El león no es como lo pintan – Capítulo 4

Capítulo 4: «Las duras lecciones de la vida»

Fanfic: El león no es como lo pintan


Habíamos dejado a Vegeta como un volcán en erupción. Emprendió el vuelo de vuelta a la Corporación a toda velocidad casi convertido en un SSJ X al cuadrado con todas las intenciones de destripar al insolente mocoso que había osado dejarlo en semejante estado. «¡¡¡ESTO SÍ QUE NO SE LO PERDONO!!! ¡¡¡YO, EL PRÍNCIPE DE LOS SAYAJINES, CONVERTIDO EN EL REY DE LOS PAYASOS!!!… ¡¡Cuando le ponga las manos encima…!!»

Mientras el Príncipe volaba a su hogar con esos dulces pensamientos, los niños ya se habían aburrido de jugar y estaban buscando alguna nueva entretención, pero no se les ocurría nada.

  • Podía pasar algo emocionante –decía Trunks con la mano apoyada en la cara mientras miraba por la ventana hacia el jardín.
  • Sí, ¿pero qué podría pasar? Habría que ser mago para que aconteciera algo interesante –le respondió Goten que estaba al lado de su amigo en la misma posición.

Hubo un momento de silencio y luego giraron lentamente la cabeza para mirarse mutuamente con cara de ¡¡no se necesita un mago!! Y exclamaron al unísono «¡¡Las Esferas del Dragón!!»

Sólo había que buscar el radar y se pusieron a revolver toda la casa para encontrarlo, pero no lo hicieron y comenzaron a pensar en dónde lo habría puesto Bulma, hasta que Trunks recordó que aún faltaba revisar el laboratorio.

  • Pero tu mamá te tiene prohibido entrar –le advirtió Goten.
  • Sí, pero ella no se tiene por qué enterar.
  • ¿Y si llega alguien mientras estamos en el laboratorio?

Eso era un problema, pero Trunks lo solucionó rápido: dejó a Goten vigilando por la ventana de la habitación mientras él buscaba el radar y, si alguien llegaba, él correría a avisarle. Concretado el plan de acción, Trunks corrió al laboratorio.

Habían pasado unos minutos cuando Goten vio la figura de Vegeta que venía acercándose y despidiendo rayos por los ojos y el resto del cuerpo. Al ver su rostro, vino a su memoria el episodio que había protagonizado hacía unas horas. Tenía que avisarle a Trunks, pero asustado como estaba, las piernas no le respondían y más aún cuando sintió un tremendo Ki que venía acercándose cada vez más. ¿Por qué Trunks no lo sintió?, bueno, es fácil, estaba más preocupado de encontrar el radar.

Cuando Vegeta estaba llegando a la habitación, Goten logró mover sus piernas y se escondió junto con su ki debajo de la cama.

  • ¡¡¡TRUNKS, DÓNDE DEMONIOS ESTÁS!!! –entró Vegeta completamente furioso abriendo la puerta de un golpe, pero ni luces de Trunks– ¡¡¡SAL DE DONDE ESTÉS AHORA MISMO!!! –nadie respondía– ¿¿Dónde diablos se metió este mocoso?? –rugía Vegeta mientras salía del dormitorio mirando para todos lados.

Finalmente se fue al baño de su propio cuarto para ver cómo quitarse esa horrible careta.

Goten sintió que Vegeta se había alejado definitivamente, pero se quedó un poco más en su escondite por si volvía. Cuando se sintió más seguro, abandonó la cama para advertir a Trunks, pero frente a él apareció Goku con la teletransportación.

  • ¡Papá! ¿Qué haces aquí? –le preguntó muy asombrado.
  • Hola, Goten. Oye, me costó mucho encontrar tu ki… Bueno, pero no hay mucho tiempo, debemos irnos ya. Mamá nos está esperando y está furiosa.
  • ¿Por qué?
  • Estuvo hablando con tu profesora –le respondió Goku muy serio– y no le gustó nada lo que le dijo, así que toma tus cosas y ven conmigo.
  • Pero papá… Trunks… tengo que…

Sin decir más, Goku tomó la mano de su hijo, con la otra se puso al hombro la mochila que reconoció como la del niño y se teletransportó donde estaba Trunks a quien encontraron con las manos en la masa, o sea, registrando los cajones del laboratorio de su madre que si lo hubiese visto lo castiga el año entero, pero como Goku no sabía que tenía tal prohibición, no le dio ninguna importancia.

  • ¡Hola, Trunks! –saludó Goku con su habitual cordialidad.
  • ¡¡Señor!! –saltó Trunks casi quedando pegado al techo– ¿Qué, qué está haciendo aquí?
  • Oye, Trunks –continuó Goku tranquilamente– tengo que llevarme a Goten, así que otro día siguen jugando, ¿sí?
  • Pe…, pero papá –trataba de explicar Goten– tengo algo muy importante que decirle a Trunks…
  • Se lo dices mañana –respondió Goku terminantemente–. Hasta luego, Trunks, salúdame a tu mamá –y acto seguido, desapareció junto con Goten.

En ese preciso momento se abrió la puerta del laboratorio, apareciendo Vegeta. Había sentido el poderoso Ki de Goku y fue hasta él para reclamarle por no haberle advertido sobre su aspecto cuando se encontraron en la tienda, sin querer admitir que Goku lo intentó, pero que él lo dejó con las palabras a medio decir. Aún permanecía con la cara manchada; intentó quitarse la pintura con agua, pero no hubo caso, no salía ni un poquito y estaba indignadísimo.

Como dije antes, Vegeta abrió la puerta en el momento que Goku se teletransportó y por consiguiente se encontró frente a frente con Trunks.

  • Así que aquí estabas –dijo Vegeta cruzando los brazos y esbozando una sonrisa que se traducía como «Ahora vas a saber quién es el Príncipe de los Sayajines»

Trunks quedó boquiabierto y luego lo miró pálido y espantado. Por una parte estaba en terreno prohibido, pero al parecer eso era lo de menos. De lo que sí se estaba dando cuenta es que su padre creía que él había cometido esa fechoría.

  • Papá… no creerás que yo… –empezó a decir Trunks tragando saliva y caminando lentamente hacia atrás chocando con un mesón y botando un frasco de ácido que traspasó el material de la mesa.
  • Yo no creo nada –respondió Vegeta empuñando las manos y caminando con una mirada aterradora hacia su hijo que se había protegido detrás del mesón–. ¡Esta vez sobrepasaste todos los límites, mocoso insolente!, pero yo te voy a enseñar a respetar a tu padre para que nunca más se te ocurra volver a jugarme otra broma –añadió con una voz demasiado suave y tranquila, que era más aterradora que cualquier grito.
  • Pero papá, yo nunca haría algo así, te lo juro –se defendía el pobrecito Trunks temblando de miedo, ya alguna vez había probado la mano de su papá, pero nunca en la vida lo había visto así, en toda la extensión de la palabra.
  • ¿Ah, sí? ¿Entonces quién hizo esto? ¿el hombre invisible, acaso? –preguntó irónicamente.
  • No, pero… –A Trunks le vino a la memoria la conversación que tuvo con Goten en la escuela y se le aclaró toda la película–. ¡Ya sé quién fue, papá, fue Goten… sí, él fue!

Si hubo alguna oportunidad de que Vegeta lo hubiera perdonado, esta respuesta había acabado con toda esperanza. De hecho fue la gota que rebalsó el vaso. No era posible que aparte de cometer semejante abuso, encima tuviera la desvergüenza de culpar a su mejor amigo que ni siquiera había estado en la casa, o por lo menos eso creía Vegeta, porque si recuerdan en ningún momento vio ni escuchó a Goten.

  • ¿¿¿CÓMO ES POSIBLE??? –estalló Vegeta abriendo tremendos ojos con las venas en su máxima extensión, tomándose la cabeza y sin poder creer lo que había oído– ¡¡¡Pensé que estaba educando a un hombre con el suficiente valor de enfrentar las consecuencias de sus actos y no a una rata mentirosa y cobarde!!!… ¡¡VEN ACÁ PARA DARTE TU MERECIDO!! –le ordenó corriendo el mesón que los separaba.
  • «Ni que estuviera loco» –pensó Trunks arrancando por una puerta lateral.

Mientras esto ocurría, en casa de Goten había otro problema. La profesora de Goten se había comunicado con Milk para informarle que Goten se había estado sacando malas calificaciones y que por tal motivo estaba condicional, es decir que podía reprobar el año, así que hasta no subir esas malas notas no podría seguir participando en actividades extraprogramáticas.

Milk estaba terriblemente furiosa. Goten había ocultado los exámenes y le aseguraba que todo estaba bien y ahora resulta que podía repetir. Milk regañó muy duramente a Goten tal como lo hacía con Gohan cuando niño, sólo que a Gohan siempre le iba bien. Goku sólo miraba la escena, no podía defender al niño puesto que había actuado mal, pero aún así pensaba que el asunto era solucionable.

  • Milk, ya déjalo –le dijo a su esposa– creo que Goten ya entendió, sólo es cosa que se ponga al día.
  • ¡Tú siempre lo estás defendiendo! –le gritó Milk–. Tu hijo es un irresponsable y a ti no te importa nada, ¿no te das cuenta de lo que ocurrirá en el futuro?. Nuestro hijo se convertirá en un rebelde sin causa, terminando en las calles, transformándose en un delincuente buscado por toda la policía y un día cualquiera podríamos encontrarlo muerto en algún lugar del planeta –lloraba Milk amargamente pasándose todas esas películas en Tecnicolor ante la mirada atónita de su esposo e hijo. Luego secó sus lágrimas y dijo en tono determinado– Pero yo no permitiré que eso pase… ¡Goten!, ¡Vete inmediatamente a estudiar! Pasarás el resto de la semana y las vacaciones de medio año sólo estudiando. De tu cuarto saldrás sólo para ir a la escuela y de allá te vendrás derecho a la casa hasta que subas esas terribles calificaciones, ¿te quedó claro?
  • Sí, mamá –respondió el pequeño con la cabeza gacha.
  • Ahora vete a tu cuarto –le ordenó tajantemente.

Goten se acordó que antes debía contarle a Goku lo que había sucedido en la Corporación e intentó hablar, pero cada vez que habría la boca para decir algo, Milk lo hacía callar y lo mandaba a su dormitorio, así que no tuvo más opción que obedecer y hablar con Goku cuando fuera posible.


Y en la otra casa, Trunks y Vegeta estaban jugando al corre-que-te-pillo, haciendo un recorrido turístico por toda la Corporación y convirtiendo el desastre de Namek en una simple remodelación. En cuestión de minutos, Trunks había aprendido todas las técnicas de escape posibles, incluso en una oportunidad se escabulló por entremedio de las piernas de su padre. Sin embargo, cuando llegaron a la sala quedó atrapado en un rincón, viendo cómo Vegeta se acercaba implacable hacia él. Entonces puso carita de Bugs Bunny a punto de ser comido, es decir, de «¡pobre de mí!», abriendo tiernamente sus ojitos llenos de lágrimas y encomendándose a Kami Sama. Esa táctica lo había salvado muchas veces en que había hecho alguna maldad muy, pero muy grande y su padre pretendía castigarlo como ahora, pero que al verlo así desistía. Sin embargo, esta vez el asunto era demasiado serio para Vegeta y no se conmovió.

  • Papá, déjame que te explique –le pidió Trunks, pero nada.

Al ver que el plan no le estaba dando resultado, intentó huir volando, pero fue atrapado en el aire e inmobilizado por el fuerte brazo de su padre mientras con la otra mano le propinaba severos golpes, lógicamente midiendo su fuerza y en zonas que al pequeño solamente le causaran dolor, pero ningún daño.

Para Trunks fue terrible, era la primera vez en su vida que su papá le daba una verdadera paliza. Vegeta no solía castigarlo físicamente y de hacerlo era un golpe y relativamente suave. Por lo general solamente lo amenazaba y regañaba, y si de castigos se trataba, le quitaba sus privilegios o no lo dejaba entrenar en la cámara de gravedad, que tanto le gustaba.

Trunks pensó, con toda razón, que era muy injusto lo que le estaba sucediendo. Se sentía muy humillado, incomprendido y traicionado por su mejor amigo, así que entre la pena, la rabia, la impotencia y la golpiza no aguantó y se puso a llorar.

«Suficiente», pensó Vegeta al oír el llanto de Trunks y de inmediato lo soltó, esperando en su interior no haberle dado demasiado duro al pequeño, porque hasta en los entrenamientos tenía cuidado de no golpearlo demasiado fuerte.

  • Espero que con esto haya aprendido que con su padre no se juega –le dijo muy serio, cruzándose de brazos.
  • ¡Pero si yo no fui! –lloraba Trunks amargamente– Goten es el culpable.
  • ¿¿TODAVIA CON ESO?? –preguntó Vegeta enojado– ¿Es que todavía no aprendes la lección, chiquillo mentiroso? ¡Vete inmediatamente a la cama! –le ordenó– Esta noche no habrá cena para ti.
  • ¿¿¿QUÉEE??? –gritó espantado el pobre de Trunks ante la sola idea de quedarse sin comer.

Hay que recordar que durante el día sólo había comido un sandwich y algunos dulces, porque Bulma no había preparado almuerzo; y un sayajin sin comida, pues es algo inimaginable, ¿no creen?

  • ¡No me puedes hacer eso! –reclamó Trunks.
  • ¡No me contestes y haz lo que te digo ahora mismo o tendré que ordenártelo de otra manera! –le advirtió Vegeta.
  • ¡¡Qué malo eres papá, eres muy malo, muy malo!! –le gritó Trunks corriendo hacia su dormitorio.