Capítulo 6: «Adaptación»
Fanfic: La Legión del Mal
Krilim y Yamcha, en sus nuevos cuerpos, habían partido en busca de la esfera de cuatro estrellas (que se encontraba en casa de Goku) y del radar del dragón (que se encontraba en la Corporación Cápsula). Mientras, el Maestro Karin y Yayirobe, viendo que los guerreros se encontraban totalmente recuperados, decidieron volver a la Torre Karin. Después de todo, su labor había culminado y Yayirobe, muy nervioso de que le encomendaran buscar las esferas del dragón y que al hacerlo su vida corriera peligro, apresuró el paso hacia su nave al tiempo que se despedía apresuradamente de sus amigos.
Yayirobe: Jejeje, bueno… jejeje… les deseo mucha suerte… jejejeje…. adiós…
Mientras decía esto empujaba al maestro para que se diera prisa en subir al vehículo volador.
Karin: ¡Cuídense mucho! –dijo, gritando en la lejanía– ¡Sean cautelosos!
Goku se despedía con su mano, mientras Piccolo exclamaba muy molesto.
Ptenshinhan: ¡Ese Yayirobe es un cobarde! Mira que dejarnos ahora que más lo necesitamos… Al menos nos hubiera ayudado a reunir las esferas del dragón mientras nosotros entrenamos.
Gkrilim: No te molestes, Ten, él es un buen muchacho, en el fondo.
Ptenshinhan: ¡A MÍ NO ME IMPORTA QUE SEA UN BUEN MUCHAHO, IGUAL ES UN INÚTIL!… ¡ADEMÁS, YO NO SOY TENSHINHAN! ¡YO SOY PICCOLO!
Goku colocó una mano detrás de su cabeza y sonrió muy apenado.
Gkrilim: Lo siento mucho, Piccolo, se me olvidó. Lo que pasa es que estoy muy preocupado por Milk, recuerda su estado… Espero que se encuentre bien…
Piccolo se le quedó mirando fijamente y luego colocó una mano en su hombro.
Ptenshinhan: Entiendo. Pero no te preocupes, estoy seguro que se encuentra bien.
Goku asintió con su cabeza. En ese momento Ten y Chaoz se aproximaron a ellos.
Tpiccolo: Oigan, pienso que deberíamos comenzar de una vez los entrenamientos.
Chaoz: Es cierto.
Ptenshinhan: No. Aguardemos a que lleguen Yamcha y Krilim. Aún no hemos concretado un plan de acción y no tenemos idea de cuántas esferas lleven reunidas esos psicópatas del infierno.
Gkrilim: Opino igual. Es mejor esperar.
Ten y Chaoz se mostraron conformes con esa idea. Pero, de repente, Piccolo colocó sus manos en su abdomen al tiempo que, muy consternado, decía:
Ptenshinhan: Pero… ¿Qué me pasa?… me siento extraño… es como si mi nuevo cuerpo tuviera una necesidad de algo… pero no sé de qué…
Los demás se miraron y sonrieron.
Tpiccolo: No te preocupes, Piccolo. Lo que pasa es que tu cuerpo… bueno, quiero decir, el mío… necesita alimentos y esa sensación extraña que sientes se llama «Hambre». No te preocupes, es normal, sólo debes comer y ésta desaparecerá.
Tpiccolo: Conque esto es lo que los humanos llaman hambre. Ggggrrr, es un fastidio depender de comida para poder sobrevivir. ¡Qué necedad!
Al oír esto todos comenzaron a reír a carcajadas. Al menos ese comentario de Piccolo había aliviado un poco la tensión reinante del lugar. ¡Y bien que lo necesitaban!
Chaoz: Bueno, es natural que tengas hambre. Después de todo, llevan varios días sin comer…
Gkrilim: Sí, yo también tengo mucho apetito.
Tpiccolo: Humm, yo no tengo nada de hambre, la verdad.
Ptenshinhan: ¡Claro! Recuerda que los namekuseijins no comemos ni dormimos. Sólo tomamos agua.
Tpiccolo: ¡Es verdad! Ahora lo recuerdo de cuando entrenamos con Kaiosama en el otro mundo… ¡Eso sí que será extraño para mí!
Ptenshinhan: Pues acostúmbrate, igual tendré que hacerlo yo…
Gkrilim: Jejeje, mejor comamos, así recuperaremos energía.
Chaoz: Bien. Ya que Mr. Popo no está, yo cocinaré.
Ptenshinhan: Me da igual. ¡Pero hazlo pronto! Esta extraña y absurda sensación se hace cada vez más inaguantable.
Chaoz: Sí, no te preocupes, me daré prisa.
Ptenshinhan: Eso espero, enano.
Luego de un rato, Chaoz había terminado de preparar enormes cantidades de comida y las había servido sobre un mantel en el suelo de la plataforma, para que así todos pudieran comer al aire libre.
Piccolo, no acostumbrado a tener apetito, se abalanzó desesperado sobre los alimentos tan deprisa que dejó atónitos a todos los presentes. Pero, como nunca había comido en su vida, no sabía cómo hacerlo, así que no masticaba lo que se llevaba a la boca; esto causó que se atragantara… Al ver esto, Ten, rápidamente, comenzó a golpearlo en su espalda hasta que, finalmente, el trozo de carne que se había quedado atorado en su garganta bajó a su estómago. Y, poco a poco, Piccolo comenzó a respirar normalmente de nuevo…
Ptenshinhan: ¡Vaya!… no… sa…bía… que co…mer… pudiera… matar…me…
Esto lo dijo muy impresionado mientras, desesperado, trataba de respirar.
Tpiccolo: ¡Es que lo estás haciendo mal! Así no se come… Mira y aprende.
En ese momento, Ten tomó una papa y la introdujo a su boca. Al hacerlo la masticó muy lentamente y con la boca abierta para que Piccolo pudiera verlo con claridad; claro que no se tragó la papa. Luego que le enseñó al namekuseijin cómo debía hacerlo, la volvió a sacar de su boca.
Tpiccolo: ¿Entendiste?, es muy fácil. Ahh, y otra cosa: come despacio, recuerda que es la primera vez que lo haces y necesitas practicar primero. Si te confundes, mira a Goku y luego lo imitas.
Voltearon a verlo entonces, pero Goku estaba comiendo de una forma tan desesperada, igual que lo había hecho Piccolo, que no entendían cómo no se había atragantado él también.
Gkrilim: Es verdad. Hazlo como yo.
Dijo con la boca llena. Ambos se miraron y Ten sonrió un poco avergonzado.
Tpiccolo: Jijiji, mejor no lo imites. Come como te enseñé y no pasará nada.
Ptenshinhan: Sí –dijo malhumorado– es mejor.
Se sentó entonces y muy lentamente, como había hecho Ten, comenzó a comer nuevamente. Pero, ¡con la boca abierta!
Tpiccolo: ¡No, Piccolo!, se come con la boca cerrada.
Ptenshinhan: Pero… me dijiste que lo hiciera como tú. ¡Y eso estoy haciendo!
Tenshinhan puso una mano en su rostro como gesto de desesperación.
Tpiccolo: Bueno, come como quieras.
Piccolo se encogió de hombros al tiempo que pensaba:
Ptenshinhan: ¡Bah!, esto de comer es lo más absurdo que he hecho en mi vida… ¡Malditos demonios, esta humillación se las cobraré muy caro!
Chaoz, una vez que todo estuvo servido, también se sentó a comer. Ten, al no poder comer como ellos, simplemente los acompañó tomando un vaso con agua y de paso vigiló a Piccolo, ya que no quería que lastimara mucho su cuerpo.
Gkrilim: ¡Rayos! No puede ser que ya esté satisfecho. ¡Si sólo me comí una ración de comida, y yo acostumbro comerme cincuenta! Y eso cuando no tengo mucho apetito, en el almuerzo.
Tpiccolo: Bueno, recuerda que estás en el cuerpo de Krilim. Los humanos no comemos tanto como los saiyajins.
Ptenshinhan: ¡Gracias a Kamisama por eso! Si estuviera en el cuerpo de un saiyajin, con todo lo que comen ustedes ¡me suicido de una vez para acabar con mi sufrimiento!
Gkrilim: No exageres Te… ¡Ups!, jijiji, quiero decir, Piccolo…
Piccolo, devorando una pieza de pollo, lo miró desafiante y Goku tragó saliva al verlo.
Gkrilim: Lo que quiero decir es que es verdad lo que dicen. ¡Ustedes los humanos comen muy poco!
Tpiccolo: Bueno, tres raciones de comida al día es todo lo que necesitamos para subsistir.
Gkrilim: Ya veo. Por cierto, no he visto a Vegeta. Lo buscaré para preguntarle si quiere comer algo.
Los demás asintieron y Goku fue en su búsqueda…
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No tardó mucho en encontrarlo; estaba en el borde de la plataforma. Tenía los brazos cruzados y estaba absorto en sus pensamientos mirando el horizonte, justo en la dirección en que se encontraba la Corporación Cápsula… Goku se acercó sigilosamente a él y le habló:
Gkrilim: Te veo preocupado. ¿Qué sucede?
Vegeta, sin voltear a verlo, respondió enfadado:
Vyamcha: ¡No es de tu incumbencia, Kakarotto!
Esta respuesta molestó un poco a Goku. Alzó entonces sus brazos en señal de disculpa.
Gkrilim: Lo siento, no quería entrometerme, pero, ¡no tenías que ser tan grosero, Yamcha! Sólo quería saber si tienes hambre.
Al oír que lo llamaron «Yamcha» nuevamente, Vegeta volteó furioso y tomó a Goku del cuello, al tiempo que le decía:
Vyamcha: ¡MALDITA SEA, NO ME LLAMES YAMCHA! ¡YO SOY VEGETA! ¡NO LO OLVIDES, ESTÚPIDO: V-E-G-E-T-A!
Goku se soltó rápidamente de Vegeta.
Gkrilim: ¡Está bien!, pero no te molestes. No volverá a pasar.
Vyamcha: Eso espero, ¡por tu bien! Ahora déjame. Quiero estar solo.
Goku se le quedó mirando unos instantes. Estaba molesto por la actitud de Vegeta, pero en el fondo lo entendía. Sabía que estaba preocupado por Bulma, al igual que a él le preocupaba Milk. Claro que no lo admitiría, su orgullo se lo impediría. Lo dejó entonces solo, tal como quería, para que pudiera dar rienda suelta sus sentimientos…
Gkrilim: Humm, será mejor que no vuelva a confundirme con los nombres, ya que todos están de muy mal humor.
Pensó Goku mientras, caminando, se alejaba de Vegeta…
El saiya se le quedó mirando unos instantes y luego volteó, retomando su postura inicial. Cruzó sus brazos, y cerró sus ojos. Estaba enojado y muy preocupado por lo que Yamcha pudiera hacerle a Bulma aprovechando que se encontraba en su cuerpo.
Vyamcha: Si le pone una mano encima… ¡Demonios!, si llega a tocarla… ¡Lo mataré!…
Pensó muy perturbado…
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Al volver junto a los otros, Goku vio con alegría que Gohan y Dende ya habían recuperado el conocimiento y se encontraban reunidos con los demás. Quiso correr entonces a abrazar a su hijo, pero contuvo su impulso. ¿Cómo saber cuál de los dos niños era su hijo? No quería volver a equivocarse confundiéndolos…
Gohan y Dende alzaron sus rostros y vieron a Goku. Entonces, Dende caminó hacia él muy triste.
Gdende: ¿Papá? ¿En serio eres mi papá?
Preguntó desconcertado y al mismo tiempo confundido. Goku colocó sus manos en sus pequeños hombros y sonrió.
Gkrilim: Sí, hijo. Yo soy papá.
Luego de esto lo abrazó, y el niño dio rienda suelta a sus emociones expulsando unas lágrimas. Goku vio esto y las secó con sus manos.
Gkrilim: No te preocupes, Gohan. Todo saldrá bien.
Gdende: Pero papá… cuando mamá nos vea así, se va a molestar mucho, ¿no crees?
Gkrilim: No te preocupes por eso ahora. Primero debemos detener a La Legión del Mal. Luego veremos cómo regresar a nuestros cuerpos.
El niño asintió, y juntos se reunieron con los demás. Al llegar, Goku colocó una de sus manos sobre la cabeza de Dende y dijo:
Gkrilim: Me alegro que te encuentres bien, Dende.
Dgohan: Gracias, señor Goku.
Se sentaron entonces y comenzaron a platicar contándole a los niños sus planes de entrenamientos. Ambos quedaron muy asombrados.
Dgohan: P-Pero… entonces… ¡¿Debo pelear con esos demonios?!
Ptenshinhan: Sí, Dende, es necesario. Y tú, Gohan; debes entrenar a Dende y enseñarle a convertirse en SSJ.
Gdende: Haré todo lo posible, señor Piccolo.
Gkrilim: Pero recuerden que eso no es todo. Dende debe enseñarte a usar los poderes curativos de su cuerpo.
Tpiccolo: Es cierto. Sin semillas del ermitaño, eso es fundamental.
Dende y Gohan se miraron uno al otro sin pronunciar palabra. La tarea que les habían encomendado era muy delicada y sobre todo difícil. Era innegable, ambos estaban asustados, pero no de morir, sino de fallarles a sus amigos…
Repentinamente, Dende colocó las manos en su abdomen y dijo:
Dgohan: Me siento mal… me duele el estómago…
Todos se miraron y comenzaron a reír. Sólo Gohan y Dende se quedaron perplejos sin entender lo que pasaba. ¡¿Qué podía tener de gracioso un dolor de estómago?! Hasta que Ten habló:
Tpiccolo: No te asustes, Dende. Lo que tienes es «Hambre», recuerda que ahora eres saiyajin, y ellos comen mucho.
Dgohan: ¡Ah!, ya veo… y…y… ahora, ¿qué hago?
Preguntó, algo angustiado. Ten, resignado, estaba a punto de hacer las veces de maestro cuando Gohan, inesperadamente, tomó el control de la situación.
Gdende: Tranquilo, yo te enseñaré a comer. Aunque yo no tengo nada de hambre.
Dgohan: Eso es porque los namekuseijins no comemos. Sólo tomamos agua.
Gdende: ¡¿En serio?!, qué extraño. Pero bueno, mira, así se come.
Gohan comenzó entonces a explicarle a Dende cómo debía consumir los alimentos, y Dende lo siguió al pie de la letra. Y, para asombro de todos los presentes, no pasó por los mismos percances de Piccolo… Lo hicieron muy bien, ambos. Todos se miraron complacidos, ya que la pequeña pareja había dado, victoriosamente, el primer paso en su mutua enseñanza…
Corporación Cápsula
Bulma se encontraba en su habitación. Estaba sentada sobre su peinadora cepillándose el cabello. La radio estaba encendida a su lado, y las noticias podían oírse alto y claro. La mujer estaba muy preocupada; desde que Vegeta había partido, hacía ya más de tres días, no había vuelto a saber nada de él… ¿Les habría pasado algo malo a él y a sus otros amigos?, pensó angustiada. Ella había estado pendiente de las noticias todos esos días, esperando obtener alguna pista de su paradero. Pero no había pasado nada raro o sospechoso, y eso era más perturbador para ella. Estuvo tentada varias veces en ir al Templo de Dios a averiguar lo que estaba pasando, pero no podía hacerlo por Milk… Sí, luego de la partida de su familia ella había ido a la Corporación Cápsula por pedido de la propia Bulma que, muy preocupada por su estado, no quería que estuviera sola… Y ahora, si ella se aventuraba a ir al templo, estaba segura de Milk insistiría en ir con ella y, por ningún motivo, arriesgaría su vida y la del pequeño bebé que estaba esperando por nacer. No existía solución; debía esperar y rogar porque todos estuvieran a salvo…
Se levantó entonces y miró por la ventana. Trataba de poner sus ideas en orden, pero… casi exclamó un grito de emoción cuando vio parado en la puerta a Vegeta… Sí, no había equivocación, ¡era él, y estaba sano y salvo! Estaba tan feliz de verlo que, sin importar el llanto del pequeño Trunks, salió corriendo escaleras abajo a su encuentro…
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Hacía unos minutos que Yamcha había llegado a la Corporación Cápsula, sin embargo no había entrado a la casa ya que, cada vez que colocaba su mano en la perilla de la puerta, su pulso temblaba y tenía que retirarla rápidamente. Estaba muy nervioso, no sabía qué pasaría cuando viera a Bulma. Al principio pensó en aprovecharse de su posición, pero luego de meditarlo mejor cambió de parecer… No podía hacerlo, era demasiado ruin…
Se encontraba analizando su situación cuando la puerta se abrió bruscamente. Lo último que vio antes de caer al suelo fue a Bulma saliendo por la puerta, muy feliz, tirándose en sus brazos.
Bulma: ¡Cariño! ¡Qué bueno que estás bien!
Exclamó emocionada tirada sobre él en el suelo. Antes de que Yamcha pudiera responder, ella le dio un beso muy apasionado, luego de lo cuál se levantó y le tendió su mano para ayudarlo a levantarse ya que repentinamente lo vio muy pálido.
Bulma: Amor, ¿te encuentras bien? Te veo pálido.
Yamcha no pudo articular una palabra; estaba impresionado, y muy feliz… En ese instante los sollozos de Trunks llegaron a los oídos de la pareja.
Bulma: Espera, amor, voy a atender a Trunks y luego me cuentas qué pasó en estos días que estuviste fuera.
Ella entró y subió las escaleras, al tiempo que el hombre balbuceó una respuesta.
Yvegeta: S-Sí.
Yamcha siguió a la mujer y cuando estuvo dentro comenzó a recorrer la casa. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que había estado en la Corporación… desde que Vegeta había comenzado a vivir permanentemente con Bulma. Cuando eso pasó, él prefirió alejarse de la pareja ya que le era muy doloroso verlos juntos. Trató de calmarse y pensar con claridad.
Yvegeta: Bueno, Yamcha, primero que nada debes calmarte. Recuerda que tu objetivo es llevarte el radar del dragón. Sí, búscalo y vete antes de que hagas algo de lo que puedas arrepentirte. Si tengo suerte lo encontraré antes de que regrese Bulma y me iré rápidamente.
Comenzó entonces a revisar las gavetas de la sala, sacando lo que se encontraba en su interior y haciendo un gran desorden a su paso.
Yvegeta: ¿Dónde rayos estará ese radar? Será muy difícil encontrarlo; este lugar es más grande que el estadio de béisbol de mi equipo.
En ese momento Bulma bajó las escaleras y vio cómo el hombre buscaba desesperadamente en los estantes y muebles de la sala.
Bulma: ¡OYE, VEGETA! ¡¿QUÉ HACES?! ¡ESTÁS DESORDENANDO TODA LA CASA!
Yamcha tragó saliva al oír a la mujer gritar en sus espaldas. Definitivamente ese mal genio era algo que no extrañaba de ella.
Yvegeta: ¡Ups!, lo siento… es que yo… (Pensando: ¡Un momento!, Vegeta no le hablaría así a Bulma… debo actuar como él o se dará cuenta de lo que pasa)
Endureció su rostro y luego de toser volteó a verla.
Yvegeta: ¡MUJER, NO ME HABLES DE ESA MANERA! ¡YO EN MI CASA HAGO LO QUE ME DA LA GANA! ¡NECESITO EL RADAR DEL DRAGÓN, ASÍ QUE BÚSCALO!
La mujer se le quedó mirando unos instantes sorprendida, pero luego reaccionó y comenzó a gritarle muy molesta.
Bulma: ¡He estado preocupada por ti todos estos días y ni siquiera tienes la delicadeza de decirme qué fue lo que pasó! ¡ERES UN TONTO, PERO MÁS TONTA HE SIDO YO POR PREOCUPARME POR TI!
Apenas dijo esto salió corriendo. Yamcha sintió mucha vergüenza de hablarle así a Bulma y ya estaba a punto de ir tras ella cuando vio que regresaba con algo en las manos. ¡Era el radar! Se lo tiró entonces y le dijo, con lágrimas en los ojos:
Bulma: ¡Ten! ¡Y ahora vete!, ¡no quiero volver a verte!
Comenzó a llorar y subió las escaleras corriendo, mientras Yamcha la veía desaparecer de su vista.
Yvegeta: Creo que se me pasó la mano. Y ahora, ¿qué hago?
Miró el radar del dragón en sus manos, suspiró, e hizo el amague de retirarse, pero al pasar por las escaleras pudo oír a Bulma llorando desconsoladamente en su habitación y esto hizo que a Yamcha se le rompiera el corazón en mil pedazos. No, no podía dejarla en ese estado.
Subió entonces y comenzó a caminar por el pasillo muy despacio, como si temiera que lo escucharan. Rió al recordar sus travesuras juveniles, cuando siendo un joven entraba a escondida a la habitación de la mujer, sin que sus padres se dieran cuenta, para poder pasar la noche juntos… Esos recuerdos estaban muy lejos en su pasado, pero aún así los sentía muy cerca, como si sólo hubiesen pasado unas horas desde la última vez que la hubiese visto y estado con ella… ¡Qué tonto había sido al perderla!, porque todo había sido su culpa, indudablemente. Ninguna mujer, y menos una mujer tan orgullosa como Bulma, podía soportar ese tipo de infidelidades. Ahora, años después, no entendía cómo, pudiendo tener a una mujer tan maravillosa como Bulma, había podido buscar el cobijo de otros cuerpos, porque sólo habían sido eso para él: «Cuerpos». Había cometido un gran error y ahora lo estaba pagando, y lo haría por siempre, ya que siempre la amaría…
Finalmente llegó a su puerta y temeroso la abrió… El chirrido de la puerta le anunció a Bulma la presencia del hombre en la habitación. Ella estaba acostada sobre la cama con la almohada sobre su rostro para que sus sollozos no fueran oídos. Al sentirlo se levantó rápidamente para poder confrontarlo.
Bulma: ¡¿Qué haces aquí?! Ya te di lo que querías, ¿no? ¡Ahora, déjame sola!
Exclamó con furia mientras se limpiaba sus mejillas húmedas por sus lágrimas.
Yvegeta: Esto será más difícil de lo que pensé…
Dijo Yamcha para sí…
Paozu Yama, casa de los Son
Krilim había llegado a la casa de Goku y apresuradamente buscó la esfera de cuatro estrellas que se encontraba en el sombrero de Gohan en su habitación.
Kgoku: ¡Ja! ¡Qué fácil!
Pensó al tiempo que abría la puerta dispuesto a marcharse, pero… repentinamente le dio mucha hambre.
Kgoku: ¡Tengo mucha hambre! Humm, mejor como algo antes de irme… pero… ¡Qué raro!, nunca había sentido tanto apetito en mi vida.
Fue a la cocina y abrió la nevera. Ésta estaba llena de comestibles.
Kgoku: Se nota que en esta casa viven dos saiyajins. ¡Cuánta comida!
Murmuraba muy divertido el hombre mientras sacaba todos los comestibles y comenzaba a devorarlos. Estaba a punto de comer un enorme pedazo de pastel de chocolate cuando se detuvo súbitamente.
Kgoku: ¡Un momento!… Espero que Goku, mientras esté en mi cuerpo, no coma de la misma forma en que lo hace con el suyo, porque de ser así… ¡Lo dejará convertido en una pelota!
Tragó saliva e imaginó a Goku, en el cuerpo de Krilim, comiendo de forma acostumbrada mientras su estómago comenzaba a crecer hasta que todo su cuerpo se transformó en una enorme esfera. A tal punto que, en vez de caminar, debía rodar…
Kgoku: Oh, oh, mejor me apresuro en llegar al templo. Debo vigilar a Goku, y lo que come.
Salió corriendo de la casa y estaba a punto de levantar el vuelo, cuando pudo oír unos gritos, conocidos, de mujer cerca del lugar.
Kgoku: Esa voz es de…
Descendió y comenzó a recorrer los alrededores dispuesto a saber lo que sucedía. Se sorprendió mucho cuando vio a Milk en el suelo retorciéndose de dolor.
Kgoku: ¡Milk! ¡¿Qué te pasa?!
Preguntó desesperado Krilim al tiempo que se arrodillaba a su lado. Ella lo vio, y al reconocerlo lo tomó de sus ropas casi histérica.
Milk: ¡GOKU! ¡¿DÓNDE DIABLOS ESTABAS?! ¡¿Y DÓNDE ESTÁ GOHAN?! ¡ESTABA MUY PREOCUPADA POR USTEDES! Me había quedado en la casa de Bulma todos estos días, pero no aguanté más y volví para saber si ustedes habían regresado, pero empecé a sentir fuertes dolores y caí al suelo. ¿Qué ha pasado?
Kgoku: E-Este… b-bueno… lo que pasa es que…
Milk lanzó un grito de dolor, mientras Krilim, muy asustado, no sabía qué hacer.
Milk: ¡AAAHHH! ¡GOKU, PRONTO LLÉVAME A UN HOSPITAL! ¡EL BEBÉ YA VIENE!
Kgoku: ¡¿QUÉ?! ¡NO, NO PUEDES TENERLO AHORA!
Milk: ¡¿Y ACASO CREES QUE PUEDE ELEGIR CUÁNDO TENERLO, TONTO?! ¡ME DUELE MUCHO!
Ante las circunstancias, a Krilim no le quedó más remedio que tomar a la mujer en sus brazos y salir volando a toda velocidad al hospital más cercano.
Kgoku: ¡¿Por qué siempre me tienen que pasar estas cosas a mí?!
Pensó muy consternado…
Corporación Cápsula
Yamcha miraba a Bulma con deseo, ¡era tan bella! Mientras ella sentía cómo él la desnudaba con la mirada. Esto le complació, pero al mismo tiempo, estaba tan furiosa con el saiya que no quería que la tocara.
Él se acercó lentamente a la mujer y sin apartar su mirada tomó sus manos entre las suyas…
Yvegeta: Discúlpame, Bulma, no debí hablarte de esa manera.
Ella lo miró sorprendida.
Bulma: Y-Yo…
Estaba a punto de hablar, pero repentinamente el hombro tocó sus labios con uno de sus dedos como señal para que permaneciera en silencio. En ese instante, la radio anunció el comienzo de una nueva canción.
Locutor: Bien, amigos, ahora pondré una canción dedicada a todos los enamorados. ¡Disfrútenla!
Yamcha sonrió al escuchar esto.
Yvegeta: Ssshhh, no digas nada, mejor bailemos.
La tomó en sus brazos y comenzó a moverse al suave ritmo de la música. Mientras, Bulma estaba muy confundida. Al principio sólo se dejaba llevar, pero luego disfrutó el momento y abrazó a su hombre…
La música continuaba mientras la pareja comenzó a tocarse y recorrerse. Yamcha, suavemente, introdujo sus manos debajo de la camisa de la mujer y acarició su espalda desnuda al tiempo que besaba su cuello, luego recorrió su torso y abrió el cierre de su pantalón… Ella, sentía una gran excitación con esas caricias, así que enmarañó sus manos en su abundante cabello al tiempo que su respiración se aceleraba… El hombre podía sentir esto y le causaba un gran placer…
Poco a poco fueron desplazándose hacia la cama. Ella se acostó plácidamente y empujó al hombre para que se acostara sobre ella… Mientras Yamcha la besaba y quitaba la ropa, Bulma comenzó a gemir de placer susurrando su nombre…
Bulma: Oh, Vegeta… Cuanto te amo… Vegeta…
Al escuchar ese nombre, Yamcha se levantó rápidamente de la cama, dejando a Bulma muy confundida.
Yvegeta (Pensando): ¡No! ¡Rayos, no puedo hacerlo! Ella no me ama, lo ama a él.
Bulma: Vegeta, ¿qué sucede? ¿Pasa algo malo?
Dijo la mujer semidesnuda a su lado. Yamcha la vio ahí parada, hubiese sido tan fácil hacerla suya en ese instante. ¡La deseaba y extrañaba tanto! Después, al recobrar su cuerpo, Vegeta seguramente le mataría, pero eso no le importaba; la vida sin Bulma no tenía ningún sentido… Así que nuevamente trató de olvidar su realidad y fingir que Bulma lo amaba y hacía el amor con él, pero no pudo… ¡Maldita sea!, no podía aprovecharse de ella de esa manera, no le temía a la muerte, pero le parecía insoportable el desprecio que Bulma sentiría al enterarse de ese acto tan bajo… La mujer seguía mirándolo muy preocupada por la mirada de angustia que reflejaba Yamcha. Hasta que el hombre no pudo más y bajó su cabeza en señal de arrepentimiento…
Yvegeta: Lo siento, pero… aunque te deseo más que a la vida misma, no puedo hacerte el amor…
Ella tomó sus palabras pensando en que, tal vez, debía cumplir una misión importante, así que debía partir sin perdida de tiempo.
Bulma: Entiendo. Debes irte, ¿verdad?
Dijo al tiempo que se acercaba al hombre y tomaba su mano. Él subió su mirada y, como pudo, le sonrió.
Yvegeta: ¿Eh?, bueno… sí, la Tierra se encuentra en peligro. Debo partir de inmediato.
Bulma: Ya veo. No hay problema, cuando regreses te estaré esperando y terminaremos lo que empezamos hoy, ¿de acuerdo?
Yamcha la miró entristecido; para él no existiría una próxima vez, pero aún así respondió.
Yvegeta: Claro. Cuando regrese, continuaremos.
Caminó hacia la puerta, pero, como si hubiese recordado algo, volteó a verla.
Yvegeta: Bulma, ¿eres feliz?
Ella lo miró un poco sorprendida por su pregunta.
Bulma: Sí, lo soy. Tengo un bebé hermoso y un hombre que, aunque es un arrogante y un orgulloso, amo con toda el alma.
Al escuchar esto, Yamcha asintió con su cabeza. Al menos sabía que ella había alcanzado la felicidad, a pesar de él…
Yvegeta: Me alegro de escucharlo.
Bulma: ¿Te sientes bien?, hoy estás muy raro.
Preguntó la mujer al tiempo que se acercaba a él y tocaba su frente comprobando que no tuviera fiebre. Él tomó su mano y la besó delicadamente.
Yvegeta: No te preocupes, no estoy enfermo ni nada… es sólo que tenía curiosidad.
Acarició su rostro y se despidió.
Yvegeta: Hasta muy pronto, ángel.
Así, Yamcha partió… Y Bulma tuvo que sentarse en la cama por la impresión que le produjo esas palabras… ya que así acostumbraba despedirse…
Bulma: Yamcha…
Musitó, casi sin aliento…
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En la habitación de un hospital cercano a Paozu Yama, Milk gritaba desconsoladamente de dolor mientras Krilim permanecía a su lado, sin saber qué hacer o decir para consolar a la mujer.
Kgoku: Milk… e-este… cariño… amor… ¿puedo hacer algo para ayudarte?
Como respuesta, la mujer la tiró una de sus almohadas, llena de furia, en la cabeza, al tiempo que sufría una contracción.
Milk: ¡¿Y QUÉ PIENSAS HACER?! ¡TODO ESTO ES CULPA TUYA! ¡GRACIAS A TI ESTOY SUFRIENDO ESTOS DOLORES! ¡VETE DE MI VISTA!
Krilim, muy asustado por la reacción de la mujer, estaba a punto de salir del cuarto, cuando pudo sentir que Milk lo llamaba, luego de su contracción, alzando sus brazos hacía él.
Milk: ¡No te vayas, Goku! ¡No me dejes sola!
Al verla, suspiró. Era la décima vez que la escena se repetía. Al llegar una contracción, Milk lo mandaba al infierno y luego, cuando ésta pasaba, lo llamaba llorando. No sabía qué hacer; pensó en contarle toda la verdad a Milk y luego ir a buscar a Goku para que estuviera presente en el parto, pero desechó esa idea… Si le contaba toda la verdad a la mujer, seguramente se alteraría mucho y quién sabe de qué sería capaz…
Milk: ¡Goku! ¡Me duele, ven conmigo!
Krilim, resignado, fue a su encuentro y le dio su mano. No, no podía irse y dejarla sola; debía acompañarla como su amigo Goku lo hubiese hecho. Al menos había podido comunicarse con Bulma y ella venía en camino para acompañar a Milk cuando él debiera partir al Templo. Humm, aunque la había notado muy extraña cuando habló con ella; algo raro le pasaba…
Un fuerte dolor en su mano lo volvió a la realidad. ¡No! ¡Milk tenía otra contracción!, ¡y por el dolor le apretujaba su mano casi hasta aplastarla!
Milk: ¡AAAYYY! ¡TE ODIO, GOKU!… ¡AAHH! ¡NO TIENES IDEA DE CUÁNTO!
Kgoku: ¡AAAYYYY!… Milk… amorcito, por favor, suelta mi mano que la estás fracturando…
Milk: ¡ESO NO ME INTERESA! ¡AAAAHHHH!…
Kgoku: ¡AAAAHHHH!…
Ambos gritaron al mismo tiempo y eso provocó que entrara la enfermera, asustada en la habitación.
Enfermera: ¡¿Qué pasa aquí?!
Kgoku: ¡Pronto! ¡Busque a un médico que el bebé va a nacer!
Enfermera: Enseguida.
Unos minutos después entraron varias enfermeras y colocaron a Milk en una camilla, mientras el doctor le daba ciertos detalles a la pareja.
Doctor: No se preocupen, el bebé y usted son saludables, así que este parto se dará sin complicaciones.
Kgoku: Es bueno saberlo, doctor. Bueno, yo espero en el pasillo.
Doctor: Pero, señor Goku, usted insistió en entrar a la sala de partos con su esposa.
Kgoku: ¿Q-Que… y-yo… d-dije… q-qué?…
Preguntó Krilim casi desmayado de la impresión.
Doctor: ¿No recuerda? Yo no quería, pero usted insistió.
En ese momento se llevaban a Milk, que aún sujetaba fuertemente a Krilim, y no estaba dispuesta a soltarlo, así que lo arrastró con ella.
Kgoku: U-Un… m-momento… ¡Yo no quiero ir!
Milk: ¡Sí vienes! ¡No voy a pasar por esto sola!
Kgoku: ¡¿Por qué yo?! ¡¿Por qué siempre tengo que ser yo?!
Gritó el pobre Krilim mientras Milk lo arrastraba consigo a la sala de partos…
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Ya había pasado una hora y Milk aún continuaba en labor. No había soltado la mano del que creía su esposo en ningún momento. Krilim trataba de ayudarle en lo que podía y le daba ánimos para continuar, ya que le mujer estaba agotada de tanto dolor y esfuerzo… Y finalmente pasó… el doctor pudo ver la cabecita del niño salir…
Doctor: ¡Muy bien, señora Son! ¡Puje una vez más y el bebé terminará de salir!
Milk: Es que… ya no… puedo…
Respondió la mujer, casi sin poder respirar por el cansancio.
Kgoku: ¡Sí puedes, Milk! ¡Hazlo y será todo!, ¡vamos!
Ella lo vio y sonrió por primera vez en mucho tiempo.
Milk: Sí… lo haré…
La mujer pujó y el niño salió completamente de su cuerpo.
Doctor: Sí, es un varón. ¡Un varón muy saludable!
Milk: ¡Un varón! ¡Quiero verlo!
Dijo Milk llorando de la emoción; estaba muy feliz por el nacimiento de su nuevo hijo.
Milk: Goku, amor, ¿no estás contento? Tendremos a otro hombrecito en la familia.
Krilim no apartaba la mirada del bebé, que estaba lleno de sangre de su madre, y poco a poco sintió que sus fuerzas le fallaban…
Kgoku: Sí, es muy lin…
No pudo terminar porque cayó al piso inconsciente. Al verlo, el médico le entregó el niño a su madre y corrió a atender al padre.
Doctor: ¡Pronto, enfermera! ¡Ayúdeme a ponerlo en otra camilla! Lo ve, señora, por eso no me gusta que los padres entren a la sala de partos, ya que siempre se desmayan.
Milk: Pero doctor –se excusó– mi esposo es un guerrero acostumbrado a ver sangre. No pensé que se desmayaría.
Doctor: No importa cuanta sangre hayan visto en su vida. Siempre el resultado es el mismo.
Milk: Lo siento.
Se disculpó la mujer mientras se la llevaban para curarla, al igual que al bebé y a Krilim. La familia Son tenía ahora un nuevo miembro en sus filas…