La Madre de Gokuh

por Nary


La bella mujer miraba a través del cristal la terrible tormenta que afuera se desataba. La lluvia caía abundante y los rayos iluminaban la noche como si fuera de día; un trueno muy fuerte se escuchó a lo lejos. Ese ruido le era muy familiar, era muy parecido al ruido de pelea, y mientras se recargaba en el frío y áspero muro, su mente se transportó a los hechos acontecidos meses atrás.

Era un día muy común en el planeta Vegita. Ella se colocaba sobre la ropa la fuerte pero ligera armadura. Al terminar, su cola se enredó inmediatamente en su breve cintura mientras que se colocaba el scouter en la cabeza y, después de aplastar unos pequeños botones, quedó satisfecha al ver que funcionaba a la perfección. Una mano le golpeó la espalda y alguien le dijo:

–¡Yanira! Es hora de irnos. En 15 minutos parte la nave hacia Mer-15. No te querrás perder la diversión.

–Por supuesto que no. ¡Vámonos! –contestó ella.

Yanira corrió ágilmente tras la joven que la había llamado. Tenía 3 años que trabajaba para Frezzer y era lo mejor que le había pasado. Había entrenado mucho para poder controlar su poder y sacarlo al máximo; aún recordaba la cara de varios jóvenes aspirantes a las filas de Frezzer cuando ella los superó en las pruebas; se había ganado su odio y eso era un gran orgullo. Trepó a la nave de un solo salto, era un trabajo redituable y excitante. Matar a seres debiluchos la llenaba de emoción. Además, los festejos después de las conquistas eran divertidos. Tomó su lugar junto a Kib. Ambas chicas se miraron con la cara llena de emoción. Su adrenalina subía rápidamente. De pronto se escuchó la voz del líder de la invasión, pero no era la de Rack; ante todos se presentó otro sayayin mucho más alto, de una figura por demás atlética, de rostro fuerte y de cabello alborotado.

–¡Escuchen todos! Soy Bardock. Voy a dirigir la invasión y espero que estén alertas. Los habitantes del planeta Mer-15 no son fuertes, pero sí muy veloces y el gran Frezzer no quiere que el planeta sufra daños porque vale mucho, así es que vamos a acabar con esos gusanos lo más pronto posible.

Mientras Bardock daba las instrucciones, Yanira no le quitaba la vista de encima. De veras que era guapo, su atractivo iba más allá de lo físico. Con gran disimulo determino su nivel de pelea… ¡vaya, y también era muy fuerte! Miró de reojo a Kib, su compañera también lo observaba con interés. Claro, el hombre llamaría la atención de cualquier mujer con ojos en la cara.

Bardock se encaminó por el pasillo de la nave hasta el fondo, donde ellas se encontraban. Las miró de arriba abajo de manera indiferente. –Espero que ustedes dos no vayan a cometer estupideces –les dijo con tono irónico. Los otros sayayines soltaron la carcajada. Siempre era lo mismo en todas las misiones: nunca faltaba la burla de algún «macho tonto». Yanira odiaba eso, siempre las hacían sentir inferiores a pesar de que ella y Kib eran más fuertes y astutas que muchos de sus compañeros.

El viaje se inició rumbo al pacífico planeta Mer-15. Ese tranquilo planeta pronto se convertiría en la imagen misma de la muerte. En cuanto llegaron, Bardock creó la luna artificial y todos la miraron para comenzar la transformación. Casi al instante, ocho gigantescos oozharus comenzaron la destrucción de manera fría y cruel. Arrasaban todo a su paso, y aunque los habitantes trataron en vano de defenderse, la balanza comenzó a inclinarse a favor de los invasores. Después de cuatro horas de lucha y destrucción, no quedaba ninguna forma de vida en el planeta. La transformación terminó y los ocho sayayines «descansaban» alrededor de una improvisada fogata que se encontraba dentro de uno de los pocos edificios que estaban aún de pie, de manera irónica dentro del almacén de armas de los habitantes de Mer-15.

–¡Ja-ja-ja, realizamos la conquista en tiempo récord!

–Claro, somos los mejores.

–Por supuesto. Somos la raza más fuerte del universo.

–Es hora de festejar.

Yanira y Kib estaban calladas; cuando los «machos tontos» empezaban a decir esas cosas, no había quien los callara. Además, para ellas era más divertido festejar en el bar del planeta Vegita. Bardock también guardaba silencio y de forma disimulada observaba a Yanira. Su belleza lo había impactado desde que habían despegado del planeta Vegita. Tenía tiempo de no haber visto a una hembra tan hermosa y sensual… no desde aquella de la cual no recordaba su nombre y que le había dado a su hijo Raditz, pero ya hacía tiempo que ella había muerto. Su vista se posó en la blanca pierna de la Yanira y su mirada seguía la línea de su figura hasta que la pierna se cubría por el corto pantaloncillo. Además de su belleza, esta mujer tenía algo diferente; su mirada era desafiante y ese gesto rudo que tenía contrastaba con las líneas delicadas de su rostro, y lo que más llamaba su atención era su largo y lacio cabello que no era muy común entre mujeres de su raza.

Ella también lo observaba. Su atlética figura y su actitud habían llamado mucho su atención desde que lo había visto en la nave.

De pronto, uno de los sayayin, Sark, tomó a Kib de un brazo y la jaló hacia él –¡Ven acá, preciosa! –Le dijo de manera burda. La chica reaccionó de forma inmediata tratando de zafarse de la manaza, pero ésta le apretaba el brazo con una fuerza tal que le era imposible soltarse. Yanira, al ver que ninguno reaccionaba, se dispuso a defender a su amiga: se levantó como un resorte y se colocó en posición de pelea.

–¡Suéltala, cerdo! –le dijo lanzándose en contra del tipo y mirándolo desafiante.

Por supuesto, el sayayin aceptó el reto de inmediato y, aventando a Kib hacia un lado, esperó pacientemente el ataque de la enfurecida chica. Yanira levantó el puño y, reuniendo toda su fuerza en éste, se dirigió a la cara del sayayin, pero él esquivó el ataque y la empujó con fuerza. Ella salió disparada hacia un muro, el cual de inmediato se desplomó a causa del fuerte impacto. La chica se levantó y volvió a atacar al tipo con una velocidad tremenda, logrando que su puño se estrellara en la boca del sayayin, provocándole que ésta se llenara de sangre y que además se le aflojaran un par de dientes. Yanira sonrió al ver cómo Sark se enfurecía al ver la sangre, que abundante salía de su boca.

Mientras tanto, los otros sayayins miraban divertidos la pelea y animaban, por supuesto, a Sark… mientras Bardock se limitaba a mirar los ágiles movimientos de la muchacha con una leve sonrisa dibujada en sus labios. «Ella sabe pelear muy bien», pensó mientras observaba cómo la chica reanudaba el ataque aún con más fuerza y con más velocidad.

La pelea continuaba, pero era claro que la sayayin era mejor que Sark, pues ella esquivaba todos sus ataques y atinaba muy bien los suyos. Con fuerza, ambos se lanzaban rayos de energía. En poco tiempo la ropa de ambos estaba rota y comenzaban a respirar agitadamente, hasta que Yanira, harta de la pelea, decidió terminarla de una vez y dirigiéndose a Sark (el cual ya se encontraba muy débil) le propinó una fuerte patada en el estómago, luego un golpe en la mandíbula que lo hizo salir disparado hacia arriba; ella saltó rápidamente y juntando ambas manos en un puño le golpeó la espalda y el sayayin fue a caer cerca de un conjunto de cadáveres de los habitantes del planeta.

Los demás comenzaron a reír y a burlarse de Sark, mientras Yanira se acercaba con paso seguro al pequeño grupo, pero Sark no estaba inconsciente y al escuchar las burlas de sus compañeros por haber sido vencido por una mujer, reunió la poca fuerza que le quedaba y tomó una de las armas que estaba cerca de un cadáver, e incorporándose un poco apuntó hacia la cabeza de Yanira y, sin dudarlo, disparó. Un rayo de color azul claro salió del arma en dirección de la chica, que no se había percatado de eso por estar mirando fijamente a los ojos de Bardock. De pronto, ella sintió cómo algo golpeaba su sien, todo se nubló a su alrededor y cayó pesadamente al suelo.

Todo pasó muy rápido, y Bardock, al ver esto, corrió donde había caído Yanira y se inclinó sobre ella. Su bello rostro estaba cubierto de sangre, que salía abundante de una pequeña herida de su cabeza. No era grave, pero si seguía perdiendo sangre era seguro que moriría. Volteó hacia donde estaba Sark y, juntando una bola de energía en la mano, se la lanzó –¡Eres un idiota!, ¡Vete al infierno! –le dijo. Después cortó unas tiras del traje de Yanira y las amarró fuertemente a su cabeza. Ella abrió lentamente los ojos y a través de su sangre vio cómo una mirada de preocupación se percibía en los ojos de él; lo último que advirtió ella antes de perder el conocimiento fue que Bardock la tomaba en sus brazos.

Despertó dos días después, en la cámara de recuperación. Su mano se dirigió de inmediato hacia su cabeza; ya no había herida. En su lugar, sólo quedaba una pequeña cicatriz. De pronto, Kib entró.

–Al fin despiertas, Yanira. Tienes dos días ahí.

–Ya estoy bien. Ahora, pásame mi ropa.

–La pelea que tuviste con Sark fue sorprendente –dijo Kib, mientras ayudaba a Yanira a vestirse.

–Sí, espero que con eso aprendan a respetarnos –comentó Yanira. La chica se colocó la armadura sayayin y enredó su cola sobre su cintura.

–Sabes, Bardock ha estado preguntando por ti.

–¿En serio? –dijo Yanira con un extraño brillo en la mirada.

–Claro, en estos dos días como unas seis veces. Parece que le gustaste.

–Pues a mí sí me gusta –dijo, y ambas chicas se soltaron riendo.

–Tenemos vacaciones. Al parecer, Frezzer quedó muy complacido con la última misión.

–¡Qué bien!, eso me agrada mucho.

Las dos jóvenes salieron del área médica y de inmediato entraron al bar para charlar y beber algo refrescante. Ahí se encontraba Bardock, quien bebía en compañía de otros tipos. Al verlas, de inmediato se dirigió a la mesa en la que ellas se habían sentado.

–¿Ya estás mejor? –preguntó de forma un tanto brusca.

–Bastante bien, ya no tengo nada. –Él no contestó y desvió su mirada hacia otro lado.

–¿Quieres dar una vuelta por ahí? –preguntó al fin.

–Sí, vamos. Luego vuelvo –le dijo a Kib. La otra chica sólo se concretó a darle otro trago a su cerveza. Ambos salieron del bar y, emprendiendo el vuelo, se alejaron bastante de las instalaciones guerreras. Durante el trayecto no hablaron; sólo se miraban con un brillo especial en la mirada. Descendieron en un bosque junto a una pequeña cascada de aguas cristalinas. Ella se sentó en una de las rocas, mientras él se paró frente a ella, dándole la espalda.

–Eres muy fuerte y muy bella… eso me gusta de una mujer –dijo él con un tono extraño.

–¿Acaso yo te gusto? –preguntó Yanira coquetamente mientras se levantaba y se acercaba a la espalda de él.

–Sí… y mucho.

Bardock, al sentir a Yanira tan cerca, se volteó y tomándola por sorpresa rodeó su cintura con una mano, con la otra sujetó su cabeza y la besó en los labios. Fue un beso ardiente, fuerte, apasionado… casi violento, pero correspondido por ella con la misma intensidad. Era como si en aquel beso estuvieran librando una batalla y ambos querían ser los ganadores. Se separaron un rato después, respirando agitada y fuertemente para que el aire llegara a sus pulmones otra vez.

–¡Vaya, besas muy bien! –dijo Yanira mientras apartaba de su cara su largo cabello.

Bardock sólo se sonrió mientras se quitaba la armadura, la camiseta y las botas. «Hace calor», dijo, y se metió bajo la cascada. Yanira miraba con insistencia su pecho desnudo y no atinaba qué hacer. ¡Demonios, él la ponía nerviosa! De pronto vio cómo él, con una seña, la invitaba a seguirlo. No dudó e, imitándolo, también se deshizo de su armadura, sus botas y… su blusa.

Yanira se acercó lentamente a la cascada. Su largo cabello cubría su torso desnudo. Él la observaba con admiración y, cuando al fin estuvieron juntos, el sayayin sólo se limitó a rodearla con sus fuertes brazos. Después de aquel abrazo, una de sus manos tomó su cabello mojado y se lo llevó a la cara a la vez que decía «es muy suave». Yanira cada vez entendía menos; hacía apenas un par de días lo miraba matando y destruyendo todo sin compasión y ahora acariciaba su cabello con una ternura increíble. «Entre más conozco a los hombres, menos los entiendo. Y menos aún a éste», pensó Yanira. Él la miró divertido, diciendo «me vuelvo loco cuando hay una mujer como tú a mi lado» y acercando lentamente su cara, hubo un momento en que se miraron fijamente a los ojos y percibieron sus respectivos alientos. Luego la besó, pero esta vez el beso era diferente, delicado y hasta suave. Esto sorprendió aun más a la chica, la cual nunca imaginó que un tipo como él pudiera comportarse así. El agua caía sobre ellos; era una sensación muy agradable y excitante, y ella sólo se dejó llevar.


Otro fuerte trueno sacó a Yanira de sus pensamientos y miró de nuevo hacia afuera; era una tormenta muy poco común en el planeta Vegita. Se acomodó en un mullido sillón mientras volvía a recordar.

Esas vacaciones habían sido las mejores de su vida, sobre todo porque las pasó al lado de Bardock. Nunca le había atraído un hombre de esa manera. Su forma de ser, a veces ruda y otras dulce, la tenía como atontada, era especial y sobre todo la hacía sentir especial a ella. Fue un mes de un ardiente romance, pero como todo, llegó el fin y tuvieron que separarse y volver al trabajo, pero su relación había tenido consecuencias y ella se enteró que ¡esperaba un bebé! Tenía que decírselo antes de que se marchara, ya que él estaba por partir a una misión larga, así es que antes de que se fuera lo buscó en la sala de despegue y abordándolo directamente se lo dijo. Se sentía orgullosa de llevar en su vientre el hijo de un hombre tan fuerte como él.

La primera reacción de Bardock fue de total sorpresa, pero en sus ojos se notaba el orgullo que lo embargaba en ese momento. «Sé que será un guerrero muy fuerte», le dijo, y sacando un brazalete muy brillante lo colocó en la mano de Yanira. «Toma. Pensaba mandártelo con alguien. Volveré antes de que nazca». Ella lo miró alejarse y después se colocó el brazalete en la mano.


Yanira tocó el brazalete mientras unas lágrimas surcaban sus mejillas; la misión había tardado demasiado. Con cariño acarició su abultado vientre. El bebé pronto nacería y Bardock no había vuelto. De pronto, la puerta se abrió intempestivamente y una silueta se dibujó en ella. La muchacha abrió los ojos muy sorprendida. Aquella silueta le era muy familiar.

–¡B-Bardock! –dijo con voz temblorosa.

–Sí. Soy yo, Yanira. He vuelto.

–Cumpliste tu promesa, volviste antes de que naciera nuestro hijo.

–Sí. Además, aunque parezca ridículo, he pensado en ti.

Se acercó a abrazarla cuando de pronto ella se dobló: un fuerte dolor en el vientre casi la hizo caer. Él la tomó en sus brazos y la llevo al área médica; el trabajo de parto había comenzado. Después de algunas horas, el doctor salió.

–Fue varón –le dijo–. Lo siento, Bardock. No tiene nivel de pelea.

El sayayin, sin querer escuchar más, salió aprisa. ¡Demonios! Un hijo sin poder no era para sentirse orgulloso. Sentía una furia tremenda, ni siquiera lo quería ver. Sabía el futuro del niño, sería mandado a algún planeta con seres del todo débiles y quizás ni siquiera sabría más de él. Eso era lo mejor.

Yanira despertó por la mañana y de inmediato preguntó por su bebé. El médico le informó que había sido niño y que su nivel de pelea era muy bajo. Ella se estremeció, sabía que la separarían del niño para mandarlo lejos… era la ley. Si hubiera nacido con el nivel mínimo, podría entrenarlo para que en un futuro sirviera a Frezzer. En cuanto el médico salió, ella se levantó de la cama y se cambió. Estaba débil, pero haciendo un esfuerzo se dirigió a donde estaban los recién nacidos de bajo nivel. De inmediato reconoció a su hijo… se parecía tanto a Bardock. «Se llamará Kakaroto», se dijo mientras escribía el nombre sobre el papel pegado en la cuna. El bebé dormía, pero como si presintiera a su madre, comenzó a llorar. Ella trató de tocarlo, y el pequeño lloraba aún más, como reclamando su presencia.

Dos médicos entraron y casi a rastras la sacaron de ahí.

Después de meterla de nuevo a su habitación y de colocarle un sedante, comenzaron a platicar creyéndola dormida.

–Hay que informar esto. Lo siento por Yanira; es fiel y muy fuerte, pero una sayayin sentimental no sirve de nada.

–Siempre pasa lo mismo. Nada más son madres y ya no sirven para la pelea.

–Vámonos, hay que preparar a los bebés que tienen que salir mañana.

Yanira, al escuchar eso, trató de incorporarse, pero su cuerpo no le respondía y comenzó a perderse en la oscuridad de la inconsciencia. Tuvo una pesadilla horrible en donde se miraba a sí misma destruyendo uno de tantos planetas, matando seres sin sentir compasión. De pronto lanzaba un rayo y éste se incrustaba en el cuerpo de su pequeño hijo tan indefenso. Cómo era posible que fuera una asesina ¡un monstruo! El separarla de Kakaroto era como un castigo a sus errores, pero no podía aceptarlo… Despertó muy entrada la mañana, asustada y confundida con ese sentimiento extraño que nunca había creído experimentar y recordando todo lo del día anterior y esa pesadilla. ¡Tenía que buscar a Bardock! ¡Él no permitiría que se llevaran a su hijo! Lentamente y cuidándose de no ser descubierta, se encaminó al bar. Al entrar, había un gran alboroto, algunas mesas estaban rotas y todos los presentes murmuraban algo.

–¡¿Alguien ha visto a Bardock?! –gritó para que todos la escucharan.

–Sí, Yanira. Hace un momento estuvo aquí. Venía muy herido y diciendo estupideces.

–Está loco. Cree que Frezzer nos quiere destruir, ja-ja –dijo otra voz.

Ella salió de ahí muy preocupada, ¿cómo que estaba herido? –se preguntó. Comenzó a subir las escaleras y vio un rastro de sangre. «Bardock», pensó. Trató de caminar aprisa, pero parecía que aquel sedante que le habían inyectado mermaba sus fuerzas. Cuando logró salir al área de despegue, alcanzó a ver a Bardock que emprendía el vuelo velozmente. Quiso volar también, pero no tenía la fuerza suficiente. Se dejó caer, abrumada. Un momento después, un temblor comenzó a sacudir la tierra y a derrumbar todo. Sus últimas palabras antes de morir fueron «¡Bardock! ¡Kakarotto!». Quizás en ese momento no lo sabía, pero su hijo vengaría su muerte, la de su padre y la de todos los sayayin…

Orgullo sobre Ruedas

por Andrés Pérez


Vegeta ya estaba harto. No sólo tuvo que aguantar empujones y «discúlpeme» de otros seres humanos, ¡sino que ahora le tocaba el sermón del día de Bulma!

–¡Es que simplemente no entiendo cuál es el problema de aprender a conducir! –reclamó Bulma.

–Y yo no entiendo por qué debes darle tanta importancia a esa idiotez, si tienes choferes y robots en esa cosa que tú llamas corporación –dijo con tono de molestia el príncipe de los saiyajins.

–¿Qué no lo entiendes? –dijo Bulma mientras se acercaba tiernamente a su marido– sería romántico y especial si tú me acompañases –dijo tomándolo del brazo y apoyando la cabeza en su hombro.

–¡¡Sacúdete, mujer!! ¡¡Que todos nos están viendo!!

–Ayy… ¡¡Qué poco caballero puedes llegar a ser, Vegeta!!

–Bah…

–Además, ¿no te carcome un poquito saber que Goku, tu rival, es capaz de conducir eso que los humanos llamamos «automóviles»? –inquirió la mujer riendo entre dientes… lo cual disgustó más de la cuenta a su cónyuge.

–Pues te diré que no… ¿es que acaso debo seguirle el rastro a ese idiota?

En eso, aparece Goku en su auto, gris brillante, el cual relucía con la luz del sol…

–Es como si lo llamaran… ¿tendrá un radar?

–¡¡Shhh!!… ¡¡Vegeta!! –calló Bulma.

–¿Bulma?, ¿¿Vegeta??… ¿cómo están?

–¡Muy bien, Goku! ¿Tú cómo te encuentras?

–Muy bien… ¿qué hacen aquí?

–No te intere… –de un codazo Vegeta es interrumpido. Ya saben de quién fue la culpa…

–Este… jeje… La verdad sólo salimos de compras, ¡y ahora lo que intento es que este cabeza dura se convenza de que conducir puede llegar a ser muy divertido! Tal vez tú puedes ayudarme, Goku. ¡Dile lo divertido que puede ser!

–Es cierto, Vegeta, ¡es sumamente divertido! Tal vez no tanto como luchar… o comer… o inclusive dormir… o hasta podría decirse…

–¡¡YA ENTENDÍ, KAKAROTTO!!

–Jeje… te ruego lo disculpes, Goku… es que…

–¡No te preocupes, Bulma! –dijo con su sonrisa habitual–. ¡Ya te acostumbrarás tu también!

–¿¿A qué se refieren?? –inquirió el saiyajin.

–Discúlpenme –dijo Goku cambiando el tema– pero tengo un compromiso que atender. ¡¡Y ya estoy tarde!!

Luego de subirse en su auto, Goku encendió el motor y luego se perdió entre la multitud de autos.

–¿Ya vez, cabeza hueca? ¡Él dijo que era divertido!

–¿Y a mí qué?…

–¡Ohh… pues entonces, era cierto!

–Ay, Kami… ¿y ahora qué? –dijo Vegeta, temiéndose lo peor.

–Ya lo sabía yo… ya veo que hay algo además de luchar que Goku puede hacer y TÚ NO.

En eso saca una cápsula, la abre, y de ella sale una motonave, la cual usa para salir volando del lugar de la discusión.

–¡Ya tenía que meter a Kakarotto en esto!… ¿qué acaso tengo que hacer todo lo que ese imbécil?… pero después de meditar las palabras de Bulma… ¡¡no lo aguanto más!!… Prepárate, planeta Tierra, ¡que Vegeta va a conseguir una licencia!

Y mediante el uso de la famosa técnica de volar, Vegeta se eleva unos centímetros, lo suficiente para llamar la atención, para luego salir despegado.


Un rato después, Vegeta aterriza frente a un edificio el cual tenía grabado en piedra «Escuela de Manejo». Sin pensarlo dos veces, decidió entrar. Atravesó la puerta giratoria, y vio su peor pesadilla… ¡¡un salón repleto de humanos!!

Vegeta buscó y buscó, hasta que encontró un letrero que decía «aspirantes», pero para su decepción, se dio cuenta que había una larga fila esperando sus respectivos turnos para ser atendidos.

¡¡Yo no pienso hacer esto!! Vegeta comenzó a apartar cada vez a más gente, hasta que un sujeto se topó en su camino. Era alto, y muy musculoso.

–¡Discúlpeme, humano, pero intento pasar! –dijo con furia Vegeta.

–Pues yo, junto a esas otras personas, estábamos antes que usted, así que le agradecería regrese a la formación…

–¿Y quién me lo va a impedir?

–Si no me deja otra alternativa…

–¡Ja! –rió Vegeta– ¿Qué puede hacer un humano como TÚ contra MÍ?

–¡ESTO! –y alzando su puño contra Vegeta, le «trató» de propinar un golpe en el estómago, que fue detenido por la mano de Vegeta. Éste aprovechó y lo agarró por la muñeca, lanzándolo con rudeza al otro lado del cuarto.

–¿Alguien más desea hacerse el héroe?

Ante el silencio de todos, Vegeta siguió hasta el principio de la fila. Al llegar, un tipo detrás de un mostrador le dijo sonriente:

–Disculpe… ¿Sr…?

–Vegeta.

–¡Sr. Vegeta! Debo pedirle que regrese hasta el final de la formación, ya que éste no es su turno. Así que, si es tan amab… ¡ARRGH! –el empleado no pudo terminar su frase, ya que Vegeta lo interrumpió ahorcándolo con su camisa.

–Ahora escúchame, humano idiota… no tengo tiempo que perder contigo… ¡No ha sido un buen día! Mi mujer me dio un sermón, mi rival me tiene hasta la coronilla, y tuve que gastar mi poca paciencia en un sujeto que dejó su marca al otro lado del cuarto. Así que, sin más que decir, ¡¡DENME MI LICENCIA!!

El grito de Vegeta detuvo toda actividad en el salón, y luego de un rato todos reaccionaron y siguieron haciendo lo que antes hacían.

–M-me… me temo que no es tan fácil, Sr. Vegeta… Primero debe pasar una serie de pruebas, como médicas. Pase… –en eso lo lleva a cuarto un poco oscuro. Luego, al encender la luz, dos siluetas se notaron al fondo.

Una era la de una persona vestida con bata blanca, y la otra…

–¿Vegeta?

–¡¡¡Esa voz!!!

–¡Vegeta! ¡Soy yo! ¡Goku!

–¿¿Qué hace él aquí?? –pensó alarmado…

–¿Vegeta? ¿Estás ahí?

–¿Eh? Ah, sí, no había reaccionado. ¿Qué demonios haces aquí?

–¡Vine a renovar mi permiso! Para eso debo pasar por el examen médico de nuevo…

–Y lo hizo muy bien, como siempre, Sr. Goku –inquirió el Dr.– Ahora es su turno, Sr… Vegeta, ¿no?

–Así es… ¿Ahora qué tengo que hacer?

–Mira, Vegeta, yo te digo. Primero debes ponert…

–NO TE PEDÍ OPINIÓN, KAKAROTTO… Dígame, Dr.

–Eh… primero, párese en este lugar, y dígame lo que dice ese cartel.

Vegeta miró en dirección a donde apuntaba el Dr., pero no podía concentrarse con Goku mirándolo a cada rato. Tanto tiempo tardó que Goku preguntó:

–Oye, Vegeta… ¿Tú sabes leer, no es así?

¡Esto ya era el colmo! No podía creer que Kakarotto fuera tan… TAN… Nuevamente, Vegeta tardó demasiado, lo que llevó al Dr. a hacer la misma pregunta.

–¿Seguro que no hay ningún problema con sus ojos?

Vegeta no soportó la intervención de los «dos idiotas» y lanzó un eye beam contra el cartel.

El acto dejó perplejo al Dr., pero reaccionó por fin:

–¡Bueno… bueno! –dijo secándose el sudor de su frente– No… no parece haber problemas con sus ojos.

–No. No los hay, ¿Y mi licencia?

–Sólo… sólo debe presentar este pase –dijo entregándoselo– y dárselo a personal autorizado en el salón A-3.

Vegeta salió del cuarto, muy contento, pero no quería que ellos lo supieran. Luego, recordó lo que le dijo el Dr. Él dijo que debía entregar esos papeles en el salón A-3.

Cuándo por fin llegó a dicho salón, entró en él (¡¡por supuesto!!). En este salón se encontraban cuatro personas. Una de ellas se acercó y dijo:

–¡Bueno, por lo visto estamos todos! Ud. debe ser el Sr. Vegeta, ¿no?

–¿¿Cómo rayos supo mi nomb…??

–Bueno… fue usted el que lanzó de un solo movimiento a ese hombre tan musculoso de un lado a otro de la habitación principal… Ahora, tome asiento, por favor. ¡Debemos empezar con las lecciones!

–Gracias, pero prefiero estar de pie…


Cuando todos, menos Vegeta, se sentaron, el profesor empezó con la clase. Pasaron minutos, que se convirtieron en horas. Luego de un rato, Vegeta comenzó a sentir sueño, hasta que por fin… se quedó dormido. Pero después una voz lo despertó diciendo:

–¡Hey! ¡Oiga!… ¿Sr. Vegeta?

–¿Eh? ¿cómo?… ehh… sí, digáme –dijo Vegeta mientras bostezaba.

–Ya que usted es el único de pie, ¿podría pedirle que encendiera la cámara para poder observar la película para su aprendizaje?

–Bah… lo que sea para que me deje en paz…

Vegeta fue hasta el final de la sala, y miró la cámara buscando el botón de encendido. Una vez que lo encontró, lo apretó para luego ver lo que de ella salía.

–»Holaa a todoosss –era la voz de un payaso que aparecía en la pantalla que Vegeta miraba– ¿¿Cómo están todos?? ¡He venido a mostrarles lo bueno, pero peligroso que podría ser el manejar un auto!»

Luego, la vista de todos se enfocó en unos hombres con bata blanca, amarrando unos muñecos rayados a los asientos de los autos… para después lanzarlos contra una pared, provocando que los muñecos se cortaran por la mitad por la fuerza del choque.

A Vegeta no le daba importancia alguna, pero le gustó como los hombrecillos chocaron contra esa pared. No tardó demasiado en quedarse dormido.

Luego de una larga siesta, Vegeta despertó de golpe, y al abrir sus ojos se fijó que tenía algo pegado a la cara con cinta adhesiva.

–¿Qué demo…? ¿Otro pase?… dice «en vista de sus grandes esfuerzos, ha sido aprobado para pasar la última de las pruebas. ¡¡Suerte!!», Mmm… también dice que debo dar esto en la sala de pruebas…

Vegeta se dirigió lo más rápido posible adonde decía el papel. Cuando llegó, un sujeto lo recibió:

–Bienvenido, ¿me permite ver su pase? –preguntó el joven.

Vegeta se lo dio de inmediato, y cuando por fin el sujeto terminó de leer, le dijo:

–¡Bien! Todo parece estar en orden. Ahora, si me permite…

El sujeto abrió un pequeño morral, y de él sacó una cápsula. Ésta se abrió cuando el tipo la apretó, y de ella salió una aeronave pequeña, de color rojo, con el número 6 a los laterales.

–Ahora, si hace el favor de sentarse en el sitio del conductor, podremos empezar con la lección. Me imagino que no debo repetirle que la luz roja significa «alto», y la verde «siga». Que el pedal de la derecha es el…

–¡SÍ!… ¡ya lo sé!… Así que empecemos. Sólo esperemos que ese idiota no aparezca por aquí…

Y cumpliéndose la ley de Murphy, uno de los dos últimos saiyajins apareció en el campo; era nada más ni nada menos que:

–¡¡KAKAROTTO!!… ¿¡qué haces aquí!?…, ¿¿cuántas veces más saldrás en este fanfic?? ¡¡Me estoy cansado!!

–¡Sólo quiero ver tu momento de gloria! ¡El primer despegue!

–Mmmm… ¿un despegue es lo que quieres? ¡Yo te daré un despegue!

Vegeta encendió el motor del auto. Luego se colocó su cinturón de seguridad y casco, para después pisar el acelerador, levantando una nube de polvo y gas que dejó a Goku completamente negro por la suciedad.

–¡Ja ja! –rió Vegeta sin fijarse en el camino–. ¿¿Qué te pareció tu «despegue», Kakarotto??

–¡¡¡CUIDADO!!! –gritó asustado el conductor al ver que Vegeta se dirigía justo a un camión.

–¡NO ME GRITE! –con gran habilidad, Vegeta giró el auto evitando el choque– ¡SI NO ME GRITA, TODO SALDRÁ BIEN, HUMANO!

Y bien… ¿para que contar todo lo que hizo Vegeta?… Casi atropella a otro conductor, pero de cabeza… Después pasó por un río, y el auto pareció dejar de serlo para convertirse en submarino. Pero lo peor no fue eso, sino que vino después… Fíjense:

–¡¡AYYY!! ¡¡¡VOY A MORIR!!! FÍJESE EN EL CAMINOOOOOO –gritó con los ojos tapados el pobre humano.

–¡QUE NO ME GRITE! YA SE LO HE DICHO, NO ME GRIT…EEEEEE.

Vegeta no pudo ver que el túnel de la escuela estaba en construcción, y no le dio tiempo de reaccionar, así que el choque fue inminente. Pero Vegeta pudo salir del auto antes de que chocara, agarrando por la camisa al instructor. Bueno, al menos eso creía él, ya que se dio cuenta tarde de que la camisa del instructor fue lo único que pudo atrapar. Un poco preocupado, fue en dirección a los escombros del auto, buscando a su maestro de manejo.

–Oh-oh… no creo que le haya pasado nada malo –pero al ver como el brazo de su compañero era lo único visible– ¿¿o sí??


Pasó una hora, y Vegeta había logrado convencer «amablemente» a la gente de la escuela de manejo que eso no fue nada, así que lo dejaron seguir su prueba, pero fuera de la escuela (es decir, la calle), en donde creían que Vegeta no causaría más daño, ya que tendría más cuidado.

–Muy bien –dijo el instructor, amarrándose alrededor de cuatro cinturones, también besando una pata de conejo, y apretándose las vendas de su cabeza y brazo roto– le pediré que esta vez sea más cuidadoso, o me veré forzado a quitarle el vehículo y evitar que le den su permiso…

–Vaya humano más malagradecido… ¿después no lo llevé a que lo curaran?

–Claro… ¡¡después de tratar de curarme USTED!!

En eso, un personaje muy singular pasó justo al lado de Vegeta a gran velocidad, llenándolo de polvo…

–¡¡KAKAROTTO!!

–Je… hola, Vegeta… ¿estamos a mano, no crees?

–Conque quieres jugar, ¿no, Kakarotto? ¡Ya verás!

Vegeta pisó hasta el fondo el pedal del auto, el cual arrancó lo más rápido posible. Ante esto, Goku hizo exactamente lo mismo cuando Vegeta lo pasó.

Luego de unos minutos, Goku ya había alcanzado a Vegeta, el cual estaba muy emocionado. Y era obvio… si no podía derrotar a Goku en una pelea, ¡¡lo haría en un auto!! Pero al conductor no le parecía muy emocionante esta competencia…

–¡¡¡AAAAAAHHHHHHHHHH… VOY A MORIR!!! ¡¡CUIDADO!! ¡¡¡MÉTASE EN SU CANAL SR. VEGETA!!!

–¡¡Que no me grite!! ¿Cuántas veces se lo tendré que decir?

–¡ESTO YA ES EL COLMO! ¡DÉME EL VOLANTE!

–¿Cómo dijo?

–¡¡QUE ME DÉ EL VOLANTE!!

–Muy bien, aquí está…

Mediante el uso de su increíble fuerza, Vegeta arrancó de un solo tirón el volante del auto, y luego se lo entregó al instructor. Esto causó que el carro se saliese de control, permitiendo a Goku pasar a su rival, despidiéndose con la mano.

El auto fuera de control se dirigió hasta un precipicio. Vegeta, al ver esto, pisó el pedal del freno lo más rápido que pudo, lo que causó que el pie del saiyajin quebrase el suelo del auto…

–OOPS –dijo Vegeta al instante que caían por el precipicio.

En la caída, el instructor balbuceaba algo así como:

–¡Dios mío!… discúlpame por todo lo que he hecho… y si me salvas de ésta, seré capaz de todo… hasta de darle la licencia al sujeto que estoy enseñando a conducir.

–Eso es música para mis oídos, humano…

Vegeta agarró por los brazos al conductor, asegurándose que su camisa no se volviese a salir. Mediante la técnica de volar, salvó su vida y la del humano que iba con él. Pero el auto no tuvo la misma suerte, y llegó hasta el fondo del precipicio, provocando una gran explosión.

Luego, los dos fueron hasta la escuela de manejo de nuevo, y tras contar lo que pasó, decidieron darle la licencia a Vegeta en honor a su valentía de haber salvado a su maestro (aunque seguían creyendo que el volar era un truco, gracias a Mr. Satan, ¡el héroe que derrotó a Cell!…)


Pero Vegeta aún no terminaba; le faltaba tomarse una foto para su licencia. Se dirigió adonde le habían indicado, y fue recibido por dos tipos muy parecidos. Vegeta asumió que eran hermanos.

–Bienvenido Sr…

–Al centro fotográfico…

–De los hermanos…

–¡¡PHOTO!! –dijeron al unísono mientras hacían una pequeña coreografía.

–¿¿Es qué los Ginyu no pasarán a la historia nunca?? –dijo Vegeta con su mano en la cabeza.

–¡Muy bien, Sr. Vegeta! Veo que obtuvo su permiso. Ahora necesita una foto, ¿no es así?…

–¡Pues ha venido al lugar indicado!

–Es el único lugar en el edificio –dijo Vegeta resignado.

–Lo sabemos… pero bueno, ¡ahora debemos determinar qué look se vería bien en usted!

Los hermanos se pusieron a discutir que look le sentaría bien a Vegeta, quien, para variar, perdía a paciencia poco a poco.

–¿Y qué tal un nuevo color de cabello? –preguntó uno de los fotógrafos.

–¡¡Ayy, sí!!… ¡buena idea!… se le vería perfecto un color de cabello como… ¡más claro! Más… más.. amarillento, ¿no cree?

Vegeta no esperó más, y se transformó en Super Saiyajin… ante la mirada perpleja de los hermanos…

–¿Así está bien, insectos? ¿O debo hacer otra cosa? –preguntó el ya convertido Vegeta.

–¡S-sí! Así está… ¡así está muy bien! –dijo el fotógrafo mientras tomaba la foto asustado.

Finalmente, y luego de un arduo día de aprendizaje, el príncipe dejó el edificio (¡eso suena a Elvis!). Pero algo lo detuvo un momento, un sonido como de celebración parecía venir de la escuela de manejo. Se escuchaba música, y se podían ver gente saltando de alegría a través de la ventana.

–Humanos…


Minutos más tardes, Vegeta por fin llegó a su casa, donde Bulma lo esperaba impaciente. Al entrar a la cocina, Vegeta se disponía a darle la noticia a su esposa:

–¡Oye! ¡¡Mujer!! –la llamó– tengo una sorpresa! Hoy obtuve mi…

–¡¡TU LICENCIA DE MANEJO!! –dijo Bulma ante el asombro de su marido.

–¿¿Cómo demonios lo supiste??

–Pues… simple, Goku me llamó y tuvo la amabilidad de decirme que estabas en la escuela de manejo.

–Grrrr… ¡¡ese inútil!! ¡¡Ya me las pagará!!

–Ven, Vegeta… ¡deseo mostrarte algo!

Bulma condujo a su esposo afuera. Una vez ahí, sacó una cápsula de su cinturón, y la lanzó al aire. Luego, cuando el humo se disipó, se podía ver una hermosa aeronave color negro oscuro justo sobre el pavimento.

¿Ahora me llevaras de paseo? –le preguntó mientras veía cómo Vegeta se quedaba impresionado.

–Si insistes…

Vegeta le abrió la puerta a Bulma, y luego de un salto se montó en su sitio.

–Ahora, Vegeta… ¡¡deseo que me lleves a todos lados!! ¡Quiero verlo todo!

Pero Vegeta estaba ocupado encendiendo el motor. Una vez encendido, pisó el acelerador. Sólo se pudo ir una voz cuando despegaron:

–VEGETAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA……….


Juntos para siempre

por Nary

Secuela de «Aliento de Amor»

La tarde comenzaba a caer, los rayos agonizantes del sol se reflejaban en los cristales de los enormes edificios. La gente caminaba de prisa tratando de ignorar el frío y llegar a sus casas para descansar después de una semana agotadora y estresante en la gran capital.

Para todos, las labores habían acabado, pero todavía en una sección de la Capsule Corp. un joven de cabello alborotado hacía pruebas en un hermoso aerocoche color rojo, alimentaba a una computadora con datos matemáticos y complicadas ecuaciones, pero al parecer los resultados no lo dejaban satisfecho porque lo intentaba una y otra vez.

Portaba una bata blanca que le llegaba hasta cerca de las rodillas cubriendo su casual atuendo y llevaba un gafete en donde se leía «Ing. Son, jefe del proyeco NCA», estaba tan totalmente concentrado en su labor que ni siquiera había escuchado el reloj de la salida, el cual había sonado media hora antes, haciendo que todos los empleados salieran a checar tarjetas. Él permanecía en su sitio con la vista fija en el monitor y apuntando datos sobre una pequeña libreta.

–¡No funciona, no funciona! –exclamó molesto consigo mismo por no encontrar el error con el que había estado sufriendo casi toda la semana.

Se recargó en el respaldo de la silla y echó la cabeza hacia atrás, posando la vista en el techo del laboratorio. No quería darse por vencido, pero eso no estaba saliendo bien, tal vez lo mejor era botar todo al demonio y olvidarse de proyectos y diseños imposibles. Se sentía abrumado con todas las reponsabilidades que estaban sobre él en esos momentos, el proyecto NCA era un desastre, SU desastre. La compañía había invertido demasiado dinero en ese nuevo diseño y él era el encargado de que funcionara a la perfección, pero parecía que todo le salía mal desde que ella se había ido. La extrañaba, y de qué manera.

No era posible, su mente parecía haberse rebelado contra él porque tan sólo dejaba de tenerla ocupada un instante y ella se adueñaba de sus pensamientos; sus ojos, su sonrisa, su voz, sus dorados cabellos, su… piel volvían a su mente una y otra vez. Un suspiro escapó de sus labios y, tratando de sobreponerse de aquella arremetida de recuerdos, decidió volver a su trabajo.

De pronto, alguien abrió la puerta del laboratorio. Un peculiar aroma a jazmines inundó el frío lugar. Goten dio un respingo en su silla, ese perfume era el de ella, quizás había regresado… Volteó hacia la puerta, y de inmediato la desilusión pintó su rostro. Era una de las secretarias de la compañía, que no se había marchado aún.

–Señor, ¿se quedará de nuevo hasta tarde? –preguntó la muchacha observando todo el sistema de computadoras y sofisticadas herramientas encendido todavía.

–Sí, creo que sí –murmuró Goten, dándole de nuevo la espalda.

–Disculpe si me meto en lo que no me importa, pero creo que debía descansar. Ya tiene varios días desvelándose, creo que los errores no se pueden ver con la mente cansada.

–Errores… –musitó Goten. Tal vez la muchacha tenía razón, le hacía falta pensar muy bien cómo solucionaría este terrible problema.

–Bueno, hasta el lunes –dijo la chica, y salió cerrando la puerta tras de sí.

Goten se quedó cavilando un momento todavía. Tenía dos semanas quedándose hasta en días de descanso en la Capsule Corp. para no pensar en Marron, dos semanas en las cuales no dormía y no comía como acostumbraba. Tal vez la chica tenía algo de razón, era hora de romper con aquella tonta rutina y con decisión comenzó a apagar todo el equipo. Salió un rato después sin la bata y con el gafete en la mano. En un momento ganó la calle, que ya estaba iluminada por las lámparas multicolores. Una triste sonrisa cruzó su cara, pronto sería navidad, una época muy triste para él en esos momentos.

Después de caminar algunas calles, llegó al pequeño departamento que se había convertido en su hogar desde que saliera de la universidad y empezara a trabajar en la Capsule Corp. Entró y encendió las luces, se dejó caer en uno de los sillones, por inercia alargó la mano y apretó el botón de la máquina contestadora.

«Piiii. Bueno, ¿Goten? Como de costumbre no estás en casa. Soy yo, tu madre. Oye, hijo, ¡¿qué es lo que piensas?! Ya tienes mucho que no nos visitas y tenemos ganas de verte. Pan pregunta por su tío favorito y te manda muchos saludos, espero que te acuerdes que en la cena de navidad te estaremos esperando, ojala que puedas venir. Ahhh, Marron está invitada, al igual que su familia. Te mando muchos besos, chao. ¡Hola, Goten, ojalá puedas venir! ¡Tu mamá hará una cena deliciosa! –se escuchó la voz alegre de Goku–. Adiós. Goku, te he dicho que no me hables tan fuerte porque me…» Click

Goten se sintió culpable, tenía mucho tiempo sin visitarlos, la verdad extrañaba el sazón de su mamá y los entrenamientos con su padre. Tenía que ir a casa, quizás el optimismo de ellos lo sacaría de aquel estado de ánimo, pero le preguntarían por Marron y no tenía ganas de dar explicaciones a cosas que ni él mismo comprendía. El siguiente mensaje lo dejó muy extrañado; era de Trunks, su amigo siempre le llamaba a su teléfono portátil.

«Piiii. Hola, Goten. Espero que te estés diviertiendo más que yo. Traté de comunicarme contigo, pero tu celular o está apagado o no tiene pilas; nunca contestaste. Mi madre me obliga a asistir a todas sus juntas de ejecutivos, no sabes lo aburridas que son, pero quiere que aprenda todos los movimientos de la empresa, por eso es que no me suelta ni un instante. Espero estar libre una semana antes de navidad, podremos salir los cuatro. Sí, ya tengo otra novia, es preciosa, estoy seguro que ella y Marron se llevarán muy bien… Bueno, te dejo, que otra «interesante» junta va a comenzar. ¿Sabes, amigo?, lo que más detesto son estas horribles corbatas…» Click

De ahí en adelante la cinta estaba vacía, él tenía la esperanza que hubiera otro mensaje, pero nada… Llevó su mano hasta su cintura y revisó su teléfono portátil. En efecto, estaba apagado. Un suspiro escapó de su garganta. De un tiempo a la fecha estaba más distraído que de costumbre. Decidió darse un baño; tal vez eso lo relajaría un poco y le daría animos para salir a cenar algo.

Mientras tanto, en otro pequeño departamento, una chica de cabellos rubios y de hermosa cara dibujaba sobre una hoja de papel. Estaba sentada frente a la mesa de trabajo, sólo una lámpara iluminaba lo que hacía. Era un boceto de un inmenso mar, con una pequeña isla en el centro, una isla desierta y sola… tan sola como ella. Sin poder evitarlo, un sollozo la hizo apartar el trabajo avanzado y se dejó caer sobre la mesa, dando rienda suelta a su llanto. Las lágrimas abundantes escurrían de sus ojos, tanto, que mojaron la cubierta de madera.

Tratando de sobreponerse, secó sus lágrimas y se levantó. Tenía que darse ánimos, no podía pasar toda su vida llorando por él. Miró hacia la ventana. Ya era noche, ni siquiera se había dado cuenta cuando el sol se había ocultado, también había olvidado comer. Decidió salir a cenar algo, eso la distraería un poco para poder continuar trabajando. Su exposición sería a principios de año y estaba muy atrasada. Se lavó la cara tratando de borrar los rastros de su llanto, pero sus ojos estaban enrojecidos y la delataban. Hacía frío afuera, así que se encimó un hermoso sueter de lana rosa que su padre le había regalado en su último cumpleaños, esparció algo de alimento sobre el par de peces que nadaba lentamente y salió.

Nunca la calle le pareció tan sola y fría. ¿En qué había fallado?, se preguntó. No entendía porqué Goten le había hecho eso, todo le habría perdonado menos que le fallara de esa manera. Si ya no la amaba era mejor que se lo hubiera dicho, era menos doloroso que una traición.

Sus pasos la guiaron hasta el pequeño restaurante donde siempre cenaban cuando salían juntos. Entró sin mucho ánimo y después de pedir cualquier cosa su mente divagó en cierto día de dos semanas atrás…


Como de costumbre, después de tomar la última clase en la universidad, Marron se dirigía hacia la Capsule Corp. para pasar por Goten y dar un paseo antes de la cena. Lo extrañaba mucho desde que él se recibiera de ingeniero, ya no pasaban tanto tiempo juntos como cuando ambos eran estudiantes, sin embargo, él parecía muy contento con el trabajo en esa empresa y su alegría la hacía también feliz.

Las puertas automáticas del gran edificio se abrieron y Marron entró. A pesar de visitar aquel lugar a diario, siempre la abrumaba el gran movimiento que había en él. Muchas personas subían y bajaban de los múltiples elevadores y por los pasillos se encontraban desde secretarias hasta grandes investigadores y científicos de la prestigiada empresa que revisaban papeles y caminaban de prisa.

Con paso firme se dirigió hasta la recepción y un guardia, al reconocerla, le entregó un gafete de visitante. Ella tomó uno de los elevadores y llegó al piso quince donde Goten tenía asignado su laboratorio. Marron no entendía mucho de esas cosas de investigaciones, pero él le había comentado algo sobre una muy importante.

Caminaba feliz porque pronto vería al amor de su vida, su querido Goten, jamás hubiera imaginado sentirse tan dichosa en toda su vida. La felicidad que sentía podía apreciarse con sólo mirar su cara radiante y su caminar lento y acompasado como si flotara en lugar de andar. Antes de llegar a la puerta indicada se detuvo y revisó su apariencia en uno de los cristales de las oficinas. Algunos cabellos escapaban de su trenza, pero fuera de eso, lucía bien. Un último suspiro escapó de su pecho antes de pararse ante un laboratorio en cuya puerta se escribía: «Proyecto NCA». La puerta se abrió de manera automática y Marron dio un paso al frente, el cual pareció llevarla a un profundo abismo por el cual creyó caer sin poder evitarlo. Ante sus ojos se presentaba un cuadro por demás increíble y a la vez muy doloroso: ahí, frente ,a ella Goten besaba en los labios a una hermosa mujer. Abrió la boca a causa de la sorpresa. Sus ojos se toparon con los de Goten, los cuales demostraron igual o mayor sorpresa al verse descubierto.

Por un momento se quedó paralizada, sus piernas no le respondían, pero un impulso la hizo reaccionar y todo su ser deseó salir de ahí lo más rápido posible. Alejarse de él, no verlo jamás, odiarlo, eran pensamientos que pasaban por su mente vertiginosamente mientras corría por aquel largo pasillo. ¿Por qué lo había hecho? –se preguntaba–. Era cierto que él había tenido tantas novias como Trunks, pero pensaba que su relación no era como las otras, era especial. ¿Acaso todo era una mentira?

–¡Marron, espera! –gritó él mientras trataba de darle alcance entre las personas que le impedían correr libremente.

¿Por qué ahora la llamaba? ¿Por qué su voz parecía angustiada?, se preguntó ella cuando por fin logró llegar al elevador. Su vista nublada a causa de las lágrimas encontró un botón y lo accionó.


–Su orden, señorita –dijo el mesero en tanto dejaba una hamburguesa con papas y un bebida de naranja sobre la mesa.

Marron asintió y el joven se alejó, dejándola de nuevo sola con sus recuerdos. La siguiente semana que siguió a aquel terrible día fue todavía peor, él buscándola para explicarle sabrá Kami qué cosa. Llamándola a su casa, yendo a la universidad, a su departamento. Tal vez era la rabia por aquella decepción, pero no lo dejaba ni siquiera dirigirle una frase completa. Quizás de pronto había brotado en ella aquel caracter de su madre fuerte y muchas veces indiferente, pero todo eso a causa de la mentira, lo que más odiaba de las personas… que la engañaran, sobre todo si se trataba de alguien a quien amaba tanto.

Lejos de comer, Marron sólo jugueteaba con las papas cubiertas de capsu. Unas lágrimas silenciosas bajaban por sus mejillas. ¡Rayos!, ahora quería que estuviera ahí con ella aunque le dijera mentiras, deseaba tenerlo cerca, tan cerca como aquella tarde de otoño que estaría por siempre en su memoria.


Todo había comenzado en la mañana con una plática en el jardín de la universidad, Goten y Marron sentados sobre el césped conversaban de sus respectivas actividades. Él de su pronta incorporación a la empresa de Bulma, y ella de un cuadro que debía entregar en unas semanas y que ni siquiera había comenzado.

–¿Y porqué no vamos a mi casa? La montaña Paoz es muy bella –preguntó Goten.

–No, ya he pintado cada uno de sus rincones y de diferentes ángulos. Al maestro le agrada mucho, y a mí también, pero quiero hacer algo diferente –explicó ella recargándose en él.

Goten tomó una actitud pensativa, Marron lo observó y sonrió, era extraño verlo con aquel gesto en el rostro, él siempre sonreía. Ahora que lo pensaba con calma, era como la característica de los Son, siempre optimistas y con una amplia sonrisa en el rostro. Sólo la señora Milk gritaba en aquella casa, pero era alguna forma de darle equilibrio a su hogar, ellos siempre riendo a todo y ella dando la nota seria a las cosas de la casa. Sus ojos se fijaron en Goten de una manera diferente a lo acostumbrado, siguieron las líneas varoniles de su rostro, su cuello recio, sus hombros fuertes y…

–¡Ya lo tengo! –exclamó Goten, sacando a Marron de sus ‘observaciones’

–¿Ehh? ¿Qué? –preguntó ella algo sobresaltada.

–Sí, ahora recuerdo que los abuelos de Trunks tienen una casa al oriente de la capital del sur. Hay un bosque de hojas caedizas. Ahora, como comienza el otoño, los árboles deben estar perdiendo sus hojas e imagino que será un buen paisaje para tu cuadro.

–¡Sí, tienes razón! Pero, ¿los abuelos de Trunks estarán de acuerdo? –preguntó.

–Claro, ellos son muy buenas personas, estoy seguro que nos permitirán ir en las tardes por algunos días mientras terminas.

–¡Gracias, Goten! Te quiero, te quiero mucho –dijo en tanto se le echaba encima para abrazarlo.

Al tomarlo desprevenido, Goten se golpeó en la cabeza con el árbol en donde estaba recargado.

–¡Auch!, me dolió –exclamó sobándose la cabeza.

–Lo siento, Goten…

–¡Era mentira, pero ahora me las pagarás! –dijo mientras comenzaba a hacerle cosquillas a Marron, la cual comenzó a reír como una chiquilla.

Después de hablar con los Sres. Brief y de llevar ‘algo’ que comer esa tarde, emprendieron el vuelo. Goten manejaba a gran velocidad, sería más rápido llegar volando, pero menos cómodo y no quería que ella se cansara, ya que tenía que llegar a pintar.

Aterrizaron cerca de la casa, que lucía algo abandonada, pero el bosque que la rodeaba hacía que la construcción pasara a segundo término. Era un bosque cerradísimo de grandes y frondosos árboles que se extendía a muchos kilómetros. En efecto, el otoño comenzaba a presentarse en cada centímetro, los árboles empezaban a perder sus hojas y a tener matices amarillos.

–¡Qué hermoso es este bosque! –exclamó Marron cerrando los ojos y respirando profundamente.

–Sí, además es un excelente lugar para jugar a las escondidas. A Trunks y a mí nos encantaba.

–¿Cuándo viniste la última vez? –preguntó ella comenzando a buscar las cápsulas dentro de la nave.

–Creo que desde que tenía como nueve años. Los Sres. Brief nos trajeron a pasar un fin de semana, nos divertimos mucho –repuso él, evocando aquellos momentos de la niñez.

–Imagino que habrán hecho muchas travesuras, ¿verdad?

–¡Je!, creo que demasiadas –dijo colocando una mano tras su cabeza. Marron sólo se limitó a sonreír.

La chica se instaló en la planta alta de la casa. Desde una de las terrazas podía apreciarse una sección de bosque lindísimo que la joven decidió pintar. Goten, en cambio, se colocó un comodísimo traje de entrenamiento y comenzó a hacer ejercicio en el patio de la casa. Tenía algo descuidado los entrenamientos y estaba seguro que la próxima vez que tuviera un combate con su padre lo reprendería por eso.

Marron comenzó a combinar los colores para el cuadro, pero parecía no muy concentrada en su trabajo ya que aquel guerrero, unos metros abajo, que lanzaba patadas al aire y que llevaba aquella ropa tan ceñida, la tenía totalmente embobada. Goten era tan atractivo y de carácter tan dulce que cada vez la enamoraba más. Sonriendo para sus adentros, puso todo su empeño en tratar de avanzar un poco sobre el óleo.

El clima estaba algo frío y soplaba un viento bastante fresco, pero Goten sudaba a causa del ejercicio que realizaba. Se acercó hasta una toalla que descansaba sobre el barandal del porche y mientras secaba el sudor de su frente su vista se posó en su linda rubia que paseaba sus azules ojos de la tela al paisaje frente a ella. Le encantaba verla así, a veces pensaba que podía pasarse horas enteras mirándola pintar, ya que cuando lo hacía podía sentir claramente cómo su espíritu se llenaba de paz…

–¡Hey!, Goten, mira eso –lo llamó ella desde la terraza.

–¿Qué pasa? –preguntó algo extrañado, comenzando a flotar hasta donde ella estaba.

Como toda respuesta, Marron le señaló un punto del inmenso bosque; algunas aves volaban como huyendo de algo y podía apreciarse una estela de humo que empezaba a invadir el cielo, hasta entonces despejado.

–Tal vez sea un incendio –dedujo él–. Y parece uno muy grande.

–Tenemos que hacer algo, llamar a los bomberos –dijo ella comenzando a entrar a la casa.

–No hay teléfono aquí. Como es un lugar de descanso los abuelos de Trunks, no quisieron tener comunicación con el resto del mundo.

–¿Y tu teléfono portátil?

–Imposible que la señal viaje, hay demasiada interferencia –explicó–. Creo que mejor iré a ver qué sucede.

–¡Yo voy contigo! –exclamó ella tomándolo de la mano.

–Pero Marron, puede ser peligroso…

–Por favor… –dijo suplicante–. No quiero quedarme aquí sola.

–Está bien. Vamos.

Los dos se dirigieron hasta el lugar del siniestro. Cuando ya estaban muy cerca, el humo los hizo bajar a tierra. Corrieron un poco, mientras algunos animales huían asustados. A unos pasos de donde se encontraban, se erguía un incendio de grandes proporciones que avanzaba rápidamente, devorando todo a su paso.

–¡Por Kami! Esto está muy grande, ¿qué vamos hacer? –dijo Marron, mirando a Goten.

–Se me ocurre algo, sólo espero que funcione como pienso –dijo mientras apartaba un poco a la chica de él y juntaba sus manos a un costado de su cuerpo–. ¡¡KAME… HAME… HAAAAA!! –gritó con todas sus fuerzas en tanto extendía sus brazos. Un rayo de energía salió velozmente en dirección del fuego, el cual pareció sofocarse un poco, pero no lo suficiente como para apagarse. Además, el viento que soplaba hacía que el incendio volviera a tomar fuerza.

–¡No fue suficiente! cof, cof –exclamó la chica. El humo comenzaba a tornarse más espeso.

–Cof, cof, vámonos, puede hacerte daño –dijo él mientras la abrazaba y volaba con ella para alejarse.

Se detuvieron a unos metros del incendio, desde el cielo podía verse claramente que el fuego no tardaría en arrasar por completo el precioso bosque. Los dos veían con tristeza cómo muchos animales huían aterrados. De pronto, los ojos de Goten se toparon con una cascada que bajaba desde una montaña a un par de kms. de ahí. Su posición parecía adecuada para una idea que de pronto se le ocurrió.

–¡Tengo una idea! –dijo él, y comenzaron a volar en dirección a la cascada.

Se detuvo a un costado de la corriente de agua que bajaba con gran presión de la enorme montaña, calculó la distancia, después comenzó a elevar su ki hasta lograr convertirse en SSJ. Marron, que flotaba a su lado, se sorprendió un poco al verlo así, con el cabello rubio y con los ojos tan azules como los de ella. Era la segunda vez que lo veía transformado, aquella vez en la montaña Paoz y ahora, pero a pesar de su nueva apariencia, la miraba con la misma ternura de siempre. Después volvió a juntar sus manos, y una bola de energía comenzó a formarse.

–¡¡KAME… HAME… HAAAAA!! –gritó de nuevo, dirigiendo la energía directo al agua, la cual de inmediato salió disparada hacia el incendio como si de una fuerte lluvia se tratara.

Bastaron sólo dos acciones iguales para que el fuego se apagara por completo. Goten volvió a su estado normal y, aunque algo mojado, podía verse en su rostro un gesto de satisfacción.

–¡Lo lograste! –exclamó Marron, abrazándolo con fuerza.

Volaron de regreso a la casa, pero al pasar por el lugar donde el fuego había arrasado varios árboles, escucharon un gemido agudo, tal vez de un animal herido. Bajaron a investigar. En efecto, una cría de dinosaurio yacía en el suelo; tenía una pata atrapada por un enorme tronco. Goten se acercó hasta el animal y sin demasiado esfuerzo lo liberó. La cría lo miró por unos instantes como agradeciéndole y después se alejó con algo de trabajo. Por estar mirando al dinosaurio, no se dio cuenta que un árbol se mecía peligrosamente sobre él, volteó hacia la chica y después sintió un dolor en su hombro; el árbol había caído sobre él, no lo había lastimado mucho, pero sí le hizo una herida que comenzó a sangrar.

–¿Estás bien? –preguntó ella acercándose bastante preocupada.

–Sí, sólo fue un raspón –dijo para tranquilizarla.

–Pues ese ‘raspón’ hay que desinfectarlo –repuso Marron.

Marron entró al espacioso salón con una cápsula en la mano. Goten ya había encendido la chimenea, la temperatura empezaba a bajar más y él, mojado como estaba, comenzaba a sentir frío. La chica se sentó en la alfombra junto a él, expandió la cápsula y apareció un botiquín.

–Anda, sácate la camiseta –le ordenó mientras buscaba la botellita del desinfectante.

Él obedeció, y la chica comenzó a limpiar la herida, que aunque no muy grande, sangraba bastante. Goten estaba algo turbado, ya que sentía claramente el cálido aliento de ella en su cuello, así como sus suaves manos. Ella, por su parte, lo curaba con algo de torpeza. El tenerlo tan cerca, con el pecho desnudo la ponía nerviosa. Ya lo había visto así varias veces, pero siempre cuando nadaban y rodeados de gente, no a solas. Por fin terminó la curación, ella agachó la cara, no quería verlo porque sentía claramente cómo sus mejillas ardían, sentía pena al pensar en ‘ciertas’ cosas, no imaginaba que Goten pensaba en lo mismo. Marron guardó todo en el botiquín, evitando mirarlo a los ojos.

–¿Q-quieres comer algo? –le preguntó algo turbada, y al tratar de levantarse se tropezó con la orilla de la alfombra sin poder evitar caer sobre él.

Goten la miró fijamente a los ojos y se limitó a abrazarla. Ambos estaban totalmente sonrojados, ella entreabrió los labios y él la besó lleno de ansiedad. Marron no opuso resistencia cuando él rodó quedando sobre ella, lo deseaba tanto…

Afuera el viento fresco desnudaba los árboles lentamente, hoja por hoja, la sabía naturaleza lo hacía para renovarlos. Adentro, dos cuerpos y dos almas también se desnudaban con calma y deleite, renovando todo el amor que sentían.

–Goten, te amo… –musitó ella con voz entrecortada y rodeando su cuello con sus brazos.

–Yo también… y mucho –dijo el muchacho hundiéndose de nuevo en sus labios y acariciando sus suaves cabellos que parecían más dorados a la luz del fuego de la chimenea.

Sus corazones latían desbocados, ambos estaban maravillados al irse descubriendo por primera vez, conociendo cada centímetro de la piel del otro, simplemente entregándose…

Sólo cenizas quedaban, el fuego se había extiguido por completo, la habitación estaba sumida en total oscuridad, ya que las cortinas evitaban la entrada de la débil luz de las estrellas.

–¿Estás arrepentida? –preguntó Goten con voz suave rompiendo el silencio.

–No… jamás lo estaría –contestó ella mientras lo abrazaba con fuerza.


Un suspiro escapó de su pecho al recordar esos hermosos momentos, pero ahora todo parecía tan distante, tan ajeno, que…

–Hola… ¿Me puedo sentar?… –dijo una voz tremendamente familiar.

–G-goten… –alcanzó a decir antes de enmudecer. Tal parecía que lo había llamado con el pensamiento.

El muchacho se sentó frente a ella antes que pudiera contestar. Tenía que aprovechar esa oportunidad que le daba la casualidad de poderse arreglar con Marron. La chica no le quitaba la vista de encima, una mirada de reproche y acusación.

–Tenemos que hablar…

–¿De qué? –lo interrumpió.

–De nuestra situación –dijo él–. Tengo que explicarte…

–¿Que me engañaste? ¿Que no te importo? –le recriminó con voz dolida.

–Por favor, Marron… –suplicó el chico jugueteando con sus manos.

–Esto se acabó, Goten –dijo ella mientras se levantaba de la mesa para marcharse.

–¡Espera! –exclamó él mientras le tomaba la mano para detenerla–. Hasta los peores criminales tienen derecho a defenderse, un juez justo lo permite…

Él tenía razón, pero ¿qué podía explicar? Aquella imagen de él con esa mujer era demasiado elocuente, pensó ella. Aún así, aquellos ojos de un negro profundo la convencieron de volverse a sentar.

–Te escucho… –le dijo esperanzada de que todo aquello en verdad se solucionara, deseaba con fuerza que su explicación la convenciera.

–Bueno, lo que pasó esa tarde tiene una explicación. –Se detuvo un poco para encontrar las palabras adecuadas–. Esa muchacha fue una antigua novia, se había marchado hace algunos años, pero al volver decidió buscarme, así que después de investigar, supo que estaba en la Capsule Corp. y se le hizo fácil hacerme una visita. Cuando llegó, estaba preparándome para salir, tú ibas a venir a buscarme, así que tenía que estar listo, pero de pronto la puerta se abrió y ahí estaba ella con un amplia sonrisa en el rostro, y cuando menos pensé la tenía encima de mí besándome. Después apareciste tú en el momento menos indicado y se armó este malentendido.

–¿Y piensas que voy a creerte? –preguntó ella con voz fría.

–Ésa es toda la verdad. Además, esa chica esta muy apenada por lo sucedido, ella pensaba que no estaba comprometido y… bueno, cuando se enteró, quizó hablar contigo. Yo no se lo permití porque sabía que tú me ibas a creer. Marron, me conoces y sabes muy bien que no soy bueno para decir mentiras –dijo buscando la mirada que ella ahora mantenía en el borde de la mesa–. Yo, he sufrido mucho todos estos días sin ti –concluyó levantando la barbilla de la joven y mirando intensamente sus tristes ojos azules.

–Y-yo estaba muerta de celos –murmuró ella cediendo un poco y leyendo en aquellos ojos tan negros como la noche. En ellos sólo pudo ver transparencia y sinceridad, él no podía estar mintiendo. Tomó la mano que él mantenía en su cara y le sonrió.

Goten la atrajó con suavidad y besó sus labios. En los últimos días había deseado tantas veces hacerlo, que ahora le parecía imposible. Salieron del restaurant después de casi dos horas, por supuesto luego de haber desquitado los ayunos de los últimos días. Caminaron abrazados por la calle, una sonrisa se dibujaba en sus rostros, habían llegado cada uno por separado y ahora estaban juntos…

La navidad se respiraba en el aire, faltaba una semana para el festejo y ya la gente terminaba sus compras de regalos. En la Capsule Corp. todas las oficinas lucían adornos navideños y luces de colores. Goten trabajaba afanosamente, tenía que encontrar la falla. Ya había revisado una y otra vez, pero parecía que todo estaba funcionando bien, todo estaba correcto, ¿entonces qué era lo que ocurría? El chico repasó con cuidado los puntos principales de proyecto: el NCA (Nuevo Combustible Artificial) estaba en el tanque, el aerocoche tenía instalado correctamente el nuevo motor que él mismo había inventado y que era el único capaz de soportar ese combustible, la computadora principal transmitía todas las instrucciones hasta la pequeña computadora de la nave. Entonces algo pareció iluminarse en su cabeza, se acercó a la nave y revisó un cable que llegaba hasta los controles principales, tal vez ahí estaba el desperfecto. Con cuidado observó la cubierta del cable al mismo tiempo que deslizaba los dedos por el aislante. De pronto, una fuerte descarga de energía lo «iluminó» y bastante, haciendo que sus cabellos se erizaran y pararan más de lo acostumbrado, haciendo que saliera disparado hacia atrás.

En ese mismo momento la puerta del laboratorio se abrió y un joven muy atractivo de melena violeta y de elegante traje ejecutivo entró. Al instante fue atropellado por Goten, yendo los dos a estamparse a la pared del laboratorio.

–¡Auch! ¿Qué ocurre, Goten? –preguntó Trunks sobándose la cabeza.

–C-creo que y-ya encontré la f-falla, T-trunks –dijo con un amplia sonrisa en el rostro, que lucía algo sucio, y pasando una mano por sus cabellos que aun echaban algo de humo.

Una media hora después, platicaban mientras Goten le explicaba cómo haría la prueba de ese nuevo proyecto de la CC.

–…y así, ya sólo falta iniciar el sistema de prueba –dijo Goten comenzando a introducir algunos datos en la computadora–. ¿Y cómo estuvo el viaje de negocios? –preguntó sin apartar la vista del monitor.

–Bueno, las juntas son muy aburridas, pero creo que aprendí varias cosas, mi mamá es una gran maestra.

–Me alegro. Lo bueno es que estás libre ahora.

–Sí, no sabes cómo agradezco que a mamá le encante ir de compras, sobre todo ahora con lo de la navidad. Me ha dicho que visitará todos los centros comerciales de la ciudad para comprar los obsequios –comentó Trunks con un gesto de alivio en el rostro.

–¡Ya está listo! –exclamó Goten lleno de júbilo–. Ahora, con sólo presionar esta tecla, sabré si todo mi trabajo valió la pena…

Con algo de nerviosismo presionó la mencionada tecla y de inmediato el aerocoche se encendió comenzando a enviar resultados al ordenador, que trabajaba a gran velocidad.

–¡Sí, sí, todo está correcto! –gritó Goten sonriendo.

Ambos chicos chocaron sus manos en señal de triunfo. Como buenos amigos que eran, siempre se sentían felices con los éxitos del otro.

Era una noche bastante fría en la casa de los Son. Una navidad más era festejada por todos los presentes. En el salón, Goku, disfrazado de Santa Claus, charlaba alegremente contagiándolos con su característico buen humor. El árbol de navidad yacía cubierto de regalos y sus luces se habían encendido desde muy temprano, iluminando de diversos matices las caras de Krilin, Gohan, Mr.Satan y Goku, mientras que Videl, Pan y #18 ayudaban a Milk a terminar la cena.

–¿Y el maestro Roshi? –preguntó Gohan a Krilin.

–Se fue de vacaciones con Oloon a un lugar cálido, ustedes saben que prefieren bikinis que abrigos –dijo, y de inmediato todos rieron fuertemente.

–Esos dos nunca cambiarán –repuso Goku.

La puerta principal de abrió, interrumpiendo la plática de los presentes.

–¡Feliz Navidad a todos! –exclamaron Marron y Goten al unísono.

La muchacha se acercó cariñosamente a su padre y le dio un gran beso en la frente.

–Feliz navidad, pequeña –dijo Krilin.

–Trajimos regalos para todos. –La chica se acercó hasta el árbol y expandiendo una cápsula comenzó a acomodar donde podía el montón de paquetes.

La cena transcurrió llena de alegría por estar juntos. Goku, como buen sayayin, degustaba los ricos platillos que Milk había preparado, claro, seguido por Gohan, Goten y Pan que fueron los que más comieron. Terminando la cena, Goten se puso de pie pidiendo la atención de todos.

–Bueno, ahora que estamos todos juntos, ha llegado el momento de decirles algo –dijo mirando con insistencia a su querida Marron.

Las miradas se centraron en él con mucha curiosidad, esperando saber de qué se trataba todo ese asunto. Goten tomó un poco de aire y lo exaló en tanto alternaba sus miradas a sus padres y a los padres de Marron.

–Lo que quiero decirles es que…Marron y yo hemos decidido casarnos –dijo al fin, dejando a todos mudos de la sorpresa.

La primera en reaccionar fue Milk, que comenzó a llorar sobre el hombro de su marido. «¡Oh, mi pequeño se casa!», dijo mientras que Goku se limitaba a pasar una mano por su espalda. También Krilin y #18 estaban sorprendidos, pero ya presentían que eso iba a suceder, aunque no pensaban que tan pronto.

Después de asimilar la noticia, las felicitaciones no se hicieron esperar, la pareja lucía radiante y por supuesto llenos de planes para la futura boda, sobre todo Marron, que como toda mujer estaba deseosa por que ese feliz día llegara.

Envolturas de brillantes colores y grandes moños estaban esparcidas por la sala. Todos abrían los obsequios de navidad. Marron y Goten salieron afuera, los regalos podían esperar un poco, después de todo, el mejor regalo era estar juntos. Se abrazaban para aminorar un poco el frío que hacía y contemplaban el cielo estrellado y la montaña que lucía nevada totalmente. Habían pasado muy buenos momentos en ese lugar, así como en el bosque que rodeaba la casa Son, pero en nada se compararían con esos que estaban por vivir ahora que iban a estar juntos por siempre… Un deseo espontáneo los hizo besarse para así sellar su promesa de amor.

Aliento de Amor

por Nary

Secuela de «Descubriendo el Verdadero Amor»


El cielo lucía muy oscuro, parecía un manto de terciopelo negro con millones de pequeñas luces que parpadeaban rítmicamente… Ese ritmo era idéntico al de dos jóvenes corazones que rebozaban alegría por estar muy juntos.

Dos siluetas fundidas en una sola atravesaban el cielo velozmente. Goten llevaba a Marron en brazos, la chica estaba muy cansada y él había decidido que lo mejor era llevarla cargando. Él fijaba la vista al frente, pero constantemente volteaba a ver a la muchacha, como temiendo que ella desapareciera de pronto. Una vez más volteó y la miró ahí… recargada en su pecho con el rostro sereno y con su cabello un poco enmarañado a causa del viento, tenía los ojos cerrados como si durmiera, pero Goten sabía que no era así porque sentía el fuerte abrazo de la chica en su espalda. Ella sonreía haciendo que su rostro se viera aun más hermoso a la luz de los tenues rayos de la luna que lo bañaba.

Una sonrisa se dibujó en los labios de él y con una mirada traviesa acercó lentamente su cara a la de ella y la besó en la mejilla. Marron, sorprendida con aquella caricia tan inocente e inesperada, abrió los ojos y se encontró con aquellos de un negro tan profundo que hacían competencia con la noche.

–Dime, Marron, ¿dónde estabas ayer? –preguntó él mientras volvía a fijar su vista al frente.

–Fui a Kame House. Parecerá que soy una tonta, pero había olvidado mi cumpleaños y mi papá me habló después de llegar de la universidad. Sonaba un poco desesperado y me imaginé que le ocurría algo a mi mamá; sin pensarlo me fui y no pude avisarte. Cuando llegué estaban preparando todo para una pequeña fiesta de cumpleaños y después no me dejaron venir hasta hoy, ya tarde –explicó ella mientras se acomodaba mejor en el pecho del saiya–. Me entantaría que hubieras estado conmigo.

–¿Tu cumpleaños? –Goten bajo la velocidad hasta detenerse por completo al escuchar la explicación de Marron.

–Sí. Cumplí 18.

–Y-yo no lo sabía –dijo él mientras la abrazaba más fuerte.

–No te preocupes, hasta yo lo había olvidado. Además, me has dado el mejor regalo de todos –murmuró ella volviendo a posar su cabeza en el pecho de él para abrazarlo con mayor fuerza.

–Sabes, Marron… Hoy llegaste cuando más te necesitaba. Yo estaba…

–No digas nada –lo interrumpió–. Sólo vive este momento y olvida todo lo demás, ¿sí?

Goten comenzó a volar de nuevo. Ella tenía razón, lo de Kally estaba atrás y estaba completamente seguro que ahora iba ser muy feliz con aquella chiquilla.

–Lo que no olvidaré es la forma como llegaste. Yo no tenía la menor idea de que supieras volar, en verdad me sorprendiste.

–Sí, por la cara que tenías cuando me viste en la montaña imaginé que no te lo esperabas. Yo no lo hago con frecuencia, pero me agrada sentir el aire en mi cara y saber que yo puedo controlar la velocidad y la altura. Y no sabes… cuando era niña eso me costó muchos castigos… Mi mamá siempre tenía que salir a buscarme. Regañaba a mi padre por la ocurrencia de haberme enseñado a volar, pero después ella me ayudó a perfeccionar la técnica.

–Eso quiere decir que también eres una gran peleadora de artes marciales.

–No, Goten, sólo sé lo básico. Es raro, pero el luchar nunca me a gustado. Admiro a mis padres porque a pesar de todo siguen entrenando y han crecido mucho en técnicas y fuerza. Es curioso, pero siento que cuando están en alguno de sus entrenamientos es cuando mejor se llevan. Mi mamá no es muy dada a expresar sus emociones, pero cuando pelea con mi padre su mirada se vuelve más brillante y muchas veces la he sorprendido sonriendo.

–Entonces, ¿cómo es que vuelas tan bien? –preguntó el chico.

–Ahhh, Goten, todo es cuestión de saber controlar tu Ki. Pienso que cualquier persona podría volar si supiera manejar toda la energía que todos tenemos en nuestro interior.

–Sí, creo que tienes razón –dijo él, descendiendo lentamente hasta posarse en la calle desierta.

Abrazados caminaron unos pasos hasta la entrada de la casa de estudiantes y ya en la puerta se besaron como despedida. «Hasta mañana, Marron» dijo él agitando su mano. Ella asintió, entró a la casa y antes de perderse en el pasillo se giró y lo vio emprender el vuelo hacia el cielo nocturno.

Marron se recostó en la cama y comenzó a sonreír. ¡Cielos! Le parecía increíble que ella y Goten fueran novios. Además, los padres de él la habían tratado de maravilla durante la cena. El señor Goku le parecía de lo más simpático, tal y como su padre lo describiera y Milk era encantadora y, a pesar de los constantes regaños a su esposo, se veía que lo amaba mucho. Marron imaginó que quizás Goten y ella estarían así algún día en una pequeña casa en el campo ya como marido y mujer… esos dulces pensamientos la hicieron dormirse tranquilamente.


Marron entró rápidamente al taller de arte. Esperaba que el maestro no la fuera a regañar por llegar tarde, era una suerte que él accediera a levantar el castigo antes de lo normal y se había prometido a sí misma que no volvería a meterse en líos.

Con paso lento y silencioso, entró al salón. Todos sus compañeros de clase se encontraban ya enfrente a sus respectivos óleos, aparentemente concentrados en su labor. La muchacha se escabulló hasta su lugar. Al encontrarse segura tras la blanca tela, no pudo evitar dejar escapar un suspiro de alivio, el profesor no se había dado cuenta de su retraso. ¡Error grave! El maestro se encontraba a un lado de ella con una cara no muy amable.

–Vaya, Vaya… pero miren a quién tenemos aquí –dijo el maestro de forma burlona–. Si es nada menos que mi alumna autodidacta.

Marron encogió los hombros y sintió que su cara ardía a causa de la vergüenza, la había atrapado entrando a su clase 15 minutos tarde.

–¿Acaso ya olvidó la hora de entrada, señorita? –preguntó el maestro, y sin dejarla contestar se dirigió a los demás muchachos–. Por favor, jóvenes, digan a qué horas se debe entrar a esta clase hoy.

«A las ocho en punto» dijeron 15 voces al mismo tiempo y después ahogaron una risita de burla. Ese maestro era uno de los más estrictos de la escuela, pero también era un gran artista y muchos lo respetaban por eso.

–L-lo siento, no volverá a pasar –contestó Marron un poco titubeante.

–Bueno, señorita, y dígame qué ha hecho estos días que le he dado de «vacaciones».

Marron no contestó, pero empezó a desenvolver el cuadro que llevaba en la mano y se lo extendió al maestro mientras le decía: «sólo esto». El hombre tomó la pintura y, aunque lo disimuló muy bien, una mirada de sorpresa se presentó en sus ojos. El cuadro era muy bueno, y a pesar de no estar terminado, transmitía no sólo belleza a la vista sino también una gran tranquilidad al alma.

–Es bueno –dijo mientras se lo devolvía a la muchacha, pero pensaba que aquella jovencita rebelde tenía un gran talento–. Ahora tiene que ponerse al corriente en todo lo que hemos hecho. Ahh, y no me importa si los colores que indico no son de su gusto.

Marron sonrió. Había notado que al maestro le gustaba su trabajo. Además, eso de los colores lo había dicho con un tono de voz diferente… quizás un poco suave.


Esa tarde Goten había convencido a la chica de no pintar y pasear un poco en el centro de la ciudad. Marron le contaba a Goten sobre el incidente con el profesor de arte y él sonrió cuando ella le dijo sobre la expresión del maestro al ver el cuadro. Al parecer el maestro ya se había dado cuenta del talento de Marron y él se sentía orgulloso de ella.

–Bueno, hemos llegado –dijo él, deteniéndose enfrente de una colorida tienda.

–¡Ehh! –exclamó Marron al ver la tienda de mascotas frente a ellos. ¿Qué hacemos aquí?

–Venimos por tu regalo de cumpleaños –dijo él guiñando un ojo y haciéndola entrar al establecimiento.

La muchacha se dejó guiar, estaba sorprendida. Jamás espero que Goten le diera tal regalo de cumpleaños y además parecía que él hubiera adivinado lo mucho que le gustaban los animales. «Acaso sería por el nido en la montaña», pensó ella mientras miraba la cantidad de cachorros y diferentes aves que tenía la tienda.

Goten miraba divertido cómo ella no se decidía por las últimas dos opciones que habían quedado después de casi dos horas de eliminar posibilidades. Una era un pequeño gato blanco y la otra era un pájaro de hermosas plumas azules. Cuando Goten estaba seguro que ella se decidiría por la ave, Marron volteó y descubrió una gran urna de cristal llena de lindos peces de colores. De inmediato se acercó y casi al instante por fin dijo «quiero éste».

Goten se acercó a la muchacha y vio cómo la empleada sacaba un pequeño pez, que a diferencia de los otros tan coloridos como el arco iris, estaba completamente negro a excepción de dos pequeñas rayas blancas que atravesaban su cuerpo de forma horizontal. Además, sus ojos eran saltones y la verdad es que era… feo.

–¿No es hermoso, Goten? –dijo la joven volteando hacia donde Goten la miraba sorprendido.

¿Cómo era posible que ese pez tan feo le pareciera tan lindo a ella?, pensó Goten. El pobre animal estaba allí seguro porque nadie lo había querido por feo y a Marron le parecía hermoso. Ahora entendía porqué su padre y Gohan decían constantemente que nunca entenderían a las mujeres.

–E-este… sí –titubeó el chico, mientras ayudaba a la joven a escoger una pecera para el animalito.

Después de un rato más, salieron. Marron llevaba en la mano una pecera con su nueva mascota y Goten una bolsa con alimento para peces.

–Muchas gracias, Goten. Es un lindo regalo –exclamó ella recargándose en el brazo de él cariñosamente.

–Me alegra que te gustara –dijo él mientras la rodeaba en un abrazo.

–¿Sabes porqué escogí a Dash?

–¿Dash?

–Sí. Así se llama el pez.

–Ahh… No, ¿por qué lo escogiste?

–Estaba muy solo y muy triste en esa pecera. Conmigo ya no estará nostálgico porque yo lo voy a querer mucho.

Goten miró el cabello de Marron brillando con los ya agónicos rayos del sol. No había duda, tenía la sensibilidad de un artista. Él jamás hubiera imaginado a un pez triste y con problemas de soledad.

–Y además me gustó porque se parece a ti –dijo ella deteniéndose y mirándolo a los ojos.

–¡¿Qué?!


–No es cierto, sólo estaba bromeando –dijo Marron y ambos se soltaron riendo mientras caminaban lentamente por la acera.

«El tiempo pasa volando», pensaba Marron en su pequeña habitación. Trabajaba muy duro dándole el acabado a los dos cuadros que tenía que entregar en un par de días. Hacía ya tres meses que ella y Goten eran novios y habían sido los mejores de su vida. Mientras tomaba un pincel y le daba algunos toques al cuadro de un hermoso lago, recordaba la sorpresa de sus padres cuando les contó sobre su noviazgo con Goten, pero aceptaron gustosos. Después de todo, no podían pedir un mejor partido para su pequeña Marron.

La muchacha se alejó unos pasos del cuadro para apreciarlo mejor.

–Quedó mejor así, ¿verdad, Dash? –dijo mirando al pequeño pez que nadaba más aprisa al oír la voz de la muchacha–. Creo que hasta se te antojó nadar en mi lago –bromeó la chica mientras pasaba un dedo sobre el cristal de la pecera y Dash lo seguía haciendo diminutas burbujas.

Marron se acercó de nuevo al óleo y trató de ponerle más colorido, pero se percató que ya no tenía pintura de la que necesitaba. «Creo que por aquí guardé un tubo de ese color», murmuró la chica buscando en algunos cajones. A veces se odiaba por ser tan desordenada. Al buscar en el armario se encontró con el hermoso vestido de baile que colgaba perfectamente arreglado para usarse.

–¡Mañana es el gran día, Dash!… Mi primer baile formal con Goten –exclamó la muchacha mientras se ponía el vestido frente a ella y se observaba en el espejo–. Voy a bailar toda la noche… con él.

Marron dio algunos pasos de baile y los pies se le enredaron y cayó sobre la mullida silla. «Ja ja, creo que lo tendré que hacer mejor mañana». Después tomó su chamarra y, esparciendo un poco de comida para peces sobre Dash, salió. Tenía la esperanza de encontrar una tienda abierta a pesar de la hora que era. Debía terminar los cuadros para poder irse al baile tranquila. Su maestro confiaba en que los entregaría puntualmente.


Marron caminaba de regreso a su casa. Llevaba en la bolsa de su chamarra el color que necesitaba. Era una suerte que hubiera encontrada la tienda abierta. Un escalofrío recorrió su espalda, el viento helado anunciaba que pronto llegaría el invierno. La calle estaba desierta y aunque la iluminación nocturna estaba encendida, no servía de mucho en aquella noche sin luna. Ya sólo le faltaban tres calles para llegar cuando de la nada surgieron dos tipos, ambos bastante altos y fornidos. Uno de ellos la sujetó de los brazos tan fuerte que la lastimaba y le tapó la boca; el otro revisaba su chamarra al mismo tiempo que la amenazaba con una arma.

La chica no atinaba a reaccionar. Estaba muy asustada, esos tipos querían dinero y como no llevaba nada, seguro la lastimarían.

–¡¿Sólo traes esto?! –preguntó uno de ellos con el tubo de pintura en la mano.

La muchacha asintió asustada de la reacción de aquel hombre, que la miraba de una forma muy extraña. Él, al ver a la muchacha temblando en las manos del otro tipo, arrojó el tubo al suelo y lo aplastó con su enorme pie. Después, acercándose amenazadoramente a Marron, le dijo a su cómplice «Es bonita, ¿no crees?». «Sí, mucho», contestó el otro con una voz que sonó terriblemente ronca a los oídos de Marron. Eso hizo reaccionar a la muchacha, y tomándolos por sorpresa golpeó al tipo que tenía enfrente en sus partes bajas, y zafándose de las manazas del otro le asestó un golpe con el codo en plena nariz. Ambos tipos quedaron noqueados al instante y escarmentados a no volver a atacar a jovencitas «frágiles». Después comenzó a correr con todas sus fuerzas hacia su casa. No queriendo perder tiempo en abrir con la llave, al fin logró concentrarse y pudo flotar un poco hasta la ventana de su habitación. Entró a su cuarto sin dificultad y se sentó a recuperar el aliento, pero su respiración no se normalizaba.

«¡¡No, no otra vez!!», pensaba Marron al tratar inútilmente que el aire llegara a sus pulmones. Con desesperación comenzó a buscar algo en el cajón de su mesita de noche, tiraba todo lo que se le interponía mientras jalaba aire a través de su boca con angustia. Al fin encontró una pequeña cajita que pensó que no necesitaría nunca más y se la llevó a la boca. Después de unos minutos en los que sentía que se ahogaba, pudo respirar con normalidad y comenzó a sollozar desesperadamente. ¡Demonios! ¿Por qué le pasaba eso a ella?… Llevó una mano hasta sus ojos para limpiarlos y con la otra volvió a colocarse el inhalador en la boca. Se sentía desfallecer.

Se derrumbó sobre el tapete que estaba cerca de la cama, y abrazándose las piernas comenzó a mecerse lentamente… Así la encontró Goten cuando unos momentos después entró por la ventana abierta llevando una bolsa con tubos de distintos colores en la mano, era el material que Marron había olvidado en la casa de Gohan esa tarde cuando pintaba el retrato de Pan.

Él se sorprendió de encontrarla así sentada en el suelo con aquella actitud de animalito asustado. Marron volteó al escuchar un ruido y al verlo se arrojó sobre él en un abrazo desesperado. «¡¡Oh, Goten!!», dijo hundiéndose en el pecho del muchacho que no entendía lo que pasaba, sólo la abrazó hasta que ella comenzó a calmarse.

–¿Qué sucede, Marron? ¿Por qué lloras de esa manera? –dijo él mirando sus ojos azules, aún brillantes por el llanto.

Marron le narró el asalto con palabras atropelladas acompañadas con más sollozos. Goten apretaba los puños lleno de rabia y deseando fulminar a aquellos tipos que se habían atrevido a hacerle eso a Marron. Se sentía un tonto por no haber podido protegerla, era una suerte que ella supiera defenderse, si no, no quería ni imaginar lo que hubiera podido suceder.

–Goten… lo que más me asusta es que volvió mi ataque de asma… Y-yo pensé que lo había superado… pero…

–Ya, tranquila. Lo importante es que no te lastimaron –dijo él tomándola de las manos.

–Sí, pero no sabes cuánto me asusta el no poder respirar. Odio la sensación de ahogarme –dijo ella mientras temblaba.

–Vamos, tú sabes que puedes superarlo, es cuestión que te calmes… Sé que puedes controlarlo –dijo Goten tratando de darle ánimos a la muchacha, que ya lucía un poco más calmada.

–S-sí… –murmuró ella no muy convencida de su propia respuesta. Goten no entendía el miedo y la desesperación que le provocaba sentir cómo su garganta se negaba a dejar pasar el aire vital.

Goten se sentó en la cama junto a ella y la estrechó contra él. La muchacha agradeció el abrazo y cerró los ojos percibiendo la cercanía de él… Su calor, su aroma, su simple presencia hacía que sintiera una paz indescriptible.

El muchacho acercó su cara a la de ella y la besó en los labios. Marron sintió aquel beso diferente, iba cargado de un fuego desconocido para ella, pero que no la asustó y lo correspondió con igual intensidad. Él la despojó de su chamarra y al mirar las marcas de unos dedos en sus brazos, los besó con suavidad. Marron cerró los ojos a aquel contacto que la hizo experimentar un placer desconocido, después Goten la recostó sobre la cama con sumo cuidado y miró sus ojos tan azules, besó sus labios suavemente y fue bajando hasta su cuello lentamente al mismo tiempo que los dedos de él se iban deslizando por cada uno de los botones de la blusa de ella. Marron sentía cómo se encontraba en el umbral a otro mundo lleno de nuevas sensaciones del cual creía no poder escapar, pero que al mismo tiempo algo en su interior la detenía a entrar con toda confianza.

Percibía la respiración de él, cálida y agitada en su pecho, y en el último momento antes de perder la razón, con suavidad lo apartó de ella. «No, Goten… por favor», suplicó con voz firme, que contrastaba enormemente con sus propios deseos. «No estoy preparada para esto… aún». El chico se incorporó rápidamente. «Perdón, Marron… Yo… no…». Marron le sonrió al mismo tiempo que cerraba de nuevo su blusa. El muchacho estaba rojo como un tomate y un tanto confundido por atreverse a llegar tan lejos.

–Discúlpame, no sé lo que me paso –dijo evitando la mirada de ella.

–Yo también te quiero y… te deseo, Goten, pero no me siento preparada para esto todavía –dijo ella tomando su cara para hacerlo voltear.

–C-creo que debo irme –dijo titubeante.

–Sí…

Goten se acercó a la ventana y la abrió mientras miraba a la chica parada junto a él.

–Cierra bien la ventana y cuídate mucho… Ahh, y no olvides el baile de mañana, te tengo una sorpresa –dijo él con su voz de siempre.

Marron asintió y lo vio elevarse hacia el cielo. Lo amaba mucho y sabía que alguna noche lo dejaría llegar hasta el final…


Ambas chicas reían divertidas mientras se miraban frente al espejo. Lucían muy bellas vestidas y listas para el baile, que comenzaría en unos momentos. Mohemi maquillaba a Marron cuidando de no hacerlo de forma exagerada. Eran buenas amigas, a pesar del corto tiempo de conocerse. Mohemi se había portado de maravilla con Marron y ésta le había tomado confianza de inmediato. Lo cierto es que al ser sus novios tan amigos, no había dejado otra alternativa a las dos jóvenes, que además, por contar con caracteres sencillos, congeniaron rápidamente.

–¡Quedó muy bien! –exclamó Mohemi, mirando su trabajo.

–Gracias. Yo no lo sé hacer, ¿no es gracioso? Soy pintora y ni siquiera puedo maquillarme –contestó Marron observándose en el amplio espejo del tocador de su amiga. Ambas chicas rieron ante el comentario de Marron.

–Pero creo que te hace falta algo de rubor aquí –dijo Mohemi tomando un poco de polvo y esparciéndolo en una mejilla de Marron.

Marron se quedó quieta, para que la chica hiciera su trabajo, pero de pronto sintió que no podía respirar. Por más que jalaba aire por la boca, éste no llegaba a sus pulmones. Mohemi, al notarlo, detuvo su trabajo, mirando a Marron palidecer.

–¿Qué te pasa, Marron? –preguntó Mohemi, preocupada.

Marron no contestó. Con desesperación apartó a su amiga y abrió su bolsa de mano, sacó el inhalador y rápidamente lo puso en su boca, respirando profundamente. Mohemi no sabía qué hacer, ya que sus padres no estaban en casa, pero Marron le hizo saber a señas que se calmara, que ya estaba pasando. Después de unos minutos que a ambas chicas les parecieron eternos, Marron respiraba normalmente de nuevo.

–Y-ya estoy bien –dijo Marron, mirando a su amiga con tranquilidad.

–¿Estás segura, Marron? –preguntó la joven, todavía con semblante preocupado.

–Claro, ¡mejor que nunca! –exclamó Marron, sonriendo.

–¿Te ocurren muy seguido estos ataques de asma? –preguntó Mohemi.

–N-no, claro que no… Tú sabes, es psicológico, quizás sea la emoción del baile –explicó Marron.

El timbre sonó insistentemente, interrumpiendo la conversación de las jóvenes.

–Deben ser los chicos. Yo bajaré a abrir –dijo Mohemi–. Toma un poco de agua, te hará bien…

Marron asintió y se miró al espejo. No le gustaba mentir, esa mañana había tenido dos ataques aún más fuertes, pero la verdad es que no quería echar a perder esa noche tan especial. Estaba ansiosa por saber la sorpresa que le tenía preparada Goten…

Los cuatro jóvenes entraron al enorme salón, perfectamente decorado para el baile de esa noche. Todos los alumnos de la universidad se habían dado cita en el lugar para festejar un aniversario más de la prestigiada escuela.

Ambas parejas se sentaron en una de las mesas del fondo, ya que las del centro se encontraban ocupadas. Goten miraba a Marron con insistencia, lucía tan hermosa vestida y peinada de esa forma. Le había parecido un ángel cuando la vio descender las escaleras en compañía de Mohemi hacía apenas unos minutos.

El baile se llevó a cabo de forma normal. Las parejas bailaban animadamente, la música sonaba como nunca a los oídos de Marron y Goten… De pronto, el ritmo cambió, volviéndose más lento. Goten tomó la cintura de Marron con ambas manos y ella rodeó su cuello y se recargó en su pecho del lado del corazón. Se sentía tan bien el estar ahí tan juntos.

Mohemi y Trunks bailaban también estrechamente unidos, pero la chica volteaba constantemente hacia donde estaban sus amigos. Tenía un presentimiento con respecto a Marron, pero tratando de no hacerle mucho caso se recargó en el hombro de Trunks cerrando los ojos y disfrutando el momento. Cuando la melodía casi terminaba, Marron se separó de Goten. Esta vez el aliento le faltaba más que nunca. Volteó a su alrededor desesperadamente y distinguió un balcón abierto y se dirigió hacia allá con paso lento, «¿Qué sucede?», preguntó él sin obtener respuesta y la siguió hasta el balcón. Marron respiraba con mucha dificultad.

–N-no p-puedo respirar b-bien –murmuró con voz apenas audible mientras se llevaba ambas manos hacia la garganta–. Goten… –alcanzó a decir antes de desmayarse en los brazos de él.

El muchacho la acomodó en sus brazos y, lleno de angustia, alzó el vuelo rumbo al hospital de la ciudad. Durante el trayecto miraba a la chica, la cual cada vez respiraba más lento. «¡Por favor, Marron, resiste!», murmuraba. Aterrizó en plena calle y, sin importarle que algunas personas lo miraran con sorpresa, se dirigió a la entrada de urgencias. Las puertas automáticas se abrieron al instante y entró como un torbellino pidiendo ayuda. Varios médicos le rodearon. «Paro respiratorio», gritó uno, y algunos hombres de blanco trajeron una camilla y le arrebataron a Marron de los brazos. La chica estaba pálida y sus labios se comenzaban a poner morados por la falta de oxígeno. Goten siguió la camilla por un largo pasillo, pero cuando unas puertas de vidrios oscuros estaban ya muy cerca, alguien lo detuvo y le dijo «espere aquí, por favor».

Goten se dejó caer en uno de los sillones de la sala de espera. ¿Porqué tenía que pasar eso precisamente ahora?, se preguntó mientras de la bolsa de su pantalón sacaba un estuche negro que contenía un pequeño anillo dorado como los cabellos de ella. Recargó su cabeza en la pared fijando la mirada en las luces blancas del techo y recordando la mirada llena de temor de Marron antes de desmayarse, estaba asustada y sufría mucho. ¡Maldición! Él no podía hacer nada por impedirlo. No supo qué tanto tiempo pasó hasta que sintió una mano posarse en su hombro y escuchó que lo llamaban por su nombre.

–Goten…

Volteó tratando de reconocer las dos siluetas, pero su vista no le respondía por estar tanto tiempo mirando las luces. Después de unos momentos distinguió a Trunks y a Mohemi parados junto a él.

–¿Cómo está ella? –preguntó Mohemi.

–No lo sé, aún no me dicen nada –contestó él maquinalmente.

–Todo saldrá bien, Goten… ¿Ya le avisaste a sus padres? –preguntó Trunks sentándose a un lado de su amigo. Nunca lo había visto así, con esa expresión extraña en su rostro siempre sonriente.

–No… Yo no había pensado en eso…

–Está bien, Mohemi y yo haremos esas llamadas. Tú espera aquí –repuso Trunks.

Goten miró la puerta por donde se habían llevado a Marron. ¿Por qué nadie salía? ¿Acaso ella estaba…? No, no podía ser tan grave… Era sólo un ataque muy fuerte de asma, se decía tratando de darse ánimos. Pero aquella tardanza no era normal.

Mohemi y Trunks volvieron y se sentaron junto a Goten. Después de decirle que los padres de él y de la muchacha venían en camino, guardaron silencio, respetando así la terrible calma que se sentía en los fríos muros del hospital. Sólo de vez en cuando la calma era interrumpida por alguna sirena de ambulancia que anunciaba la llegada de un nuevo paciente. Goten tenía la mirada fija en las puertas del fondo, esperando que alguien saliera, y cuando parecía que esas puertas estarían cerradas para siempre, un médico salió. El muchacho se levantó como impulsado por un resorte y se acercó al doctor rápidamente.

–¿Cómo está ella? –preguntó atropelladamente, mirando fijamente al médico como tratando de adivinar algo en los ojos de éste.

El doctor desvió la mirada de los ojos del muchacho y metiéndose las manos a la bolsa dijo:

–Necesito hablar con los familiares cercanos.

–Y-yo soy su novio…

–Es necesario hablar con sus padres.

–¿Por qué…? –preguntó Goten, temiendo saber la respuesta.

–La muchacha no está bien –fueron las palabras del médico.

Goten, perdiendo la paciencia, lo tomó fuertemente de la bata y lo miró fieramente a los ojos. Trunks intervino antes de que su amigo cometiera una tontería. «¡Cálmate, Goten!», le dijo tomándolo de los brazos para separarlo del doctor. El muchacho soltó al médico y éste, aunque un poco asustado por la reacción del chico, se compadeció de Goten.

–La muchacha tuvo un paro respiratorio agudo… Al tratar de encontrar la causa, descubrimos que su pulmón derecho se había colapsado. Está totalmente contraido, y el otro no puede realizar bien el trabajo, ya que a causa del asma los conductos se cierran, impidiendo el paso del oxígeno y…

–¿Qué pueden hacer por ella? –lo interrumpió Goten con la expresión sombría.

–Es necesario operar, pero si el pulmón no reacciona como es debido, otro paro podría ser fatal –indicó el médico bajando la vista–. Cuando lleguen sus familiares, quiero verlos de inmediato –dijo comenzando a caminar lentamente por el pasillo.

Goten se había quedado mudo al escuchar las palabras del doctor. Estaba parado con la vista fija en el suelo. Trunks tenía una mano sobre su hombro, pero en ese momento no sentía nada, sólo un frío lo inundaba por dentro. Trunks compadecía a su amigo, nunca lo había visto tan ilusionado con una chica. Después de tantas novias que iban y venían, era común verlo comprando chocolates y flores, pero nunca ponía mayor atención, sólo compraba lo común. En cambio, con Marron cualquier cosa era insuficiente. Además su mirada brillaba más que nunca y sonreía cuando hablaba de ella o algo lo hacía recordarla. Sentía el dolor de su amigo. Además Goten era más que eso, era como su hermano y le dolía verlo sufrir así. «Tengo que verla…», murmuró Goten y rápidamente alcanzó al médico que ya se perdía al final de aquel pasillo.

–Quiero verla… –dijo el muchacho, deteniendo al galeno de un brazo.

–Pero…

–Por favor… Sólo un momento –suplicó Goten mirando fijamente al médico.

–Está bien –accedió el hombre y condujo a Goten hasta uno de los cuartos de terapia intensiva.

El muchacho entró con cuidado a ese cuarto tan lleno de aquella luz blanca, y su mirada se encontró con un doloroso espectáculo. Marron yacía acostada en una cama, tenía conectada a ella muchos tubos y mangueras que la ayudaban a respirar. Él se acercó lentamente y miró su rostro, tan pálido como las sabanas que la cubrían. Sus labios tenían aún un color violáceo y su cabello descansaba sobre la almohada, enmarcando su cara. Tomó la pequeña mano de la chica entre las suyas y la besó. Marron, haciendo un gran esfuerzo, abrió los ojos lentamente y lo miró parado junto a ella con una expresión de angustia pintada en su cara.

–Goten… –musitó débilmente.

–Todo saldrá bien –atinó a contestar el muchacho con un nudo en la garganta.

Una triste sonrisa atravesó la cara de ella y sin querer una lágrima escapó de sus ojos.

–No quiero morirme, Goten. No ahora que soy tan feliz –murmuró tristemente, apretando la mano que él le sostenía como para que no la dejara ir.

–No digas eso… ¿Recuerdas la sorpresa que te prometí? –preguntó el muchacho con voz quebrada.

–Sí…

–Era ésta… –le dijo mientras le ponía el pequeño anillo con un diamante blanco en el dedo anular.

–Gracias… es muy hermoso –dijo ella en tanto dos lágrimas escurrían por sus mejillas.

El muchacho no contestó. Por más que trataba, la voz se negaba a salir de su garganta. Secando las lágrimas de ella, la besó. Los dos guardaron en sus corazones aquella caricia…

Goten salió un momento después. Al llegar a la sala de espera, se encontró con sus padres sentados a un lado de Trunks y Mohemi. Buscó con la mirada a Krilin y a #18, pero no estaban.

–¡Goten! –exclamó Milk al verlo acercarse hacia ellos, y lo abrazó como cuando era pequeño.

El muchacho correspondió el abrazo, la verdad es que lo necesitaba mucho y por reflejo escondió su cara en el pecho de su madre.

–Krilin y #18 están hablando con el doctor –le informó Goku, colocando una mano sobre su espalda.

Goten asintió y se sentó, o más bien se hundió, en una de las sillas de la estancia. Deseaba que todo fuera un mal sueño, pero por desgracia era la cruda realidad, una realidad que no aceptaba, ¡¡QUE NO ERA JUSTA!! ¿Por qué tardar tanto en encontrar algo tan valioso si lo iba a perder tan pronto?

Krilin y #18 llegaron un rato después. Ambos parecían haber envejecido 10 años en tan sólo un par de horas. Iban tomados de la mano como para darse valor mutuamente ante el dolor que enfrentaban. La expresión de #18 era lamentable, demostraba todo el dolor que su corazón de madre experimentaba. Milk, al verla, se estremeció. Jamás querría estar en la situación de esa mujer. Ya una vez había sufrido la supuesta muerte de Gohan y su mente y corazón no aceptaban la idea, y ahora #18 pasaba por la misma situación. Por reflejo tomó el brazo de Goku…

–La operarán en una hora –dijo Krilin con voz apagada. Sus ojos estaban opacos, sin vida.

No quedaba nada, salvo esperar. Los llevaron a una sala privada para esperar los resultados de la operación. Todos estaban callados. Bulma y Gohan llegaron unos momentos después, uniéndose a la comitiva silenciosa en espera de noticias y rogando por que éstas fueran buenas.

Sólo el andar del reloj se dejaba escuchar en la habitación. Goten miraba las manecillas moverse lentamente, cada segundo parecía durar una eternidad sumido en esa espera angustiante. Sentía que en aquella mesa de operación también estaba en juego su vida. ¿Para qué vivir si ella no iba a estar? Jamás hubiera imaginado que llegaría a quererla de esa manera… pero cómo no enamorarse si era una chiquilla tan adorable. Fijó su mirada en el reloj, tratando que así el tiempo transcurriera rápidamente.


El tiempo pasa lentamente, pero todo plazo se cumple, y cinco horas después el médico entró cabizbajo a la sala. Todos se acercaron a él tratando de adivinar las palabras que estaba por pronunciar.

–Lo siento… Ella… no soportó la operación –dijo con voz pausada y triste. Parecía que aún a pesar de luchar a diario con la muerte, le costaba enfrentar las derrotas.

Krilin se dejó caer en una de las sillas con el rostro descompuesto por el dolor; #18 se aferró a él, llorando desgarradoramente; Milk buscó el abrazo de Goku, comenzando a llorar; Trunks abrazó a Mohemi; Bulma y Gohan estaban como clavados al suelo, no dando crédito a las palabras que acababan de oír.

Goten se quedó petrificado. Sentía como si mil dagas se clavaran en su pecho, el dolor era tan fuerte que no lo dejaba respirar. Al mismo tiempo muchas imágenes pasaban por su mente; desde el día que ella le diera con aquella puerta en la nariz, las tardes juntos en las montañas, sus risas, su cabello brillando al sol, su forma de mirarlo y de besarlo. Todavía hacía unas horas antes la había besado y no imaginaba que sería el último… En su mente se preguntaba una y otra vez porqué, PORQUÉ tenía que ser así… No lo aceptaba… ¡¡NO ERA JUSTO!!

Goku, al verlo en aquel estado, con el rostro inexpresivo y con la mirada perdida, se acercó a él para tranquilizarlo.

–Goten… Debes afrontarlo… Tú… –murmuró tratando de encontrar las palabras correctas.

–¡¡No!! Voy a buscar las esferas del dragón y la volveré a la vida –lo interrumpió el muchacho con la expresión descompuesta y tratando de salir de aquella habitación que amenazaba con ahogarlo.

–Goten, eso no es posible… Era su destino… Su camino llegó hasta aquí –dijo Goku, buscando la mirada perdida de su hijo.

–¡¡No puede estar muerta!! ¡¡No puede estar muerta!! –se repetía una y otra vez.

–Vamos, Goten, ¡cálmate! –exclamó Goku sacudiéndolo violentamente para hacerlo recuperar la cordura.

–¡¡NO!! ¡¡NO!!…


Goten repetía una y otra vez aquella palabra, que era la única que podía salir de su garganta, en tanto Goku lo movía violentamente tratando de despertarlo de aquella pesadilla que lo hacía gritar de esa manera.

–¡Goten! ¡Goten! Despierta… –repetía mientras lo agitaba para hacerlo despertar.

Por fin logró despertarlo. El joven abrió los ojos y dirigió su mirada a la ventana, la fuerza de la luz demostraba que ya la mañana estaba muy entrada. Miró a su alrededor tratando de saber dónde se encontraba, estaba confundido, todavía fragmentos de la reciente pesadilla desfilaban en su mente…

–¡¡¿Y Marron?!! –preguntó desesperado cuando al fin logró reaccionar.

–No te preocupes por ella, la operación fue un éxito. Podrás verla en unas horas… cuando despierte de la anestesia –dijo Goku con una amplia sonrisa en sus labios.

Goten se limitó a abrazar muy fuerte a su padre. Goku no lo sabía, pero con aquella noticia le daba de nuevo la vida a su hijo. El muchacho sentía que la paz regresaba a su alma, como un barco que vuelve a tierra firme después de una tormenta…

–¿Dónde están todos? –preguntó el muchacho.

–En la cafetería. Fue una noche muy larga y… yo muero de hambre –dijo Goku.

–Yo también… –repuso el muchacho y ambos salieron de aquel lugar.


Algún tiempo después…

–¡Vamos, Goten, apresúrate! –dijo una voz melodiosa.

–Pero Marron, llegaremos tarde a la exposición de arte de la escuela…

–No importa, además, sólo nos tardaremos un momento –repuso la jovencita, convenciéndolo con aquella sonrisa suya.

–Está bien, pero tu maestro se enfadará cuando vea que su mejor alumna sigue siendo una impuntual.

–Sí, pero le prometí a Dash que le compraría una linda novia este día.

Goten sonrió feliz, y entraron a la tienda de mascotas. Después de un rato salieron con un pequeño pez de la misma especie que Dash.

–¿No es hermosa, Goten? –preguntó Marron sosteniendo al pequeño y feo pez a la altura de sus ojos.

–E-este… no más que tú –respondió el muchacho haciéndola detenerse y besándola mientras la estrechaba muy fuerte contra él, en tanto una brisa fresca y perfumada anunciaba la llegada de la primavera…

Descubriendo el Verdadero Amor

por Nary


Amanecía en el distrito 439. Los primeros rayos del sol se comenzaban a extender por donde quiera y la luz reflejada en el rocío de las flores hacía que todo brillara. Los pájaros lanzaban sus cantos hacia el viento, agradeciendo el nuevo día. La luz traviesa e incontenible también se colaba por las ventanas, aun a pesar de las cortinas que las cubrían. Un joven recostado sobre la cama aún tendida se movió levemente tratando de huir del resplandor amarillo que comenzaba a llegar hasta sus ojos cerrados, jaló la almohada para protegerse de la luz que lo molestaba y, al hacer el movimiento de forma brusca, tiró la lámpara que se encontraba sobre el buró, haciendo que ésta hiciera mucho ruido al chocar con el piso. Se incorporó aún semidormido tratando de enfocar lo que lo había despertado. Traía puesta todavía la ropa de la noche anterior; sólo había alcanzado a quitarse los zapatos y a desabrochar dos de los botones de la camisa, que ahora lucía totalmente arrugada. Había llegado casi a las tres de la mañana y lo cierto es que moría de sueño para atinar ponerse el piyama; sonrió al mirarlo perfectamente doblado sobre una silla; su madre aún lo trataba como un bebé a pesar de estar por cumplir 22 años.

Miró en torno a su habitación; era un desorden total: ropa, zapatos, discos y libros estaban esparcidos por todos lados. Había prometido que en esas vacaciones arreglaría su habitación, pero siempre que se proponía hacerlo surgía algo, ya sean fiestas o entrenamientos en casa de Trunks, paseos con su novia por el campo, o alguna salida a las discos como la de la noche anterior… ¡La noche anterior! Lo había olvidado… había sido para festejar el fin de las vacaciones, hoy era día de clases. De pronto, tocaron la puerta con insistencia…

–Goten, ¿qué pasa? Escuché como algo se caía –dijo Milk del otro lado de la puerta.

–E-este, no… no pasa nada, mamá. Sólo se me hizo un poco tarde para la escuela.

–Está bien, el desayuno está listo, ya puedes bajar. Tu papá y yo te estamos esperando.

–Sí, en un momento voy.

Utilizando su velocidad de sayayin, se cambió rápidamente y bajó apresurado las escaleras con una carpeta color negro bajo el brazo. Milk y Goku estaban ya en la mesa; cuando lo vieron entrar, comenzaron a desayunar.

Después del delicioso desayuno y de despedirse, salió volando rápidamente rumbo a la universidad. Por fin iba a entrar al 5º semestre. La preparatoria la había pasado más o menos, pero la universidad se presentaba ante él como un gran obstáculo que había que enfrentar; quizás sería mejor irse olvidando de tantos paseos y diversiones para echarle más ganas a la escuela… ¡eso era!, sacrificar un poco de diversión por complacer a su madre y, porqué no… a él mismo. Sería un ingeniero en mecánica a como diera lugar; por su mente pasó el día en que tenía que elegir la carrera a estudiar, la verdad es que ninguna le llamaba la atención, pero sabía la facilidad que tenía en arreglar y reinventar máquinas, así que lo mejor era estudiar algo que le gustara y que se le hiciera más fácil. Lo bueno es que no se había equivocado; no era un genio, pero trataba de no tener malas notas.

Sus pensamientos se interrumpieron al ver ya muy cerca la ciudad. Descendió en una de las azoteas y corrió rápidamente las calles que lo separaban de la escuela. Había sido mejor llegar volando que en el aerocoche. Al llegar se topó con un gran alboroto: muchos jóvenes buscaban aulas, maestros y laboratorios; seguro eran los novatos de ese año. Sonrió al recordar cuando él mismo era un novato y estaba muriendo de nervios el primer día de clases. Buscó con la mirada a Trunks; al no encontrarlo, decidió mejor buscar su Ki, localizándolo al otro lado del edificio más grande. Se encaminó hacia ese sitio descubriendo a Trunks sentado en el césped bajo la sombra de un árbol, platicando con su novia Mohemi…

–¡Hola, muchachos! –dijo alegremente extendiendo la mano a modo de saludo.

Ambos chicos le sonrieron y devolvieron el saludo, Goten se acercó y se sentó junto a ellos mientras esperaban el comienzo de la primera clase del día.

–Me muero de sueño –dijo Goten estirándose y bostezando.

–Yo también, pero anoche me divertí mucho –dijo Mohemi en tanto se acercaba y se recargaba en el brazo de Trunks coquetamente.

–Es verdad, la música estaba mejor que nunca, y no daban ganas de irse –agregó Trunks a la vez que rodeaba a la chica en un abrazo.

–Sí, yo creo que por eso Kally se molestó con Goten cuando propuso que nos fuéramos –dijo la muchacha– ¡vaya bronca que se te armó!

–Sí, nunca había visto a tu chava tan molesta, y todo por una tontería –dijo Trunks viendo fijamente a su amigo. La verdad es que Kally no le simpatizaba mucho, era una chica demasiado temperamental y muy caprichosa; no era la pareja adecuada para Goten que, aún a su edad, en ocasiones mostraba la candidez de un niño.

–Estoy seguro que ya se le olvidó. Además, los padres de Kally me advirtieron que llegáramos temprano y casi la llevé a las dos de la mañana. Ya se imaginarán la cara de ogro que puso su padre cuando nos vio llegar a esas horas. –dijo Goten en tanto que con gestos exagerados imitaba la cara del padre de su novia. Puso una cara tan graciosa que los tres se soltaron riendo a más no poder.

–¡Ya es tarde, Trunks! –exclamó la chica consultando su reloj–. Nos tenemos que ir, ya va a empezar la clase.

–Tienes razón –Trunks extendió la mano hacia su novia y la ayudó a levantarse–. Nos tenemos que ir, Goten, pero nos vemos más tarde.

–¡Nos vemos, Goten! –dijo Mohemi, tomando la mano de Trunks y comenzando a caminar junto a él rumbo a su aula.

Goten asintió y los miró alejarse hasta que se perdieron al dar vuelta en la esquina de uno de los laboratorios. Trunks y Mohemi hacían una linda pareja; además, se llevaban bien. En cambio, él y Kally, desde que habían comenzado su noviazgo tres meses atrás, la mayor parte del tiempo sólo discutían y nunca se ponían de acuerdo. Ella cambiaba constantemente de opinión y él en ocasiones no sabía cómo actuar a sus constantes berrinches, pero lo mejor eran sus reconciliaciones. La quería mucho, era muy hermosa y porqué no decirlo también era muy sensual. A veces pensaba que lo tenía atontado con su forma de besar y de tratarlo cuando estaban a solas. En esas ocasiones ella se comportaba de lo más tierna y dulce…

Una conocida voz que lo llamó por su nombre lo hizo voltear rápidamente… Era ella, estaba parada junto a él. Llevaba puesto un hermoso traje de blusa y minifalda de color verde oscuro que a él tanto le gustaba. Su cabello negrísimo y corto enmarcaba su rostro perfectamente maquillado. Goten se paró de inmediato al verla.

–¡Buenos días, mi amor! –exclamó Kally arrojándose sobre el muchacho y besándolo en los labios.

–Kally… lo de anoche… yo… –titubeó Goten tratando de disculparse.

–No te preocupes, Goten, fue mi culpa. Tú me conoces como soy; estaba nerviosa por lo del inicio de las clases, ¿me perdonas? –dijo poniendo carita de niña buena.

Goten no contestó; simplemente la abrazó y la volvió a besar. Kally sabía cómo convencerlo, contra ella no valían todas las técnicas de combate, ni los entrenamientos que tenía con su padre… de nada servían.

Se encaminaron a sus respectivas clases: ella a la de Economía y él a la de Matemáticas. Se habían puesto de acuerdo en verse en la cafetería a la hora de la comida. Las primeras tres clases pasaron sin contratiempos, pero al iniciarse la cuarta les informaron que el maestro no asistiría; tendrían dos horas libres. El primer pensamiento de Goten fue buscar a Kally, pero de inmediato desechó la idea. Quizás ella tendría todas las clases y no la quería distraer, así que decidió caminar un poco por los alrededores para matar el tiempo.

Dio unas vueltas por los amplios jardines y después su atención se centró en uno de los edificios más bonitos de la universidad, además no estaba muy modernizado, las puertas aún se tenían que abrir manualmente y no de forma automática como las demás. Nunca había entrado ahí y con paso firme se acercó hacia la puerta de entrada; sus grandes cristales oscuros reflejaron su atlética imagen. Quizás por un poco de vanidad se observó detenidamente; ya tenía la estatura de su padre, y muchas chicas le habían dicho que era guapo. Pasó su mano por su alborotado cabello el cual, rebelde, volvió a su forma original y de pronto… ¡¡¡PAAACK!!!… Alguien había salido y le había dado en plena cara con la puerta. Un dolor muy fuerte le hizo llevarse ambas manos a la nariz.

–¡¡Ohh!! Lo siento… no te vi… ¿Estás bien?

Goten tenía los ojos cerrados por reflejo del dolor y escuchaba la melodiosa voz que le había hecho esa pregunta tan tonta. ¿Quién iba a estar bien con semejante golpe?

–Ayyy… me duele –murmuró, mientras abría los ojos para ver al culpable.

Frente a él, con semblante asustado, estaba una linda jovencita no debía tener más de 18 años, no muy alta, delgada, de cabellos rubios y lacios que le llegaban casi a la cintura, y además lo miraba con unos hermosos ojos azules llenos de angustia.

–¿Acaso te rompí la nariz? –preguntó preocupada–. Bueno, no sería la primera cosa que rompo este día. –suspiró y con rapidez buscó en la bolsa de sus jeans y sacó un pañuelo que le extendió a Goten.

El chico se soltó la nariz; el dolor ya había pasado casi por completo. La muchacha, al ver que no salía sangre, guardó de nuevo el pañuelo en su bolsillo.

–No, no se rompió, pero estuvo duro el golpe –repusó.

La jovencita lo observó detenidamente y con una mezcla de alegría y asombro en su voz exclamó «¡¡¡GOTEN, ERES TÚ!!!». El muchacho se sorprendió de que ella lo conociera. Él, la verdad, no tenía ni la menor idea de quién era esa jovencita.

–Por lo que veo no te acuerdas de mí, ¿verdad? –su voz sonaba «quizás» desilusionada.

–Yo… la verdad… es que no. –contestó algo apenado porque ella parecía que lo recordaba muy bien.

–Quizás esto te ayude. –dijo ella, mientras se llevaba ambas manos a la cabeza y separaba su cabello simulando dos colitas–. Ahora imagíname con dos listones rojos y unos añitos menos.

El muchacho siguió sus recomendaciones y la miró fijamente a la cara tratando de encontrar algo familiar en esos finos rasgos. Su cerebro se iluminó de pronto al recordar quién era. «¡¡¡ERES MARRON, LA HIJA DE KRILIN!!!»

–¡¡¡Ajá, exactamente!!! Qué bueno que te acordaste –repuso la jovencita esbozando una gran sonrisa que iluminó su cara y contagió a Goten.

–Fue difícil; no te había visto en varios años, creo que desde el último torneo en que participé, pero dime ¿cómo fue que tú sí me reconociste?

–Muy fácil. Mi padre tiene una fotografía de él y tu papá, y como siempre me cuenta que tú eres igual al señor Goku, pues… ¡sólo recordé la foto y listo!

–Ya veo… oye, ¿qué hacías ahí adentro para que salieras de esa manera? –preguntó el chico recordando aún el golpe en su nariz.

–¿Que nos vamos a quedar a platicar en este lugar? –preguntó Marron, viendo que se encontraban parados frente a la puerta–. Quizás recibamos otro portazo. –comentó sonriendo.

Goten le devolvió la sonrisa y caminaron hasta una de las bancas, cerca de donde estaba una de las fuentes más grandes de la escuela y se sentaron a charlar animadamente.

–Bueno, salí precipitadamente porque rompí un óleo que estaba pintando. Mi maestro quería que le pusiera un color horrible y no quise, así que fingí un accidente, pero se dio cuenta y me sacó de la clase por un mes. Mi primer día y ya mi principal maestro me echa, ni modo… «Harás el cuadro por tu cuenta», me dijo. Ja, creo que será mejor; el maestro no tiene buen gusto con los colores. Además, un artista pinta lo que siente y no lo que le obligan a sentir.

Goten miraba a la chica mientras hablaba. Parecía una niña rebelde, pero tenía una gracia especial para mover los ojos como si fueran estos los que se comunicaran y no sus labios. Ese color azul cielo no lo había visto en ningunos otros; además, tenían un brillo especial.

–Así que estudias pintura? –preguntó Goten sin dejar de ver esos lindos ojos.

–Sí, es mi primer semestre. Y tú estudias Ingeniería Mecánica; ¿es interesante?

–¡¡Ehh!! ¿Cómo lo sabes? –preguntó él, extrañado.

–Lo dice tu chamarra, aquí –dijo Marron señalando con el dedo la leyenda en letras blancas en la chamarra de él.

–Sí, … claro. –dijo Goten–. Pero qué tonto soy. –puso su mano tras su cabeza y comenzó a reír. Marron hizo lo mismo y siguieron charlando.

Goten se enteró que Marron se había mudado de Kame House a una pequeña casa en donde daban asistencia a estudiantes. Sus padres lo habían decidido así para que no tuviera que viajar a diario en aerocoche, ya que era muy cansado desde una distancia tan grande. Ella se enteró de que Goten ya estaba en 5º semestre y que a pesar de la escuela seguía entrenando duro con Trunks y con su papá. El tiempo se les pasó volando y cuando menos lo pensaron ya tenían que volver a sus respectivas clases. Se despidieron, pero se pusieron de acuerdo para verse en la cafetería a la hora de la comida para saludar a Trunks.

Durante la comida, Trunks y Mohemi se sentaron en una de las mesas pegadas a la ventana. La cafetería estaba casi llena; muchos estudiantes charlaban, comían y reían formando un gran alboroto que se escuchaba hasta afuera. Al poco rato entró Goten; con la mirada buscó a sus amigos. Después de localizarlos se acercó a la mesa, extrañado de no ver a su novia.

–¡Hola! ¿No han visto a Kally? –preguntó mientras se sentaba en una de las sillas desocupadas.

–No, pero no debe tardar –dijo Mohemi.

Entretanto. Kally caminaba rumbo a la cafetería en compañía de sus mejores amigas y charlaban sobre Goten.

–Qué suerte tienes; Goten es muy guapo y tiene un cuerpazo de miedo…

–Es verdad, y además se ve que te adora.

–Sí, es muy guapo y me quiere mucho, pero lo más importante es que se ve que tiene dinero. Ya saben, como Trunks; son muy buenos amigos y como no creo que a él le permitan tener amigos de clase inferior, de seguro la familia de Goten es accionista de la Capsule Corp. o algo así. No pienso dejarlo ir, sé que se casará conmigo. Hoy le voy a pedir que me invite a su casa y me presente con sus padres como «su novia oficial» –dijo Kally mientras de su bolso sacaba una pequeña botellita de loción y se ponía en el cuello, antes de entrar a la ruidosa cafetería.

Cuando estaba por guardar el perfume, Marron dio vuelta en la esquina distraídamente y chocó con Kally, haciendo que la esencia se vaciara casi por completo sobre su blusa.

–¡Oh, lo siento!, hoy no es mi día –murmuró esto último más para sí misma.

–¡Pero qué tonta eres! –gritó Kally.

–Ya te dije que lo siento. ¿Quieres que te ayude? –preguntó Marron tratando de limpiar la mancha con su pañuelo.

–¡No me toques, lo arruinarás! Tenía que ser una novata –exclamó la chica furiosa y dirigiéndose al baño. Sus amigas la acompañaron dejando a Marron parada sin saber qué hacer.

«Hoy me levanté con el pie izquierdo», pensó la muchacha, pero tratando de olvidar el incidente entró a la cafetería. Con la mirada buscó a Goten y lo distinguió en una mesa junto a la ventana. Con paso firme se dirigió al grupo de jóvenes que platicaban animadamente.

–¡Hola!

–¡¡Marron, qué bueno que viniste!! Mira, Trunks, es la hija de Krilin –dijo Goten.

Trunks extendió la mano hasta la jovencita y la saludó sonriendo. La verdad había crecido mucho desde la última vez que la había visto; ya no era una niñita, era toda una mujer a pesar de la ropa demasiado infantil que llevaba.

–Ella es mi novia Mohemi –dijo Trunks dirigiendo una mirada a su linda novia.

–¡Mucho gusto, Marron! –exclamó Mohemi.

–A mí también me da gusto conocerte –dijo la chica con una gran sonrisa en los labios.

Se sentó a platicar con los chicos y al momento los cuatro reían con las ocurrencias de la jovencita. Era muy simpática y tenía un gran don de gente; su risa era muy contagiosa y demostraba optimismo a raudales. Goten volteaba continuamente a la puerta buscando a Kally; la tardanza de la chica lo mantenía inquieto. Por fin, la puerta de la cafetería se abrió por enésima vez y la vio entrar con su caminar lento y calculado «como el de un felino al acecho», como decía Trunks. Goten se levantó de inmediato cuando la chica se acercó al grupo.

–Kally, te presento a mi amiga Marron. –exclamó Goten–. Ella es mi novia, dijo orgullosamente mirando a Marron a los ojos. Éstos parecían que se habían opacado de pronto.

Marron guardó silencio cuando escuchó las palabras del muchacho. «¡¡Oh, no!! La chica del perfume», pensó. Esto era el colmo, la muchacha con la que había tropezado era nada menos que la novia de Goten. Tratando de parecer serena, extendió su mano hacia la muchacha que la miraba de forma fulminante, quizás recordando el incidente. Kally no extendió su mano y se limitó a sentarse de manera indiferente…

–Ya nos conocíamos –dijo volteando hacia Trunks y Mohemi que la miraban sorprendidos ante la falta de cortesía que demostraba.

–Creo que me tengo que ir –dijo Marron un poco apenada por toda esa situación.

–No, aún no comemos –dijo Goten, tratando de ser amable con la muchacha.

–No puedo, aún tengo que limpiar el taller de arte. Es la segunda parte de mi castigo. Nos vemos después, hasta luego.

Marron se alejó rápidamente, estaba apenada y molesta por la actitud de aquella muchacha insolente. De buena gana le rompía la cara, pero no podía, Goten se molestaría por eso. Después de todo, se había precipitado al pensar que aquél día se había compuesto desde que se encontrara con Goten en la mañana…

El primer día de universidad se había terminado y Goten volaba velozmente hacia su casa. Pensaba en lo que le había dicho Kally sobre presentarla con sus padres; lo había convencido de que la llevaría a cenar a su casa dos semanas después. Aunque la quería mucho, aún no le decía nada sobre sus habilidades en las artes marciales y el hecho de que podía volar; no quería que lo considerara un «extraño». Además, Gohan siempre le decía que tuviera cuidado con esas cosas para no provocar pánico en la gente.

Todavía faltaban 30 minutos para que la terrible clase de álgebra terminara. El profesor tenía especial cuidado de inventar los problemas más complicados para que todos sus estudiantes se rompieran la cabeza en tratar de resolverlos. Después de varios problemas que Goten no pudo resolver, la clase terminó al fin.

–Quiero esos problemas resueltos para mañana –dijo el profesor recogiendo sus cosas del escritorio.

Toda la clase levantó un murmullo de desaprobación haciendo que el maestro los mirara con cierta burla desde atrás de sus gruesas gafas.

–En vista que les agradó la idea, también resolverán los 15 problemas de la página 50 de su libro –sentenció el maestro, y muy satisfecho salió del aula.

Goten se hundió en su asiento. ¡Demonios!, tanta tarea y lo peor es que no tenía ni idea de cómo resolverla. El maestro que había faltado el día anterior no se había presentado de nuevo; tenía dos horas para empezar a resolver la tarea de álgebra. Goten salió del aula a buscar un sitio agradable donde comenzar, y sin querer llegó a la banca donde había estado platicando con Marron. Recordó el incidente en la cafetería y se sintió apenado por el comportamiento de Kally. Se sentó y abrió el cuaderno; su lápiz viajaba del cuaderno a su boca constantemente y él veía aquel extraño conjunto de letras, números y signos sin entender nada. De pronto sintió una mano que se posó suavemente en su hombro.

–¡¡Hola!! –dijo Marron a sus espaldas.

–¡¡Hola, Marron!! –contestó Goten volteando hacia la chica que le sonreía. No pensó que se la volvería a encontrar de nuevo.

–¿Qué haces? Estás muy pensativo –comentó la muchacha mientras se sentaba a su lado y dejaba sobre sus piernas un cuaderno de hojas muy grandes.

–Trato de resolver mi tarea de álgebra. La verdad no entiendo ni una pizca –dijo el muchacho cerrando el cuaderno.

–¡Vamos! No creo que sea tan difícil –dijo la jovencita quitándole el cuaderno y revisándolo.

–Es muy complicado. Además, el maestro quiere 15 problemas más para mañana.

–Son problemas básicos, Goten. Mira, es fácil si recuerdas las reglas y…

Marron hablaba con fluidez y con cierto tono de paciencia. Goten seguía sus explicaciones y los problemas se iban resolviendo en su mente sin dificultad. En menos de media hora había resuelto las ecuaciones del cuaderno.

–¡Vaya! En serio que no estaban difíciles –exclamó Goten feliz de haber resuelto la mitad de su tarea.

–Es sencillo. Además, aunque no lo creas, el resolver problemas de este tipo te ayudan a relajarte –dijo ella en tono serio.

–Sí, sobre todo cuando ya los terminaste –suspiró él, cerrando su cuaderno.

Marron rió a su comentario y se agachó a recoger su lápiz, que había resbalado de su cuaderno de dibujo y había caído al suelo. Goten trató de recogerlo también y sus manos se tocaron al coincidir en el objeto. Marron se estremeció al percibir la fuerte y cálida mano sobre la de ella, pero Goten no pareció notarlo y le extendió el lápiz.

–Gracias –murmuró Marron.

–Es un lápiz especial para dibujo, ¿verdad? –preguntó Goten al notar la punta de textura diferente.

–Sí, la punta es más suave para que resbale mejor sobre el papel –explicó ella.

–Ése es tu cuaderno de trabajo, ¿puedo verlo? –preguntó Goten señalando el cuaderno que descansaba sobre sus piernas.

–Claro –dijo mientras se lo extendía.

Goten tomó el cuaderno y lo abrió. Las hojas de inmaculada blancura contenían hermosos bocetos de diferentes partes de la universidad, la cafetería, la entrada, los jardines. Todos los dibujos eran perfectos, los trazos eran seguros y firmes, y sobre todo al observarlos parecía que sólo les faltaba movimiento para ser reales. Pero los más bellos eran los de las flores; existían más detalles, más sentimiento al dibujar los pétalos, los tallos, las espinas.

–¡Son excelentes! –exclamó Goten regresándole el cuaderno a la muchacha.

–Gracias, pero aún me falta mucho por aprender, sobre todo no entrando a clases. –una triste sonrisa cruzó sus labios–. Además aún no sé sobre qué hacer mi cuadro. Pensé en uno de la universidad, pero no me concentro. Siempre me gusta más pintar paisajes de bosques y playas. Tengo mucho dibujos de Kame Hause, es un lugar muy bello para pintar.

–¡Qué lastima!, aquí en la ciudad sólo hay edificios por todos lados y en lugar de pájaros hay aerocoches en el cielo.

–Sí, tienes razón. Bueno, me tengo que ir. Mi siguiente clase va a comenzar en unos minutos. –dijo la chica mientras se levantaba y con la mano se despedía del él.

Goten asintió y, cuando Marron se había alejado unos pasos, una idea cruzó por su mente y rápidamente alcanzó a la muchacha.

–Marron, quizás lo mejor sería que fueras a mi casa. Está un poco alejado, pero en los alrededores hay hermosos lugares que te gustarán y podrás pintar con tranquilidad. Además, es lo menos que puedo hacer después de que me ayudaste.

–¿En serio? ¡Gracias, Goten! –exclamó la muchacha.

–Sólo dime tu dirección y yo pasaré por ti en la tarde.

Marron, después de darle su dirección, se alejó. Él se quedo mirándola; su caminar era fresco y tranquilo, pero al mismo tiempo decidido; su cabello iba suelto como en el día anterior; y su largo vestido azul se movía al ritmo de cada paso. Se perdió a su vista y con cierta alegría por el hecho de verla esa tarde, se marchó a su aula.

Esa tarde Marron se encontraba en su pequeña habitación; acomodaba las cosas que iba a necesitar para comenzar su cuadro, encapsuló todo y se recostó en la cama a esperar que dieran las 4:00 p.m.; Goten llegaría por ella a esa hora. Recordó su vida en Kame House con sus padres y el maestro Roshi; era una existencia sencilla, pero agradable, los extrañaba mucho, ellos siempre se preocupaban por ella y ahí tan lejos a veces se sentía demasiado sola. A pesar de que tenía facilidad para conversar, le era muy difícil hacer nuevos amigos. Con Goten y Trunks era diferente; a ellos ya los conocía, pero los de su clase eran unos verdaderos desconocidos para ella.

Miró el reloj: ya eran las 4:15 p.m. y Goten no había llegado aún. «Quizás lo olvidó», pensó Marron un tanto triste. Se paró frente al pequeño espejo y se observó con detenimiento; su esbelta figura se reflejó claramente; miró su cara, su cabello y sin quererlo se comparó con Kally; era tan hermosa y hacía una linda pareja con Goten… no, era una tontería pensar en tener alguna oportunidad con él. Se sintió como una tonta, «¿cómo era posible enamorarse de un ideal?», musitó con voz quebrada en el silencio de la habitación. Recordó cómo se fue enamorando de él, ¿cómo no hacerlo?, si su padre siempre hablaba de la familia Son con tanto entusiasmo. Los integrantes de aquella familia tomaban vida en los relatos de su padre. Y cuando vio a Goten en el torneo, cuando ella apenas despertaba a la adolescencia, su forma de ser tan alegre y su amabilidad habían conquistado su corazón casi infantil… No, a pesar del tiempo no lo había olvidado; aquella foto que había tomado a escondidas seguía como separador de su diario; ese amor había crecido día a día durante todos esos años y ahora sólo tenía que conformarse con hablarle y ser… su amiga. Tocaron la puerta, sacándola de sus pensamientos. Con desgano se encaminó a abrir.

–Hola, lamento llegar tarde –dijo Goten parado en el marco de la puerta.

–Oh, pensé que ya no vendrías.

–No, lo que pasa es que tuve un contratiempo –dijo con algo de pesar. ¿Nos vamos?

–Sí, claro.

Subieron a la nave de Goten. Durante todo el camino, él no dijo nada; Marron lo miraba de reojo, lucía pensativo y hasta triste; le pasaba algo malo para estar tan silencioso; no lo conocía demasiado, pero presentía que él no se comportaba de forma normal. Respetó su silencio y no hizo nada para que él hablara. Después de aproximadamente 20 minutos de haber viajado casi a la velocidad máxima de la nave, Goten descendió muy cerca de la casa.

Milk salió a recibirlos y con mucho entusiasmo saludó a la jovencita. Hasta ella se encontraba sorprendida al ver lo grande que estaba Marron; la última vez que la había visto aún usaba colitas y vestidos de olanes. Goku salió un momento después; acababa de despertar de una siesta que había tomado.

–¡Hola señor! –exclamó Marron, saludando a Goku.

–¡Hola! –contestó Goku con entusiasmo.

Después de invitar a Marron a cenar, los jóvenes se internaron un poco en el tupido bosque que rodeaba la casa.

–¿Y tu hermano? –preguntó la muchacha recargándose en el tronco de un árbol muy frondoso.

–Salió de vacaciones con Videl y Pan. Se las debía: en ocasiones su trabajo es demasiado absorbente.

–Entiendo… Creo que ya elegí el lugar en el que me gustaría pintar –dijo la muchacha dirigiendo su vista hacia la hermosa montaña que servía de fondo al cerrado bosquecillo.

–¿Ahí? –preguntó él señalando la altísima montaña.

–Sí. ¿Hay algún problema?

–Quizás no podamos aterrizar el aerocoche –explicó él, mirando la cima.

–Podemos ir volando.

–¡¿Ehh?! –exclamó Goten. La muchacha lo había tomado por sorpresa con aquella solución.

–Sí. ¿Acaso ya se te olvidó? –preguntó ella mirándolo a los ojos.

–No, claro que no –contestó un poco molesto. ¿Cómo se le iba olvidar algo tan esencial?

Tomó a Marron de la cintura y de inmediato se elevó. La muchacha, sin miedo alguno, miró hacia abajo. El bosque se había convertido en una mancha verde y ahora, desde esa altura, la montaña no parecía tan imponente. Sonrió; estaba dichosa y sentía que su corazón latía fuertemente. Esperaba que Goten no lo notara. Después de todo, él quizás en ese momento pensaba en Kally…

Bajaron en una saliente; el viento soplaba con calma y el sol iluminaba todo el valle que podía apreciarse perfectamente desde ahí. «Es muy hermoso», murmuró ella sin apartar los ojos del espectáculo que se le ofrecía. De inmediato expandió la cápsula y todos sus utensilios aparecieron.

–¿Tú no trajiste nada para trabajar? –preguntó Marron mientras acomodaba el óleo sobre la estructura de madera.

–Ehh, no… ¿Debería traer algo?

–Claro que sí. Por ejemplo, tu cuaderno de álgebra para terminar la tarea.

–No lo había pensado –dijo el muchacho.

–Yo sí. Miran hasta te apunté en esta hoja las principales reglas para que te las aprendas.

Goten sonrió ante el detalle de la muchacha y un rato después los dos estaban en completo silencio, ocupados en sus respectivas actividades. Él había podido sentarse en unas rocas pegadas a la misma montaña. Ella se había acomodado cerca de la orilla de la saliente para poder ver bien el paisaje. Goten resolvía los problemas de su tarea; había ido por su libro a su casa. Ella realizaba los primeros trazos sobre la tela. El muchacho sólo la interrumpía cuando algún problema estaba demasiado complicado; y así también podía ver los avances de Marron sobre la tela. Al terminar los 15 problemas, cerró el cuaderno y observó a la muchacha detenidamente. Parecía ajena a todo lo que ocurría a su alrededor, sólo centraba su atención en la tela y la sección de paisaje que había decidido plasmar en ella. El viento movía ligeramente la falda de su vestido y su cabello, que ella había atrapado en una trenza. Sólo unos cuantos cabellos rebeldes se escapaban y caían sobre su rostro sereno. Su cabello parecía aún más rubio al contacto con los últimos rayos del sol, que ya comenzaba a esconderse.

–¡Mira, Goten! –dijo la muchacha, sacándolo de sus cavilaciones.

El muchacho se acercó a ella y observó lo que le señalaba: un pequeño nido que se encontraba a unos cuantos metros más abajo, lleno de polluelos que piaban fuertemente.

–Son muy hermosos, ¿verdad?

–Sí, mucho –dijo él, recordando aquel nido de dinosaurios que visitaba constantemente cuando era niño.

De pronto el nido se comenzó a tambalear y amenazaba con caerse. Goten de inmediato flotó un poco y acomodó el nido de forma más segura. Miró hacia arriba, donde Marron le agradecía tal gesto con una sonrisa. Él comenzó a levitar lentamente hacia la saliente y cuando su vista estaba a la altura de las piernas de Marron, una racha de viento más fuerte que las anteriores levantó por completo el vestido de la chica y él pudo apreciar a plenitud las blancas y bien formadas piernas de la muchacha. De inmediato ella bajó las manos para contener la amplia falda. La miró a la cara un tanto apenado; ella estaba totalmente colorada, fue cuando él cayó en cuenta que no usaba maquillaje; sólo un brillo rosado cubría sus labios.

–C-creo que debemos irnos, ya es tarde –murmuró ella escondiendo la cara y empezando a encapsular sus cosas.

–S-sí.

Después de una agradable cena, Goten la llevó hasta la casa de estudiantes y se despidieron. Marron entró a su habitación y se dejó caer en la cama. Esa tarde había sido muy emocionante; se sentía feliz y triste al mismo tiempo. Goten había estado tan cerca y a la vez tan lejos de ella. Cerró los ojos como tratando de congelar la imagen de él sonriendo…

Esas dos semanas se sucedieron con la misma rutina de aquel día. Goten pasaba todas las tardes por Marron y la llevaba a la montaña para que pintara, y al mismo tiempo ella le explicaba problemas cada vez más complicados de álgebra. A veces no entendía cómo era que ella sabía tanto, pero una cosa sí era cierta: ahora hasta disfrutaba las clases de álgebra, y las tardes le parecían tranquilas, quizás porque en esos días casi no había visto a Kally; ella se disculpaba con él diciendo que tenía que comprarse un vestido perfecto para la cena con sus padres. Goten no comprendía porqué era tan importante un vestido para una cena familiar; a sus padres no parecía importarles cómo iba vestida Marron cuando cenaba con ellos.

La tarde anterior a la cena, Goten pasó por Marron como siempre, pero no se encontraba. Un poco desconcertado, trató de saber de ella, pero la administradora de la casa tampoco sabía de la muchacha. Sólo le dijo que había salido después de llegar de la universidad y ya no la había visto. Pensando que tal vez Marron había tenido que salir por cuestiones de la escuela. se dirigió a su casa.

Esa tarde, Goten, en su cama, no podía apartar de su mente la imagen de Marron. Se sentía extraño; la tarde le parecía gris. Se levantó y miró por la ventana rumbo a la montaña. Casi de forma inconsciente comenzó a volar al lugar donde Marron y él habían estado los días anteriores. Se sentó en las rocas, fijó su mirada al frente e imaginó que la chica estaba ahí pintando como todas las tardes, frente a él, callada y con su rubio cabello trenzado moviéndose a capricho del viento.

Por fin, el día de la cena llegó. Goten había buscado a Marron en la mañana, pero no había asistido a clases ese día. Ahora estaba en la puerta de la casa de Kally, esperando a que saliera. Su novia salió unos minutos después, vestida elegantemente y maquillada tan perfectamente como siempre. A cualquier hombre le parecería preciosa, pero a Goten no… No sabía porqué, pero su maquillaje le parecía exagerado y su forma de comportarse demasiado artificial. Subieron a la nave de él y ella sólo hablaba de tonterías. Después de unos minutos, la nave aterrizó cerca de la sencilla casa de los Son y la chica se había quedado muda de repente.

–¿Ésta es tu casa, Goten? –preguntó con recelo.

–Sí. Vamos, mi mamá nos espera. –dijo él caminando lentamente hacia la entrada.

–¿Es una broma, verdad?

–Claro que no.

–Me estás diciendo que aquí es donde vives.

–Así es. –contestó él, tratando de adivinar la intención de las preguntas de Kally.

–Quieres decir que no eres rico. –preguntó ella con descaro.

–No, no soy rico, pero…

–¡Vaya chasco que se lleva uno! –dijo ella en tono hiriente–. Pensé que tenías tanto dinero como tu amigo Trunks, pero veo que no es así y creo que lo mejor es que me vaya.

La chica se dirigió de nuevo a la nave y Goten la siguió, tratando de poner en orden todas las ideas que llegaban de golpe a su mente.

–¿Quieres decir que sólo andabas conmigo porque creías que yo tenía dinero? –preguntó él en voz baja.

–¡Ya basta, Goten! Mejor llévame de nuevo a mi casa y olvidemos esto –dijo ella furiosa sin siquiera verlo de frente.

–En ese caso, ¡¡¡VUELVE TÚ SOLA Y SI QUIERES LLÉVATE LA NAVE!!! –gritó él. Al fin caía la venda de sus ojos, pero lo más extraño es que no sentía dolor por las palabras de ella… Esas palabras, al contrario de todo pronóstico, le quitaban un gran peso de encima.

Kally tomó los controles y mirándolo con indiferencia elevó el aerocoche y a toda velocidad emprendió el vuelo de regreso. Goten se quedó parado viendo alejarse la nave y sintió una rabia tremenda, no contra ella, sino con él mismo por ser tan estúpido y no haberse dado cuenta antes. Milk salió para ver lo que ocurría.

–¿Qué sucede, Goten? –preguntó. Pero el muchacho no la alcanzó a oír porque ya había emprendido el vuelo hacia un punto específico de la montaña.

Llegó a la pequeña saliente que lucía en oscuridad total, comenzó a elevar su Ki y de inmediato su aura de SSJ surgió iluminando el lugar. Queriendo sacar ese coraje que amenazaba con ahogarlo, comenzó a lanzar golpes al viento a una velocidad tremenda. No supo cuánto tiempo estuvo así, hasta que una pequeña presencia que se acercaba lentamente llamó su atención. Se volteó hacia el lugar de donde provenía aquella energía que le parecía conocida… La descubrió ahí, flotando a unos metros de él, esta vez con un vestido blanco y el cabello suelto que brillaba esta vez con la luz de la luna.

–¡¿MARRON, ERES TÚ?! –exclamó sorprendido.

–Claro. ¿Acaso crees que mis padres no me enseñaron a volar también? –dijo sonriendo.

Se acercó a ella y, titubeando un poco, al fin la abrazó. Ella no se opuso a ese abrazo tan esperado por mucho tiempo y lo abrazó también. «Me dijeron que me habías buscado» murmuró ella. «Sí», dijo él sin dejar de abrazarla. La separó un poco y miró sus ojos fijamente, como si buscase algo en ellos. Después, sonriendo, la besó, primero como sólo un roce, y después sus alientos se mezclaron en uno solo… en un beso ardiente y lleno de entusiasmo. «Te amo, acabo de darme cuenta» le dijo en voz baja él. «Yo también», murmuró ella. «Ya lo sabía, Marron… Tus ojos me lo dijeron…». Esta vez ella tomó la iniciativa y volvió a besarlo como había soñado hacerlo tantas veces.

–Vamos, nos esperan. –dijo Goten, mientras le rodeaba la cintura.

–¿Quiénes? –preguntó ella, intrigada.

–Mis padres. Les dije que hoy les presentaría a mi prometida…

Duelo de Gigantes

por Raquel Vásquez


Medianoche. Bulma se encontraba en su laboratorio trabajando en los planos de unos nuevos robots obreros cuando sintió una gran explosión en la cámara de gravedad. Su corazón comenzó a latir rápidamente mientras pensaba: «Vegeta… algo le ha pasado a Vegeta».

Inmediatamente salió corriendo al lugar, pero al llegar sólo vio ruinas, la cámara se había derrumbado por completo. Al ver esto, la joven comenzó a llorar pensando lo peor, casi histérica se lanzó a los escombros y desesperadamente empezó a buscar a su amor mientras gritaba: «¡Vegeta!… ¡¿Dónde estás?!… ¡VEGETA!». Luego de varios minutos angustiosos, Bulma sintió unos ruidos extraños y al mirar en esa dirección pudo ver al saiya tratando de salir de debajo de un enorme pedazo de pared. Ella salió corriendo a su encuentro y entre risas y llanto se abrazó a él y lo ayudó a levantarse mientras le gritaba…

«¡Casi me matas del susto, tonto! ¡Si sigues entrenando así, te vas a matar!»

«¡¿Quieres callarte, mujer?! –dijo Vegeta bastante molesto– ¡Tus gritos y lloriqueos me fastidian! Además, yo estoy bien. Una explosión tan insignificante como ésta no puede hacerme da…» el hombre no pudo terminar su frase, ya que cayó desmayado producto del dolor que le produjo la infinidad de heridas que tenía en todo su cuerpo. Al ver la cantidad de sangre que el saiya perdía a cada instante, Bulma se preocupó mucho. Ella sabía que en la batalla contra Cell habían consumidos las últimas semillas del ermitaño y por algún tiempo no habría más, y así se lo había advertido al saiya para que no se arriesgara innecesariamente, pero a éste no le importó, y ahora estaba gravemente herido…

Una hora después, Vegeta se encontraba acostado en su cama. Bulma había llamado al médico para que lo atendiera. Ella quería llevarlo al hospital, pero el doctor le había dicho que en su estado no debía moverlo, ya que era contraproducente. Luego que sus heridas fueron curadas, el doctor habló con la mujer y le advirtió que durante algunas semanas el hombre no debería volver a entrenar: su cuerpo presentaba muchos daños, no sólo por las heridas causadas ese día, sino también por todas las lesiones que había acumulado con el transcurso de los años, la recuperación sería lenta y seguramente estaría débil por mucho tiempo.

«Bueno, al menos la amenaza de Cell ya pasó y hay paz en la Tierra», pensaba la mujer mientras despedía al doctor en la puerta.

Luego de verificar que Vegeta se encontrara descansando tranquilamente, tomó un delicioso baño con agua caliente y finalmente se acostó. Estaba agotada, pero aún así no pudo dormir; pensaba en el saiya. «Humm, será la primera vez que Vegeta descanse desde que llegó a la Tierra. ¡Ja!, no le va a gustar nada eso de estar de reposo, con lo inquieto que es… ¡Ajá!, pero ahora puedo tomar esas vacaciones en México que tanto he querido. Sí, me iré con él y disfrutaremos juntos, así tendremos algo de paz y tranquilidad». La idea de pasar una temporada con él en las soleadas playas mexicanas la puso feliz, y finalmente, con una gran sonrisa en su rostro, se quedó dormida.

Los días pasaron y Vegeta poco a poco fue recuperándose, sin embargo, y tal como el médico le había advertido, estaba en un gran estado de debilidad; esto hizo que su humor empeorara. Después de todo, en su estado hasta Yamcha podría ganarle, y eso era insoportable para él, sin embargo, Bulma pudo convencerlo de tomar unas vacaciones diciéndole que la playa y el Sol le harían mucho bien. Así, después de dejar a Trunks con los padres de Bulma, partieron a México.

Al llegar a la ciudad de Cancún, se hospedaron en un hotel cinco estrellas, uno de los más lujosos de todo el país. Vegeta, que hasta entonces estaba bastante aburrido, al ver el gran gimnasio que tenía el hotel sintió un gran alivio, al menos ahora podría ejercitarse un poco, ¡claro!, sin que Bulma lo supiera. Pero, cuando llegaron a su habitación y vieron la enorme cama de agua, se miraron y una sonrisa de complicidad les hizo ver que tal vez no saldrían de allí en algún tiempo… «Bueno, existen varias formas de ejercitar el cuerpo», pensaba el saiya mientras ponía el letrero de «NO MOLESTAR» y cerraba la puerta tras de sí…

Luego de unos gloriosos días en los que la pareja disfrutó plenamente de su amor, Vegeta bajó al gimnasio del hotel muy temprano en la mañana, ya que quería hacer algo de ejercicio. Bulma estaba dormida, y cuando despertó tanteó con su mano el lugar del saiya. Al sentirlo vacío, abrió sus ojos sobresaltada. ¿Dónde podría estar? Se levantó de la cama y miró a través de su ventana el hermoso paisaje que tenía ante ella. «Llevo varios días aquí y aún no disfruto de estas maravillosas playas», ella volteó y pudo ver nuevamente la cama vacía, le había entristecido mucho que Vegeta se fuera sin ella. «De acuerdo, ya que Vegeta se fue sin mí, yo haré lo mismo». Comenzó entonces a buscar su traje de baño, pero no pudo encontrarlo. Finalmente vio que una de las maletas estaba sin abrir y supuso que debía de encontrase en ese lugar, pero la maleta se negó a abrirse, estaba atorada…

«¡Qué fastidio!, no tengo la fuerza suficiente para abrirla y el tonto de Vegeta se fue» dijo esto mientras con una patada golpeaba la maleta. «¿Y ahora?, ¿quién podrá ayudarme?», casi muere del susto cuando una voz en su espalda gritó a todo pulmón:

«¡YYOO!, ¡EL CHAPULÍN COLORADO!», esto lo dijo un hombre bajito, vestido con unas mallas rojas y un gran corazón amarillo en su pecho con las iniciales CH.

«¡Y-Y… T-Tú… ¿Q-Quién eres?» dijo Bulma bastante asustada, mientras miraba desesperada en todas las direcciones buscando algo con qué defenderse de ser necesario.

El hombre, al ver esto, se sorprendió bastante. Supo al instante que no lo habían reconocido, y era la primera vez que le pasaba. «Tranquila, no te asustes, no te haré daño, debes ser una turista. Yo soy EL CHAPULÍN COLORADO, gran héroe de México, y vine porque tú me invocaste».

Al fijarse bien en el aspecto tan gracioso del hombre y ver su sonrisa amable, la mujer se sintió más tranquila, algo le decía que ese ser le decía la verdad. «Oye, yo no te invoqué».

«¡Claro que sí! Cuando la gente está en problemas y necesita de mis servicios dice: ¿Y ahora?, ¿quién podrá ayudarme?, y enseguida aparezco para ayudar a todos los necesitados. Ahora dime, ¿cuál es tu problema?»

«Ya veo –dijo Bulma mientras recordaba que en efecto había dicho esas palabras– Yo no sabía que aquí en México tenían un héroe, en fin, en vista que mi marido está ausente, quisiera que por favor me abrieras esta maleta». Justo en ese momento tomó la maleta del suelo y se la entregó al Chapulín mientras pensaba: «A ver si este hombre no es un Mr. Satán mexicano».

El chapulín se quedó mirando la maleta unos instantes, molesto. «¡¿Y para esto me invocaste?!, yo soy un héroe muy ocupado, ¿sabes? Y me llamas para esta insignificancia»

«¡TÚ ME DIJISTE QUE AYUDAS A LAS PERSONAS, ¿NO? ¡PUES YO NECESITO TU AYUDA AHORA!», dijo Bulma casi llorando.

«¡Calma, calma!, ¡Que no panda el cúnico! Está bien, lo haré». Trató unos instante de abrir la maleta, pero ésta estaba muy atorada y no pudo hacerlo, así que finalmente dijo: «Sí la abro…».

«Bueno, eso estoy esperando»

«Sí la abro…», volvió a decir el Chapulín, mientras acariciaba la maleta.

«Sí, espero que lo hagas» Bulma ya comenzaba a mostrar señales de molestia.

«Sí la abro…», volvió a decir el Chapulín.

«¡PERO HAZLO YA!», Bulma no tenía paciencia, y en esas circunstancias, menos.

«Está bien… Se aprovechan de mi nobleza». Siguió intentando, pero fue inútil. Finalmente, en unos de sus intentos, perdió el equilibrio y cayó al suelo llevándose con él la maleta y a Bulma.

Justo en ese instante entró Vegeta por la puerta, llevaba su traje negro de combate con sus guantes y botas blancas, estaba sudado y bastante cansado, lo primero que vio fue a su mujer tirada en el suelo con otro hombre, cosa que no le gustó nada…

«¡¿QUÉ SIGNIFICA ESTO, BULMA?!», estaba furioso y con deseos de matar al maldito que se aprovechaba de su esposa.

«¡VEGETA! ¡¿Dónde rayos estabas?!», dijo Bulma al tiempo que se ponía de pie rápidamente.

«¡No me cambies el tema, mujer! ¡¿Qué haces en el suelo con este…?!» el saiya comenzó a detallar al sujeto, buscando el calificativo adecuado para insultarlo, pero al hacerlo lo encontró tan chistoso que no pudo evitar reír a carcajadas. Bulma y el Chapulín se miraron sin entender nada.

«Jajajajaja, y para colmo me engañas con este tipo tan feo, bajito y con mallas. ¡Qué ridículo!, jajaja», decía mientras se retorcía del dolor que en su estómago provocaba su hilarante risa.

«Mira quién lo dice», expresó el Chapulín bastante molesto, «Tú también eres bajito, y también usas mallas como yo, sólo que las tuyas son negras y las mías rojas».

Al escuchar esto, Bulma comenzó a reír mientras Vegeta se puso muy serio.

«Debes admitir que es cierto, cariño, jajaja, pero no te molestes, él es el Chapulín Colorado, un héroe mexicano, vino porque yo no pude abrir mi maleta y sin querer lo invoqué»

«¡A MÍ NO ME IMPORTA QUIÉN SEA ESTE IMBÉCIL! ¡YO LO MATO AHORA MISMO!», decía mientras se acercaba al Chapulín con rostro amenazante.

«¡¿Ah, sí?! Pues inténtalo, pero dudo que puedas hacerme algo, yo soy el GRAN CHAPULÍN COLORADO, que no ha sido vencido nunca», apenas terminó de pronunciar esta frase se puso en guardia.

Bulma, al ver esto, se interpuso entre ambos. Vegeta estaba débil, pero sin duda acabaría con el pobre hombre. Sólo de verlo era evidente que no sería rival para él, «Tranquilízate, amor, él sólo trataba de ayudarme».

«¡Bah!, eso no me interesa. ¿Es el chapulín, no?, pues es un insecto, y yo, a los insectos como él, los aplasto», expresó mientras apartaba a Bulma de un empujón.

Mientras, el Chapulín lo esperaba. Al llegar hasta él, Vegeta le dio un puñetazo en el rostro que lo tumbó al suelo, luego de esto lo tomó en sus brazos y lo arrojó violentamente contra un escritorio que se encontraba al fondo de la habitación. El hombre cayó sobre él, destrozando el mueble, pero cuál no sería la sorpresa del hombre cuando vio que éste ¡estaba hecho de anime!

Al ver esto se acercó hasta el lugar y tomó un pedazo, incrédulo de lo que estaba viendo, «Y esto, ¿Qué significa?».

«Se nota que nunca has visto mi programa. Yo peleo sólo en sitios donde los muebles son de anime, con eso evito que necios como tú me hagan daño», esto lo dijo mientras se levantaba del suelo y se frotaba su mandíbula, que le dolía endemoniadamente.

«Eso es lo más ridículo que he escuchado», decía Vegeta mientras seguía mirando el pedazo de anime que tenía en su mano. Un grito de Bulma lo volvió a la realidad, aunque muy tarde para él…

«¡CUIDADO, VEGETA!», gritó la mujer.

Pero el Chapulín ya había sacado una especie de martillo rojo con el mango amarillo, y con toda la fuerza que pudo, lo golpeó en la cabeza. El martillo no le hizo mucho daño, pero el ruido que causó al contacto le produjo un gran dolor en sus oídos.

«¡AAAYYY!, ¿qué pasó?», fue lo único que pudo decir Vegeta mientras se tapaba sus oídos.

El Chapulín estaba sorprendido, nunca nadie había soportado un golpe con su Chipote Chillón. «Humm, esto será más difícil de lo que creí» pensó. Lo golpeó en repetidas ocasiones, pero fue inútil, no le causaba ningún daño, a excepción del dolor cada vez mayor que sentía en sus oídos, hasta que finalmente se sintió muy mareado.

«¡¿QUIERES DEJAR DE HACER ESE RUIDO INFERNAL, MALDITO HUMANO?!, TE SALVAS SÓLO PORQUE ESTOY DÉBIL, SI NO, YA SERÍAS PURÉ DE INSECTO!», esto lo decía mientras trataba de golpearlo, pero veía a tres Chapulines, así que no sabía a cuál golpear. «¡Al diablo!, voy a golpear a los tres», cosa que hizo, y en su tercer intento lo logró: con una fuerte patada lo lanzó contra una de las paredes.

Unos segundos después, su vista volvió a la normalidad y pudo verlo con claridad. «¡Ahora sí llegó tu fin!». Intentó acumular una gran cantidad de energía para acabarlo con un Final Flash, pero por más que trató, no logró hacerlo. «¡Rayos!, ¡no puedo! ¡Mi poder de pelea es una vergüenza!… ¡No importa, aún lo puedo derrotar con mis manos!».

Mientras esto pasaba, Bulma, ya aburrida de ver la pelea más ridícula que hubiese visto en su vida, se sentó a ver la televisión. Después de todo, ninguno de los dos hombres le había abierto la maleta, así que no podía salir de la habitación.

El Chapulín estaba en el suelo, pero aún no se sentía derrotado, aunque sabía que si seguía peleando directamente con su oponente de esa manera, nunca podría ganarle, había comprobado que ese sujeto no era ordinario. «Bien, usaré una de mis mejores armas en contra de él». Mientras veía que el saiya se acercaba peligrosamente, se levantó rápidamente del suelo y con mucha destreza sacó una pastilla que tenía escondida en su ropa. Ya estaba a punto de introducirla en su boca, cuando de repente Vegeta se la quitó violentamente de las manos…

«¡Dame acá! ¿Qué es esto?», dijo al tiempo que examinaba la pastilla.

«P-Pues… n-no es… nada…».

«¿Y crees que soy tan idiota para creerme eso? Esta pastilla seguramente te puede hacer muy fuerte, ¡¿verdad?!»

«No, eso pastilla no es para eso… ¡Regrésamela!», respondió el Chapulín.

«¡Ni loco!, no voy a dejar que te hagas más fuerte, mejor me la como yo».

«¡NNNOOO!».

Pero fue demasiado tarde, Vegeta ya se había comido la pastilla…

«Pero… no me siento más fuerte… Me siento… raro», expresó el saiya… Unos segundos después, Vegeta comenzó a ¡hacerse pequeño!

«¡¿Qué me hiciste, maldito?!» decía mientras, desesperado, se encogía.

«¡Qué menso eres!, te comiste una de mis famosas Pastillas de Chiquitolina».

Cuando el proceso terminó, Vegeta sólo medía unos pocos centímetros de altura. Al ver esto, el Chapulín sacó nuevamente su Chipote Chillón. «Ahora veremos quién será el aplastado, jajaja».

«Gggrrr, ¡ni creas que porque soy pequeño podrás derrotarm…», no pudo terminar su frase, ya que el Chapulín casi lo aplastó con su Chipote. Vegeta quedó mareado y viendo muchas estrellitas girar a su alrededor. En ese estado apenas pudo esquivar las siguientes arremetidas que siguieron a ésa…

«Jajaja, ahora quién es el insecto, ¿eh?», decía mientras perseguía al saiya por toda la habitación tratando de golpearlo. Debía acabarlo pronto, ya que los efectos de la pastilla no durarían mucho tiempo.

«¡Diablos! Si sigo así, este imbécil me va a ganar, pero, ¿qué puedo hacer?», pensaba mientras desesperado esquivaba los golpes del hombre. «¡Ajá!, ya sé qué voy a hacer. Seré pequeño, pero soy más inteligente que él».

Rápidamente corrió al encuentro del Chapulín. Al llegar hasta donde estaba, comenzó a hacerle cosquillas por todo su cuerpo. Por ser pequeño tenía la ventaja, ya que era muy difícil que el Chapulín pudiera detenerlo. Éste, desesperado, pero muerto de la risa, trató de sujetarlo con su mano pero fue inútil, no pasó mucho tiempo cuando finalmente soltó el Chipote Chillón… Eso era lo que esperaba Vegeta, ya que apenas pasó esto lo tomó y lo arrojó por la ventana.

«¡Mira lo que hiciste! ¡Ahora nunca podré encontrar mi Chipote!», dijo el Chapulín mientras corría a la ventana tratando de localizar tan valiosa arma.

«¡Pregúntame si me importa!», expresó Vegeta que, sin haberlo notado el Chapulín, había recuperado su tamaño natural, así que sigilosamente se acercó a éste… Cuando el Chapulín finalmente volteó, vio cómo el hombre se abalanzaba sobre él, pero, haciendo acopio de sus grandes reflejos, logró apartarse a tiempo y el saiya, que no pudo detenerse, cayó por la ventana.

«¡AAAHHHH!, ¡NNOO PPUUEEDDOO VVOOLLAARR!, gritó al tiempo que iba cayendo.

«Jajaja, ¡no contaban con mi astucia!… Como yo siempre digo: No hay mal que dure cien años nunca su rama endereza… no, no… árbol que nace torcido ni cuerpo que lo resista… no, no… no hay mal que dure… porque los árboles viven cien años… claro, los árboles son muy fuertes, y… bueno, la idea es ésa»

«No creas que con eso vas acabar con mi marido», dijo Bulma al tiempo que veía la televisión.

«Qué tonta, eso lo dices porque nunca tuvo que enfrentarse conmigo…», repentinamente se detuvo, ya que sintió unos pasos que rápidamente subían por la escalera.

«Silencio, silencio… mis antenitas de vinil han detectado la presencia del enemigo… ¡Síganme los buenos!».

Pero Vegeta entró a la habitación abriendo violentamente la puerta. Su furia no tenía límites…

«¡Ahora verás, maldito humano, lo que significa pelear con el príncipe de los saiyajin!… ¡Yo vengo de una raza guerrera y no voy a dejar que me humilles!», decía al tiempo que cerraba sus puños con fuerza.

«¡Oh!, ¡oh!, creo que ahora sí se enojó». El Chapulín, al ver su cara, se puso algo nervioso.

Vegeta tomó una silla que tenía junto a él y, en sólo unos instantes, ya se encontraba a su lado destrozando la silla en su espalda, pero la silla también estaba hecha de anime.

«¡MALDICION!, ¡¿ES QUE NADA EN TODA ESTA CONDENADA HABITACION ESTÁ HECHA DE MATERIALES NORMALES?!».

Pero cuando vio que Bulma estaba mirando la T.V., sonrió. «Sí, esa T.V. es normal, jajaja, ahora verá», pensó al tiempo que tomaba el aparato en sus manos.

«¡OYE! ¡Yo la estoy viendo!», dijo Bulma bastante enfadada.

«¡Pues lo siento, pero yo la necesito más que tú!».

La mujer se encogió de hombros, no tenía caso discutir con él, así que, sin nada mejor que hacer, se sentó en su silla a ver la pelea.

«Jajajaja, ¡ahora verás lo que es bueno, insecto!»

Pero el Chapulín, extrañamente tranquilo, ya lo esperaba con una de sus manos escondida detrás de su cuerpo… Cuando estuvo lo suficientemente cerca de él, sacó una bocina y la hizo sonar una vez… Una bocina muy chillona, que apenas la oyó, Vegeta quedó paralizado…

«¡Bien!, estaba guardando mi Chicharra Paralizadora para un caso de emergencia, jejeje», dijo al tiempo que ponía al saiya de nuevo en la ventana… Luego de esto hizo sonar nuevamente la bocina, pero esta vez dos veces… Vegeta recobró su movilidad, pero apenas comenzó a moverse, cayó nuevamente por la ventana…

«¡AAAHHH!, ¡AALLLLÁA VVOOYY DDEE NNUUEEVVOO!», gritó.

«Jajaja, lo vuelvo a decir: ¡No contaban con mi astucia!».

En esta ocasión Vegeta subió mucho más rápido las escaleras y entró por la puerta. Esta vez sus ropas estaban destrozadas por las dos caídas y su furia era tan grande que sus ojos casi se salieron de sus órbitas…

«¡Ya me cansé de ti! ¡Esta vez sí me las pagas!».

Esta vez, a pesar de toda la humillación recibida, Vegeta estaba más tranquilo. Ya había comprobado que peleando de forma desesperada no le ganaría al Chapulín. Debía tener un punto débil, y él lo encontraría…

Comenzó a atacarlo, pero estaba cansado y bastante adolorido, así que el Chapulín esquivaba todos sus golpes, hasta que finalmente, sin querer, el saiya le golpeó las antenitas que se encontraban en su cabeza.

«¡No, no! ¡De las antenitas no! ¡De la antenitas no!», gimió el Chapulín, y cayó al suelo…

«¡Ajá!, conque es eso, jajajaja», pensó Vegeta.

Sin perder tiempo, lo tomó de las antenitas, dejando al Chapulín indefenso, y comenzó a golpearlo… Hasta que finalmente quedó inconsciente…

Al ver esto, Bulma se aterrorizó. Ella sabía lo que un golpe del saiya podía hacerle a una persona. «¡Mira lo que hiciste, Vegeta! ¡Este hombre es una figura pública muy admirada aquí en México! ¡Si esta gente se entera de esto, nos van a linchar!», decía la mujer mientras comprobaba sus signos vitales «Yo lo veo pálido, mejor llamo a un doctor».

«No exageres, mujer. Después de todo, no le di tan duro. Recuerda que ahora soy un debilucho como todos los de tu raza».

Pero nada de esto le importó a Bulma, que sin perder tiempo llamó al médico. Media hora después, un anciano con un gran abrigo, una bufanda roja y una bolsa de papel en su mano, entró por la puerta.

«¿Es usted el médico?», preguntó la mujer, algo desconfiada por el aspecto tan extraño de ese anciano.

«Sí, yo soy el Dr. Chapatín. A ver, ¿quién es el enfermo?, ¿usted?», preguntó el Dr., acercándose a Vegeta. Inmediatamente tomó su mano y tocó su frente «¡Es terrible, hay que operar de inmediato! Si hasta tiene cara de defunto».

«¡¿Qué acaso todos los humanos son idiotas?!», dijo el saiya apartando violentamente su mano de la del otro hombre y, señalando al Chapulín que, aún inconsciente, había sido acostado en la cama, dijo «En primer lugar, se dice ‘difunto’. Y en segundo, ¡su paciente está allá!»

«¡Ah!, jijiji, es que mi vista no es muy buena», dijo el anciano mientras lentamente comenzó a caminar hacia el Chapulín.

«Pues no me sorprende, a su edad es un milagro que aún pueda ver algo», dijo Vegeta más para sí que para el doctor, pero éste lo escuchó todo, así que, bastante enfadado por ese comentario, giró hacia el hombre…

«¿Insinúa que soy viejo?», preguntó.

«¡NNOO!, pero me late que fue usted el que le hizo la autopsia al Mar Muerto, jajajajaja».

Vegeta reía a carcajadas, pero el Dr. Chapatín no estaba dispuesto a dejarse insultar de esa manera, así que comenzó a golpearlo con su bolsa en la cabeza.

«¡AAYY!, ¡¿Qué le pasa, anciano?! ¡¿Y qué trae en su bolsa?!», dijo Vegeta, que ya estaba harto de que lo golpearan en la cabeza.

«Eso es para que aprendas a respetar a tus mayores. Y lo que traigo son queles».

«¿Queles?»

«Queles importa»

«¡Ya dejen de pelear!», gritó Bulma muy molesta. «¡Y usted, Dr., ¿qué espera para atender a su paciente?!»

«Sí, es verdad, ya voy», dijo el Dr. Chapatín, fue así que finalmente atendió al Chapulín. Un rato después, comprobó que no tenía nada grave, muy pronto se recuperaría por completo.

«Muchas gracias, Dr. Chapatín», dijo Bulma mientras despedía al hombre. Al entrar nuevamente a la habitación, Vegeta la esperaba con cara de pocos amigos.

«Bulma, es mejor que nos vayamos, yo quiero volver a casa, no sé porqué se te ocurrió traerme a este lugar. México, ¡bah!».

«Es cierto, vámonos, ya las vacaciones se arruinaron, y veo que aquí no guardarás el reposo que necesitas», dijo ella mientras comenzaba a arreglar las maletas.

«¿Y él?», preguntó Vegeta mientras señalaba al Chapulín.

«Déjalo, será mejor que lo dejemos dormir, además, no quiero que ustedes comiencen a pelear de nuevo. ¡Pobre!, sólo quería ayudarme…», luego que lo miró unos instantes, su rostro se iluminó al tiempo que decía: «¡Ah!, ya sé», la mujer tomó un papel y escribió una nota que dejó en la mesita de noche al lado del Chapulín.

Cuando éste despertó, ya la pareja se había marchado, le dolía todo su cuerpo, así que le dio gracias a Dios de no tener que volver a enfrentar a ese sujeto nuevamente. Estaba a punto de marcharse cuando vio la nota en la mesita. Como no había nadie más allí, supuso que era para él, así que la tomó y la leyó…

Señor Chapulín Colorado:

Lamento mucho lo que le hizo mi marido, pero de verdad estoy muy agradecida por su ayuda, así que le pido por favor que se quede y disfrute de todas las instalaciones del hotel por mi cuenta. Nosotros debemos volver a nuestro hogar, pero dejamos todos los gastos pagos por una semana.

Se despide

Una turista agradecida.

«Bueno, no es tan malo después de todo», dijo el hombre mientras recorría la habitación, pero repentinamente se puso muy triste. «Si tan sólo pudiera recuperar mi Chipote Chillón…». En ese momento alguien tocó a la puerta. Cuando el Chapulín abrió se encontró con uno de los trabajadores del hotel.

«Disculpe, señor. ¿Esto le pertenece?», dijo el botones mientras le mostraba el Chipote al Chapulín. Al verlo, el hombre se abrazó a él y muy feliz comenzó a bailar de la alegría.

«¡SÍ, CLARO QUE ES MÍO!», gritaba una y otra vez…

Luego de un largo y agotador viaje de regreso, Bulma y Vegeta llegaron a la Corporación Cápsula. Al bajar del taxi, vieron que en la puerta los esperaba la señora Brief con el pequeño Trunks en sus brazos.

«¡Hola, hija, joven Vegeta! ¿Cómo les fue en sus vacaciones?, llegaron muy pronto».

«Hola, mamá. Nos fue bien, muchas gracias. Y ¿cómo se portó mi pequeño?», dijo la mujer mientras tomaba en sus brazos a su bebé.

«Muy bien, ya sabes que es un niño encantador… Pero cuéntame, ¿viste algo interesante en México?», dijo su madre llena de curiosidad.

Bulma se quedó pensando unos momentos en la pelea que había visto, sonrió, y finalmente dijo: «Vi un verdadero duelo de gigantes… Pero ven, que te cuento los detalles». Así, la mujer y su madre entraron a la casa.

Vegeta se quedó parado en la puerta con sus brazos cruzados. Ese comentario de Bulma no le había parecido nada gracioso. De todas formas, se alegraba de haber vuelto a su hogar, ahora necesitaba unas vacaciones para recuperarse de estas vacaciones…

La noche caía sigilosa sobre la ciudad, y mientras Vegeta, en el jardín, escuchaba la risa de las mujeres, alzó su mano y comenzó a acumular todo su ki en ella. Después de esforzarse algunos minutos, observó con orgullo que ésta se iluminaba. Sí… ¡sus fuerzas volvían! Entonces una sonrisa maliciosa se asomó a su rostro.

A L F I N

NOTA: Bueno, primero que nada me disculpo con todos aquellos amantes de Vegeta y del Chapulín Colorado que se hayan sentidos ofendidos con mi relato, jejeje, no se preocupen, pueden hacerme llegar sus amenazas de muerte a través de mi correo.

Ahora, a todas aquellas personas que sí le gustó mi FanFic, les digo dos cosas:

  • Como ya se habrán dado cuenta, esta historia es un crossover de Dragon Ball Z y los personajes de Chespirito, un ilustre mexicano que he admirado mucho, y es que sus programas siempre me hicieron reír.
  • Ésta es la segunda historia que escribo en donde ridiculizo bastante a los personajes de DBZ. Primero fue Goku en «El Engaño», y ahora le tocó su buena dosis a Vegeta (no iba a dejar solo al pobre Goku, ¿no?). En fin, pienso hacer lo mismo con los otros personajes, así que éste es un llamado para que me hagan llegar sus ideas. Agradecería mucho la ayuda que puedan darme en este sentido.

Ahora me despido, espero realmente que se hayan reído un poco con mi historia, ya que ésa fue mi meta al escribirla.

Recuerdos

por Smech


Hace ya mucho tiempo de cuando yo era el más fuerte, el más temido, el más despiadado, el que mandaba.

Todos vivían porque yo no había dicho lo contrario, pero llegó el día, llegó el maldito día en que apareció el imbécil que me desgració. Él me derrocó de mi imperio; fue la primera vez que perdí. Ahora vivo en un infierno eterno rodeado de gente inútil, que por ser tan débiles no pudieron ayudarme. Los hubiera matado yo mismo, pero ahora sufren conmigo y mi padre. Pero la pelea fue extraordinaria; al principio yo era muy superior a él. Todos sus intentos fallaban, yo seguía siendo el mejor. Pero todo cambió… así, de pronto, me igualó. Creo que hasta me superó, pero no, yo sabía que él iba a morir, si no en mis manos, en la explosión del planeta. Tuvo la oportunidad de largarse, pero la desperdició. Era seguro, ahora él moriría. Traté de partirlo en dos y resultó en un suicidio de lo más estúpido: me partí por la mitad. Pero el muy imbécil me dio energía. Claro, se la lancé, quedando yo muy débil. Me la regresó, dejándome más moribundo de lo que estaba ya. No podía hacer nada aparte de esperar mi muerte, sin fuerzas ni para moverme.

Creí que era el fin para él y para mí, pero yo no contaba con la nave de alguno de esos cinco idiotas inservibles llamados gui-niu. No confíe con que dejarían sus naves tan cerca de él, del maldito que me desgració, así que él viviría y yo no. Claro, eso era lo que él pensaba. Sobreviví con mucha suerte, siendo recogido y curado por la nave de mi padre. Reemplazaron las partes de mi cuerpo destruidas por piezas cibernéticas.

Poco después nos dirigíamos a la Tierra yo, mi padre y un ejército. Al llegar fuimos recibidos por un extraño joven que alardeaba de poder comvertirse en super saiyajin, el cual acabó rápidamente con mi ejército. Al comprobar que podía convertirse en super saiyajin, junté energía para destruir el planeta. El joven me la regresó; no lo podía creer. En un instante sentí esa sensación de ser partido en dos, y me mató. Mi reino por fin se había terminado. Al ir cambiando de dimensión, le juraba venganza, maldiciéndolos. Seguí un camino y fui recibido por un gigante que me mandó al infierno, donde me encontré con ciertas personas inútiles llamadas fuerzas especiales gui-niu, a los que golpeé hasta cansarme, no sólo por haber sido inútiles, sino que por su culpa ese imbécil pudo vivir. Poco después llegó mi padre.

Ahora vivo en este mundo miserable de tormentos, sólo esperando que llegue alguien con quien poder vengarme.

Hermana Indeseable

por Mario


Era una noche en la Capsule Corp. Vegeta ya había resucitado, el malvado Boo había pasado a mejor vida y la paz reinaba en la Tierra.

Un día, Bulma reunió a toda la familia para decirles que había quedado embarazada por segunda vez, noticia que dejó a todos perplejos y en especial al pequeño Trunks, quien no podía creerlo y le dijo (con voz de desesperación) «pero, pero… ¿cómo pasó?… y… ¿para cuándo?… ¿qué será? ¿varón o mujer?»

Vegeta, lleno de orgullo, le contestó: «Cállate, Trunks. Es obvio que será un hombre y será tan poderoso como yo». Bulma muy enojada le contesta «Cállate tú, no sabemos todavía cuál será su sexo. Nacerá en seis meses». Trunks, enojado y con lágrimas en los ojos, le dijo: «¿por qué no me lo dijiste antes?» y corrió a su cuarto.

Vegeta, intrigado, le preguntó a Bulma «¿Por qué se fue llorando? No lo entiendo, el llanto es cosa de débiles y eso no es digno de un príncipe saiyajin»

Bulma, ya harta, le contestó: «Ya me tienes hasta el tope con lo del príncipe saiyajin. Además, te olvidas de que Trunks es sólo un niño». A lo que él repuso: «Yo, a su edad, ya tenía varios planetas conquistados y destruidos». Ella no se quedó atrás y le dijo «Si mal no recuerdo, Gokuh me contó que tú lloraste en Namek» y los dos se quedaron en silencio.

Al otro día, muy temprano, el estruendo de numerosos rayos de energía, que provenían de la cámara de gravedad, despertaron a todos. La primera en llegar fue Bulma, y le gritó «Qué haces, Trunks»

«No, no es nada. Disculpa si te desperté, es que desde hoy voy a entrenar muy duro para ser más fuerte que papá». En ese momento llegó Vegeta, quien a pesar de estar medio dormido, al escuchar las últimas palabras de su hijo se despabiló de golpe.

«No digas tonterías, enano. Tú no me podrás superar nunca».

Después del almuerzo, nadie se hablaba con nadie y el pequeño Trunks ya había vuelto a la sala de gravedad. Bulma, que estaba muy preocupada, se asomó por la puerta de la sala de gravedad y escuchó a Trunks hablar solo:

«No me ganará ese maldito bebé, no se lo permitiré. Seré mucho más fuerte y poderoso que él y me quedaré con mi madre, ya que mi padre lo prefiere al otro. Ojalá que empiece a entrenarlo más pequeño que a mí, así va a saber lo que es bueno» mascullaba para sí, mientras hacía un sinfín de lagartijas apoyado en dos dedos, de cabeza y a una gravedad de setecientos.

Bulma pensó, entonces: «Trunks esta celoso, tendré que consentirlo un poco. Es normal que sienta celos, pero no creí que fuera para tanto».

Al otro día, Bulma, muy temprano, como siempre fue a la sala de gravedad y llamó al pequeño Trunks con una sonrisa en la boca «Trunks… Trunks… ven un momento, hijo». Trunks fue hasta el control de la sala de gravedad y la bajó a lo normal y le dijo «Hola, mamá. Pasa, ya lo bajé a la gravedad que necesitas». Bulma, sin dar rodeos, le dijo «Hoy voy a dejar a tu abuelo con la Corporación. Me tomo el día, y te lo voy a dedicar a ti. Haremos lo que tú quieras» «¿Lo que yo quiera?» «Sí, lo que tú quieras» dijo con seguridad. Entonces Trunks contestó «Bueno, lo único que yo quiero es que esa bola de carne consentida por papá y por ti, no venga» «No digas eso, Trunks. Es muy cruel para tu hermano» dijo enojada.

Finalmente decidieron ir al parque de diversiones. Sin embargo, una vez allí, Trunks no se estaba divirtiendo mucho, así que su madre le preguntó «¿Y ahora, a qué juegos quieres ir?» «A ninguno y me quiero ir ya» le aclaró secamente el niño.

Bulma le preguntó entonces «Sigues enojado por lo de tu hermano, ¿verdad? Pero mira esa pareja de hermanos cómo se divierten juntos» «¿Ah, sí? Mejor mira eso otro, mira cómo al hermano mayor no le dan tanta importancia y de seguro lo quieren más al bebé» «No es así, Trunks. Es sólo que el bebé necesita más atención» «Pero no me importa, lo importante es que le dan más cariño al bebé que al mayor y por eso no quiero que venga. ¡Maldición!» gritó con mucha fuerza, a lo que Bulma le contestó gritando también: «Todo eso de maldición, insecto, etc. lo aprendes de tu padre. Otra vez tendré que hablar con él sobre su vocabulario y seguro que no me hará caso. Pero claro, él luego no va a poner la cara en la escuela cuando se quejan de tu forma de hablar».

En Capsule Corp., a la hora de la cena, Bulma le dijo a Vegeta lo que había pasado y lo reprendió duramente: «Vegeta, tú le estás enseñando a Trunks toda esa clase de palabrotas».

«A mí no me grites, Bulma. Yo no tengo por qué educar a Trunks ni para bien ni para mal. Él sólo lo escucha de mí y eso es asunto suyo, porque ya es un guerrero. Además, no quiero que cuando nazca ese pedazo de carne lo consientas tanto como a Trunks. Lo educaremos como a un saiyajin de su categoría, un príncipe como su padre».

Seis meses después y algo más, Bulma ya estaba teniendo contracciones cada vez más seguidas, y a pesar de que ya había llegado la hora de que diera a luz, por problemas no podían saber el sexo del bebé, cosa que a todos les importaba mucho, salvo a Vegeta quien se la pasaba diciendo: «No importa que no se sepa su sexo porque yo sé que es un varón».

En el hospital de Satan City, precisamente en la sala de espera, estaban los señores Briefs y a un lado estaba un muy descontento Trunks que decía a cada rato: «Abuelo, ¿nos podemos ir?». En la sala de parto estaban el médico, las dos enfermeras, Bulma y Vegeta. El doctor, muy enojado, le dijo al padre del niño «Usted se tiene que ir de aquí, ya».

Vegeta, a quien no le gustaba que le dieran órdenes, le contestó: «No lo asesino porque todavía tiene que sacar a mi príncipe de ahí, y si por casualidad hubiera algún problema los mataré a todos». Bulma, que no podia hablar mucho, le murmuró: «Déjelo, doctor. Déjelo que se quede, quiero que se quede a mi lado».

Y luego de una hora se escuchó un llanto y la voz de Vegeta que gritaba, desesperado: «¡Es una niña!». Al escuchar semejante grito Trunks pensó: «Esto es genial, la beba no tiene oportunidad conmigo» y por la felicidad fue hasta la habitación a abrazar a su hermana y encontró a un enojado Vegeta que amenazaba de muerte al médico con un energy ha cargado y listo para destruir al hospital entero. En ese momento aparece Trunks y le dice a su padre «Deténte, padre. Si destruyes el lugar, mamá morirá» y Vegeta le aclaró a Trunks con una voz falsa «Ya lo sabía, sólo quería asustarlo un poco». Trunks le contestó entonces «Bueno, no importa. Yo vine para ver a mi hermana. Debe ser hermosa y quiero darle un beso». Bulma, quien estaba presenciando la conversación le dijo: «¿Qué ha sucedido, Trunks? ¿No era que no querías a tu hermano y que deseabas que tu padre lo entrenara de más pequeño que ti?». Entonces, al escuchar eso, Vegeta se convirtió en super saiyan y se fue por la ventana.

Luego de unos minutos, el doctor fue a la habitación de Bulma para consultarle acerca de lo que harían con la cola de la niña. Para prevenir inconvenientes futuros, ella le pidió que se la cortara, lo que fue inmediatamente obedecido por el doctor. Pero, a pesar de haber tenido una hija tan hermosa, Bulma estaba triste porque extrañaba a su esposo. A los tres días de haberse ido, Vegeta volvió y, para alegría de su esposa, fue hacia la cuna de la beba, le dio un beso en la frente y la tapó cuidadosamente.

Hoy Necesito…

por Nyaar


Hoy necesito que me abraces fuerte
Sin palabras, sin excusas, sólo brazos
Que no tengas prisa, que no me recuerdes
Que sólo somos la apariencia de este barro

Era una tarde de Marzo, ya estaba anocheciendo. Todas las ciudades del mundo bullían, celebrando una gran victoria: La amenaza de Cell había terminado.

Su héroe, Mr. Satán, estaba siendo recibido por el rey de Chikyuu en persona, lo que era un gran honor, si bien la gente pensaba que realmente se lo había ganado por haberles librado de aquella amenaza él solo. Todos pensaban en la gran valentía que Satán había demostrado al enfrentarse al monstruo; incluso teniendo a esa panda de muchachos incordiándole, había conseguido vencer. Le había metido una gran patada en el trasero, como los alumnos del gran campeón decían.

Bulma apagó el televisor, exasperada. Quizás ella no supiera de seguro quién había ganado el combate contra Cell, posiblemente habría sido Gokuh, pero lo que estaba claro es que no había sido aquel fantoche bigotudo. ¿Cómo se atrevía a ponerse toda la gloria, si todos habían visto su patética actuación al principio del torneo?

La mujer anduvo hasta la ventana y miró al exterior, con las manos juntas cercanas a su pecho. ¿Por qué tardaban tanto en volver, si hacía rato que habían acabado con Cell? ¿Y por qué hacía una media hora el cielo se había oscurecido de repente, de forma totalmente innatural? ¿Acaso alguien había…?

No, agitó la cabeza, no podía pensar en ello. Seguro que todos estaban bien, Cell no había matado a ninguno y lo que le habían pedido al Dragón era que nunca dejara salir al androide del Infierno que se merecía por haber matado a tantas personas. ¡Claro! Era eso, tenían que resucitar a todas sus víctimas…

Bulma sopló aliviada. Sí, eso debía de ser, ninguno de sus queridos amigos había muerto en el combate. Y además, para celebrar su victoria, al día siguiente celebrarían una fiesta en su casa, invitarían a todos para que pudieran festejar que Gokuh había vencido al monstruo.

De repente llamaron al timbre, y ella fue casi corriendo a la puerta, que se abrió automáticamente a una orden suya. Los ojos de Bulma se abrieron con alegría.

«¡Trunks, hijo!» Exclamó abrazándole. Después de soltarle observó que su armadura tenía un gran agujero, pero no veía ninguna herida en su hijo «¿Qué te ha pasado, Trunks? ¿Estás herido?» Preguntó preocupándose al momento.

«No, estoy bien, madre…» Dijo él suavemente, sonriéndola, pero ella miró en sus ojos y vio que algo no marchaba bien. De repente preguntó por Vegeta, su corazón latiendo a cien por hora, temiéndose que… ¡¡Dios, no quería ni pensarlo!!

«Tranquila, si sigues así te va a dar algo… –bromeó el chico– Padre está bien, eso me dijo Yamcha, aunque no sé dónde puede estar…»

Bulma se relajó, sintiendo que la quitaban un peso de encima «Gracias a Dios… ¿Cómo ganó Gokuh la pelea? Las cámaras de tv se estropearon y no pudimos ver el final del combate… ¿Tú te crees? Hay un personaje, ese Satán que estaba molestándoos por allí, que dice que ha sido él quien ha vencido a Cell. ¡No hay derecho!» Exclamó poniendo los brazos en jarras.

«Em… Madre, hay algo que tengo que decirte…» Comenzó Trunks, pero no supo seguir.

«¿Qué ocurre, Trunks?» Preguntó ella, viendo que realmente debía ser algo importante debido a lo serio de su semblante.

«Verás… Gokuh no ganó la pelea… Fue Gohan quien venció a Cell» Le contó, aunque sabía que aún quedaba lo peor.

«¿De veras? Vaya con el pequeño Son Gohanda… Ha desbancado a su padre… Pero aún hay más, ¿verdad, hijo?» Preguntó leyéndolo en sus ojos.

«Gokuh… ha muerto. Se sacrificó para que Cell no destruyera el planeta al explotar…» Terminó él bajando los ojos.

«¿Gokuh…?» Susurró ella, un nudo en su garganta la impedía hablar más alto. No podía creerlo, Gokuh…

«¡¡GOKUH!!» Gritó destrozada antes de echarse a llorar fuertemente. Trunks la miró compasivo y la tomó entre sus brazos, dejándola llorar libremente sobre él. Su madre real siempre le había contado cuán maravilloso era su amigo, qué grandes cosas había hecho por los demás, y siempre había admiración y añoranza en sus palabras.

«Si Gokuh hubiera estado vivo, seguro que los malditos androides no hubieran devastado este mundo…» La había oído decir una decena de veces. Realmente le debía de querer mucho…

Trunks la susurraba palabras de ánimo, diciéndola que estaba muy feliz cuando les dejó porque así les ayudaba. Incluso frotaba su espalda suavemente tal y como su contrapartida del futuro había hecho cuando los malditos androides se llevaron a su sensei Gohan. Estuvieron así varios minutos hasta que la mujer consiguió calmarse y dominar sus emociones. Pero aún así no podía dejar de pensar en Chichi y en Gohan. ¿Qué iba a ser de ellos? ¿Y del pequeño que tenía que nacer? Sólo pensando en esto las lágrimas volvían a rodar por sus mejillas, pero esta vez conservaba la calma, lloraba en silencio.

«¿Estás mejor, madre?» Preguntó Trunks pasando un brazo tras sus hombros. Ella asintió secándose con un pañuelo que encontró en su bolsillo.

«Será mejor que entremos dentro, está empezando a hacer frío…» Sugirió el muchacho llevándola al interior de la casa.


Hoy necesito que me abraces fuerte
Por encima de los miedos y prejuicios
Que alcances ya los huesos
Y me despiertes lejos
De esta torpe selva a fin de siglo

Bulma se quedó sentada durante un tiempo que pareció eterno en el sillón donde su hijo del futuro la había dejado para cambiarse de ropa. Le había pedido a su padre, que iba hacia la cocina, que le trajera a su pequeño cuando regresara.

Unos minutos después apareció Mirai con su pequeña versión en brazos «El abuelo me dijo que por favor te lo trajera…»

Bulma asintió en silencio y extendió sus manos para agarrar al bebé, que sonreía desde los brazos de Trunks y tras esto el muchacho se sentó a su lado. Se había deshecho de la armadura rota, del traje de combate y de todo lo demás y se había vestido con aquellos pantalones anchos que llevaba cuando llegó y una camiseta azul de manga larga con el logo de la C. Corp en blanco en el medio. Había apartado el pelo de su cara con una coleta, y la mujer pudo observar que había cambiado mucho desde la primera vez que apareció. Había crecido, y también había madurado, pensó mientras acunaba al pequeño en sus brazos.

Trunks se ruborizó ligeramente al sentir el escrutinio de su madre «Madre, por favor…»

«Lo siento, no quería incomodarte. Es sólo que… te pareces tanto a tu padre… Estoy segura que tu madre te lo dirá cuando vuelvas al futuro…»

«¿Eso crees?» Pensó el chico. Realmente no sabía si lo que le estaba diciendo era un halago o qué. «Madre, me gustaría marcharme mañana a mi tiempo… Aquí ya todo ha terminado y tengo que regresar para acabar con los androides. Ahora soy mucho más poderoso, podré vencerles sin problemas…»

«Tienes razón… –murmuró ella con un poco de desilusión. El muchacho era tan agradable que no la importaría que no se marchara nunca– Gohan venció a Cell… Todo está arreglado…» De nuevo las lágrimas asomaron a sus ojos, y Bulma hizo un gran esfuerzo por evitarlas. Chibi la miró con sus ojitos azules, agitándose un poco inquieto.

«Madre… No hay mejor muerte para un guerrero que morir en una batalla…» Dijo poniendo una mano en su hombro.

«Eso te lo dijo tu padre, ¿verdad? ¡Pues olvídalo! La muerte nunca es buena, ¡nunca! Siempre te separa de tus seres queridos… Aunque es normal que Vegeta dijera eso… Bien poco le importaría a él que el mundo saltase en mil pedazos con todos nosotros dentro…»

«Eso no es cierto, y creo que tú deberías saberlo mejor que nadie…» Le defendió Trunks.

«¡Trunks, abre los ojos! ¡Tu padre no tiene nada bueno! ¡Es un bastardo insensible que sólo le importa ser el más fuerte, pasando por encima de quien haga falta y por los métodos que sea! Su única meta era acabar con Gokuh, ¡¡pero se va a fastidiar porque nunca podrá conseguirlo!!» Exclamó estallando en sollozos.

El muchacho bajó la cabeza «Padre no es tan malo como aparenta ser… Cell me… mató –a estas palabras los ojos de Bulma le miraron con horror–, y él saltó contra el monstruo hecho una fiera, intentando vengarme sin pararse a pensar en lo que estaba haciendo. Además, estoy seguro que él te quiere; a su manera, pero lo hace. Cuando pasé aquél año con él, lo poco que hablábamos solía contarme lo mal que funcionan todos tus inventos, y siempre se quejaba de la comida de la sala, diciendo ‘hasta tu madre lo haría mejor’. Bueno, está bien –concedió–, puede que no sean grandes ejemplos, pero siempre me decía algo de ti…»

Bulma volvió a secar sus lágrimas con el pañuelo y dejó al pequeño sobre el sillón para que durmiera más a gusto «¿Tú crees? ¡Pero eso no justifica que nos abandonara a Chibi y a mí para marcharse a entrenar yo qué sé dónde sin avisarme, sin decirme si volvería o no!»

Trunks se encogió de hombros «Bueno, ya sabes cómo es Padre…»

«Pobre consuelo…» Suspiró ella. Miró al reloj y vio que se había hecho tarde «Deberías acostarte, hijo. Debes de estar cansado, y además tienes que coger fuerzas para el viaje de mañana… Voy a extrañarte mucho…»

«Yo también…» Sonrió y la dio un beso de buenas noches antes de marchar escaleras arriba, hacia el cuarto que le habían preparado cuando llegó del futuro.

Bulma estuvo un ratito más allí sentada, viendo cómo dormía su pequeño, pensando en que de mayor sería un muchacho alto, fuerte y muy guapo. ¿Sería diferente si su padre hubiera estado con él de pequeño? Claro que sólo se lo podía imaginar. Realmente dudaba mucho que Vegeta quisiera ser un padre para el pequeño, incluso tras las palabras de Mirai. Aparte que para eso tendría que regresar de Dios sabe dónde y quedarse con ellos en casa, lo que dudaba todavía más. Bastardo, cómo la había engañado aquél día que la enseñó aquella puesta de sol tan bonita, cuando había simulado que la quería… Y ella, tan tonta, se lo creyó todo. Seguramente que el maldito marciano se había aburrido de entrenar y decidió divertirse un rato a su costa…

Pero lo peor de todo es que aún, a pesar de todo, le seguía queriendo.

Sopló, enfadada consigo misma por haber sido tan crédula y cogió suavemente a Trunks para no despertarle, avanzando luego escaleras arriba hacia el lugar donde dormía el pequeño.

Una vez le había acostado, sus pasos se dirigieron hacia su habitación, donde planeaba hacer lo mismo, o al menos intentarlo. Ahora que había dejado de pensar en Chibi y en Vegeta, la imagen de Gokuh, sonriendo tan feliz como de costumbre, llenaba sus pensamientos, haciéndola sentir triste, miserable, pero también terriblemente afortunada por haber conocido a tan buen amigo. Gokuh era tan… desprendido, tan agradable, nunca se enfadaba con nadie a pesar de lo que pudieran hacerle. Siempre tan dispuesto a ayudar a la gente, a echarte una mano en todo lo que pudiera…

¡Oh, Dios, cómo le iba a echar de menos!

Escuchó un ruido dentro de su habitación, y se paró justo delante de la puerta. Guardó silencio, queriendo saber si realmente había oído algo o si había sido su imaginación que la jugaba malas pasadas. Pasó un minuto, y no escuchó nada. Pasó otro, y otro, y como seguía sin oír más ruido que su respiración, posó su mano en el pomo de la puerta y la abrió lentamente.

La habitación estaba a oscuras, pero podía distinguir una silueta sentada en su cama.


Y no me preguntes qué es lo que pasa
No traigo heridas, es sólo que preciso
Notarte bien dentro, sentirme en casa
Saber que es muy cierto, que estoy contigo


Bulma accionó el interruptor de la luz y observó a la persona sentada en la cama durante unos instantes. Estaba cabizbajo, mirando al suelo, y jugueteaba distraídamente con uno de sus guantes, que desde luego había conocido mejores días.

«¿Ahora regresas, Vegeta? ¿Vuelves después de habernos abandonado a tu hijo y a mí durante meses? Dame una sola razón por la que deba dejarte estar aquí, aunque no creo que me puedas convencer» Le dijo duramente cruzándose de brazos. Estaba triste y enfadada, desde luego ése había sido uno de los peores días de su vida, y realmente nunca había estado más dispuesta a discutir que aquella noche.

«No tengo por qué darte explicaciones…» Dijo en voz baja sin mirarla.

«¿Ni siquiera vas a explicarme qué demonios has estado haciendo mientras mataban a mi mejor amigo? ¿Y mientras mataban a Trunks? ¿A qué estabas jugando, eh, Vegeta? ¿A las casitas? ¿O sólo habías ido a ver el espectáculo? Después de todo, quizás querías que Cell hiciera el trabajo por ti, y así tener via libre para conquistar el planeta… ¡¡Cobarde!! ¡Sabes de sobra que nunca podrías haber vencido a Gokuh! ¡¡¡Él era el mejor, y tú sólo un principillo de tercera que no sabe ver más allá de sus propias narices!!!» Terminó en un tono bastante más elevado que al principio. Estaba dispuesta a herirle, quería hacerle daño por todo el tiempo que les había abandonado, por todo el tiempo que la había dejado sola, preocupándose por él, dónde estará, qué hará, dónde dormirá, estará bien… mientras tenía que cuidar a Trunks, su hijo y llevar la compañía. ¡¡Se lo merecía, demonios!!

Vegeta apretó el guante en sus manos antes de arrojarlo contra el suelo de malas maneras. Aquella mujer le estaba insultando, faltándole al respeto de una forma horrorosa, pero él no tenía ganas de discutir, de defenderse como siempre hacía, rebuscando algún insulto bien elaborado que la hiciera mantener su bocaza cerrada. No quería pelear.

«¡¿Qué?! ¿¿Te ha comido la lengua el gato, o es que no me respondes de la vergüenza que te da porque sabes que tengo razón??»

«Cállate, Bulma… por favor…»

«Desde cuándo conoces la palabra *por favor*? Porque cuando yo la decía, ¡¡a ti te sonaba a chino!! Claro que, quizás tu amiguito androide te la enseñara antes de que Gohan acabara con él» Bulma paró unos segundos para tomar aire «Y aún te voy a decir más, ¡¡todo fue por tu culpa!! ¡Si tu estúpido cerebro funcionara la mitad de bien que el de Gokuh, nunca hubieras permitido que Cell absorbiese a C-18, creando a ese monstruo! Tu hijo tuvo que impedir que el androide acabara con tu vida, haciéndose incluso más fuerte que tú para lograrlo. ¡Podrías haber vencido tú sólo, haber quedado como un héroe! ¡Todos te habrían respetado! Pero no… ¡Tu estúpido orgullo siempre en medio ha hecho que todos te vean como un imbécil perdedor que estaría mejor muerto!» Exclamó al borde de echarse a llorar.

El Saiya se levantó, aún cabizbajo, por lo que Bulma no podía ver sus ojos mientras se acercaba lentamente a ella. La mujer no se movió del sitio, aunque estaba asustada. Nunca le había hablado así, más aún, lo más posible es que nadie lo hubiera hecho nunca, y no tenía ni idea de cómo podría reaccionar. Estaba segura de que comenzaría a gritarla como el salvaje que era, pero, ¿llegaría a golpearla? Quizás…

Los pensamientos de la mujer quedaron inacabados por su súbita reacción. Su boca se abrió con asombro cuando sintió sus brazos rodeándola y su cabeza apoyarse levemente en su hombro.

«Ve-Vegeta…» Balbuceó la mujer al sentir la presión de sus fuertes brazos en sus costillas. Titubeó un poco, pero al final le devolvió el abrazo.

«¿Era esto lo que querías? –Susurró con la voz quebrada– ¿Humillarme? Pues lo has conseguido, mujer. Deberías estar orgullosa…»

«Y-yo…» Bulma no podía creer lo que estaba ocurriendo. ¿Tanto… tanto se había pasado? Realmente quería hacerle daño, pero no pensó que le fueran a afectar tanto sus palabras. Dios, nunca lo hacían, ¿por qué aquél día sí?


Hoy necesito que me abraces fuerte
Y que tu silencio traiga mucha calma
Que la noche venga lenta como nieve
Y nos halle enlazadas las espaldas


«¿Por qué, Vegeta?» Le preguntó, queriendo encontrar la razón de todo aquello. Algo debía ocurrirle para que se mostrara tan… vulnerable.

«Ese estúpido… –comenzó en voz baja– ¿quién le pidió nada? ¿Quién le dijo que yo quería algo de él? ¡Imbécil! ¡¡Prefería morir a que él me salvara!!» Casi gritó al final.

Entonces Bulma entendió que todo era por Gokuh «Gokuh hizo lo que le pareció correcto, y lo hizo porque nos apreciaba…»

«¡No! Lo hizo para burlarse de mí, igual que lo de su hijo. Ese maldito me dejó en ridículo, ¡todos piensan que soy un imbécil, como tú dices! ¡¡Mejor estaría en el Infierno que aquí!!» Sollozó separándose de ella y apretando los puños con fuerza.

«¡Lo que ellos piensen nada tiene que ver con Gokuh! ¡Eres tú el que siempre se lo está buscando! Eres demasiado arrogante, ¿no lo entiendes? Ellos, nosotros, somos un grupo compacto, dispuestos a ayudarnos unos a otros y con la única intención de vencer para proteger Chikyuu. ¡El día que entiendas eso, te respetarán!»

Vegeta se dio la vuelta, quedando de espaldas a la mujer y se acercó a la ventana, mirando desde ella las luces de neón de la ciudad «¿Y qué se supone que debo hacer hasta entonces? ¿Sentarme a esperar? Antes… luchaba para superar a Kakarot, ¡ésa era mi meta! Pero el imbécil se suicidó…»

«¡Dios, me desesperas! ¿Por qué no utilizas el cerebro un rato, para variar? ¡Búscate algo que hacer! ¡Encuentra algo por lo que quieras levantarte cada mañana!»

«¡¿Y si no lo encuentro?!»

«¡Entonces tírate por un puente y desperdicia la oportunidad que Gokuh te ha dado de vivir, bastardo egoísta! En ese cuarto de ahí –dijo señalando el muro con el índice– hay un muchacho que vino del futuro para salvarnos, para conocerte, y lo que es más, ¡para que su yo bebé tuviera al padre que él nunca tuvo! ¡Ni siquiera te lo pido por mí, pero al menos hazlo por él, ya que le aprecias! ¡Cumple el deseo que a él le fue negado!» Dijo mirándole duramente con sus ojos azules.

Vegeta se sentó de nuevo en el borde de la cama. Pasaron unos momentos, y como él no respondía nada, Bulma se acercó a él y se sentó a su lado. Puso una mano en su mentón y tiró suavemente para que volviera la cabeza.

Quería mirar en sus ojos para saber con certeza si realmente le ocurría lo que ella estaba pensando. Pero él se agitó bruscamente, remiso a mirarla a los ojos.

Bulma casi sonrió. Su reacción le había confirmado sus sospechas «Te sientes culpable por lo que ha ocurrido, ¿verdad?» El Saiya ni siquiera gruñó como respuesta, por lo que ella continuó en un tono más suave «Estoy segura que Gohan te perdonará… Pero hace falta que también te perdones a ti mismo…»


Hoy necesito que me abraces fuerte
Por encima de los miedos y prejuicios
Que alcances ya los huesos y me despiertes lejos
De esta torpe selva a fin de siglo


A la mañana siguiente el sol resplandeció fuertemente en el cielo. Era como si la raza humana sufriera un nuevo amanecer. En las calles todavía había cantidad de personas celebrando la victoria del gran campeón Satán cuando Gohan, Yamcha y los demás llegaron para despedir a Trunks.

Aquellos que no iban de luto llevaban una banda negra prendida a la manga en señal de duelo, mostrándose así solidarios por el dolor de la familia Son. De todas formas, lo que más sorprendía era Gohan, que aunque iba totalmente vestido de negro tenía una gran sonrisa en la cara.

Trunks hacía rato que tenía su máquina del tiempo expandida sobre el jardín de la C. Corp, pero quería esperar a que todos sus amigos estuvieran allí. Quería despedirse de ellos, pues sabía que no los iba a volver a ver nunca, ya que en su tiempo las cosas seguían tal y como él las había dejado.

Era duro abandonarles, allí estaban todas las personas que habían sido importantes en su vida: su joven madre, su sensei Gohan –aunque con varios años menos–, el tío Yamcha… El muchacho frunció el ceño desilusionado. Faltaba alguien.

Volvió los ojos a derecha e izquierda intentando ser lo más disimulado posible, pero no pudo evitar sonreír cuando vio a Vegeta apoyado en un árbol. Su corazón casi dejó de latir cuando le vio levantar dos dedos en señal de despedida. Le hacía tanta ilusión… Al fin había conseguido que su padre le apreciara… ¡y en público!

De un salto se metió en su máquina y en un momento programó las coordenadas temporales. El aparato comenzó a elevarse verticalmente entre los gritos de despedida de todos los amigos que se quedaban.

Trunks saludó agitando su mano con algo de tristeza, pero sonriendo porque sabía que podría vencer a los androides sin problemas.

Con una ráfaga de viento, el muchacho del futuro se perdió por las corrientes temporales.

Un acontecimiento muy especial

por Setsuna Meioh


Esta historia narra cómo fue la boda de Vegeta y Bulma, y ocurrió después de la saga de Majimboo.

Eran las 6:30 de la mañana en la Capsule Corp. Había un gran movimiento de gente que iba y venía de un lado a otro revisando de que todo quede perfecto para la gran celebración.

De pronto aparece Bulma en el salón donde está su madre y le dice algo exaltada: ¡Mamá, el vestido!

Ciertamente Bulma se encontraba muy nerviosa puesto que era el día de su boda, la suya con Vegeta, a quien por fin había convencido de que el matrimonio era algo más que una costumbre ridícula en las parejas humanas, y luego de tantos pleitos, éste ya había accedido. Ahora Bulma tenía que esperar a que llegasen la maquillista y la estilista, y el vestido que acababan de avisar estaba listo.

Bulma: «Mamá, la modista acaba de llamar diciendo que el vestido ya está listo. ¡Hay que ir a buscarlo!»

Sra. Brief: «Sí, hija, ya cálmate, le diré a tu padre que vaya a buscarlo. Yo estoy todavía muy ocupada con la decoración y los arreglos florales»

En ese momento llaman a la puerta (toc, toc, toc)…

Sra. Brief: «Bulma, hija, hazme un favor, abre la puerta»

Bulma: «Sí, ya voy»

?????: «Konichi wa, Bulma-san. ¿Cómo estás?»

Bulma: «Ah, eres tú, Gokú, pasa. Bien, ¿y tú?»

Gokú: «Bien gracias. Estoy aquí para intentar, al menos, ayudar a Vegeta –(si es que se deja, pensó)– porque me imagino cómo debe estar»

Bulma: «Sí, pero yo no me lo imagino, más bien me lo pregunto. Bueno, en fin, la verdad es que no le he visto… Debe estar en su habitación»

Gokú: «Hummm… Bueno, gracias, Bulma. Subiré hasta allí»

A los pocos instantes, en la segunda planta de la Capsule Corp, específicamente en la habitación de Vegeta, Gokú toca la puerta de una forma realmente desesperante hasta para el más paciente: (toc, toc, toc, toc, toc)

Int.de la Hab.: Silencio…

Gokú: «¡Qué raro! Bulma me dijo que estaba aquí, pero no hay nadie. ¿Dónde estará?… Ah, ya sé, debe estar como siempre entrenando»

Y dicho esto, Gokú se dirige hacia la Cámara de Gravedad. Allí se encontraba Vegeta, como había pensado Gokú, entrenando, aunque no tan obstinadamente como acostumbra a hacerlo. La verdad estaba allí porque no soportaba el bullicio que hacía la gente cuando subían y bajaban llevando consigo flores, adornos y un sinnúmero de objetos. Pero un llamado a través de un intercomunicador le desconcentró de lo que hacía.

Gokú: «Vegeta, ¡ábreme, por favor!»

Vegeta: (Fastidiado) «¿Quién es?»

Gokú: «Soy yo, Gokú»

Vegeta: «¿Kakarotto?»

Vegeta, pensando, se dirigía a abrir, ya que entrenaba sin ninguna gravedad («Qué fastidio. Encima de todo, Kakarotto está aquí»). Luego de unos cuantos pasos, por fin Vegeta abrió la puerta dejando así que Gokú entrara.

Gokú: «Konichi wa, Vegeta-san»

Vegeta: «Ah, Kakarotto, ya déjate de estupideces. ¿Qué diablos haces aquí?»

Gokú: (Con la mano derecha detrás de su cabeza) «Bueno, yo sólo venía a ver cómo estabas y en qué te podía ayudar» (Le dijo entre sonrisas)

Vegeta: «Mira, como ves, estoy bien, y en respecto a lo otro no creo que puedas ayudarme en nada, además de que no lo necesito» (Dijo en tono despectivo)

Gokú: (Con cara de asombro) «Pero cómo, Vegeta, ahora que te veo, no te has bañado. Al contrario, estás muy sudado y de lo más tranquilo mientras la pobre de Bulma ya debe estar mareada de tantas vueltas que ha dado para que todo salga bien»

Vegeta: «Y a mí qué, ella fue la que se empeñó en esto, y si está tan mareada como tú dices la culpa es suya, ya que yo no intervine en esto» (Dijo aparentemente molesto)

Gokú: «¿Cómo puedes decir eso, Vegeta? Ella está haciendo esto porque te AMA y desea ser feliz a tu lado y formar una familia como es debido, así que pienso que si tú no estás de acuerdo le digas que no quieres casarte con ella, ahora que tienes tiempo y no después, y así le haces menos daño que haciendo que sufra tu indiferencia durante el tiempo que sigan juntos. Eso sería muy duro para ella y creo que no lo soportaría»

Esa frase «ELLA ESTÁ HACIENDO ESTO PORQUE TE AMA» hicieron despertar a Vegeta, quien inconscientemente estaba tratando de ocultar ese sentimiento de parte de ella hacia él que era perfectamente correspondido de una forma que él nunca pudo imaginar por temor a convertirse en un ser blando.

Esta era la primera vez que Vegeta se enamoraba o amaba a alguien. Todo comenzó con un sentimiento de preocupación tras la ruptura sentimental de Bulma con Yamcha. Ella se encontraba muy deprimida, y él a su manera, le ayudó prácticamente a recuperarse.

Vegeta solamente bajó la cabeza y se dirigió a su habitación para arreglarse sin decirle nada más a Gokú, quien extrañado y complacido pensó para sí: (Bueno, hasta que al fin entró en razón).

Mientras Vegeta se duchaba pensaba, no en lo ridícula que eran las costumbres humanas, sino en otra cosa, algo que su padre, el Gran Rey Vegeta, le había inculcado desde pequeño bajo este pensamiento: «Demostrar los sentimientos te hace débil frente a tus enemigos».

Esto, aunado a las anteriores palabras de Gokú, daban vueltas en su cabeza dejándolo realmente confundido, ya que su deseo era vencer a Kakarotto y si se hacía de una u otra forma más «débil» no podría ganarle y su meta principal se vería frustrada, además de que su orgullo se vería, también, gravemente lastimado, ya que para él no era posible que un «Guerrero de Clase Baja» fuese más fuerte que él, el príncipe de los Saiyajín.

Mientras esto ocurría, Bulma se encontraba bañada esperando a que llegaran la estilista y la maquillista. Al cabo de 20 minutos ambas llegaron y bajo las exigencias y disposiciones de Bulma comenzaron a trabajar.

Bulma: «Yo sólo quiero algo sencillo pero a su vez hermoso»

Estilista: «Sí, señorita, como usted guste»

Maquillista: «Ya verá que quedará hermosa, aunque no será problema ya que usted es muy bella» (dijo con tono halagador)

Bulma: «Muchas gracias»

Pasó aproximadamente una hora y media hasta que las muchachas terminaran su trabajo que ciertamente fue excelente, ya que conseguir un maquillaje completamente puro y un peinado totalmente natural necesitan su tiempo. En el preciso momento en que éstas se marchaban, la Sra. Brief entró en la habitación con el vestido.

Sra. Brief: «Mira, Bulma, aquí está el vestido, tu padre acaba de traérmelo»

Bulma: «Muchas gracias, mamá. ¿Podrías aguardar un momento y ayudarme a vestirme?»

Sra. Brief: «Claro, hija, eso no tienes que pedírmelo»

Mientras la Sra. Brief ayudaba a Bulma a vestirse, Vegeta ya se había duchado y había comenzado a vestirse, se había puesto ya las medias, los pantalones, la camisa y el saco, pero le faltaba un trozo de tela gris con rayas blancas de la que no sabía ni qué era ni cómo se usaba, además de unas florecillas un tanto extrañas. En ese momento Gokú toca la puerta e instantáneamente entra.

Gokú: «Vaya, Vegeta, ya estás casi listo, pero te falta la corbata de tu traje»

Vegeta: «¿La corbata? ¿Qué demonios es eso?… acaso es esto» (Dijo refiriéndose al trozo de tela atravesado con rayas blancas)

Gokú: «Ahá, ese mismo. Anda, póntelo»

Vegeta le dio una mirada a Gokú, de esas que significan algo así como «Y esto cómo demonios se usa» de la que Gokú se percató y decidió ayudarle.

Gokú: «A ver, dame, que yo te lo pongo»

Dicho esto se dirigió hacia Vegeta, tomó la corbata y comenzó a hacer el nudo mientras decía: «¿Sabes?, yo tampoco sabía ponérmela, y no fue hasta que Milk, con su ‘infinita paciencia’, no descansó hasta que yo aprendiera»

Vegeta: «Y eso a mí qué rayos me importa»

Gokú: «Gomen ne, Vegeta, yo sólo quería hacerte plática» (diciendo esto comenzó a apretar el nudo)

Vegeta: «KAKAROTTO, ESTÁS AHORCÁNDOME» (Dijo bastante alterado)

Gokú: «Yurushi kudasai, creo que así ya está bien. Ah, por cierto, ese ramito de florecillas del que no me acuerdo el nombre creo que va en el bolsillo superior izquierdo del saco»

Entonces Vegeta tomó el «ramito sin nombre» y después de unos intentos fallidos y varios pinchazos, logró colocárselo.

Vegeta ahora se veía realmente imponente, ya que la elegancia de su traje junto con el orgullo y la arrogancia que emanaba contrastaban a la perfección.

Gokú: «Oye, Vegeta»

Vegeta: «Ahora QUÉ QUIERES, KAKAROTTO»

Gokú: «Yo nada más iba a decirte que no se te olviden las alianzas»

Vegeta: «Alianzas, y eso ¿qué demonios son?»

Gokú: «¿Que no sabes?, las alianzas son dos anillos que tienen grabados en su interior los nombres de los esposos y que te toca colocar en la mano izquierda de Bulma cuando el sacerdote así lo indique» (Gokú vio la confusión en el rostro de Vegeta y añadió) «¿Es que acaso Bulma no te lo explicó?»

Vegeta: «Ahora que lo mencionas, Kakarotto, no lo recuerdo. Creo que escuché hablar a Bulma con su madre al respecto, pero como estaba exhausto no le di importancia y me fui a dormir»

Gokú: (Con su típica cara) «Humm, ya veo. Por cierto, ¿cónde están?»

Vegeta: «Esteeeeee, no sé»

Gokú: «Eso es gravísimo, Vegeta. Sin esos anillos no se pueden casar»

Mientras Vegeta se sentaba en el borde de la cama, harto de todo, pensaba: («Esto es perfecto, primero me tengo que calar usar este traje tan ridículo, luego soportar a Kakarotto y sus estúpidos «consejos», para que ahora esas necias alianzas se pierdan. Esto es sinceramente el colmo. Cuando me canse de todo esto mando todo al diablo y asunto arreglado»)

Vegeta: «Estas costumbres humanas, además de ser increíblemente ridículas e inútiles son muy problemáticas. Ahora resulta que unos «anillitos» causan semejante problema. Ya no sé por qué hago esto. Es más, ya me arrepentí, voy a mandar todo al diablo» (Dijo totalmente decidido)

Gokú: «No digas eso, Vegeta. Además, tú sí sabes por qué estás haciendo esto. La razón es que amas a Bulma y deseas hacerla feliz, ¿o me equivoco? Anda, ya déjate de tonterías y ayúdame a buscar sus alianzas»

Mientras Vegeta y Kakarotto, como éste le llama, ponían la habitación patas arriba buscando las tan mentadas y problemáticas alianzas, en otro lugar en la Capsule Corp. se oían los efusivos comentarios de la Sra. Brief hacia su hija.

Sra. Brief: «¡Oh hija, estás preciosa.! Deja que tu padre te vea»

Bulma: «¿Lo dices en serio, mamá? ¿No bromeas?»

Sra. Brief: «Claro que no, Bulma, yo nunca te mentiría de esa forma»

Bulma: «¿Tú crees que a Vegeta le guste?»

Sra. Brief: «Eso ni lo dudes, estás hermosa. Y, en caso de que no le agrade, sería un completo animal»

Esto sucedía y en la habitación de Vegeta las cosas volaban por los aires al ser arrojadas por éste y Gokú buscando las alianzas, hasta que por fin…

Vegeta: «Ahá, condenadas alianzas, ya las encontré»

Gokú: (Con cara de entusiasmo) «¿En serio, Vegeta? A ver, ¿cómo son? (Dijo acercándose a Vegeta quien ya había comenzado a abrir la delicada cajita de terciopelo negro con las orillas doradas)

Gokú: «Son hermosas, Vegeta. Ahora guárdalas en un lugar seguro como tu bolsillo, para que no se pierdan de nuevo»

Para extrañeza de Gokú y de ustedes, amigos lectores, Vegeta hizo lo que Gokú le dijo sin objetar nada.

Ya todo estaba listo para la gran boda. El jardín de la Capsule Corp. sería el escenario de la celebración de tan maravilloso acontecimiento. Estaba bellísimo, todos los árboles perfectamente podados, la hierba recién cortada, todos los capullos de los lirios habían abierto en la madrugada y ahora estaban frescos y radiantes con su inmaculada blancura, al igual que la novia como una bendición de Kami-sama para la nueva vida que comenzará esta pareja el día de hoy a las 10:00 de la mañana.

Sí, ya sé que Bulma no era tan «pura», pero según Vegeta ellos eran esposos, según las costumbres Saiyajín, desde aquella primera vez. Además esto no debe ser criticado porque en este mundo de Dios ocurre cada cosa (me refiero a la realidad, sólo mediten un poco y verán.) Bueno, volviendo a la historia…

La decoración era majestuosa ya que contrastaban la elegancia y pureza de este evento perfectamente. Los centros de mesa eran pequeños jarrones de cristal labrado que hacían de florero, mejor dicho, de marco a unas espectaculares rosas entre blancas y beiges totalmente naturales. Cada mesa constaba de dos manteles, uno sobre el otro. El primero era de una tela blanca de una textura completamente lisa, y el segundo que iba sobre éste era de una tela delgadísima de encaje. Las sillas, siguiendo la majestuosidad impuesta por los manteles de las mesas, estaban decoradas al mismo estilo.

Ya eran las 9:30 de la mañana y los invitados comenzaron a llegar a la Iglesia, alegando que la ceremonia comenzaría a las 10 en punto. Entre los invitados estaban: Krílin con C-18 y Marron; Gohan, quien asistió con Videl y Goten esperando a que su padre llegara un poco más tarde con Milk; también se encontraba el maestro Roshi, quien no se cansaba de mirar indiscretamente, como siempre, a C-18 y a Videl para incomodidad de sus respectivas parejas, ya que C-18 vestía un maravilloso vestido de color verde botella (un poco más profundo que el verde oliva) con un gran escote que iba desde la parte superior de la espalda hasta donde ésta casi termina, complementando el atuendo con una gargantilla de brillantes que Krílin le había regalado por aniversario de bodas. Videl usaba un ceñido vestido negro, que contrastaba perfectamente con sus profundos ojos azules de los que Gohan quedó prendado apenas los vio y tanto cela; hasta las caderas para dar lugar a una falda, no tan ceñida como la parte superior del vestido, pero tampoco tan amplia, con una abertura desde cinco dedos bajo las caderas hasta el fin de la falda en la parte derecha de ésta. Videl llevaba como único accesorio una gargantilla y una delicada pulsera de Acerina. Entre todas las personas estaba también un adolescente y kawaii Trunks.

La iglesia estaba, al igual que el jardín de la Capsule Corp., majestuosamente decorada. Tenía en la entrada un lazo de delicada seda blanca y en el medio una campanilla la cual albergaba en su interior el arroz que, culminada la ceremonia, sería arrojado sobre los nuevos esposos.

Gokú ya se había marchado de la Capsule Corp. Se había arreglado y había llegado a la iglesia con Milk en brazos, usando la teletransportación. Milk, quien contrariamente a como siempre se arregla, esta vez estaba hermosa, con un vestido blanco algo ajustado y con el cabello suelto hasta los hombros.

Faltaban 2 minutos antes de las 10:00. Bulma ya había llegado y se encontraba esperando en el auto, pero Vegeta aún no llegaba. Pasó algún tiempo y Bulma comenzaba a desesperarse.

Bulma: «Mamá, no puede ser, no ha llegado, debería estar aquí desde hace 30 minutos. Creo que todo este tiempo sólo se burló de mí»

Sra. Brief: «Ya, Bulma, cálmate, seguro que llega pronto»

Mientras esto ocurría, el párroco también se encontraba algo angustiado. Gokú, al verle tan inquieto, decide hablar con él.

Gokú: «Padre, espere un poco más. Mi amigo, quiero decir, el novio, llegará pronto, se lo aseguro» (dijo tratando de convencer al párroco. La verdad él no sabía con seguridad si Vegeta iba a llegar algún día)

Párroco: «Sí, hijo, eso espero, porque después de ésta debo oficiar otras ceremonias»

Pasaron otros 30 minutos aproximadamente y Vegeta no llegaba. Bulma, más que desesperada e inconsolable, estaba realmente histérica. Todo el mundo en la Iglesia comenzaba a comentar lo «extraño» de esto, siendo, a menudo, tranquilizados por Gokú, quien cada vez se preocupaba más. Trunks también estaba extrañado de que la boda no hubiese comenzado hacía ya un buen rato y que su padre no había llegado aún. Además se preocupaba por su madre, ya que ella estaba bastante ilusionada con esto. Por eso decidió ir con Goten a hablar con la madre de éste, ya que ésta, al ser la mejor amiga de la novia (su madre), sabría qué estaría ocurriendo.

Goten: «Oye, mamá, ¿por qué el papá de Trunks no ha llegado?»

Milk: «No lo sé, hijo, pero supongo que debió tener algún problema»

Trunks: «Estoy preocupado por mi mamá, me imagino cómo debe estar. Ella estaba muy feliz porque el terco de mi padre al fin había accedido a casarse con ella»

Milk: «No te preocupes, Trunks, yo iré con Videl a hablar con Bulma para saber cómo está y tranquilizarla»

Trunks: «Gracias, señora»

Milk: «Oh, vamos, no me digas señora. Dime simplemente Milk»

Trunks: «Está bien… Milk»

Milk: «Eso es. No se preocupen, que yo me encargo.»

Dicho esto fue a buscar a Videl, quien se encontraba charlando muy animadamente con Gohan. Interrumpiéndolos, diciendo que eran cosas de mujeres, dejándolo completamente perplejo, se fue con ella hacia el automóvil donde estaba Bulma con la intención de ayudarla.

Bulma: «Ay, Milk, estoy desesperada, no puede ser que Vegeta haya estado jugando cuando aceptó casarse conmigo»

Milk: «Vamos, Bulma, no te deprimas así. Tal vez Vegeta esté aclarando sus ideas»

Bulma: «No sé a qué te refieres» (dijo ella entre sollozos ahogados)

Milk: «Bueno, me refiero a que… tú sabes cómo es Vegeta y su forma de pensar, así que creo que debe estar meditando muy bien lo que va a hacer»

Bulma: «No le encuentro el por qué, ya que todo este tiempo hemos estado viviendo juntos y…» (Fue interrumpida por Videl)

Videl: «Tal vez sí, pero el matrimonio implica más responsabilidades, porque se compromete a estar siempre con usted, el aceptar que la ama lo suficiente como para hacerla su esposa y… bueno, usted sabe lo difícil que le resulta al señor Vegeta aceptar sus sentimientos hacia alguien»

Bulma: «Tal vez tengas razón, pero de todas formas esto me duele mucho»

Videl: «Sé cómo se siente en estos momentos, pero no se angustie, seguro que pronto llega y le dirá las razones de su retraso»

Bulma: «Eso espero»

Bulma se encontraba muy triste y deprimida. En el auto, Videl y Milk le hacían compañía y la tranquilizaban. En el interior de la Iglesia las cosas empeoraban y Gokú estaba cansado de mantener a todos tranquilos, pero afortunadamente, al cabo de unos instantes, Gokú sintió el Kí de Vegeta acercándose. De inmediato Gokú salió de la Iglesia para esperarlo y preguntarle qué le había sucedido. Justamente cuando Gokú logró salir de la Iglesia, Vegeta descendía justo frente a él.

Gokú: «Hasta que por fin te apareces, Vegeta. Bulma está muy deprimida por esto. Por cierto, ¿dónde estabas? y ¿qué estabas haciendo?»

Gokú notó la cara de Vegeta, quien realmente no quería hablar con él. Sólo se limitó a decirle:

Vegeta: «Hablaré con Bulma»

Gokú le dejó tranquilo y entró en la Iglesia diciéndole al párroco que el novio había llegado y que las cosas se arreglarían, además de responder a las preguntas que todos los presentes le hacían. Mientras tanto, Vegeta se dirigía al auto donde estaba una muy dolida Bulma, para hablar con ella. Milk, al notar esto, le hizo señas a Videl para que salieran del auto, puesto que ellos necesitaban estar solos, lo que la Sra. Brief también pensó y dirigiéndose a Bulma, las tres salieron del auto.

Milk: «Bueno, Bulma, te dejamos sola para que puedas hablar con toda libertad con Vegeta»

Bulma: «Muchas gracias por su ayuda, amigas»

Videl: «No se preocupe»

Sra. Brief: «Hija, cualquier cosa, estamos afuera»

Bulma: «Sí, mamá, gracias»

Vegeta tocó la puerta de la aero-limosina y entró.

Bulma: «Hasta que al fin te apareces. ¿Serías tan amable de decirme dónde demonios estabas y qué rayos estabas haciendo?»

Vegeta: «Verás, mujer…» (fue interrumpido por Bulma)

Bulma: «¿Cuántas veces voy a repetirte que mi nombre es Bulma, no ‘Mujer’?»

Vegeta: «Está bien, Bulma, como te decía, estaba en las montañas a las que te llevé por primera vez y estaba pensando»

Bulma: «¿Pensando en qué, ah?, si se puede saber»

Vegeta: «Por favor, ya no me interrumpas, que esto es muy difícil para mí»

Las cosas son graves, pensó Bulma, él nunca había pedido permiso para nada y en su voz se apreciaba cierto tono de melancolía, por lo que Bulma decidió no volverle a interrumpir para dejarlo hablar libremente.

Vegeta: «Estaba pensando en esto que voy a hacer. Para mí es muy difícil porque mi padre siempre me dijo que el mostrar sentimientos me haría débil conmigo mismo y con los demás, especialmente con mis adversarios. Tú muy bien sabes que mi mayor reto es ser mejor que Kakarotto, por lo que no puedo darme el lujo de ser más débil, al contrario, debo ser fuerte y superarle. Me puse a pensar detenidamente sobre cuando Kakarotto se transformó por primera vez en el legendario Super Saiyajín y derrotó a Freezer. Después de ver esto comencé a entrenar muy duro para lograr transformarme en Super Saiyajín y derrotarle, pero siempre él está un paso adelante de mí. Me pasé muchas noches sin dormir pensando en por qué un Guerrero de Clase Baja puede ser más poderoso que yo, el Príncipe de los Saiyajín, hasta que por fin hoy encontré la respuesta»

Bulma, quien había escuchado atentamente su relato, estaba muy conmocionada, puesto que él, el arrogante y orgulloso Vegeta, le hablaba por vez primera con el corazón y se imaginó todo el sufrimiento que éste tuvo que pasar en silencio a causa de esta realidad. Después de un momento, Vegeta siguió.

Vegeta: «Hoy, antes de venir hacia acá, estuve pensando por qué Kakarotto siempre es más fuerte que yo. Al fin di con la respuesta: simplemente yo estaba equivocado. Recordé lo que llevó a Kakarotto a convertirse en un Saiyajín, el motivo fue la muerte de Krílin en manos de Freezer. Kakarotto, al ver muerto a su mejor amigo, expulsó toda su rabia, adquiriendo más poder. Entonces no es malo tener sentimientos como el amor, ya que ellos te dan algo por qué luchar y vivir. Cuando Majimboo te mató a ti y a Trunks, sentí la necesidad de vengar su muerte, ¿por qué?, por la simple y sencilla razón de que los amo más que a mi vida y son mi razón para vivir»

Al oír esta confesión, Bulma no hizo nada más que tratar de contener las lágrimas que se asomaban en su rostro. Vegeta, al notarlo, pasó su mano suavemente sobre sus mejillas secando sus lágrimas. Al cabo de un momento continuó con lo que decía.

Vegeta: «No sabes cuánto lamento el haberme dado cuenta tan tarde de la verdad, sobre todo porque les hice mucho daño a ti y a Trunks con mi indiferencia… Sólo espero remediar eso algún día y comprendo que ahora tus sentimientos hacia mí hayan cambiado, yo sólo quiero que sepas que siempre te amé como nunca pude imaginarlo y que…» (Vegeta fue interrumpido por Bulma, de nuevo, colocando su dedo índice sobre sus labios)

Bulma: «No digas que mi amor hacia ti ha cambiado, yo siempre supe que tú de algún modo me amabas, y ahora que me has abierto tu corazón te amo más que nunca y deseo más que antes casarme contigo. Yo sé que llevamos bastante tiempo viviendo juntos, pero pienso que ya es hora de formalizar nuestra relación y así poder querernos con total libertad»

Mientras Bulma decía esto, retiró su dedo índice que mantenía en los labios de vegeta para callarlo, y tomando su rostro entre sus manos le besó de la forma más tierna y dulce que puedan imaginar.

Afortunadamente, las cosas se habían arreglado y ahora todo estaba dispuesto para comenzar, al fin, la ceremonia. Vegeta estaba en el altar esperando a Bulma, quien sería entregada por su padre. Después de unos pocos minutos de espera, que en realidad fueron pocos comparados con los otros minutos en que Vegeta no llegaba, Bulma hizo su entrada en la Iglesia. ¡Qué hermosa!, pensó Vegeta, sin duda él ya la había visto, cuando habló con ella en el auto, pero por aquel mismo hecho no pudo apreciarla bien.

Ciertamente Bulma estaba bellísima e irradiaba una felicidad increíble. (¿O acaso Uds. creen que casarse con el Príncipe de los Saiyajín es algo muy simple?, pues no, el tipo es testarudo como no tienen idea). El vestido de ella era realmente precioso, tenía un cuello alto con el borde de encaje, la parte que cubre desde el cuello hasta un poco más abajo de las caderas era ajustado al cuerpo y la falda era bastante amplia, tenía las mangas amplias en la parte de los hombros que, a medida que bajaban, se iba ajustando más a los brazos hasta las muñecas. Bulma tenía un maquillaje tan ligero que casi ni se notaba y su cabello caía libremente albergando en la parte superior de su cabeza una corona de blancas florecillas que eran el soporte del velo.

Bulma llegó hasta el altar de la mano de su padre, el Dr. Brief, y puesta en manos de Vegeta por él mismo. La ceremonia dio inicio unos breves instantes y todo marchaba bien hasta que…

Párroco: «Vegeta, tome este anillo y colóquelo en el dedo anular izquierdo de la novia repitiendo esto que le voy a decir…»

Vegeta: «¿Qué? ¿Que quiere que yo haga qué? Además, ¿de cuándo acá usted me tutea?»

Esta reacción era de esperarse. Claro, siempre y cuando Vegeta fuese el novio. Ahora, toda la Iglesia que antes estaba tranquila y calmada, estaba asombrada y un tanto asustada con semejante respuesta. Bulma, quien miraba al frente, volteó a ver a Vegeta con un gesto de enfado, pero luego lo cambió por uno de «por favor, no reniegues, sólo hazlo». Vegeta asintió en silencio y se dispuso a hacer lo que el párroco le había dicho momentos antes.

Vegeta: «Disculpe… yo no estoy acostumbrado a estas cosas»

Párroco: «Sí, ya veo. No se preocupe por eso, prosigamos»

Vegeta: «¿Eso es todo lo que tengo que hacer?»

Párroco: «Sí»

Vegeta: «Está bien, lo haré»

Entonces, Vegeta tomó el la mano izquierda de Bulma y luego el Anillo, el cual colocaba mientras repetía las palabras del párroco:

Vegeta: «Yo, Vegeta, te entrego este anillo a ti, Bulma, como símbolo de mi amor y fidelidad y de estar contigo en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte nos separe» («Vaya, lo hice. Si mi padre viera esto diría que soy un débil y se burlaría de mí, pero no importa, al diablo, total, no está aquí, así que no puede decirme nada» Pensó Vegeta orgulloso, más aún, de sí mismo).

Después fue el turno de Bulma, quien lo hizo sin ninguna dificultad aparente, aunque estaba un poco nerviosa por la reacción anterior del Saiya.

Bulma: «Yo, Bulma, te entrego este anillo a ti, Vegeta, como símbolo de mi amor y fidelidad y de estar contigo en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte nos separe» («Uff, vaya, no pasó nada» Pensó Bulma un poco aliviada)

Después de esto, en unos instantes, el párroco dijo: «Ahora puede besar a la novia». Vegeta estaba muy incomodo puesto que no le era relativamente fácil hacer demostraciones de cariño en público, y menos de este tipo. Le dirigió una mirada a Bulma y luego decidió imaginar que no había nadie más allí, la tomó entre sus brazos y la besó muy dulcemente, a lo que los invitados respondieron aplaudiendo muy entusiasmados, pero no faltaron personas, mejor dicho, mujeres, que conmovidas lloraron un poco. El beso terminó y los ahora esposos bajaron del altar y recibían las felicitaciones de todos, Bulma alegremente, y Vegeta con un poco de dificultad, ya que le era bastante difícil ser sociable. Después llegaron a la salida de la Iglesia y fueron rociados con arroz, símbolo de prosperidad, cosa que a Vegeta no le agradó mucho que digamos, pero bueno, en fin, todos se fueron en sus respectivos autos hacia la Capsule Corp. para la gran recepción que allí tenía lugar.

Mientras tanto, en el auto de los recién casados:

Bulma: «Muchas gracias por hacerme tan feliz, Vegeta»

Vegeta: «Ya, mujer, no hagas que me arrepienta de lo que hice»

Bulma: «Vegeta, tú nunca cambiarás, ¿verdad? Siempre seguirás siendo el mismo tonto cabeza hueca de siempre»

Vegeta: «Ya cálmate, ¿sí? Trataré de ser lo mejor posible»

Ya todos estaban en la fiesta, Goten hablaba con Trunks de chicas, el colegio (que, ciertamente, no era de su total agrado), descansando un rato para beber algo. Videl y Gohan charlaban animadamente sobre todo de lo que había sucedido en los últimos meses.

Gokú no se apartaba de la mesa de las comidas, siendo a menudo regañado por su esposa Milk. Yamcha, el maestro Roshi, C-18, Marron, la Tortuga, Púar y Oolong estaban en una mesa conversando de lo que se les venía a la mente en ese momento.

En general la fiesta iba bastante bien hasta que Gokú vio a Vegeta apartado de todos con una cara de fastidio irremediable, por lo que decidió acercase y hablar un poco con él.

Gokú: «Dime, Vegeta, qué se siente ser un hombre casado»

C-18, que se había levantado de la mesa y andaba por ahí, decidió intervenir también.

C-18: «Es cierto. ¿Qué siente el Gran Príncipe de los Saiyajín en estos momentos?» (Dijo un poco sarcástica)

Vegeta, quien ya estaba lo suficientemente fastidiado, ahora estaba enojado.

Vegeta: «Y eso a ti qué te importa, montón de chatarra inútil»

C-18: «La verdad, nada. Pero me asombra que se te haya derretido el corazón de tal manera para casarte. ¿No que eras el frío Príncipe Saiyajín?» (Dijo tratando de contener la risa)

Vegeta, ya no podía contener su ira.

Vegeta: «Mira, reconstrucción barata, más te vale que te retractes de tus palabras ahora mismo si es que quieres criar a tu hija»

C-18: «Así que amenazando. Pues no te lo recomiendo, ¿o acaso quieres que esta linda fiesta se acabe y tu esposa se enfade?»

Vegeta: «Arrrrrg, esto es definitivamente el colmo, no tengo por qué soportar tus necedades, androide defectuoso»

Todo el mundo se había enterado de la discusión y cuando las cosas iban a pasar a mayores…

Gokú: «Ya, Vegeta, tranquilízate»

Vegeta: «¡Déjame en paz, Kakarotto! No puedo dejar que esta basura siga humillándome»

C-18: «Así que soy basura, ¿eh? Pues te recuerdo que esta basura, como me llamas, te derrotó fácilmente sin que pudieras hacerme siquiera un rasguño»

Vegeta: «¡Urusai!… Energy Dan»

Vegeta atacó a C-18 con un Energy Dan, pero su esfera de energía fue desviada por Gokú con un simple giro de muñeca.

Krílin se acercó hacia donde estaban ellos para detener a su esposa, y Bulma estaba muy enojada.

Krílin: «Ya basta, amor, ven conmigo»

C-18: «Está bien, Krílin, no voy a seguir perdiendo my tiempo»

Vegeta: «Así que te tiene dominada, procesador 286»

C-18: «Ya cállate»

Vegeta se disponía a seguir, cuando…

Bulma: «¡Vegeta, ya basta! Esto es una fiesta, no un Ring de Boxeo y creo que me prometiste que tratarías de portarte bien, aunque veo que es imposible»

Vegeta: «Ya, Bulma, estoy tratando, pero ella comenzó»

Bulma: «Bueno, dejémoslo así, ¿te parece?»

Vegeta: «De acuerdo»

Así siguió la fiesta hasta que se terminó, aunque claro, Vegeta trató de dominar su carácter cuanto pudo. De la comida no quedaron sobras ni para un gato, Uds. se imaginarán lo que comen cinco Saiyajins, afortunadamente nadie quedó falto. La única que no comió muy bien que digamos fue Bulma, quien estaba de anfitriona atendiendo a toda la gente y dirigiendo a todos el personal contratado para ese día. Al fin todos se habían ido ya, dejando un gran desorden que, afortunadamente, sería limpiado por los robots domésticos que Bulma había creado justamente para estos casos. Trunks yacía dormido y Bulma estaba en su habitación quitándose el velo, los zarcillos, etc. Vegeta se había perdido momentos después de concluida la fiesta y Bulma no sabía dónde estaba, pero pronto en el corredor se oían pasos, Vegeta ya había llegado y se dirigía hacia su habitación con Bulma. Cuando llegó, la encontró cepillando su lacio cabello morado, igual al de su hijo. Ella estaba todavía vestida, sintió que la observaban y volteó para ver quién era.

Bulma: «Ah, eres tú, Vegeta. ¿Dónde habías estado?»

Vegeta: «…»

Vegeta sólo se acercó hasta donde estaba ella sentada, frente a la peinadora, la tomó entre sus brazos y la besó dulce y apasionadamente hasta llegar a la cama. Luego la depositó en ella e hicieron el amor de una forma diferente, esta vez pura e intensa, puesto que Vegeta ya había despertado sus sentimientos y los había dejado escapar. Este contacto no fue expresamente físico, sino más bien sentimental y espiritual. Vegeta había conseguido darle paz a su alma después de tanto tiempo y había puesto en orden su vida, después de todo, no era algo malo tener sentimientos.

Así comenzaba la nueva vida matrimonial de Vegeta y Bulma; y de igual forma, termina mi relato.