Lo que siempre soñé – Capítulo 5

Capítulo 5: «Lindos ojos; cuerpo espectacular»

Fanfic: Lo que siempre soñé


Al día siguiente, Vegeta se levantó temprano a entrenar. Ya se había tomado todas las pastillas y no le dolía nada. Bulma había estado en su laboratorio desde muy temprano y había salido a ver un poco de televisión. Se sentó en la alfombra de la sala cuando sonó el teléfono.

BL: ¿Hola?

XX: ¿Podría hablar con el señor Vegeta?

BL: «Alguien llamando a Vegeta«. Él está ocupado. ¿Quiere dejar el mensaje? –sugirió, sintiéndose muy extraña.

XX: Sí. Verá, habla su dentista.

BL: Aaaaaaaaaah, dígame.

Dra: Él vino hace unos días por un problema con sus muelas. Bueno, en realidad no eran sus muelas, sino su hueso maxilar. Revisé las radiografías que le tomamos.

BL: Y eso quiere decir…

Dra: Quiere decir que le extrajimos los terceros molares sin razón.

BL: Ya veo.

Dra: El dolor fue causado probablemente por algún golpe. ¿Podría decírselo? Es necesario que si el dolor continúa, visite un especialista.

BL: Sí, descuide. Yo se lo diré.

Dra: Adiós.

BL: Adiós –colgó el teléfono– ¡Cielos! Si Vegeta se llega a enterar…

VG: ¿Si me llego a enterar de qué?

BL: Eeeh, yo, eeeh, mmm, tú, mmm…

VG: ¿Y bien? –dijo cruzándose de brazos.

BL: «Este hombre no me va a dejar en paz si no le digo» –Tomó aire y se decidió–. Era la dentista… dijo que el dolor que tenías no era por tus muelas, sino por algún golpe que debes haberte dado–. Vegeta se quedó mirándola y después de unos momentos volvió a hablar.

VG: Déjame ver si entiendo… Me quitaron cuatro de mis piezas dentales que estaban en perfecto estado, por ¿nada?

BL: Más o menos –dijo con cara de «estoy en problemas».

VG: Normalmente, buscaría a la idiota que me sacó las muelas y la eliminaría. Pero creo que haré una excepción y me desquitaré contigo –dijo con una sonrisa totalmente falsa en su cara.

Bulma abrió los ojos y se puso blanca como la nieve. Vegeta se acercó a ella y se quedó observándola.

VG: ¿De qué manera puedo darte una muerte dolorosa sin salpicarme de sangre? –dijo en voz baja como si estuviera meditando.

BL: Me estás asustando –dijo sintiendo que le temblaba la voz.

VG: No te preocupes… Vivirás… –dijo antes de salir de la sala.


Esa noche, Bulma se estaba dando una ducha y Vegeta entró en su habitación. Dio una rápida mirada a todo y entró.

VG: «¿Qué desorden es éste?» –pensó con una gota de sudor en la cabeza–. «Así no la encontraré en un millón de años. Veamos. En dónde guardaría esta mujer su agenda…»

Se puso a revisar los cajones del tocador, luego los del closet, cuidando dejar todo en su lugar. Finalmente la encontró en el bolso que Bulma había usado ese día.

La abrió y un montón de fotos cayó al suelo. En las fotos salían Bulma y Yamcha. En otras salían Gokú, Krillin, el maestro Roshi. Después de mirarlas con cierta curiosidad, las dejó entre unas páginas de la agenda y buscó el directorio telefónico. Se sorprendió al ver que estaba casi lleno.

VG: «Vaya que tiene amistades. ¿Quién de aquí le caerá mal como para…?»

Vegeta empezó a leer el directorio y al lado de cada nombre salía escrita alguna observación.

Fulanito Lindos ojos.

Sutanito Buen trasero.

Menganito Lindo cabello.

Perenganito Nada.

VG: «Y a mí me dice que soy raro. Clasifica a las personas de acuerdo a…» –inconscientemente comenzó a buscarse en la lista, pero no se encontró y suspiró aliviado al no estar «clasificado»–. «Bueno, a esto venía. Ahora me largo de aquí» –pensó justo en el momento en que el agua dejó de correr en el baño.

Vegeta salió de la habitación de Bulma con la agenda en la mano. Se fue a su propia habitación, aseguró la puerta, se sentó en la cama y empezó a buscar en la agenda todos los nombres que iban acompañados de un: «patético», «espantoso», «grosero», «desagradable», «fresco», etc, y empezó a hacer llamadas.

VG: Buenas noches, ¿el señor «fulanito de tal»? La señorita Bulma Briefs quiere tener una cita con usted, «tal día» a «tal hora». No se lo vaya a decir, pero está muy interesada en usted. ¿La invitará? Ajá, de acuerdo. ¿Pasa por ella? Perfecto, adiós. CLICK. «Je je je je» (risa siniestra)

Y así pasó cerca de media hora, haciéndole citas a Bulma con los peores sujetos de la ciudad, dueños de importantes compañías asociadas a la Corporación Cápsula. Debido a eso, Bulma no pudo faltar a ninguna y pasó 11 desagradables noches con personas realmente patéticas.

La onceava noche, Bulma volvió a casa con una cara de fastidio, que de haberse mirado en un espejo, lo habría trizado.

VG: ¿Cómo estuvo tu última cita?

BL: Como todas las… ¿cómo sabes que es la última? –preguntó y, en ese momento, vio que Vegeta arrojaba la agenda que ella había dado por perdida sobre el sillón de la sala. Su cara de extrañeza cambió a una de sorpresa y luego a una de enfado–. ¡¡¡TÚ!!! –gritó. Vegeta sólo rió entre dientes–. ¡¡¡Maldito idiota!!! ¿Crees que es divertido?

VG: Oh, sí –sonrió.

BL: ¡¡Te odio!! –dijo totalmente enfurecida.

VG: ¿Hubieras preferido una cita con Richard «buen trasero»?

¡¡CRASH!! –un jarrón bien esquivado.

VG: ¿O con Chris «lindos ojos»?

¡¡CRASH, CRASH, CRASH!! –tres adornos seguidos.

VG: ¿O con Johnny «cuerpo espectacular»?

¡¡CRASH por 10 elevado a x!! –un frutero con fruta, seguido de siete vasos, el teléfono, la guía telefónica y 1 paraguas.

VG: ¿O tal vez hubieras preferido a Yamcha? Hice todo lo posible, pero estaba ocupado con una tal Vicky.

Silencio.

Bulma miró con mucha rabia y dolor a Vegeta, mientras sentía su cara muy caliente. Un nudo en la garganta le impidió decir todo lo que quería. De todos modos sabía que él no lo entendería. Retrocedió en el tiempo y recordó el día que Yamcha y ella terminaron su relación de tantos años. No le dolía en sí saber que la engañaba y que era lo mejor porque ya ninguno de los dos sentía lo mismo. Lo que le dolía era sentirse tan sola.

En ese momento se encontró frente a Vegeta que la miraba como siempre. Sus ojos tan fríos e inexpresivos. Parecía que disfrutaba haciéndola sufrir. Y con lo que ella lo quería. Otra razón más por la cual sentirse miserable. Estaba segura de que si le dijera que sentía todo ese cariño por él, se reiría en su cara.

Sus ojos se llenaron de lágrimas. Se agachó a recoger su bolso. Caminó lentamente hacia la escalera, donde estaba Vegeta y al pasar por su lado dijo en un susurro apenas audible:

BL: Acabas de hacerme pedazos…


Lo que siempre soñé – Capítulo 4

Capítulo 4: «Efectos secundarios»

Fanfic: Lo que siempre soñé


9:00 AM.

VG: Mmmm –se desperezó, y al abrir los ojos vio el cielo azul a través de la ventana–. Que lindo día. Creo que hoy haré algo diferente.

Bulma estaba preparando el desayuno con su madre cuando de pronto…

VG: Buenos días señora Briefs. Hola, Bulma.

SB: Buenos días, joven y apuesto Vegeta.

BL: Hola, Vegeta… ¿Vegeta? –dijo volteándose «algo» sorprendida.

VG: ¿Pasa algo? –dijo con una ligera sonrisa y mirándola a los ojos como esperando una respuesta.

BL: N-n-no, eeeh… ¿cómo te sientes?

VG: Muy bien. No me duele nada de nada, je je je. Deben ser las pastillas para el dolor.

BL: Sí, eso debe ser. ¿Vas a entrenar hoy? –preguntó al verlo vestido con ropa común y corriente y no con su traje de entrenamiento.

VG: Creo que no. El día está demasiado agradable como para desperdiciarlo encerrándome en la cámara de gravedad. Todavía hay tiempo para entrenar, así que me tomaré una semana de vacaciones.

BL: ………. –se acercó a Vegeta y le puso una mano en la frente para comprobar su temperatura.

VG: ¿Qué pasa?

BL: ¿Te sientes bien?

VG: Muy bien, ¿y tú?

SB: Joven Vegeta, vamos a desayunar en el jardín, ¿nos acompañas?

VG: ¡Claro! ¡Encantado!

¡¡¡PAFFF!!! –Bulma se desmayó.


VG: ¡¡Yuuujuuuu!! ¡¡Bulma!! –Vegeta movía una mano frente al rostro de Bulma mientras ella abría lentamente los ojos. Estaba recostada en el sillón de la sala.

BL: ¡Ay! ¿Qué me pasó? –de pronto reaccionó y recordó el «porqué» de su sorpresa.

VG: Estábamos en la cocina y de un momento a otro te dormiste, ja ja ja ja ja –Bulma lo miró con lástima.

BL: Vegeta, ¿me dejarías ver la caja de tu remedio?

VG: Sí, ahora la traigo. No te vayas a dormir, ja ja ja.

BL: «Si no me equivoco, debe estar comportándose así por efecto del remedio»

VG: Aquí está –dijo entregándole la caja a Bulma.

BL: Veamos… me lo imaginé –dijo leyendo la composición del analgésico.

VG: ¿Qué tiene, Bulma? ¿Pasa algo malo?

BL: No, para nada –sonrió–. Sólo quería ver qué efectos secundarios producía.

VG: ¿Y?

BL: No te preocupes. Sólo te relaja.


Esa noche, después de la cena, Bulma se había ido a la sala a ver una película que era un verdadero drama. Vegeta, que no tenía nada que hacer, se puso a ver la película con ella. Nunca había visto una película, por lo menos en las condiciones que estaba ahora, en un confortable sillón, con la luz apagada y con palomitas de complemento. Sin mencionar a la mujer que estaba sentada junto a él, y que parecía sufrir tanto con lo que estaban viendo.

BL: Snif! Snif! –se secaba las lágrimas con un pañuelo, mientras la película casi terminaba.

VG: Ya, Bulma, no llores –dijo abrazándola.

Cuando la película terminó, pasaron el reparto acompañado de una linda canción. Bulma y Vegeta se miraron a los ojos un buen rato y él lentamente comenzó a acercarse a ella. Cuando estuvo a punto de besarla, Bulma se levantó del sillón, apagó el televisor y encendió la luz.

VG: ¿Qué pasa? ¿Hice algo malo? –dijo un poco extrañado con su reacción.

BL: No. Lo malo es que no sabes lo que estás haciendo.

VG: Yo creo que sí –dijo levantándose del sillón.

Después de un largo silencio, Bulma reaccionó…

BL: Buenas noches, Vegeta.

VG: …buenas noches… Bulma.


Al otro día…

BL: ¡¡Hola, Vegeta!! –silencio–. ¿No me vas a contestar?

VG: Yo sabré si te contesto o no.

BL: ???? Pero, ¿qué te pasa?

VG: A mí no me pasa nada.

BL: ¿Y por qué me hablas así?

VG: Siempre te he hablado igual.

BL: Eso no es cierto, ayer…

VG: ¿Ayer qué?

BL: ¿Vas a entrenar?

VG: No, voy a ver la telenovela. ¡¡Por supuesto que voy a entrenar!! Y en vez de estarme molestando, deberías buscar un lugar donde esconderte de los androides, porque al paso que vamos, no voy a poder transformarme en super saiyajin por tu culpa.

BL: No me culpes por tus fracasos y no te pongas el parche antes de la herida –Bulma abandonó el campo de batalla.

VG: «Qué mujer más desagradable. Hizo que me empezara a doler de nuevo. Será mejor que me tome esas cosas para ponerme a entrenar»

Al rato, Bulma trabajaba en su laboratorio, cuando un «¡¡Bu!!» de Vegeta la hizo quedar pegada al techo.

BL: ¡Idiota! Vuelve a hacer eso y no amaneces vivo –dijo amenazándolo con una llave de tuercas.

VG: Je je je, lo siento.

BL: «‘Vegeta’ y ‘Lo siento’ no van en la misma oración» ¿Te tomaste tu remedio?

VG: Sí.

BL: ¡Qué bien!


Y así siguieron los días. Cuando Vegeta se tomaba sus analgésicos para el dolor, era un encanto. Pero cuando no, volvía a ser el de siempre. Extrañamente, ninguno de los dos «Vegetas» sabía lo que hacía o decía el otro.

Ese mismo día en la noche, Bulma estaba en la cocina leyendo un libro de recetas cuando Vegeta llegó secándose el cabello con una toalla.

BL: «Se duchó. Lo que quiere decir que entrenó y que es el de siempre»

Vegeta sacó del refrigerador una fuente con cerezas y empezó a jugar. Las arrojaba al aire y las atrapaba con la boca.

BL: «Vegeta jugando con la comida… Debe haberse tomado sus analgésicos y le están empezando a hacer efecto»

Bulma trató de concentrarse en la receta que leía, pero Vegeta la distraía, así que se dedicó a observarlo. No fallaba en atrapar ninguna cereza. No se resistió más y le dijo sonriendo irónicamente:

BL: ¿Sabes Vegeta? Si pusieras una pelota en tu nariz, podrías trabajar de foca en un circo.

VG: Sólo si tuviera tus bigotes –contestó sin dejar de jugar.

BL: Tus padres no te enseñaron buenos modales, ¿verdad?

VG: No pasé mucho tiempo con ellos. Creo que nunca estuvieron conformes conmigo –dijo tirando a la basura las semillas de las cerezas que se había comido y dejando para lavar la fuente.

BL: ¿Ellos querían un hombrecito? –Vegeta miró a Bulma y su respuesta no tardó.

VG: ¿Sabes? Me da lástima tu sostén. Debe estar aburrido de llevar una vida tan vacía.

BL: Por lo menos yo las he visto –sonrió.

VG: Fin de la conversación –dijo mirándola fijamente y luego salió de la cocina.


Al rato…

A pesar de estar un poco bajo el efecto de sus analgésicos, Vegeta estaba pensando en su pasado. Repasó toda su vida y comenzó a sentir que le faltaba algo. Fue un asesino durante años y aún sentía la necesidad de oír a alguien suplicándole por su vida. Disfrutaba el dolor de otros y más aún cuando era él el causante.

Su planeta. Ese maldito de Freezer lo había destruido y a él lo había utilizado como su juguete. Le obedeció durante tantos años jurándose cada día, cada minuto que estuvo bajo sus órdenes, que lo haría pedazos algún día. Pero tampoco le fue posible. Kakarotto tomó su lugar y demostró ser más fuerte. Parecía que nada en realidad había tenido sentido en toda su vida. Se proponía metas y, cuando estaba a punto de alcanzarlas, todo se le venía abajo.

Dolía pensar en eso, pero lo reemplazaba por odio y rencor. Era la única manera de la que podía deshacerse de esos molestos sentimentalismos.

Esa mujer de bonitos ojos azules parecía entenderlo, a pesar de que no se llevaban muy bien –sonrió recordándola–. Y pensar que también estuvo a punto de matarla –sacudió la cabeza para no recordar ese momento.

Ella debe extrañar a ese idiota con el que salía. ¿Serán más resistentes los humanos al vacío?

El vacío de nuevo se hacía presente. Quería apartarlo de una vez por todas. Olvidar. Sólo olvidar y sentirse tranquilo una vez en su vida. No sentirse como…

TOC, TOC, TOC.

BL: ¿Puedo pasar?

VG: Pasa…

BL: «Genial. Ya le hicieron efecto. Así podremos hablar un rato» –pensó muy feliz. Así podría conversar con la «caja fuerte» y saber más de su vida.

Bulma entró a la habitación y la encontró a oscuras. Cuando iba a encender la luz, escuchó la voz de Vegeta desde la terraza.

VG: No enciendas la luz.

Bulma caminó lentamente hacia la ventana y lo encontró sentado en el barandal, mirando hacia las luces de la ciudad.

BL: Linda noche, ¿verdad?

VG: ¿Qué haces aquí?

BL: Hablo contigo.

VG: Sabes a lo que me refiero.

BL: Tú estás solo. Yo estoy sola. Estando juntos ya no hay soledad –rió.

VG: Hmm… –Hubo un largo silencio entre ambos.

Bulma miró el cielo y recordó cómo las esferas del dragón se separan una vez cumplido el deseo.

BL: Vegeta… si pudieras pedirle un deseo a Shen Long… ¿qué sería? –Vegeta, que había desviado su mirada de la ciudad hacia Bulma, miró el cielo.

VG: Supongo que… una nueva oportunidad… –Bulma lo miró extrañada.

BL: ¿Por qué no me mataste cuando pudiste?

VG: Por la misma razón que tienes tú al dejarme vivir en tu casa.

Ambos guardaron silencio durante unos minutos.

VG: ¿Cuánto vacío puede ser capaz de soportar un humano?

BL: ¿A qué te refieres?

VG: ¿No extrañas a Yamcha? –Bulma se estremeció ante esa pregunta.

BL: El vacío puede llenarse –respondió algo triste.

VG: ¿Y cuando no es así? –Bulma miró una de las manos de Vegeta que sostenía el barandal y, sin contenerse, la sujetó.

VG: No lo entiendes… –dijo quitando su mano muy molesto, porque había creído que ella podía entenderlo sin necesidad de que se lo dijera–. ¿Qué quieres? –dijo bajándose del barandal y entrando a la habitación.

BL: Es lo que yo te pregunto. ¿Qué es lo que tú quieres? –dijo mientras entraba a la habitación tras él.

Vegeta, que ya estaba bajo los efectos de sus analgésicos, comenzó a temblar de rabia y sus ojos se llenaron de lágrimas.

VG: Yo… sólo quiero… un poco de paz. –Su voz se quebró por las lágrimas y se volteó para que Bulma no lo viera–. Quiero dejar de sentirme como basura –murmuró.

BL: No eres basura –dijo sintiéndose muy extraña en esa situación y sin saber qué hacer.

VG: Quiero dejar de sentirme… tan solo.

Bulma se paró frente a él y trató de abrazarlo, pero Vegeta la empujó suavemente.

VG: Déjame, no quiero tu lástima.

BL: No es lástima –lo abrazó y ambos se sentaron en la cama–. Todo va a estar bien… tranquilo…

VG: Yo… no debo… –decía tratando de tranquilizarse y derramando muchas lágrimas mientras permanecía entre los brazos de Bulma.

BL: No digas nada. Te aseguro que valdrá la pena. Sólo desahógate.

Un buen rato pasó y Bulma continuaba acariciando la espalda y el cabello de Vegeta, que se había dormido en sus brazos. Se levantó de la cama y lo cubrió con las cobijas.

Se quedó mirándolo un momento y sonrió.

BL: Es probable que mañana vuelvas a ser el de siempre. Pero parte de ti ya está en paz. El resto… sólo es cuestión de tiempo…


Lo que siempre soñé – Capítulo 3

Capítulo 3: «Optimistas y cirujanos dentistas»

Fanfic: Lo que siempre soñé


Al día siguiente, Bulma y Yamcha pasaron una tarde realmente encantadora. No salieron a ninguna parte; sólo se quedaron en la Corporación viendo una película. Cuando había caído la noche, encendieron la radio y se pusieron a bailar. Sólo había canciones románticas en la emisora que tenían sintonizada y habían atenuado la luz de la sala. Luego de bailar un buen rato, se sentaron en el gran sillón blanco que estaba junto a la ventana. Bulma se abrazó a Yamcha y comenzaron a acariciarse y besarse.

Todo había sido muy especial. Bulma estaba muy feliz, pero había algo que le faltaba. Yamcha era un hombre fuerte, atractivo y ella lo quería. Después de todo, llevaban años juntos, pero…

No sabía con seguridad lo que quería, pero estaba segura que el hombre que la estaba besando en ese momento no se lo estaba dando.

Fue en ese momento cuando la mirada de Vegeta volvió a su mente. Ese hombre tan extraño que vivía en su casa y al que todavía le tenía un poco de miedo, aunque demostraba lo contrario, tenía algo. Y estaba casi segura que ese algo que irradiaba era como un imán para ella.

Mientras sus pensamientos eran ocupados por cierto saiyajin, Yamcha la besaba en el cuello y de los labios de Bulma escapó una palabra.

BL: Vegeta… –susurró abrazando a Yamcha, quien inmediatamente abrió los ojos mientras sentía primero que se le helaba la sangre y luego que le empezaba a hervir.

YM: ¿Qué dijiste?

Bulma reaccionó y notó el «pequeño» error que había cometido.

BL: Que… Vegeta puede venir. «me salvé»

YM: ¿Y?

BL: Que… tú sabes cómo es. No me gustaría que nos hiciera pasar un mal rato.

YM: Bueno, yo estoy aquí.

VG: Eso no serviría de mucho –dijo mientras caminaba lentamente a través de la sala con dirección a la cocina.

BL: ¿Ves? Te lo dije –se incorporó y quedó sentada en el sillón mientras arreglaba su cabello.

YM: Y todo porque vive aquí. Dile que se vaya y se acaba el problema. Además…

VG: Por cierto, si quieren reproducirse, podrían buscar un lugar más adecuado, ¿no creen?

YM: ¡Cierra la boca! –se levantó furioso del sillón.

VG: ¿Y quién me va a obligar? –sonrió falsamente y echando chispas por los ojos.

BL: Bueno, niños, se acabó el recreo –dijo levantándose del sillón y tomando a Yamcha de la mano para que se fuera–. Yamcha, es mejor que te vayas.

YM: ¿Qué? «Éste» nos arruina la noche, ¿y a mí me pides que me vaya?

BL: Es lo mejor –Yamcha trató de calmarse.

YM: De acuerdo –le dio un beso a Bulma–. Cuídate.

BL: Sí.

Cuando Yamcha cerró la puerta, Bulma se volteó hacia Vegeta, que bebía agua de una botella.

BL: Gracias por echarnos a perder la noche –dijo molesta y cruzando sus brazos.

VG: ¿Yo? –fingió inocencia.

BL: Lo único que no te voy a aguantar es que interfieras en mi relación con Yamcha, porque…

VG: Se acabó –dijo tranquilamente.

BL: ¿Qué cosa? –preguntó extrañada.

VG: Eso que tú llamas «Relación» –acentuó esa última palabra.

BL: ¿Ah, sí? –dijo colocando sus manos en sus caderas–. ¿Y tú cómo sabes?

VG: Pruébame –dijo mirándola a los ojos.

Bulma no dijo nada y salió de la sala.

 

Pasaron unos días en los que Bulma y Yamcha trataron de revivir algo que ya había estado agonizando desde antes que se dieran cuenta. Ya no había esa química que tenían años atrás, cuando empezaban a conocerse.

La noche estaba fría, como presagiando el frío otoño que se acercaba. Vegeta se había ido a entrenar hacía bastante tiempo, y Bulma y Yamcha estaban solos en el jardín de la Corporación Cápsula.

Yamcha pasó un brazo por la espalda de Bulma y ella apoyó su cabeza contra él. Ambos miraban el cielo estrellado, que comenzaba a cubrirse de nubes.

Luego la mirada de Bulma se posó sobre uno de los árboles de su jardín.

La brisa nocturna arrancaba sin piedad sus hojas secas, haciendo que algunas cayeran al suelo y que otras volaran lejos, perdiéndose en la oscuridad.

El momento había llegado y ella lo sabía. Ambos lo sabían.

Bulma cerró sus ojos y dijo:

BL: Se acabó, ¿verdad?

YM: Creo que sí.

Yamcha caminó hacia el árbol y se volteó hacia Bulma.

YM: ¿Recuerdas este lugar?

Bulma miró hacia donde estaba Yamcha y comenzó a recordar. Los dos dijeron al mismo tiempo:

BL y YM: Nuestro primer beso.

Yamcha se acercó a Bulma y la abrazó.

BL: Fue lindo…

YM: …muy lindo.

 

Yamcha también se fue de viaje de entrenamiento y Bulma comenzó a sentirse muy sola. Trataba de distraerse con su trabajo, pero no lo conseguía del todo. Además, no podía avanzar mucho, porque tenía la mitad del trabajo sin terminar, ya que Vegeta se había ido y no tenía idea de cuándo regresaría.

Unas cuantas semanas después, su soledad encontró cierto alivio. Vegeta regresó. Aparentemente no lo encontraba cambiado, pero sí había experimentado un cambio. Bulma no le dijo nada de su rompimiento con Yamcha, y él parecía no haber notado que ya no la visitaba.

Por lo menos eso creía ella.

Lo que sí la sorprendió, fue que Vegeta no entrenaba como antes de irse y parecía estar continuamente con dolor de cabeza.

BL: La cena está lista.

VG: Hoy no cenaré.

BL: ¿Qué?

VG: Lo que oíste.

BL: ¿Te sientes bien?

VG: Eso no te incumbe –dijo molesto mientras entraba a su habitación y Bulma lo siguió.

BL: Vegeta, tienes una mancha en la cara.

VG: ¿Dónde? –preguntó limpiándose la frente.

Bulma se acercó a él y con la mano trató de limpiar la mancha que tenía cerca de la mandíbula.

VG: ¡¡¡¡Aaaaaayyyy!!!!

BL: ¡Qué! No me digas que te dolió –preguntó irónicamente.

VG: Grrr… –No contestó, pero le saltaron las lágrimas del dolor.

BL: Ve-ve-ve-Vegeta… lo siento… no sabía que te dolía tanto… yo…

VG: ¡¡Cállate!! –Bulma dio un salto por el miedo.

BL: Grítame de nuevo y te vuelvo a tocar para que te duela.

Vegeta guardó silencio y se acercó a una mesa que había en su habitación. Se iba a sentar en la silla cuando notó que Bulma seguía allí con él.

VG: ¿Todavía estás aquí? –dijo en un tono muy desagradable.

BL: Abre la boca.

VG: ¿Qué dices?

BL: Tengo que hacer una prueba –le explicó.

VG: A mí no me vas a usar como conejillo de indias.

BL: Tal vez son tus muelas.

VG: ¿Y?

BL: Las muelas del juicio duelen cuando salen. Aunque tú estás algo crecidito como para que recién te vayan a salir.

VG: Mira quien lo dice.

BL: Abre la boca.

VG: No.

BL: A ver… dime si te duele –Bulma tocó la cara de Vegeta en los cuatro puntos donde se suponía que por dentro tenía las muelas.

Vegeta, que sujetaba el respaldo de la silla en la que se iba a sentar, lo hizo añicos al apretarlo para aguantar el dolor.

BL: ¿Te dolió?

VG: ¿Y en qué me lo notaste?

BL: Ya es muy tarde. ¿Crees poder aguantarte hasta mañana?

VG: ¿Hasta mañana? ¿Y para qué?

BL: Para tu cita con el dentista.

VG: ¿Quéeeee?

BL: Tienes que ir al dentista para que vea lo que tienes.

VG: ¿Lo que tengo? Yo no quiero ver lo que tiene él.

BL: Es probable que te estén saliendo las muelas.

VG: A mí me terminaron de salir las muelas hace años.

BL: Entonces puede que tengas caries.

VG: ……

BL: Bueno, eso lo vamos a saber mañana. Buenas noches.

A eso de las 10 de la mañana del día siguiente, Bulma fue a buscar a Vegeta a la cámara de gravedad donde solía estar a esa hora, pero no lo encontró. Así que fue a su habitación y entró sin golpear.

Vegeta estaba acostado, semicubierto con las cobijas y, al escuchar a Bulma, abrió los ojos.

VG: Creí que había que golpear la puerta antes de entrar –dijo sin moverse un centímetro.

BL: Ay, tú, ¡qué delicado! –dijo abriendo las cortinas y el ventanal.

A Vegeta le molestó el sol directo en los ojos y se tapó la cara con la almohada.

BL: ¡Levántate! Recuerda que debemos ir al dentista.

VG: Yo no voy a ir a ningún «dentista» –dijo bajo la almohada.

BL: ¿Quieres seguir sufriendo?

VG: ……

Vegeta sacó la cabeza de debajo de la almohada y se incorporó un poco en la cama observando a Bulma que estaba de pie frente a él, de brazos cruzados y mirándolo fijamente.

VG: ¿Qué tanto me estás viendo? –dijo un poco molesto.

BL: ¡Qué mal te ves cuando despiertas! –dijo despectivamente.

Una gota de sudor apareció en la cabeza de Vegeta y luego puso cara de asesino.

VG: ¿Quieres ver qué tan mal me puedo ver?

Bulma se asustó al verlo tan calmado y con esa cara, así que prefirió retirarse.

BL: No, no, ya me voy. Date prisa, que no quiero llegar tarde.

VG: ¡¡Espera!!

En ese momento Bulma temió por su vida.

BL: ¿Q-qué pasa?

VG: Es lo que te pregunto yo. ¿Por qué te vestiste así?

Bulma vestía unos jeans muy ajustados al cuerpo y un chaleco que permitía apreciar su silueta.

BL: ¿Así cómo?

VG: Estás vestida –dijo irónicamente.

BL: Pasaré por alto ese comentario, sólo porque estoy de muy buen humor. La verdad es que el dentista al que vamos a ir es un hombre muy apuesto y oí decir que le gustan las chicas que usan pantalones –dijo imaginándose al dentista y sonrojándose.

VG: ¿O sea que le vas a ir a mostrar tus pantalones? –Bulma salió de su encantamiento.

BL: ¡Ay, Vegeta! No tienes sentido del romanticismo. Bueno, de qué me extraño. Mejor levántate luego y date prisa –Bulma salió de la habitación y Vegeta se quedó mirando la puerta.

VG: Romanti-¿qué?

Una hora después, los dos iban entrando a la consulta del dentista.

BL: Vegeta, cambia la cara.

VG: No tengo otra. «Además, ni siquiera debería estar aquí»

BL: Si el dentista te ve, se va a asustar.

VG: Eso me agrada –sonrió y Bulma sólo miró el cielo con una expresión de «¡Ay, Kamisama!»

BL: Aquí es. Voy a hacer unas consultas y enseguida vuelvo.

Bulma se dirigió a la recepcionista y le hizo las preguntas pertinentes. Vegeta sentía que la cabeza le iba a explotar. Cada pequeño sonido que escuchaba era como una gran bomba que explotaba en sus oídos y el dolor se concentraba aparentemente en sus muelas. Cerró los ojos tratando de no escuchar nada a su alrededor.

BL: Tenemos que esperar que…

VG: Sssshhhhh… –hizo un gesto de disgusto y se tapó los oídos–. ¿No puedes hablar más bajo?

BL: Tenemos que esperar que te llamen –dijo en una voz apenas audible.

VG: ¿Qué?

BL: ¿No querías que hablara más bajo?

VG: Ssshhh, no importa, déjalo así. Sólo cállate.

BL: Grosero. –Le hizo un desprecio y se sentó en una de las sillas de la sala de espera.

Vegeta permaneció de pie, apoyado en una de las paredes. Bulma sacó un espejo de su bolso y se estaba poniendo un poco más de lápiz labial cuando pasó al lado de ella su dentista.

BL: ¡Hola, doctor Carter!

Dr: Bulma, ¡hola! –Vegeta abrió los ojos y observó. Bulma se puso de pie y le dio la mano al doctor–. ¿Viniste a controlar tus dientes?

BL: No, un amigo tiene un dolor de muelas y quisiera que Ud. lo atendiera.

Dr: Me encantaría, pero debo ir al hospital porque está a punto de nacer mi hijo.

BL: ¡Ah! No sabía que se había casado.

Dr: Pues sí, y como ves, voy a ser papá. Hace más de un año que no te veía.

BL: He estado ocupada.

Dr: Sí, el trabajo puede llegar a esclavizar. Ahora te dejo. Cuídate.

BL: Sí, y muchas felicidades, Dr. –Bulma volvió a sentarse en la silla.

VG: ¿No le gustaron tus pantalones?

BL: Por lo menos yo me veo bien con lo que me ponga, en cambio tú, dejas bastante que desear.

VG: Mmmm.

En ese momento, una de las puertas de la consulta se abrió y una enfermera llamó a Vegeta.

EN: ¿Sr. Vegeta? –dijo mirando en todas direcciones. Vegeta se acercó a ella–. Pase, por favor.

Vegeta entró y la puerta se cerró.

BL: Sólo espero que no cause ningún desastre…

Dos horas después, Vegeta salió de la consulta como si nada hubiera pasado y con un papel en la mano.

BL: ¿Cómo te fue? –Vegeta la miró de reojo y siguió caminando sin contestarle nada–. Oye, vuelve aquí. ¡Rayos! –Bulma se acercó a la doctora y le preguntó a ella–. Doctora, ¿qué tenía?

Dra: Aparentemente no tenía nada. Todas sus piezas dentales están en perfecto estado, pero como tenía esas molestias, le extrajimos los terceros molares.

BL: ¿Sí? ¿Y cómo reaccionó?

Dra: ¿A qué se refiere?

BL: No, a nada, olvídelo. Pero, ¿y no le recetó nada para el dolor?

Dra: Sí, le di la receta a él.

BL: ¿Podría darme una copia?

Dra: ????

BL: Estoy segura que la va a perder –dijo sonriendo–. «Ese Vegeta nunca me diría que le duele algo ni que le compre los remedios. Y mucho menos los compraría él«. Muchas gracias, doctora.

Dra: Le sacamos unas radiografías para comprobar qué es lo que le causaba el dolor. Bueno, eso ya se lo expliqué a él. Lo llamaremos por cualquier cosa.

BL: Gracias. Hasta luego.

Bulma, que había pasado por la farmacia para despachar la receta y luego al centro comercial para comprarse cualquier cosa bonita, llegó casi a la hora de la cena a la Corporación.

BL: Hola, mamá.

SB: Hola, Bulma, qué bueno que llegaste. Pensé que no vendrías a cenar –dijo con una gran sonrisa.

BL: Pasé a comprar unas cosas y se me pasó la hora. ¿Y Vegeta?

SB: ¿El joven Vegeta? No lo he visto. Bulma, ¿quieres probar unos pastelillos que compré?

BL: Tal vez más tarde, mamá –dijo subiendo la escalera.

En el 2° piso…

TOC, TOC, TOC

BL: ¿Vegeta? ¿Puedo pasar?

Silencio.

La habitación estaba a oscuras. Bulma encendió la luz y no encontró a Vegeta. Se acercó a la ventana por si estaba en la terraza, pero tampoco lo encontró allí, así que decidió cerrar porque estaba empezando a hacer frío. Primero pensó en esperar que llegara para darle el remedio, pero como salir de compras la agotaba, prefirió dejarle una nota e irse a dormir. La dejó sobre la cama junto con el remedio.

Muy tarde (o muy temprano) llegó Vegeta. El efecto de la anestesia se le había pasado y había empezado a sentir un intenso dolor. Entró a su habitación y al recostarse en la cama sintió algo bajo él. Encendió la luz de la mesa de noche y se encontró con la nota y la caja.

VG: Si te duele o te sientes mal, tómate dos pastillas –leyó–. Humanos… Siempre preocupándose.

Se levantó y fue al baño donde se tomó dos pastillas, se dio una ducha y luego se acostó.


Lo que siempre soñé – Capítulo 2

Capítulo 2: «El Socio»

Fanfic: Lo que siempre soñé


 

El experimento había funcionado; la producción estaba en su mejor momento al igual que las ventas. Bulma estaba feliz por el éxito que había tenido su invento, pero seguía necesitando la ayuda de Vegeta en ciertas oportunidades, así que durante los siguientes días, Bulma no lo dejaba en paz pidiéndole que le ayudara a resolver algunos problemas. En el tiempo que pasaban juntos, Bulma había empezado a acostumbrarse a ciertas actitudes de Vegeta. Ya no le tenía tanto miedo y le había tomado cariño.

Él por su parte, sabía que todas las noches después que terminaba su entrenamiento, Bulma, que lo esperaba hasta muy tarde, le pedía que la ayudara con las ecuaciones que para él eran «tan simples». A él no le molestaba mucho, al contrario, le había empezado a agradar su compañía. Pero esa noche estaba muy cansado y no tenía ganas de estarle explicando nada, así que trató de escabullirse hasta su habitación sin que lo viera ni lo escuchara. Ya iba entrando cuando escuchó…

BL: Vegeta.

VG: ¡Rayos! –murmuró.

BL: ¿Ya terminaste tu entrenamiento?

VG: Sí –suspiró y se dirigió a la habitación de Bulma.

Ambos se sentaron frente a una pequeña mesita que había en la habitación y empezaron a trabajar. Todo iba relativamente bien.

VG: No, no, no y no. Por diez millonésima vez te repito que el valor de n es positivo, no negativo. Y aquí el resultado es 4508.

BL: De acuerdo, no te enojes.

¡RIIIIIING!

BL: Déjame contestar –Bulma se levantó y contestó el teléfono de su mesita de noche–. ¿Hola? Yamcha, ¿cómo estás? –dijo hablando en un tono demasiado cariñoso.

VG: ¡Genial! Tengo para dos horas –dijo apoyándose en el respaldo de la silla.

BL: Sí, yo también te quiero.

VG: «Yo también te quiero» –le imitó.

BL: No lo sé, mañana podríamos quedarnos aquí. He estado trabajando mucho y estoy cansada.

YM: ¿Y ahora qué estás haciendo?

BL: Estoy en mi cuarto tratando de avanzar un poco con el nuevo proyecto y…

VG: ¡Oye! No tengo toda la noche para estarte esperando, así que date prisa!

YM: ¿Vegeta está contigo?

BL: Eeeeh, sí.

YM: Pero me dijiste que estabas en tu cuarto trabajando.

BL: Y es cierto, yo…

YM: Era todo lo que quería saber.

CLICK!

BL: ¿Yamcha? ¿Yamcha? ¡Rayos! –dijo colgando el teléfono–. muchas gracias, Vegeta. ¿Vegeta? ¡Qué diablos pasa con los hombres! ¿No pueden terminar una conversación como gente civilizada?

Al día siguiente, Yamcha fue a la Corporación a ver a Bulma, y luego que ella le dijo que Vegeta sólo le había ido a pedir que reparara algo de la cámara de gravedad (no sabía si decirle la verdad), se quedaron en el jardín disfrutando de la fresca tarde de verano.

YM: Se te nota en los ojos que estás contenta.

BL: Sí. Hacía mucho tiempo que estaba trabajando en ese invento y afortunadamente todo salió bien.

YM: Eso es porque eres muy inteligente –Bulma guardó silencio un momento.

BL: Yamcha… ¿qué dirías si te dijera que… Vegeta me ayudó? –Yamcha frunció el ceño y la miró fijamente.

YM: ¿Vegeta?… ja ja ja ja ja ja.

BL: ¿De qué te estás riendo? –preguntó un poco molesta.

YM: Por favor Bulma, ja ja ja ja, ¿de dónde sacaste eso?

BL: De ninguna parte, es la verdad.

YM: ¿La verdad? Ja ja ja ja, ¿me estás queriendo decir que el asesino ése te ayudó con tu invento? ¡¡Por favor!! Ja ja ja ja.

BL: ¡¡Deja de reírte como idiota!!

YM: ¿Sabes? Creo que estás pasando demasiado tiempo con él.

BL: ¡Será más agradable que tú!

YM: ¿Qué dices? –dijo poniéndose muy serio. Bulma se cruzó de brazos y miró hacia otro lado–. Te gusta, ¿verdad? –Bulma se volteó a mirar a Yamcha–. ¿Desde cuándo?

BL: ¡Por favor, Yamcha! Me estás provocando un dolor de cabeza.

YM: ¡¡Lo que me faltaba!! Que mi novia me engañe con un maldito asesino.

BL: ¡¡Cierra la boca!! Yo no te engaño con… –no continuó con lo que iba a decir y se sonrojó.

YM: ¡Eso es, dilo!

BL: Baja la voz.

YM: No, esto se acabó.

BL: ¿Con qué moral me dices que te engaño?

YM: Si tanto te gusta Vegeta, quédate con él.

BL: Cállate, te va a oír.

YM: No me interesa.

En ese momento, Vegeta salió de la Cámara de Gravedad y observó la escena. Había escuchado toda la conversación sin darle demasiada importancia. Yamcha y Bulma lo miraron y ella enrojeció como un tomate. Vegeta sólo empezó a caminar con dirección a la casa.

YM: ¡Vamos, Bulma, díselo!

BL: Yamcha, por favor –dijo empezando a desesperarse, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

Vegeta no prestó atención a ninguna de las palabras de Yamcha y siguió caminando hacia la casa.

YM: ¡Dile que estás enamorada de él! –Vegeta se detuvo, pero no volteó.

BL: ¡¡Ya fue suficiente, lárgate de mi casa!!

YM: Perfecto –dijo muy molesto y se elevó en el cielo para luego desaparecer.

Bulma apoyó las manos en la mesa y bajó la cabeza tratando de tranquilizarse.

VG: Entra a la casa. Está empezando a hacer frío –dijo sin voltear.

Bulma levantó la cabeza y lo observó entrar por la puerta.

BL: Bueno… no es la primera vez que Yamcha me dice lo mismo. Dios, ¡qué vergüenza!

Cuando se logró tranquilizar, entró a la casa dispuesta a cenar. Se dirigió a la cocina y ahí se encontró con Vegeta, que estaba terminando la cena de toda la familia. Ambos se miraron y no dijeron nada. Bulma abrió el refrigerador y lo único que encontró fue un gran eco. Tenía mucha hambre y Vegeta había acabado con todo.

BL: Vegeta, ¿hace cuánto tiempo vives aquí?

VG: No lo sé –dijo pensativo–. ¿Seis meses?

BL: 5 meses, 3 semanas y 2 días.

VG: Vaya que llevas bien la cuenta.

BL: Olvida eso. El punto es que yo te he dado hospedaje, medios de entrenamiento, dinero, «comida», etc. ¿Y qué he recibido a cambio? Gritos, insultos, fastidios, preocupaciones y un refrigerador vacío cada vez que se me antoja comer algo!!! –fue levantando la voz de a poco hasta terminar lo último gritando.

VG: ¿Eres hipoglucémica?

BL: ¿Me equivoco?

VG: Sólo en lo de las preocupaciones. Eso te lo has buscado sola.

BL: ¡¡¡Pero tú eres el causante!!! Mira… te propongo un trato.

VG: ¿Qué clase de trato?

BL: A ti te molesta que te haga preguntas en cuanto a mis experimentos.

VG: Retrasas mi entrenamiento. Y cuando te explico algo, nunca entiendes a la primera.

BL: El trato es el siguiente: nos dividiremos el trabajo.

VG: ¿Qué?

BL: Serás mi «socio», por así decirlo. –Vegeta la miraba pensativo–. Tendrás una cuenta en el banco para no tener que estarte dando dinero, seguirás viviendo aquí con las mismas comodidades de siempre y podrás seguir con tu entrenamiento. Sólo tendrás que resolver algunos problemas que te entregaré. No te tomará mucho tiempo y no será para siempre.

VG: ¿Y cuál va a ser tu parte?

BL: No te molestaré más con mis preguntas y te seguiré soportando. Así no tendremos que pasar más tiempo juntos y Yamcha no se molestará conmigo. –Vegeta lo pensó durante unos momentos y finalmente respondió:

VG: De acuerdo, acepto el trato.

BL: Muy bien.

VG: ¡Ah! Una cosa: esto quedará entre tú y yo.

BL: Correcto, nadie lo sabrá.

Bulma salió de la cocina y volvió al jardín. Se quedó sentada en una de las sillas, mirando el cielo azul oscuro y tratando de poner en orden algunos pensamientos.

BL: ¿Qué me está pasando? –dijo molesta–. Deben ser sólo tonterías. No puedo mirarlo a los ojos porque me empiezo a poner nerviosa. Odio que me haga sentir así. Tal vez Yamcha tenga razón y…

Aunque hacía frío, Bulma no entró a la casa y se durmió sentada en la silla. Aún no era muy tarde cuando Vegeta la encontró en el jardín. Se acercó lentamente a la mesa sin hacer ruido y le dijo:

VG: Te vas a enfermar si te quedas aquí.

Bulma no contestó nada, parecía estar profundamente dormida. Vegeta la remeció suavemente, pero no despertaba. Su mano estaba en contacto con su cabello. Hacía poco tiempo, tal vez dos semanas, que había cambiado de peinado nuevamente. Ahora tenía el cabello liso y llegaba hasta sus hombros. A pesar de llevar sus guantes, Vegeta pudo notar que era muy suave. Apartó unos cabellos que caían sobre su rostro y se quedó observándola.

VG: «En realidad es… bonita» –pensó unos instantes.

Lentamente comenzó a acariciarle el rostro, delineando suavemente sus facciones. En ese momento, la escuchó murmurar.

BL: Yamcha…

Vegeta volvió a la realidad. Sintió una enorme rabia dentro de él y se dirigió a la casa. Cuando iba llegando a la puerta, Bulma terminó la frase.

BL: …yo amo a Vegeta.

Pero Vegeta no la escuchó y dio un gran portazo que la despertó.

BL: ¿Mmm? ¿Qué pasó? ¡Uy! Qué frío, será mejor que entre a la casa –dijo mirando en su reloj qué hora era.

Cuando estuvo dentro, se sentó en la sala a ver un poco de televisión. Cuando pasaba de las 10 de la noche tocaron el timbre. Bulma fue a abrir y se encontró frente a frente con Yamcha.

BL: ¿Qué estás haciendo aquí? –dijo frunciendo el ceño y con las manos en las caderas.

YM: Vine a disculparme.

BL: Ahora no, Yamcha, tengo sueño –trató de cerrar la puerta, pero Yamcha lo impidió.

YM: Por favor, Bulma, déjame explicarte –Bulma lo pensó unos momentos y luego accedió.

BL: De acuerdo, pasa.

Yamcha se estuvo disculpando con Bulma durante un buen rato y toda la escena estaba siendo presenciada, sin que ellos se dieran cuenta, por un par de fríos ojos negros.

YM: Bulma, en verdad lo siento mucho.

BL: Lo sé, Yamcha. Lo que me molesta es que no puedes controlar lo que dices. Hace unas horas me hiciste pasar una tremenda vergüenza frente a Vegeta.

YM: Sé que estuvo mal, pero me molesta que pases más tiempo con él que conmigo.

BL: Eso no es cierto, yo no… mmm…

De pronto Bulma se encontró entre los brazos de Yamcha y se dio cuenta que había sido callada con un beso. Al principio se resistió, pero momentos después ella también lo abrazó y le devolvió el beso.

El dueño de los ojos negros apretó con fuerza los puños y los dientes y prefirió no seguir observando más.

Lo que siempre soñé – Capítulo 1

Capítulo 1: «El valor de X, o el valor de Y»

Fanfic: Lo que siempre soñé

Nos encontramos en la Corporación Cápsula. Hace bastante tiempo que Trunks del futuro volvió a su línea temporal, luego de haber advertido a Gokú y sus amigos la amenaza de los androides que dentro de poco se volvería realidad.

Todos seguían concentrados en sus respectivos entrenamientos. Gokú, Picoro y Gohan entrenaban juntos; Ten chin han y Chaoz en las montañas; Krillin en Kame House y Yamcha y Vegeta en casa de Bulma.

Una de esas noches, en las que Yamcha había tenido «cosas» que hacer, Bulma estaba en su laboratorio después de una semana realmente pesada.

BL: ¡Rayos! ¿Qué es lo que me está pasando? Llevo días tratando de resolver este problema y no consigo nada. Por más que repaso el procedimiento, no encuentro el error.

Bulma había estado trabajando en un nuevo tipo de radio, pero no había adelantado mucho su trabajo debido a que Vegeta había hecho explotar la cámara de gravedad, y ella, aparte de cuidar de él, que había salido muy lastimado de aquella explosión, había tenido que ayudarle a su padre a repararla.

Pero a pesar de que todo había vuelto a la normalidad, no podía concentrarse adecuadamente en su trabajo, porque seguía pensando en Vegeta, que en cualquier momento podía hacer volar su casa, y aparte de eso estaba muy cansada. Había una ecuación que estaba impidiendo que pusiera en funcionamiento la radio. Era cierto que podía pedirle ayuda a su padre, pero quería hacerlo sola.

BL: Por lo menos la cámara de gravedad está lista y ese pesado de Vegeta no va a andar molestando para que se la repare –dijo un poco enfadada, pero luego cambió el tono de su voz–. Sólo espero que no se vuelva a hacer daño con ese entrenamiento… –Se levantó cansadamente de la silla y salió del laboratorio.

Pero como Vegeta no es de las personas que se guían por el sentido común, esa noche volvió a lastimarse. Estaba haciendo su típico entrenamiento, pero cometió un pequeño error: creer que podía pasar fácilmente de 200 a 300 G.

Obviamente el cambio fue demasiado brusco y no lo soportó. Cayó de bruces al suelo y no alcanzó a apoyar las manos para amortiguar el golpe. Se hizo un corte en la frente y comenzó a sangrar.

El golpe lo hizo desistir por ese día y apagó el control principal de la cámara.

Luego de eso, en vez de ir a darse una ducha como hacía todos los días, se dirigió a la cocina para comer todo lo que no había comido en el día. Al pensar en la comida, se olvidó completamente de que estaba sangrando.

Al entrar en la cocina se encontró con Bulma. Ella lo escuchó, pero no lo miró y siguió preparándose un café.

BL: ¡Sigues vivo! ¡Vaya que eres resistente!

VG: ¡Humm! ¿No deberías dormir? Si sigues trasnochando y consumiendo tanta cafeína vas a envejecer más rápido y te vas a poner más fea todavía.

BL: ¿Y eso a ti qué te importa? –dijo volteándose hacia él muy molesta.

Fue en ese momento cuando Vegeta cerró el refrigerador y se volteó hacia ella. Bulma se sorprendió al verle la cara y el cuello llenos de sangre.

BL: ¡Dios mío! ¿Qué te pasó? –dijo mientras tomaba un paño que había en la cocina y se lo colocaba en la frente para detener la hemorragia.

VG: ¡Ya déjame! –dijo empezando a molestarse.

BL: Siéntate y no te muevas.

VG: ¡Quítame las manos de encima! –gritó apartándola con un leve empujón.

BL: ¡No me toques!

VG: ¿Quién demonios quiere tocarte?

BL: ¿Cómo puedes ser tan desagradable?

VG: ¡¡Cállate!!

BL: No me callo porque esta es mi casa te guste o no y tú vives aquí gracias a mí, así que merezco un mínimo de respeto.

VG: ¿Respeto? ¡Ja! No me hagas reír.

BL: ¿Por qué te molesta tanto que me preocupe por ti?

VG: Por mí no tienes que preocuparte. Mejor preocúpate por ese insecto con el que andas, porque ya se te están haciendo demasiado notorios los cuernos.

Bulma quedó muy sorprendida ante ese comentario. Ella sabía que Yamcha había estado saliendo con alguien más. No era necesario que nadie se lo dijera, ella no era tonta. Pero que se lo dijera Vegeta le hizo hervir la sangre.

BL: ¿Sabes? ¡Muérete en esa maldita cámara de gravedad! Me da igual. Eres… –no terminó lo que iba a decir y salió de la cocina totalmente enfurecida.

VG: Humanos…

Un rato después, Vegeta iba pasando por afuera del laboratorio de Bulma. Ya se había dado un baño y se había curado la herida de su frente. Justo en ese momento sintió un fuerte golpe y luego unos gritos.

BL: ¡¡Ya me tiene harta!! ¡¿Maldita radio, hasta cuándo piensas funcionaaaar?! –otro golpe.

VG: «Actúa como si fuera… una mujer saiyajin» –pensó sonriendo, pero luego se corrigió–: ¡Naa! Los humanos son muy inferiores.

Vegeta vio que la puerta del laboratorio estaba entreabierta y se asomó. Vio a Bulma frente a una gran pizarra blanca, tratando de resolver una enooorme ecuación. Luego que la terminó, empezó a ingresar unos valores en la computadora. Intentó de nuevo hacer funcionar la radio, pero en la pantalla de la computadora apareció «ERROR».

BL: ¡¡¡Grrrr!!! –Estaba roja de rabia y a punto de estallar, pero se contuvo–. ¡Me rindo! ¡Que todo se vaya al diablo! ¡No puedo hacerlo! –se dejó caer en una silla.

Vegeta aún estaba observándola desde afuera. Dirigió su mirada a la pizarra y descubrió qué es lo que ella estaba haciendo mal. Todavía recordaba que cuando era pequeño y le dieron toda la educación de un príncipe (o sea, de todo un poco) los habitantes de otro planeta que prestaban sus servicios como científicos en Vejitasei, le habían enseñado un método sumamente fácil para resolver un tipo de ecuaciones y que simplificaba bastante el trabajo. La ecuación que trataba de resolver Bulma era una de ellas.

Vegeta se resistía a entrar y «ayudarle» a resolver el problema, pero no podía soportar ver que algo estaba mal hecho, así que entró.

VG: No lo estás haciendo bien… –dijo con su tono de voz común.

BL: Vaya vaya, ¡a quién tenemos aquí! –dijo girándose hacia él en la silla–. Ten cuidado, no te acerques demasiado o te puedo lastimar con mis cuernos –Trató de ser lo más irónica posible.

Vegeta la miró de reojo y se acercó a la pizarra.

BL: Y según tus neuronas, pero qué digo, si debes tener una sola… y atrofiada. ¿Qué es lo que está mal en mis cálculos?

VG: Bueno… empezando por la aplicación de la fórmula…

Bulma lo vio muy concentrado en la ecuación y fue entonces cuando ella tomó uno de los plumones y le dijo mientras se lo arrojaba.

BL: De acuerdo, haz algo por la vida.

Vegeta le sonrió y destapando el plumón volvió a su típica expresión.

VG: Que conste que no lo hago por ayudarte.

BL: Eso lo sé.

Sin intercambiar más palabras, Vegeta se colocó frente a la pizarra y comenzó a resolver la ecuación. Alrededor de 5 minutos después, terminó.

VG: Bueno, ya terminé.

Bulma se levantó de la silla y caminó hacia la computadora.

BL: Muy bien, dame los valores.

Vegeta le dictó todos los resultados obtenidos mediante la fórmula mientras Bulma los escribía en la computadora. Cuando estuvieron listos, trató de poner en funcionamiento la radio y ¡Bingo! Esta vez sí funcionó.

BL: ¡Funciona! ¡Funciona! ¡Funciona! –repetía muy feliz y moviendo los brazos de un lado a otro nerviosamente hasta que se encontró con Vegeta que la estaba mirando y no precisamente con una sonrisa en su rostro.

VG: ¿Ya terminaste de hacer tu espectáculo patético?

Bulma se paró en seco y le dijo con una gran sonrisa:

BL: Muchas gracias… Vegeta.

VG: Ya te lo dije, no lo hice por ayudarte.

BL: ¿Te puedo pedir un favor?

VG: ……

BL: Explícame cómo lo hiciste, ¿sí? –dijo en tono de niña buena y guiñándole un ojo.

Después de unos momentos, Vegeta habló:

VG: Eres muy torpe.

BL: ????

VG: Para empezar, en la fórmula te pedían el valor de X, así que no tenías para qué incluir el valor de Y. En segundo lugar, el valor de n es positivo, no negativo. En tercer lugar no integraste bien el valor de X que iba elevado a 3 y te quedaba con exponente 4, y por último, no sé de dónde sacaste que la resistencia era 0.

Bulma estaba impresionada. Ella estuvo días tratando de resolver la ecuación y a Vegeta sólo le había tomado 5 minutos.

BL: Yo… yo… estoy sorprendida. Nunca pensé que supieras hacer este tipo de cosas.

VG: Para que veas que tengo más de una neurona –dijo arrojándole de vuelta el plumón.

Sus miradas se cruzaron unos momentos. Bulma se sonrojó ante su mirada fría y penetrante, y esquivó sus ojos.

Vegeta iba a decir algo, pero no lo hizo, así que, pasando por al lado de ella, salió del laboratorio.