Kakaroto – Capítulo 5

Capítulo 5: «Incertidumbre»

Fanfic: Kakaroto

Videl vuelve con los niños cuando ve salir con caras largas al grupo. Tiene deseos de preguntarle a Gohan el porqué de estas expresiones, pero se detiene al ver que la de él es peor o igual.

Guiados por Bulma, se dirigen a la salida. Ya se habían puesto de acuerdo para reunirse al día siguiente y discutir el ‘problema’.

Están llenos de preocupación, dolor, tristeza y, en el caso de Goten, confusión y culpa. Caminan silenciosamente. Para llegar a la salida, atraviesan el jardín interior de la corporación, que aún tiene los restos de la fiesta de esa tarde, los agujeros en la pared, las mesas volteadas, las enormes torres de platos y la mesa con los álbumes fotográficos con los que se divirtieron tanto.

Pasando junto a esta mesa, un dinosaurio que olfateaba curioso saluda a Goten con un movimiento de cabeza, feliz de verlo; había jugado con él en la fiesta, Goten responde a su saludo con una triste sonrisa.

Como para invitarlo a jugar de nuevo, el dinosaurio gruñe estruendosamente.

El ruido de su gruñido hace que todos volteen. Con la fuerza del aliento del enorme animal, los álbumes se abren y de ellos salen volando las fotografías en todas direcciones y llueven sobre el grupo.

El destino cruel se burlaba de ellos.

Donde vieran había una fotografía, y en la mayoría de éstas se encontraban a su amigo Goku, de todas las edades, con cola o sin cola, peleando, entrenando, comiendo, como un adulto o un inocente niño, pero en todas con su sonrisa, su expresión alegre y despreocupada, igual a la que mostraba hacía unas horas, pero totalmente diferente al frío y fiero mirar que ahora debía tener.

No podían huir de esa imagen, no había a donde desviar la vista, sólo podían agachar la cabeza y cerrar los ojos.

Bulma, casi a punto de llorar, se cubre la cara. Vegeta se para a un lado de ella, no la abraza, ni le dice una palabra de consuelo, la simple cercanía, el hacerle saber que él estaba con ella, es su forma de consolarla.

Goten y Gohan estaban igual de tristeza. Pero a cada uno una mano en el hombro los apoyó: a Gohan, Videl y a Goten, Trunks.

Para Chichi esto es el acabóse. Está de espaldas al grupo, sus ojos y labios tiemblan imaginando que tal vez esas fotografías serían los únicos lugares en donde lo volvería a ver de esa manera, tan inocente, tan… tan… tan Goku, siempre dispuesto a dar una sonrisa y ayuda a quien lo necesitase.

Ya no puede más… Voltea, todos consolados por alguien, Vegeta a Bulma, Videl a Gohan, Trunks a Goten, 18 a Krilin, Ten Shin Han a Chaoz… todos tienen a alguien… menos ella… Comienza a sentir un vacío y frío que no había sentido jamás, necesitaba un abrazo, alguien que sólo la dejara llorar en su hombro y que le dijera que todo saldría bien… es demasiado pedir en esa situación.

«Bulma… ¿no te molesta que nos quedemos hoy? Estoy un poco cansada» –pide con la voz como un hilo y tratando de que no se le quebrara.

Bulma no se sorprende de la petición, de la súplica, de su amiga.

«Claro. Goten, tú puedes quedarte en el cuarto de Trunks. Gohan, Chichi, síganme» –les dice. Voltea hacia los demás–. «Hasta mañana, muchachos».

Nadie le contesta, y ella no esperaba una contestación. Trunks lleva a Goten, que ésta como zombie, a su cuarto. Bulma guía a Gohan y a Chichi a sus habitaciones.

En el jardín, todos se retiran de nuevo, pero antes de irse, a Krilin le llama la atención una foto. La recoge y observa más detenidamente. Es de cuando entrenaban juntos él y su amigo con Kame Sennin, ambos aparecen bastante cansados y golpeados, despues de un entrenar JUNTOS todo el día.

Comienza a reír. Todos lo miran extrañados. Calma su risa y observa la fotografía con una sonrisa, a pesar de que sus ojos expresan tristeza.

«No les he contado cómo fue que conocí a Goku… Caí cabeza abajo en la arena y él me sacó, ja, es gracioso… yo nunca le di las gracias por eso» –lo dice como si fuese una broma.

«Krilin…» –calla el maestro sabiendo del dolor que Krilin expresaba tras esas palabras.

«Claro…» –continúa–. «Después se las di por revivirme, por salvarme la vida a mí, al planeta, a la humanidad, pero nunca le agradecí que me sacara de la arena ese día» –cierra los ojos con unas pequeñas perlas de lágrimas saliendo de ellos. Arruga la fotografía que tenía en sus manos al cerrar el puño… acababa de perder a su mejor amigo.

Se dirige a la puerta, todos lo siguen, cuando aparecen en escena Mr.Satán, Mr.Boo y la Sra.Brief volviendo de comer. Los pobres ingenuos que no sospechaban los hechos.

«Los pastelillos estaban deliciosos» –dice de lo mas contento el monstruo rosa.

«Ay, Boo, eres un glotón, jajajaja» –continúa con su risa histérica hasta que voltea a ver las caras de funeral que tenían los demas–. «¿Qué les pasa? ¿Ya nos vamos? Tanto que nos estábamos divirtiendo Boo y yo aquí».

Nadie le contesta, pero su hija le lanza una mirada de ‘por favor, cállate’. Con su enorme intuición, no se da cuenta de esta mirada, pero sí nota que faltan personas en el grupo.

«Oigan, ¿y dónde está la anfitriona? No me he despedido, no quiero ser maleducado».

«Papá, vamos» –le dice su hija, jalándolo.

«Oigan, tampoco veo a Goku ni a su familia, ¿no me digan que aún no se recupera? Tal vez si le llevamos algo de comer, se sienta mejor» –Va hacia una mesa y toma una bandeja con bastantes postres–. «Vamos, Boo. Conociendo a Goku, de seguro esto lo pondrá sano antes de que nos demos cuenta, jaja» –Se dirige con la charola hacia el jardín para ir al cuarto donde pensaba que estaba el ‘enfermo’.

Su hija lo detiene del traje.

«Papá, no se siente mal, no esta ahí, vámonos» –dice su hija tratando de callarlo.

«¿No está ahí? ¿Dónde está? ¿Qué pasó?» –preguntó.

Videl iba a comenzar a contarle, pero se detiene al ver las caras de sus extraños amigos. En ese momento no deseaban hablar de nada, mucho menos de eso, y debía respetar el dolor ajeno.

«Luego te explico, vámonos».

«Pero…».

«Vámonos» –gruñe amenazante.

Lo jala y se lo lleva hacia la salida. Mr. Boo los sigue.

Todos se van. Nadie sabía qué sucedería el día de mañana, sólo sabían que enfrentarían el ‘problema’ juntos, como habían hecho con otros, pero esperaban no tener que solucionarlo de la misma manera que muchos.

Mientras Chichi, Gohan y Bulma atravesaban en fila india uno de los tantos pasillos de la Corporación…

Se detienen junto a una puerta. La mujer de cabello azul presiona un interruptor y la puerta se abre automáticamente.

«Puedes dormir aquí, Gohan» –le ofreció Bulma.

El joven entra a la habitación.

«Buenas noches, Bulma. Hasta mañana, mamá».

«Buenas noches» –contesta.

«Hasta mañana, hijo».

El muchacho entra en la habitación y presiona el interruptor desde adentro para cerrar la puerta.

Bulma deja a Chichi en la habitación de al lado de la de su hijo.

«No te preocupes, Chichi, todo se solucionará, ya verás».

Ella no comenta nada, sólo entra en la habitación. Cierra la puerta tras de sí, no enciende la luz, da unos pasos dentro de la impecable, pero fría habitación de huespedes. Por la oscuridad, no se distingue ni su rostro, sólo una tenue luz creada por los postes de luz que se filtraban por la ventana dejaba observar su silueta en medio de la oscuridad. Esta misma luz permite observar el brillo de una pequeña lágrima que resbala por su cara.

Dentro de sí era un caos total, por un lado sabía que esa persona que la golpeó no era la persona con que compartió su vida tantos años, y al mismo tiempo guardaba la esperanza de que hubiera un rastro, una sombra de él.

Ya lo había perdido tantas veces, pero esto, esto es una pérdida total. Las otras ocasiones sabía que se encontraba entrenando, viviendo aventuras, comiendo, incluso muerto podía imaginarse que él la recordaba y la extrañaba, que sus rezos le llegaban, que su presencia en espíritu le daba fuerzas para seguir sola, pero ahora ni siquiera ese pequeño consuelo le queda.

No era nada justo, ahora que por fin había vuelto a casa, esos últimos años después de la batalla con Boo, su sueño se había cumplido, estaba en casa con ella y sus hijos, su hijo menor tenía un padre, y ella, después de tantas penas, tenía lo que más anhelaba, su familia y su compañero…

En su habitación, Trunks, tratando de ser amable, él mismo destiende el saco de dormir de su amigo, le da ánimos y le ofrece que juegue con sus juguetes favoritos, pero nada logra sacarlo de su estado de ánimo triste y culpable.

«Goten, ¿quieres jugar con el robot que me construyó mi abuelo?».

Menea su caída cabeza negativamente.

«¿Quieres jugar con mis juguetes nuevos?».

Menea nuevamente la cabeza negativamente. Nada de lo que hiciera lograba cambiar su expresión.

En ciudad Satán, Videl les explica la situación a su padre y a su rosado amigo, o eso trata de hacer, pues no comprenden nada y no pudo darles más detalles.

«¡¿QUÉEEEEEEEEE?! ¡¿QUE GOKU QUÉEEEEE?!» –gritó histerico Mr.Satan–. «¡¡¡NO PUEDE SER!!! ¡¿Ahora quién salvará el mundo para aumentar mi fama?!».

*Pobre Gohan…* –piensa preocupada Videl, sin hacer caso al ataque de histeria de su padre–. *…Iré a mañana a ayudarlo… Después de todo, la Gran Sayaman no puede quedarse al margen…*

«Un momento…» –reflexiona Mr.Satan–. «Si Goku se volvió malo… querrá pelear con la persona más fuerte del planeta… o sea, ¡YO! ¡¡¡NO PUEDE SER!!!» –continúa gritando solo–. «¡¡¡TENGO QUE ESCONDERME!!!» –dice de lo más cobarde–. «Boo, ¡TÚ ME DEFENDERÁS!».

«Papá… no creo que piense en ti…» (-_-U)

Bulma vuelve de mostrarle su hospedaje a los Son. Entrando en su habitación, ve a su esposo con su típica e inexpresiva cara. A pesar de eso, ella podía jurar que noto un pequeño aire de desánimo en él.

Por unos instantes, ninguno dice nada.

Ella rompe el silencio.

«No era cierto lo que dijiste hace un momento, ¿verdad?» –pregunta tranquilamente.

Él no contesta. Su silencio confirma su pregunta.

«¡No pensarás atacarlo!».

«Haremos lo que debamos» –contesta secamente.

«¡Lo que debamos!» –repite Bulma molesta–. «¡Lo que deseas es acabar con Goku! Como ahora ya es más débil, podrás derrotarlo fácilmente como siempre has querido… ¡Cómo eres capaz de pensar en eso en estos momentos!» –le reclama furiosa.

A él el comentario le molesta. Pensó que después de tantos años ella entendía que el que no se expresase como los demás humanos, no quería decir que no se sintiera igual, o peor.

«Sabes que no es él» –reafirma en el mismo tono.

«Pero… pero…» –contradice angustiada–. «Ustedes quieren destruirlo sin más ni más» –le dice desquitando su frustración en él–. «¡Qué rápido olvidan lo que ha hecho por nosotros! Él no… no podemos… ¡ni siquiera lo merecen como amigos!… Ni yo tampoco» –le dice con su voz quebrándose–. «¡¿Por que?! ¡¿Por qué le tiene que suceder a alguien tan bueno como él?! Por qué…».

Él entiende lo que le sucede, pero no está en discusión el luchar o no en contra de un enemigo como era ése.

«No hay otra solución. Lo entiendes, pero no quieres aceptarlo» –le contesta. Recuerda las palabras de ella de hacía unas horas, lo mucho que significa para ella su casi hermano, amigo de tantos años–. «Si hay otra manera, la hallaremos».

«¡Claro que la hallaré!» –dice ella, decidida. Seca sus lágrimas–. «Debe haber alguna manera, no perderé las esperanzas».

Vegeta no pude evitar sonreír, no recordaba que su esposa era demasiado fuerte y terca para dejarse caer sin luchar, pero a pesar de eso no debía dejar a un lado la realidad. Kakaroto no tiene ni piedad, ni sentimientos, ni lealtad, sólo la meta de matar, y no podrían controlarlo más que por la fuerza.

En un lugar alejado, un herido, cansado y hambriento guerrero se refugia en un oscura cueva para continuar, luego de que se recupere, con una batalla pendiente, especialmente en contra de aquel muchacho, es una humillación que supere sus poderes. Se acuesta en el duro suelo para descansar… mañana tendría tiempo para arreglar ese asunto…

Gohan dando vueltas en su cama sin conciliar el sueño.

Chichi, cansada de llorar, dormida.

Goten, desanimado, dando vueltas una y otra vez los hechos en su mente, con la culpa llenándolo.

A miles de Kilómetros de ahí, en una pequeña isla, Krilin.

En un departamento en una ciudad, una estrella del Beisball.

En una cabaña en unas alejadas montañas, un dúo de amigos.

En un templo más allá de las nubes, un joven dios.

Todos ellos sin saber qué sucedería, temiendo y llorando la pérdida una gran persona, amigo, guerrero y compañero, y peor aún, sabiendo que es sólo el principio, no saben qué sucederá, ni si serán capaces de hacer lo que están obligados a hacer. Todo había pasado tan rápido, tantas cosas sucederían, pero… olvidaban a alguien, una persona fuerte que no se dejaría derrotar como ellos lo hacían…