Juntos para siempre

por Nary

Secuela de «Aliento de Amor»

La tarde comenzaba a caer, los rayos agonizantes del sol se reflejaban en los cristales de los enormes edificios. La gente caminaba de prisa tratando de ignorar el frío y llegar a sus casas para descansar después de una semana agotadora y estresante en la gran capital.

Para todos, las labores habían acabado, pero todavía en una sección de la Capsule Corp. un joven de cabello alborotado hacía pruebas en un hermoso aerocoche color rojo, alimentaba a una computadora con datos matemáticos y complicadas ecuaciones, pero al parecer los resultados no lo dejaban satisfecho porque lo intentaba una y otra vez.

Portaba una bata blanca que le llegaba hasta cerca de las rodillas cubriendo su casual atuendo y llevaba un gafete en donde se leía «Ing. Son, jefe del proyeco NCA», estaba tan totalmente concentrado en su labor que ni siquiera había escuchado el reloj de la salida, el cual había sonado media hora antes, haciendo que todos los empleados salieran a checar tarjetas. Él permanecía en su sitio con la vista fija en el monitor y apuntando datos sobre una pequeña libreta.

–¡No funciona, no funciona! –exclamó molesto consigo mismo por no encontrar el error con el que había estado sufriendo casi toda la semana.

Se recargó en el respaldo de la silla y echó la cabeza hacia atrás, posando la vista en el techo del laboratorio. No quería darse por vencido, pero eso no estaba saliendo bien, tal vez lo mejor era botar todo al demonio y olvidarse de proyectos y diseños imposibles. Se sentía abrumado con todas las reponsabilidades que estaban sobre él en esos momentos, el proyecto NCA era un desastre, SU desastre. La compañía había invertido demasiado dinero en ese nuevo diseño y él era el encargado de que funcionara a la perfección, pero parecía que todo le salía mal desde que ella se había ido. La extrañaba, y de qué manera.

No era posible, su mente parecía haberse rebelado contra él porque tan sólo dejaba de tenerla ocupada un instante y ella se adueñaba de sus pensamientos; sus ojos, su sonrisa, su voz, sus dorados cabellos, su… piel volvían a su mente una y otra vez. Un suspiro escapó de sus labios y, tratando de sobreponerse de aquella arremetida de recuerdos, decidió volver a su trabajo.

De pronto, alguien abrió la puerta del laboratorio. Un peculiar aroma a jazmines inundó el frío lugar. Goten dio un respingo en su silla, ese perfume era el de ella, quizás había regresado… Volteó hacia la puerta, y de inmediato la desilusión pintó su rostro. Era una de las secretarias de la compañía, que no se había marchado aún.

–Señor, ¿se quedará de nuevo hasta tarde? –preguntó la muchacha observando todo el sistema de computadoras y sofisticadas herramientas encendido todavía.

–Sí, creo que sí –murmuró Goten, dándole de nuevo la espalda.

–Disculpe si me meto en lo que no me importa, pero creo que debía descansar. Ya tiene varios días desvelándose, creo que los errores no se pueden ver con la mente cansada.

–Errores… –musitó Goten. Tal vez la muchacha tenía razón, le hacía falta pensar muy bien cómo solucionaría este terrible problema.

–Bueno, hasta el lunes –dijo la chica, y salió cerrando la puerta tras de sí.

Goten se quedó cavilando un momento todavía. Tenía dos semanas quedándose hasta en días de descanso en la Capsule Corp. para no pensar en Marron, dos semanas en las cuales no dormía y no comía como acostumbraba. Tal vez la chica tenía algo de razón, era hora de romper con aquella tonta rutina y con decisión comenzó a apagar todo el equipo. Salió un rato después sin la bata y con el gafete en la mano. En un momento ganó la calle, que ya estaba iluminada por las lámparas multicolores. Una triste sonrisa cruzó su cara, pronto sería navidad, una época muy triste para él en esos momentos.

Después de caminar algunas calles, llegó al pequeño departamento que se había convertido en su hogar desde que saliera de la universidad y empezara a trabajar en la Capsule Corp. Entró y encendió las luces, se dejó caer en uno de los sillones, por inercia alargó la mano y apretó el botón de la máquina contestadora.

«Piiii. Bueno, ¿Goten? Como de costumbre no estás en casa. Soy yo, tu madre. Oye, hijo, ¡¿qué es lo que piensas?! Ya tienes mucho que no nos visitas y tenemos ganas de verte. Pan pregunta por su tío favorito y te manda muchos saludos, espero que te acuerdes que en la cena de navidad te estaremos esperando, ojala que puedas venir. Ahhh, Marron está invitada, al igual que su familia. Te mando muchos besos, chao. ¡Hola, Goten, ojalá puedas venir! ¡Tu mamá hará una cena deliciosa! –se escuchó la voz alegre de Goku–. Adiós. Goku, te he dicho que no me hables tan fuerte porque me…» Click

Goten se sintió culpable, tenía mucho tiempo sin visitarlos, la verdad extrañaba el sazón de su mamá y los entrenamientos con su padre. Tenía que ir a casa, quizás el optimismo de ellos lo sacaría de aquel estado de ánimo, pero le preguntarían por Marron y no tenía ganas de dar explicaciones a cosas que ni él mismo comprendía. El siguiente mensaje lo dejó muy extrañado; era de Trunks, su amigo siempre le llamaba a su teléfono portátil.

«Piiii. Hola, Goten. Espero que te estés diviertiendo más que yo. Traté de comunicarme contigo, pero tu celular o está apagado o no tiene pilas; nunca contestaste. Mi madre me obliga a asistir a todas sus juntas de ejecutivos, no sabes lo aburridas que son, pero quiere que aprenda todos los movimientos de la empresa, por eso es que no me suelta ni un instante. Espero estar libre una semana antes de navidad, podremos salir los cuatro. Sí, ya tengo otra novia, es preciosa, estoy seguro que ella y Marron se llevarán muy bien… Bueno, te dejo, que otra «interesante» junta va a comenzar. ¿Sabes, amigo?, lo que más detesto son estas horribles corbatas…» Click

De ahí en adelante la cinta estaba vacía, él tenía la esperanza que hubiera otro mensaje, pero nada… Llevó su mano hasta su cintura y revisó su teléfono portátil. En efecto, estaba apagado. Un suspiro escapó de su garganta. De un tiempo a la fecha estaba más distraído que de costumbre. Decidió darse un baño; tal vez eso lo relajaría un poco y le daría animos para salir a cenar algo.

Mientras tanto, en otro pequeño departamento, una chica de cabellos rubios y de hermosa cara dibujaba sobre una hoja de papel. Estaba sentada frente a la mesa de trabajo, sólo una lámpara iluminaba lo que hacía. Era un boceto de un inmenso mar, con una pequeña isla en el centro, una isla desierta y sola… tan sola como ella. Sin poder evitarlo, un sollozo la hizo apartar el trabajo avanzado y se dejó caer sobre la mesa, dando rienda suelta a su llanto. Las lágrimas abundantes escurrían de sus ojos, tanto, que mojaron la cubierta de madera.

Tratando de sobreponerse, secó sus lágrimas y se levantó. Tenía que darse ánimos, no podía pasar toda su vida llorando por él. Miró hacia la ventana. Ya era noche, ni siquiera se había dado cuenta cuando el sol se había ocultado, también había olvidado comer. Decidió salir a cenar algo, eso la distraería un poco para poder continuar trabajando. Su exposición sería a principios de año y estaba muy atrasada. Se lavó la cara tratando de borrar los rastros de su llanto, pero sus ojos estaban enrojecidos y la delataban. Hacía frío afuera, así que se encimó un hermoso sueter de lana rosa que su padre le había regalado en su último cumpleaños, esparció algo de alimento sobre el par de peces que nadaba lentamente y salió.

Nunca la calle le pareció tan sola y fría. ¿En qué había fallado?, se preguntó. No entendía porqué Goten le había hecho eso, todo le habría perdonado menos que le fallara de esa manera. Si ya no la amaba era mejor que se lo hubiera dicho, era menos doloroso que una traición.

Sus pasos la guiaron hasta el pequeño restaurante donde siempre cenaban cuando salían juntos. Entró sin mucho ánimo y después de pedir cualquier cosa su mente divagó en cierto día de dos semanas atrás…


Como de costumbre, después de tomar la última clase en la universidad, Marron se dirigía hacia la Capsule Corp. para pasar por Goten y dar un paseo antes de la cena. Lo extrañaba mucho desde que él se recibiera de ingeniero, ya no pasaban tanto tiempo juntos como cuando ambos eran estudiantes, sin embargo, él parecía muy contento con el trabajo en esa empresa y su alegría la hacía también feliz.

Las puertas automáticas del gran edificio se abrieron y Marron entró. A pesar de visitar aquel lugar a diario, siempre la abrumaba el gran movimiento que había en él. Muchas personas subían y bajaban de los múltiples elevadores y por los pasillos se encontraban desde secretarias hasta grandes investigadores y científicos de la prestigiada empresa que revisaban papeles y caminaban de prisa.

Con paso firme se dirigió hasta la recepción y un guardia, al reconocerla, le entregó un gafete de visitante. Ella tomó uno de los elevadores y llegó al piso quince donde Goten tenía asignado su laboratorio. Marron no entendía mucho de esas cosas de investigaciones, pero él le había comentado algo sobre una muy importante.

Caminaba feliz porque pronto vería al amor de su vida, su querido Goten, jamás hubiera imaginado sentirse tan dichosa en toda su vida. La felicidad que sentía podía apreciarse con sólo mirar su cara radiante y su caminar lento y acompasado como si flotara en lugar de andar. Antes de llegar a la puerta indicada se detuvo y revisó su apariencia en uno de los cristales de las oficinas. Algunos cabellos escapaban de su trenza, pero fuera de eso, lucía bien. Un último suspiro escapó de su pecho antes de pararse ante un laboratorio en cuya puerta se escribía: «Proyecto NCA». La puerta se abrió de manera automática y Marron dio un paso al frente, el cual pareció llevarla a un profundo abismo por el cual creyó caer sin poder evitarlo. Ante sus ojos se presentaba un cuadro por demás increíble y a la vez muy doloroso: ahí, frente ,a ella Goten besaba en los labios a una hermosa mujer. Abrió la boca a causa de la sorpresa. Sus ojos se toparon con los de Goten, los cuales demostraron igual o mayor sorpresa al verse descubierto.

Por un momento se quedó paralizada, sus piernas no le respondían, pero un impulso la hizo reaccionar y todo su ser deseó salir de ahí lo más rápido posible. Alejarse de él, no verlo jamás, odiarlo, eran pensamientos que pasaban por su mente vertiginosamente mientras corría por aquel largo pasillo. ¿Por qué lo había hecho? –se preguntaba–. Era cierto que él había tenido tantas novias como Trunks, pero pensaba que su relación no era como las otras, era especial. ¿Acaso todo era una mentira?

–¡Marron, espera! –gritó él mientras trataba de darle alcance entre las personas que le impedían correr libremente.

¿Por qué ahora la llamaba? ¿Por qué su voz parecía angustiada?, se preguntó ella cuando por fin logró llegar al elevador. Su vista nublada a causa de las lágrimas encontró un botón y lo accionó.


–Su orden, señorita –dijo el mesero en tanto dejaba una hamburguesa con papas y un bebida de naranja sobre la mesa.

Marron asintió y el joven se alejó, dejándola de nuevo sola con sus recuerdos. La siguiente semana que siguió a aquel terrible día fue todavía peor, él buscándola para explicarle sabrá Kami qué cosa. Llamándola a su casa, yendo a la universidad, a su departamento. Tal vez era la rabia por aquella decepción, pero no lo dejaba ni siquiera dirigirle una frase completa. Quizás de pronto había brotado en ella aquel caracter de su madre fuerte y muchas veces indiferente, pero todo eso a causa de la mentira, lo que más odiaba de las personas… que la engañaran, sobre todo si se trataba de alguien a quien amaba tanto.

Lejos de comer, Marron sólo jugueteaba con las papas cubiertas de capsu. Unas lágrimas silenciosas bajaban por sus mejillas. ¡Rayos!, ahora quería que estuviera ahí con ella aunque le dijera mentiras, deseaba tenerlo cerca, tan cerca como aquella tarde de otoño que estaría por siempre en su memoria.


Todo había comenzado en la mañana con una plática en el jardín de la universidad, Goten y Marron sentados sobre el césped conversaban de sus respectivas actividades. Él de su pronta incorporación a la empresa de Bulma, y ella de un cuadro que debía entregar en unas semanas y que ni siquiera había comenzado.

–¿Y porqué no vamos a mi casa? La montaña Paoz es muy bella –preguntó Goten.

–No, ya he pintado cada uno de sus rincones y de diferentes ángulos. Al maestro le agrada mucho, y a mí también, pero quiero hacer algo diferente –explicó ella recargándose en él.

Goten tomó una actitud pensativa, Marron lo observó y sonrió, era extraño verlo con aquel gesto en el rostro, él siempre sonreía. Ahora que lo pensaba con calma, era como la característica de los Son, siempre optimistas y con una amplia sonrisa en el rostro. Sólo la señora Milk gritaba en aquella casa, pero era alguna forma de darle equilibrio a su hogar, ellos siempre riendo a todo y ella dando la nota seria a las cosas de la casa. Sus ojos se fijaron en Goten de una manera diferente a lo acostumbrado, siguieron las líneas varoniles de su rostro, su cuello recio, sus hombros fuertes y…

–¡Ya lo tengo! –exclamó Goten, sacando a Marron de sus ‘observaciones’

–¿Ehh? ¿Qué? –preguntó ella algo sobresaltada.

–Sí, ahora recuerdo que los abuelos de Trunks tienen una casa al oriente de la capital del sur. Hay un bosque de hojas caedizas. Ahora, como comienza el otoño, los árboles deben estar perdiendo sus hojas e imagino que será un buen paisaje para tu cuadro.

–¡Sí, tienes razón! Pero, ¿los abuelos de Trunks estarán de acuerdo? –preguntó.

–Claro, ellos son muy buenas personas, estoy seguro que nos permitirán ir en las tardes por algunos días mientras terminas.

–¡Gracias, Goten! Te quiero, te quiero mucho –dijo en tanto se le echaba encima para abrazarlo.

Al tomarlo desprevenido, Goten se golpeó en la cabeza con el árbol en donde estaba recargado.

–¡Auch!, me dolió –exclamó sobándose la cabeza.

–Lo siento, Goten…

–¡Era mentira, pero ahora me las pagarás! –dijo mientras comenzaba a hacerle cosquillas a Marron, la cual comenzó a reír como una chiquilla.

Después de hablar con los Sres. Brief y de llevar ‘algo’ que comer esa tarde, emprendieron el vuelo. Goten manejaba a gran velocidad, sería más rápido llegar volando, pero menos cómodo y no quería que ella se cansara, ya que tenía que llegar a pintar.

Aterrizaron cerca de la casa, que lucía algo abandonada, pero el bosque que la rodeaba hacía que la construcción pasara a segundo término. Era un bosque cerradísimo de grandes y frondosos árboles que se extendía a muchos kilómetros. En efecto, el otoño comenzaba a presentarse en cada centímetro, los árboles empezaban a perder sus hojas y a tener matices amarillos.

–¡Qué hermoso es este bosque! –exclamó Marron cerrando los ojos y respirando profundamente.

–Sí, además es un excelente lugar para jugar a las escondidas. A Trunks y a mí nos encantaba.

–¿Cuándo viniste la última vez? –preguntó ella comenzando a buscar las cápsulas dentro de la nave.

–Creo que desde que tenía como nueve años. Los Sres. Brief nos trajeron a pasar un fin de semana, nos divertimos mucho –repuso él, evocando aquellos momentos de la niñez.

–Imagino que habrán hecho muchas travesuras, ¿verdad?

–¡Je!, creo que demasiadas –dijo colocando una mano tras su cabeza. Marron sólo se limitó a sonreír.

La chica se instaló en la planta alta de la casa. Desde una de las terrazas podía apreciarse una sección de bosque lindísimo que la joven decidió pintar. Goten, en cambio, se colocó un comodísimo traje de entrenamiento y comenzó a hacer ejercicio en el patio de la casa. Tenía algo descuidado los entrenamientos y estaba seguro que la próxima vez que tuviera un combate con su padre lo reprendería por eso.

Marron comenzó a combinar los colores para el cuadro, pero parecía no muy concentrada en su trabajo ya que aquel guerrero, unos metros abajo, que lanzaba patadas al aire y que llevaba aquella ropa tan ceñida, la tenía totalmente embobada. Goten era tan atractivo y de carácter tan dulce que cada vez la enamoraba más. Sonriendo para sus adentros, puso todo su empeño en tratar de avanzar un poco sobre el óleo.

El clima estaba algo frío y soplaba un viento bastante fresco, pero Goten sudaba a causa del ejercicio que realizaba. Se acercó hasta una toalla que descansaba sobre el barandal del porche y mientras secaba el sudor de su frente su vista se posó en su linda rubia que paseaba sus azules ojos de la tela al paisaje frente a ella. Le encantaba verla así, a veces pensaba que podía pasarse horas enteras mirándola pintar, ya que cuando lo hacía podía sentir claramente cómo su espíritu se llenaba de paz…

–¡Hey!, Goten, mira eso –lo llamó ella desde la terraza.

–¿Qué pasa? –preguntó algo extrañado, comenzando a flotar hasta donde ella estaba.

Como toda respuesta, Marron le señaló un punto del inmenso bosque; algunas aves volaban como huyendo de algo y podía apreciarse una estela de humo que empezaba a invadir el cielo, hasta entonces despejado.

–Tal vez sea un incendio –dedujo él–. Y parece uno muy grande.

–Tenemos que hacer algo, llamar a los bomberos –dijo ella comenzando a entrar a la casa.

–No hay teléfono aquí. Como es un lugar de descanso los abuelos de Trunks, no quisieron tener comunicación con el resto del mundo.

–¿Y tu teléfono portátil?

–Imposible que la señal viaje, hay demasiada interferencia –explicó–. Creo que mejor iré a ver qué sucede.

–¡Yo voy contigo! –exclamó ella tomándolo de la mano.

–Pero Marron, puede ser peligroso…

–Por favor… –dijo suplicante–. No quiero quedarme aquí sola.

–Está bien. Vamos.

Los dos se dirigieron hasta el lugar del siniestro. Cuando ya estaban muy cerca, el humo los hizo bajar a tierra. Corrieron un poco, mientras algunos animales huían asustados. A unos pasos de donde se encontraban, se erguía un incendio de grandes proporciones que avanzaba rápidamente, devorando todo a su paso.

–¡Por Kami! Esto está muy grande, ¿qué vamos hacer? –dijo Marron, mirando a Goten.

–Se me ocurre algo, sólo espero que funcione como pienso –dijo mientras apartaba un poco a la chica de él y juntaba sus manos a un costado de su cuerpo–. ¡¡KAME… HAME… HAAAAA!! –gritó con todas sus fuerzas en tanto extendía sus brazos. Un rayo de energía salió velozmente en dirección del fuego, el cual pareció sofocarse un poco, pero no lo suficiente como para apagarse. Además, el viento que soplaba hacía que el incendio volviera a tomar fuerza.

–¡No fue suficiente! cof, cof –exclamó la chica. El humo comenzaba a tornarse más espeso.

–Cof, cof, vámonos, puede hacerte daño –dijo él mientras la abrazaba y volaba con ella para alejarse.

Se detuvieron a unos metros del incendio, desde el cielo podía verse claramente que el fuego no tardaría en arrasar por completo el precioso bosque. Los dos veían con tristeza cómo muchos animales huían aterrados. De pronto, los ojos de Goten se toparon con una cascada que bajaba desde una montaña a un par de kms. de ahí. Su posición parecía adecuada para una idea que de pronto se le ocurrió.

–¡Tengo una idea! –dijo él, y comenzaron a volar en dirección a la cascada.

Se detuvo a un costado de la corriente de agua que bajaba con gran presión de la enorme montaña, calculó la distancia, después comenzó a elevar su ki hasta lograr convertirse en SSJ. Marron, que flotaba a su lado, se sorprendió un poco al verlo así, con el cabello rubio y con los ojos tan azules como los de ella. Era la segunda vez que lo veía transformado, aquella vez en la montaña Paoz y ahora, pero a pesar de su nueva apariencia, la miraba con la misma ternura de siempre. Después volvió a juntar sus manos, y una bola de energía comenzó a formarse.

–¡¡KAME… HAME… HAAAAA!! –gritó de nuevo, dirigiendo la energía directo al agua, la cual de inmediato salió disparada hacia el incendio como si de una fuerte lluvia se tratara.

Bastaron sólo dos acciones iguales para que el fuego se apagara por completo. Goten volvió a su estado normal y, aunque algo mojado, podía verse en su rostro un gesto de satisfacción.

–¡Lo lograste! –exclamó Marron, abrazándolo con fuerza.

Volaron de regreso a la casa, pero al pasar por el lugar donde el fuego había arrasado varios árboles, escucharon un gemido agudo, tal vez de un animal herido. Bajaron a investigar. En efecto, una cría de dinosaurio yacía en el suelo; tenía una pata atrapada por un enorme tronco. Goten se acercó hasta el animal y sin demasiado esfuerzo lo liberó. La cría lo miró por unos instantes como agradeciéndole y después se alejó con algo de trabajo. Por estar mirando al dinosaurio, no se dio cuenta que un árbol se mecía peligrosamente sobre él, volteó hacia la chica y después sintió un dolor en su hombro; el árbol había caído sobre él, no lo había lastimado mucho, pero sí le hizo una herida que comenzó a sangrar.

–¿Estás bien? –preguntó ella acercándose bastante preocupada.

–Sí, sólo fue un raspón –dijo para tranquilizarla.

–Pues ese ‘raspón’ hay que desinfectarlo –repuso Marron.

Marron entró al espacioso salón con una cápsula en la mano. Goten ya había encendido la chimenea, la temperatura empezaba a bajar más y él, mojado como estaba, comenzaba a sentir frío. La chica se sentó en la alfombra junto a él, expandió la cápsula y apareció un botiquín.

–Anda, sácate la camiseta –le ordenó mientras buscaba la botellita del desinfectante.

Él obedeció, y la chica comenzó a limpiar la herida, que aunque no muy grande, sangraba bastante. Goten estaba algo turbado, ya que sentía claramente el cálido aliento de ella en su cuello, así como sus suaves manos. Ella, por su parte, lo curaba con algo de torpeza. El tenerlo tan cerca, con el pecho desnudo la ponía nerviosa. Ya lo había visto así varias veces, pero siempre cuando nadaban y rodeados de gente, no a solas. Por fin terminó la curación, ella agachó la cara, no quería verlo porque sentía claramente cómo sus mejillas ardían, sentía pena al pensar en ‘ciertas’ cosas, no imaginaba que Goten pensaba en lo mismo. Marron guardó todo en el botiquín, evitando mirarlo a los ojos.

–¿Q-quieres comer algo? –le preguntó algo turbada, y al tratar de levantarse se tropezó con la orilla de la alfombra sin poder evitar caer sobre él.

Goten la miró fijamente a los ojos y se limitó a abrazarla. Ambos estaban totalmente sonrojados, ella entreabrió los labios y él la besó lleno de ansiedad. Marron no opuso resistencia cuando él rodó quedando sobre ella, lo deseaba tanto…

Afuera el viento fresco desnudaba los árboles lentamente, hoja por hoja, la sabía naturaleza lo hacía para renovarlos. Adentro, dos cuerpos y dos almas también se desnudaban con calma y deleite, renovando todo el amor que sentían.

–Goten, te amo… –musitó ella con voz entrecortada y rodeando su cuello con sus brazos.

–Yo también… y mucho –dijo el muchacho hundiéndose de nuevo en sus labios y acariciando sus suaves cabellos que parecían más dorados a la luz del fuego de la chimenea.

Sus corazones latían desbocados, ambos estaban maravillados al irse descubriendo por primera vez, conociendo cada centímetro de la piel del otro, simplemente entregándose…

Sólo cenizas quedaban, el fuego se había extiguido por completo, la habitación estaba sumida en total oscuridad, ya que las cortinas evitaban la entrada de la débil luz de las estrellas.

–¿Estás arrepentida? –preguntó Goten con voz suave rompiendo el silencio.

–No… jamás lo estaría –contestó ella mientras lo abrazaba con fuerza.


Un suspiro escapó de su pecho al recordar esos hermosos momentos, pero ahora todo parecía tan distante, tan ajeno, que…

–Hola… ¿Me puedo sentar?… –dijo una voz tremendamente familiar.

–G-goten… –alcanzó a decir antes de enmudecer. Tal parecía que lo había llamado con el pensamiento.

El muchacho se sentó frente a ella antes que pudiera contestar. Tenía que aprovechar esa oportunidad que le daba la casualidad de poderse arreglar con Marron. La chica no le quitaba la vista de encima, una mirada de reproche y acusación.

–Tenemos que hablar…

–¿De qué? –lo interrumpió.

–De nuestra situación –dijo él–. Tengo que explicarte…

–¿Que me engañaste? ¿Que no te importo? –le recriminó con voz dolida.

–Por favor, Marron… –suplicó el chico jugueteando con sus manos.

–Esto se acabó, Goten –dijo ella mientras se levantaba de la mesa para marcharse.

–¡Espera! –exclamó él mientras le tomaba la mano para detenerla–. Hasta los peores criminales tienen derecho a defenderse, un juez justo lo permite…

Él tenía razón, pero ¿qué podía explicar? Aquella imagen de él con esa mujer era demasiado elocuente, pensó ella. Aún así, aquellos ojos de un negro profundo la convencieron de volverse a sentar.

–Te escucho… –le dijo esperanzada de que todo aquello en verdad se solucionara, deseaba con fuerza que su explicación la convenciera.

–Bueno, lo que pasó esa tarde tiene una explicación. –Se detuvo un poco para encontrar las palabras adecuadas–. Esa muchacha fue una antigua novia, se había marchado hace algunos años, pero al volver decidió buscarme, así que después de investigar, supo que estaba en la Capsule Corp. y se le hizo fácil hacerme una visita. Cuando llegó, estaba preparándome para salir, tú ibas a venir a buscarme, así que tenía que estar listo, pero de pronto la puerta se abrió y ahí estaba ella con un amplia sonrisa en el rostro, y cuando menos pensé la tenía encima de mí besándome. Después apareciste tú en el momento menos indicado y se armó este malentendido.

–¿Y piensas que voy a creerte? –preguntó ella con voz fría.

–Ésa es toda la verdad. Además, esa chica esta muy apenada por lo sucedido, ella pensaba que no estaba comprometido y… bueno, cuando se enteró, quizó hablar contigo. Yo no se lo permití porque sabía que tú me ibas a creer. Marron, me conoces y sabes muy bien que no soy bueno para decir mentiras –dijo buscando la mirada que ella ahora mantenía en el borde de la mesa–. Yo, he sufrido mucho todos estos días sin ti –concluyó levantando la barbilla de la joven y mirando intensamente sus tristes ojos azules.

–Y-yo estaba muerta de celos –murmuró ella cediendo un poco y leyendo en aquellos ojos tan negros como la noche. En ellos sólo pudo ver transparencia y sinceridad, él no podía estar mintiendo. Tomó la mano que él mantenía en su cara y le sonrió.

Goten la atrajó con suavidad y besó sus labios. En los últimos días había deseado tantas veces hacerlo, que ahora le parecía imposible. Salieron del restaurant después de casi dos horas, por supuesto luego de haber desquitado los ayunos de los últimos días. Caminaron abrazados por la calle, una sonrisa se dibujaba en sus rostros, habían llegado cada uno por separado y ahora estaban juntos…

La navidad se respiraba en el aire, faltaba una semana para el festejo y ya la gente terminaba sus compras de regalos. En la Capsule Corp. todas las oficinas lucían adornos navideños y luces de colores. Goten trabajaba afanosamente, tenía que encontrar la falla. Ya había revisado una y otra vez, pero parecía que todo estaba funcionando bien, todo estaba correcto, ¿entonces qué era lo que ocurría? El chico repasó con cuidado los puntos principales de proyecto: el NCA (Nuevo Combustible Artificial) estaba en el tanque, el aerocoche tenía instalado correctamente el nuevo motor que él mismo había inventado y que era el único capaz de soportar ese combustible, la computadora principal transmitía todas las instrucciones hasta la pequeña computadora de la nave. Entonces algo pareció iluminarse en su cabeza, se acercó a la nave y revisó un cable que llegaba hasta los controles principales, tal vez ahí estaba el desperfecto. Con cuidado observó la cubierta del cable al mismo tiempo que deslizaba los dedos por el aislante. De pronto, una fuerte descarga de energía lo «iluminó» y bastante, haciendo que sus cabellos se erizaran y pararan más de lo acostumbrado, haciendo que saliera disparado hacia atrás.

En ese mismo momento la puerta del laboratorio se abrió y un joven muy atractivo de melena violeta y de elegante traje ejecutivo entró. Al instante fue atropellado por Goten, yendo los dos a estamparse a la pared del laboratorio.

–¡Auch! ¿Qué ocurre, Goten? –preguntó Trunks sobándose la cabeza.

–C-creo que y-ya encontré la f-falla, T-trunks –dijo con un amplia sonrisa en el rostro, que lucía algo sucio, y pasando una mano por sus cabellos que aun echaban algo de humo.

Una media hora después, platicaban mientras Goten le explicaba cómo haría la prueba de ese nuevo proyecto de la CC.

–…y así, ya sólo falta iniciar el sistema de prueba –dijo Goten comenzando a introducir algunos datos en la computadora–. ¿Y cómo estuvo el viaje de negocios? –preguntó sin apartar la vista del monitor.

–Bueno, las juntas son muy aburridas, pero creo que aprendí varias cosas, mi mamá es una gran maestra.

–Me alegro. Lo bueno es que estás libre ahora.

–Sí, no sabes cómo agradezco que a mamá le encante ir de compras, sobre todo ahora con lo de la navidad. Me ha dicho que visitará todos los centros comerciales de la ciudad para comprar los obsequios –comentó Trunks con un gesto de alivio en el rostro.

–¡Ya está listo! –exclamó Goten lleno de júbilo–. Ahora, con sólo presionar esta tecla, sabré si todo mi trabajo valió la pena…

Con algo de nerviosismo presionó la mencionada tecla y de inmediato el aerocoche se encendió comenzando a enviar resultados al ordenador, que trabajaba a gran velocidad.

–¡Sí, sí, todo está correcto! –gritó Goten sonriendo.

Ambos chicos chocaron sus manos en señal de triunfo. Como buenos amigos que eran, siempre se sentían felices con los éxitos del otro.

Era una noche bastante fría en la casa de los Son. Una navidad más era festejada por todos los presentes. En el salón, Goku, disfrazado de Santa Claus, charlaba alegremente contagiándolos con su característico buen humor. El árbol de navidad yacía cubierto de regalos y sus luces se habían encendido desde muy temprano, iluminando de diversos matices las caras de Krilin, Gohan, Mr.Satan y Goku, mientras que Videl, Pan y #18 ayudaban a Milk a terminar la cena.

–¿Y el maestro Roshi? –preguntó Gohan a Krilin.

–Se fue de vacaciones con Oloon a un lugar cálido, ustedes saben que prefieren bikinis que abrigos –dijo, y de inmediato todos rieron fuertemente.

–Esos dos nunca cambiarán –repuso Goku.

La puerta principal de abrió, interrumpiendo la plática de los presentes.

–¡Feliz Navidad a todos! –exclamaron Marron y Goten al unísono.

La muchacha se acercó cariñosamente a su padre y le dio un gran beso en la frente.

–Feliz navidad, pequeña –dijo Krilin.

–Trajimos regalos para todos. –La chica se acercó hasta el árbol y expandiendo una cápsula comenzó a acomodar donde podía el montón de paquetes.

La cena transcurrió llena de alegría por estar juntos. Goku, como buen sayayin, degustaba los ricos platillos que Milk había preparado, claro, seguido por Gohan, Goten y Pan que fueron los que más comieron. Terminando la cena, Goten se puso de pie pidiendo la atención de todos.

–Bueno, ahora que estamos todos juntos, ha llegado el momento de decirles algo –dijo mirando con insistencia a su querida Marron.

Las miradas se centraron en él con mucha curiosidad, esperando saber de qué se trataba todo ese asunto. Goten tomó un poco de aire y lo exaló en tanto alternaba sus miradas a sus padres y a los padres de Marron.

–Lo que quiero decirles es que…Marron y yo hemos decidido casarnos –dijo al fin, dejando a todos mudos de la sorpresa.

La primera en reaccionar fue Milk, que comenzó a llorar sobre el hombro de su marido. «¡Oh, mi pequeño se casa!», dijo mientras que Goku se limitaba a pasar una mano por su espalda. También Krilin y #18 estaban sorprendidos, pero ya presentían que eso iba a suceder, aunque no pensaban que tan pronto.

Después de asimilar la noticia, las felicitaciones no se hicieron esperar, la pareja lucía radiante y por supuesto llenos de planes para la futura boda, sobre todo Marron, que como toda mujer estaba deseosa por que ese feliz día llegara.

Envolturas de brillantes colores y grandes moños estaban esparcidas por la sala. Todos abrían los obsequios de navidad. Marron y Goten salieron afuera, los regalos podían esperar un poco, después de todo, el mejor regalo era estar juntos. Se abrazaban para aminorar un poco el frío que hacía y contemplaban el cielo estrellado y la montaña que lucía nevada totalmente. Habían pasado muy buenos momentos en ese lugar, así como en el bosque que rodeaba la casa Son, pero en nada se compararían con esos que estaban por vivir ahora que iban a estar juntos por siempre… Un deseo espontáneo los hizo besarse para así sellar su promesa de amor.