Capítulo 2: «Transformaciones Inesperadas»
Vegeta y Trunks salieron de aquella isla lo más rápido que pudieron. No querían recordar para nada en que se convertirían al contacto con el agua fría, además no querían que nadie se enterara de su maldición y, conociendo a Goku, de seguro él se encargaría de pregonar a los cuatro vientos su nueva personalidad, pero… pero… ¿adónde irían?… Tanto padre como hijo eran lo suficientemente orgullosos como para no permitir que Bulma se enterara de sus desgracias.
Vegeta volaba pensando en todas esas cosas: en su esposa y en cómo reaccionaría. De ninguna forma quería que supiera lo que le pasaba, ya que era demasiado vergonzoso… Repentinamente se detuvo en seco y volteó a ver a su hijo. «Trunks, me he dado cuenta que he perdido un poco mi condición física, así que me iré a entrenar; dile a tu madre… dile a tu madre… que no me espere por un tiempo…».
«Yo también estoy algo falto de entrenamiento. Iré contigo» Trunks sabía que ésa era una muy buena táctica de su padre para no regresar a la Corporación y evidentemente él también la utilizaría.
«No, Trunks. Tú debes volver a casa, tienes que reintegrarte al colegio… Además, no sé qué tanto problema te haces si convertido en gato todos estarán muy contentos contigo. Recuerda que a todos les fascinan los animales en ese lugar. En cambio, yo, ¡¿cómo voy a volver?!. Tú madre me echaría hasta de su cama… Tú sabes bien en qué me convertí»
«Sí. En un maricón», dijo espontáneamente el niño.
«¡¡¿Qué dijiste, mocoso?!! ¡Eres un irrespetuoso! ¡Has de saber bien que, a pesar de ser una mujer, sigo siendo TODO un hombre!», le aclaró algo alterado a su hijo. «Aunque eso sonó medio raro», concluyó para sí.
«Pero, papá, ¡¿habías visto a un Gato tan feo como yo?! Me da vergüenza que me vea mi mamá o mis abuelitos así», comenzó a sollozar el niño.
«Sí, Trunks, eres bastante feo. Pero qué le vas a hacer si lo heredaste de tu madre…»
«¡Ja! Seguro que tú te ves muy bien como mina con ese ‘dócil’ cabello que tienes», le contestó irónicamente el niño.
Vegeta no estaba de ánimos como para escuchar semejantes insultos, así que de un solo grito lo llamó a terreno… Pero al pequeño siempre le gustaba decir la última palabra: «Además de fea, mal genio. Mi abuelita siempre dice que las niñas feas y pesadas nunca consiguen pareja», y salió arrancando del lugar…
El padre andaba medio lento ese día, porque demoró bastante en comprender lo que le había dicho el chiquillo, pero más vale tarde que nunca, porque cuando entendió, comenzó a perseguirlo dispuesto a darle una buena paliza para que no olvidara quién era él. Pero justo en el momento en que iba a estirar el brazo para pescar al insolente niño, una brisa marina, elevada por el viento reinante, los dejó completamente empapados y consecuentemente transformados… Trunks cayó al agua estrepitosamente, maullando y chapoteando trataba de nadar, lo que a duras penas conseguía.
Vegeta, en cambio, estaba estático; en su transformación anterior no se había percatado mayormente de ‘ciertas’ protuberancias que ahora tenía… No lo podía creer, y se tocaba pensando que sólo era una alucinación… Pero no, ahí estaban… «¡¡¡DIABLOS, DIABLOS Y DIABLOS!!!»… Mientras él llamaba a su amigo, un pobre y feito gatito se estaba hundiendo en el mar rendido por el cansancio, pero justo en ese momento Vegeta volvió a la realidad… la dura y cruel realidad… Tomó al gato por el cuello (para nada delicado el muchacho) y continuó el viaje de retorno a la Corporación mientras se preguntaba mentalmente «¿Qué habré hecho yo para merecer esto?».
Mientras tanto, Goku sacaba a rastras a sus retoños de la Kame House, ya que ninguno de ellos quería confesar su tragedia…
«Papá, ¿cómo se lo diremos a mamá? –preguntó Gohan–. Yo no quiero dejar nada al azar. Transformarme inesperadamente puede ser muy riesgoso para todos. Al menos ustedes siempre están conscientes de sus actos».
«No te preocupes, hijo. Yo hablaré con Milk. Ni que lo fuera a tomar tan mal», le contestó Goku, sólo él convencido de sus palabras.
Goten iba un poco más atrás, calladito y cabizbajo sin ánimos de decir palabras. Cuando Gohan lo observó, no puedo dejar de preguntarle qué le pasaba, pero el pequeño ni lo escuchó ya que iba recordando algo que había visto el día anterior en Ciudad Satan junto a su amigo Trunks… ¡el camión de la perrera! Además, recordaba todo lo que su amigo le había dicho al respecto: «A mi me da mucha rabia esta gente, Goten. Le echan la culpa de todo a los pobrecitos perros vagabundos, los capturan y los MATAN y muchos de ellos sí tienen dueño y sólo se han perdido de sus casas o han salido a dar su vuelta matutina por los alrededores, pero a pesar de ello los PONEN A DORMIR antes que sus dueños los reclamen…».
«¡¡GOTEN!! ¿Qué te pasa que ni me escuchas?», le inquirió Gohan al niño, que temblaba ante la posibilidad de… la posibilidad de… ¡Ay, no!
«No, nada… es que… es que… ¡¡¡PAPÁ!!!», se abrazó el chico a una de las piernas de su padre y largándose a llorar. Y entre sollozos desesperados trataba de explicar lo que le ocurría: «Buuaaaa… es que… es que… ¡¡snif, snif!!… si la perrera… buaaaa… no me puedo defender… no me quiero morir… ¡snif!…»
Padre y hermano se miraron uno al otro y luego al pequeño, comprendiendo su temor. Goku abrazó al niño tratando de calmarlo y convenciéndole que nunca le pasaría algo, ya que él estaría siempre para ayudarlo.
«No temas, hijo. Yo nunca permitiré que algo malo te suceda», le aseguraba mientras le limpiaba las lágrimas.
«Pe…pe…pero, papá… Si ellos me llevan…»
«No lo harán, te lo prometo», dijo mientras lo tomaba en sus brazos. «Ahora vámonos, que tenemos que hablar con tu madre».
«Sí, papá…». Y así, los saiyas se fueron volando rumbo a su casa en Paozu Yama…
La casa de los Son ya se veía a lo lejos, y Goku decidió hacer el último trecho caminando para ordenar sus ideas y buscar la mejor forma de decirle a Milk lo que había ocurrido ese día. El pequeño Goten dormía en sus brazos, cansado de tanto llorar. Gohan, mientras, pensaba cómo haría al día siguiente, ya que Videl lo había invitado a su casa a bañarse en la piscina. No podía postergar ese compromiso ya que había fallado hoy, y mañana no podría volver hacerlo… Si lo hacía, seguramente nunca más le hablaría.
A pocos pasos de la entrada pudieron divisar una sombra a contra luz del Sol, que ya se estaba ocultando a lo lejos. Quién más que Milk podía ser: «¡¡¡¿¿SON ÉSTAS HORAS DE LLEGAR??!!! Se fueron temprano en la mañana y recién se dignan a volver… ¡¡¡GOHAN, DEBIERA DARTE VERGÜENZA DEJAR A TU NOVIA PLANTADA!!!…». En ese momento vio el rostro enrojecido de Goten y se alarmó. «¿Qué le pasó a mi pobre bebé que ha estado llorando?», le preguntó a Goku al tiempo que le quitaba al niño de sus brazos y continuaba su interrogatorio: «¿¿Trunks y Vegeta andaban con ustedes?? Bulma a estado vuelta loca llamando para acá todo el día…»
«Sí, Milk. Estaban con nosotros, pero se fueron antes y ya deberían haber llegado a su casa… Hum, qué extraño… Tengo algo importante que decirte», dijo por fin Goku.
«Ahora no. Me importa más acostar a mi pequeño que está tan cansado y ver a Gohan estudiando para recuperar el día perdido, que escuchar los progresos de tu entrenamiento».
«Bueno, será…», se resignó Goku entrando a la casa y comenzando a revisar el contenido de las ollas que su esposa tenía montadas sobra la cocina. Después de todo, el día había sido muy largo y con todo lo que pasó ninguno de ellos había probado bocado y el hambre apremiada…
«Papá –comenzó a hablar Gohan, aprovechando que Milk había subido al segundo piso de la casa para acostar a Goten en su cama–. No le dijiste nada a mamá de lo sucedido…»
«No. Ya viste que no me dejó… Pero es mejor así, porque seguro que se enojaba tanto que nos dejaba sin cenar, ¿no lo crees?», preguntó Goku al tiempo que probaba un exquisito guiso de res que estaba casi listo y olía delicioso.
«Es cierto, y con el hambre que tengo…», culminó su estómago haciendo extraños ruidos, ante los cuales ambos comenzaron a reír.
Mientras tanto, Vegeta y Trunks aún no llegaban a su hogar y no podían llegar así transformados; sabían bien que su problema era solucionable con un poco de agua tibia, pero ¿dónde conseguirla?. En un restaurante imposible, no llevaban dinero consigo… ¿Volver a Kame House? Tampoco, esta vez no podría contenerse de asesinar a Happosai… Última alternativa: Kakarotto, aunque habría preferido tener otro sitio a dónde ir… finalmente, y resignado, emprendió el vuelo a su casa…
«Mañana sin falta hablaré con Milk», se juró Goku al momento que se estiraba y levantaba de la mesa dispuesto a dormir luego de tan deliciosa cena. Goten no había cenado y Gohan y él casi se dormían sentados, durante la cena, del cansancio.
Pero justo unos golpes en la puerta los sacaron a todos de sus pensamientos. No eran comunes las visitas a esas horas en ese lugar… «Tal vez sea Videl», pensó Gohan esperanzadoramente…
Sin perder tiempo, Milk fue a abrir la puerta. Al hacerlo, se encontró con una hermosa mujer que tenía un gagito en sus brazos. «¿Qué desea?», preguntó con cierto recelo.
«Hablar con Kakarotto» dijo en su tono usual Vegeta. Por respuesta recibió un buen portazo en el rostro y un grito que le decía «¡Aquí no vive nadie con ese nombre!».
«¿Quién era, Milk?», preguntó intrigado Goku.
«Una mujer que buscaba a un tal Kakarotto» contesto sin darle mayor importancia al asunto, pero Gohan y Goku saltaron en sus asientos al reconocer ese nombre… Mientras, los golpes en la puerta se reiteraban y ella nuevamente tuvo que abrirla. «Ya te dije que te equivocaste de lugar».
«Oye, mujer, no me equivoqué de casa. De acuerdo… gggrrr, busco a Goku», dijo Vegeta comenzando a impacientarse… No le gustaba para nada decirle Goku a Kakarotto, aunque en ese caso no había remedio…
La mujer no reaccionó de inmediato, pero cuando lo hizo, una vida pasó en un segundo por su cabeza… «¡Buuaaaaa! ¡¡¡¡GOKU, ME ESTÁS ENGAÑANDO!!!! Una mujer te viene a buscar y no es Bulma», gritó sollozando.
El solicitado personaje se giró y pudo darse cuenta perfectamente quién lo buscaba, ¡era Vegeta!. Aunque en su versión femenina, pero… ¿qué estaría haciendo en su casa a esas horas y transformado en mujer?… Se levantó y caminó rumbo a la puerta dispuesto a solventar todo el malentendido. «Milk, no te preocupes si es Veg…» el recién llegado le tapó la boca de un solo golpe. ¡Cómo iba a permitir que ella se enterara quién era en realidad! ¡Eso, jamás!
«Pero, ¿qué te hice, Veg…?», trató de decir Goku, pero fue nuevamente callado de una forma no muy agradable… «No entiendo qué te pasa esta vez, Veg…», otro golpe lo calló. Gohan suspiró y se paró de su asiento recordando que su padre a veces demoraba en entender ciertas cosas, y, si no intervenía, terminaría bastante adolorido…
«Mamá, no te preocupes. Es mi novia, la conocí hoy y me enamoré de ella a primera vista y quise darte una sorpresa invitándola a cenar», dijo Gohan, rojo como tomate, interponiéndose entre su padre y Vegeta… «¡Qué cabeza hueca soy! ¡¿No pude pensar en algo mejor?! ¡Rayos!», pensó al momento de ver la cara del príncipe, que no era para nada amigable, y un pobre gatito morado estaba siendo bruscamente ahorcado por la furia que éste emanaba.
«¡¡¿Qué me estás diciendo?!!», preguntó la madre bastante preocupada. Sus sueños de estabilidad económica, cuando su Gohan se casara con la heredera de la fortuna de Mr.Satan, se estaban quebrando… Cubrió sus ojos y comenzó a llorar inconsolablemente, así que Goku quiso llevarla a su habitación, pero ella se resistió. Tal vez esta chica también era un buen partido. Además, después de todo, no le caía muy bien Videl. «Qué linda chica, Gohan… ¿Y cómo se llama tu novia?»
«¡¿Que cómo se llama?!, pues…», guardó silencio. La verdad sus neuronas no andaban muy creativas ese día; Vegeta seguía ahorcando al gatito y éste pataleaba tratando de hacerse notar, pero ninguno de los dos era tomado en cuenta. Se podría decir que eran víctimas de las circunstancias…
«Claro, hijo. Todas las personas tienen un nombre, ¿o acaso fue tan de primera vista su amor que ni tuvieron tiempo de presentarse?… A ver, linda, pasa por aquí, toma asiento», finalizó tomándola de un brazo y llevándola al comedor de la casa.
Vegeta fue empujado por la mujer hasta uno de los asientos de la mesa. El pobre Trunks logró soltarse de su padre, y tanto Gohan como Goku estaban a la expectativa para saltar a defender a su madre y esposa en caso que fuera necesario hacerlo…
«Bien, Gohan, ¿qué esperas? Siéntate junto a tu novia y tómale la mano con toda confianza. A mí eso no me molesta para nada… A ver, cuéntame qué hace tu familia. ¿Ganan mucho dinero?», quiso saber de inmediato la mujer.
Milk estaba jugando con fuego y todos sentían que se iba a quemar cuando Vegeta se levantó vigorosamente de la mesa… Ufff, por suerte no fue así; el pobre saiya tenía mucha hambre, así que fue a comerse los raspados de las ollas donde ya estaba el gatito encaramado. La madre quedo atónita con la mala educación de la ‘novia’; de seguro no era de buena clase… «Y bueno, Gohan, ¿cómo se llama esta mocosa?» preguntó en un tono bastante desagradable…
«Se llama… se llama… V… V… –en ese instante recibió la imponente mirada de Vegeta, que puso más nervioso al joven–. V… VE… VEG… IBERTA… Jejejeje… Sí, mamá, así se llama, VEGIBERTA –improviso nerviosamente–. Mamá, te presento a mi novia Vegiberta…»
«¿¿VEGIBERTA??», exclamó Goku.
«¿¿VEGIBERTA??», se preguntó Milk.
«¿¿VEGIBERTA??», pensó Trunks.
«¡¡¡¿¿¿VEGIBERTA???!!!», se asustó Vegeta. Después de todo, él estaba siendo la víctima…
«Qué lindo nombre…», fingió Milk, ya que le había parecido horrible, «Jijiji, ¿y el lindo gatito cómo se llama?» preguntó tratando de no hacer tan evidente su impresión.
«Su gato se llama… se llama… Epidemia». Hum, sin duda, ése no era el día inteligente de Gohan, o quizás después de un día junto a su padre algo se le había pegado… Aunque también dicen por ahí que el amor pone medios tontos (por no decir enteros) a los hombres… El amor a Vegiberta podía ser la razón.
«Ya es tarde, Goku. Vamos a acostarnos y dejemos a los chicos solos», dijo la madre, empujando al Saiya a sus habitaciones.
«Pe…pe…pero… Milk, no los puedo dejar solos…», comenzó a hablar Goku, ya que no creía muy aconsejable dejar solo a su hijo con Vegeta, que se notaba estaba bastante molesto.
«Ya, cariño, debes darte cuenta que nuestro hijo ya no es un niño… Y ahora quiere quedarse a solas con su novia… –En ese momento, Milk miró a su hijo y a su acompañante–. Hijo, los dejo solos, pero no por mucho tiempo, ¿eh? Mira que ya es tarde», culminó dándole el último empujón a Goku para hacerlo subir a su habitación.
Una vez que estuvieron solos, Gohan y las Víctimas (Vegiberta y Epidemia), éstas se ensañaron con el muchacho, quien terminó todo arañado y golpeado… Después de expulsada la ira, Vegeta tomó los fósforos, encendió la cocina y después de poner la tetera se sentó en la mesa a esperar el punto de ebullición. Epidemia, después de aburrirse de las ollas, se acostó en el regazo de su padre.
Y el agua comenzó a hervir y Gohan decidió dejar solos a sus ‘amigos’. Luego de quemarse con el agua, aparecieron el padre y el hijo felices y contentos, sólo deseosos de llegar a su hogar y comer la cena que seguramente Bulma les había preparado. Mañana decidirían cómo harían para que ella no se enterara de sus desgracias.
Sin duda, éste no había sido un buen día y rápidamente retornaron por fin a la Corporación.
Muy temprano sonó el despertador en la CC. Comúnmente Vegeta se levantaba a esas horas, pero éste no era un día común. No estaba de ánimos de entrenar, así que sólo destruyó el reloj y siguió durmiendo…
Al par de horas, Bulma se levantó y después de darse un rápido baño salió, como de costumbre, a trotar recorriendo su cuadra. Cuando estaba en la puerta, se dio cuenta que ahí se encontraba su hijo sentado en uno de los escalones de la entrada, y sin demora se acercó a él. «Hola, mi pequeño. ¿Cómo amaneciste?», lo saludó a medida que le abrazaba y le daba un gran beso de buenos días.
«Hum… Bien, mamá… ¿Puedo ir contigo a correr esta mañana?», preguntó con bastante desgano.
«Por supuesto, mi vida. Eso ni se pregunta. Vamos, y en el camino me cuentas porqué tienes esa carita tan triste». Y así, ambos se pusieron en marcha.
En la casa de los Son, ya todos estaban levantados tomando su típico desayuno saiyajin, cuando alguien llamó a la puerta…
«¡¡Gohan, Gohan, es Videl!!», anunció alegremente el pequeño Goten.
«Buenos días tengan todos –saludó y luego miró con reproche al joven saiya–. ¿¿Gohan, estás listo para irnos??… Además recuerda que me debes una buena explicación por lo de ayer», dijo la chica un poco malhumorada.
«¿Adónde van a ir ustedes?» preguntó Milk con la curiosidad característica de todas las madres del mundo.
«Yo invité a Gohan a mi casa para bautizar la nueva piscina que mi padre mandó a construir».
«Supongo que también va a ir tu novia, Gohan, porque a mí no me parece para nada correcto que andes con otras chicas si tienes novia; no es digno de un caballero», dio su opinión Milk a pesar de que nadie se la había pedido (otro gesto típico de las madres de todo el mundo). Mientras, Gohan se sonrojaba y al mismo tiempo se desesperaba por no saber qué hacer para callar a su madre que, sin darse cuenta, lo estaba metiendo en graves problemas con Videl.
«¡¡¿NOVIA?!!», preguntó bastante sorprendida la muchacha… No era justo. Ella, que le había estado coqueteando desde hacía ya algún tiempo, no había siquiera conseguido que el joven le tomara la mano, y ahora, de un momento a otro, salía con que tenía una novia… El mundo cayó sobre sus hombros, y sus piernas empezaron a temblar de la desilusión, ¡pero no! Ella era la hija del gran Mr.Satán, no se podía dejar abatir por un estúpido muchacho.
«Sí, se llama Vegiberta. Ayer, cuando fue a entrenar, la conoció y se enamoró a primera vista de ella, y la invitó a cenar anoche, así que ya la conocí y di mi aprobación para su noviazgo», dijo la madre, inconsciente del dolor profundo que sus palabras causaban en la chica, que inmediatamente cerró sus puños con fuerza, tratando de no llorar.
Gohan estaba pálido; no sabía qué hacer ni decir. Miró a su padre buscando algún apoyo, pero éste estaba pensando algo mucho más importante, es decir, calculando cuántas horas faltaban para la próxima comida, y como esto era muy complicado de resolver, pidió la asesoría de Goten, por ello ninguno de los dos se percató mayormente del asunto, así que el chico, tratando de evitar que el terrible malentendido causado por las palabras de su madre se hiciera mayor (otro particularidad de todas las madres del mundo), cogió a su amiga del brazo y salió a rastras con ella. «Mamá, ya vuelvo», le dijo a Milk mientras salía apresuradamente de la casa.
Una vez que estuvieron en el patio, Videl exigió una explicación y esto fue lo que obtuvo: «Mira, Videl, te voy a decir un secreto. Es cierto que ayer conocimos a Vegiberta, pero no es mi novia, lo que ocurrió es que mi padre se enamoró perdidamente de la mujer y ella le dijo que quería conocer su casa y a su mujer, así que por eso tuvimos que inventar toda esa triquiñuela… ¿Imagínate qué diría mi madre si se entera que mi padre se está tirando una canita al aire?»
«Pero Gohan, es muy feo lo que está haciendo tu padre», decía la chica mientras por dentro se alegraba de que no fuera ella la engañada. «¿Y tu hermanito sabe algo de esto?»
«¡Claro que no!… Por favor no comentes esto con nadie, Videl. Me estoy jugando la vida al contártelo a ti». Gohan decía con razón esto último, porque, ¿qué le haría Vegeta si se enteraba que él lo estaba poniendo como el novio de su padre?…
A Videl se le iluminó la carita. ¡Gohan seguía siendo un hombre libre!… Seguramente este día sería de ella ya que, con el bikini que había elegido, sentía una confianza única en sí misma. «Gohan, ¿nos vamos ya a mi casa? Mi padre nos ha de estar esperando»
«Sí, voy a buscar mi traje de baño y nos vamos… Ven, pasa», le dijo al momento que abría la puerta de su hogar. El muchacho se dirigió de inmediato por su prenda y Videl no pudo guardarse una sonrisa cuando vio a Goku y Goten pensando quién sabe qué cosa (la misma de hace un rato). Se acercó a ellos y se sentó junto al padre y dándole un codazo por lo bajo le dijo: «Es muy pícaro usted, señor Goku».
El interpelado sonrió. «Claro que sí, y si me vieras en acción, aún lo soy más».
«Ya, Videl. Estoy listo, vámonos», dijo Gohan al tiempo que bajaba de las escaleras, sonriendo.
«Gohan, nosotros nos vamos con ustedes. Iremos al río por un gran pescado para el almuerzo. ¿No les importa, cierto?», preguntó Goku a medida que se preguntaba para sí: «¿Pícaro… pícaro… pícaro…? Milk me dijo una vez qué significaba esa palabra… A ver… Hum, ¡qué va!, no lo recuerdo. Bueno, no importa… De seguro ha de significar algo relacionado con artes marciales».
«No, papá, no hay problema», respondió el chico. Y así, luego que todos se despidieron de Milk, se fueron caminando al río que estaba cerca de su casa.
«Bueno, Trunks, explícame qué te pasa», preguntó Bulma a su hijito, quien no le decía nada y su carita triste le hacía doler su corazón.
El niño no había dormido nada esa noche. Sabía que debía decirle su inquietud a su madre; ella siempre solucionaba todos sus problemas, y, cuando no podía, una buena charla lo ayudaba a seguir adelante, pero explicar que si tocas el agua fría te trasformas en un gato, era como para que lo internaran en el Open Door (en un hospital psiquiátrico). «No, mamá, no me pasa nada», culminó muy abatido.
«¿Tu papá te dijo alguna pesadez?… Bueno, siempre lo hace, pero tú sabes a qué me refiero».
«No, mamá, no me ha dicho nada… Ayer me dijo que se iba a ir de viaje de entrenamiento por algún tiempo, pero cuando le dije que yo quería ir con él, encontró uno y mil motivos para decirme que no».
«¿Ah, sí? ¡Qué raro! Si él siempre te anda obligando a que entrenes… Pero si estuviera tan necesitado de entrenamiento, no se habría quedado enredado en las sábanas como aconteció hoy. Y cambiando de tema, Trunks, ¿hiciste ya tus tareas para mañana?… –en ese instante vio algo que la alarmó–. ¡¡¡¡SEÑORA, TENGA MÁS CUIDADO!!!!» rezongó Bulma cuando sintió que una simpática vecina había abierto las llaves de los jardines, empapándola entera. «¿Trunks, me escuchaste?».
«Miauuu… miauuu»
«¿Y este gatito?… –se preguntó al sentir cómo el animalito se arrullaba en sus piernas–. Pobrecito, has de estar perdido. ¿Quieres ir a mi casa, pequeño?… Trunks, ¿no te parece adorable?… ¿Trunks?… ¿Trunks?… Dije la palabra mágica y desapareció: ‘tarea’… Tengo un hijo algo flojo, gatito; es igual a su padre…», dijo a medida que emprendía el retorno a su hogar con una nueva mascota en los brazos.
«Bueno, hasta aquí los acompañamos», dijo Goku al momento que partió corriendo, sacándose la ropa, seguido por Goten, para zambullirse en el río.
La muchacha abrió la cápsula que tenían en su bolsillo y un hermoso jet último modelo se vislumbró tras el humo. Ambos muchachos se montaron en la nave, prendieron motores y partieron. Gohan quiso despedirse con la mano de su familia, así que giró sólo para ver, asombrado, que ahí sólo estaban una chica desnuda y un tierno perrito negro…
Videl también se volteó a mirar y quedó perpleja cuando vio a Gohan estupefacto mirando a la chica desnuda. «¡¡¡GOHAN, ERES UN DEPRAVADO!!! Bájate, no quiero verte nunca más».
El chico estaba petrificado, no por lo que le había dicho la muchacha, sino porque había olvidado la calamidad de su transformación y había pensado ir a probar la alberca de Videl… Se bajó de la nave, pensando que eso era lo mejor, y se sentó a la orilla del río donde veía chapotear alegremente a su padre y a su hermano. Realmente ninguno de los dos se estaba haciendo mayor problema con el asunto, en cambio él… Pero quizás se estaba ahogando en un vaso de agua, ¡sí, eso debía ser! Su padre siempre le decía que tomaba todo muy a pecho, pero, ¡¡ya no más!! Así que rápidamente se sacó su ropa y de un brinco se hundió junto a su padre y hermano.
Como era evidente, el chico se trasformó instantáneamente en el temible parricida. Goku, que justo en ese instante estaba buceando, sintió cómo dos fuertes manos lo ahorcaban inclementemente. No podía zafarse de ellas y el oxígeno ya comenzaba a escasear, por eso pataleaba, pegaba codazos y logró transformarse en SSJ, pero no había caso; Ya estaba a punto de ceder, cuando de pronto sus ataduras se vieron aflojadas y aprovechando el momento nadó a duras penas hasta la orilla y desde ahí pudo contemplar cómo un perrito negro valientemente peleaba con el terrible demonio que había querido ahogarlo.
Impotente, veía cómo sus hijos peleaban por su culpa. Quería, deseaba separarlos, pero no podía hacerlo, estaba demasiado agotado, así que no podía siquiera levantarse. Además, convertido en mujer su fuerza se había mermado radicalmente… Sentía sus brazos y piernas bastante más cortos, lo que le dificultaba en el cálculo de los golpes y, aunque había podido transformarse en SSJ, se había dado cuanta perfectamente que la energía que esta vez sintió cuando efectuó la transformación, no era nada en comparación a la normalidad… ¡¡Qué impotencia!! Podía ver cómo el agua en torno a sus retoños se tornaba rosácea, pero él, ¿qué podía hacer?
Una vez en casa, Bulma se dirigió al refrigerador con la esperanza que Vegeta hubiese dejado algo para desayunar. Al abrirlo, se encontró extrañamente sorprendida. Pero si… ¡aún estaba lleno!, prueba inequívoca que el saiya no se había levantado. «¡Qué extraño!, ¿qué le pasará a este hombre?… Lo voy a ir a hacer rabiar un rato, así me voy a dar cuenta qué le pasa».
Y así se dirigió a su dormitorio y dando un brinco sobre la silueta que dormía lo despertó bruscamente. «Hola, mi amor, ¿cómo amaneciste? ¿Enfermito?», le decía a medida que le hacía una serie de cariños que bien sabía lo pondrían de mal genio y por último: «mira mi nueva mascota, ¿te gusta?», le dijo al momento que le ponía al gatito en pleno rostro. El gato, al ver a su padre, comenzó a mover agitadamente su colita.
En un principio Vegeta sólo se dejó querer, pero apenas vio al gato, de un brinco se sentó en la cama. «¡¡EPIDEMIA!!», se puso bastante pálido, y es que, fue un duro golpe darse cuenta que todo lo que había pasado el día anterior no había sido un mal sueño.
«¿Epidemia?… ¿Conoces a este gatito tan lindo?», preguntó intrigada la muchacha.
«Sí, a ver, pásamelo», dijo al momento que cogía bruscamente al animal y se lo llevaba a la cocina.
«¿Qué vas a hacer con él? Vegeta, ya te dije que iba a ser mi mascota», le dijo la mujer a medida que bajaba las escaleras, yendo tras su esposo, que le había sacado ventaja.
«Ya tiene dueño este animal, así que lo voy a echar a la calle», le respondía a medida que mojaba al gatito con el agua tibia que salía de la llave. Inmediatamente el niño volvió a su estado normal.
«Gracias, papá», le dijo Trunks alegremente, aunque estaba mojado.
En ese momento apareció Bulma en la cocina y se percató de la presencia de su hijo. «Hasta que apareciste, Trunks. Voy a revisar tus cuadernos en un rato más a ver si ya hiciste tus tareas, ¿está claro?», le decía al chico al momento que se asomaba por la ventana por donde creía que Vegeta había arrojado a su gatito, pero evidentemente nada encontró.
El chico desapareció instantáneamente del lugar al escuchar la sentencia de su madre dejando solos a la pareja. «Vegeta, ¿por qué te ves tan pálido? ¿Te sientes mal?», preguntó la mujer finalmente.
«No me molestes más, mujer. Y mejor anda a bañarte, que bastante falta te hace».
«Siempre tan lindo él –se bufó la chica–. ¿Quieres venir conmigo? Una buena ducha con agua helada te va a sentar bien», le preguntó de manera seductora mientras acariciaba su pecho.
Ganas no le faltaban al hombre, además, estas invitaciones eran realmente escasas, pero consciente de todo lo que podría pasar bajo el chorro de agua, sólo le dijo: «No tengo ganas de perder mi tiempo. Prefiero ir a la cámara de gravedad».
Al escuchar esto, Bulma se sintió muy desilusionada, pero al mismo tiempo su preocupación por el enigmático comportamiento de su marido se acrecentó. «Tú te lo pierdes…» atinó a contestarle. Realmente era extraño que no hubiese querido estar con ella, ¡¡y preferir la cámara antes que a su esposa era imperdonable!! «¿Qué le pasará a este hombre?», se preguntó.
Vegeta no fue a entrenar como había anunciado. Se tiró en el pasto a pensar en el nuevo giro de su destino… Realmente su vida había sufrido cambios muy bruscos a lo largo de ella; de príncipe pasó a ser un mercenario a las órdenes del maldito de Freezer; de un asesino a un salvador del planeta en que vivía; de un solitario a un padre de familia; de un hombre… a una mujer. «¡¡MALDICIÓN, QUÉ HUMILLANTE!!… Y ahora ¿cómo lo voy a hacer para seguir adelante? –pensó–… ¡¡DEMONIOS, ¿QUÉ HABRÉ HECHO YO PARA MERECER ESTO?!!… Bueno, no me hice problema cuando me fui al infierno y me los voy a hacer ahora… De alguna forma tiraré para arriba… ¡¡Hay que pensar positivo!! Sin embargo, en algún momento Bulma se enterará de todo lo que pasó, es inevitable… Bueno, al menos no me puede pasar nada que sea peor que esto… espero…».
Bulma salió del baño, rumbo a la habitación de Trunks, aún preguntándose qué le estaba pasando a su hombre, pero recordó que en esos momentos su prioridad debía ser su hijo. La profesora le había llamado esa semana para decirle que el chico estaba muy desordenado en clases y no presentaba sus trabajos a tiempo.
«Trunks, ¿puedo pasar?», dijo golpeando la puerta antes de entrar. Se sorprendió cuando vio el desorden de la habitación y encontrar al niño jugando con su Gameboy en el balcón en vez de estar haciendo sus deberes. Confianzudamente abrió el bolso del colegio y cogió uno por uno los cuadernos que ahí habían. «¡¡TRUNKS BRIEF, ¿QUÉ SIGNIFICA ESTO?!!» le llamó la atención al ver que cada uno de los cuadernos estaba en blanco y eso que estaban bastante más allá del medio año escolar… El grito de improviso de su madre lo hizo perder el equilibrio y cayó bruscamente por el balcón, ¿y qué había abajo?: la piscina. Para el niño era una buena forma de escapar rápidamente del problema que era su madre enfadada… No pasó ni un minuto y del agua emergió un gatito morado que rápidamente se puso al sol para secar su pelaje, mientras escuchaba los molestos gritos de la mujer que le seguía llamando la atención pensando que el chico aún seguía ahí.
Una vez seco el felino, vio a Vegeta acostado plácidamente en el césped, así que para allá se dirigió, y justo en el momento en que estaba acomodándose junto a él, apareció Goku (en su versión femenina) frente a ellos, utilizando la Teletransportación.
En ese momento, al no ver a su hijo, Bulma se asomó por el balcón y desde allí pudo observar a su nueva mascota, a Vegeta y a una chica con el pecho descubierto frente a ellos. ¡¡A UNA CHICA SEMIDESNUDA FRENTE A ELLOS!! Rápidamente bajó a la planta baja y vio cómo Vegeta se incorporaba y el gatito se tiraba encima de la muchacha, «Ahh, ya veo –pensó enfurecida–. Debe ser de ella el gato y Vegeta ya la conoce, si no, ¿cómo iba a saber el nombre del animalito?… ¿Quién será esa mujer tan poco pudorosa?». Se acercó a ellos para preguntar, bastante preocupada, ya que ella era bastante hermosa. «Vegeta, ¿quién es esta mujer?».
«Nadie que te importe, mujer» le respondió con su simpatía de costumbre, sabiendo el regaño que le esperaba al conocer lo celosa que era su esposa.
La visita se hizo notar. «Hola, Bulma. ¿Cómo estás? Disculpa que no me quede más rato, pero realmente es una emergencia. Necesito que Vegeta y Trunks me ayuden», dijo Goku inocentemente sin darse cuenta que, convertido en mujer, Bulma no lo reconocería.
«¿Y cómo sabes quién soy? ¿Quién eres?», preguntó Bulma, mientras observaba su pecho desnudo y aun más intrigada mientras se pasaba uno y mil rollos por la cabeza. «Vegeta, ¿me podrías decir qué tienes que ver con esta mujer?… Te lo advierto, ¡no voy a soportar ninguna infidelidad tuya!».
«¡No me amenaces!… En todo caso, ya bien sabes que con un estorbo me basta… ¿Qué demonios vienes a hacer a mi casa?», preguntó Vegeta, dirigiéndose a la recién llegada.
Acercándose a su oído, le respondió: «Agua caliente. Tengo a Gohan y a Goten peleando y siendo mujer soy debilucha… ¿Me acompañas? Es que están en el río y tengo que sacar a Gohan de ahí primero… Si quieres, después podríamos entrenar un rato», le entusiasmó Goku.
«No, no tengo ganas de pelear, pero ven, vamos a la cocina, ahí te llevas el hervidor con agua. Y si quiere ir Trunks, que vaya», le contestó con desgano el saiya.
«Vegeta, ¿te sientes bien? ¿Escuché mal o dijiste que no querías pelear?… Trunks está castigado, sólo que, cuando lo encuentre, le informaré. Además, no voy a dejar que salga con una desconocida. Después le pasa algo…» informó la madre.
«Mujer, no seas tan regañona», le dijo su pareja al tiempo que se adelantaba con Goku y el gato a la cocina. La muchacha se quedó un rato más en el jardín tratando de sumar todo lo que había pasado ese día: «Primero, Vegeta no entrenó; segundo, no quiso bañarse conmigo; tercero, apareció esta chica bastante extraña y cuarto, ¡rechazó una oferta de pelea!».
Mientras, en la cocina Vegeta ya tenía hirviendo el agua. «Quizás quemando a Kakarotto me animo un poco», y le vació casi todo el líquido sobre el cuerpo…
«¡¡¡AYAYAYAYAYYYYYYY!!!» exclamó Goku, al quemarse con el agua. «¡Oye!, ¡eso me dolió!».
«No, no me animó», se dijo Vegeta al momento que tomaba al gatito y lo rociaba con agua tibia mientras pensaba: «Ya me estoy cansando de hacer esto…».
Aún quejándose, Goku invitó a Trunks a ir con él, y cogiendo el resto del agua caliente se teletransportó donde estaban sus hijos.
«¿Y dónde está esa mujer y el gato? ¿Y ese grito qué fue?», preguntó Bulma cuando llegó al lugar. Evidentemente, el interrogado no la tomó en cuenta.
«Tengo hambre. Prepara algo, Bulma», le ‘pidió’ el hombre.
Para ella, éste era el trato normal y no le molestaba para nada. Se había dado cuenta que sólo era cosa de costumbre. Preparó la merienda y, después de comer, una de sus típicas brillantes ideas se le pasó por la mente. «Vegeta, ¿vamos a tirarnos a la piscina?»
Él sabía muy bien que después de esos baños en la piscina se encerraban en su habitación por muuuuuucho rato, pero el agua helada se interponía. «No, me es más entretenida la T.V.», le respondió sin muchas ganas al tiempo que se sentaba en el sofá y tomaba el control remoto del aparato.
Dos nuevos agregados a la lista de la muchacha: «Quinto, no quiso estar conmigo; sexto, ¡¡encuentra entretenida la T.V.!! No, este hombre no está bien». Subió a su habitación, se cambió de ropa y se fue a tomar el sol… y a meditar sobre lo que estaba viendo en su pareja.
Goku y Trunks llegaron al sitio de la pelea; un perrito estaba inconsciente en la orilla del agua y Gohan no se veía por el lugar. Seguramente había sentido el Ki de Goku en la Corporación Cápsula y se dirigió hacia allá. Rápidamente transformaron a Goten y lo reanimaron. Realmente se veía agotado el pobre niño, pero era necesario que se recuperara prontamente para ir tras Gohan; él, en una cuidad, en ese estado, podría ser realmente peligroso. El padre se teletransportó donde el maestro Karin, necesitaba con prontitud restablecerse él y su hijo. Con la misma prontitud que partió, volvió, comió un semilla, le dio otra a su hijo y guardó las sobrantes. Una vez listos, partieron en busca de Gohan, teletrasportándose algunos metros tras de él.
«Chicos, ustedes lo retienen y yo le doy el baño de agua, ¿estamos?», informó su plan Goku.
«¡Sí!», respondieron. Obedientemente los niños trataron de sujetar al energúmeno de Gohan, pero su fuerza los superaba con creces, y es que la rabia que sentía hacia su padre lo hacía explotar de ira.
Goku trataba de atinarle el agua, pero no lo lograba nunca, así que desgraciadamente perdió todo el preciado liquido. Dándose cuenta que estaban donde mismo habían comenzado, mandó a los chicos a calentar agua pasándoles el hervidor, mientras él entretendría a Gohan lo más que podía sin tener que lastimarlo de gravedad.
Trunks y Goten buscaban desesperadamente agua, pero ahí donde estaban sólo veían un espeso bosque. «Oye, Goten, y cuando por fin encontremos agua, ¿¿dónde la vamos a calentar?? Este hervidor es eléctrico, tendremos que ir a tu casa».
«Sí, Trunks, tienes razón… Mira, ahí hay unas pozas de agua». Rápidamente los niños descendieron en aquel lugar, cogieron el agua y sin más demora partieron a la casa de Goten, pero pocos metros antes de llegar a ella se percataron de un pequeño detalle: «Trunks, esta agua esta tibia, ¿por qué será?».
«¿Eh? Déjame ver, Goten… Eres un idiota, ¿¿cómo no te diste cuenta que era un manantial el lugar desde donde cogimos el agua??», le llamó la atención su amigo, como si él no hubiese tenido parte en su desliz.
Rápidamente volvieron al lugar y lo limpiaron para hacerlo más visible (es decir, cortaron los árboles circundantes) y fueron en busca de Gohan y Goku, cosa que no demoraron en realizar guiándose por sus Ki. Cuando vieron a las figuras, decidieron fusionarse ya que la vez anterior no habían podido retenerlo lo suficiente… «¡¡FUSIÓN!!».
«¡Aquí llegó el poderoso Gotenks para salvarte, Goku! No temas más, que yo solucionaré tus problemas con mis increíbles habilidades». Y así fue, Gotenks abrazó fuertemente a Gohan y juntos se tiraron al manantial, logrando que por fin el muchacho volviera a la normalidad.
Después de semejante odisea, descansaron por un largo rato en el mismo manantial. Gohan realmente estaba deprimido, les había traído grandes problemas con su inconsciencia y se prometió a sí mismo que esto nunca más volvería a pasar.
El esfuerzo que habían hecho los hizo quedarse dormidos en el mismo lugar, y ya a punto de anochecer, Goten despertó por el crujir de su estómago que le indicaba el hambre que estaba sintiendo. Les hizo notar a todos la hora, para que así volvieran pronto a la casa donde seguro Milk los estaría esperando con una rica comida.
«¡¡Milk, ya llegamos!!», anunció Goku.
«¡¡Ya era hora!! ¿Trajeron la cena?… Gohan, Videl te ha estado llamando todo el día, parece que no quiere aceptar lo de tu noviazgo con Vegiberta. Imagínate que la ordinaria me dijo que me preocupara mejor del fresco de Goku que de sus asuntos. ¿Qué me habrá querido decir?…».
«No te preocupes, mamá», le respondió desanimadamente y se dirigió a su habitación.
«Mamá, ¿qué hay de comer?… Tengo mucha hambre», preguntó Goten.
«Yo también, señora mamá de Goten», manifestó Trunks.
«¡Ay, niños, no tengo nada! ¡¡Se suponía que Goku traería la cena!! Pero está claro que se le olvidó… Así que no hay nada de comer en casa, lo siento», finalizó con una mirada acusadora. Goku, al verla, recordó que, en efecto, había ido al río a pescar y a buscar alimentos…
«¡¡¿QUÉ?!!» preguntaron los saiyas al unísono, asustados con la noticia de la falta de comida.
«¿Y si vamos a mi casa? Mamá siempre se alegra de recibir visitas y de seguro habrá muchas cosas ricas para comer», sugirió Trunks.
Seguro que iban a pensar dos veces semejante oferta. Invitaron a Gohan, pero él no quiso ir. Tenía muchas cosas en qué pensar en esos momentos y, aunque no quería decirlo, esperaba que Videl llamara nuevamente.
Con la teletransportación, todos ellos llegaron casi instantáneamente a la Corporación, y justo cuando la pareja se estaba sentando a cenar, Vegeta dio un brinco en su asiento cuando sintió tres kis de saiyas y rápidamente comenzó a limpiar la mesa de alimentos.
«Hombre, ¿qué te pasa? Te vas a atorar», le advirtió Bulma al verlo comer de esa manera. No necesitó respuesta, ya que en ese momento vio cómo entraban a la casa las visitas y se dirigían rápidamente donde ellos estaban.
Bulma no se asustó tanto como Vegeta. Ella siempre estaba preparada para estos casos de emergencia, así que se levantó y los fue a recibir cordialmente, como ella acostumbraba.
Después de la cena, Vegeta se fue a acostar. No estaba de ánimos de hacer vida social. Bueno, ¿alguna vez lo estaba? Goku se quedó dormido en el sofá mientras las mujeres, en la cocina y tomando una taza de café, hablaban y hablaban sobre los últimos acontecimientos de sus vidas, es decir, de lo raro que andaba Vegeta, de la nueva novia de Gohan, de la muchacha que había venido a buscar a Vegeta y que al parecer era la misma persona, ya que ambas tenían un gato morado llamado Epidemia, etc., etc. Los niños estaban muy cansados, así que después que Trunks le enseñó sus nuevos juguetes a Goten, se quedaron, también, dormidos sobre la alfombra.
Milk, dándose cuenta de la hora, decidió despertar a Goku para que se retiraran a su hogar.
En Paozu Yama, el ruido del teléfono hizo pegar un salto a Gohan, que ya casi se había quedado dormido. Salió corriendo y, luego de tropezar con todos los muebles que se interponían en su camino, finalmente pudo contestar a tiempo.
«Aló, Gohan, habla Videl –saludó la muchacha por el teléfono–. Siento mucho lo de esta tarde, es que me molestó verte mirando así a una mujer, pero ahora que lo he repasado una y otra vez el asunto, creo que exageré en ese momento. Creo que no reaccionaste como un libidinoso, sino más bien como si conocieras a esa mujer, ¿me equivoco?».
«Videl, qué bueno que me llamaste para que aclaráramos esto de inmediato –respondió el chico–. La verdad yo debería haberte explicado en ese mismo momento lo que pasaba, pero es que en verdad me sorprendió ver a esa persona ahí, y claro que la conozco es… es… nadie importante. ¿Nos juntamos mañana a estudiar?».
«Por supuesto, Gohan. Nos vemos mañana donde siempre», respondió de inmediato, intuyendo que algo le oculta… algo que seguramente le preocupaba mucho y lo hacía actuar de esa forma tan extraña, aunque prefirió guardar en silencio sus sospechas y esperar a que él mismo decidiera cuándo contarle sus problemas.
«Sí, Videl. ¡Ah!, me alegra saber que solucionamos este problema…». Y así siguieron hablando por un largo rato los dos muchachos, como acostumbraban a hacer diariamente.