Una última oportunidad

por Verónika Santaella


Esta historia comienza durante un día muy normal en la vida de los habitantes de Ciudad Satan: autopistas congestionadas, asaltos a mano armada, la gente dirigiéndose a sus respectivos trabajos, etc. Sí, un día como cualquier otro. Pero esto era una excepción en una pequeña casa en el campo, en donde un joven no estaba tan preparado para lo que enfrentaría en su escuela. Estuvo un fin de semana entero pensando en aquella chica que lo traía loco desde el primer día que la vio; faltaba poco para terminar las clases y ya era justo que confesara sus sentimientos hacia ella, a pesar de que ya era demasiado tarde. Estaba que no podía más, tenía que verla, sentirla cerca; pero una voz lo sacó de sus pensamientos:

Milk: ¡Gohan!, ya se te hizo tarde para ir a la escuela, será mejor que te apresures.

Gohan: ¡Está bien, bajo enseguida!

Sí, ese joven que estaba hundido en lo más profundo de sus pensamientos era Gohan, quien muy tarde se había dado cuenta de que estaba enamorado de Videl. No podía comer ni dormir por estar pensando en ella. Al llegar a la escuela, la vio con su novio, con el que pronto se casaría: Sukiro. Cada vez que la veía con él, su corazón se desplomaba en mil pedazos; deseaba estar ciego para no seguir sufriendo de esa forma, pero no podía hacer nada al respecto, sólo se repetía una y mil veces: «qué tonto fui, ¿por qué no me di cuenta antes? Si hubiese sido así, ella y yo estaríamos juntos ahora». En ese momento llegó la mejor amiga de Videl, Idensa, quien le preguntó el porqué de su nuevo comportamiento.

Gohan (temblando por los nervios): Bueno, creo que tú tienes derecho a saber esto. Lo que pasa es que… bueno, yo…

Idensa (sonriendo): Vamos, que no te dé pena, recuerda que soy tu amiga. Puedes confiar en mí.

Gohan: La verdad… es que… (suspirando), ya es muy tarde para eso.

Idensa: ¡ENTONCES ERA VERDAD LO QUE YO CREÍA! (susurrando) Estás enamorado de Videl, ¿verdad?

Gohan: Pues, sí. ¿Cómo te diste cuenta?

Idensa: Por la forma en que la miras y cómo hablas cuando está cerca de ti.

Gohan: Je, je, ¿te parece que no se disimular?

Idensa: Para serte sincera, no.

En ese momento, Videl y Sukiro se acercaban hacia ellos.

Videl: Hola, chicos. ¿Qué hacen?

Idensa: Nada, solamente estábamos hablando de… (se quedó pensando un rato y miró a Gohan) ¿de qué estábamos hablando?

Gohan: Eh, bueno, hablábamos de… LO QUE VAMOS A SER CUANDO SEAMOS GRANDES, sí, eso era.

Sukiro: ¡JA! Qué tema tan extraño, no sé cómo pueden hablar de semejante cosa, si ya somos grandes. JA, JA, JA… –dijo con un tono burlón.

Videl (mirando a Sukiro): ¡Oye!, deja de molestarlo. Seguramente estaban hablando de algo muy personal, ¿o me equivoco?

Gohan: En realidad, sí hablábamos de otra cosa.

Videl: ¿Y se puede saber qué era? (mientras Videl preguntaba eso, Idensa estaba a punto de matar a Gohan, que estaba a punto de perder el control)

Gohan: Hablábamos de… lo poco que falta para graduarnos.

Videl: Oye, es cierto, en realidad falta muy poco para el gran día…

Sukiro: …de nuestra boda, cariño.

Videl, al escuchar a Sukiro decir esto, cortó la conversación, se despidió de sus amigos y se dirigió a clases. Gohan no pudo soportarlo y estaba por expulsar toda la rabia que tenía escondida, pero si lo hacía todos sabrían su secreto (menos Idensa, quien ya lo sabía gracias a Videl). Idensa logró calmarlo diciéndole que buscaría una forma para que ese patán mostrara su verdadero rostro, logrando así que su amiga termine su relación y fuera feliz con él.

Llegó la hora de la salida, por fin había llegado el fin de semana; era justo que todos los alumnos de la universidad Estrella Naranja tuvieran un pequeño descanso después de los exámenes. En la entrada principal, Videl y Sukiro estaban despidiéndose, mientras que de lejos Gohan observaba a su amada.

Sukiro: ¿Segura que no quieres que te lleve, cielo?

Videl: Segura, no te preocupes, recuerda que ya sé cuidarme sola.

Sukiro: Bueno, entonces te veo.

Videl: Sí… Adiós.

Se despidieron con un beso como cualquier pareja, emprendiendo así Videl su camino a casa. Gohan, que había escuchado la conversación desde lejos, pensó: «¡Ésta es mi oportunidad! La acompañaré a su casa y le confesaré lo que siento por ella». Así hizo, se dirigió hacia la entrada donde ella estaba; le sonrió y le preguntó si podía acompañarla hasta su casa. Ella por supuesto dijo que sí, ya que estaba cayendo la noche. Durante todo el trayecto hacia la casa de Videl, él no apartó su mirada ni sus pensamentos de ella, se sentía el hombre más feliz del universo, pero si no hacía algo pronto, la podría perder para siempre. De esa forma, él tomó la palabra:

Gohan: Pensarás que soy un atrevido, pero quisiera preguntarte algo.

Videl: ¿Como qué?

Gohan: Acerca de tu relación con Sukiro.

Videl: Sí, no hay problema, puedes preguntarme con toda confianza.

Gohan: ¿En realidad tú lo quieres tanto como para casarte con él?

Quedó asombrada ante la pregunta de Gohan. No se esperaba que aquél por el que alguna vez sintió algo le estuviera preguntando sobre su relación con otro chico. A esto, ella contestó algo dudosa y nerviosa:

Videl: Bueno, sí lo quiero, pero aún no estoy segura de casarme con él. Apenas tenemos un par de meses juntos y ya está pensando en compromisos serios. Esta boda le sería de mucha conveniencia a nuestros padres…

Gohan: ¿Por qué lo dices?

Videl: Lo que pasa es que el padre de Sukiro y mi padre se conocen desde hace mucho tiempo, y desde que éramos niños han estado planeando un «compromiso» entre nosotros para que las familias al fin se unieran.

Gohan: Y entonces, ¿por qué lo permites? Dile que no lo aceptas, no dejes de cumplir tus sueños por cumplir los de los demás.

Videl: No quiero hacer sentir mal a mi padre y para ello tendré que sacrificar todo en lo que he soñado.

Pronto sus lágrimas comenzaron a recorrer su rostro y Gohan no sabía si decirle en ese momento que él la amaba. Si lo decía, podría hacerla sentir peor, decidiendo así callar una vez más.

Gohan: Bueno, Videl, ya llegamos. Sólo quiero que recuerdes esto: siempre estaré a tu lado.

Videl: Gracias, eres un gran amigo, siempre sabes cómo tranquilizar a los demás.

Cuando se iban a despedir, Gohan no pudo evitar mirarla a los ojos, tomar suavemente su cara y besarla. No fue un beso de amigos, sino un beso muy hermoso que parecía que nunca terminaría. Videl se sorprendió ante esta acción; desde hace mucho tiempo ella también quería que esto ocurriera, así que no le quedó más remedio que disfrutar del momento.

Gohan: Videl, desde hace mucho tiempo quería decírtelo pero no sabía cómo; te amo y no quiero perderte.

Videl: Por favor, Gohan, no quiero hacerte sufrir, entiende que ya estoy comprometida y eso no puede cambiar.

Ella se alejó con lágrimas en los ojos, comenzando a sentir de nuevo algo muy especial por él. Llegó a su casa, ni siquiera se sentó en la mesa a comer; se encerró en su cuarto y comenzó a llorar sin consuelo repitiéndose una y mil veces: «Gohan, si supieras que yo también te amo, pero esto no puede ser…»


Al día siguiente, Idensa fue a la casa de Videl, donde ésta le contó todo lo que ocurrió con Gohan cuando la acompañó hasta su casa.

Idensa: …Y entonces, ¡te besó!, qué romántico.

Videl: Sí, eso fue lo que hizo; pero ahora me siento muy mal, le he fallado a mi padre y a Sukiro.

Idensa: Vamos, mientras ninguno de los dos se entere, no le habrás fallado a nadie.

Videl: Creo que tienes razón en eso, ¿de qué me preocupo?

Idensa (pensando): Le preguntaré si volvió a sentir algo hacia Gohan… Y con ese beso ¿no sentiste algo?

Hubo un gran silencio en la habitación en ese momento. Cuando estaba a punto de contestar fue interrumpida por una llamada de su padre: «Videl, te busca Sukiro…»

Idensa: Ya llegó ese aguafiestas, se nos acabó la diversión.

Videl (con una sonrisa): Vamos, lo despido y seguimos hablando, ¿o.k?

Cuando terminó de hablar con Idensa, bajó a despedir a Sukiro. Al llegar a la entrada estaba fría del miedo, no sabía cómo enfrentarlo después de lo ocurrido anoche…

Sukiro: Hola, cielo. Quería recordarte sobre el baile de graduación; sabes que es dentro de dos semanas.

Videl: E-es verdad, s-se me había olvidado por completo.

Sukiro: ¿Qué te pasa? No pareces muy entusiasmada. ¿Acaso te sientes mal? Te veo muy pálida.

Videl (pensando): ¡Ay, no! Me va a descubrir… No es nada, es que anoche no dormí bien… por pensar en él

Sukiro: Bueno, entonces nos vemos, cariño. Duerme bien.

Videl: Está bien, adiós.

Mientras, en la casa de la Familia Son, Gohan estaba entrenando con su padre. Durante esto, Goku perdió la paciencia porque su hijo no peleaba como debería hacerlo, así que decidió descansar un rato (¿descansar? ¿cuándo Goku ha descansado durante un entrenamiento?) para hablar seriamente con él (¿serio? ¿goku? ¡ja, ja, ja!)

Goku: ¿Tienes hambre? Recuerda que ningún sayajin puede entrenar con el estómago vacío.

Gohan (suspirando): No… no tengo hambre.

Goku: Hummm… entonces, tienes sueño.

Gohan: No, tampoco. Ni sueño ni hambre.

Goku: Entonces, ¿qué tienes?

No le quedó más remedio que decirle toda la verdad a su padre, hasta el beso que le dio a la llamada «chica de sus sueños». Cuando terminó de contarle todo, comenzó a llorar de rabia ya que sabía que la perdería en dos semanas, ¡justo después del baile de graduación!

Goku: Gohan, sé que no soy muy bueno para estas cosas, pero entiende que ella va a ser de otro muy pronto y no hay nada que hacer.

Gohan: YO ESTOY SEGURO DE QUE ELLA NO LO AMA, SU MIRADA ME LO DIJO, ESTOY SEGURO DE ELLO.

En ese instante se podía oír a lo lejos un aerocoche. Era Idensa que venía a una gran velocidad, parecía que traía algo muy importante con ella, algo de suma importancia para el destino de Gohan y Videl. Después de chocar, salir disparada del aerocoche, estrellarse contra un árbol, rodar por una colina muy empinada, caer en un lago lleno de pirañas y ser perseguida por lobos asesinos, llegó hasta la casa de la Familia Son con ese mensaje tan importante.

Idensa (jadeando): Tengo buenas nuevas… Videl no quiere a Sukiro sino a ti… Así que todavía tienes dos semanas de esperanza… con ella.

Gohan: ¡En serio! ¿Estás segura de lo que dices?

Idensa: Por supuesto, acabo de venir de su casa; me contó todo lo que hiciste anoche.

Gohan saltó de emoción ante la gran noticia, abrazó a Idensa y a Goku, se despidió de ellos con algo en mente. Se dispuso a volar por cada rincón de la Montaña Paoz, tratando de buscar la flor más bella. Allí estaba, la flor blanca más bella de toda la montaña, se la llevó con cuidado hasta la casa de Videl; estuvo escondido entre unos árboles durante toda la tarde. Al caer la noche, la vio llegar con Sukiro; esperó a que se fuera para entrar por su ventana y darle la sorpresa, se aproximó y tocó la ventana haciéndole señas de que lo dejara entrar.

Videl (abriendo la ventana): ¿Qué haces aquí? Si llegaran a verte…

Gohan: No te preocupes, además, ya lo sé todo; sé que sientes algo por mí.

Videl: Ya veo que no puedo callar más… Sí, es verdad, pero aunque así sea, lo nuestro es imposible. Ya estoy comprometida con otro y eso no puede cambiar.

Gohan (dándole la rosa): Por lo menos, acepta esto; quiero que cada vez que la veas te acuerdes de mí.

Videl: ¡Es hermosa!, Gracias.

Ella lo abrazó en muestra de agradecimiento; de pronto, una lágrima recorrió su mejilla mientras repetía: «…no me dejes, te quiero demasiado…». Lo miró nuevamente a los ojos para luego besarlo. Fue un beso mucho más apasionado que el que él le había robado a ella, parecía que le estuviera dado un beso de despedida… una despedida muy larga. Gohan la llevó a su cama sin dejar de besarla. Hubieron momentos en los que acariciaba su rostro y no apartaba la vista de ella sin decirle «te amo», una y otra vez. De pronto, tocaron la puerta del cuarto, ambos reaccionaron e interrumpieron lo que estaban haciendo. Videl le pidió que se fuera antes de que lo vieran. Lo hizo, pero no se iría sin un beso; al hacerlo, Videl se acomodó el vestido y abrió la puerta.

Mr. Satán: Hija, es hora de cenar, será mejor que bajes antes de que Majin Boo se coma todo.

Videl: En un momento bajo.

Al dirigirse al comedor, miró la ventana con una sonrisa, como si esperara a que Gohan volviera a entrar a su cuarto; pero esta vez sí lo dejaría llegar más lejos.


Los días fueron pasando muy rápido, ¡ya faltaban 2 días para terminar! Todos los alumnos estaban que se morían de la emoción al saber que pronto se graduarían con los más altos honores; además, los preparativos para el acto de graduación estaban casi listos, las parejas practicaban para el baile (especialmente las «parejitas felices»). Mientras esto ocurría, Idensa y Videl fueron a la tienda más espectacular de la ciudad para comprarse sus vestidos.

Idensa: Videl, ¿qué te parece este vestido?

Videl: …no creo que un vestido con lentejuelas amarillas y verdes sea lo adecuado.

Idensa: ¿Tú crees? Vamos a ver… ¿qué tal éste?

Videl: Éste sí va contigo, es muy bonito para la ocasión. Ahora falta el mío, veamos cuál me quedaría bien…

Vendedor: ¿Qué tal este celeste?, es de seda.

Videl quedó impactada con el vestido, era muy hermoso, digno para un baile. Inmediatamente fue al probador y al vérselo puesto lo primero que pasó por su mente fue: «No puedo desaprovechar esto, esta noche tendré mi oportunidad de terminar con Sukiro…».

Al terminar, pagaron los vestidos y se fueron muy contentas (en especial Videl) a disfrutar de sus vestidos y planear todo para «el día del rompimiento».

Por fin, los dos días pasaron rápido, el acto estaba a punto de comenzar. Todos entraron al auditorio con su toga y birrete, se sentaron y esperaron a que fueran a nombrarlos uno por uno para recibir su título. Todo el acto fue un éxito (a pesar de que uno de los alumnos llegó con «unas cuantas copas encima» y formó un escándalo del tamaño del mundo); el director inició su discurso para los graduados finalizando con: «¡VAMOS TODOS A LA FIESTA!».

Todos comenzaron a bailar al ritmo de la estridente música. En la pista estaban Gohan, Idensa, Videl y Sukiro bailando como unos locos; de pronto, en medio baile, Idensa y Gohan se fueron de la pista con el pretexto de ir a buscar unas bebidas. En ese momento, Idensa le dijo a Gohan que al terminar la canción que estaba sonando se fuera al estacionamiento, donde Videl lo estaría esperando para decirle algo muy importante.

Así fue. En el estacionamiento, Videl lo estaba esperando con una gran sonrisa.

Videl: He estado pensando acerca de nosotros.

Gohan (tomándola de las manos): ¿Sí? Y… ¿qué has decidido?

Videl: He decidido… terminar con esta farsa, voy a decirle a Sukiro que a quien yo en realidad quiero, es a ti.

Gohan (abrazándola y besándola): ¡Me has hecho el hombre más feliz del mundo! Voy a confesarle a todos lo tanto que nos queremos.

Videl: ¡Espera! Deja que yo hable con él primero cuando nos vayamos, ¿o.k?

Gohan accedió a la petición de Videl y esperó a que la fiesta terminara.


Al acabar todo, Sukiro se despidió de sus amigos y llamó a Videl para llevarla de regreso a su casa. Cuando ya estaban en el aerocoche, Videl se armó de valor y le dijo toda la verdad acerca de sus nuevos sentimientos (pero no dijo hacia quién los sentía).

Sukiro: ¡¿Cómo puedes hacerme esto?! ¿Qué te hice para que dejaras de quererme?

Videl: No hiciste nada, entiende que nunca te quise como hombre; todo esto fue producto del capricho de nuestros padres.

Sukiro: ¡LO QUE YO SIENTO NO ES NINGUN CAPRICHO! ¡YO TE AMO DE VERDAD!

Videl: Si me amaras me entenderías. Lo siento, pero no puedo seguir con esta mentira.

Cuando quiso bajarse, él se lo impidió tomándola del brazo de forma lastimosa; ella trataba de soltarse, pero no lo lograba. En un instante, Sukiro perdió la razón diciendo: «…entonces, te haré mía por la fuerza». Comenzaron los gritos y forcejeos de Videl por tratar de escapar de ese lunático, los celos le habían llevado a este extremo, parecía una fiera sin control; por suerte, una de las alumnas vio lo que sucedía y salió corriendo inmediatamente hasta la pista de baile para pedir ayuda. Gohan, al escucharla, se enfureció de tal forma que se dirigió hasta el aerocoche de Sukiro, destrozó de un solo golpe el techo del auto y lo lanzó con demasiada fuerza en el asfalto.

Gohan: ¡Déjala en paz! ¡Eres un poco hombre por tratarla así! Veamos si eres capaz de golpearme.

Sukiro: Te voy a hacer tragar tus palabras, idiota.

Después de decir esto, se lanzó hacia Gohan tratando de golpearlo; por supuesto, Gohan esquivó el golpe, y Sukiro chocó contra una pared, quedando inconsciente. En ese instante, Gohan sacó a Videl, preguntándole si llegó a hacerle algo ese animal, ella le dijo que no llegó a nada, que sólo logró darle una bofetada. De pronto, Sukiro despertó, se levantó, los miró por un instante antes de irse y pensó: «Creo que la he perdido… bueno, de todas formas, hay más peces en el mar esperándome».

Por fin, todo acabó. Videl ya era libre para estar con quien ella quería; pronto, se despidieron de Idensa, agradeciéndole por todo lo que había hecho para que estuvieran juntos. En el camino, Gohan se desvió hacia el bosque, donde se detuvo en una hermosa cascada. Allí dejó a Videl mientras buscaba un remedio que ayudara a sanar sus golpes más serios. Cuando volvió, comenzó a preparar la mezcla. Mientras lo hacía, Videl se le acercó y lo besó tiernamente en la mejilla.

Gohan: ¿Y eso?

Videl: Porque te quiero, tontito.

Gohan (devolviéndole el beso): Yo también te quiero… tontita.

Hubo de pronto un gran silencio cuando Videl recordó algo.

Videl: Antes de irnos, Idensa me dijo que querías decirme algo, ¿qué era?

Gohan (riendo): Parece que no se puede confiar en esa loca porque enseguida va y lo cuenta todo.

Videl (riendo): Sí, eso parece.

Gohan (nervioso como siempre): Q-quería preguntarte: ¿quieres ser mi novia?

Videl: ¡Oh, Gohan! ¡Claro que sí!

Después de toda la emoción, se fueron a sus casa y contaron todo a sus padres. Mr. Satán se cayó de espaldas por la impresión, ordenándole a Majin Boo que fuera a reventarle el alma (Videl se limitó a impedirlo); mientras que en casa de los Son, Milk comenzó a organizar una fiesta para «su nuera» y «los nietos», mientras que Goku sólo se reía de su esposa con la mano detrás de la cabeza (como siempre).

Pasaron 5 meses, Videl y Gohan llevaban una relación muy hermosa, interminable… logrando así lo que siempre habían deseado: estar juntos sin que nada ni nadie se los impidiera…