Inolvidable

por Raquel Vásquez


Era viernes, ya de tarde, y el hermoso crepúsculo adornaba el ambiente con gran variedad de colores, como si fuera un regalo de despedida del Sol por las horas de ausencia en que la Luna ocuparía su lugar como astro Rey en el firmamento…

Krilim caminaba con paso cansino por las calles de la ciudad sin una dirección determinada, apreciando cómo los tonos rojizos del atardecer se reflejaban en las montañas, haciendo que éstas parecieran como si estuvieran ardiendo a causa del fuego… La verdad es que nunca era tan observador con ese tipo de detalles, pero ese día estaba algo melancólico y no pudo pasar por alto el espectáculo tan maravilloso que el paisaje le ofrecía…

Estaba agotado y le dolía mucho su espalda, así que trató de relajarse y liberar su mente de toda la tensión que había acumulado en esos días. Esa semana había sido de intenso trabajo en su nueva empresa, así que había tenido que invertir muchas horas extras para terminar justo a tiempo su nuevo proyecto, aunque en realidad, ya era costumbre quedarse hasta tarde en la oficina arreglando los asuntos que durante el día quedaban pendientes… Y ahora, finalmente estaba listo todo el papeleo del nuevo contrato que acababa de firmar unos días atrás, y que debían estar listos para ese mismo lunes en la mañana. Al menos eso le había subido algo sus ánimos, y bien que lo necesitaba, ya que desde hacía tiempo que sus pasos se los llevaban por delante al caminar, y eso era bastante incómodo, la verdad…

Trató de darle un pequeño masaje a sus hombros, pero repentinamente se detuvo y pudo ver su reflejo en la vitrina de una tienda. Sonrió al observarse, aún no se acostumbraba a verse vestido con traje formal y corbata, y mucho menos a ver cabello en su cabeza. Incluso le había pasado varias veces que se olvidaba que lo tenía y se iba a trabajar sin cepillarlo, entonces, todos sus empleados se le quedaban mirando extrañados. Cada vez que eso pasaba salía corriendo al baño y notaba con gracia que estaba todo despeinado, es por eso que siempre tenía un cepillo de cabello en la primera gaveta de su escritorio, para evitar que un futuro cliente lo viera todo desarreglado y no lo tomara en serio. La apariencia era fundamental en su nuevo mundo.

Pero era verdad lo que sus amigos le decían; sí que había cambiado su apariencia en sólo unos meses, pensó al tiempo que suspiraba y se quitaba la corbata para guardarla en uno de los bolsillos de su chaqueta al tiempo que retomaba su caminata… y no es que no le agradara su nuevo aspecto, al contrario, le gustaba tener cabello y vestirse de manera diferente, era sólo que aún se sentía extraño sin llevar puesto su acostumbrado traje de pelea. Después de tanto tiempo usándolo había llegado a sentirlo como parte de su cuerpo. Pero esos días de grandes batallas eran, ahora, parte de otra época que ya sentía muy lejana.

Era curioso el rumbo que había tomado su vida… ahora era todo un hombre de negocios, y descubrir sus grandes dotes había sido toda una bendición. Ahora que la Tierra vivía una nueva temporada de paz, pensó que era tiempo de dejar las peleas y los entrenamientos en el pasado y recorrer otros caminos… Después de todo, a pesar que era uno de los humanos más fuertes del planeta, su poder no era comparable con el de los saiyajins, y si un nuevo peligro llegaba a amenazar el planeta, estaba seguro que Vegeta, Piccolo y Gohan podrían hacerse cargo sin problemas y sin necesidad de su intervención.

Sí, ya era hora de darle un cambio a su vida, y así lo hizo… y su triunfo en el mundo empresarial había sido una sorpresa muy agradable para él. Ahora, al menos, tenía algo fructífero en qué invertir su tiempo… pero no podía evitar sentirse triste por la muerte de su amigo Goku. A pesar del tiempo transcurrido, el dolor de haberlo perdido no se mitigaba… cada vez que recordaba cómo había muerto por salvarlos a todos… cómo se había sacrificado por el bien de la Tierra, le daba mucha rabia por no haber podido ayudarlo, por haber sido tan débil… y ahora, lo único que podía hacer por él, era cuidar a su familia… A Gohan, Milk y el nuevo bebé que venía en camino…

Sin saber cómo y pensando en su amigo, llegó a la orilla del mar. La marea subía y pudo ver cómo la gente ya recogía sus posesiones dispuestos a retornar a sus hogares, después de un día de placer y esparcimiento. Se quitó sus zapatos, se subió sus pantalones y comenzó a caminar por la orilla del mar, la brisa del océano acarició su rostro e impregnó sus labios con un agradable sabor salino…

Había amado dos veces en su vida, y justo en esa playa se había despedido de su primer amor, «Maron», murmuró al tiempo que pensaba en ella… Era muy bella y hubiese dado todo por tenerla siempre a su lado. Recordó, al tiempo que se formaba una medio sonrisa en sus labios, cómo se había aventurado, junto a su amigo Gohan, a buscar una perla en el mar, con la esperanza que, al hacerlo, ella lo amara y fuera su esposa… pero no fue así. Un día, como cualquier otro, Maron salió de su vida, y desde entonces no había vuelto a verla. Aún así, esperaba que hubiese alcanzado la felicidad donde sea que estuviese en esos momentos… Ahora, años después, al igual que las olas del mar borraban sus huellas en la arena a medida que avanzaba, los sentimientos que había sentido por esa hermosa chica se habían ido diluyendo con el tiempo, hasta convertirlos en una hermoso recuerdo de otros tiempos. Sin embargo, él sabía que siempre ocuparía un lugar muy especial en su corazón, y es que el amor verdadero nunca muere por completo…

Pero, ahora, su mente y corazón pertenecían a alguien más… de ella sólo tenía el recuerdo de un beso dado en su frente y la sensación de haberla tenido en sus brazos mientras la protegía de los ataques del terrible Cell… La había visto en contadas ocasiones, pero sólo eso le había bastado para amarla por completo. Al verla por primera vez sintió que ella sería la pieza del acertijo que encaja perfectamente, dándole, de esta manera, un significado a su existencia. Adoraba su cuerpo que le parecía maravillosamente perfecto, pero más que nada, anhelaba poseer su alma, tan remotamente explorada por él… Amaba a esa androide, quería verla y tenerla a su lado, que ella llenara su vida de nuevas y excitantes emociones… Que, como si fuera un Sol, le diera luz y calor… que fuera la respuesta a todas sus preguntas… Ella, era su todo.

A pesar de esto, con cada día transcurrido Krilim perdía las esperanzas de volverla a ver. Ese día, en el Templo de Dios, luego que le pidiera al dragón Shenlong que le quitara la bomba que llevaba su cuerpo, A18 se había marchado apresuradamente, pero le había dicho que volvería, y esa promesa lo había mantenido en pie todos esos meses, pero ahora… estaba casi convencido de que no lo haría. Ella era su sueño, pero un sueño inmaterial, un espejismo solamente… y ahora su corazón estaba hecho pedazos… nuevamente…

él nunca conoció a su familia. Lo más cercano que había tenido a un padre era al maestro Roshi, que lo había criado desde chico. También estaba Goku, que había sido como su hermano, pero él ya no estaba… y, diablos, después de haber dado su vida dos veces por el bien de la Tierra y por salvar a sus amigos, no creía que fuera mucho pedirle a la vida el amor de una mujer. Tener una esposa y algunos pequeños que corrieran a su alrededor, haciendo travesuras, era todo lo que quería, sin embargo, el amor había resultado ser muy esquivo… y ahora estaba solo, más solo que nunca… Añoraba todo lo que pudo haber sido a su lado y no fue… La amaría siempre; ella era Inolvidable.

Las primeras estrellas hicieron su aparición en el cielo, y Krilim aún seguía caminando. Los recuerdos lo atormentaban… Mientras continuaba su camino podía ver a las parejas de enamorados llenas de felicidad caminando a su alrededor, agarrados de las manos, con rozagantes bebés en sus manos; a veces, una pareja ocasional se detenía de repente para darse un beso en los labios y luego continuar su camino… Era difícil, por no decir insoportable, ver cómo todos los demás disfrutaban de lo que, al parecer, la vida le había negado a él…

Al verlos, instintivamente cerraba su mano con la esperanza de encontrar la de ella en la suya. Pero el resultado siempre era el mismo… estaba vacía… entonces, apenado por eso, introducía sus manos en los bolsillos de su pantalón para evitar caer nuevamente en tal error… y bajaba su mirada para no poder ver la felicidad reflejada en los rostros de los demás… Si hasta parecía que cada día habían más enamorados en las calles, en todas las cuadras, a cada paso que daba, como si fuera una burla del destino, se topaba con una nueva pareja… ¿O sería simplemente que siempre habían estado allí y sólo ahora notaba su presencia?… No había respuesta… sólo había dolor.

Pero la verdad fue que ya no soportó más y alzó el vuelo, sin importarle en lo absoluto las miradas de sorpresa de todas aquellas personas que lo vieron volar repentinamente… Ya nada parecía tener importancia, ¿de qué servía tener dinero y éxito si no tenía con quién disfrutarlo? Le costaba creer que la vida no tuviera preparado algo mejor para él… No, no era posible que su destino fuera permanecer solo… Volaba, cada vez más rápido, como si quisiera huir de sus penas… de sus tristezas…

Finalmente llegó a Kame House y vio que la casa, que había sido su hogar por tanto años, estaba en penumbras. Al principio se extrañó un poco con esto, pero luego recordó que el maestro Roshi le había comentado en la mañana que iría junto con Ulong a una convención de no-sé-qué revistas que habría en Ciudad Satan, y que duraría todo el fin de semana, y bueno… no estaba seguro de qué eran esas revistas, pero seguramente serían de chicas, ya que ésa era la única razón que lograría que ese par de flojos dejaran Kame House en esos días… Eso y la comida gratis, por supuesto…

Ya había puesto su mano en la perilla de la puerta, cuando un ruido repentino puso en alerta todos sus sentidos… Era extraño que alguien estuviese en ese lugar a esas horas de la noche, además, no podía sentir ningún ki, cosa extraña, ya que por más insignificante que fuera la presencia de un ser ordinario, podría sentirlo a esa distancia, a menos que fuera… No, eso no era posible, pensó mientras ponía sus ideas en orden…

«¿Quién está ahí?», preguntó en voz alta, al tiempo que se ponía en guardia.

Una silueta femenina salió lentamente de las sombras.

«No te asustes, soy yo», respondió ella, muy despacio y con voz baja.

Krilim se quedó muy sorprendido al verla, fue como si un rayo hubiese atravesado su pecho de lado a lado, dejándolo sin aliento… Era ella, A18, su amor, pero… no entendía, ¿qué estaba haciendo ella en Kame House?

La joven Androide se le quedó mirando fijamente sin pronunciar palabra, como si lo estuviera escudriñando, y él sintió que esos ojos, azul cielo, habían recorrido cada rincón de todo su ser, llegando a conocer sus más profundos secretos…

La brisa sopló agitando sus cabellos dorados. Ella, en respuesta, tomó, delicadamente, un mechón de sus cabellos y lo colocó detrás de su oreja…

«Te esperaba, desde hace rato», comentó finalmente, al ver que el hombre no se decidía a hablar.

«Y-Yo… –balbuceó casi sin fuerzas–. No pensé que volvería a verte…».

Él bajó la cabeza ante esa confesión y ella, al ver esto, se acercó más a Krilim, cosa que lo puso más nervioso.

«Te dije que volvería, y yo siempre cumplo mis promesas», dijo al tiempo que tomaba su barbilla y hacía que alzara su vista y la mirara a la cara.

«Sí, claro… Es sólo que ha pasado tanto tiempo desde que hiciste esa promesa que…», la verdad no pudo terminar su frase. Tenerla tan cerca… a esa distancia podía sentir el delicado aroma de su cuerpo.

«Lo sé. He estado bastante confundida y necesitaba tiempo para pensar en muchas cosas…». En ese momento le dio la espalda y miró largo rato el horizonte, como si buscara las palabras justas que lo hicieran comprender todas sus dudas. Era muy complicado para alguien como ella, un ser de pocas palabras, hacerlo entender lo difícil que le resultaba confiar en las personas. Hasta ese momento sólo se había sentido segura con su hermano A17. Le habían hecho mucho daño, y no era tarea fácil superar toda una vida de pena y sufrimiento, pero eso es parte de otra historia…

«Hoy, después de todo este tiempo, no he logrado comprender porqué le pediste a ese dragón tan extraño que nos quitara, a mi hermano y a mí, las bombas que teníamos alojadas en nuestros cuerpos».

«Ah, es eso por lo que vienes –dijo un poco desilusionado. Después de todo, tenía la pequeña esperanza de que lo hubiese buscado para decirle que lo amaba–. Bueno, es que me parecía injusto que, pudiendo quitarles esas bombas a ustedes dos, las conservaran. Además, yo siempre sentí que eran buenas personas, es por eso que creí que merecían otra oportunidad de la vida».

A la Androide le parecía increíble haber conocido a alguien como Krilim. La verdad es que tenía un corazón muy noble… Desde que lo conoció, él había dado más de una prueba de su buena voluntad, y nunca, a pesar de todo lo que había hecho por su persona, había pedido nada a cambio. Y ahora, al verlo después de tanto tiempo, sintió una nueva y excitante emoción, un escalofrío recorrió todo su cuerpo, y un sustito invadió su estómago… No estaba segura, pero creía estar enamorada de él.

«Yo, te estoy muy agradecida, por todo lo que has hecho por mi hermano y por mí. Nunca nadie había sido tan bueno conmigo».

«Oh, vamos, no puedo creer eso. Eres un ser tan bello, que es imposible que no hayas enamorado a ningún hombre», respondió Krilim con mucha inocencia.

Ella lo miró un poco sorprendida por sus palabras, pero también se sintió halagada por esas opiniones tan lindas que le expresaba. Así que sonrió y le dio un beso en los labios… Al separarse, él tomó su mano entra las suyas y, para su sorpresa, ella no trató de retirarlas…

«Estoy confundido –dijo, algo perturbado– ¿qué significa ese beso?».

«No estoy segura –respondió ella– sólo sé que desde hace mucho tiempo quería darte ese beso…».

Él pudo ver cómo las barreras que ella había formado a su alrededor para protegerse del mundo entero, comenzaban a derrumbarse. Entonces la abrazó y pudo sentir cómo la mujer se cobijaba en sus brazos.

«Sabes que te amo, ¿verdad?», preguntó, armándose de valor el guerrero.

«Sí, ahora lo sé… Y yo también te amo a ti», afirmó ella con convicción. «Pero hay tantas cosas que aún desconoces de mí».

Trató de continuar, pero Krilim la detuvo con otro beso, pero esta vez lleno de pasión, beso que ella respondió inmediatamente. Al separarse él, se le quedó mirando fijamente.

«Ya conozco lo más importante de ti, y no es necesario que sepa más… Luego, con el tiempo, iremos conociendo muchas cosas uno del otro, pero no te preocupes, lo que sea que te aqueja de tu pasado, lo superaremos, JUNTOS».

«Sí, es verdad. Lo superaremos juntos», culminó ella con otro beso.

«¡Pero no te creas que siempre soy tan dócil, ¿eh?! –sentenció la mujer, sonriendo–. Hoy porque me agarraste un poco sentimental, pero te advierto que soy un ser muy difícil».

«¡GLUP!», pensó inmediatamente. «E-Este, bueno, jejeje, ya veremos. Pero ahora, ¿qué te parece si aprovechamos que la casa es toda nuestra?», preguntó Krilim con picardía al tiempo que la tomaba en sus brazos.

«¡Vaya!, veo que no te gusta perder el tiempo, enano», respondió ella desafiante. Vio la casa en total oscuridad, hum, realmente no era mala la propuesta. «Bueno, la verdad es que no es mala la idea. Bien, veamos de qué estás hecho».

Krilim sonrió lleno de emoción. «De acuerdo, no te defraudaré».

Caminaron hasta la casa, tomados de la mano. Al llegar, el hombre abrió la puerta, y la androide estaba a punto de entrar cuando Krilim la detuvo.

«Espera, hagámoslo bien», dijo al tiempo que la levantaba en sus brazos y la cargaba dentro de la casa. Ella, mientras, se recostó en su pecho.

Esa noche fue el comienzo de una nueva vida, juntos… penas y tristezas habían quedado en el pasado. La pareja había decidido unir sus caminos para comenzar uno nuevo: ellos tres tomados de la mano… Krilim, A18 y el amor que sentían uno por el otro. No era el final… sólo era el comienzo…