dormía su pequeño, pensando en que de mayor sería un muchacho alto, fuerte y muy guapo. ¿Sería diferente si su padre hubiera estado con él de pequeño? Claro que sólo se lo podía imaginar. Realmente dudaba mucho que Vegeta quisiera ser un padre para el pequeño, incluso tras las palabras de Mirai. Aparte que para eso tendría que regresar de Dios sabe dónde y quedarse con ellos en casa, lo que dudaba todavía más. Bastardo, cómo la había engañado aquél día que la enseñó aquella puesta de sol tan bonita, cuando había simulado que la quería… Y ella, tan tonta, se lo creyó todo. Seguramente que el maldito marciano se había aburrido de entrenar y decidió divertirse un rato a su costa…

Pero lo peor de todo es que aún, a pesar de todo, le seguía queriendo.

Sopló, enfadada consigo misma por haber sido tan crédula y cogió suavemente a Trunks para no despertarle, avanzando luego escaleras arriba hacia el lugar donde dormía el pequeño.

Una vez le había acostado, sus pasos se dirigieron hacia su habitación, donde planeaba hacer lo mismo, o al menos intentarlo. Ahora que había dejado de pensar en Chibi y en Vegeta, la imagen de Gokuh, sonriendo tan feliz como de costumbre, llenaba sus pensamientos, haciéndola sentir triste, miserable, pero también terriblemente afortunada por haber conocido a tan buen amigo. Gokuh era tan… desprendido, tan agradable, nunca se enfadaba con nadie a pesar de lo que pudieran hacerle. Siempre tan dispuesto a ayudar a la gente, a echarte una mano en todo lo que pudiera…

¡Oh, Dios, cómo le iba a echar de menos!

Escuchó un ruido dentro de su habitación, y se paró justo delante de la puerta. Guardó silencio, queriendo saber si realmente había oído algo o si había sido su imaginación que la jugaba malas pasadas. Pasó un minuto, y no escuchó nada. Pasó otro, y otro, y como seguía sin oír más ruido que su respiración, posó su mano en el pomo de la puerta y la abrió lentamente.

La habitación estaba a oscuras, pero podía distinguir una silueta sentada en su cama.


Y no me preguntes qué es lo que pasa
No traigo heridas, es sólo que preciso
Notarte bien dentro, sentirme en casa
Saber que es muy cierto, que estoy contigo


Bulma accionó el interruptor de la luz y observó a la persona sentada en la cama durante unos instantes. Estaba cabizbajo, mirando al suelo, y jugueteaba distraídamente con uno de sus guantes, que desde luego había conocido mejores días.

«¿Ahora regresas, Vegeta? ¿Vuelves después de habernos abandonado a tu hijo y a mí durante meses? Dame una sola razón por la que deba dejarte estar aquí, aunque no creo que me puedas convencer» Le dijo duramente cruzándose de brazos. Estaba triste y enfadada, desde luego ése había sido uno de los peores días de su vida, y realmente nunca había estado más dispuesta a discutir que aquella noche.

«No tengo por qué darte explicaciones…» Dijo en voz baja sin mirarla.

«¿Ni siquiera vas a explicarme qué demonios has estado haciendo mientras mataban a mi mejor amigo? ¿Y mientras mataban a Trunks? ¿A qué estabas jugando, eh, Vegeta? ¿A las casitas? ¿O sólo habías ido a ver el espectáculo? Después de todo, quizás querías que Cell hiciera el trabajo por ti, y así tener via libre para conquistar el planeta… ¡¡Cobarde!! ¡Sabes de sobra que nunca podrías haber vencido a Gokuh! ¡¡¡Él era el mejor, y tú sólo un principillo de tercera que no sabe ver más allá de sus propias narices!!!» Terminó en un tono bastante más elevado que al principio. Estaba dispuesta a herirle, quería hacerle daño por todo el tiempo que les había abandonado, por todo el tiempo que la había dejado sola, preocupándose por él, dónde estará, qué hará, dónde dormirá, estará bien… mientras tenía que cuidar a Trunks, su hijo y llevar la compañía. ¡¡Se lo merecía, demonios!!

Vegeta apretó el guante en sus manos antes de arrojarlo contra el suelo de malas maneras. Aquella mujer le estaba insultando, faltándole al respeto de una forma horrorosa, pero él no tenía ganas de discutir, de defenderse como siempre hacía, rebuscando algún insulto bien elaborado que la hiciera mantener su bocaza cerrada. No quería pelear.

«¡¿Qué?! ¿¿Te ha comido la lengua el gato, o es que no me respondes de la vergüenza que te da porque sabes que tengo razón??»

«Cállate, Bulma… por favor…»

«Desde cuándo conoces la palabra *por favor*? Porque cuando yo la decía, ¡¡a ti te sonaba a chino!! Claro que, quizás tu amiguito androide te la enseñara antes de que Gohan acabara con él» Bulma paró unos segundos para tomar aire «Y aún te voy a decir más, ¡¡todo fue por tu culpa!! ¡Si tu estúpido cerebro funcionara la mitad de bien que el de Gokuh, nunca hubieras permitido que Cell absorbiese a C-18, creando a ese monstruo! Tu hijo tuvo que impedir que el androide acabara con tu vida, haciéndose incluso más fuerte que tú para lograrlo. ¡Podrías haber vencido tú sólo, haber quedado como un héroe! ¡Todos te habrían respetado! Pero no… ¡Tu estúpido orgullo siempre en medio ha hecho que todos te vean como un imbécil perdedor que estaría mejor muerto!» Exclamó al borde de echarse a llorar.

El Saiya se levantó, aún cabizbajo, por lo que Bulma no podía ver sus ojos mientras se acercaba lentamente a ella. La mujer no se movió del sitio, aunque estaba asustada. Nunca le había hablado así, más aún, lo más posible es que nadie lo hubiera hecho nunca, y no tenía ni idea de cómo podría reaccionar. Estaba segura de que comenzaría a gritarla como el salvaje que era, pero, ¿llegaría a golpearla? Quizás…

Los pensamientos de la mujer quedaron inacabados por su súbita reacción. Su boca se abrió con asombro cuando sintió sus brazos rodeándola y su cabeza apoyarse levemente en su hombro.

«Ve-Vegeta…» Balbuceó la mujer al sentir la presión de sus fuertes brazos en sus costillas. Titubeó un poco, pero al final le devolvió el abrazo.

«¿Era esto lo que querías? –Susurró con la voz quebrada– ¿Humillarme? Pues lo has conseguido, mujer. Deberías estar orgullosa…»

«Y-yo…» Bulma no podía creer lo que estaba ocurriendo. ¿Tanto… tanto se había pasado? Realmente quería hacerle daño, pero no pensó que le fueran a afectar tanto sus palabras. Dios, nunca lo hacían, ¿por qué aquél día sí?


Hoy necesito que me abraces fuerte
Y que tu silencio traiga mucha calma
Que la noche venga lenta como nieve
Y nos halle enlazadas las espaldas


«¿Por qué, Vegeta?» Le preguntó, queriendo encontrar la razón de todo aquello. Algo debía ocurrirle para que se mostrara tan… vulnerable.

«Ese estúpido… –comenzó en voz baja– ¿quién le pidió nada? ¿Quién le dijo que yo quería algo de él? ¡Imbécil! ¡¡Prefería morir a que él me salvara!!» Casi gritó al final.

Entonces Bulma entendió que todo era por Gokuh «Gokuh hizo lo que le pareció correcto, y lo hizo porque nos apreciaba…»

«¡No! Lo hizo para burlarse de mí, igual que lo de su hijo. Ese maldito me dejó en ridículo, ¡todos piensan que soy un imbécil, como tú dices! ¡¡Mejor estaría en el Infierno que aquí!!» Sollozó separándose de ella y apretando los puños con fuerza.

«¡Lo que ellos piensen nada tiene que ver con Gokuh! ¡Eres tú el que siempre se lo está buscando! Eres demasiado arrogante, ¿no lo entiendes? Ellos, nosotros, somos un grupo compacto, dispuestos a ayudarnos unos a otros y con la única intención de vencer para proteger Chikyuu. ¡El día que entiendas eso, te respetarán!»

Vegeta se dio la vuelta, quedando de espaldas a la mujer y se acercó a la ventana, mirando desde ella las luces de neón de la ciudad «¿Y qué se supone que debo hacer hasta entonces? ¿Sentarme a esperar? Antes… luchaba para superar a Kakarot, ¡ésa era mi meta! Pero el imbécil se suicidó…»

«¡Dios, me desesperas! ¿Por qué no utilizas el cerebro un rato, para variar? ¡Búscate algo que hacer! ¡Encuentra algo por lo que quieras levantarte cada mañana!»

«¡¿Y si no lo encuentro?!»

«¡Entonces tírate por un puente y desperdicia la oportunidad que Gokuh te ha dado de vivir, bastardo egoísta! En ese cuarto de ahí –dijo señalando el muro con el índice– hay un muchacho que vino del futuro para salvarnos, para conocerte, y lo que es más, ¡para que su yo bebé tuviera al padre que él nunca tuvo! ¡Ni siquiera te lo pido por mí, pero al menos hazlo por él, ya que le aprecias! ¡Cumple el deseo que a él le fue negado!» Dijo mirándole duramente con sus ojos azules.

Vegeta se sentó de nuevo en el borde de la cama. Pasaron unos momentos, y como él no respondía nada, Bulma se acercó a él y se sentó a su lado. Puso una mano en su mentón y tiró suavemente para que volviera la cabeza.

Quería mirar en sus ojos para saber con certeza si realmente le ocurría lo que ella estaba pensando. Pero él se agitó bruscamente, remiso a mirarla a los ojos.

Bulma casi sonrió. Su reacción le había confirmado sus sospechas «Te sientes culpable por lo que ha ocurrido, ¿verdad?» El Saiya ni siquiera gruñó como respuesta, por lo que ella continuó en un tono más suave «Estoy segura que Gohan te perdonará… Pero hace falta que también te perdones a ti mismo…»


Hoy necesito que me abraces fuerte
Por encima de los miedos y prejuicios
Que alcances ya los huesos y me despiertes lejos
De esta torpe selva a fin de siglo


A la mañana siguiente el sol resplandeció fuertemente en el cielo. Era como si la raza humana sufriera un nuevo amanecer. En las calles todavía había cantidad de personas celebrando la victoria del gran campeón Satán cuando Gohan, Yamcha y los demás llegaron para despedir a Trunks.

Aquellos que no iban de luto llevaban una banda negra prendida a la manga en señal de duelo, mostrándose así solidarios por el dolor de la familia Son. De todas formas, lo que más sorprendía era Gohan, que aunque iba totalmente vestido de negro tenía una gran sonrisa en la cara.

Trunks hacía rato que tenía su máquina del tiempo expandida sobre el jardín de la C. Corp, pero quería esperar a que todos sus amigos estuvieran allí. Quería despedirse de ellos, pues sabía que no los iba a volver a ver nunca, ya que en su tiempo las cosas seguían tal y como él las había dejado.

Era duro abandonarles, allí estaban todas las personas que habían sido importantes en su vida: su joven madre, su sensei Gohan –aunque con varios años menos–, el tío Yamcha… El muchacho frunció el ceño desilusionado. Faltaba alguien.

Volvió los ojos a derecha e izquierda intentando ser lo más disimulado posible, pero no pudo evitar sonreír cuando vio a Vegeta apoyado en un árbol. Su corazón casi dejó de latir cuando le vio levantar dos dedos en señal de despedida. Le hacía tanta ilusión… Al fin había conseguido que su padre le apreciara… ¡y en público!

De un salto se metió en su máquina y en un momento programó las coordenadas temporales. El aparato comenzó a elevarse verticalmente entre los gritos de despedida de todos los amigos que se quedaban.

Trunks saludó agitando su mano con algo de tristeza, pero sonriendo porque sabía que podría vencer a los androides sin problemas.

Con una ráfaga de viento, el muchacho del futuro se perdió por las corrientes temporales.