Ahora o Nunca

por Marce-chan


En la obscuridad de la habitación tan sólo iluminada por la débil luz de las estrellas, alguien se ocultaba en las sombras, mientras una fría brisa sacudía la habitación. Sólo esperar… esperar…

En el desván sólo se escuchaban las voces del recuerdo. Una mujer se encontraba revolviendo los objetos que se encontraban en el baúl. De entre todos los objetos a su alrededor, uno llama su atención. Lo toma y lo estrecha entre sus brazos, como si quisiera regresar en el tiempo, como si fuera lo más importante en el mundo. Sus ojos se enrojecen y comienzan a humedecerse.

«El radar del dragón» dijo con una voz temblorosa por la sorpresa de haber encontrado su primer invento, al que creía destruido.

Tal vez si nunca te hubiera creado, mi vida sería completamente diferente, pensó con amargura.

«Son-kun» dice mientras toma la fotografía que se encontraba debajo del pequeño artefacto. En la foto aparecía un pequeño y extraño niño con cola y un muchacho que estaba a su lado.

«Yamcha…» Tal vez sí sea cierto lo que dicen de que nunca olvidas al primer amor.

Hacía ya muchos años de esa fotografía. ¿Qué había pasado con la chica despreocupada y de corazón alegre que antes había sido cuando todo era fácil, cuando todo era feliz?

Tal vez todo eso había desaparecido junto con su deseo de pedir un novio con las Esferas del Dragón.

Y ahora sólo le quedaban los recuerdos de sus aventuras, de su primer amor. Aquellos inolvidables años ya se habían ido. Qué diferente era todo, todavía no podía creer todo lo que había pasado.

Tomó algunas de las otras fotografías que se encuentran desparramadas dentro del baúl. Con cada una de ellas parecía revivir algún momento especial. Ahí estaba ella en todas las fotografías junto con el resto de la pandilla, haciendo caras graciosas, jugueteando, persiguiéndose unos a otros con globos con agua, y la más especial de todas las fotografías era en la que aparecía ella junto a Yamcha sosteniendo las esferas en el jardín de C. Corp. Era su primera fotografía juntos.

De repente hace a un lado la fotografía e intenta levantarse «Ya basta de sentimentalismos».

Bulma, Bulma, cómo te gusta atormentarte con esas tonterías. Eso ya pasó, son sólo recuerdos, regresa al mundo real. Ahora respira profundo, que no te hace nada bien. Además ya es hora de alimentar al pequeño Trunks.

En eso, el sensor del robot centinela se activa al entrar a la habitación de Bulma, detecta la figura de alguien conocido, pero sin la autorización necesaria para estar ahí, por lo que arranca su programa de defensa y ataque.

Bulma, al recibir la señal del sensor, baja apresuradamente con rumbo a la habitación, sin darse cuenta de que aún tenía la fotografía en la mano. Llegó a la habitación jadeante y el corazón le palpitaba tan rápido, que sentía que iba a salirse en cualquier momento. Agarró un candelabro que estaba en el pasillo; lentamente abrió la puerta y encendió la luz. Para su sorpresa, encontró al robot destrozado. Todas sus piezas estaban regadas por el piso. El pequeño Trunks se encontraba en su cuna, llorando estruendosamente por el alboroto, y junto a la ventana abierta estaba él… recargado junto al dintel, con su porte característico, brazos cruzados a la altura del pecho, mirada fija y fría, con esa expresión dura en el rostro que le son inconfundibles.

«Ve-ge-ta» fue lo único que acertó decir. Sentía que la sangre se le helaba, por lo que tuvo que sujetarse de un librero que estaba junto a ella para no perder la compostura.

Pasaron unos momentos de silencio entre los dos. La tensión aumentaba al igual que los llantos del bebé, que estaba hambriento, incómodo por la luz y asustado por el ruido.

Bulma sentía un nudo en la garganta. Tenía miles de palabras atoradas ahí, que querían expresar sus sentimientos, que querían preguntarle porqué se había ido cuando más lo necesitaba, que querían reclamarle, el porqué la había dejado sola, pero ella permanecía estoica, inmóvil, sin poder articular ninguna palabra.

Por su parte, Vegeta la observaba minuciosamente, con su mirada profunda, fría y penetrante. Esos ojos que la escudriñaban sin perder detalle, con esa manera de mirar que podía helar a cualquiera.

El llanto de Chibi-Trunks iba en aumento. El pobre niño estaba desesperado, por lo que Bulma dejó caer rápidamente las cosas que traía en la mano sobre la cama, se acercó a la cuna y levantó a Trunks para ver si se calmaba, pero seguía inconsolable. Vegeta iba perdiendo los estribos conforme el bebé seguía llorando. Se podía ver cómo iba tensando los músculos y apretaba los dientes cada vez que Trunks aumentaba su llanto.

Bulma no se atrevía a ir hasta el frigobar para traer la comida de Chibi-Trunks, ya que estaba al otro lado de la habitación, muy cerca de donde estaba Vegeta. La expresión de maldad en su rostro le impedía acercarse. Cada segundo que pasaba, la furia de Vegeta iba en aumento hasta que por fin explotó.

«¡Kuso! Calla a ese maldito mocoso antes de que lo calle yo» gritó Vegeta. Bulma instintivamente estrecha a Chibi-Trunks contra su pecho tratando de protegerlo, mientras Vegeta se acercaba peligrosamente con una sonrisa diabólica. Tenía una expresión en el rostro típica de algún enfermo mental.

Bulma dio unos cuantos pasos hacia atrás, intentó correr, pero francamente no tenía caso. En cuestión de segundos él podría alcanzarla, por lo que cerró los ojos esperando un milagro. Goku, ¿dónde estás?, se repetía Bulma mentalmente una y otra vez.

De repente, a unos cuantos pasos de ella, Vegeta se detiene, porque siente la presencia de un Ki familiar y no muy grato para él.

«Yamcha» murmura entre dientes.

Bulma abre los ojos al oír el nombre de su ex-novio y, para su sorpresa, Vegeta ya se ha ido.

Bulma respira hondo y observa a su bebé, Trunks, que cansado de tanto llorar se quedó dormido, por lo que lo regresa a su cuna y temblorosa cae pesadamente en su cama. Su mente estaba confundida y respiraba con mucha dificultad.

En el otro lado de C.Corp. Yamcha se encuentra con el Dr. Briefs para que le construya algún aparato de entrenamiento para mejorar su nivel de energía y su condición física.

Yamcha observa con detenimiento el laboratorio del padre de Bulma, que era muy diferente del de ella, y se da cuenta que el lugar no parecía ser el mismo desde la última vez que estuvo ahí. Los pensamientos de Yamcha fueron interrumpidos por el grito de alegría del Dr. Briefs.

«¡Ya está, hijo! Este aparato de entrenamiento mejorará notablemente tu condición física. Lo único que tienes que hacer es…»

«¡Hola, Yamcha!» interrumpe alegremente la Sra. Briefs.

«Hola» responde Yamcha, un poco confundido.

«¡Cómo has estado, muchacho! ¿No quieres un poco de té y galletas?»

«No, gracias, Sra. Briefs. Tengo que irme a entrenar»

«Oh! Es una pena, tal vez en otra ocasión. Se me había olvidado que eres tan dedicado a tus entrenamientos como el dulce de Vegeta.

Vegeta dulce… sí, claro, y yo soy Kami-Sama, pensó Yamcha sarcásticamente.

«¡Ah! Yamcha querido, ¿por qué no vas a ver a Bulma-chan? Tal vez tú puedas reanimarla. La pobre ha estado estos días un poco deprimida» dijo la Sra. Briefs

«Pero Vegeta… él no…»

«No te preocupes, muchacho. No habrá ningún problema desde que todo este lío comenzó. Él se fue a entrenar a las montañas» añadió el Dr. Briefs.

Estas últimas palabras del Dr. Briefs le resonaron como un eco adentro de su cabeza.

¿Vegeta no está? Eso no puede ser, casi podría jurar que sentí el Ki de Vegeta cuando llegué a C.Corp. Yamcha cerró los ojos, se concentró y ya no sintió su Ki.

Con gran rapidez guardó el aparato en su cápsula y, sin despedirse de los padres de Bulma, se dirigió hacia su laboratorio. Por fin la oportunidad que esperaba. Después de todo, el pretexto del aparato para entrenar funcionó. Al fin podré hablar con ella. Tengo que disculparme por lo tonto que he sido. Tal vez ya terminó con ese cretino de Vegeta. Tengo que decirle que a pesar de todo aún la amo, pensó Yamcha mientras llegaba al laboratorio. Una vez ahí, observó que éste estaba vacío, por lo que se dirigió hacia su recámara.

Bulma seguía recostada, aún estaba nerviosa y sentía como su cuerpo seguía temblando visiblemente cuando recordaba su expresión, esa mirada.

Si no hubiera sentido el Ki de Yamcha, ¿nos hubiera matado?

Seguía repitiendo esa pregunta en su mente una y otra vez. En eso oye ruidos, y pasos aproximándose a su puerta, por lo que se levanta sobresaltada y ve la cara sonriente de Yamcha asomándose desde la puerta.

«¡Hola! ¿Puedo pasar?» dijo Yamcha un poco dudoso.

Bulma suspira aliviada y asiente pesadamente con la cabeza. Después de todo, Yamcha era el único después de Goku que la hacía sentir protegida. Siempre podían hacerla sentir un poco mejor, dándole un poco de alegría. Además, ésta podría ser una buena oportunidad para disculparse por la manera en que habían terminado. Lo había tratado muy mal.

Yamcha se sienta sobre la cama a un lado de Bulma y aún con la débil luz que alumbra la recámara observa los ojos vidriosos de Bulma, como si quisiera llorar o hubiera llorado por un largo rato. Su rostro está pálido, sus cabellos enmarañados y sus manos temblorosas.

Se acerca un poco más para cerciorase y ve la foto que está a un lado de ella. Fue de las primeras fotos que se habían tomado juntos, si no es que la primera, cuando ambos eran chicos y junto con Goku habían ido en búsqueda de las Esferas del Dragón.

¿Estará pensando en mí? ¿Sentirá aún lo mismo que yo? Puede que sí, si no ¿qué está haciendo con esta vieja fotografía aquí y con los ojos llorosos? Tal vez aún me quiera. Yamcha se alegró, si lo que estaba pensando era cierto, las cosas serían más fáciles.

«Bulma, bueno… te preguntarás qué estoy haciendo aquí. Bueno… yo… pues…» Y antes de que el elocuente de Yamcha pudiera terminar la frase, Bulma lo abraza. Ella necesitaba comprensión, apoyo, protección. Tenía un nudo en la garganta y necesitaba desahogarse con alguien.

Y Yamcha, el bueno de Yamcha, siempre estaba ahí cuando lo necesitaba, y si necesitaba que la consolaran era ahora.

«Bulma, ¿qué tienes?, ¿por qué lloras?» dijo Yamcha algo intrigado.

Hubo un breve momento de silencio y entre sollozos comenzó a platicarle.

«Es que… Vegeta vino… y el bebé… y me asustó… creí que iba a matarme», esos fueron los únicos balbuceos que Yamcha logró entender, pero fueron suficientes para que su sangre le hirviera por la rabia.

Maldito asesino, pensó Yamcha.

«No te preocupes más, Bulma. Yo te cuidaré. Si quiere hacerte daño, tendrá que matarme primero. Yo estaré aquí para protegerte, a ti y al bebé»

Yamcha, qué mal te juzgué. En el fondo sigues siendo un noble amigo. Espero que Vegeta no regrese, porque si lo hace te matará. Goku, ¿por qué no estás aquí cuando te necesito? Ven pronto, pensó Bulma.

«Bulma, cuéntame bien. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué piensas que quería matarte?» Yamcha se inquietaba aún más al ver que Bulma seguía sollozando en silencio.

«Bulma, tranquilízate por favor. Vamos, no puede ser tan malo. Además, tú y yo siempre nos hemos contado todo desde que nos conocimos. Siempre nos hemos tenido confianza, ¿no?»

Bulma asiente con la cabeza, mientras respira profundo y trata de tomar fuerzas para contarle todo. Tal vez así no se sienta tan deprimida. Yamcha se levanta con dirección al pequeño frigobar de la recámara y le sirve un vaso con agua a Bulma. Después de darle un pequeño trago, comenzó a platicarle todo lo que había ocurrido desde el día que terminaron.

Va a morir, lenta y dolorosamente. ¿Cómo se atreve?

Ya me las pagará ese insecto por haber ido con ella. Y qué tenía que estar haciendo Bulma con la maldita fotografía del insecto ése. Lo único que faltaba era que ahí estuviera también el imbécil de Kakarotto. Esos estúpidos humanos…

Yo soy el Príncipe de los Saiyajins.

Esa maldita mujer se atreve a estar con otro hombre, sabiendo que desde que la tomé por primera vez pasó a ser mía, y que cualquiera que intente tomar lo mío debe ser destruido.

Estúpidos humanos.

¿Cómo pude terminar con una humana?

¿Acaso estaba tan desesperado? Si mi padre me viera ahora se estaría revolviendo en su tumba, sobre todo si viera al mocoso. Qué monstruosidad, con ojos azules, cabello color lavanda y con la cola amputada. Tal vez sea fuerte, pero si hubiera nacido en mi planeta, no seguiría vivo.

¿Cómo pude mezclar mi raza, mi sangre, yo, que provengo de la mejor línea de guerreros?

¿Qué era lo que estaba pensando en ese momento?

Estúpidos humanos, malditas hormonas.

Esos y muchos otros pensamientos obscuros se albergaban en su mente, mientras seguía practicando una y otra vez la misma kata, lanzando patadas y golpes a un enemigo inexistente, planeando, esperando, listo al acecho, a alguna oportunidad.

«Bulma, no puedo creer que en cuanto supo lo de tu embarazo, te abandonó. Ese mal nacido…» dijo Yamcha con rabia.

«Fue en parte mi culpa» dijo Bulma entre sollozos «Cuando note que mi período se retrasaba y Vegeta empezó a evadirme, tuve las primeras sospechas y fue por eso que me hice los exámenes, y resultaron positivos. Entonces decidí que tenía que hablar con él, tomé fuerzas y fui a la cámara de gravedad, y lo que hizo fue ignorarme por completo, como si no estuviera ahí. Pensé que la noticia lo iba a sorprender, o a molestar, creí que se iba a enojar, yo esperaba cualquier tipo de reacción, pero no hizo nada. Ese maldito lo sabía, ¡lo supo desde el primer día! Intenté que me respondiera, pero seguía ignorándome, y como no me hacía caso me exasperé y le grité que era un miserable bastardo y que se fuera, que no lo quería volver a ver. Fue hasta entonces que me miró y simplemente se fue», recordó Bulma amargamente y, después de un rato de silencio, continuó su relato.

«Yo creí que iba a volver, esto ya había pasado muchas veces y siempre como a las dos o tres semanas regresaba, pero no esta vez. En el fondo yo sabía que no iba a regresar por la forma en que me miró, pero no lo quise creer, me aferraba a la idea de que volvería, si no por mí, por el bebé, la comida o la cámara de gravedad, pero no fue así. Aún creía que él iba a estar conmigo cuando Trunks naciera, pero no sé qué me dolía más, si las labores del parto o la verdad. Él nada más había estado conmigo por el sexo, no porque sintiera algo por mí. Sólo fue hormonal, fui una tonta al descubrirlo demasiado tarde, pero es que en algunos momentos casi podría jurar que veía algo en sus ojos, un pequeño destello, creía que podía ser cariño, ternura o tal vez amor, pero ese maldito, con su enorme ego, no puede pensar en alguien más aparte de sí mismo.
¡Qué estúpida soy!
¿Cómo pude fijarme en él? No me di cuenta hasta que era demasiado tarde. Creí que lo único que Vegeta necesitaba era un poco de cariño y comprensión. Creí que iba a cambiar» dijo casi al borde del llanto.

«Ya, Bulma, deja de torturarte, eso ya pasó. Cometiste un error y eso no importa. Lo que es importante es cómo vamos a resolver los errores. ¡Vamos, anímate! Tú siempre has sido muy fuerte. No por esto vas a dejarte vencer, yo te ayudaré en lo que pueda, hazlo si no por ti, por Trunks» Yamcha ya no sabía qué más decirle para reanimarla. Nunca la había visto así, ni aún con lo de Radditz o con Freezer había estado tan tensionada.

Yamcha la vuelve a abrazar y la estrecha fuertemente contra su pecho, Bulma lo abraza también, ya se sentía un poco mejor, más aliviada. El bueno de Yamcha siempre le hacía olvidar los problemas en los tiempos difíciles.

Pasaron unos momentos en silencio, abrazados. Ese abrazo hizo que Yamcha recordara sus mejores momentos juntos.

¡Cómo pude dejarla! Fui un tonto, la dejé para encontrar el verdadero amor y no me di cuenta que lo tuve en frente de mí todo el tiempo. Yo sé que no debí engañarla, pero es que a veces es muy celosa y posesiva, quería que estuviera a su lado casi todo el tiempo, pero a la vez es tan linda, tan frágil y tan fuerte… fueron sus detalles los que me conquistaron. Cuando terminamos la última vez y dijimos que esta vez era definitivo, me sentí alegre y aliviado, pero eso sólo duró muy poco, por lo que decidí regresar al desierto y aclarar un poco mi mente. Estuve muy poco tiempo ahí, tu recuerdo me seguía a todas partes. Fue en ese momento que me di cuenta de lo que significabas para mí. Regresé a la Capital del Oeste creyendo que podíamos resolver nuestras diferencias y volveríamos a estar juntos, esta vez para siempre. Sí, pensaba pedirte en matrimonio, pero fue cuando me enteré que mantenías una relación con Vegeta, con ese asesino, y que esperabas un hijo suyo, un hijo que podría haber sido mío, pero por mi inconstancia, por mi infidelidad, hallaste consuelo en sus brazos. Bulma, me pregunto si me aceptarías otra vez.

Por su parte, Bulma también estaba absorta en sus pensamientos, pero eran muy diferentes a los que Yamcha creía. Con los ojos cerrados imaginaba que era Vegeta quien la abrazaba.

Yamcha, dulce Yamcha, me siento mucho mejor ahora. Qué bueno que viniste, sobre todo después de como te grité el día que terminamos. Tal vez si no me hubiera desesperado en esa ocasión, no estaría en este problema. Vegeta, ¿por qué no puedes demostrar afecto hacia los demás, ni con tu hijo, ni conmigo? ¿Que no ves lo que siento por ti?

Yamcha suelta a Bulma y la toma de las manos, resuelto a abrir su corazón. Tenía que decirle, tal vez nunca se presentara otra oportunidad.

«Bulma, me preguntaba… si te gustaría que yo… bueno… pues… que te ayudara en criar a Trunks. Yo sería como un padre para él y un esposo para ti» Por fin lo dije, pensó Yamcha.

Los ojos de Bulma se abrieron enormemente. Nunca esperó que Yamcha le dijera eso. Las palabras le causaron una gran sorpresa. ¿Cuánto había esperado que le pidiera que se casara con él? meses, años, y ahora que por fin le dice que quiere que sea su esposa, ella ya no estaba interesada. Si tan sólo fuera Vegeta el que le dijera esas palabras… A lo que responde con un profundo suspiro.

«Bulma, yo te amo, toda mi vida te he amado, sólo que no me había dado cuenta de que significabas tanto para mí, hasta que te había perdido. No me importa que Trunks sea hijo de ese maldito, yo podría ayudarte a criarlo, lo querría como si fuera mío. Además, ese niño va a ser muy fuerte. Necesitaras ayuda, no vas a poder cuidarlo tú sola» Dijo Yamcha.

«Yamcha… yo, no sé qué decir…» respondió Bulma un poco confundida.

En eso se oyen unos leves quejidos que se van acentuando hasta llegar a ser un estruendoso llanto. El pobre de Trunks seguía hambriento.

Justo a tiempo, pensó Bulma. Se soltó de Yamcha y fue junto a la cuna de Trunks, lo levantó y caminó hacia el frigobar para sacar unos biberones, los tomó, regresó hacia donde estaba Yamcha, se sentó en el borde de la cama y comenzó a darle de comer.

La mente de Bulma seguía turbada. Definitivamente éste había sido unos de los peores días de su vida. Primero, el cretino todopoderoso Príncipe de los Saiyajins había regresado, y la había asustado casi hasta morir de la impresión. Luego, Yamcha, el segundo hombre más despreciable del planeta, llegó de la nada, y tal vez le salvó inconscientemente la vida. Después la estaba consolando y, lo que faltaba, ahora le estaba pidiendo que se casara con él. ¿Qué más podría pasar?

¿Qué le digo a Yamcha?… no quiero lastimarlo otra vez, además el error fue mío, no quiero meterlo en este problema. Además no puedo estar engañándolo, pues aunque me duela aceptar, todavía quiero a ese maldito de Vegeta, creo que lo amo, como nunca antes había amado a alguien. ¿Cómo creí que podía cambiar a alguien así?

Pero por otro lado, cómo voy a criar a Trunks yo sola, y después de ver cómo sufrió Milk con Gohan. Un semisaiyajin es muy fuerte para que lo críe una mujer sola. Yo no podría ayudarle a controlar sus poderes y ¿qué haría cuando tuviera alguna rabieta y comience a destruir cosas?

No sé qué hacer… Kami-Sama, ayúdame a elegir correctamente.

Trunks ya se encontraba satisfecho, por lo que reía y jugueteaba con el cabello de Bulma, que le hacía cosquillas en la cara, mientras Yamcha lo observa con curiosidad, por lo que se le acercó.

«¿Puedo sostenerlo un momento, Bulma?» preguntó Yamcha.

«Claro, adelante» respondió Bulma.

Se veía que Yamcha tenía experiencia en cargar niños, por lo que Bulma se relajó un poco. Era curioso, la vida puede ser irónica muchas veces, ya que Yamcha mostraba más interés en Trunks que el mismo Vegeta.

Bulma se preguntaba si Vegeta había observado bien al bebé y si había visto lo parecido que era a él; si lo habría sujetado mientras estuvo con él en la habitación. Pero desechó la idea inmediatamente. Fue un milagro que el bastardo ése no le hiciera daño. Tal vez en el fondo sí le importe, Pensó Bulma.

Yamcha comenzó a jugar con Trunks. El pequeño bebé se divertía tratando de sujetar alguno de sus dedos o de jalar sus cabellos.

«¡Vaya que es fuerte!» exclamó Yamcha al momento que Chibi-Trunks sujetó uno de sus dedos «Se ve que tiene potencial, va ser un gran guerrero».

Bulma se limitó a sonreír con el comentario. Ella no quería que su pequeño bebé fuera un guerrero. ¿Qué tal si se volvía como su padre?, pero tal vez si el bebé crecía sin Vegeta, él sería distinto.

Cómo se parece Trunks a Vegeta. Tiene su mismo rostro, y hasta heredó parte su carácter, en lo impetuoso y terco. Si no fuera por mi color de ojos y mi cabello, seria idéntico a él. Me pregunto si Vegeta sería así de tierno cuando era un bebé. Bulma, ya estás pensando en él otra vez, ¿que no escarmientas? –Se reprendió Bulma mentalmente– Espero que Trunks sea diferente a su padre.

«Bulma… Bulma… Oye, Bulma» dice Yamcha al tiempo que la toca con el brazo.

«Eh, ¿qué pasó, Yamcha?» responde Bulma todavía distraída con otros pensamientos.

«Creo que aquí alguien tiene sueño. Mira, el pobre de Trunks no deja de bostezar»

«Ah, sí, déjame arrullarlo» dice Bulma mientras toma a Chibi-Trunks en sus brazos. Se levanta y comienza a mecerlo suavemente mientras lentamente murmura una canción.

¡Mmph! Esa mujer puede hacer lo que le plazca, eso a mí no me interesa. Lo que esos estúpidos humanos hagan o dejen de hacer es algo que a mí no me importa, yo sólo estoy en este maldito planeta por una sola razón.

¡Derrotar a ese imbécil de Kakarotto!

Ésa es mi única meta y no voy a olvidarla. No debo distraerme por ese tipo de tonterías, yo soy el Príncipe de los Saiyajins. No soy como ninguno de estos patéticos humanos. Fui un tonto al creer que podía adaptarme a vivir en este planeta como uno de ellos.

Pasaron unos cuantos minutos y Trunks ya estaba dormido otra vez. Bulma lo acomodó suavemente sobre su cuna y lo arropó con mucho cuidado para no despertarlo.

En todo ese tiempo, Yamcha no había hecho otra cosa más que observarla. Todo lo que había en él le decía que no debería dejarla, no otra vez.

Bulma regresó a donde estaba Yamcha y se sentó otra vez sobre la cama. Su rostro había cambiado visiblemente, ahora estaba confundida, pero estaba alegre. Se sentía orgullosa de su hijo. El sólo estar con él le daba fuerzas para seguir adelante.

«Bulma, sobre lo que te dije hace rato, pues quiero que lo pienses bien, no quiero presionarte, no tienes que responderme ahora, tienes mucho en qué pensar…» dijo Yamcha un poco serio.

Hubo otro silencio que fue interrumpido por una helada brisa que entró impetuosamente por la ventana que aún permanecía entreabierta.

Bulma se levanta para cerrar la ventana, pero Yamcha la detiene, le sostiene de las manos. Un escalofrío recorre el cuerpo de Bulma. Algo no está bien y Yamcha está demasiado cerca.

«Bulma, nunca debí haberte dejado, eres todo para mí, todo este tiempo no he dejado de pensar en ti. Y quiero que sepas que, si me aceptas de nuevo, no te defraudaré, yo cuidaré de los dos, no puedo estar más sin ti» Dijo Yamcha en un tono casi suplicante.

Menos mal que no quería presionarme. Oh, oh, se está acercando demasiado ¿Qué hago? Kami-Sama, ayúdame, pensó Bulma, que ya estaba preocupada y ansiosa otra vez.

Mientras tanto, Vegeta había ocultado su Ki, mientras se acercaba sigilosamente a C.Corp., acechando entre las sombras, más cerca y más cerca. Si algo había aprendido mientras había estado al servicio de Freezer, era a ser sigiloso. Levitó con cuidado hacia el balcón de Bulma. Aunque no lo aceptara, Vegeta estaba celoso y tenía mucha curiosidad sobre lo que estaba pasando. Después de todo, ella era su mujer y ese mocoso era su hijo.

Se asomó con cautela por la ventana que aún seguía abierta. Aunque la luz era tenue, alcanzaba a distinguir las siluetas, y definitivamente no le gustaba lo que estaba viendo.

Ese imbécil de Yamcha estaba muy cerca de ella, demasiado cerca y además la estaba tocando, por lo que Vegeta usa todo su autocontrol para no lanzar sobre ellos un Garlic Ho.

«¡Qué demonios le está diciendo!» dice Vegeta entre dientes mientras cierra los ojos y se concentra para tratar de escuchar. Después de todo, el oído de los Saiyajins es más agudo que el de los humanos.

Vegeta alcanza a escuchar parte de la conversación. Comenzó a enfurecerse, ya estaba listo para despedazar al pobre de Yamcha, cuando Bulma se apartó de él y se dirigió a la ventana. Ella se sentía muy abrumada y tal vez el aire fresco le ayudaría a despejar su mente.

Yamcha la siguió silenciosamente hasta el balcón, mientras Vegeta buscaba donde ocultarse. Después de todo, C.Corp. era un lugar muy grande y con muchos lugares que usar como puntos estratégicos para no ser visto.

Bulma se recargó en el barandal del balcón, recordando que había sido ahí precisamente donde Vegeta le había dado aquel largo e intenso beso.

Su mente comenzó a revivir lo sucedió aquella vez.

Pasaba ya de medianoche, y ella no podía dormir. Después de todo, en esa noche se cumplía un año de su rompimiento con Yamcha, y aún estaba sola. Tenía motivos para tener insomnio, no sabía qué era lo que tenía, tal vez era el mismo vacío que sentía otras veces. No, esta vez era diferente. ¿Qué podría ser?

Era una noche muy iluminada, llena de estrellas. Ella estaba recargada en el barandal y, como en otras ocasiones, reinaba el silencio, excepto por el continuo chirriar de los grillos, pero eso no importaba. Extendió su mirada hacia el horizonte, la Capital del Oeste.

«Es sorprendente lo iluminada que está la ciudad a estas horas de la noche», se dijo a sí misma mientras sentía la fresca brisa que aliviaba su alma, después del día tan tensionado que tuvo.

Bulma, ¿qué es lo que está mal contigo?

Vaya que lo arruinaste el día de hoy. Te presentan a un buen muchacho, de modales, buena familia, y con buenas intenciones. ¿Y qué es lo que haces?, lo comparas con el asno de Vegeta. ¿Que no entiendes?, no le importas en lo más mínimo, ni tú, ni nadie.

¿Tan desesperada estoy como para fijarme en él? O es que en realidad soy un poco extraña, como me han dicho todos los pretendientes que me ha presentado mi mamá. Tal vez sea por los amigos que tengo… Goku, al igual que Vegeta, es un Saiyajin, sin modales de ningún tipo, sin oficio ni beneficio, ningún trabajo, ni escuela o preparación. Su vida, al igual que la de los demás, gira en torno a las peleas y las artes marciales. Esos brutos… Piccolo, con su sola apariencia, es suficiente para impresionar a cualquiera. Tenshinhan tiene tres ojos, no necesito decir más. Krilin se rapa la cabeza como si fuera un monje. Puar es un gato volador que, al igual que Oloong, pueden convertirse en cualquier cosa, y eso por sólo mencionar a unos cuantos del grupo, pensó tristemente.

O tal vez no eran sus amistades, tal vez era ella la del problema.

Milk, que es más joven que yo, ya está casada y con un hijo. Bueno, es cierto que casi llevó a rastras al pobre de Goku al altar, pero ella ya tiene al menos a alguien con quien estar, alguien con quien compartir su vida.

Tal vez sea mi carácter fuerte, lo terca que puedo ser a veces, lo mandona o gritona que puedo ser, lo que mantiene a los hombres a distancia, porque yo soy bonita, inteligente, con futuro. Además, papá es el presidente y dueño de C.Corp, la empresa más lucrativa de todo el planeta. Yo soy un buen partido, debería de tener miles de pretendientes, pero sólo he tenido a Yamcha en todo este tiempo, y cuando lo conocí era un ladrón en el desierto, ahora es un beisbolista famoso, que tiene muchas admiradoras, y nada de tiempo para mí. Con este último pensamiento rompió en llanto, aquella vez.

Vegeta hizo una pausa en su entrenamiento. Era más temprano que de costumbre, porque hacía poco que había salido de la enfermería y no se sentía recuperado del todo, aunque no eso le importaba mucho. Lo que sí era importante es que tenía hambre, por lo que decidió salir a buscar un pequeño refrigerio de media noche, antes de continuar con su entrenamiento.

Bulma decidió regresar a su habitación, ya estaba haciendo un poco de frío y mañana tendría que levantarse muy temprano, para seguir con la actualización de los programas de los robots. Estando ya en la habitación, comenzó a cepillarse el cabello y a prepararse para ir a dormir. Ya en su cama, Bulma no podía conciliar el sueño, por lo que decidió ir por un vaso de leche caliente como le había sugerido su mamá. Después de todo, tal vez los remedios caseros le podrían servir esta vez.

Vegeta estaba engullendo lo último de sus usuales bocadillos, cuando oyó unos pasos acercándose, por lo que decidió comer más rápido y así evitar a cualquiera de esos molestos humanos. Pero antes de que pudiera terminar de comer, Bulma entró en la cocina.

Lo que me faltaba, Vegeta está en la cocina. ¿Que no debería estar tratando de matarse a sí mismo otra vez?, pensó Bulma mientras caminaba hacia el refrigerador.

Vegeta arqueó una ceja y miró de reojo con dirección hacia donde estaba Bulma.

Grandioso. De todos los humanos que hay aquí, tenía que ser precisamente esta mujer la que viniera a molestarme. Veamos qué me va a gritar ahora, pensó Vegeta.

Bulma pasó enfrente de Vegeta, sin voltearlo a ver y sin decirle una sola palabra. No tenía ánimos de discutir con nadie, y menos con él. Además, seguía enojada por su comportamiento en la enfermería. Abrió el refrigerador, pero para su sorpresa, estaba todo revuelto y sucio. ¡Qué desastre! Se nota que aquí estuvo ese cretino. ¿Donde habrá puesto la leche?, pensó Bulma, mientras volteaba hacia la mesa y veía como Vegeta se tomaba lo último que quedaba de leche del envase.

Genial, ¿qué más puede salir mal?, pensó Bulma, mientras veía a Vegeta con unos ojos inquisitivos. Éste aún seguía confundido por la actitud de Bulma. Ella siempre le estaba gritando y ordenando qué hacer. Nunca pasaba una oportunidad para regañarlo, y hoy había sido la excepción. De hecho, lo estaba ignorando.

Iba a gritarle por sus barbáricos modales, pero se detuvo. No tiene caso, es como hablarle a la pared. De todos modos, no creo que la leche caliente sirviera de mucho, pensó Bulma mientras se dirigía a su habitación.

Algo está mal con esa humana, está muy pálida. ¿Estará enferma? Vamos a hacer una prueba para averiguarlo, pensó Vegeta maliciosamente.

«¡Oye, humana! ¿Qué haces despierta a estas horas? Tal vez estés esperando a que el inútil de Yamcha venga otra vez a pedirte que vuelvas con él. ¡Oh!, se me olvidaba que te dejó hace tiempo por unas bonitas mujeres con las que no puedes competir, y desde entonces no ha regresado» dijo Vegeta mientras se reía maliciosamente.

Eso nunca falla. Siempre se pone agresiva cuando menciono a ese inútil. Veamos qué me va a responder, pensó Vegeta.

Bulma no reaccionó como Vegeta quería. Salió corriendo a su habitación con los ojos llenos de lágrimas, mientras pensaba: No soy bonita, no puedo competir… Así que eso es por lo que estoy sola.

Vegeta se quedó boquiabierto. Siempre se lanzaban insultos, era común, y sobre todo era divertido. Era como una competencia, en la que obviamente había ganado esta vez.

«Esa mujer está mal, nunca me hubiera dejado ganar así de fácil» murmuró Vegeta mientras se dirigía otra vez a la cámara de gravedad.

Bulma salió al balcón a llorar. No le importaba que estuviera haciendo frío. De esta manera no despertaría a nadie y tal vez se calmaría más rápido.

Vegeta se sentía turbado mientras entrenaba, no podía concentrarse. Seguía pensando en el extraño comportamiento de Bulma, por lo que salió de la cámara de gravedad con dirección a la habitación de Bulma, pero la puerta estaba cerrada, y si la forzaba haría mucho ruido y despertaría a los otros humanos, que seguramente le harían muchas preguntas, por lo que decidió irse, pero escuchó unos leves sollozos que venían del balcón. Entonces salió al patio y voló hasta el balcón. Bulma estaba tan distraída que no sintió la presencia de Vegeta, hasta que estuvo cerca de ella.

Bulma optó por dejar de recordar. Aún no podía enfrentar la realidad. Además, no quería volver a llorar, pero es que aquella ocasión fue muy especial para ella. Él le dio ese primer beso, un beso como ningún otro, que hizo que todo su cuerpo se estremeciera, no lo podía olvidar…

Qué diferente había sido esa noche, parecía otra persona. Ahí fue donde por primera vez vi ese destello en sus ojos. Su mirada no era fría como en las otras veces, era intensa, profunda, hasta podría decir que cálida, y por primera vez me llamó por mi nombre y no con su usual «mujer» o diciéndome «humana», se lamentó Bulma, mientras trataba de contener las lágrimas, pero no pudo. Nunca había sentido algo así por alguien y comenzó a llorar silenciosamente. Realmente lo extrañaba, extrañaba su calor, su extraña manera de amarla, hasta extrañaba sus constantes riñas. No podía sacarlo de su cabeza, cualquier cosa le recordaba a Vegeta.

Yamcha se decidió a romper el silencio, que ya era intolerable.

«Todavía lo amas. ¿No es así, Bulma?» dijo Yamcha amargamente, su voz empezaba a quebrarse.

«Sí» respondió Bulma, casi murmurando

Yamcha se había quedado sin habla. Todas sus esperanzas se habían esfumado, sus ilusiones, ¿qué iba a hacer ahora? Tenía que convencerla, no podía dejarla, ellos estaban hechos el uno para el otro, ¿que no lo podía ver?

Vegeta no hacía otra cosa más que mirar con extrañeza. No sabía cómo debía reaccionar. Lo que sabía era que tenía hambre, su ropa estaba sucia y desgarrada, que ya quería entrenar en su cámara de gravedad, y sobre todo quería estar con ella. La extrañaba, pero no podía aceptarlo. Su orgullo era demasiado grande como para permitirse debilidades como esas, por lo que optó por irse.

«Creo que es hora de irme, se está haciendo tarde y necesitas descansar. Has tenido un día muy pesado» dijo Yamcha en un tono triste. Ya no sabía qué decir. Tal vez mañana, ya que su mente estuviera relajada al igual que la de ella, podría pensar en algo. Pero tal vez mañana sería demasiado tarde. Vegeta estuvo aquí hoy y es muy probable que regrese mañana, pensó Yamcha.

«Yamcha, espera, por favor» suplicó Bulma mientras caminaba hacia él.

Los ojos de Yamcha se iluminaron. Tal vez hubiera una oportunidad, después de todo. Bulma, por su parte, no estaba segura de qué decir para no herirlo. Además, no quería perderlo. Después de todo, era su mejor amigo, el único que la conocía lo suficientemente bien como para saber cuando algo estaba mal, el único que sabía sus gustos, el único en que podía confiar sus secretos.

Bulma sujetó las manos de Yamcha y éste la abrazó. Bulma lo abrazó y vio como se iba acercando poco a poco. Es ahora o nunca, pensó Yamcha. Y fue entonces cuando tiernamente la besó. Bulma le correspondió, pero se apartó rápidamente y Yamcha comprendió entonces que ése había sido el último beso, que ya era demasiado tarde. La había perdido, por lo que se simplemente se alejó.

«Nunca te olvidaré, Bulma-chan, y siempre estaré contigo cuando me necesites» gritó Yamcha estando ya a cierta distancia, mientras volaba lo más aprisa posible.

Bulma vio como Yamcha se alejaba en el horizonte. «Genial, otra oportunidad que se te escapa. Definitivamente has tenido días mejores» se dijo Bulma mientras caminaba de regreso a su habitación.