Cuando el alma sufre – Capítulo 7

Capítulo 7: «Decisión»

Fanfic: Cuando el alma sufre

Sin darse cuenta, ya había pasado el tiempo y para la boda de Trunks y Jenny quedaba sólo una semana. Bulma y Yamcha salieron mucho durante ese período de preparativos, y la salida que les quedaba era para elegir el vestido que Bulma llevaría ese día.

Salieron después de almorzar y como Bulma no encontró ninguno que le gustara en la Capital del Oeste, decidieron ir a la Capital del Este donde una amiga de Bulma tenía una tienda de vestidos de fiesta.

Por su parte, Vegeta todavía no estaba muy convencido de ir a la boda. Obviamente quería ver a sus hijos y además era una ocasión muy especial para uno de ellos. Su primer hijo ya se había convertido en un hombre adulto e iba a formar su propia familia. Era un momento muy especial para él y quería estar a su lado, pero por otra parte estaba Bulma. Si iba al matrimonio, por fuerza se encontraría con ella. La extrañaba tanto y sin embargo no quería verla. Todo se había terminado entre ellos y debía mantener la distancia. Había intentado de todo para sacársela de la cabeza, pero nada había dado resultado. Pero quería ver a sus hijos y en cierto modo también quería verla a ella… todo era tan complicado…

MD: ¿Te sientes bien? –preguntó sentándose en la alfombra junto al sillón donde él estaba.

VG: ¿Por qué preguntas? –dijo mirándola sorprendido.

MD: Porque desde que almorzamos has estado sentado aquí con ese sobre en la mano. ¿Pasa algo malo?

Vegeta la miró a los ojos un momento y le entregó el sobre. Meredith lo recibió y dudó un poco antes de abrirlo. Luego de leer lo que decía la invitación lo guardó nuevamente en el sobre y dejándolo sobre el sillón, preguntó:

MD: ¿Vas a ir?

VG: No lo sé.

MD: ¿Cómo que no lo sabes?

VG: Ya me oíste.

MD: Pero Vegeta, es tu hijo.

VG: Sí, y también estará ella –dijo mirándola molesto.

MD: Obvio. Es su madre, tiene que estar. Y lo mínimo que puedes hacer es ir a la boda de tu hijo.

VG: No quiero verla.

MD: ¡Oh, por favor! –dijo levantándose molesta. Vegeta la observó un momento y bajó la vista.

VG: No ha sido fácil… y lo sabes.

MD: Claro que lo sé. No ha sido fácil para ninguno de quienes estamos dentro de esta situación.

VG: No quiero volver atrás.

MD: Deja de pensar en ti y piensa en tu hijo. Él quiere que vayas. No lo decepciones.

Se miraron durante unos instantes. Un rato después ambos iban rumbo a un centro comercial para que Vegeta se comprara un traje.
Bulma no tardó demasiado en escoger su vestido, así que Yamcha le sugirió que fueran a tomarse un café. Estuvieron en la cafetería un buen rato, conversando de muchas cosas y recordando los viejos tiempos. Todas esas aventuras que fueron afianzando su amistad.

Cuando salieron de la cafetería, iban tomados de la mano: recorrieron varias vitrinas y se detuvieron frente a una tienda de música. Entre todos los CD que ofrecían, había una pantalla gigante donde pasaban videos musicales.

BL: Ése es el grupo favorito de Bra –dijo volteándose hacia Yamcha, quien depositó un suave beso sobre sus labios.

Bulma se sorprendió, pero no dijo nada. Volvió la vista nuevamente hacia la vitrina tratando de pensar que eso no había ocurrido.

Se produjeron unos momentos de tenso silencio entre los dos y de pronto el video de la tienda cambió por uno que a Bulma le produjo un vacío en el estómago. Su vista se fijó en la pantalla y la tristeza empezó a inundarla poco a poco.

BL: Mejor vámonos, Yamcha –dijo Bulma tomando de la mano a su acompañante. Pero lo peor vino cuando se volteó para seguir su camino y lo vio… Era Vegeta… y no estaba solo. Iba acompañado de una hermosa mujer. Al príncipe de los saiyajin tampoco le agradó mucho la compañía de Bulma.

Estaban frente a frente, mirándose a los ojos, como buscando en ellos una respuesta a las millones de preguntas que tenían en sus cabezas. Sus respectivos acompañantes no estaban muy cómodos con la situación en la que se encontraban.

YM: ¡Tú otra vez! –vociferó Yamcha en un tono nada prudente–. ¡Será mejor que te alejes de ella, no voy a seguir permitiendo que la hagas sufrir de esa manera! Vámonos, Bulma, antes de que no pueda contenerme y le rompa la cara. (como si pudiera… pobre idiota).

MD: ¿Bulma? ¿Ella es Bulma, Vegeta? –preguntó Meredith viendo a su compañero.

Ninguno de los dos contestó. Ambos seguían mirándose, sin emitir palabra, hasta que Vegeta rompió el silencio con un…

VG: Hola.

BL: Hola –respondió Bulma, sin dejar de observar sus ojos negros…

Finalmente, ambos bajaron la mirada. Querían desaparecer en ese momento, pero estaban allí, frente a frente y deseando abrazarse con todas sus fuerzas. Nuevamente el orgullo fue más fuerte y, sin decir más, ambos siguieron su camino.

Bulma y Yamcha salieron del centro comercial y Meredith observó atentamente a Vegeta, que sólo dijo:

VG: Ella es Bulma –dijo como si nada hubiera pasado y continuó caminando. Meredith lo siguió.

Ninguno de los cuatro volvió a mencionar la situación.


El día del matrimonio llegó.

En la CC todo era un verdadero caos. Pese a que todo estaba perfectamente decorado para la fiesta que se daría después de la ceremonia religiosa, Bulma corría de un lado a otro corrigiendo los últimos detalles de todo, mientras Trunks se paseaba más que nervioso en su habitación tratando de vestirse y Bra bostezaba luego de la siesta que había dormido.

BR: ¿Por qué tanto escándalo? –preguntó saliendo de su habitación.

BL: ¡Bra! Ayúdame a arreglar las flores de la entrada –le dijo jalándola de un brazo.

BR: ¡Mamá! Espera, ya has arreglado todo 40 veces y lo has revisado otras 40. Creo que todo está bien. –Bulma se detuvo–. Deberías ir a arreglarte, mamá. ¡Claro! Si quieres llegar a la hora.

BL: Sí, tienes razón –dijo caminando de vuelta y entrando en su habitación mientras Bra exhalaba un gran suspiro.

Cerca de dos horas más tarde, Bulma, Trunks y Bra salían de CC muy arreglados.

BR: Mamá, queda una hora –dijo quejándose mientras miraba su reloj.

BL: El novio tiene que llegar antes –contestó subiendo a un lindo aerocoche.

TR: Así es, Bra. De aquí a la Iglesia hay media hora en aerocoche.

BR: Hermanito… ¿estás nervioso? –le preguntó pícaramente.

TR: ¿Por qué lo dices?

BR: Porque si quieres casarte hoy, deberías dejar de apretar así la cajita que contiene las alianzas.

TR: ¿Eh? –miró su mano derecha y aflojó rápidamente la cajita, guardándosela en el bolsillo.

BR: Toma. Para los nervios –dijo entregándole una goma de mascar de frutas. Trunks lo tomó y se lo echó a la boca. Algo le recordaba, pero en ese momento no lo supo.

Debido a una gran congestión vehicular, llegaron sólo 10 minutos antes de la hora.

TR: Es muy tarde, es muy tarde –repetía Trunks sin dejar de mascar.

BL: No te preocupes, Trunks, estamos en la hora.

Cuando llegaron, los invitados (que eran muchos) ya estaban llegando. Después de los saludos respectivos, Bulma y Bra entraron a la Iglesia mientras Trunks se quedó afuera, paseándose con las manos en los bolsillos y haciendo innumerables globos con la goma de mascar. En eso salió Bulma y encontró a Trunks con un enorme globo rosa saliendo de su boca.

BL: ¡Trunks!

TR: ¡Mamá! –dijo luego de absorber el globo.

BL: ¿Qué haces con una goma de mascar? Desaste de ella.

TR: Eeeeh… sí –dijo nerviosamente y, como no había ningún basurero cerca, se la tragó.

BL: Mira, ahí viene Jenny –le dijo señalando un aerocoche que se detuvo frente a la iglesia–. Vamos, entra. Debes esperarla junto al altar.

TR: Sí –dijo entrando a la Iglesia con una enorme sonrisa en los labios.
Vegeta hacía grandes esfuerzos por anudar su corbata. Bulma le había enseñado una vez, pero no lo recordaba.

VG: ¡Rayos!

MD: A ver. Deja que te ayude –dijo entrando al baño donde estaba Vegeta frente a un gran espejo.

Le anudó la corbata y le arregló la chaqueta. Cuando lo vio con el traje puesto, no pudo evitar ruborizarse un poco. Nunca lo había visto tan elegante.

Vegeta se volteó hacia el espejo y contempló el reflejo de ambos al igual que ella. Meredith bajó la mirada y salió del baño. Vegeta observó un momento más su propio reflejo y también salió. Meredith no sabía cómo pronunciar esas palabras. Después de lo que Vegeta le había contado sobre su esposa y de recordar cómo se la quedó mirando esa tarde que se encontraron en el centro comercial, no sabía si confesarle sus sentimientos, de seguro lo único que lograría sería confundirlo más de lo que estaba. Por eso optó por la única salida que le quedaba.

MD: Vegeta… –miraba por el ventanal mientras la suave brisa revolvía su cabello. Él se volteó al escucharla.

VG: Sí, ya imagino lo que vas a decirme y tienes razón, no debí haberte metido en todo esto, pero simplemente pasó, yo no quería…

MD: …quiero que sepas que no me arrepiento de haber estado contigo todo este tiempo.

VG: Hablas como si no nos fuéramos a ver de nuevo. Sabes que sólo voy a la boda de mi hijo. Regresaré pronto.

MD: No, no es así. Tienes que ir con ella, tienes que volver con Bulma… Yo sé que todavía la amas… Se te nota en los ojos cuando hablas de ella… Serás mucho más feliz a su lado que quedándote aquí… –dijo Meredith con suma tranquilidad, aunque le costó una enormidad pronunciar esas palabras–. Ambos guardaron silencio unos instantes.

VG: Meredith… ¿qué me estás diciendo? –preguntó el príncipe saiyajin totalmente confundido. No podía creer lo que estaba escuchando. Sabía perfectamente que Meredith sentía algo por él y… ¡lo estaba dejando ir, así nomás!

MD: Creo que será lo mejor…

VG: Pe-pero…

MD: Sin peros. Estoy segura de que las cosas se pueden arreglar, sólo es cuestión de que hablen como personas adultas, sin discutir.

VG: Sabía que no era una buena idea –dijo sentándose en el sillón que había sido su cama los últimos meses.

MD: Escucha… –Se acercó a él y lo tomó de las manos–. Nada de lo que hay aquí te hará feliz.

VG: ¿Y… tú? –Meredith negó con la cabeza.

MD: No importa cuánto pueda quererte. Aquí ya hay alguien más –señaló su pecho–. Y todavía te ama.

VG: Eso se acabó.

MD: Nunca se acabó. No puedes seguir escapando de lo que sientes. Si fuiste capaz de enfrentarte a Cell y a Majin Boo, no debes temerle a reencontrar tu felicidad –Vegeta se sorprendió.

VG: ¿Cómo lo…?

MD: ¡No esperabas que me iba a creer la historia de los escaladores!… ¿Verdad, saiyajin?

Vegeta se puso pálido… Pero, ¿cómo lo supo? ¿Cómo logró darse cuenta de su identidad? Al ver la cara de confusión de su acompañante, Meredith no pudo evitar reírse.

MD: ¡¡Ja, ja, ja!! Supongo que no te esperabas esto, ¿verdad?

VG: ¿Cómo te diste cuenta que era un saiyajin?

MD: En un periódico salió una foto de quienes participaron en el Cell Game y si no me equivoco, entre ellos estabas tú. –Vegeta no supo qué contestar–. Y recuerdo tu voz. Fuiste quien nos pidió energía para derrotar a Majin Boo y salvar la Tierra. –Vegeta bajó la mirada.

VG: ¿Qué sabes de los saiyajin?

MD: Que vuelan, que lanzan rayos de energía, que pueden volverse rubios…

VG: ¿Y cómo sabes todo eso? –interrumpió extrañado.

Meredith no dijo nada, y sonriendo fue hacia su habitación. Momentos después volvió con un sobre en la mano y se lo entregó a Vegeta. Él lo abrió y se encontró con una gran cantidad de fotos. Lo sorprendente era que él se encontraba en cada una de ellas. El saiyajin miró interrogante a la humana.

MD: Son de cuando ibas a entrenar al desierto. Tenía que saber por qué motivo cada vez que me iba a trabajar y te llamaba por teléfono nunca atendías… Salieron lindas, ¿no? –dijo sonriendo pícaramente.

Vegeta entrecerró los ojos y le dijo:

VG: ¿Con que espiando, eh? –Meredith rió con el comentario.

VG: ¿Por qué nunca me dijiste que lo sabías?

MD: Porque me agradaste desde el primer momento y pensé que si tenías problemas yo podría ayudarte. Por lo menos debiste decirme la verdad –dijo haciéndose la ofendida.

VG: ¿Y que querías que te dijera? ¿Que soy un príncipe extraterrestre con súper poderes?

MD: ¡Ah! Encima de todo eres el príncipe de tu raza… El príncipe azul por lo que veo –susurró mirando a Vegeta, quien se puso de todos los colores ante ese comentario–. De todos modos no tenías porqué inventarme la historia del escalador.

VG: Si mal no recuerdo, la historia la inventaste tú.

MD. ¡¡La inventé para ver si me ibas a decir la verdad!!… En fin, ya me di cuenta que no se puede discutir contigo.

VG: Claro que no, yo siempre gano en las discusiones –dijo sonriendo, pero al instante su sonrisa se apagó al darse cuenta de lo que había dicho… Es mentira, él nunca ganaba en las discusiones, había alguien que siempre lograba salirse con la suya… y ese alguien lo estaba esperando en el casamiento de su hijo…. Miró el reloj y se dio cuenta que era hora de irse. Se acercó lentamente a la terraza, pero ahí se quedó… inmóvil.

MD: ¿Qué pasa?

VG: No sé… qué decirle.

MD: Sólo sé sincero. No necesitas más –Vegeta se quedó callado–. Y arriba ese ánimo, que todo va a salir bien. Además, hoy se casa tu hijo, deberías estar feliz. Bueno, basta de conversación. Vete, que se hace tarde –dijo tomándolo de un brazo y empujándolo hacia la terraza.

Se quedaron allí mirándose sin decir absolutamente nada.

MD: Adiós… –musitó, con la voz quebrada. Vegeta se dio cuenta que no podía irse así como así, después de todo lo que había pasado. Ella no sólo había curado sus heridas, había curado su alma y lo había ayudado cuando más lo necesitaba. Decidió despedirse como ambos se lo merecían, después de todo… ¿quién se iba a enterar? Se acercó a ella, puso su mano en su mejilla y la besó de la forma mas dulce y tierna, y se quedaron así unos cuanto momentos. Luego se separaron y se sonrieron.

VG: Gracias por todo, te prometo que volveré a visitarte.

MD: No, prométeme que no volverás –le dijo Meredith, aún con lágrimas en los ojos que luchaban por no salir. Vegeta se sorprendió con lo que había escuchado, pero entendió que era lo mejor para ambos–. Cuídate –sonrió.

Vegeta se elevó lentamente en el aire y luego de hacer un gesto de despedida desapareció en el horizonte. Los ojos de Meredith se inundaron repentinamente.