Capítulo 22: "La muerte de Ichiro"
Gohan se encontraba en el suelo llorando, aún sin creer lo que había hecho, era demasiado duro enfrentar la realidad que vivía: su padre, Piccolo, Vegeta, todos estaban muertos gracias a él. Si tan sólo no se hubiera dejado llevar por su sed de venganza, tal vez estarían vivos ahora, si tan sólo...
Mientras, Ichiro caminaba a su alrededor. Todo había salido a la perfección, y ahora seguramente sería muy bien recompensado cuando volviera a la base, junto a su amo. Pero su satisfacción iba más allá de ese hecho, y es que ver a Gohan en ese estado lo había llenado de gran placer. Sí, el infinito dolor que reflejaba el niño lo llenaba de alegría. Nadie jamás lo había humillado de esa forma, y ahora, al fin, había podido vengarse. Pero no, aún no había terminado con él, así que se paró a su lado y lo tomó de sus ropas hasta colocarlo a su altura para poder verlo frente a frente.
Ichiro: Bien, mocoso, ya viste que es inútil enfrentarte a mí. Yo soy invencible.
El niño no respondió, y no lo hizo porque no lo había escuchado. Estaba demasiado sumido en su dolor como para darse cuenta de nada de lo que sucedía a su alrededor. Él sólo quería morir; si tan sólo lo matara, su sufrimiento terminaría. Como si Ichiro hubiera podido oír sus pensamientos, dijo:
Ichiro: No, chico, aún no vas a morir. Eso no depende de ti, depende de mí, y yo decidiré cuando sea el momento, jajajaja.
Apenas terminó de decir esto, tomó su brazo herido y lentamente comenzó a apretarlo. Gohan, al sentir esto, no pudo evitar lanzar un grito de dolor. Inútilmente trató de evitar que la tortura continuara, pero estaba demasiado débil y su cuerpo no respondió, cosa que puso muy feliz al extraterrestre...
A unos kilómetros de distancia, una nave aterrizaba. En ella estaban las mujeres, Dende y A17. Ellos, guiados por el namekuseijin, habían logrado llegar al sitio de la pelea. Ya Dende sabía cuál había sido el desenlace de la misma, pero no había tenido el valor de decírselo a los demás, y es que en lo más profundo de su ser esperaba estar equivocado, lo deseaba como a nada. Rápidamente todos bajaron y comenzaron a buscar a los guerreros, pero sólo vieron una gran desolación.
Jagui: Qué lugar tan horrible.
A17: Yo no veo nada, Dende. ¿Estás seguro que éste es el lugar?
Pero Dende no respondió la pregunta. Tenía un muy mal presentimiento, lo peor estaba por venir...
Lanch: ¿Qué sucede, Dende? ¿Por qué no respondes?
Dende: ...¿Eh?... Lo siento... Sí, éste es el lugar correcto.
A18: Pero, no veo a Krilim ni a los demás. ¿Dónde estarán?
Milk: No sé, pero espero que estén bien.
Lanch: ¡Claro que lo están! No seamos pesimistas, ellos son muy fuertes. Además, Gohan está con ellos, y ese niño es muy poderoso.
Bulma: Tal vez se fueron a otro lugar para continuar la pelea.
A17: Bueno, dejemos de hablar tanto y comencemos a buscar. No pueden estar lejos.
A18: Tienes razón, hermano. Vayamos.
Así, todos ellos comenzaron a buscar; todos, menos Dende, que se quedó parado. No estaba seguro pero podía sentir un pequeño Ki, sí, ¡era el ki de Gohan! No podía estar equivocado, debía ser él.
Dende: ¡Por allá!
Dijo sobresaltado señalando con su dedo al norte de su posición.
Dende: ¡Ya pude sentir el ki de Gohan!
Milk: ¡Mi Gohan está vivo! ¡Qué bueno! ¡Debo ir a donde está!
Apenas terminó de decir esto, la mujer salió corriendo en esa dirección, sin pensar en el peligro que podría correr, y es que nada de eso le importaba, sólo quería ver a Gohan, su adorado hijo.
Dende: ¡NNOO! ¡Milk deténte! ¡El peligro aún no pasa!
Jagui: ¡Vayamos todos! (Pensando: Querido Yamcha, espero que estés bien).
Pero fue inútil, ya Milk iba rumbo al peligro seguida de los otros, quienes, sin importarles nada, sólo anhelaban ver a sus seres queridos sanos y salvos. Dende estaba desesperado, pero también corrió tras ellos. Gohan estaba muy débil y necesitaba su ayuda urgentemente.
Dende: (Pensando) ¡Todo esto es culpa mía! Debí decirles, pero no tuve el valor, y ahora... Si algo les pasa, no me lo perdonaré.
Lejos de ahí, Ichiro sostenía a Gohan, haciéndole mucho daño, pero el niño, luego de su reacción inicial, dejó de luchar. Incluso dejó de quejarse de los golpes que recibía del extraterrestre, cosa que lo puso de mal humor.
Ichiro: ¡Vamos, chico! Si no te quejas no es divertido... O es que acaso ya te rendiste, ¿eh?
Pero Gohan, con sus ojos cerrados, pasaba de la conciencia a la inconsciencia a cada instante, así que ya casi no podía escuchar sus palabras.
Ichiro: Humm, veo que es inútil, ya no puedes continuar. Bien, en vista de eso será mejor que te elimine de una vez, ya que quiero ir a descansar. ¡Ufs! Esta pelea me dejó agotado, jejeje, pero valió la pena.
Estaba a punto de darle el golpe final al niño cuando de repente un grito de mujer lo detuvo.
Milk: ¡Suelta a mi hijo ahora! ¡No permitiré que le hagas daño!
Ichiro volteó a ver a la mujer, e inmediatamente sonrió.
Ichiro: Bueno, pero miren a quién tenemos aquí, jejeje, si es la madre del chico. ¡Qué bien! Más diversión para mí.
Milk: ¡¿No me escuchaste, maldito?! ¡Te dije que soltaras a mi hijo!
Al escuchar la voz desesperada de su madre, Gohan abrió sus ojos.
Gohan: Ma...má... Huye... de aquí...
Rápidamente llegaron los otros al encuentro de la mujer, que desesperada no sabía cómo ayudar a su hijo, cómo salvarlo del peligro. Y Goku, ¿dónde estaba?, ¿por qué no lo ayudaba? Llena de rabia, comenzó a llorar.
Milk: Gohan... Hijo mío...
Ichiro: Pero si llegaron más futuras víctimas a este lugar, jajajaja, ¡qué bueno! Mira, niño, ahora podrás ver cómo asesino a tu madre y a los pocos amigos que aún viven.
A17: ¿Quién eres tú? ¿Qué buscas en este planeta? ¿Dónde están los otros? ¡HABLA!
Ichiro: SSShhh, haces muchas preguntas, pero veo que no lo saben.
Bulma: ¡¿Saber qué?!
Ichiro, que aún sostenía a Gohan, los miró a todos y pudo ver en ellos la gran preocupación que se reflejaba en sus rostros. ¡Era hermoso! La capacidad que tenía de hacer sufrir a la gente le fascinaba, realmente adoraba su trabajo. Volteó a ver al saiya, lo miró a los ojos, lleno de satisfacción.
Ichiro: ¿Les digo? Humm, ¡claro que sí!... Verán, amigos, hubo un pequeño accidente y, pues... cómo les diré esto... no quiero ser insensible, pero... Ellos están muertos.
Todos: ¡¿QUÉ?!
A18: ¡No te creo! ¡Es mentira!
Dende: Lo que dice es cierto. Yo... sentí cuando sus kis desaparecieron... lo siento, amigos, pero no pude decirles, no tuve el valor...
Apenas oyeron esto, todas las mujeres se pusieron a llorar, mientras A17, lleno de rabia, cerró sus puños con fuerza. "Muertos", esa palabra esa terrible, ¡no podía ser! Jagui, a pesar de ser la más tímida del grupo, al escuchar la noticia salió corriendo, quería destrozar al monstruo con sus manos, pero A17 la sujetó a tiempo.
Jagui: ¡SUÉLTAME! ¡LO VOY A MATAR!
A17: ¡Cálmate! ¡No podrás hacerle nada a ese sujeto!
Finalmente, la mujer, llorando, se abrazó a A17. Tenía razón, si todos los guerreros juntos no habían podido derrotar al extraterrestre, mucho menos ellos que eran simples mortales.
Bulma: ¡ERES UN MONSTRUO!
Ichiro: Bueno, esa ya me lo habían dicho, pero no me importa, y es que... Tienes razón, jajajaja.
Ichiro miró nuevamente a Gohan.
Ichiro: Bien, pequeño Gohan, llegó el fin de tus amigos. Pero no te vayas, espérame aquí, ¿eh?
En ese momento lo soltó y se dirigió muy despacio a los demás con rostro amenazante. Ellos, al ver esto, comenzaron a retroceder llenos de temor. Sabían que si Gohan no los ayudaba, morirían. En tan sólo unos instantes, el extraterrestre desapareció para luego aparecer al lado de Milk. La mujer trató de huir muy asustada, pero Ichiro la tomó en sus brazos.
Ichiro: Vaya, eres muy bella. Humm, tal vez te haga mi mujer antes de matarte.
Esto lo decía mientras acariciaba su rostro. Milk, asqueada, trataba de soltarse del hombre, pero no pudo. A17 trató de ayudarla, pero con sólo una mirada de Ichiro lo lanzó muy lejos.
Ichiro: No te metas, tonto humano, ya llegará tu turno de morir.
Milk: ¡Déjame, maldito! ¡Prefiero morir que ser tu mujer!
Ichiro: ¿Y acaso tienes elección?
El hombre tomó el rostro de la mujer y la besó con violencia y pasión, mientras todas las demás mujeres miraban desesperadas, sabiendo que no podían hacer nada para ayudarla. Gohan, en el suelo, pudo ver eso y sintió cómo le hervía la sangre. ¿Cómo se atrevía a abusar de esa forma de su madre? Ya no podía soportarlo, era suficiente, ¡jamás permitiría que le hiciera daño! No a ella, ¡eso nunca! Así, sin importarle nada, se levantó y fue a ayudarla...
Ichiro aún besaba a Milk cuando el niño llegó a su lado y lo tomó de los brazos con una fuerza tal que el hombre tuvo que soltar a la mujer, que cayó al suelo casi desmayada, pero rápidamente fue ayudada por las otras que se la llevaron a un sitio seguro. Ahora que Gohan había reaccionado, seguramente acabaría con ese asesino.
Gohan: ¡Esto que has hecho es despreciable!
El ki de Gohan comenzó a aumentar rápidamente haciendo que descargas de energía salieran expulsadas de todo su cuerpo. El suelo a su alrededor comenzó a agrietarse mientras vientos huracanados empezaron a sentirse en el lugar, al tiempo que su aura dorada comenzó a crecer y se hacía más brillante. Pero lo que aterrorizó a Ichiro hasta el punto de dejarlo paralizado fueron sus ojos, ¡eran fuego vivo!, llenos de furia, frustración, pero sobre todo de odio. Finalmente, Gohan, extrañamente calmado, lo tomó del cuello y comenzó a ahorcarlo. El extraterrestre trató de librarse, pero fue inútil, el niño había sobrepasado sus límites, y ahora estaba perdido, él lo sabía bien.
Gohan: Por lo que hice iré al infierno, lo merezco, pero tú te irás primero que yo, pero eso ya lo sabes, ya que sientes mi poder. Je, es bello ver el terror en tus ojos. Tu fin llegó, ¡ASESINO!
Apenas dijo esto lo lanzó lejos con su mirada, pero ya el saiya lo esperaba, y antes de caer al suelo lo golpeó en el aire, una y otra vez, hasta fracturarle todos los huesos, y así lo dejó caer. Mientras Gohan, aún en el aire, miraba al hombre que, sin poder moverse, sangraba en abundancia por la infinidad de heridas que tenía en todo su cuerpo, sonrió y descendió a su lado.
Ichiro: Tú... no... podrás... derro...tarme.
Gohan: ¿No te has dado cuenta? Yo ya te derroté.
Lo tomó en sus brazos y lo lanzó muy lejos en las alturas, acumuló una enorme cantidad de energía, y finalmente le lanzó un enorme Kamehameha que lo desintegró en sólo unos segundos no dejando ni una pequeña célula con la que pudiera regenerarse. A pesar de haberlo derrotado finalmente, el saiya no mostró ningún signo de alegría, el precio que había pagado por su victoria fue demasiado alto. Mientras veía cómo su enorme poder se perdía en la lejanía del universo, pensó:
Gohan: Eso fue por ustedes, papá, amigos...
Perdió su transformación y cayó desmayado...
Los demás, que hasta entonces se habían escondido detrás de una rocas, salieron corriendo al encuentro del niño. Milk, llorando pero agradecida de que su hijo estuviera con vida, lo tomó en sus brazos. Dende colocó sus manos sobre él y comenzó a curarlo. El proceso fue lento, pero finalmente lo logró. A pesar de esto, el niño no despertó.
Milk: ¿Qué pasa? ¿Por qué no reacciona?
Dende: No entiendo. Sus heridas están curadas, pero no despierta.
Bulma: Bueno, seguramente está agotado. Ya despertará, es mejor dejarlo que descanse.
Milk: Sí, tiene razón, Bulma. Mi pobre hijo pasó por muchas cosas este día.
Dende no estaba muy convencido de esto, era extraño que no reaccionara ni siquiera un momento. Sin duda estaba herido, pero herido en su alma, y esa clase de heridas sólo Gohan podría curarlas...
Dende: Mejor lo llevamos al templo, para estar seguros.
A17: Es verdad, yo los llevo en mi nave. Después de todo, aquí ya no tenemos nada que hacer.
Jagui comenzó a llorar nuevamente mientras A18 trataba de consolarla, aún sabiendo que no existía ningún consuelo posible... El Sol se ocultaba en el horizonte cuando desolados subieron a la nave y dejaron ese paraje que, sin lugar a dudas, fue testigo de una enorme batalla y una enorme pérdida...
Kaioshin estaba herido en el suelo mientras Kibito lo curaba, pero no estaban solos. Junto a ellos estaban otros hombres que también mostraban muchas heridas en sus cuerpos. Sin duda, estaban muriendo... Finalmente, Kibito terminó con Kaioshin y éste despertó sobresaltado.
Kaioshin: Humm, ¿qué pasó?
Kibito: Apenas lo contamos. Fuimos a rescatar a estos hombres en el último momento, antes de que murieran gracias al poder de ese extraño niño tan poderoso, pero no pudimos esquivar por completo el rayo de energía. Afortunadamente yo no quedé inconsciente y pude curarme y luego a usted.
Kaioshin: Ah, sí, ya lo recuerdo. Vaya que es fuerte ese niño, casi morimos todos con su poder.
Se levantó entonces, ayudado por Kibito, pero aún estaba un poco aturdido. Miró entonces a los hombres que, inconscientes, se encontraban a su lado. Eran muy fuertes sin lugar a dudas, todos ellos. El sujeto verde destacaba de los otros que tenían apariencia humana. Pero, repentinamente, al verlos y sentir su poder se puso pálido y comenzó a sudar. Tuvo que apoyarse en la pared para no caer al suelo de la impresión. Kibito lo vio y se preocupó mucho.
Kibito: Señor, ¿se encuentra bien?
Pero Kaioshin no reaccionó, miraba fijamente a los guerreros sin pestañear.
Kibito: ¿Señor?... Bueno, mejor ayudo a estos hombres que se encuentran muy heridos también.
Ya Kibito había puesto sus manos sobre Goku cuando un grito lo detuvo.
Kaioshin: ¡NO, KIBITO!, ¡DETÉNTE, NO LO HAGAS!
Kibito: ¡¿Qué dice?!
Kaioshin: Déjalos así, no los cures.
Kibito lo había oído, pero no estaba seguro de haberlo entendido bien.
Kibito: Pero, señor... Si no los curo, morirán...
Kaioshin: Ya lo sé, por eso lo digo... Ahora entiendo por qué Noliyu los quiere, y, por el bien de todo el universo, es mejor que mueran.
Kibito no entendía nada, había visto a esos hombres luchar con todas sus fuerzas contra Ichiro, eran fuertes y valientes, seguramente serían de gran ayuda contra Noliyu, ¿por qué dejarlos morir entonces? A pesar de no estar de acuerdo con Kaioshin, su lealtad a él era inquebrantable, así que se levantó del suelo, colocándose a su lado muy confundido.
Kibito: ¿Está seguro, señor?
Kaioshin: Para mi desgracia, así es...
Ambos se quedaron mirando absortos cómo la vida de los hombres, poco a poco, escapaba de sus cuerpos.
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