Capítulo 23: "La nueva amenaza"
Al sentir la muerte de Ichiro, Noliyu cayó al suelo presa de un gran dolor en el pecho. Apretó sus puños con fuerza y golpeó el suelo al tiempo que lanzaba un terrible grito lleno de odio y frustración... Luego de esto, se levantó dificultosamente y puso una mano en su pecho, que aún le dolía terriblemente...
Noliyu: ¡No puede ser! ¡Ese mocoso saiya mató a uno de mis mejores guerreros! Pero, ¡¿cómo demonios lo hizo?!
Al escuchar esto, un ser, que hasta ahora había estado escondido en las sombras de la enorme sala en penumbras, corrió a su encuentro y lo sostuvo justo a tiempo, antes de que Noliyu nuevamente se desplomara.
?????: ¡Amo, ¿qué le pasa?! ¡¿Se encuentra bien?!
Noliyu: No, Talos, no me encuentro bien... Ichiro acaba de morir...
El ser, de extraño aspecto, era bajo y su piel era de color negro. Vestía una túnica del mismo color de su piel que cubría casi todo su cuerpo y lo hacía casi invisible en ambientes oscuros como ése en el que se encontraba ahora. Contrastaba con Noliyu, alto y de enorme proporciones. Al escuchar esto, lo miró muy sorprendido por tal noticia; Ichiro era un guerrero de élite que nunca había sido derrotado... hasta ahora.
Talos: ¡¿QUÉ?! ¡¿Está seguro, amo?!... Yo, n-no p-puedo creerlo...
Dijo muy sorprendido, haciendo que su capucha cayera sobre sus hombros y dejando al descubierto un rostro deformado por una enorme cicatriz que le atravesaba toda la mejilla izquierda hasta su frente. Además, le faltaba el ojo, que seguramente había perdido en el momento de haber recibido tal herida. Noliyu soltó a su acompañante y se sentó, mientras proclamaba algunos quejidos, en un enorme trono que tenía muy cerca de ellos. Luego volvió a colocar su mano sobre su pecho, justo donde se encontraba su corazón, y comenzó a hablar dificultosamente, presa del dolor.
Noliyu: Así es... ¡Diablos!, el dolor en mi pecho no deja lugar a dudas. Sólo cuando uno de mis hijos muere, siento tal agonía. No puedo creerlo... Ichiro, uno de mis guerreros más queridos, más útil... Pero su muerte no será en vano, porque gracias a su gran labor, podré recuperar a mis otros hijos, los que, por culpa del maldito de Kaioshin, perdí antes que se convirtieran, pero ahora estoy seguro que lo harán.
Talos: Pero, ¿acaso ellos no están muertos?, porque usted dijo que Ichiro había llevado a cabo el plan que le dijo, entonces...
Comentó el extraño ser al tiempo que le servía una copa de vino a su señor. Éste la tomó y comenzó a beber de manera desesperada mientras hilos de vino bajaban por las comisuras de sus labios y manchaba su ropa. Luego, con un gesto, le indicó a Talos que le sirviera más licor, cosa que él hizo al instante.
Noliyu: ¡No seas tonto! ¡Claro que no están muertos! Todo fue parte de mi plan. Humm... hasta el final, mi hijo me sirvió bien, hizo justo lo que le pedí, y ahora el estúpido de Kaioshin me devolverá a mis guerreros en bandeja de plata... Pero la muerte de Ichiro no se quedará así, ¡yo vengaré su muerte matando a ese niño! Estoy seguro que una vez que la esencia de Kakarotto despierte y su verdadero ser salga a la luz, no le importará que lo haya asesinado...
Exclamó el demonio al tiempo que golpeaba con furia el respaldo de su asiento, luego miró fríamente a su acompañante.
Noliyu: Talos, quiero que busques a mis Fuerzas Especiales, ¡ahora!
Al oír esto, Talos retrocedió lleno de terror y comenzó a temblar.
Talos: ¡¿No cree que exagera, señor?! Después de todo, ese saiya es sólo un niño.
Noliyu: ¡Eso no me importa! ¡Me vengaré y además comenzará la siguiente fase de mi plan!... ¡¿Qué esperas, imbécil?! ¡Ve antes que te mate!
Al oír esto, Talos se fue corriendo, muy asustado, a la vez que pensaba...
Talos: ¡Las Fuerzas Especiales! ¡No!, ¡ellos son la maldad en persona!
Mientras, Noliyu, a solas y rodeado de oscuridad, comenzó a reír diabólicamente.
Los guerreros seguían inconscientes en el suelo. Kibito veía muy preocupado cómo morían poco a poco los humanos. No podía creer la actitud de Kaioshin... él, que siempre había defendido al universo... a la vida... ahora dejaba morir a esos seres tan poderosos... No entendía lo que pasaba, así que una vez más miró a los ojos del Kaio, que bajó su cabeza lleno de pena y vergüenza...
Kaioshin se sentía terrible, no podía seguir viendo tal espectáculo, así que volteó y comenzó a mirar a través de su ventana. ¡Maldito Noliyu! ¡Por su culpa estaba a punto de matar de nuevo!... No, no dejaría que pasara de nuevo, no podía seguir adelante, sabía que estaba en juego al bienestar de todo el universo, pero aún así no podía dejar morir a esos hombres... Giró y miró a Kibito; éste, al verlo, sonrió, entendió lo que su señor quería, así que rápidamente se acercó a los guerreros y comenzó a curarlos, mientras Kaishin lo ayudaba. Hasta que finalmente los curaron a todos.
Kibito: No entiendo qué lo motivó a tomar esa decisión, señor, pero creo que hizo lo correcto al salvarlos.
Kaioshin: No lo sé, Kibito. Sólo el tiempo dirá si tuve la razón.
En ese instante comenzaron a sentir los quejidos de los guerreros que, uno a uno, estaban despertando.
Goku: ¡Ay!... me duele todo el cuerpo... ¿Q-Qué... p-pasó?...
Preguntó el saiya, al tiempo que Kibito le tendía su mano para ayudarlo a levantarse. Goku lo vio de manera extraña, no muy confiado de las intenciones del ser que le ofrecía su ayuda, pero, al no sentir ninguna mala intención en su actitud, le dio la suya y con una sonrisa le agradeció su gesto.... Pero en ese instante recordó con horror lo que había pasado y miró en todas direcciones buscando a Gohan, su hijo...
Goku: ¡¿Dónde está Gohan?!
Los demás, al escuchar a Goku, se levantaron y miraron también en todas direcciones, sólo para darse cuenta que estaban en un lugar extraño y supieron al instante que no estaban en la Tierra.
Piccolo: ¡Ahora lo recuerdo! ¡Gohan estaba peleando con Ichiro!
Tenshinhan: ¡¿Qué dices?! Pero si Gohan...
Al oír esto, el guerrero sonrió lleno de satisfacción, ahora sabía que el niño había superado su estado y se había enfrentado a Ichiro. Bien, su discurso había dado resultado. Ahora, al menos le quedaba el consuelo que la muerte de Chaoz no había sido en vano.
Yamcha: ¡Qué bien! Seguramente Gohan se deshizo de ese monstruo, ¿no es así?
Goku y Piccolo se miraron muy preocupados.
Piccolo: No lo sé, lo último que recuerdo es que el muy demente nos puso a todos en la dirección de uno de los ataques de Gohan para que nos matara a nosotros.
Al escuchar tal noticia todos se miraron perplejos, no podían creer lo que había pasado. Era demasiado malévolo, hasta para Vegeta.
Krilim: Entonces, ¿estamos muertos? Digo, porque no estamos en la Tierra y no tenemos ninguna herida en nuestros cuerpos.
Goku: ¡Es verdad!, nuestras heridas han sido curadas, pero... ¿y mi hijo?
Preguntó muy preocupado. En ese momento, Vegeta, que había observado la escena recostado en una de las paredes, descruzó sus brazos y se dirigió a Kibito, que no había dicho ni una sola palabra desde que ellos habían comenzado su discusión.
Vegeta: No sé qué habrá pasado, pero seguramente él podrá decírnoslo, ¿no es verdad?
Dijo el saiya al tiempo que llegaba a su lado y lo tomaba de las solapas.
Vegeta: Y bien, ¡¿qué esperas para decirnos lo que sucede?!
Al ver esto, Goku trató de impedir que su compañero lastimara al extraño ser.
Goku: ¡Suéltalo, Vegeta! No siento en él malas intenciones.
Vegeta: ¡Siempre tan confiado, Kakarotto! ¡¿Cómo rayos sabes que este tipo no es un enemigo?!
Yamcha: Bueno... tal vez Vegeta tenga razón, no tenemos idea de en dónde estamos o cómo llegamos aquí.
Goku: Sí, pero igual siento que su Ki no es maligno.
Kibito: Si quieren explicaciones es mejor que me sueltes, humano.
Vegeta: Así que puedes hablar. Eso es bueno, entonces, ¡HABLA DE UNA VEZ! ¡Y NO ME DIGAS HUMANO, YO SOY UN SAIYAJIN, ES MÁS, YO SOY VEGETA, EL PRÍNCIPE DE LOS SAIYAJINS!
Al oír esto, Kaioshin se sorprendió mucho.
Kaioshin: ¡¿Cómo dijiste?! Yo pensé que los saiyajins se habían extinguido cuando Freezer destruyó su planeta.
Al escucharlo, Vegeta soltó a Kibito y caminó hacía el otro ser, que lo miraba de arriba a abajo muy asombrado.
Vegeta: ¡¿Y tú cómo demonios sabes eso?! Para tu información, no todos los saiyajins morimos en esa explosión, algunos sobrevivimos, pero ahora sólo quedamos tres saiyas: Kakarotto, Gohan y yo.
Kaioshin: ¡Ahora entiendo porqué ese niño es tan poderoso, si hasta pudo eliminar a Ichiro!
Goku: ¡¿Qué dijiste?! ¡¿Mi hijo derrotó a ese monstruo?!
Kaioshin: Así es. Debes sentirte muy orgullo, tu hijo venció a Ichiro, uno de los guerreros más poderosos que han existido en todo el universo.
Goku: ¡Qué alegría! Pero dime, ¿se encuentra bien?
Kaioshin: Sí, él está bien.
Todos se pusieron felices con la noticia, sobre todo Goku, que estaba muy preocupado por el pequeño.
Goku: ¡Vaya!, no sabes el alivio que me has dado. Muchas gracias por la noticia.
Vegeta: ¡Un momento! ¡No has contestado mi pregunta! ¡¿Quiénes son ustedes?! ¡¿Y cómo es que saben tanto?!
Piccolo: Vegeta tiene razón, creo que ha llegado el momento de que nos digan qué sucede aquí, porque Ichiro fue a la Tierra con intenciones muy misteriosas que no nos fueron develadas.
Tenshinhan: Sí, es verdad. Es mejor que hablen y digan lo que saben.
Kibito se colocó al lado de Kaioshin y sonrió al decir.
Kibito: Entiendo su confusión, pero no deben temer, están entre amigos. Nosotros los salvamos de morir del poder de ese niño al que ustedes llaman Gohan.
Vegeta: ¡Yo no le temo a nada! ¡Y mucho menos a ustedes!
Dijo Vegeta, mientras fruncía el ceño y cruzaba sus brazos. Al ver esto, Kibito se molestó.
Kibito: ¡No seas tan altanero! ¡Se nota que no sabes delante de quién estás!
Vegeta: ¡Bah! ¡Yo igual no confío en ustedes!
Kibito: ¡Pero qué malagradecido eres! ¡Estás ante el Gran Kaioshin, así que habla con más respeto, insolente!
Al escuchar esa revelación, todos abrieron sus ojos de par en par muy sorprendidos. El Gran Kaioshin, el Dios más grande del universo, ¡y ellos lo tenían delante!
Piccolo: ¡¿T-Tú... eres... el Dios... K-Kaioshin?!
Kaioshin sonrió al ver la cara de asombro de todos los presentes, sobre todo la de Vegeta que casi cayó para atrás al escuchar la noticia.
Kibito: Como lo oyeron, y ahora ustedes se encuentran en Kaioshinkai, el planeta de los Kaioshin.
Krilim: N-No... lo puedo... c-creer...
Yamcha: N-Ni... y-yo...
Tenshinhan: Pero... no lo entiendo... Hemos enfrentados enemigos terribles como Freezer y Cell y hasta hemos muerto en batalla, ¿por qué no habían aparecido antes para ayudarnos? Digo, no es que sea malagradecido, pero hay algo que no cuadra aquí.
Kaioshin los miró a todos y se puso muy serio. Había llegado el momento de contar toda la verdad, así que suspiró y comenzó a hablar...
Kaioshin: Sé que tienen muchas dudas, también tú, Kibito, no has comprendido mi forma de actuar. Sin embargo, llegó la hora de que sepan toda la verdad, pero les advierto que no les gustará nada lo que escucharán.
Todos se miraron con una mezcla de preocupación y confusión y algo les decía que las noticias que obtendrían de parte del Dios de Dioses no serían nada agradables.
Talos caminaba apresuradamente a través de un largo pasillo que conducía directamente a las habitaciones de su amo, pero no iba solo, sino acompañado de seis seres que lo seguían sin pronunciar palabra. Todos iban vestidos de negro con largas túnicas que los cubrían casi por completo.
El enorme castillo que Noliyu había construido en esa zona deshabitada del universo al que había sido confinado, estaba lleno de laberínticos pasillos interconectados unos con otros. Lo único que todos ellos tenían en común era la oscuridad que inundaba al universo de forma perenne y que le daba al sitio un ambiente siniestro debido a la escasa iluminación del lugar. Sin embargo, luego de tantos años recorriéndolos, la mano derecha de Noliyu, Talos, había llegado a conocerlos tanto o mejor que a la palma de su mano. A pesar de estar cumpliendo las órdenes de su señor, Talos estaba muy nervioso por la compañía que debía escoltar. De sólo pensar en lo cerca que estaba de esos demonios, se le ponía la piel de gallina, y no es que fuera cobarde de naturaleza, sino que él sabía bien de lo que Las Fuerzas Especiales de su amo eran capaces y tembló al pensar en la posibilidad que él mismo pudiera llegar a ser el blanco de tal maldad algún día... Suspiró con alivio al llegar a las puertas de las habitaciones de Noliyu; éste, al sentir los pasos que se aproximaban, los esperaba con semblante serio y con un gesto les indicó a todos que pasaran. Una vez dentro, Talos cerró la puerta y muy callado se posó sobre uno de los rincones del aposento, como era su costumbre: escondido en las sombras.
Noliyu se quedó mirando largo rato las llamas de la chimenea que proporcionaba la escasa iluminación que poseían.
Noliyu: Les tengo un mandado dijo finalmente, sin voltear a verlos. Es un trabajo muy especial.
Ninguno de los presentes se inmutó, ni siquiera se movieron un milímetro, sino que continuaron en su postura inicial.
Noliyu: Quiero que vayan a la Tierra y...
Luego de un rato, Noliyu terminó de explicarle su plan a sus guerreros, para luego despacharlos. Así, Las Fuerzas Especiales, luego de una pequeña reverencia en señal de respeto, se fueron tal como vinieron: sin pronunciar palabra... Al irse, Talos cerró nuevamente la puerta de la habitación y miró a su amo, que permaneció inmóvil ante la partida de ellos.
Noliyu: Te noto nervioso, Talos. ¿Qué pasa?
Talos: Son Las Fuerzas Especiales, señor. Nunca hablan, ni siquiera entre sí, y me sorprende que después de tanto tiempo yo aún no conozca sus nombres, ya que usted nunca los nombra de forma individual; siempre los llama Las Fuerzas Especiales, a secas.
Noliyu: Es porque ellos no tienen individualidad. Viven y luchan como un equipo... luego de sonreír, pensó bien lo que había dicho y rectificó. No, no es verdad, no son un equipo. Son uno solo...
Talos: ¿Cómo dice? preguntó muy confundido. No lo entiendo.
Noliyu: Es como si fueran un sólo ser dividido en varios pedazos, con una mente en común que los ordena a todos como si fuera su cerebro; ése soy yo, su fuente motriz. Sólo a mí me obedecen, por lo tanto, no pueden tener nombres individuales, ya que tal cosa no existe en ellos.
Talos: Ya veo, señor dijo, no muy convencido de sus palabras pero si más asustado que antes. Suena increíble.
Noliyu: Como lo oyes, mi querido vasallo, y ahora al fin podré obtener la venganza por la muerte de mi hijo.
Culminó con semblante serio al tiempo que tomaba una copa del mejor licor que tenía.
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