Sanando Heridas

por Eny@


Amanecía en el Flypan Yama. Gohan se revolvió entre las sábanas al sentir el contacto de los primeros rayos del sol en su rostro. Se dio la vuelta para seguir durmiendo; no tenía ningún deseo de levantarse de la cama.

Ya llevaban un mes en el castillo de su abuelo. Él los había llevado ahí, mientras se recuperaban de la enorme pérdida que habían sufrido. Era lo mejor, había dicho él; así podría cuidarlos. Chichi no se hallaba en condiciones de hacer nada, la muerte de Gokú la había sumido en una profunda depresión y necesitaba más que nunca la ayuda de todos. Ella más que nadie resentía todas las tragedias. A pesar de ser más fuerte físicamente y poseer un carácter igualmente indomable, en realidad ella era muy frágil emocionalmente.

Gohan no había corrido con mejor suerte, se había vuelto muy retraído, ya casi no hablaba, apenas comía y había dejado de sonreír. Cada día parecía portarse más huraño y grosero, cosa que lo tenía muy preocupado. Gohan siempre había sido un niño cariñoso y amable con todos los empleados del castillo cuando iba a visitarlo; recordaba que la última vez que le había visto sonreír fue cuando partió a la Capsule Corp para despedir a Trunks. Su madre ese día se había quedado; le habría gustado ir, pero su estado no se lo había permitido. Después de la crisis que había sufrido, el médico le recomendó quedarse a guardar cama.

Gohan lo recordaba, en esa ocasión tuvo que sonreír forzadamente, no quería preocupar a nadie, y mucho menos a Trunks; sabía que eso lo consternaría y no partiría tranquilo hacia su época. Durante el poco tiempo que había estado con ellos, los dos habían sido inseparables y se habían profesado un gran cariño; él había sido como el hermano menor que nunca tuvo y Gohan le había querido como a un hermano mayor.

Cuánto necesitaba de él en esos momentos, no sabía qué hacer, se sentía desesperado, enojado con todo y todos, pero más consigo mismo, por su torpeza, por haber permitido que Cell matara a su padre y todos los días recordaba esa espantosa escena, esa expresión, que jamás olvidaría; le había dado el último adiós antes de teletransportarse al otro mundo sacrificando en ello su vida y sin querer acabando con la suya; para él las cosas ya no serían iguales jamás, una parte de él había muerto junto con su padre. Salvó a la Tierra de volar en mil pedazos, pero su espíritu fue el que se destrozó; de qué servía el haber sido tan fuerte, el haber salvado un planeta si el ser más querido para él no estaba a su lado y todo porque, por su culpa, por no haberlo escuchado cuando le dijo que acabara con ese monstruo, sólo le había importado su venganza sin pensar en las consecuencias de sus actos y ahora su madre estaba sufriendo por eso. ¿Qué clase de hijo era, por haber permitido eso? Nadie había logrado convencerlo de lo contrario. Todos a su manera quisieron hacerlo entrar en razón, pero no quizo escuchar a nadie, ni siquiera a Piccoro.

No deseaba volver a casa. No quería y no tenía ninguna intención de regresar. Sabía que cuando estuviese ahí el suplicio sería peor, todo le recordaría a él, la sala, la cocina donde siempre se servía sus «pequeños refrigerios», el patio donde solía entrenar, el bosque, el lago… dondequiera que volteara, todo irremediablemente le recordaría a su padre y su error, por el que él ya no estaba ahí. Extrañaba su sonrisa, sus ocurrencias con las que hacía rabiar y reír a su madre, cosas que ya no vería más porque jamás volvería estar con ellos y todo por su Culpa.

Mientras pensaba en todo eso, dos gruesas lágrimas rodaron por sus mejillas. De pronto, alguien llamó a la puerta.

  • Joven Gohan, ¿está despierto? –llamó una alegre voz desde fuera–. Vamos, es un hermoso día. Ya es hora de desayunar, su abuelo le espera.
  • ¡No tengo hambre! –fue la brusca respuesta.
  • ¿Qué dice? Vamos, le han preparado sus platillos favoritos. Además, no está bien que se malpase, usted es muy joven todavía y debe alimentarse bien para que crezca sano y fuerte y…
  • ¡Te dije que no tengo hambre, así que lárgate!

La mujer se quedó perpleja. Era obvio que estaba empeorando y todos en Palacio estaban muy preocupados por el estado de ánimo del pequeño; ya no era el mismo de antes y la mayoría había aprendido a tenerle miedo por sus repentinos estallidos. Los pocos que se animaban a atenderle, sabían que debían tratarle con sumo cuidado para evitar una mala reacción de su parte. Pero la mujer una de las trabajadoras más antiguas de palacio, parecía no temerle y siempre tomaba todo con una sonrisa, sin hacer caso de las continuas quejas del niño.

  • No digas eso, tu abuelito no desea comer solo… y ¿sabes?, tu mamá también está abajo y desea comer contigo.

Apenas terminó de decir eso, la puerta se abrió. ¡Su mamá! Gohan salió y se fue directo al comedor apenas dando un «gracias» por respuesta. Cuando llegó, vio a su abuelo y a su madre ya sentados a la mesa. Su abuelo esbozó una cálida sonrisa al verle. Él sólo sonrió levemente y vio a su madre que también le sonreía. Se sentaron a desayunar. Todo parecía transcurrir sin incidentes hasta que una de las cocineras trajo otra fuente llena de verduras hervidas y empezó a servirles. Cuando se acercó a Gohan…

  • No quiero comer, ya estoy lleno. Gracias.
  • No digas eso, hijo. Debes comer, te hace falta. Por favor, sírvale al niño una buena porción –ordenó su abuelo.
  • ¡Que no quiero comer! ¡No me oíste!

Gyuumaoh se quedó perplejo al oírle hablarle de esa forma tan grosera, pero mantuvo la compostura. La mujer no atinaba qué hacer; ese pequeño era verdaderamente impredecible y no tenía deseos de hacerlo enfurecer y, por otra parte, Gyuumaoh era el rey y su deber era obedecerle. La mujer que le había despertado entró en ese momento y le quitó la fuente de las manos, mientras le decía a la confundida cocinera que ya se podía retirar. Chichi le tocó un hombro pidiéndole que se calmara.

  • Vamos, joven Gohan. Coma, le hará bien.
  • ¡Dije que no!

La mujer no cejaba en su empeño y trataba de ser amable, pero a cada cosa que decía, Gohan se volvía más insolente hasta que Gyuumaoh no pudo más y le gritó:

  • ¡Escúchame bien, Gohan, ésta es mi casa y yo soy tu abuelo, así que vas a hacer lo que yo diga quieras o no, así que sírvanle ahora!

Cuando la mujer se acercó a servirle, Gohan de un manotazo tiró la fuente haciendo que las verduras se esparcieran por el suelo al tiempo que le gritaba a su abuelo:

  • ¡Pues no quiero y no voy a comer!, además ¡tú no eres mi padre!

Apenas había terminado la frase cuando ¡PLAF! un bofetón casi lo tumbó. Se dolió y dirigió una furiosa mirada al atrevido que le había hecho eso, para toparse con su madre que lo miraba furiosa. Hasta ese día ella no había reaccionado de esa manera, la mayor parte del tiempo estaba callada y parecía ausente, lo que lo dejó muy sorprendido, pero también dolido, no se lo hubiera esperado y mucho menos de ella.

  • ¡Me puedes decir qué te pasa, ésa no es manera de hablarle a tu abuelo ni ha esta buena mujer, ellos lo único que hacen es preocuparse por ti, por nosotros, y deberías estarles agradecido, ya bastante ha hecho tu abuelo con acogernos en su casa para que tú lo trates de esa forma tan grosera! Así que te exijo te disculpes, ¡AHORA MISMO!

Gohan no lograba decir nada, era su mamá, pero no sabía qué hacer. Sintió cómo le faltaba el aire, tenía que salir pronto de ahí, ya tampoco soportaba estar en ese lugar; para él ya no había lugar. Y tomando aire para mantener la poca calma que le quedaba:

  • ¡¡Pues no quiero hacerlo y ya estoy harto de todos, y de esta casa, ya no quiero seguir aquí, ME VOY!!

Dicho esto último, el pequeño salió y despegó para perderse en el horizonte, dejando en la mesa a Chichi, Ox S. y a la mujer verdaderamente afligidos.

Gohan volaba con los ojos anegados en lágrimas, él jamás les había gritado así, menos a su mamá, ellos no tenían la culpa de lo que le pasaba y eso lo hacía sentir peor, pero no sabía qué hacer, no podía evitar odiarse a sí mismo, esos sentimientos de rabia y frustración parecían consumirlo. Sentía un dolor lacerante en su pecho que cada día parecía hacerse más grande, voló lo más rápido que pudo, no tenía rumbo fijo, lo único que deseaba era estar solo y quizá no volver jamás.


Ya era tarde y en el horizonte negros nubarrones anunciaban una tormenta. Chichi observaba por la ventana, buscando una señal que le indicara que su hijo venía de regreso, mientras sombríos pensamientos cruzaban por su mente: ¿Qué tal si estaba perdido? ¿Y si estaba herido? ¿Y si Cell había vuelto del infierno para arrebatarle a su hijo? No, no, eso no podía ser, su hijo no, ¿es que acaso la vida no se había ensañado suficiente con ella? ¿No había sido suficiente con que Gokú ya no estuviera a su lado? ¿Es que acaso su hijo también? ¿Qué era aquello tan malo que había hecho para merecer semejante castigo? Gohan era lo único que le quedaba, su único motivo para seguir viviendo. Era inconcebible su vida sin él.

  • Hijo, regresa por favor, te necesito –susurraba al tiempo que tocaba el frío cristal de la ventana y una lágrima rodaba por su mejilla.

Ox S. se le acercó y puso una de sus enormes manos en el pequeño hombro de su hija. Le dolía verla así, era padre y la comprendía perfectamente.

  • Perdóname por favor, hija mía. Yo tuve la culpa, no debía haberle gritado de esa manera. Lo lamento tanto.

Chichi tocó la mano de su padre.

  • No, papá, no fue tu culpa, yo soy la culpable, no debí de haberle pegado, él todavía es un niño y no puede controlar sus emociones, yo soy quien tuvo que haberse controlado y no lo hice. Qué clase de madre soy.
  • La mejor, hija, y él lo sabe, así que no te culpes, no te hace bien. ¿Por qué no vas y te recuestas? Si llega, yo te avisaré, ¿te parece?
  • No me moveré de aquí hasta que él vuelva, no importa si tenga que quedarme toda la noche aquí, lo esperaré.
  • Pero hija…
  • No insistas, papá. Tú sabes que no voy a cambiar de parecer.
  • Está bien, como tú digas, entonces me quedaré contigo también.

Padre e hija se sentaron junto a la ventana esperando el retorno del pequeño, mientras afuera la tormenta se desataba, haciendo crecer la angustia de Chichi por la suerte de su hijo. Esperaron toda la noche, pero él no llegó. Apenas amaneció, Chichi decidió salir en su busca. No sabía cómo iba encontrarlo, pero lo encontraría aunque tuviera que mover cielo, mar y tierra. Pero Ox S. no estaba dispuesto ha dejarla ir así en ese estado, y fue tras ella para impedírselo. Chichi ya había abordado el coche y estaba lista para partir cuando Ox. S. la tomó del brazo.

  • Pero, ¿a dónde crees que vas?
  • A buscar a mi hijo. Quizá esté en peligro o herido y no puedo quedarme cruzada de brazos, mientras él está quién sabe dónde.
  • ¡No, no puedes ir! ¡No dormiste en toda la noche, conducir así es peligroso!
  • ¡Peor será si me quedo!
  • Vamos, por favor, hija. ¿Por qué mejor no descansas? Mientras, yo pensaré en algo.
  • ¡No! ¡Me niego a quedarme aquí sin hacer nada! ¡Iré quieras o no! Ya estoy lo suficientemente grandecita como para saber lo que hago!
  • ¡Pues no! ¡No lo sabes! –gritó mientras le agarraba de los brazos y la levantaba en el aire para sacarla del coche.

Como se atrevía a detenerla, eso era algo que no estaba dispuesta a permitir. Su hijo era lo más importante para ella y nada ni nadie la detendría para ir en su busca, con lo que empezó a forcejear para zafarse de su agarro. Ox S. estaba sorprendido, no creía que su hija fuera tan fuerte, así que se vio obligado a llamar a varios de sus guardias para que le ayudaran a sujetarla, lo cual sólo la hizo enojarse aún más y se revolvió furiosamente para quitárselos de encima, hasta que mandó a volar de una patada en el estómago a uno de ellos, y luego a otro, impulsándose en su propio padre volvió a golpear en la cabeza a otros dos, para luego lanzar sus piernas hacia atrás, encajándoselas en el estómago a su padre, lo cual le hizo doblarse de dolor y soltarle. Apenas se vio libre, Chichi corrió, se subió de un salto al coche y arrancó. A pesar del dolor, Gyuumaoh reaccionó viendo un tronco cerca y, emulando a Tao Pai Pai, lo lanzó justo enfrente, obstruyéndole el paso, lo que obligó a Chichi a dar un volantazo que la hizo estrellarse. Aprovechando el aturdimiento de ella, Gyuumaoh corrió hacia donde estaba y, propinándole un golpe en la nuca, la dejó inconsciente. Después, tomándola en sus brazos, la metió al castillo; era mejor así. Después de dejarla en su habitación, decidió llamar a Bulma y al maestro Roshi para que le ayudaran a buscar a Gohan donde quiera que éste estuviera.


Mirai Trunks se hallaba en la terraza, no podía dejar de pensar en esos ojos y de la última vez que lo vio. Había algo extraño en su mirada. Aunque sonreía, había algo que no encajaba en él y era precisamente sus ojos, esos ojos que le resultaban tan conocidos. Él había experimentado una tristeza similar y era por ello que sabía que algo no estaba bien. No se sentía tranquilo, tenía que regresar, se lo debía.

Mirai Bulma también estaba preocupada. Desde su regreso, Trunks se paseaba mucho por el hangar donde ahora estaba guardada la máquina del tiempo. Se la pasaba la mayor parte del tiempo pensando, como si algo le inquietara. ¿Pero qué? Ya no había amenazas en la tierra, había vencido a los androides y a Cell, ahora sólo reinaba la paz, la gente había regresado poco a poco a su vida normal y empezado a reconstruir sus ciudades de nuevo, además de hacer una enorme celebración para honrar al ahora salvador del mundo, su hijo Trunks, lo cual la hacía sentirse la más orgullosa y afortunada de las madres. ¿Qué sería?, se preguntaba, y mientras cavilaba, sus ojos se toparon con un retrato muy especial. Ahí en la foto estaban los tres: Trunks, ella y Gohan, al fondo se veía un parque, y sintió nostalgia por aquellos tiempos tan felices. De repente, una idea pasó por su mente. ¿Y si era eso? Quizá extrañaba a Gohan, sabía lo mucho que le hubiera gustado a Trunks que él hubiera estado ahí para compartir con él esos momentos tan felices y celebrar, quizá le dolía el saber que eso era imposible y que ese sentimiento de culpa hubiese vuelto de nuevo, pero… no, hacía unos días se había celebrado un homenaje póstumo en memoria de Gohan y su hijo se había mostrado sereno durante todo lo que duró el evento. Él mismo había sido el que se la había pasado consolándola.

Cuando lo entrevistaron para preguntarle cómo se sentía al respecto, él les había contestado que estaba feliz, por haber salvado a la Tierra y por no haber defraudado a su maestro. Aunque él no estuviera físicamente, sabía que él, en algún lugar, lo estaba viendo y le mandaba sus mejores deseos. Él mismo le había dicho que esa paz la había encontrado al regresar al pasado y ver a Gohan de nuevo, aunque fuera con unos años menos, y siempre le estaría agradecido por ello; verlo de nuevo había sido el mejor remedio para la tristeza de su hijo.

Pero… ¿entonces qué era? Por más vueltas que le daba al asunto, no encontraba una razón lógica, y no estaba dispuesta a quedarse con la duda, así que se dirigió a la terraza. Ya era de noche y las luces de la ciudad brillaban en todo su esplendor.

  • Trunks, necesito hablar contigo.

Trunks no la oyó. El muchacho parecía ausente.

  • ¡TRUNKS!
  • ¿¡Eh!? ¡Ah! Eres tú, mamá. ¿Qué pasa?
  • Eso quisiera saber yo, qué te pasa –Bulma se acercó y apoyó sus manos sobre la mesa para quedar frente a su hijo.
  • ¿Pasarme?
  • Sí. Dime, ¿sucede algo, hijo? Desde que regresaste te noto más callado que de costumbre. ¿Tienes algún problema?
  • No, nada, mamá, todo está bien.
  • Vamos, no mientas, has estado muy extraño. ¿Es que no confías en mí? Si hay algún peligro, tú sabes que no me acobardaré. No seré fuerte, pero si muy inteligente y ya ves lo que hemos logrado. Dime qué te traes entre manos.

Mientras decía esto arqueó las cejas y acercó su rostro hasta tenerlo a unos cuantos centímetros del de su hijo con una expresión de «O me lo dices todo o ya verás». Trunks se sonrojó de súbito al ser interrogado de esa manera tan vehemente por su madre, haciéndolo sentir muy nervioso.

  • No, na-nada de eso, mamá, je,je.
  • A mí no me engañas, así que empieza a hablar, jovencito.

Mirai Trunks respiró hondo y, evadiendo a su madre, se levantó.

  • ¿Sabes, mamá? Ya no tienes nada de qué preocuparte. He tomado una decisión. Regresaré al pasado.
  • ¡¿Quéee?!
  • Sí, eso es lo que he estado pensando durante todo este tiempo, y mañana partiré –dijo mientras en su rostro se dibujaba una extraña sonrisa.
  • Pero la máquina del tiempo no está en condiciones.
  • No te preocupes, ya me encargué de eso. Bien, buenas noches, mamá. Que descanses.

Dicho esto, le dio un beso y se metió al edificio. Mirai Bulma seguía sin entender, le sorprendía el repentino cambio de humor de su hijo y ¿ahora qué traería entre manos? Pero no insistió más. Cuando a Trunks se le ocurría algo, nada ni nadie era capaz de hacerlo cambiar de opinión y, al igual que su padre, jamás revelaba los motivos de sus decisiones. Bueno, ni siquiera sus decisiones. No cabía duda, se parecía mucho a Él.

Amaneció, y Trunks y la máquina del tiempo ya estaban casi listos, pero antes tenía que hacer algo más. Mientras M. Bulma afinaba algunos detalles, él enfiló hacia un lugar que había visitado antes de su primer viaje. Cuando llegó, pudo ver una gran cantidad de flores aún frescas, depositadas por personas de distintas partes del mundo como un tributo al hombre que murió peleando por ellos y dejando en Trunks un rayo de esperanza para la Tierra, con la certeza de que él libraría al mundo de esas amenazas, esperanzas que no fueron en vano. Observó las otras dos tumbas al lado y sonrió, los padres de Gohan también habían recibido flores. «Ahora están juntos de nuevo», pensó, y se sentó junto a la tumba de su maestro. Observando a su alrededor, sintió como una extraña tranquilidad lo envolvía y lo hacía sentir sereno. Quizá nadie lo entendiera, pero en ese sitio tan lúgubre él también había hallado un poco de esa paz que tanto había necesitado. Quien sabe por qué, pero así era. Mientras, meditaba en lo que iba a hacer, ordenando sus ideas. Era necesario el asunto. Así lo ameritaba. Después de ello, Trunks se levantó y elevó una pequeña oración frente a la tumba de su amigo y maestro:

  • Gohan, gracias por todo lo que hiciste por mí y mi mamá, por tus enseñanzas, por tu amistad, te debo mi vida y creo que ya va siendo hora de que empiece a pagar un poco esa deuda que tengo contigo. Sé que es lo menos que puedo hacer por ti, así que deséame suerte… hasta pronto, amigo –y haciendo un ademán de despedida, emprendió el vuelo hacia la C. Corp. Y hacia el pasado.

Piccoro, Krilin y los demás guerreros Z, incluyendo a Vegeta, habían emprendido la búsqueda de Gohan. Recorrieron todo el planeta, pero nada, parecía que la tierra se lo hubiera tragado. Para colmo, no podían sentir su Ki, Gohan había tenido el cuidado de apagarlo. No sabían qué más podían hacer, pero continuaban buscando, no podían regresar sin él. Por su parte, Vegeta había decidido ir solo. No tenía la más mínima intención de ir con esos sujetos tan desagradables como él los consideraba. Tenía otros medios y la ventaja de ser Sayajin al igual que ese niño y sólo entre sayajines se entenderían. Él no podía permitir que ese niño se siguiera comportando así, eso era inadmisible para él, un sayajin jamás debía llorar ni mostrarse débil ante los demás por mucho dolor que éste sintiera. Que le tuvieran lástima a un Sayajin, por muy mestizo que fuera, era algo que lo enfermaba. Así que él tendría que ponerle fin a eso. Pero primero debía encontrarlo antes que los demás y si no podía hacerlo mediante el Ki, entonces lo buscaría como antaño en sus tiempos de soldado lo habría hecho, con lógica y olfato.

  • ¿A dónde iría si deseaba estar completamente solo y sin nadie que lo importunase? Mmmmmh, pues lo más seguro que a una isla o montaña lejana –pensaba mientras se frotaba la barbilla–. A esos lugares iba cuando no deseaba la compañía de nadie.

Según lo dicho, él había enfilado hacia el Sur y hacia allá se dirigió, concentrándose en captar su olor o alguna pista que lo llevara hacia él. Sobrevoló el mar durante largo rato, volando lo más bajo posible al divisar varias islas y cuidando de no quedar atorado entre las ramas (qué estúpido se vería el príncipe de los sayajin vuelto de cabeza entre varios árboles, ¡qué humillante!, pensaba), pero nada. Continuó hasta que divisó tierra y más allá unas enormes montañas, algunas casi tan altas e imponentes como la torre Karín. Se internó entre ellas y decidió elevarse un poco más, quizás estuviera en la cima de alguna de ellas. Grandes ráfagas de viento se colaban por las grietas y entre las montañas para terminar golpeándole en la cara, pero nada, ni una señal de él, y descendió de nuevo; de repente, las montañas se abrieron a su paso y distinguió un valle que le resultó muy familiar. Siguió más adelante, estaba completamente despoblado, cuando de repente cayó en la cuenta de donde estaba, ¡era el valle cercano adonde se había realizado el Cell Game! Volando más bajo, se concentró. Quizás estuviera aquí y algo le decía que así era. Pasó un rato, ya pronto llegaría al lugar exacto. Cruzó entre dos enormes rocas y ahí estaba el valle, mudo testigo de aquella batalla, y su sorpresa fue mayor cuando descubrió en medio del cráter donde estuviera la plataforma a ¡Gohan!

Se detuvo repentinamente y descendió casi a su lado. Ahí estaba sentado, y parecía no haberse percatado de su presencia. Tenía la vista perdida y se notaba que había llorado. Al ver que no se movía, Vegeta pateó una piedra que se estrelló en una de sus piernas. Gohan al punto reaccionó, se quedó sorprendido al verlo y de un salto se incorporó.

  • ¡Señor Vegeta! ¿Qué hace aquí? ¿Cómo me encontró?
  • Tengo mis medios –dijo mientras se acercaba a él.
  • ¿Qué quiere? –le preguntó en tono desganado. Sabía a lo que venía y él no estaba con ánimos de oír sermones.
  • ¡Saber qué demonios te pasa! ¡Ya es hora de que te empieces a comportar como el guerrero sayajin que eres!
  • Y eso a usted qué le importa –Eso era lo único que le faltaba: que Vegeta fuera a reclamarle.
  • ¡Mucho! ¡Ya estoy harto de verte actuar como una niñita llorona!
  • ¡Y yo ya estoy harto de que me molesten! ¿Por qué no me dejan en paz?, y-yo sólo soy un niño tonto.

Gohan ya no pudo continuar. Sintió un enorme nudo en la garganta. Evitando la mirada de Vegeta, comenzó a llorar. A este último le enfureció su reacción, no podía dejar que se diera por vencido así como así, se las debía y tenía que pagárselas. Ese niño era el ser más poderoso del universo en esos momentos, un contrincante con el cuál tenía que medirse. Lo había humillado en el Cell Game y tenía que demostrarle que él era el más fuerte.

  • ¡¡Déjate de lloriqueos y demuéstrame tu poder!!

Diciendo esto último, lo obligó a levantarse de un tirón y lo empujó.

  • ¡Vamos, qué esperas! ¡PELEA!

Vegeta se alejó y se puso en posición de combate. Gohan ni siquiera se movió. Seguía en la misma posición con los brazos caídos y la vista clavada en el suelo. No parecía dispuesto a más, lo que exasperó a Vegeta como nunca. Cómo odiaba a los débiles de carácter. Y sin más, empezó a gritarle.

  • ¡Qué, piensas quedarte como idiota todo el maldito día! ¡Vamos, pégame o es que me tienes miedo! ¡Eres igual que el imbécil de tu padre! ¡¡Sí, él era sólo un imbécil, un maldito cobarde que SE SUICIDÓ POR IDIOTA, pero qué más se podía esperar de alguien que sólo tiene aire en el cerebro y que…!!
  • ¡¡YAAAA, YAAAAAA, CÁLLESE!!

Vegeta ya no pudo terminar la frase, porque un fuerte puñetazo lo mandó a tierra. Con eso le había bastado a Gohan.

  • ¡¡CALLATE!!, NO PERMITIRÉ QUE SIGAS INSULTANDO A MI PADRE, ¡¿ME ENTENDISTE?!

Vegeta se incorporó, satisfecho del resultado. Vio a Gohan colocarse en posición, lo había sorprendido, pero le enseñaría quién era él, así que agregó:

  • Vaya, ya era hora de que reaccionaras. Pues bien, a pelear. Quiero que me demuestres todos tus poderes a menos que quieras que siga diciendo todo lo que pienso del imbécil de Kakarotto.

Gohan apretó puños y dientes, eso era para sulfurarse. Vegeta elevó al máximo su poder, era el inicio de una gran batalla.

  • Muy bien, si eso es lo que quiere. –terminó diciendo el pequeño.

Al momento concentró toda su energía y en cuestión de segundos alcanzó el nivel de SSJ2, dejando completamente sorprendido a Vegeta. No creía que ese niño pudiera elevar en tan poco tiempo su poder de pelea para obtener ese nivel, y sin más se lanzó contra él, quien apenas alcanzó a cubrirse. Gohan empezó a propinarle varios puñetazos que lo hicieron retroceder, la velocidad a la que peleaba era en verdad impresionante, no le daba tiempo de nada. Cuando creyó que podría atacarlo, el pequeño lo sorprendió al propinarle un rodillazo en el estómago que le sacó el aire, acto seguido le tomó de una pierna y salió disparado hacia el cielo, haciendo una vuelta en U regreso a tierra y lo azotó con todas sus fuerzas contra el duro suelo, que se hizo añicos con el impacto. Gohan parecía no dispuesto a dar tregua. Vegeta trató de incorporarse, pero apenas lo hizo, el chiquillo le propinó una patada en las costillas que lo lanzó hacia un lado, dejándolo boca abajo. El dolor que le sobrevino era muy fuerte. No podía creerlo, ese niño peleaba como jamás creyó. En cuestión de segundos lo había dejado en ese estado. Al alzar la vista vio que Gohan ya estaba sobre de él y encendió un Energy Dan que colocó cerca de sus ojos. Vegeta pudo ver su expresión, estaba decidido a matarlo, esa miniesfera era más letal de lo que parecía, ahí estaba concentrado su máximo poder y si el así lo deseaba lo desintegraría en el acto. El SSJ2 era en verdad un nivel impresionante, pero por sobre todo le había impresionado la capacidad de reacción de ese niño a pesar de su estado de ánimo. No encontraba modo de evitar el golpe, al mínimo movimiento él lo haría pedazos con ese ataque, era muy veloz y ya le había demostrado que podía anticipar todos sus movimientos.

  • Maldita sea –murmuraba Vegeta. Ese niño estaba fuera de su alcance. lo observó con furia y gritó–: ¡¡Va…vamos, mocoso idiota, acaba de una vez!!

Nunca pediría piedad, eso era algo inconcebible para el Príncipe de los Saiyas. Si iba a morir, sería con la frente en alto.

Lejos de eso, Gohan lanzó la esfera hacia otro lado, abriendo un enorme cráter. Acto seguido, volvió a su estado normal y, dándole la espalda, se encaminó al borde del primer cráter donde Vegeta lo había encontrado y se quedó parado contemplando el valle. La pelea había terminado tan abruptamente como había empezado. Vegeta, por su parte, no daba crédito a lo que había pasado –»pero qué se creía ese chiquillo insolente al hacerle eso»–. Se incorporó, dispuesto a continuar la pelea; nadie lo humillaba así y se quedaba tan tranquilo. –»Idiota»–. Hubiera preferido mil veces que lo matara. Se abalanzó sobre Gohan, propinándole una patada en la espalda que lo lanzó dentro del cráter, fue tras él, pero se detuvo. El niño se hallaba inmóvil. Lo observó incorporarse a medias y quedar sentado de nuevo.

  • ¡Pero qué te pasa! –le preguntó, y tomándolo por la camisa empezó a agitarlo mientras le reclamaba–: ¡¿Es que no tienes orgullo?! ¡Vamos, pelea, quiero derrotarte! ¡¿Por qué no dejas de autocompadecerte y te pones a entrenar como es debido?!

Al no verle reaccionar, Vegeta lo lanzó furioso. Gohan sólo se levantó y se sentó de nuevo como si nada.

  • ¿Por qué?
  • ¿Eh? ¿Por qué qué demonios?
  • ¿Por qué quiere que entrene? ¿Para qué? Al fin y al cabo sería lo mejor, ¿no? Incrementaría su poder y me superaría, sería el más fuerte, ¿no es eso lo que quiere?
  • Tú no entiendes nada, de esa manera para mí no vale la pena. Mi objetivo es convertirme en el ser más poderoso del universo, superar a todo aquel que se diga más fuerte que yo y tú eres un obstáculo a vencer.
  • Sólo eso –Gohan bajó la cabeza triste.
  • ¡¡¿»Sólo Eso» has dicho?!! Esa es mi razón de ser.
  • Dígame… ¿y no le interesa nada más que eso?
  • No –le respondió secamente.
  • ¿Ni siquiera su familia?

Vegeta esta vez calló y ahora que tenía que ver su familia en esto. Gohan continuó al ver que él se había quedado callado.

  • Me gustaría ser como Usted.

Ahora sí que estaba sorprendido, en su vida hubiese esperado que él le dijera semejante disparate. Gohan siguió hablando con un tono de voz apenas audible:

  • Para que sólo me interesara ser el más fuerte, sin importarme qué le pasara a los demás, así quizá no estaría sintiéndome como me siento ahora, al contrario, creo que estaría contento por ser tan fuerte y haber derrotado a un enemigo tan poderoso como Cell, pero… la verdad es que no es así…

Gohan estrujó la tela de su pantalón como si estuviera apunto de desgarrarlo, mientras apretaba sus ojos como intentando que sus lágrimas no escaparan más, para terminar con un tono de enorme amargura en su voz:

  • Al final de cuentas eso NO SIRVE DE NADA, porque aunque sea el más fuerte del universo eso no le devolverá la vida a mi papá, eso no cambia en nada las cosas ni las cambiará ¡JAMÁS!

Apenas terminó de decirlo, Gohan se encogió y comenzó a llorar esta vez con más fuerza, Vegeta no atinó a decir ni hacer nada, podía percibir la tristeza de ese niño hasta en el aire, recordó cuando Cell mató a Trunks y lo que sintió, fue una experiencia verdaderamente dolorosa y también fue la primera que vez que supo qué era perder a un ser querido, comprendiendo en toda su magnitud las razones de Gokú para luchar de esa manera, no sólo por el placer de pelear con alguien más fuerte, sino para proteger a los que más amaba. Volvió a fijar su vista en Gohan y recordó su dolor ahora reflejado en él, sólo él sabía lo que había sentido y sólo él lo sabría; decidió no insistir más por ahora, respetaría su dolor. Se sentó en una roca cercana y se quedó un rato sin decir palabra, como guerrero sayajin había aprendido a respetar el silencio del compañero y en esos momentos las palabras salían sobrando.

De pronto percibieron varios Ki que se acercaban, seguramente eran los demás guerreros.

  • Deben ser esos tontos –murmuró Vegeta mientras se incorporaba.

Gohan también los había sentido. Lo que menos deseaba era ver a más gente y tener que oír más regaños; y como si le hubiera leído el pensamiento, Vegeta inesperadamente le dijo:

  • No los quieres por aquí, ¿verdad?

Gohan negó con la cabeza, perplejo. Su rostro se hallaba bañado en lágrimas.

  • Bien, me desharé de ellos. –Y emprendió el vuelo. No se había alejado mucho cuando Gohan le gritó. Vegeta volteó, para encontrárselo de pie y con una ligera sonrisa dibujada en el rostro.
  • Gracias, Señor Vegeta.
  • ……

Él sólo le hizo una seña de despedida, y se fue mientras pensaba: «Sólo por ahora, pero tienes una cuenta pendiente conmigo».


Trunks hacía rato que había llegado. Había estado en el Flypan Yama, pero no había encontrado a Gohan y Gyuumaoh lo había puesto al tanto de los últimos acontecimientos. Después había ido a ver a su mamá y a Chichi, le preocupaba su estado, la consideraba otra madre para él, y quien sin más se había desahogado con él mientras le contaba lo sucedido y le pedía que por favor encontrara a su hijo.

  • No te preocupes, tía Chichi, te prometo que lo encontraré y regresaré con él sano y salvo.
  • Gracias, hijo, te lo agradezco.

Eso le había prometido antes de salir por la ventana y emprender el vuelo.

Mientras volaba, pudo percibir el ki de los demás guerreros que venían de regreso. Desafortunadamente no percibió el Ki de Gohan entre ellos, aunque quizás supieran algo de él, pensaba.

Todos los guerreros se sorprendieron al verlo y preguntaron si no había problemas de nuevo, aclarando cómo estaban las cosas, aunque quedó más sorprendido al ver a su padre entre ellos, no sin antes reparar en sus ropas, que se hallaban desgarradas.

  • Papá, ¡qué haces aquí! –preguntó sin poder disimular la alegría que le causaba verlo de nuevo.
  • Como ves, buscando al hijo del inútil de Kakarotto –dijo mientras esbozaba una pequeña sonrisa; a Vegeta también le daba gusto verlo.
  • Oye, papá, y ¿cómo está?
  • Digamos que…

Antes de que pudiera decir algo, Krilin lo interrumpió:

  • Pues anímicamente mal, pero físicamente como nunca, nada más fíjate la paliza que le puso a tu padre por impertinente. ¡Ja, ja, ja, ja!

(Todos con gota en la cabeza)

  • El único impertinente que veo por acá es a ti, Krilin –menciona por lo bajo Piccoro (y cómo no, si se atrevió a hablarle así a ¡Vegeta!)
  • ¡¡QUÉ INSINUAS MALDITO INSECTO, CÓMO TE ATREVES A HABLARME ASÍ, A MÍ, AL PRÍNCIPE DE LOS SAYAJIN!! SERÁ MEJOR QUE CIERRES TU ESTÚPIDA BOCA, O ME VERÉ OBLIGADO A MANCHARME LAS MANOS CONTIGO, GUSANO.

Al ver su mirada asesina tan típica de él, Krilin traga saliva. Sabe que en un arranque, este tipo SÍ sería capaz de borrarlo del mapa sin más.

  • ¡Gulp! Je je, está bien, no tienes porqué enojarte, Vegeta.
  • ¡¡Calvo Idiota!!

Los demás sólo desvían la mirada hacia el cielo. Krilin y sus brillantes comentarios… sería mejor que mantuviera la boca cerrada si es que quería seguir vivo y cumplir su sueño de casarse. Trunks mira apenado la escena, su padre jamás cambiará.

Olvidándose de Krilin (reconsideró, no era necesario perder su valioso tiempo con él), Vegeta continúa:

  • Y si quieres hablar con él, es mejor que regreses por donde has venido. Como le dije a estos cretinos, él no quiere hablar con nadie.
  • Entiendo, pero a eso he venido y no pienso retractarme. Así que nos vemos luego, papá.
  • Haz lo que quieras.
  • Gracias.

Piccoro le puso una mano en el hombro.

  • Bien, lo dejamos todo en tus manos. Tu padre dice que está en el Valle donde se realizó el Cell Game. Suerte.
  • Gracias, Señor Piccoro. Hasta pronto, amigos.

Trunks levanta un pulgar como seña de que todo estará bien y enfila hacia el valle. A Vegeta le enorgullece el carácter de su hijo, no deja que nada ni nadie influya en sus decisiones. Definitivamente se parece a él.


Gohan se hallaba absorto en sus pensamientos, cuando sintió un Ki familiar dirigirse a él. Se levantó para percibirlo mejor. No podía ser, pero era él, sintió cómo su corazón se aceleraba y una inexplicable alegría inundó su corazón cuando lo vio aparecer en el horizonte; quizá no deseara la compañía de nadie, pero con él era diferente. Siempre se había sentido a gusto a su lado y se entendían bien, pero ¿qué hacía aquí? ¿Acaso él sabía lo que le estaba pasando? Vaya, eso quería decir que como actor era pésimo o quizá los demás ya lo habían puesto al tanto; aunque al final de cuentas, eso ya no importaba.

El muchacho aterrizó frente a él. Durante largo rato se miraron sin pronunciar palabra, pero en sus expresiones podían decírselo todo sin necesidad de éstas. Se habían extrañado mucho y Gohan le necesitaba tanto en esos momentos. A Trunks sólo le había bastado verlo para corroborar sus sospechas.

  • Gohan, ver por favor –le dijo mientras le tocaba el hombro y se elevaron para sentarse en una de las rocas cercanas. Mientras veían el horizonte, y los dos chicos eran alumbrados por los últimos rayos del sol, Trunks trataba de ordenar sus ideas.
  • Dime, Gohan, aquí has venido todo este tiempo, ¿no es así?
  • ¿Eh? ¿Cómo lo sabes?
  • Bueno, tu mamá me contó que la mayoría de las veces te ibas todo el día y regresabas por las tardes. Además, mi padre te encontró aquí.
  • Ah, por eso. Es extraño, ¿verdad?
  • No, no lo es. ¿Pero a ti qué te hace venir aquí?
  • Sabes, me gusta estar aquí, éste fue el último lugar donde estuvo mi papá, aquí lo vi por última vez, aunque cada vez que estoy aquí termino recordando todo lo que sucedió con Cell, la batalla, el rostro de mi padre y esa sonrisa cuando se despidió de mí para siempre y termino sintiéndome peor que antes. A pesar de ello, no puedo dejar de venir, porque aunque estar aquí me hace sentir tan mal, es el único lugar en todo este planeta en el que me siento a gusto también. Es muy extraño.
  • Te entiendo, y no, no es extraño. Yo alguna vez me hallé en tu lugar, pero vencí ese dolor y sigo aquí.
  • Sí, pero no soy tú. Yo no tengo tu misma fuerza, tu vida fue muy dura por todo lo que esos androides hicieron y pasaste por muchas más cosas difíciles. Yo, en cambio, he vivido la mayor parte de mi vida con tranquilidad, sin preocuparme de casi nada, todo lo he dejado en manos de los demás, siempre he sido un niño consentido y débil, he tenido la ventaja de tener las Esferas del Dragón, siempre había la esperanza de revivir si alguien moría, jamás supe lo que era enfrentarse a la muerte de la misma forma que tú, hasta ahora.
  • Quizás tengas razón, pero también has pasado por cosas difíciles. No deberías subestimarte y darte por vencido tan fácilmente, eres más fuerte de lo que te imaginas.
  • Es que no entiendes, era mi papá, confió en mí y lo defraudé. Creyó en mí como nadie y por mi culpa está muerto y jamás volverá, ¿es que no lo ves? Fallé, le fallé a todos.
  • Sí, pero entiende por favor, eso ya pasó, con lamentarte no remediarás nada.
  • ¡¡¿Y qué quieres que haga, que lo olvide?, ¿tú crees que es fácil?!! ¡¡PUES NO, NO LO ES!!

Gohan se levantó repentinamente, al verlo tal alterado, Trunks trató de calmarlo y suavizó el tono de su voz; por lo que Gyuumaoh y Chichi le habían dicho, la muerte de Gokú le había afectado mucho, pero no creía que tanto. Debía ser más cuidadoso.

  • No, por favor, Gohan. Escucha, yo no quise decir eso, cálmate por favor.

Pero Gohan no lo escuchó:

  • No me calmaré. Tú no sabes nada. ¡NADIE SABE COMO ME SIENTO, NADIE ME ENTIENDE!
  • Pe…pero Gohan, no tienes que ponerte así, disculpa.
  • ¡VETE! ¡NO QUIERO ESCUCHARTE! ¡ERES IGUAL QUE LOS DEMÁS!
  • Gohan, yo…
  • ¡¡YA BASTA, YA ESTOY HARTO!! ¡¡CREÍ QUE TÚ SÍ ME ENTENDERÍAS, PERO NO ES ASÍ, VETE, DÉJAME SOLO!!

Trunks apretó los puños y cerró los ojos. Hasta ese momento había tratado de ser amable y comprensivo con Gohan, le había hablado con tranquilidad pensando en que de esa manera él se sentiría en confianza y platicarían mejor, pero parecía no estar dando resultado. Entre más amable se portara Gohan, se ponía peor y seguía lamentándose de su desgracia y eso era algo que él no iba a soportar. El joven saiya no resistió más. Encarando a Gohan:

  • ¡¡¿PUES SABES?, QUIENES DEBERÍAN ESTAR HARTOS SON LOS DEMÁS, TU MADRE Y YO!! ¡¡SE NOTA QUE TE GUSTA SER LA VÍCTIMA ¿NO?!! ¡¡QUÉ CÓMODO, TÚ TE LAMENTAS, NO HACES NADA Y TODOS LOS DEMÁS AL CARAJO ¿NO?!! ¡¡QUÉ FÁCIL Y CÓMODO, ¿VERDAD?!! ¡¡TE GUSTA QUE LOS DEMÁS SE LA PASEN PREOCUPÁNDOSE POR TI MIENTRAS TÚ SIGUES EN TU PAPEL DE VÍCTIMA Y SI ESPERABAS A QUE TE DIJERA QUE ESTABA BIEN LO QUE HACÍAS PUES TE EQUIVOCAS, PORQUE NO LO ESTÁ!!

Gohan lo mira perplejo, nadie le había hablado de esa manera, todos habían sido amables y considerados con él y nadie le había reprochado su conducta. Hasta el Sr. Piccoro. y Vegeta, que después del incidente de hacía un rato no volvió a insistir. No hubiera esperado esa reacción de Trunks, de él menos que de nadie y trató de defenderse.

  • ¡¡Pero tú no entien…!!
  • ¡¡YA BASTA!! ¡¡No me digas que no sé nada, claro que lo sé, hace tres años en mi tiempo un par de malditos androides mataron a Mirai Gohan!!

Gohan se quedó estático, la muerte de ese guerrero, su muerte, de la que Trunks se negó a darle más detalles. Durante el tiempo que permaneció en su línea temporal, a nadie le platicó acerca de ese suceso que lo marcó e influyó a que él viniera a esta época. Silencioso, esperó a que él continuara. En sus ojos pudo percibir su dolor y su gran tristeza.

  • Ellos lo mataron sin piedad, sin importarles lo que provocaran con su muerte, sin importarles que nos quitaran la esperanza de un mundo mejor. Dime cómo crees que me sentí, tenía 13 años cuando él fue asesinado, no sabes lo que fue para mí encontrar su cuerpo mojado por la lluvia, muerto en un charco de agua y sangre. Cómo quise que todo eso fuera una maldita pesadilla, pero no lo era. Quise morirme, esa vez sentí que por dentro todo mi ser se hacía pedazos y una enorme rabia empezaba crecer en mi interior. Mirai Gohan era una parte de mí que ya jamás iba a volver. Cómo maldije ese día, a ese par de malnacidos y cómo me maldije a mí mismo por no haberme dado cuenta de lo que él planeaba hacer, por no haberlo ayudado.
  • Trunks…

Trunks se detuvo un momento en su relato para tomar aire, le era difícil rememorar esos sucesos tan dolorosos. Pero ya no había marcha atrás, lo había dicho. Más calmado, continuó:

  • Él no fue sólo mi maestro, fue mi único amigo, hizo todo lo que pudo para que alcanzara mi estado de SSJ, un nivel que jamás vio y que tuve la desgracia de lograr cuando murió. ¿Sabes?, no sólo viví un infierno de 3 años después de su muerte, también se lo hice vivir a mi madre, ¿que no te das cuenta? En estos momentos, allá en el Flypan Yama, tu madre también está pasando lo mismo y yo no quiero que ni ella ni tú sufran de esa manera, tienes tanto por delante y me niego a que tengas que vivir todo lo que yo viví.

Gohan sólo lo observaba, en su rostro había una tristeza enorme y una verdadera angustia. Estaba sorprendido por esa revelación, Trunks sólo le había mencionado unos detalles de su muerte, pero siempre evitó hablarle de lo que había sentido. En aquella ocasión, él había decidido no insistir más por temor a hacerlo sentir peor, sólo brindándole a su manera el consuelo de darle el perdón en nombre de Mirai Gohan. Sus pensamientos se vieron interrumpidos por el muchacho.

  • Sabes… en esos 3 años entrené muy duro. El único objetivo que me daba el deseo de seguir vivo era matarlos y así vengar la muerte de Mirai Gohan, ya nada me importaba más que eso, entrenaba hasta terminar extenuado, sometiéndome a las peores condiciones. No medía las consecuencias y varias veces estuve a punto de morir. Mi madre siempre estuvo ahí, vivía angustiada por mí y sólo Dios sabe lo que tuvo que pasar por mi culpa, y sin decírmelo creó la Máquina del Tiempo. Ella no quería ver cómo su único hijo se suicidaba. El día que fui tras ellos, ella me dio esa opción, volver al pasado y evitar la desgracia o irme tras esos sujetos y acabar con toda esperanza de tener un futuro, pero a mí no me importó, estaba tan preocupado con mi venganza que me olvidé de ella y de que también estaba sufriendo, y tú lo estás haciendo, tu mamá no sólo ha perdido a su esposo, sino que está perdiéndote a ti también o ¿es que acaso crees que ella no siente? ¿O ya no te importa?
  • Yo… yo no sé… Sí me importa, pero…
  • Gohan, no hay peros que valgan, el pasado ya se fue, pero tienes un presente y puedes hacer mucho más de lo que crees. Cuando fui a pelear contra esos monstruos, fracasé. Gracias a Dios, sobreviví, pero por poco y estuve a punto de echar a perder todo aquello por lo que Mirai Gohan peleó. Durante mi recuperación reflexioné sobre muchas cosas, y platicando con mi madre entendí por fin porqué él se sacrificó por mí. No fue sólo por salvar mi vida, sino porque él creyó en mí como la esperanza de salvación para nuestro mundo, tuvo más fe de la que yo mismo me tenía y me lo demostró de esa manera, y tu padre hizo lo mismo por ti, Gohan. Creyó con todo su corazón y no se equivocó: la Tierra sigue aquí gracias a ti.
  • Pero, ¿y su vida? ¿Dónde queda su vida? Yo sí tenía el poder suficiente para haberlo salvado y no lo hice, -¡snif!-

Gohan estaba a punto de llorar de nuevo, cuando sintió el brazo de Trunks rodeándole.

  • Gohan, ¿tú querías que tu papá se muriera?
  • No, jamás.

Gohan puso una cara de total consternación.

  • Vamos, no me malinterpretes. Si te digo esto, es porque quiero que entiendas que ésa jamás fue tu intención. Yo sé, al igual que todos los demás, que tú hubieras dado tu vida por él.
  • Sí, pero no sirvió.
  • No, no es así. No eres Dios para saber qué es lo iba a suceder, date cuenta de ello. Jamás quisiste eso, nunca lo hiciste a propósito y eso es lo que en verdad cuenta. Nadie te está culpando por ello, el único que se culpa eres tú mismo y nadie más. ¿O es que quieres decir con eso que tú no perdonas?
  • ¡¡Qué!! ¡¿Perdonarte yo?!
  • Sí, por no haber salvado a Mirai Gohan. Aunque tú digas que me perdonas, quizá él no.
  • ¡¡No digas tonterías!! Mi mundo y el tuyo se formaron cuando mi papá murió por esa enfermedad del corazón y hasta antes de esa muerte, Mirai Gohan y yo éramos uno solo, y lo seguimos siendo en cuanto a sentimientos. «Uno Solo», todo lo que él hizo, yo también lo hubiera hecho.
  • ¿De veras?
  • Él no tendría nada que perdonarte. Nada. Para nosotros están primero nuestros seres queridos, verlos felices es lo más importante. Antes que nosotros mismos están ellos, siempre. Él sintió el mismo cariño que yo siento por ti, sé que murió feliz porque su sacrificio valió la pena y sé también que hasta el último momento te recordó así, con cariño y sin rencor. ¡Y si yo tuviera que morir por ti, lo haría sin dudarlo!
  • Entonces, ¿por qué no te convences de eso tú mismo?
  • ¿Qué?
  • Sí, Gohan. Tú y tu padre tienen el mismo corazón, aman con todas sus fuerzas y dan todo por los demás. Él hizo exactamente lo mismo por ti, porque eras SU hijo, y no sólo por eso, también lo hizo por la Tierra, porque en este planeta también vive la mujer que más amó en su vida, también murió por ELLA y te dejó la responsabilidad de cuidarla y protegerla en su lugar. Gohan, cuando vine aquí, encontré la paz que tanto necesitaba al verte y saber que en verdad me has perdonado, me dan un alivio aún más grande, tu padre no te perdonará porque no tiene nada de que perdonarte. Quien debe perdonarse eres tú mismo. Durante todo este tiempo, el único que se ha culpado eres tú, te odias a ti mismo y piensas que los demás te odian cuando no es así. Quizá tú no puedas ver a tu padre de nuevo, pero has lo que él tanto hubiera deseado que hicieras.
  • ¿Lo que hubiera deseado?
  • Sí, que fueras feliz, que nunca te rindieras y que cuidaras de su esposa, de tu mamá, que ahora te necesita más que a nadie en este mundo. Él no murió para hacerte sentir miserable, lo hizo porque te quiso y te quiere, por darte un futuro. Y lo que tienes que hacer si quieres encontrar la tranquilidad que tanto necesitas es simplemente: PERDONARTE A TI MISMO.

Trunks calló y dejó de abrazarle, para ver el efecto que le habían causado sus palabras.

Una tormenta se desataba en el interior de Gohan, asimilando cada una de las palabras de Trunks, su tragedia, su padre, él, la similitud entre sus sentimientos, sus madres; sintió como si le quitaran una venda de los ojos, ¿cómo era posible?, ¿cómo pudo ser tan egoísta? Estaba tan ocupado lamentándose que no pensó que también ella estaba sufriendo y que los demás también sufrían. Había olvidado esa promesa por completo y, lo peor, la había olvidado a ella. ¿Qué pensaría su padre de él? Trunks, que pareció adivinarlo, le puso una mano en el hombro y le dijo:

  • Vamos, ánimo, no todo está perdido, estás a tiempo y tienes toda una vida que vivir –mientras le esbozaba una cálida sonrisa.

Era como si le hubieran quitado un enorme peso de encima. Respiró hondo y emitiendo algo así como un pequeño gemido se abrazó a Trunks fuertemente y rompió a llorar de una manera que lo hacía agitarse y agitar a Trunks también. Pero este llanto era distinto, no era de dolor o frustración, era de felicidad y de alivio, por encontrar esa tranquilidad y esa paz que tanto había deseado, era como si a través de Trunks su padre se hubiera comunicado con él y le hubiese dado el consuelo que tanto necesitaba.

  • Gracias, Trunks, gracias por estar aquí, gracias por venir, gracias… –le repetía una y otra vez entre sollozos.
  • Ni lo menciones. –Y agregando algo que Gohan ya no alcanzó a oír–: «Te lo debía, Sensei Gohan».

Y así, unidos en un fraternal abrazo, Gohan encontró la paz que tanto necesitaba, y Trunks la felicidad de compensar un poco a la persona que tanto había hecho por él.



Anochecía en el Flypan Yama y a lo lejos los dos chicos distinguieron las luces del pueblo y el castillo. Todos se hallaban afuera, sorprendidos de verlos llegar sanos y salvos. Apenas pisaron tierra, Chichi se abalanzó sobre su hijo abrazándolo con tanta fuerza que Gohan creyó morir asfixiado y, como pudo, correspondió abrazándola también. Chichi alzó los ojos para toparse con el joven de los cabellos morados, de nuevo estaba en deuda con él, y le sonrió dándole gracias por todo lo que había hecho. Apartó a Gohan un poco para verlo bien, y al igual que todos los demás, lo observó sorprendida. Su expresión era distinta y sonreía, su ki también, no había amargura, ni tristeza, de él emanaba una paz que se antojaba inmensa. Ninguno supo qué fue lo que Trunks y Gohan hablaron esa tarde, ése era su secreto, compartido sólo por ellos dos. Lo único que los guerreros sabían es que, fuera lo que fuera, él había obrado un milagro.

 

F I N
 

N. del A.: Bien, éste es mi primer Fic, espero sea de su agrado, hacía tiempo que rondaba en mi mente, y pensé que de la serie era un vacío necesario de llenar y éste fue el resultado, tardé un rato más del que creía. Y está basado en una historia real, porque fue el caso de una amiga muy querida para mí y así que donde quiera que estés, Mónica, éste es un pequeño tributo para ti y tu mamá (Q.E.P.D.) y dedicado a todas aquellas personas que han perdido a un ser querido, que sepan que en esta vida no somos dueños de todo y que los sucesos inesperados existen y son inevitables, dejándonos el consuelo de que todos los que seguimos aquí tenemos mucho por hacer en honor a su memoria.

N. del A.2: Y pues va un agradecimiento para Bulmis y Zirta, mis madrinitas. Bulmis, que durante lo que tardé escribiendo este fic, me apoyó dándome su confianza, animándome y sobre todo creyendo en mí como escritora. Amiga, gracias. Y obviamente a la amiga Zirta, una Fanwriter de las mejores, por sus consejos, su apoyo y sobre todo por su sinceridad al compartir conmigo un poco de su experiencia. De nuevo, gracias por todo.