por Nyaar
my love just died I’m cold inside
Can’t face the thought to be alone
All by myself, on my own
Love’s come and gone
Eran las ocho de la tarde. Trunks acababa de llegar de un duro día universitario y, como cada día desde hacía más de una semana, después de dejar la cazadora y la carpeta en su habitación se dirigió al cuarto de su padre.
Todos los días le encontraba sentado al borde de la cama y la vista perdida en la ventana enfrente de él, perdido en sus pensamientos.
Realmente, la muerte de Bulma había sido un duro golpe para todos, pero especialmente para Vegeta. Nunca se había planteado antes la importancia que tenía para él Bulma, ella siempre estaba allí y por eso no hacía falta pensar aquellas cosas, pero ahora era distinto. La mujer se había marchado y le había dejado solo con dos hijos a su cargo.
El muchacho llamó a la puerta de la habitación «¿Puedo pasar, papá?»
Esperó unos momentos fuera, esperando escuchar su ya consabido «No me molestes», pero nada sucedió, así que resolvió entrar dentro.
La luz de la habitación estaba apagada, lo único que iluminaba el interior era el sol que lentamente se ocultaba tras los edificios de la zona oeste de la ciudad. Desde la puerta, Trunks vio a su padre sentado, como ya bien sabía, al borde de la cama, pero su cabeza estaba gacha, sus brazos apoyados sobre sus rodillas.
El joven suspiró y se acercó a él «Vamos papá, tienes que animarte…» Le dijo suavemente a la vez que ponía una mano sobre su hombro. Vegeta no respondió, ni siquiera se movió, y Trunks continuó con la misma suavidad «Que te encierres aquí no va a cambiar las cosas»
El Saiya apretó los puños ligeramente, pero al instante los relajó de nuevo «Déjame solo, Trunks, no quiero compañía» Le pidió en voz baja
«¿Cómo dices? –dijo Trunks enfadado– Creo que no te he oído bien. ¿Que no quieres compañía? ¡¡O sea, llevo viniendo aquí durante todos estos días para ver cómo estás y siempre me dices lo mismo!! ¡¡Estoy harto de todo esto! ¡No sé si te habrás dado cuenta de que yo también la echo de menos! ¡Y Bra! ¡Y no por eso desconectamos del mundo! ¿Te enteras? ¡¡Ya está bien de estar aquí sentado, ahora mismo vas a venir a luchar al jardín!!» El muchacho agarró a su padre del brazo y empezó a arrastrarle hacia fuera «¡Y me da exactamente lo mismo que quieras o no!»
Una vez estuvieron el uno enfrente del otro, Trunks le advirtió que sería mejor que estuviera pesando en ponerse a luchar en serio, porque él no se iba a cortar un pelo.
Mientras que subía la guardia, pensaba que tal vez tendría que haberse cambiado de ropa, ya que los vaqueros ajustados no le iban a dejar gran libertad de movimientos. Cuando miró al frente y descubrió que su padre seguía en la misma postura en la que le había dejado, sintió rabia surgir en su interior «¿Se puede saber a qué demonios estás esperando para subir la guardia, pedazo de…?» Logró reprimirse a tiempo, pero por muy poco
«No quiero luchar. ¿Para qué?»
Los ojos del muchacho se abrieron con sorpresa, rápidamente remplazada por la ira que estaba a punto de volver a estallar «¡¡¡¡¡HAZLO!!!!!» Rugió mirándole fieramente por no hacer algo peor
Lentamente, Vegeta levantó los brazos hasta la posición de defensa, obligado por su hijo.
*¿Pero qué demonios le ocurre?* Pensó Trunks para sí. ¡Si siempre era su padre el que le tenía que obligar a él a luchar cuando era más pequeño! Además, sería él quien empezaría atacando, sus músculos tensos, totalmente preparado para la batalla. Apretó los dientes con rabia al ver que realmente no tenía ninguna intención de entrar en combate, no se podía creer que fuera él, ¡él! el que le hubiera preguntado que para qué iban a luchar.
El joven sacudió la cabeza para librarse de todos sus pensamientos y reunió su ki provocando una llamarada azul alrededor de su cuerpo que hizo que su pelo y su camiseta se agitaran violentamente. Se lanzó contra su padre, quien no parecía saber qué es lo que estaba a punto de pasar por la postura de sus brazos, de nuevo a los lados de su cuerpo.
El puño de Trunks golpeó a Vegeta en la mandíbula, haciéndole volar unos metros hacia atrás antes de aterrizar sobre el suelo
«¡¡Vamos, levántate!!» Le gritó mientras su aura cambiaba hasta tomar el color dorado del SSJ. Viendo que no se levantaba, se acercó a él y le agarró por la camisa, levantándole a pulso con una mano. Por supuesto, él no opuso resistencia
«¿Es que ni siquiera piensas defenderte? ¡¡Cobarde!! ¿Qué crees que adelantas con todo esto, eh? ¡¡Mamá se avergonzaría de ti si te viera en este estado!!» Le gritó de nuevo, clavando sus ojos azules en los negros de su padre antes de lanzarle de nuevo contra el suelo. Su aura dorada le abandonó, volviendo su pelo a ser morado «Jamás hubiera esperado esto de ti, padre» Le dijo ya más calmado
Vegeta escuchó a su hijo mientras contemplaba el sol caer tras los edificios cercanos. Una imagen cruzó rápidamente su cabeza: Una puesta de sol en el mar sobre una montaña, la que le enseñó a Bulma el día que comenzaron a «salir» juntos.
That still are broken.
I can’t believe all of our hearts
remain unopened
We can’t go on and on with the same old song
So wipe off the frown and turn around
and face each other.
Come on, come on, let’s sing a song
Trunks avanzaba de nuevo hacia la casa cuando se giró al escuchar algo, y entonces descubrió a su padre arañando el suelo y arrancando tierra y hierba a la vez. Lentamente, Vegeta comenzó a levantarse, con una extraña mirada en sus ojos «¿Cómo te has atrevido a decirme eso?» Dijo en voz baja sin dejar de mirar a su hijo.
Una vez levantado, apretó los puños con fuerza y restalló su aura de SSJ a su alrededor «¡¡¡¿¿¿CÓMO TE HAS ATREVIDO, MALDITO MOCOSO???!!!» Era como si las palabras de Trunks unidas a la imagen del atardecer hubieran desencadenado una explosión en su interior
El muchacho miró a su padre atónito. ¿Qué es lo que le había ocurrido para cambiar tan radicalmente de actitud? Los ojos azules de su padre destellaban asesinos mientras le miraban y, sin que Trunks se lo esperara, Vegeta se lanzó al ataque, golpeándole fieramente. Con una patada en vuelta le mandó al suelo.
Trunks se levantó limpiándose la sangre de la boca y al ver a su padre avanzar hacia él con un rugido silencioso impreso en su cara y esos ojos asesinos, decidió convertirse de nuevo en un SSJ «Padre, ¿Qué…?»
«¡¿Cómo has osado insultar mi honor de guerrero de esa forma?! ¡¿Quién demonios te crees que eres para hablarme en ese tono?!» Rugió haciendo estallar de nuevo su aura
«Pero padre…»
«¡Cállate! Voy a acabar con esto para siempre. ¡En guardia!»
Trunks, que no salía de su asombro, hizo lo que su padre le ordenaba, y al instante se encontraba parando las acometidas de su padre, que no le dejaba ni un momento de respiro. Era como si hubiera sacado fuera todo el dolor de aquella semana y lo estuviera usando contra su propio hijo. Trunks pensó que había sido una suerte que su padre no se hubiera transformado en SSJ2, ya que sino hubieran acabado devastando toda la ciudad.
Después de estar un rato parando los golpes de su padre, el chico pensó que así no iban a llegar a ninguna parte, así que decidió atacar él también y, en un descuido le golpeó fieramente, de modo que Vegeta se estrelló contra el muro de la Capsule Corp con tal fuerza que incluso lo atravesó y cayó en medio de la calle.
El Saiya se levantó entre pitidos de coches y gritos de gente que se encontraba por allí en esos momentos. Aunque debido a alguna herida la sangre corría por su brazo derecho, ahora sólo recubierto por varios jirones de tela, no le importó en absoluto, ya que lo levantó a la altura del pecho y apuntó a través del boquete que había practicado en el muro.
Trunks arqueó las cejas al ver lo que su padre estaba a punto de hacer «¡¡Padre, no lo hagas!!»
Pero si Vegeta escuchó las palabras de Trunks, no las hizo caso, ya que un potente Big Bang Attack salió de su mano directamente hacia el muchacho, quien apenas podía creer que estuviese luchando a muerte contra su propio padre.
Tenía que hacer algo, y pronto, o media ciudad acabaría en ruinas. En ese momento recordó algo que había practicado con Gotten hacía tiempo ya y decidió probar suerte a ver si conseguía que le saliera bien. Se tumbó en el suelo, concentrando su energía en la palma de las manos y cuando el energy ha iba a pasar justamente por encima de su cabeza, con un chorro de su propia energía lo desvió hacia el cielo, donde explotó momentos más tarde, creando aún mayor pánico entre la gente.
Vegeta rugió con rabia al ver que su ataque no había servido para nada y entró de nuevo en el recinto de la C. Corp, dejando así libre la circulación rodada.
Trunks, que se había levantado y estaba totalmente alerta para detener cualquier otro ataque, pensaba cómo podría detenerle antes de que destruyera media ciudad. No entendía muy bien por qué estaba intentando matarle. ¿Quizás por lo que le había dicho? Con eso esperaba que reaccionase, pero no podía imaginarse que se lo fuera a tomar tan en serio.
*¡¡Ya está!! Seguro que si le doy un buen puñetazo puedo hacer que entre en razón* El joven apenas tuvo tiempo de esquivar una patada de su padre antes de agarrar su puño derecho a escasa distancia de su cara. En ese momento, un haz de luz de los faros de algún coche hizo que algo brillara en el brazo de Vegeta. Mientras Trunks miraba aquello que le había distraído del combate, el Saiya aprovechó la ocasión para golpearle y separarse de él varios metros.
Frente a frente, los dos se miraron unos instantes y cargaron contra su adversario, pasando el uno al lado del otro con el puño derecho por delante. Hubo un flash de luz al chocar las dos auras y golpearse, y ambos quedaron dándose la espalda, de nuevo en estado normal. Trunks apoyó una rodilla en el suelo y puso una mano donde su padre le había golpeado. Respiró hondo un par de veces y giró la cabeza hacia atrás, comprobando que su plan había resultado.
Se levantó con un poco de trabajo y se dirigió hacia Vegeta, que estaba de rodillas en el suelo intentando recuperar la respiración «Padre, ¿estás bien?»
Él asintió y se levantó, poniendo una mano en su brazo derecho. Ambos se miraron durante unos instantes, sin saber qué decir hasta que Trunks, movido por la curiosidad, preguntó «¿Qué es lo que brilló en tu brazo mientras combatíamos?»
«Huh, no es nada…» Dijo evadiendo su pregunta y poniendo su mano sobre el objeto. Aunque era noche cerrada, quizás Trunks podría hacerse una idea de lo que era si veía la silueta
«Pero yo vi…»
«Te he dicho que no es NADA. ¿Es que no me oyes?» Le contestó molesto
Trunks sonrió a sus palabras. Ese sí era su padre. Parecía ser que aquella lucha había servido para algo más que para romper el muro de la Capsule Corp y destrozar la ropa de ambos «Vale papá, tú ganas. No me lo digas si no quieres. Por cierto, deberíamos cenar algo, se está haciendo tarde» Comentó mientras miraba su reloj «Voy a llamar a una pizzería, ¿vale?»
Él asintió y ambos anduvieron hacia el interior de la casa.
Mientras esperaban las pizzas, Vegeta entró en el baño con intención de ducharse. En pocos minutos el vapor de agua había llenado la habitación, y por consiguiente empañado el espejo y la ventana. Entró en la ducha y dejó que el agua caliente cayera sobre su magullado cuerpo, acabando así con la tensión de los músculos. Tras estar unos minutos bajo el chorro constante de agua sin moverse apenas miró al objeto sobre el que Trunks le había preguntado. Por suerte, no se había rallado.
Una vez seco observó si en la lucha se había hecho alguna herida, ya que apenas recordaba sobre lo que había pasado antes de encontrarse jadeando en el suelo y no encontró nada importante aparte de algún raspón que otro. Mientras se ponía una camiseta limpia decidió que lo mejor sería metérselo en el bolsillo de los vaqueros, por lo menos hasta que el muchacho se hubiera marchado.
Cuando llegó al salón-comedor, Trunks ya se había sentado a la mesa y estaba flanqueado por dos torres de cajas de pizza de distintos ingredientes. El Saiya se sentó también y ambos comenzaron a engullir.
De vez en cuando Trunks miraba de reojo a su padre desde detrás de las cajas de cartón, intentando descubrir el misterioso objeto hasta que su padre le preguntó ya fastidiado por su escrutinio «¿Podrías dejar de mirarme como si fuera un bicho raro?»
«Eh, esto, yo… lo siento…» murmuró el chico bajando la cabeza avergonzado por haber sido descubierto
El asunto no tuvo mayor trascendencia, por lo que al cabo de un rato todas las cajas estaban totalmente vacías.
Entonces, Trunks se levantó de la mesa «Esto… papá, me voy, que he quedado con… bueno, con mis amigos»
«Así que con tus amigos…» Le dijo, sospechando que había algo detrás de todo aquello
«Sí, claro, con mis amigos del insti…» Al sentir que estaba ruborizándose cambió de tema «Pero, vamos, no te preocupes, que Biddle traerá pronto a Bra»
«¿Por qué? No me dijo que fuera a venir a dormir a casa…»
«¿No? ¿Estás seguro? Mira que me extraña… Bueno, el caso es que Biddle nos dijo que hoy no se podía quedar allí a dormir ya que iban a ir Mr. Satán y Mr. Boo y ya no les quedaban más camas» Dijo mientras se abrochaba la cazadora vaquera. Al abrir la puerta continuó «¿Estarás bien si te dejo aquí solo?»
«Sí, vamos, vete, que las mujeres tienden a enfadarse si no llegas puntual»
Los ojos de Trunks se abrieron como platos y de nuevo el rubor tocó sus mejillas «Eh… bueno… pero, ¿seguro?» Dijo volviendo al tema
«¡Seguro! ¡Ahora márchate!» Le dijo casi echándole de casa
«Venga, hasta luego, no vendré muy tarde» Dijo justo antes de que su padre le cerrara la puerta. Ya era bastante mayorcito para tener niñera…
Se sentó en el sillón y puso la televisión, esperando encontrar algo interesante que ver, aunque realmente lo dudaba. Al rato se acordó de lo que tenía guardado en el bolsillo y se lo volvió a poner, ya que no había peligro alguno de que nadie se lo viera.
Diez minutos después de que Trunks se hubiera ido llamaron a la puerta. Lentamente, Vegeta se levantó del sillón y fue a abrir. Sus cejas se arquearon, totalmente sorprendido al ver quién estaba en la puerta.
«¡¡Buenas noches, Vegeta!!» Saludó jovialmente
«¡¡Kakarot!! ¿Qué estás…?»
«Anda, no sabía que llevaras una esclava…» Le cortó
«¡¿Y a ti qué demonios te importa lo que lleve o deje de llevar?!» Le espetó
«Bueno, hombre, que sólo era un comentario…» Puntualizó un poco dolido por su reacción
«Además, no es mía…» Dijo en voz baja dándole la espalda a Gokuh
Evidentemente que no era suya. Gokuh lo comprendió enseguida «Era de Bulma, ¿verdad?» Le dijo suavemente
Él no contestó, sólo cerró los ojos en un vano intento por contener un suspiro. El Saiya puso una mano en su hombro «Lo siento, yo no quería…»
Vegeta puso su mano sobre la de Gokuh y la quitó casi suavemente de su hombro «No quiero tu compasión»
«No era esa mi intención…»
«¿Qué has venido a hacer aquí?» Cambió de tema quedando los dos frente a frente
«Trunks me dijo que si me podía pasar por aquí esta noche y aquí estoy»
«No deberías haber venido, no necesito compañía»
«Lo sé, pero el muchacho me lo hizo prometer, y ya sabes que soy un hombre de palabra…»
«Muy bien, pues como ya has venido, te puedes marchar. Jamás he necesitado niñera y no la voy a necesitar ahora. De todas formas ya hablaré con Trunks de esto…»
«Vegeta, no regañes al muchacho. Lo hace con toda su buena intención, porque está preocupado por ti, nada más. Creo que esa no es razón para castigarle»
«Se preocupa demasiado…»
«Porque tú le das razones para hacerlo. Vamos, no me mires así, Trunks me lo ha contado todo. El chico intenta ayudarte y consideró que no debías quedarte solo, eso es todo»
Vegeta gruñó y cruzó los brazos, mirando hacia otro lado como siempre hacía cada vez que le quitaban la razón
«Bueno, pues ya que veo que aparentemente no tienes ningún problema y no quieres MI compañía, me marcho a casa. Le prometí a Chichi que fregaría los platos de la cena»
«Yo no he dicho eso»
«¿A qué te refieres?»
«En ningún momento dije específicamente que no quisiera tu compañía. Me apetece estar solo, nada más»
«¿Estás diciendo que no me estás echando de tu casa?»
«Vamos, vete ya. ¿No tenías que fregar los platos?» Cambió de tema
«Tienes razón» Sonrió «Como no esté allí pronto para fregar lo mismo no me deja entrar en casa. Te prometo que volveré otro día» Gokuh comenzó a flotar en el aire y tras despedirse con la mano se marchó.
Vegeta le siguió con la mirada hasta que el Saiya se perdió en la noche. Se quedó unos momentos mirando a las estrellas que se podían ver incluso con las potentes luces de la ciudad. Orión siempre le había parecido una constelación digna de ser contemplada y hacía mucho tiempo que Betelgueuse era una de sus estrellas favoritas.
Pero hacía tiempo que no estaba de humor para ver las estrellas como antaño, así que de nuevo entró en casa.
Al ver la hora que era decidió acostarse, no sin antes apagar la televisión, donde estaban poniendo un horroroso programa en el que la gente, más que debatir se lanzaba los trastos a la cabeza. Por Trunks no tenía que preocuparse y por Bra… bueno, no la pasaría nada por que llegara a casa y él no estuviera en el salón…
Big boys don’t cry, believe that lie
A broken heart that never mends
Is this the end? Listen my friend!
Subió las escaleras que conducían al piso de arriba y llegó a su cuarto. Encendió la luz y lo observó desde fuera. El interior seguía tal y como ella lo había colocado la última vez. Una innumerable colección de cajas de cristal y porcelana de distintos tamaños repletas de anillos, pendientes, collares y pulseras adornaban el tocador. En el gigantesco armario empotrado seguía aún toda su ropa, y en el puff rojo destacaba aquella camiseta azul que ponía «Bulma» en la parte de delante. Lo único que hacía era estirar la cama por las mañanas. Le resultaba duro ocupar aquel cuarto tan grande y la cama él solo.
Sacudió la cabeza, obligándose a no pensar en esas cosas. Tenía que aceptar que se había ido, y que no iba a volver, aunque no le iba a resultar nada fácil. Había descubierto que ella, su compañera, era la razón por la que había estado luchando durante todos aquellos años, por la que no se había marchado de aquel planeta, y era ella quien le había dado dos maravillosos hijos. Había cambiado su vida de tantas maneras… Si no, ¿cómo se podía explicar que hubiera pasado de ser el cruel y despiadado Príncipe de los Saiyas a ser el hombre que echa de menos a su mujer?
Claro que habían hecho falta muchos años para todo eso, pensó viendo en su reflejo, en el espejo del tocador al que se había acercado, algún que otro cabello blanco. Y es que los años no pasan en balde…
En el marco del espejo, había un pequeño papelito pegado. Era el estribillo de una canción, que resumía todo su contenido. Por alguna razón desconocida para él, Bulma llevaba el pequeño trocito de papel con ella a todas partes, como si le recordara algo que no tuviera que olvidar.
el cielo tiene nombre: tu nombre
Qué no daría yo por contemplarte
Aunque fuera un solo instante
A. Sanz. «Siempre es de noche»
Despegó el papel con cuidado y lo dobló, guardándoselo en el bolsillo. Había pensado que quizás así podría descubrir por qué era tan importante para ella.
Se sentó en la cama, y en ese momento, sintió algo extraño, como si tirasen de él o algo parecido. El cuarto a su alrededor comenzó a difuminarse y todo se volvió oscuro…
Unos momentos después, empezó a ver otra vez las cosas a su alrededor y, cuando desapareció la extraña sensación, descubrió que no estaba sentado, ni tampoco en su cuarto.
Miró a su alrededor; el lugar le era familiar. El suelo estaba recubierto de nubecillas amarillas que pisaron sus botas al empezar a andar hacia un edificio cercano, el único en la zona.
Según se iba acercando a él se dio cuenta de que era el edificio del Juez Supremo. No sabía qué estaba haciendo allí. ¿Acaso había muerto? Decidió comprobarlo asomándose a un estanque que había cerca de allí. No encontró la aureola sobre su cabeza, por lo que esa no podía ser la razón.
Cada vez entendía menos lo que estaba ocurriendo allí, así que decidió entrar a hablar con Enma Daioh.
«¿Que hago aquí?» Le preguntó al Juez
«¿Huh? ¡Ah, sí, eres tú! Bien, bien…» Murmuró sin dejar de mandar almas al Cielo o al Infierno
«¿Bien qué?» Preguntó de nuevo, percatándose de que no le había prestado demasiada atención debido a la cantidad de almas que tenía que juzgar.
«¡Pues eso, que te marches con tu acompañante, que te está esperando!»
«¿Acompañante que me está esperando?» Vegeta repitió las palabras del Juez mentalmente ¿A qué se referiría? En ese momento, enfrente de él, apoyado en el marco de la puerta apareció el susodicho acompañante, del que sólo se distinguía la silueta entre la luz que llegaba del Cielo.
La mujer que debía acompañarle se adelantó unos pasos, dejándose ver. Llevaba un aro dorado sobre la cabeza, signo inequívoco de que estaba muerta. Lentamente se apartó un mechón de cabello morado-grisáceo que le caía sobre la cara.
El Saiya abrió la boca, incrédulo. No podía creerlo. ¡Allí estaba! «¿Bulma…?» Murmuró
Ella sonrió y asintió, acercándose más a él para abrazarle. «No has cambiado nada, mujer. Sigues tan fea como siempre» La dijo cuando se separaron
«Oh, vamos…» Le dijo sin dejar de sonreír. Le agarró de un brazo, obligándole a seguirla «Vamos, que no tenemos todo el tiempo del mundo»
Mientras Bulma le conducía a la entrada del Cielo, Vegeta le preguntó «¿Qué significa todo esto, Bulma? ¿Qué estoy haciendo aquí?»
«Verás, ya sabes que los muertos tienen derecho a volver a la Tierra un día si ellos lo desean. En mi caso, yo decidí que sería mejor que fueras tú el que viniera aquí al Cielo en vez de bajar yo. Pensé que esto era lo mejor para Trunks y Bra…»
«Aha…» Asintió dejándose llevar por la mujer, que le estaba conduciendo a través de un pasillo de luz brillante. Tras ese pasillo, se abría el Cielo en todo su esplendor.
Comenzaron a pasear por las rojas baldosas que cubrían un bello paseo lleno de almas que circulaban de arriba a abajo o charlaban animadamente sentadas en delicados bancos de madera. Algunas de ellas, las más avispadas se les quedaban mirando de reojo, ya que sabían que alguien del mundo de los vivos había subido a hacerles una visita. Al pasar al lado de una fuente de aguas encarnadas, Bulma comentó «¿Sabes? Esto es un aburrimiento… Ya estoy harta de salir de excursión con todos estos que están por aquí. Y para colmo, ni siquiera tienen un taller donde pueda inventar algo…»
«La verdad es que prefiero estar aquí aburrido a pasar otra temporada en el Infierno…»
«Sí, claro, viéndolo así… –le dio la razón– pero de todas formas esto es muy aburrido. Tú al menos podrías seguir con tu entrenamiento, como hacía Gokuh, pero yo…»
El Saiya estuvo unos segundos en silencio antes de preguntar «Entonces, ¿preferirías volver a la Tierra… conmigo?»
Bulma sonrió tristemente «Claro que sí –al momento cambió su expresión para decirle con malicia– aunque, bien visto, por aquí hay un buen mozo que me echa piropos cada vez que me ve, y me regala rosas, y me invita a comer…»
Vegeta se paró en seco y agarró las manos de Bulma, obligándola a pararse también. Ella deseó saber qué es lo que le ocurría, nunca había visto esa expresión en su cara. Clavó sus ojos oscuros en los de la mujer y la dijo «Bulma, yo…» Calló durante unos instantes, realmente le era difícil decir lo que iba a decir «Debería… debería decirte que… Sólo es que… yo…» Tragó saliva y bajó la cabeza, incapaz de continuar. Bulma puso una mano en su mejilla «Siempre lo he sabido. Lo veía en tus ojos cuando me mirabas casi a escondidas, lo sentía cada vez que estabas conmigo… Incluso en aquel último momento, en el instante antes de morir sabía, incluso si no me lo hubieras dicho, que me querías»
Estuvo un momento en silencio y continuó «No digas nada, sólo mírame» Le dijo en voz baja. Aunque no quería hacerlo, él obedeció, levantando sus ojos lentamente hasta encontrarlos con los de ella. Todavía estaban aquellos muros, aquellos malditos muros que no le dejaban hablar.
Bulma vio en su mirada antes de que sus ojos se nublaran por las lágrimas lo que realmente sentía. Y es que sus ojos negros eran el único fallo que tenía su sistema de ocultar emociones, por mucho que él lo intentara evitar.
«Eres el hombre más maravilloso y adorable de todos cuantos he podido encontrar en la Tierra» Susurró mientras le abrazaba
Vegeta no dijo nada, sólo cerró los ojos y la apretó contra su pecho. No tenía ni idea de como había sido capaz de decírselo aquel día, qué dios había obrado tal milagro, pero le gustaría volver a conseguirlo
«Ojalá hubiera algo que pudiera devolverme la vida…» Suspiró la mujer separándose un poco de él
«No hay que perder la esperanza, mujer» Les dijo una voz
«Aquel dios viejo….»
«¡Más respeto, joven! Ehem, no he podido dejar de oír vuestro diálogo. Realmente no hay nada material que pueda devolverte la vida, pero eso no quiere decir que no mantengais la esperanza. ¿O es que no sabéis que es lo último que se pierde? Hum, jóvenes… –sopló el viejo dios– En fin… El caso es que no os he interrumpido para daros clases de moral. Enma Daioh me ha pedido que te comunique que te queda aquí muy poco tiempo, aproximadamente 5 minutos»
«¿Sólo 5 minutos? Pero me prometió que tendríamos toda la noche…» Se quejó la mujer
«Exactamente, ese es el tiempo que queda hasta que amanezca. Lo siento, pero no puedo hacer nada…»
Bulma suspiró. Era muy poco tiempo el que les quedaba, y no quería que pasara, deseaba que siempre quedaran 5 minutos. Dio un respingo al recordar algo que tenía preparado «Vegeta, quiero darte algo…» Sacó una cadena de debajo de su camiseta y la cogió en su mano «¿Sabes lo que son?»
«Hum… creo que… me recuerdan a algo…» Dijo mirando los anillos detenidamente
«¿Cómo es posible que no te acuerdes? Son nuestras…»
Él puso un dedo en sus labios para callarla «Tonta… ¿Cómo no me voy a acordar? Con el jaleo que armaste para conseguir que me la pusiera en aquella iglesia tan antigua…»
La mujer sonrió divertida recordando aquél evento mientras se desabrochaba la cadena, sacando los dos anillos antes de volvérsela a poner «Toma, con esto sabré de ti en todo momento… ¿También recuerdas qué es lo que se hacía con ellas?»
Suavemente, Vegeta cogió la mano de su mujer y le colocó el anillo en el anular derecho, como había hecho ya una vez hacía bastantes años. Después le tocó a ella el turno. Mientras lo hacía, se fijó en su brazo «¿Esa pulsera no es mía?» Preguntó
Él asintió, y cuando se la iba a quitar para devolvérsela a su dueña ella le detuvo «No, quédatela, quiero que tengas algo mío cuando regreses…» Dijo intentando reprimirse para no volver a llorar «No quiero que te vayas…» Se abrazó a él «Cuando llegué aquí estaba sola y asustada, no tenía nadie a mi lado que me dijera *no te preocupes, aquí estoy yo* Me faltabas tú a mi lado…»
one from the other
Time to rebuild bridges of love
one to another
Come on, come on, let’s sing a song
Vegeta liberó uno de sus brazos durante unos instantes, en los que rebuscó en sus bolsillos. Entonces sacó un pequeño papel doblado que le entregó a la mujer *El cielo tiene nombre: tu nombre. Qué no daría yo por contemplarte aunque fuera un solo instante* Ella abrió la boca al leerlo. Había reconocido aquel pedacito de papel que a tantos sitios la había acompañado. Le miró y sus ojos azules descubrieron que él también la miraba, los ojos oscuros brillando «Yo… no quiero volver solo… Te… te hecho de menos, Bulma» Por fin había consegido volver a hacer caer aquellos muros que tantas veces les habían separado
Entonces se besaron. Este era el beso que se dejaron a deber en vida, aquel que ninguno tuvo el valor de realizar. Sabían que con aquello se despedían del otro hasta que se volvieran a encontrar ya ambos en la otra vida.
Bulma vio cómo su marido empezaba a brillar. Su tiempo se había acabado. Unos segundos después, cuando el resplandor era demasiado intenso para mirarlo, él desapareció.
Ella cayó sobre sus rodillas, ocultando la cara entre las manos «Daría cualquier cosa por volver…» Dijo entre sollozos
«No hace falta nada de eso…» Dijo enigmático Ro Kaioh-Shin. Bulma levantó la vista desconcertada
Con sobresalto se incorporó. Miró un par de veces en la oscuridad, intentando averiguar dónde se encontraba. Su corazón latía rápidamente, como un caballo desbocado.
Cuando por fin sus ojos se habituaron a la oscuridad, descubrió que de nuevo estaba en su cuarto, en la cama. Así que todo había sido una alucinación. Un maldito sueño. Pero… si no había sido real, ¿cómo es que llevaba su anillo de casado?
Se levantó desconcertado, dispuesto a levantar la persiana para que los primeros rayos del sol echaran un poco de luz sobre el asunto. Al levantarla un poco, escuchó un débil gemido de protesta. Se dio la vuelta, pero no había nadie más en el cuarto. ¿Qué es lo que había escuchado entonces? ¿O es que se lo había imaginado?
Iba a rodear la cama para encender la luz de la habitación cuando escuchó otro ruido. Esta vez no había duda. Había alguien más allí, y parecía como si se estuviera arrastrando por el suelo, o algo.
Lentamente llegó al otro lado de la cama, desde donde supuestamente salían los ruidos. Contuvo una exclamación y andó precipitadamente hacia atrás chocando contra el tocador y haciendo que las cajitas repicaran al chocar unas contra otras. Se escuchó otro suave gruñido. Andó despacio hacia la figura que se rebullía nuevamente en el suelo y se arrodilló a su lado para cogerla suavemente en sus brazos. Lentamente y con mucha suavidad para que no se despertara la dejó en la cama y luego salió de la habitación. En el mismo momento en que bajaba al salón encontró a Trunks entrando en la casa.
«Ah, hola papá, ¿qué haces levantado a estas horas?»
«Creo que eso debería preguntártelo yo, ¿no?» Dijo cruzando los brazos «¿Qué horas son estas de llegar a casa?»
«Esto… yo…» En ese momento Trunks creía que no habría suficiente tierra de por medio en el mundo para escapar al castigo que le estaba a punto de caer
«Por hoy pasa, pero sólo por hoy, ¿entendido?»
Trunks asintió aliviado sintiendo de nuevo la saliva bajar por su garganta «¿Y Bra?»
«En su cuarto, durmiendo. Antes de bajar he ido a ver si estaba»
El chico asintió de nuevo, y tras dejar la cazadora en el sillón comenzó a andar hacia la cocina. Su padre le detuvo «Trunks, ven conmigo»
Él le miró extrañado, pero Vegeta ya había comenzado a subir las escaleras «¿Qué…?»
«No preguntes y sígueme sin hacer ruido»
El joven se encogió de hombros y le siguió por el pasillo de la segunda planta hasta el cuarto de sus padres. Allí, el Saiya abrió la puerta suavemente, sin hacer ruido, y le indicó a Trunks que entrara dentro y mirara a la persona que dormía en la cama. Desconcertado, hizo lo que le mandaban y boca se abrió en sorpresa la identidad del durmiente
«¡¡Santos Gatos!!» Exclamó dando un paso hacia atrás.
«Calla!» Le regañó el otro en voz baja
La mujer de la cama se despertó y se medio incorporó, apoyando la espalda en la pared «¿Qué ha ocurrido? ¿Trunks?» Preguntó con sorpresa al ver al muchacho en medio del cuarto
Él sonrió, sintiendo las lágrimas mojar sus mejillas «Sí, mamá…» No pudo remediarlo y se echó en sus brazos como un niño pequeño «Oh, mamá, es increíble…» Unos segundos más tarde se levantó y se marchó corriendo de la habitación. Unos momentos después apareció de nuevo, llevando a Bra de la mano, quien se frotaba los ojos con cara de sueño. Al ver a su madre frente a ella, sentada en la cama, corrió hacia allí para abrazarla, llorando de tal forma que incluso Bulma se agitaba. Trunks también se acercó de nuevo a ella, y Vegeta se sentó en la cama. Disimuladamente estiró su mano y la puso sobre la de ella, apretándola suavemente.
El viejo Kaioh sonrió. Hacía mucho tiempo que no hacía nada para ayudar a los humanos, y realmente le había resultado muy fácil convencer a Enma Daioh de que la devolviera a la Tierra, ya que una inventora como ella no iba a hacer más que incordiarle al intentar explicarle la nueva forma de organización que se había inventado tras observar la vida de las caballas del mar Naranja…
a song for love
All for one and all for all together
singing a song for love
You and I are none without the other
singing a song for love
From Extreme «A song for love»