El autoespejo

por Andrés Pérez


Antes que nada, quisiera explicar que esta historia es un tanto… cómo decirlo… profunda. Yo conozco a este amigo que, al igual que yo, escribe muchas cosas (poesías, historias, etc…) y entre ésas está una llamada «El autoespejo». Cuando la leí, realmente me quedé impresioando, ya que a la corta edad en que mi amigo y yo escribimos nunca había leído cosa más profunda y excelente que lo que él hizo. Realmente me gustó bastante, y cuando la leía por segunda vez pensé: Vegeta… y bien, por eso escribí este pequeño relato. Espero que sea de su agrado, y si alguna vez desean conocer la historia real, solo escríbanme, y yo veré si se las puedo mostrar (todo depende de mi amigo).


Caminaba tranquilo y solo por un oscuro y largo trecho. La fría neblina opacaba la tenue luz de la luna, aunque la luz no era lo que más se apreciaba en esos parajes. Iba solo, nadie me acompañaba y, francamente, ya era costumbre mi soledad. Escuchaba el resoplar del viento en la hojas de los árboles que, a pesar de estar humedecidas por la neblina, resonaban secas por falta de la lluvia que no se daba por esas fechas.

Como ya dije, iba solo. No se veía ni un alma en todos los alrededores. Y es que la soledad ya era parte de mi vida desde que comencé a meditar sobre mi situación. Había perdido a mucha gente, mucho tiempo… muchos recuerdos, todo por culpa de mi meditación constante, por culpa del cavilar de mis preocupaciones y mi problema… ese maldito problema al cual no podía encontrarle solución, y que empeoraba con cada pensamiento que provenía de mi cerebro.

De pronto, entre los cavilares de mi mente, apareció la mujer que amo… esa mujer de cabellos púrpuras y cortos, lisos como finos hilos entrelazados unos con otros. Esa mujer causante del constante meditar de mis neuronas… Ahh, cómo la extraño, pero… no… ¿por qué?… ¿por qué?…

Y es que no encontraba respuesta a mi pesar, no podía encontrar la manera de resolverlo… hasta ese día…

Recorría el pequeño camino del parque de aquella metrópolis, cuando de pronto un banco, iluminado por una luz que podría decirse provenía de los cielos, llamó mi atención. Dicho banco era lo único que estaba iluminado en todo ese paisaje de oscuras sombras, y éste no estaba solo. Una anciana de avanzada edad estaba sentado en él, tejiendo una prenda que aparentemente era de algodón. Y levantando su mirada me sonrió, y casi al mismo instante empezó a entablar una conversación conmigo como si me conociese de toda la vida:

–¿Qué te aqueja, hijo mío?

–Todos me han abandonado.

–¿Y por qué crees esto?

–Porque el meditar de mis problemas, y la falta de cerebro en mis acciones, han creado un inmenso abismo entre los seres que quiero… a quienes jamás se los he demostrado, y yo. Pero por más que trato de encontrarle solución, no puedo; por más que me parto la mente pensando qué es lo que yo podría hacer para que todo esto llegara a un final… no puedo.

–El meditar no es siempre la única solución –me dijo a la vez que dejaba a un lado su prenda recién tejida.

–¿Y entonces?

–Cuando tengas un problema, internaliza, e interpreta el porqué de las razones del mismo… Ésta es la única manera de ganar en esta carrera de la vida.

–Eso no me ha servido de nada… sólo meditar me ha ayudado.

–Si así lo crees, sólo mira a tu alrededor y dime en qué te ha ayudado tu cavilar sin parar.

Acepté su condición y giré mi cabeza para dar un vistazo a mis alrededores. No había ni un alma, nada… sólo las oscuras calles iluminadas por la gran luz proveniente del cielo, la cual sólo nos iluminaba directamente a mí, y a la anciana… y al dichoso banco donde ella se hallaba…

Y ante el increíble silencio que se había formado, la anciana lo cortó, diciendo:

–Y es que además de estar hablando conmigo, ¿con quién crees que deberías de hablar en estos momentos?

–Con ella… esa persona, pero… ¿cómo?… ¿por qué?

–Lo que es tuyo siempre será tuyo… y regresará a ti cuando sea necesario.

No tenía palabras ante lo que la anciana dijo… y a pesar de haberlo dicho todo con una simple frase, la gran sabiduría volvió a salir de su boca:

–Sólo internaliza, y ve bien lo que das. Si das cariño, cariño recibirás… si das rabia, un duro golpe es lo que te será dado.

Y ante sus sabias palabras, la luz se intensificó y el viento comenzó a resoplar fuertemente, a lo que sólo pude cubrir mi rostro para evitar que el polvo y la luz dañaran mis ojos de alguna u otra manera.

Ya cuando los abrí de nuevo, la anciana se había ido, y tratando de buscar la prenda que posiblemente pudo haber dejado, noté que en las corroídas tablas del susodicho banco se hallaba una hoja de papel pulida, la cual inspeccioné con atención.

Me asomé a la parte pulida, y pude ver mi reflejo que sonreía tiernamente hacia mí. Desde ese momento, nada sería igual.

Aioss


Eran las cinco de la tarde, hora en que los entrenamientos de Goten y Trunks se paraban instantáneamente y ambos se dirigían al salón de la Corporación Cápsula a ver la televisión. Esto respondía a su rutina diaria de ver su programa preferido, es decir, Slam Dunk, y no había nadie que se interpusiera entre ellos y su anime favorito.

Para Vegeta era totalmente incomprensible cómo los Saiyas preferían estar perdiendo el tiempo viendo unos tontos monos en vez de estar incrementando su poder de pelea. Fue por esta razón que decidió averiguar de qué trataba esa estupidez de la cual siempre transmitían los mocosos, es decir, «Hanamichi Sakuragi».

Para Bulma era completamente aceptable el gusto de los niños por aquella serie; le resultaba muy graciosa y el protagonista siempre le recordaba a alguien, pero no sabía a quién, era por ello que también dejaba todo a un lado a la hora de encender la TV. Además, compartía completamente el buen gusto de Haruko, o sea, Kaede Rukawa era un chico muy atractivo ¿¿y por qué no iba poder estar enamorada de un dibujo animado??

Habían llegado justo justo, la canción de apertura recién comenzaba: ……

Tanto Bulma como los niños la cantaban y la disfrutaban mucho, pero Vegeta sentía una gran vergüenza ajena, y se sonrojaba al ver a su mujer comportarse a la misma altura que ellos.

En el capítulo de ese día, Shohoku se enfrentaba a Kainan (para variar). Curiosamente, mejor dicho extrañamente, aún no era expulsado del juego Hanamichi, y lo que es más raro aún, le tiró el balón a Rukawa, quien hizo una canasta de tres puntos sacando de sus hinchas (incluyendo a Bulma): «¡¡RUKAWA, RUKAWA, ERES EL MEJOR!!».

Vegeta se tapó la cara con una mano al escuchar a su mujer. Tanta ridiculez le parecía patética, así que decidió retirarse del lugar, pero justo en ese momento hizo su aparición Sakuragi, quien, quitando el balón a los adversarios, se dirigió a toda velocidad a anotar… «esto se está poniendo interesante, ese pelirrojo se nota que sabe jugar baloncesto…»

Hanamichi corrió y corrió y una clavada anotó, tomó el balón y se detuvo a escuchar los vítores de los concurrentes al momento que manifestaba: «De ahora en adelante, ya no me llamen Talentoso Sakuragi, ahora diganme Super Hombre Sakuragi».

El salón de la Corporación se inundó de risas, menos de la de Vegeta, quien dijo en voz alta: «ese chico tiene estilo». Justo en ese momento, el Gorila le da un fuerte coscorrón al pobre colorín… «Aunque carece de poder de pelea», concluyó el saiya, abandonando la habitación. Bulma se paró en el acto; mirando a Vegeta y a Hanamichi alternativamente, pudo por fin darse cuenta a quién le recordaba aquel protagonista: ¡¡A SU QUERIDO VEGETA!! ¡¡ERAN IGUALITOS!!

Pronto terminó el capítulo y la vida en la Corporación volvió a seguir su curso normal.


Eran las cinco de la tarde del día siguiente. Todos en la Corporación se detuvieron y se dirigieron al salón, excepto Vegeta. Él ya había satisfacido su curiosidad y no quería volver a pasar por eso.

Los minutos pasaban y el anime por todos esperados no comenzaba… 5:04… 5:07… 5:10 hrs. Ya todos se encontraban histéricos. ¿¿Qué estaba pasando que aún no comenzaba Slam Dunk??

De pronto, cuatro seres deformes hicieron su aparición en la TV. «Hooaaa», saludaron.

En la sala, los tres presentes quedaron boquiabiertos. ¿¿Qué era esto??… Eran cuatro monigotes regordetes; uno era verde llamado Dipsy, el otro era rojo llamado Poo, el tercero era amarillo y se llamaba Laa Laa y el último, el peor de todos, era un afeminado morado llamado Tinky Winky y que tenía como juguete preferido una… ¡¡¡¡CARTERA!!!!

«Mamá, ¿no te habrás equivocado de canal?», preguntó preocupadamente Trunks. «No, hijo, claro que no», respondió ella en el mismo tono de voz.

Esto fue lo peor que les había pasado en el último tiempo después del enfrentamiento contra Majin Boo: ¡¡¡HABÍAN SACADO SLAM DUNK DE LA PROGRAMACIÓN!!!… Era tan cruel como una pesadilla, ¿¿ahora qué harían todos los días a las cinco??… Continuaron viendo el nuevo programa, tal vez las cosas no eran tan malas después de todo.

Un sol con cara de bebe ario que en cierta forma marcaba la hora, un paisaje totalmente verde con flores y conejos por doquier, un cielo fantásticamente azul, cuatro monos degenereques jugando como estúpidos… todo parecía un perfecto mundo de Bilz y Pap… No, esto estaba mal, muy mal.

Y así pasó casi media hora… ¡¡Y MÁS ENCIMA LARGA LA ESTUPIDEZ!!… Hasta que una voz empezó a decir «Hora de la Tubidespedida, hora de la Tubidespedida». Comenzando una música ridícula, los monigotes se pusieron detrás de unos cerros y se despidieron. Por fin el calvario había terminado… ¡¡PERO NO, LOS CUATRO MONOS REAPARECIERON!! ¡¡Y SE HACEN LOS CHISTOSOS LOS DESGRACIADOS!! Y se volvieron a despedir los muy retardados… «Adiós Laa Laa: aioss. Adiós Poo: aioss. Adiós Dipsy: aioss. Adiós Tinky Winky: aioss».

¿¿Cómo era posible que existieran programas tan tontos?? Y más aún, ¿¿cómo era posible que sacaran Slam Dunk para colocar los Teletubbies??

En el salón había un silencio sepulcral, todos tenían la mirada perdida en la TV, Bulma quería llorar… ¡¡YA NO VOLVERÍA A VER A SU AMADO RUKAWA!!… Goten comenzó a pegarse en la cabeza como tratando de despertar de un mal sueño y Trunks se puso a caminar por toda la sala, tratando de encontrar una respuesta a tan inmisericorde acontecimiento.

Las horas pasaron y los ánimos en el salón no cambiaron para nada.

Ya era la hora de la cena y Vegeta hizo su aparición. «Tengo hambre, mujer»… «¡¡HOY NO ESTOY PARA TUS ESTUPIDECES; SI TIENES HAMBRE, VE A COCINAR!!», respondió tajantemente la mujer. Él comprendió que algo muy grave debió de haber ocurrido para que lo tratara así; ella era pesadilla, pero nunca tanto… «¿¿Qué demonios pasó aquí??… ¿¿Por qué traen esas caras??… Goten, ya deberías de haberte ido a tu casa».

«¡Auch! Tiene razón, señor Vegeta. Me voy ahora mismo… Amigo, ¿¿qué vamos a hacer ahora??…»

«¡¡¡Alguien me puede explicar qué es lo que pasa!!!», volvió a inquirir Vegeta.

«Goten, no te preocupes, ya pensaremos en algo», le dijo Trunks a su amigo, quien rápidamente se fue a su hogar.

«¡¡¿¿Acaso estoy pintado que no me toman en cuenta??!!». Ya comenzaba a impacientarse el saiya…

«Sacaron Slam Dunk». Ésa era la respuesta que quería, clara y concisa.

«¡¡¿¿Y ustedes piensan que voy a morirme de hambre por unos estúpidos monos??!!… Ni lo sueñen, andando».

Vegeta tomo a su mujer y a Trunks de un brazo y los jaló al jardín, donde volando se fueron al centro comercial a comer unas pizzas… Mejor dicho, varias pizzas.

Cuando regresaban a casa, el pequeño pudo observar en una tienda aquellos desagradables monos y esto fue lo que lo hizo reaccionar. ¡¡NUNCA HABÍAN PUESTO A LA VENTA ALGO DE SLAM DUNK Y APENAS CON UN DÍA DE TELETUBBIES EL MERCADO YA ESTABA SATURADO!!…

Ni Bulma ni Trunks pudieron dormir esa noche. Ella había optado por utilizar sus fuertes influencias en la televisiva y Trunks, bastante más drástico, había decidido irse de viaje de trabajo a Teletubbilandia.

A la mañana siguiente, Goten pasó a buscar a su amigo para irse juntos al colegio.

–Goten, mira lo que traje –dijo Trunks, sacando algo de su bolsillo.

–¡¡El radar del dragón!!

–Sí. Hoy no iremos a clases. Nos vamos de viaje, amigo.

–Pero Trunks, ya hemos hecho muchas veces la cimarra este mes.

–No seas cobarde, además, ¿¿prefieres seguir viendo a los Teletubbies??

–…no, amigo, tienes razón. ¡En marcha!

Después de reunir las esferas, volvieron a la Corporación. Ya venía siendo la hora del almuerzo y hambre no les gustaba pasar.

Cuando se retiraban a invocar por fin a Shen Long, Vegeta detuvo a su hijo. «¡¡¡Trunks, desde que Tapión te regaló su espada, nunca la has usado, ¿¿cuándo piensas entrenar con ella??!!!…»

Una sonrisa maliciosa asomó en la cara de su hijo. Ahora iba a ser una buena ocasión para utilizarla y no la iba a dejar pasar. «Tienes razón, papito, eres tan inteligente». «Sí, hijo, ya lo sé». Bulma, que estaba recogiendo la mesa, no pudo callar su comentario: «Ya le salió lo Sakuragi…»

Antes que comenzara a arder Troya, los niños se escabulleron ágilmente y, ya bien apartados de la ciudad:

–Aparece, Shen Long, y cumple nuestro deseo… –El cielo se oscureció y de las esferas reunidas emergió el dragón.

–A ustedes que me han invocado les concederé dos deseos.

–Solo queremos que nos concedas uno, después puedes retirarte… Queremos que nos lleves a Teletubbilandia durante el tiempo que dure el programa de hoy.

–Pero eso es muy sencillo… Deseo concedido –y Shen Long desapareció.

Los niños no notaron ningún cambio en especial y la tarde transcurrió sin la más mínima novedad.

Eran las cinco de la tarde y los niños se encontraban frente al televisor. En el momento que comenzó la abominable canción, los niños sintieron cómo algo los atraía desde la tv y, sin entender las razones, su deseo había empezado a realizarse…

Esto era aún más apestoso en vivo y en directo, pero debían soportarlo si querían cumplir su objetivo. De pronto, sin necesidad de buscarlos, aparecieron los cuatro idiotas corriendo a la siga de un balón. «Yo liquido al rojo». «Yo al verde»…

Trunks pescó de los pies a Poo y le empezó a dar vueltas en el aire. Cuando se aburrió de escuchar sus gritos, azotó su cabeza contra el suelo, la cual sonó como un huevo quebrándose. Goten siguió con Dipsy y quería hacer algo tan magistral como su amigo, lo pescó de una brazo y lo comenzó a golpear contra el suelo, pero después de un rato éste se le cortó, ya no tenía gracia así que lo hizo polvo con un Energy Ha.

Aún quedaban dos mal nacidos y poco menos de diez minutos de programa; había que apurarse… El amarillo y el morado corrían desesperados por todo Teletubbilandia, gritaban despavoridos «¡¡Acoée, acoée!!», hasta que Goten pilló a Laa Laa y Trunks la liquidó con su espada de la misma forma en que su contraparte del futuro exterminó a Freezer, pero esta vez fue Goten quien dio el estoque final con un Kame Hame Ha.

El morado se alcanzó a refugiar en su casa y se escondió tras la aspiradora. Los niños ya habían llegado demasiado lejos como para dejar al peor de todos vivo.

Destrozaron la puerta y se encontraron con la cartera de Tinky Winky, Trunks la tomó y fueron tras él. Una vez que lo encontraron, Goten lo sacó a patadas de su escondite y Trunks desgarró la cartera frente a sus ojos. «LA CATEA DE TINKY WINKY NOO» jajajajjaja, a Trunks le brillaban los genes paternos y disfrutó mucho el momento, en cambio, Goten se empezó a sentir un poco incómodo… «Ya, amigo. Acabemos con esto pronto», pero Trunks quería un poco más de diversión y lo empezó a golpear reiteradamente mientras le repetía «¡¡¡HAZTE HOMBRE, DEGENERADO!!!». El otro niño también quiso ser parte de esta acción, así que lo comenzaron a empujar uno a otro hasta que la monotonía los aburrió y ya venía siendo hora de liquidar al monigote. Ambos querían hacerlo, por ello lo echaron al piedra, papel o tijera, pero perdió Trunks así que se le ocurrió que mejor se fusionaran. ¡¡FUSIÓN!!, pero fue tan fuerte la explosión de energía que derrumbó la casa sobre ellos. Aunque evidentemente a Gotenks no le ocurrió nada, no pudieron volver a sentir el Ki de Tinky Winky, así que supusieron su fin, quejándose por lo fome que esto había resultado.

Ya había transcurrido el tiempo de su estancia en Teletubbilandia y, sin saber cómo, se encontraron durmiendo en el sofá del salón de la Corporación. ¡¡¡¡TODO PARECÍA HABER SIDO UN MALDITO SUEÑO!!!! Mañana a las cinco iban a tener que soportar a los degenereques nuevamente…


A la mañana siguiente, mientras todos tomaban el desayuno, Bulma leía el periódico. «Trunks, escucha esto: ayer fueron censurados los Teletubbies por exceso de violencia, ya que ésta lo hacía no apto para menores de 18 años… Eso quiere decir… ¡¡¡Slam Dunk!!!»

Con esto, el pequeño saiya pudo darse cuenta que lo que había vivido el día anterior junto a su amigo no era un sueño, ¡¡ERA LA PURA Y SANTA VERDAD!!

Como era día sábado, Goten pasó toda la tarde en la Corporación (qué raro). «¡¡Amigo, ¿¿supiste la buena noticia??… Lo logramos, sacaron esa fomería!!».

«Sí, mamá me lo contó esta mañana».

Ya eran las cinco de la tarde y todos estaban en el salón esperando el tan ansiado anime, justo antes de saber si es que lo iban a dar o no, Goten decidió hacerle un comentario a su amigo:

–¿Sabes, Trunks? Anoche estaba pensando en ti y en los Teletubbies.

–¿Ah, sí?… ¿¿Te diste cuenta en lo grandioso que me comporté ayer??

–No, amigo, claro que no. Lo que pasa es que tú y Tinky Winky se parecen mucho…

–¿¿Uh?? ¿A qué te refieres?

Goten sabía bien que su comentario iba a ser mal recibido, así que estaba listo para arrancar apenas lo terminara de decir… De hecho, estaba de pie comenzando a caminar hacia la puerta de salida mientras Trunks lo seguía de brazos cruzados con un rostro muy serio.

–La casa de los degenereques tiene la misma forma que la tuya, los jardines eran verdes y con muchos animales, igual que aquí; Tinky Winky es morado y tu pelo también lo es y, más encima, la cartera de él es muy parecida al bolso que tú usas para el colegio…

Apenas terminó, salió corriendo, dejando a Trunks sin palabras. ¡¡¿¿LE HABÍAN DICHO QUE SE PARECÍA AL MONO DEGENERADO??!!… Se dirigió a su habitación a toda velocidad y salió raudamente empuñando su espada ¡¡¡¡TE VOY A MATAR, GOTEN!!!!

En mitad del pasillo casi chocó con su padre, quien le quedó mirando mientras él seguía en busca de quien lo había ofendido. «Nunca pensé que se tomara tan en serio eso de la espada que le dije ayer».

Ofensor y ofendido, volando, debieron haber dado la vuelta al mundo un par de veces hasta que el hambre los venció y, haciendo una tregua, volvieron a casa de Trunks.

Ya era bastante tarde y Goten debía irse a su hogar, se despidió de Bulma y Vegeta en su forma acostumbrada, pero cuando llegó el turno de su amigo, le susurró al oído: «Aioss, Tinky Winky», y de nuevo salió arrancando de la Corporación.


La primera vez

por SUSY y Raquel Vásquez


En el bar de la esquina ya caía la tarde. Había pocos clientes, uno de ellos era un joven de unos dieciséis años, guapo, de largos cabellos. Se acercó a la barra y pidió primero una copa, luego otra y otra. A su lado flotaba en el aire un extraño gato a quien el muchacho llamaba Puar. En la pálida luz del atardecer, la mirada de desaliento del citado joven combinaba perfectamente con el aspecto de fracaso de los parroquianos y el tango triste y melancólico que sonaba en el aire: «Adiós, muchachos»

«Deme otra», dijo el joven al cantinero mientras pensaba en los últimos acontecimientos que había tenido que enfrentar. Había estado tan cerca de pedir su deseo a Shenlong… tanto esfuerzo siguiendo a Goku y Bulma para robarles las dichosas Esferas del Dragón y poder, así, solucionar su «problema» y, ¡sácate!, tuvo que salir ese tonto cochinito al que ellos llamaban Ulong a pedir unos ridículos ¡pantaloncillos cortos!

«¿Puedes creerlo, Puar? Casi morimos cuando ese extraño niño se transformó en ese… mono gigante en la fortaleza de Pilaf y todo fue en vano…», comentó el muchacho, entristecido y mirando el fondo de su vaso vacío. Ante el comentario, el gato sólo pudo observarlo con pena. El joven miró, entonces, nuevamente al cantinero que parecía que no había escuchado su mandato, ya que seguía limpiando unos vasos que estaban sobre la barra. «¡Oye! ¡Te dije que me sirvieras más bebida!»

El hombre lo miró con seriedad, evidentemente había bebido de más, según lo indicaba su mirada vidriosa.

«No, de ninguna manera. Ya bebiste bastante», le dijo.

Pero el muchacho de un golpe lo lanzó al otro lado del bar, luego lo tomó del cuello y lo obligó a que le sirviera más y más. Entonces, con una sonrisa se sentó a disfrutar su trago.

En ese momento entraron unos hombres que, al ver al chico, gritaron «¡Es Yamcha, el bandido del desierto!». Al escuchar eso, el bar quedó rápidamente vacío, incluyendo al cantinero. Yamcha, entonces, miró a Puar, rió en voz baja, se encogió de hombros y quedó dueño del campo.

«Je, je. Nadie puede conmigo. ¿Verdad, Puar? Todos son cobardes»

«Así es, todos nos temen», recalcó Puar, orgulloso.

De repente se escuchó una voz masculina, sonora y agradable, pero firme y orgullosa: «Pues yo no. No les temo en lo más mínimo»

Yamcha y Puar miraron hacia la puerta de donde había venido la voz. Allí estaba de pie un hombre joven, de corta estatura, moreno y con un detalle en su figura: alrededor de su cintura se veía un grueso cinturón de piel.

«Es evidente que no eres de aquí, enano. De otro modo temerías al gran Yamcha, la hiena del desierto»

«Mira, niño, se ve que has tomado de más. Creo que estás bastante borracho. Conozco tu fama y no me asusta para nada. Sal de allí, voy a servirme unas copas. No quiero lastimarte», agregó acercándose al mostrador.

«Apártame si puedes, imbécil», musitó Yamcha, mientras se ponía enfrente del desconocido.

Pero para su sorpresa, el recién llegado lo apartó bruscamente, arrojándolo atrás del mostrador, utilizando sólo un dedo, mientras reía estrepitosamente.

Yamcha lo miró espantado, en verdad nadie lo había derrotado antes, y mucho menos de esa manera, sin el más mínimo esfuerzo, así que intentó atacarlo una y otra vez, pero en todas las oportunidades fue rechazado de la misma manera.

«¡Pero, pero! ¿Qué pasa? No entiendo…», balbuceó el bandido.

El desconocido, quien no había perdido su sonrisa en ningún momento, observó al joven en el suelo e, indiferente, pasó por encima de él, botella en mano, y se sentó en una de las mesas del establecimiento. Se tomó una copa y luego otra, ambas de un sorbo.

«¿Te quedarás en el suelo todo el día? ¿O acaso esperas que te ayude a levantar? –preguntó sin voltear a verlo–. Mira que no te di tan duro»

Yamcha, aún en el suelo, miraba al sujeto con asombro y enfado. Su orgullo de guerrero había sido herido, sin embargo, tenía gran curiosidad de saber de quién se trataba, así que se levantó y, acercando una silla a la mesa, se sentó al lado del desconocido. El hombre lo miró y pudo ver el desconcierto del joven reflejado en su rostro, ante lo cual no pudo más que sonreír con cierto cinismo y luego dijo: «Es natural que no puedas vencerme, no te apures por eso. Yo no soy como tú, algún día lo entenderás. Igual, mira, estoy algo aburrido. Tú y el gato me cayeron simpáticos. Quédate aquí, tomaremos unos tragos, ahora que es gratis, y tal vez podamos conseguir unas muchachas para que nos acompañen, ¿qué dices? Grrrrr, me hace falta algo de acción», terminó, frotándose las manos con entusiasmo.

«¡Mu…mu…mujeres!», tartamudeó Yamcha mientras palidecía y comenzaba a transpirar.

«Sí, mujeres, claro. Ah, me olvidaba, mi nombre es Mercurio», contestó mientras agregaba: «Oye, ¿qué problema hay con eso? No me digas que tú… que a ti… OHH, ya veo…», y Mercurio miró a Yamcha con cierto recelo, como sospechando de su masculinidad. Así que movió la cabeza con desaprobación, lo miró de arriba abajo con dureza al punto que decía: «AAAY, MARICÓN, UUHHUUMMM»

Yamcha pegó un respingo al escuchar esto. «Gggrrr, te equivocas, no soy afeminado. ¡Soy bien macho!»

«¡Bueno, hembrita, no te enojes!», se burló el otro.

«Ya te dije que no soy marica. ¿Por qué lo piensas?»

«Vamos, es obvio. ¿Acaso no le temes a las mujeres? A mí no me engañas. Oh, mira que temerle a lo más lindo del universo conocido. Yo siempre digo: una mesa repleta, unos buenos tragos y una hermosa mujer (o más de una, no me desagrada la idea), es lo mejor que puede concebirse para un macho de verdad. Como yo, claro.», explicó Mercurio, casi relamiéndose de gusto.

«Yo sería muy feliz si tuviera todo eso que dices, sólo que…»

«¿Qué pasa, Caperucita Roja?», repuso con sarcasmo Mercurio.

«No soy afeminado, las mujeres me gustan… sólo soy fóbico… Cuando veo una, tiemblo. No sé por qué…» confesó el pobre Yamcha.

Mercurio inmediatamente abrió la boca con asombro. ¡Esto sí que era algo nuevo! Y el pobre chico parecía angustiado de verdad. Pero si con ese aspecto y esa estatura sobre todo, pensaba, recordando su 1,57 m de altura, podría tener todas las mujeres que quisiera. En cambio, para él no era tan fácil… Lo mejor sería actuar con dureza. Dios le daba pan a quien no tenía dientes, sin duda.

«Hummm, mira, muchacho, te diré algo, te ayudaré»

«Muchas gracias, pero no sé cómo», dijo casi llorando el joven.

«¡Ya, déjate de mariconadas! ¡Debes enfrentar tus miedos, eso es lo primero! ¡De otro modo, terminarás convirtiéndote en un teletubbie como Tinkie Winkie, que es gay! Mira, hazme caso o ¡yo mismo te caeré a golpes porque no soporto a los gays!», concluyó, furioso, Mercurio, mientras le encajaba dos bofetadas, una de cada lado de la cara.

Ante el inesperado tratamiento terapéutico, Yamcha reaccionó algo, y tal vez para evitar una segunda dosis, se levantó de golpe, mientras musitaba: «Tienes razón, hoy mismo perderé mi virginidad»

Mercurio suspiró. «Oh, esto va a ser difícil. Aún eres virgen. Muy bien, aún es temprano, conseguiremos al menos dos chicas. Para empezar, estarán bien. No sé si te dije que soy insaciable e irresistible para las mujeres. Lávate la cara y vamos afuera. Tú sólo imítame»

Yamcha obedeció, fue al baño, se lavó la cara y arregló sus enmarañados cabellos. Pero cuando salió en compañía de su «terapeuta» parecía, más que un muchacho en busca de aventuras, un reo al que estaban conduciendo al patíbulo. Estaba pálido y temblaba de arriba a abajo, como si tuviera que enfrentar a un monstruo espantable. Mercurio lo miró de arriba a abajo, volvió a suspirar y le aconsejó que tratara de disimular y mantuviera la boca cerrada. «Verás las mujeres que conseguiremos: ¡espectaculares!», exclamó eufórico en un tono tal que hizo temer a Yamcha que su compañero se transformara en el lobo feroz.

Pero nada de eso sucedió, salvo el hecho que Mercurio no reprimía en lo más mínimo sus expresiones de entusiasmo cuando pasaba una mujer que le gustaba, al tiempo que sujetaba a su compañero por el faldón de su camisa para evitar que huyera.

«¡Oh, esa tipa, sí que está chévere!», casi gritaba a cada momento.

«¿Chévere?», repitió el joven sin entender el significado de esa expresión.

«Sí. Ya sabes, que está bien buena…», respondió Mercurio, sin prestarle mucha atención ya que estaba muy ocupado viendo a un par de chicas que pasaban, en ese momento, a su lado.

«Ah, ya entendí…», en ese instante Puar jaló a Yamcha de su camisa y muy preocupado dijo: «Yamcha, ¿crees que esto sea buena idea? Este sujeto se ve muy raro»

«No te preocupes, Puar. Además, haré cualquier cosa para superar este absurdo temor… Mira, creo que mejor vas a buscar un hotel para que podamos pasar la noche en esta ciudad. Quién sabe, tal vez ésta sea mi noche…»

«Pe…pe…pero, ¿estás seguro?», insistió su fiel amigo.

Yamcha observó a su peculiar compañero y, luego de suspirar, asintió.

«Bueno, pero cuídate mucho», culminó el gato, partiendo del lugar y dejándolos solos.

Repentinamente el bandido sintió cómo Mercurio le sujeta el rostro con su mano y lo jalaba obligándolo a ver una hermosa mujer que se encontraba haciendo una llamada desde un teléfono público. «¡Wow! ¡Mira ese mujerón que está allá! –le dijo lleno de emoción–. Por eso me encanta venir a esta ciudad, aquí siempre se ven ejemplares bellísimos, así, como a mí me gustan… con unas cinturitas y unos traseros bien paraditos»

En ese momento la mujer volteó y vio cómo Mercurio la devoraba con la mirada, ante lo cual ella sonrió seductoramente. «¡Ja! ¿Ves?, soy irresistible»

«Creo que me voy… Me siento mal…», replicó Yamcha tímidamente.

«Nada de eso, tú te quedas aquí. Mira a esas dos. Hummmm, justo como para nosotros…»

Al borde del síncope, Yamcha miró hacia donde le indicaba su amigo. En efecto, por la esquina venían caminando dos muchachas. Pero las dos medían algo más de 1,70 m., Y no eran precisamente delgadas, si bien tampoco se las podría catalogar como gordas. Miró a las mujeres y luego a su amigo. Pensó que éste se vería muy ridículo al lado de alguna de ellas, aún al lado de la más baja, pero a él no parecía importarle. Cuando pasaron por su lado, aspiraba el aire mientras gruñía: «¡¡Arrggh!! Chicas, ¡no dejen morir de amor a estos varones solitarios! ¡Vengan a tomar una copa con nosotros!»

Ellas rieron y se consultaron entre sí en voz baja: «Oye, Raquel, ¿qué hacemos? Parecen simpáticos»

«No sé, Susy. Podemos probar. A mí me gusta el de pelo largo»

«Pues el enano parece más agradable e inteligente. Lo bueno viene en frasco chico», afirmó convencida Susy.

«También el veneno, supongo. Muy bien, entremos. Y no cambies de idea, ¿eh?»

Así que las dos damas entraron al bar a sentarse en compañía de ambos galanes. Buscaron una mesa para cuatro. Apenas llegaron, Mercurio saltó y acercó la silla para que Susy pudiera sentarse.

«Oh, qué galante eres», opinó enseguida la mujer.

«Siempre lo soy con chicas hermosas como tú», respondió Mercurio.

Mientras, Raquel se quedó esperando que Yamcha mostrara la misma amabilidad, pero él, en vez de eso, buscó su silla y se sentó apresuradamente lo más lejos que le fue posible y sin siquiera mirarla. La joven, algo enfadada por su indiferencia, abrió su silla y se sentó. En ese momento, Mercurio fue a la barra a buscar unos tragos, acción que aprovechó Raquel para decirle algunas cosas al oído a su amiga.

«Oye, este muchacho será guapo pero es bien maleducado. Creo que mejor me voy», murmuró.

«¡No seas tonta! Ya estamos aquí, ¿no? Espera un poco, además, si te vas, yo tendré que irme contigo y, la verdad, no quiero hacerlo», dijo Susy mientras veía a su nuevo amigo llegar con cuatro bebidas en sus manos.

«Bien, pero si este chico no reacciona pronto, me iré»

Raquel tomó dos tragos. Uno lo dejó para sí y, tratando de hacer conversación, le dio el otro al joven. «Aquí tienes… Lo siento, ¿cómo dijiste que te llamas?», preguntó mientras le tendía el vaso.

Yamcha titubeó, trató de mirar a la joven a la cara, pero cada vez que lo intentaba sentía escalofríos que recorrían todo su cuerpo y se sonrojaba. En ese momento sintió que alguien lo observaba; era Mercurio que le lanzaba una mirada acusadora, y, ante el temor de ser nuevamente golpeado por él, alzó su mano y tomó su vaso al tiempo que balbuceaba una respuesta. «N-No… yo… lo siento… mi nombre es… Y-Yamcha…»

«Hum, Yamcha, un nombre muy lindo el tuyo», dijo ella que, aprovechando que Yamcha había sujetado el vaso, le tomó la mano y lo miró fijamente.

El bandido, al sentir el contacto de su mano en la suya, comenzó a temblar y sin poder evitarlo dejó caer el contenido de su vaso sobre la ropa de la mujer, que saltó producto de la impresión. «¡Ay, no! –exclamó molesta–. ¡Mi vestido nuevo!»

«¡Oh, no sabes cuánto lo lamento!», trató de disculparse mientras le tendía unos servilletas que se encontraban sobre la mesa, pero al hacerlo derramó también el contenido de su vaso sobre ella.

Al ver esto, Mercurio y Susy comenzaron a reír, pero al ver la cara de enfado que Raquel les lanzó, trataron de disimular…

«Creo que tu amigo es algo torpe», opinó Susy.

«Sí, pero sólo en presencia de las mujeres», respondió Mercurio.

«¿De las mujeres?… No querrás decir que él es… ya sabes… gay…»

«No, pero es tímido el muy cabeza hueca»

Es ese momento la sala, casi en penumbras, quedó sumida en la melodía de un hermoso tango: «Niebla del Riachuelo». Al escucharlo, Susy suspiró, «Qué hermoso es el tango. Me encanta»

«Y a mí, ¿Quieres bailar?», le invitó Mercurio al tiempo que le tendía su mano. Ella la tomó y ambos caminaron hasta el centro de la sala donde comenzaron a bailar muy pegados, uno junto al otro. Todos los presentes observaban, algo divertidos, a la peculiar pareja que, aunque bastante dispareja, no sentía la diferencia de estaturas, pero sí el aliento cálido del compañero que impregnaba sus rostros. En ese momento una química muy especial se desató entre ellos.

Mientras, Yamcha trataba de ayudar a Raquel, pero al hacerlo sólo lograba empeorar la situación. «Mira, mejor dejémoslo así –dijo muy enfadada ella–. Ya el vestido está arruinado, así que, ¿por qué no vas por otros tragos, eh? Repentinamente siento mucha sed»

«Sí, claro», balbuceó Yamcha que en ese momento se sentía el ser más desdichado del planeta. En serio le había gustado la chica, pero estaba seguro que su torpeza terminaría por estropearlo todo.

Caminó a la barra y buscó otras dos bebidas y al volver vio cómo la mujer, temerosa de otro accidente, lo miraba con cierto recelo ante lo cual él fue muy cuidadoso. Raquel tomó su vaso y de un sorbo acabó su bebida; las cosas no habían salido como ella esperaba, la forma en que el joven rehuía su miraba la ponía muy nerviosa. ¡Si hasta parecía que le tenía miedo!, cosa lamentable ya que le parecía muy guapo, pero, al mismo tiempo, tanta timidez en alguien como él no le parecía muy normal.

Raquel, cansada de esperar que su compañero diera el primer paso, acercó repentinamente su silla a la de él en un intento de lograr algún adelanto con Yamcha. Pero éste se sorprendió tanto con su acción que, instintivamente, trató de apartarse, pero al hacerlo, sus pies se enredaron con las patas de su asiento y el joven cayó estrepitosamente al suelo con todo y silla, quedando muy adolorido y bastante aturdido.

Al ver esto, la mujer, muy preocupada, saltó de su asiento y se arrodilló a su lado, tomó su muñeca y comprobó sus signos vitales. «¡Yamcha!, ¡Yamcha, ¿estás bien? –le preguntaba una y otra vez mientras le daba unas palmaditas en el rostro–. ¡Respóndeme!». En ese momento sintió que el pulso de Yamcha se aceleraba. Raquel volteó y al ver su rostro notó que el joven la miraba fijamente a los ojos y entonces, con una firmeza abrumadora, le dijo: «¿Sabes?, eres una mujer muy bella. Me gustaría mucho hacer el amor contigo». Luego de esto, perdió el sentido. Al escucharlo, Raquel sintió un gran asombro ya que nunca pensó que le dijera algo así.

«¿Qué le pasó a mi amigo?», preguntó Mercurio que, junto a Susy, retornaron a la mesa luego de bailar largo rato.

«¿Eh?… –la joven reaccionó al escuchar su voz–. Se cayó de su asiento, creo que mejor lo llevamos a su casa»

«Es verdad. No lo veo muy bien», dijo Susy.

«Sí, fue mucha emoción para él. El problema es que no sé dónde vive, su gato se fue y no tengo idea de qué hacer», sentenció Mercurio.

«¿Su gato? ¿Cuál gato?», quiso saber Susy.

«Es su amigo… o su mascota… La verdad, no sé… Se suponía que buscaría un hotel para ambos, o algo así…», dijo mientras se encogía de hombros. La verdad no estaba muy seguro ya que, en el momento de la discusión, estaba muy ocupado apreciando la «anatomía» de dos lindas chicas que pasaron a su lado.

«Bueno, pero algo debemos hacer con él. No podemos dejarlo tirado en el suelo, ¿no?», dijo Raquel algo preocupada.

«Creo que mejor lo llevo a mi hotel. Le pagaré una habitación para que pueda descansar. Seguro que mañana estará como nuevo», culminó Mercurio sacando unos billetes de su bolsillo y pagando la cuenta. «¿Vienes conmigo, linda?», le preguntó a Susy.

«Sí, iré», contestó ella tomándole la mano.

«Yo también voy, no voy a dejar solo al pobrecito», dijo Raquel.

Así, Mercurio tomó a Yamcha y, luego de colocarlo sobre su hombro, salieron del bar y comenzaron a caminar rumbo al hotel. Apenas llegaron, el hombre alquiló una habitación extra e inmediatamente colocó al joven sobre la cama y, luego de despedirse de la mujer, partió rumbo a la suya con Susy.

Raquel miró largo rato a Yamcha, realmente le gustaba ese chico y las palabras que le había dicho retumbaban en su cabeza una y otra vez… «¿Sabes?, eres una mujer muy bella, me gustaría mucho hacer el amor contigo…», «…hacer el amor contigo…», «…contigo». Sacudió su cabeza y tomó una resolución, ella también quería estar con él. Esperaría a que despertara y entonces lo harían. Se acercó a Yamcha y comenzó a quitarle sus prendas dejándolo sólo con su ropa interior. Luego, hizo lo mismo consigo, apagó las luces y se recostó a su lado en la cama.

Ya habían transcurrido algunas horas cuando Yamcha finalmente despertó. Abrió sus ojos y se dio cuenta que estaba en una habitación que, debido a la oscuridad de la noche, no pudo detallar. Recordó su caída, aunque era un misterio la forma en que había llegado al hotel. En fin, ya se lo preguntaría a Puar en cuanto lo viera, seguramente él se había encargado de llevarlo.

«¡Qué dolor de cabeza! –dijo en voz baja–… ¿Qué pasó?… Puar, ¿estás aquí?… No recuerdo cómo llegué al hotel… ¿Puar?», comenzó a levantarse de la cama al tiempo que se tocaba la cabeza, que le dolía mucho. En ese momento notó que estaba casi desnudo y sintió que alguien se movía del otro lado de la cama. «Puar… ¿eres tú?…», giró y vio con horror que quien compartía su cama era ¡una mujer!… ¡Y también estaba semidesnuda como él!… Pero, ¿cómo rayos había llegado ella ahí? Sería acaso que ella… que ellos… habían hecho…

No podía recordar nada, su último recuerdo era la de esa joven en el bar, pero luego… su mente estaba en blanco. Se levantó, muy asustado, arrastrando la sábana con él, acción que causó que la mujer despertara.

«Hum… –Raquel abrió sus ojos lentamente–. Ah, Yamcha, finalmente despertaste. Ven, no tengas miedo, abrázame», le dijo ella, tendiéndole los brazos y entrecerrando los ojos. Pero Yamcha permaneció en un rincón de la habitación temblando y cubiertas sus partes pudendas con la sábana.

–Es…pe…pe..pe…ra u…u…un po…po…po…co –comenzó a tartamudear el joven mientras caminaba a la puerta de la habitación. Al llegar trató de abrirla con una mano mientras, con la otra, sostenía la sábana, pero fue inútil, ya que tenía el seguro puesto.

«Vaya, ni que te fuera a comer. Como quieras, esperaremos un poco, pero luego… –terminó insinuante la muchacha–. Anda, ¿no me dijiste que querías hacerme el amor?»

«¡¿Q-que… y-yo… dije qué?!», preguntó Yamcha muy sorprendido. La verdad no recordaba que hubiese dicho tal cosa.

«Así es… –le afirmó ella mientras se acercaba al joven y comenzaba a acariciarle el pecho, pero repentinamente se puso triste–. ¿No me digas que era un juego?», culminó apartándose bruscamente de su lado.

Al ver esto, Yamcha, armándose de mucho valor, la sujetó por un brazo impidiéndole alejarse. «No, no era un juego, eres muy bella… es sólo que…», respondió bajando su rostro con pena. En ese momento dejó de sujetar la sábana, que cayó al suelo dejando al descubierto todo su cuerpo, aunque esto ya no le importó.

Raquel lo miró con dulzura, realmente era algo muy especial, y a ella cada vez le gustaba más. Acarició su rostro y se sentó sobre la cama. El joven aún continuaba cabizbajo, así que ella trató de sacarle una sonrisa: «Oye, seguro que Susy y tu amigo están en lo mejor ahora. Siéntate a mi lado, prometo no tocarte»

Entonces Yamcha, temblando aún, se acomodó al lado de su nueva amiga y trató de conversar con ella para ver si se le iba el miedo.

«Raquel, dime, ¿por qué crees que ellos están aún entretenidos?»

«Bueno, conozco a mi amiga y te digo que ella no lo dejará en paz en toda la noche. Y me parece que tu amigo es de los que mueren matando. Je, je»

Yamcha suspiró al oír eso. ¡Si al menos él pudiera gozar de esa felicidad!, su vida comenzaría a mejorar. Y esta muchacha le parecía agradable. Pero ahora más que nunca temía fallar, quedar en ridículo…

«Mira, Yamcha, no sé porqué suspiras. Yo puedo ayudarte a superar ese miedo. Sólo bésame y verás»

Entonces Yamcha se acercó tímidamente y acercó su boca a la de su compañera. Ella entrecerró los ojos para recibir su beso, pero nunca lo obtuvo. El joven se había desmayado nuevamente.

«¡Uf, va a ser una noche larga, muy larga!», gimió la joven.

En tanto, en la otra habitación Mercurio y Susy conversaban durante un intervalo.

«Oye, Mercu, ¿tu amigo será tan hombre como tú?», le preguntaba ella mientras se recostaba en su pecho.

«Je, je. Eso es imposible, mi vida. Yo soy único, nadie puede igualarme. Además, ya viste cuál es el problema de ese pobre chico. Parece que le tiene miedo a las mujeres», replicó él, sonriendo.

«¡Qué cosas! Aunque si no me equivoco, Raquel le solucionará el problema. Ella tiene mucha experiencia con chiquilines tontos. Pero a mí me gustan más los hombres fuertes y ardientes como tú. Bésame ahora –dijo ella mientras lo besaba nuevamente. Él no evitó el beso, pero le dijo–: Hummm, espera un poco, aún tenemos mucho tiempo»

«¡Me dijiste que eras insaciable!», replicó ella algo desilusionada.

Mercurio carraspeó un poco. No quería desilusionar a Susy, pero al fin encontraba a alguien que no sólo le aguantaba el ritmo sino que además le pedía más…

«Y lo soy, lo soy. Tú sólo espera unos minutos. En tanto, hablemos»

«Como quieras –se conformó Susy–. Entonces cuéntame porqué tienes una cola. Eso sí que nunca lo vi», agregó.

«Ése es el secreto de mi increíble fuerza y virilidad. Es todo lo que te puedo decir, por el momento. Soy el más fuerte y el mejor en todo»

Susy torció su cara de un modo indefinible como si abrigara algunas dudas sobre la última afirmación de su amigo. –Pero no había estado nada mal, al contrario–, pensó en su fuero íntimo.

«Si no me quieres contar, no me cuentes. Pero prosigamos, ¿sí?»

Y el «sacrificado» Mercurio, fiel a su concepto de la hombría, volvió a la carga una vez más.

En tanto, en el otro cuarto, la heroica Raquel se preguntaba si ésa sería una forma de pagar sus culpas pasadas presentes y futuras. La verdad que aún no había logrado despertar al joven y ya empezaba a creer que esa noche se la pasaría cuidando a ese tonto fóbico. Así que fue al baño y trajo un vaso de agua, el cual vació en su cara.

Yamcha se despertó con un grito y la miró, profundamente asustado.

«Perdona, cariño. Sólo quería despertarte», le dijo dulcemente Raquel.

«N…no hay cuidado», balbuceó él nuevamente.

«Espera, pediré unas copas», dijo ella.

«Yo ya tomé demasiado. Además, no me quitan el pánico», contestó Yamcha, desilusionado.

«No, éstas son para mí. Por cierto que necesito algo fuerte»

Y añadiendo la acción a la palabra, fue hasta la puerta y retiró las dos copas de champagne que el camarero le trajo, bebió una de un solo trago, repitió la misma operación con la otra y luego, con el rostro carmesí, se acurrucó al lado de Yamcha, cuyo corazón comenzó a palpitar como si quisiera salírsele del pecho. Ella se colocó encima de él, atrapó su cuerpo con las piernas y lo besó apasionadamente, a lo que él, por primera vez en su vida, no opuso ninguna resistencia…

A la mañana siguiente, ambas parejas desayunaban juntas en el bar de la esquina, donde se habían conocido el día anterior. Esta vez ambas parejas estaban muy juntitas, Susy y Mercurio abrazados y sonriendo y, para satisfacción de todos, Yamcha y Raquel, mimosos y aparentemente satisfechos y felices.

«¿Quieres pasarme el azúcar, amorcito? Necesito reponer energías», le pidió, mimosa e insinuante Susy a Mercurio. Éste esbozó una sonrisa de triunfo, le pasó la azucarera y en voz alta dijo:

«Eso es natural, estuviste con un verdadero monstruo»

Todos en la mesa rieron, salvo Yamcha, quien miró la cola de su nuevo amigo y recordó a Gokú, quien con el mismo extraño atributo se había convertido en un gigantesco mono. ¿Acaso serían seres diferentes?

Bueno, la diversidad es propia de la Tierra, pensó. Bastaba mirar a Puar y a ese maldito cerdito libidinoso, quienes se transformaban a voluntad… Puar… ¡Qué contento se pondría cuando se lo contara! ¡Al fin lo había logrado! Y sin las esferas del dragón… Tal vez ya estaba en condiciones de cumplir su sueño de casarse… Miró a su compañera, agradecido, la tomó de los hombros y la abrazó. Luego siguió desayunando, sin decir nada más.

Despertar Saiyajin

por Andrés Pérez


El salir del sol anunciaba un nuevo día en la montaña Paozu. Los rayos del sol empezaban a expandirse, llegando a cualquier rincón del vasto bosque, despertando toda criatura viviente que aquí habita.

Un pequeño niño, acostado en su pequeña cama, se movía inquietamente tratando de escapar de la luz que se colaba por su ventana. Trató de cubrirse con su almohada, pero no sirvió de nada.

–Buenos días, Son Gokuh –se oyó desde la entrada de la habitación.

Un anciano, de baja estatura, entró a la habitación con intenciones de despertar al llamado Gokuh.

–Mbbgmh… abuelito Gohan… nooo –alcanzó a decir el pequeño frotándose los ojos.

–¡Vamos, vamos! Si sigues así de flojo, llegaremos tarde a desayunar. –dijo mientras le quitaba las sábanas de encima–. Y tal vez luego podamos entrenar un poc… –El anciano no pudo terminar su frase, ya que Gokuh salió disparado al baño a lavarse y cambiarse–. Je… este Gokuh, cuando escucha la palabra comida o entrenamiento, se vuelve como loco…

Y es que Gokuh era un glotón excepcional, al igual que lo era su fuerza, la cual parecía nunca dejar de crecer.

Son Gohan lo entrenaba todo los días, volviéndolo cada vez más y más fuerte, a la vez que lo educaba sabiamente.

Parte del día transcurrió como si nada después de este incidente. Son Gohan, grande en el campo de las artes marciales, y su pequeño nieto Son Gokuh, se aventuraron en ir al río a pescar algo.

–¡¡Mira, abuelito!! ¡Mira! Ya… ayy… ya tengo uno –dijo el pequeño desde el lomo de un gran pescado. Se había zambullido a buscarlo, y por supuesto… no había sitio donde el pobre animal pudiese esconderse.

–¡Muy bien, Gokuh! Ahora ven acá y tráelo. Ya preparé el fuego para cocinarlo.

Gokuh agarró al pez de la cola con la suya propia, y nadó hasta la orilla. De un pequeño brinco salió del agua, con el desayuno en su cola.

Después del desayuno, decidieron descansar, y Son Gohan aprovechó a contarle algunas historias a su nieto. Le contó la historia de los Hombres Mono de la Luna. «Nunca se cansa de contármela», pensaba el niño.

Pero no le importaba, ya que cada vez le parecía más interesante. «Y aquí viene la mejor parte…»

–Y es por eso, querido nieto. –dijo Gohan, terminando su historia–, que cada noche con luna llena debes quedarte dentro de la casa. Jamás, repito, JAMÁS debes salir de la casa en noche de luna llena, ya que si la ves, puede que aparezca una de estas místicas criaturas… Hoy es noche de luna llena, así que debes hacer lo que te dije. No queremos que una de estas criaturas se aparezcan por aquí, ¿o sí? –dijo guiñándole un ojo y tocándole la nariz con su dedo.

–¡Jeje! ¡No! No queremos –dijo su nieto, abrazándolo. Gokuh quería muchísimo a su abuelito, se podía notar en sus miradas.

Gokuh se quedó plácidamente dormido, a la vez que Gohan meditaba sobre la situación de «esa» noche.

«La última vez fue un desastre… Espero que estas historias sirvan para algo…», pensaba a la vez que recordaba lo que sucedió cuatro semanas atrás.

Era noche de luna llena, y desgraciadamente Son Gohan y Gokuh se perdieron. Gokuh estaba muy inquieto, no eran muchas las ocasiones en que salían a bosque abierto, y era la primera vez que se adentraban tanto, así que era de esperarse que el niño estuviese… cómo decirlo… emocionado…

«Lo recuerdo claramente…», siguió pensando Gohan…

Siguieron caminando, cuando Gokuh notó la extraña claridad de la noche. «¿Por qué todo está tan claro, abuelito? ¡Es de noche!», dijo bastante dudoso el muchacho. «Es porque hoy es noche de luna llena, Son Gokuh. Mírala, desde aquí se puede ver…»

«Ése fue mi error… Fue ahí donde me equivoqué…»

«¡Waow! Es gigantesca… es lo más hermoso que haya visto en mi vid…». Gokuh no terminó la frase. Son Gohan lo miró extrañado, y vio la mirada extraña y rígida de su nieto. La mirada de Gokuh se quedó así un rato, y después su ceño se frunció, una sonrisa malévola se dibujó en su rostro, y un par de colmillos salieron de su boca.

«¡¡Gokuh!!», alcanzó a gritar el anciano, a pesar de no haber salido de su asombro. De pronto, el niño adoptó otra posición, y extrañamente empezó a crecer. Sus ropas se rasgaron, y la piel desnuda fue vestida con pelo, en gran abundancia. Poco a poco fue creciendo, y sus ojos se tornaron rojos.

Goku creció, creció… ¡y siguió creciendo! ¡Se volvió enorme! ¡Gigantesco!

«Es… un… ¡¡UN MONO!!»

–¡Abuelito! ¡Respóndeme! –Los pensamientos de Son Gohan fueron interrumpidos repentinamente. Realmente estaba concentrado.

–¿Eh? ¿Cómo?… Oh, eres tú, Gokuh…

–¡Vaya que me asustaste, abuelito! –dijo fuera de su asombro el pequeño–. ¿En qué pensabas?

–En nada importante, querido Gokuh… nada importante.

El tiempo transcurrió rápidamente. Los dos Son decidieron adentrarse al bosque, para empezar con los entrenamientos.

–¡Iiaaah! –dijo Gokuh, lanzándose contra su abuelo.

–Ooooyhhh –Son Gohan no hizo más que bloquear su golpe, y responder con una patada al estómago, lanzando a su nieto varios metros–. Vamos, Son Gokuh, ¡nunca debes descuidar tu defensa!

–¡Síi!

El entrenamiento prosiguió con toda clase de ejercicios, hasta que empezó a atardecer. Son Gohan no quiso perder ni un segundo, y decidió que el entrenamiento había acabado.

–Ahhh… ¡vamos, abuelito! Sólo estaba empezando –dijo Gokuh inquieto.

–No podemos, pequeño Gokuh. Hoy es noche de luna llena, ¿lo recuerdas?… ¡Vamos! Te reto a una carrera a la casa.

–SÍIII.

Y así se fueron. Esa noche, Son Gohan mandó a Gokuh a la cama temprano, ¡ni siquiera lo dejó ir al baño! Pero eso era mejor que tener que volver a pasar por esa situación de hace cuatro semanas.

El tiempo pasó, y la noche cayó. La luna brillaba con intensidad en el firmamento. Todo estaba tranquilo en la casa Son.

¿Todo?… no. El pequeño Gokuh se despertó de golpe, y bajó corriendo las escaleras de su casa. Salió de su residencia, y buscó desesperadamente el baño. «Debí decirle a mi abuelito que me dejara ir antes de dormir».

Salió del baño ya aliviado, y notó algo en el cielo… LA LUNA.

«Woaw… ¡la luna!… es tan…. ¡OH, NO! ¡¡Mi abuelito me dijo que no mirara la luna llena!! Ahora puede que aparezca una de esas criaturas… y mi abuelito se va a molestar conmig…»

Sí… Pasó lo que tenía que pasar. Gokuh se quedó como en una especie de trance, y el proceso de transformación ya era inevitable…

Son Gohan decidió verificar cómo estaba su nieto, y al no verlo en su cuarto, temió lo peor.

Bajó a toda velocidad las escaleras, y pudo ver al pequeño viendo la luna, y de pronto… rasgar sus ropajes a medida que crecía…

–¡Noo! ¡¡¡¡GOKUH!!!! –gritó despesperado, como si eso pudiese salvarlo de algo…

–AAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH –gruñó el pequeño niño mientras crecía y crecía, y sus ojos se tornaban rojos. Ya era muy tarde; volvía a ser un mono gigante.

El silencio de la noche fue inerrumpido por el rugir del grandísimo mono gigante, del pobre Gokuh…

«Oh, no… oh, no… ¿Qué voy a hacer?… La última vez me fue imposible luchar con él, eso no funciona de nada… Su fuerza aumenta con cada transformación… ¡DEMONIOS! ¿Qué haré?… No me queda otra alternativa que intentar calmarlo»

Pensando esto, saltó hasta la copa del árbol más cercano a la bestia, y gritó:

–¡¡GOKUH!! ¡¡SON GOKUH!! ¡SOY YO! ¡TU ABUELO! ¡¡SON GOHAN!!

El grito sólo sirvió para alertar a la bestia de su presencia. El mono lanzó un golpe traicionero al cuerpo del anciano, que reaccionando rápidamente, lo esquivó.

Después, se montó sobre la cabeza del animal, y lo miró a sus grandes y rojos ojos.

–¿¿No me reconoces, Gokuh?? ¡¡¡¡SOY YO!!!! –gritó a todo pulmón. Esta vez, el mono titubeó antes de hacerle algo… pero como dije, tan sólo titubeó. El mono trató de aplastarlo contra su cara, pero Son Gohan fue más rápido y se movió, logrando que la bestia se golpease a sí misma.

–AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHRRRGGGGHHHHHHHHHHH –gritó la bestia de dolor… Ahora estaba furioso…

Empezó a destrozar todo a su paso, en busca del enano que le había hecho eso.

«Debo hacer algo… ¿¿pero qué??». De pronto, pensó: «La cola…»

¡La cola! ¡Claro! La cola de Gokuh siempre había sido su punto débil, si se la cortaba tal vez podría salvarse…

Poniendo en práctica su plan, se lanzó en dirección a la bestia, que lo vio… Pero no hizo nada, sólo vio cómo el anciano corría en su dirección y decidió esperarlo. Pero la bestia no esperó que el anciano pasase debajo de sus piernas, y esto lo tomó por sorpresa. Aprovechando esto, Son Gohan dio un salto y se montó sobre la cola de su nieto, y la apretó con todas sus fuerzas.

–AAAAAHHHHHHHHHHH –un grito inminente de dolor se escuchó de la bestia. Sentía como si su fuerza se fuese poco a poco, dejándolo vulnerable.

«Sí, sí… Funciona. Debo dejarlo lo más débil posible y luego arrancarle su col…»

Fue interrumpido, ya que Gokuh empezó a balancear su cola de un lado a otro, tratando que su opresor la soltase. Para desgracia de Son Gohan, lo logró…

El anciano fue lanzado contra una colina, dejándolo muy malherido por la velocidad con la cual había sido aventado.

La fuerza del mono había regresado, y empezó a caminar en dirección del anciano.

–Va-vaya… no pude hacer nada –dijo el anciano, muy cansado–. Tr…traté de detenerte, nieto, pero… no pude… Espero que sepas vivir aquí por ti mismo… ¡¡Nunca olv…olvides lo que te enseñé!!

El mono se acercaba más y más… y cuando al fin estuvo a los pies del anciano, lo agarró con sus dos manos, y empezó a apretarlo. Son Gohan no gritaba, sólo se podían divisar unas lágrimas corriendo por sus ojos. Después, Gokuh, ya aburrido, aventó al anciano contra otro montón de rocas, dejándolo aún más herido.

–A…adiós… Son Gokuh.

Fue lo último que dijo antes de ver una gran pata de simio acercarse a él, para después…

Amaneció al fin… Gokuh había vuelto a la normalidad al no poder ver la luna más… Se extrañó de estar desnudo y fuera de su casa. Vio a su alrededor, esperando encontrar a su abuelito, y después recordó: «¡Oh, no! ¡Los hombres mono de la luna seguro estuvieron aquí!»

Buscó y buscó, pero no encontró a nadie. «¡¡ABUELO!! ¡¡¡¡¡ABUELO!!!!!», llamó desesperado, pero sin respuesta. Pronto encontró algo que no le gustó… los ropajes de su abuelo.

–¡¡La ropa del abuelito!! –dijo hurgando sobre ellas… temiéndose lo peor–. Oh, no… nooo… abuelito –dijo llorando en silencio al no encontrarlo.

Todo lo que pudo encontrar entre sus ropas fue… una cosa redonda, amarilla… y con 4 estrellas en su interior…

Varios años después…

Gokuh llegaba de pescar su desayuno como hacía todos los días, cuando se encontró con un extraño monstruo con forma redonda. Como vio que quería atacarlo, lo destruyó con su báculo sagrado.

Cuál no fue su sorpresa al ver a alguien, de cabellos morados, salir del «monstruo».

Nunca se imaginó que así empezarían todas sus aventuras de su nueva vida, al lado de dicha persona…

Quizás después…

por Nary


Llevaba la vista fija al frente y su corazón latía desbocadamente aún a pesar de que volar no le causaba mucho trabajo. Sentía una rabia extrema y en su mente seguía su imagen sonriente y llena de idiota amabilidad. «¿Por qué no lo había hecho?», se preguntaba una y otra vez. Hubiera sido tan fácil acabar con él, había tenido la oportunidad perfecta de eliminar cualquier posibilidad de peligro para la Tierra, pero tenía que desistir por salvar a ese estúpido Dios. Apretó los puños con rabia y se dijo a sí mismo que no se daría por vencido tan fácilmente y esta vez se iba a preparar mucho mejor para poder derrotarlo algún día. Ya no era tanto el hecho de apoderarse del mundo, que dicho de paso no entendía ni porqué lo traía fijo en la mente, sino su orgullo de guerrero, el cual había sido pisoteado por ese tonto.

Se sentía como un completo imbécil por haberse confiado, había caído en el mismo error por segunda vez, pero es que él era más fuerte de lo que hubiese imaginado. ¡Demonios!, no habían valido de nada sus duros entrenamientos y ni siquiera el odio había podido superar la persistencia de él. ¿De dónde sacaría su fuerza? Quizás el entrenar con Kamisama era la clave, pero eso ya no era el punto, ahora esa pelea le serviría para hacer más poderosas sus técnicas y sacar aún más su poder.

A lo lejos miró la gigantesca cascada que ocultaba a la perfección la entrada a la cueva que le había servido de refugio los últimos años. Se introdujo en ella y se dejó caer en el montón de hojas y musgos que hacían de cama, a pesar de que las heridas que se había practicado durante la batalla estaban cerradas por completo y que no le causaban el más mínimo dolor, se sentía agotado, sus últimas energías se habían terminado al realizar la técnica de volar desde el lugar de la batalla, y la verdad es que no entendía cómo aquellas pequeñas semillas le habían hecho recuperarse tan pronto y además le permitieron recuperar algo de las energías perdidas durante el combate.

Con algo de frustración miró su traje desgarrado y lleno de sangre. Jamás imagino que pudiera sobrepasar todo el poder que su padre le había heredado genéticamente y que él, a base de severos entrenamientos, había aumentado de manera increíble. ¡Pero había sucedido! Y de qué manera. Se concentró un poco y al instante un traje nuevo, pero idéntico al anterior, lo vistió.

Su mente divagó un poco acerca de aquellos extraños poderes que le permitían hacer cosas que nunca había visto realizar a otros individuos, pero desechando la idea se acercó hasta la cascada y dio algunos sorbos al agua fresca y cristalina que emanaba al parecer del mismo centro de la montaña.

Aquello lo hizo recordar cierta tarde de algunos meses atrás. Había estado entrenando muy duro por varias semanas. Tanto, que no había parado ni siquiera para descansar un poco. El torneo se iba a realizar muy pronto y aun debía perfeccionar algunas de sus mejores técnicas, y por eso su empeño. Tenía que vengar la muerte de su padre y apoderarse del mundo, aquello era lo único que se repetía una y otra vez en su mente.

Respiraba agitadamente y de la blanca capa sólo quedaban algunos jirones de tela que se movían a causa de las ondas de energía que salían de su cuerpo. El sudor escurría por su frente y en ocasiones le impedían ver con claridad. El momento había llegado y, parado frente a aquella enorme montaña, comenzó a incrementar su Ki a extraordinarios niveles, tanto que las piedras a su alrededor comenzaron a elevarse y una energía azul crepitaba con fuerza. Con gran habilidad logró lanzar una ráfaga de energía que evidentemente se estrellaría contra la montaña, pero en el último momento ésta se elevó al cielo, que comenzaba a teñirse de un color anaranjado al ir muriendo el día. Picoro la trataba de controlar sólo con el poder de la mente, consideraba que aquello le sería de mucha utilidad ante su adversario en el torneo, pero quizás el cansancio o la cantidad de energía que manejaba en aquel momento provocaron que saliera de su control y se dirigiera peligrosamente hasta él. La velocidad que llevaba le impidió moverse a tiempo y, aunque en parte logró esquivarla, una gran parte de ella lo embistió mandándolo bosque adentro. Sintió claramente cómo se estrellaba su espalda con varios árboles y después el suelo. Lo último que logró ver antes de perder el conocimiento, fue un pequeño riachuelo de aguas caudalosas que corría cerca de donde había caído.

No supo cuánto tiempo estuvo perdido en el mundo de la inconsciencia, pero al irse recuperando escuchó a lo lejos unas vocecillas algo molestas.

–¿Está muerto? –preguntó una voz algo chillona.

–Por supuesto que no… Mira, está respirando –le contestó otra voz mientras apuntaba el pecho de Picoro, que se movía rítmicamente.

Un quejido salió de los labios del Namek cuando trató inútilmente de abrir los ojos. Ambas chiquillas retrocedieron algo asustadas, pero al instante volvieron a acercarse al extraño personaje de piel verde; la curiosidad superaba al temor. No debían tener más de diez años, y al parecer eran hermanas porque ambas tenían las mismas facciones y color de cabello.

–No está herido –dijo la mayor de las niñas–, pero está todo golpeado –recalcó al observarlo con detenimiento.

–Tal vez tenga sed –dijo la más pequeña, observando los labios resecos de Picoro, mientras apretaba contra su pecho un pequeño oso de felpa algo sucio y despeinado.

–Sí, vamos a darle agua. Eso me reanima cuando estoy enferma –dijo la mayor en tanto se acercaba con precaución al riachuelo y metía un recipiente de metal que al instante se llenó del líquido cristalino.

La niña se arrodilló al lado de Picoro y luego con algo de trabajo colocó el borde del recipiente en los labios de él y vertió un poco de agua. Picoro sorbió por inercia y quizás eso lo hizo volver por completo al mundo de la conciencia. Abrió los ojos y miró el cielo, que lucía totalmente despejado. Se preguntó cuánto tiempo estaría ahí tirado. Sus fuerzas habían vuelto a su cuerpo, pero a pesar de ello se sentía todo magullado y adolorido. Sus cavilaciones se interrumpieron de pronto al sentir sobre sí dos pares de ojos que lo observaban con detenimiento.

Apartó la vista del trozo de cielo que lograba ver a través de la copa de los árboles y miró a su costado donde todavía permanecía la pequeña pelirroja con el recipiente entre las manos.

–¿Desea más agua, señor? –preguntó amablemente viéndolo con aquellos ojos brillantes llenos de inocencia.

–Claro que quiere más, le diste muy poquita –contestó la niña más pequeña, que a diferencia de la otra, estaba alejada algunos pasos del «extraño».

Picoro no contestó; se incorporó rápidamente. La pelirroja más grande lo imitó, pero sin dejar de observarlo. ¿Pero qué demonios estaba pasando? ¿Por qué aquellas miradas lo incomodaban tanto? Se sentía como un bicho raro al ser inspeccionado por aquellas chiquillas.

–¿Ya se siente bien? –lo interrogó de nuevo la niña del agua.

–¿Qué le sucedió? –le preguntó la más pequeña, mirando la ropa destrozada del guerrero y acercándose a él olvidando por completo su miedo anterior.

Picoro las fulminó con su mirada fría, pero a ellas pareció no importarles demasiado, porque lo miraban esperando sus respuestas. «Sería tan fácil desaparecerlas», pensó Picoro ignorando por completo sus tontas preguntas y comenzó a caminar alejándose de ellas. Le bastó sólo pensarlo para que su traje, antes destrozado, luciera nuevo, con todo y capa y turbante incluidos. Las pequeñas abrieron los ojos, incrédulas a lo que veían.

–¡Es un mago! –exclamó la niña mayor, sonriendo.

–¡Conocimos a un mago, qué bien! –dijo la pequeña mirando hacia Picoro, que ya estaba algo lejos de ellas.

–¡Que le vaya bien, señor Mago! –gritaron al unísono en tanto se despedían con la mano.

–¡Bah! –exclamó Picoro, algo fastidiado y comenzando a levitar.

Por estar despidiendo al «mago», a la niña más pequeña se le cayó el oso a la orilla del riachuelo y, al tratar de rescatarlo, resbaló, cayendo a las caudalosas aguas que de inmediato la comenzaron a arrastrar fieramente.

–¡Hermana! –gritó la niña mayor, y aventando el recipiente hacia un costado, comenzó a correr hacia donde el río jalaba a la pequeña.

La niña gritaba muy asustada y trataba inútilmente de mantenerse a flote, pero la corriente era demasiado fuerte para ella y en ocasiones la sumergía sin piedad. Picoro se viró para ver por qué demonios hacían tanto escándalo aquellas enanas. Al ver lo que ocurría, algo superior a él lo hizo volar a toda velocidad y, tomando a la niña de los tirantes de su oberol azul, la sacó fácilmente del agua y la dejó sobre la verde orilla. Después se alejó a toda velocidad. Instantes después, las hermanas se abrazaban fraternalmente y, mirando al cielo donde Picoro apenas era un punto pequeñito, gritaron: «¡Gracias, señor mago!».

¿Por qué recordaba aquel incidente precisamente ahora?, se preguntó Picoro mientras golpeaba la cortina de agua y después se sentaba con brazos y piernas cruzadas sobre su «cama». Cerró los ojos y trató de concentrarse en aquella sensación que lo había hecho salvar a aquella pequeña de una muerte segura. Lo más seguro era porque no le gustaba quedar a deber «favores» y aquellas niñas le habían dado agua, ¿pero y aquél niño en el Budokai? Lo había salvado también… Lo más seguro era que en el futuro serían súbditos cuando él gobernara el mundo. Se justificó de esa manera y después trató de mantener en blanco la mente… Más tarde levitaba a unos cuantos centímetros en total concentración.

El tiempo siguió su curso. Picoro entrenaba arduamente y sin descanso a toda hora. Sentía la necesidad de tener nuevamente una pelea tan emocionante con Goku, lo cierto es que en el fondo aquel muchacho de cabello alborotado le parecía un excelente guerrero y muy a su pesar admiraba su forma de pelear. Eso sólo demostraba que su entrenamiento no había sido el adecuado y que debía ser aún más severo consigo mismo para ser el mejor. Estaba totalmente convencido de que cuando se sintiera seguro de su poder, lo retaría a una batalla y esta vez la llevarían hasta sus últimas consecuencias. Además había trabajado muy duro en su nueva técnica. Aunque aún no la perfeccionaba del todo, sería su última carta si algo no salía bien.

No sabía qué tanto tiempo había transcurrido desde su derrota, pero por fin el día había llegado, salió de la cueva y miró hacia el horizonte. «Es un hermoso día para ser el amo del mundo», se dijo, y tomando un poco de agua de la cascada, que parecía que ese día manaba aun con más fuerza, comenzó a volar a donde sentía el ki de Goku, ese ki que jamás olvidaría mientras viviera.

Aquella energía lo llevó hasta una enorme montaña donde crecían infinidad de árboles formando un tupido bosquecillo. Al principio pensó que ese ki provenía de una pequeña y sencilla casa, pero luego lo sintió con mayor fuerza en las faldas de la montaña y hacia allá se dirigió velozmente. A lo lejos distinguió a su contrincante, que, de espaldas a él, cargaba una canasta enorme en cada mano. Una mujer de cabello largo y muy negro extendía un mantel blanco con pequeñas flores en la orilla. Goku depositó una de las canastas en el centro del mantel y después ella se sentó y comenzó a sacar grandes cantidades de alimentos. Él la imitó y colocó la otra canasta muy cerca de él.

Picoro se permitió una sonrisa maligna y pensó «Lo siento, pero ya no harás tu última comida», y comenzó a acercarse a la distraída pareja, que no se había dado cuenta de su presencia. De pronto, su fino oído escuchó un sonido extraño y luego la voz de la mujer…

–¡Goku!, saca a Gohan de su canasta. Debe tener calor –le dijo Milk, continuando con su labor.

–Sí, Milk –dijo él mientras abrazaba a su pequeño hijo, que comenzaba a llorar con fuerza.

–Y creo que también debe de tener hambre –dijo ella colocando varias mamilas repletas de leche a un lado de un riquísimo postre.

Goku tomó a Gohan y comenzó a moverlo de abajo hacia arriba, lo que pareció agradarle al pequeño porque dejó de llorar y miraba a su padre con una sonrisa en su carita al mismo tiempo que Goku también reía.

Picoro se paralizó con aquello. Sintió algo muy extraño, una parte le decía que debía retar a Goku a la batalla y la otra le decía que no lo hiciera. ¡Demonios!, ¿qué le estaba ocurriendo? ¿Por qué en lugar de acercarse y provocar a Goku, estaba como paralizado sin poder moverse de su sitio?

Goku sintió un extraño Ki cerca y volteó hacia un cierto lugar, en dirección al bosque que se iniciaba a unos cuantos metros de donde realizaban uno de los días de campo que tanto entusiasmaban a Milk.

–¿Ocurre algo, Goku? –preguntó Milk al verlo con aquel gesto de preocupación en el rostro.

Goku miró a Milk a los ojos y luego al pequeño Gohan que también lo observaba con curiosidad al haber detenido su «paseo».

–N-no, nada.. Me pareció que… –se interrumpió. El ki había desaparecido. Quizás sólo su imaginación le había jugado una mala pasada–. No, no es nada, Milk. Sólo es que ¡muero de hambre! –dijo recuperando su sonrisa de siempre y volviendo a su juego con Gohan.

Picoro se alejaba de ahí rápidamente. «No era el momento adecuado», se repetía una y otra vez bastante confundido, pero algo le decía que muy pronto, en menos tiempo del que se imaginaba, volvería a ver a Goku y esta vez iba ser una batalla en verdad sorprendente, pero eso sería quizás después…

Calor: Un error lo comete cualquiera

por Xime


«Y para hoy, el pronóstico del tiempo es nubosidad parcial variando a despejado. Hay probabilidad de altas temperaturas, así que les recomendamos no hacer mucha actividad física»

Ése fue el pronóstico del tiempo para la Capital del Oeste: mucho calor. Y eso fue precisamente lo que hubo.

Vegeta venía subiendo la escalera y sentía que volvía a estar en el infierno.

Vegeta: ¡Bulma! –gritó llegando al segundo piso casi sin aliento.

…silencio…

Vegeta: Bulma, ¿dónde demonios estás? ¡Acciona inmediatamente el aire acondicionado!

Bulma apareció abajo de unos extraños artefactos.

Vegeta: ¿Qué haces ahí? ¿Y por qué hace tanto calor aquí adentro?

Bulma: No habrá aire acondicionado por unas horas.

Vegeta: ¿Qué?

Bulma: Se desconectaron unos cables y me tomará algo de tiempo repararlos.

Vegeta: ¡Rayos! Casi no llego al segundo piso, me quedé sin aire y siento que me va a estallar la cabeza.

Bulma: Sí, tienes razón, hace mucho calor –dijo secándose la frente–. ¿Vas a entrenar hoy?

Vegeta: Por supuesto que sí. El calor no va a interferir en mi entrenamiento.

Bulma: Pero es que la cámara de gravedad absorbe el calor del ambiente, y si no tiene el aire acondicionado funcionando, te vas a…

Vegeta: ¡Bah! Eso no importa. He entrenado bajo condiciones mucho más complicadas, y aquí me tienes –dijo dándose la vuelta y bajando la escalera.

Bulma: ¡Que conste que te lo advertí! –le gritó.

A eso de las 3:30 PM, la temperatura había subido a 39°C. El sol inundaba la Capital del Oeste como nunca lo había hecho. Los edificios y el pavimento parecían absorber el calor y devolverlo aumentado como una gran estufa de la que nadie podía escapar.

Los pequeños Trunks y Goten estaban en el jardín de la C.Cápsula sentados en el pasto y con una cara de aburrimiento que nada les podría quitar, pero no tenían ánimo de hacer nada, ni siquiera hablar, porque con sólo mirarse empezaban a sudar.

Tenían la piscina frente a ellos, pero los dos estaban un poco resfriados, así que les prohibieron bañarse.

Al calor que hacía, se sumaba el resfrío y eso sí que es terrible (si alguna vez se han resfriado en verano, lo entenderán)

Goten apenas mantenía los ojos abiertos y de pronto su mirada se posó en la cámara de gravedad.

Goten: Oye, Trunks.

Trunks: ¿Qué quieres, Goten?

Goten: ¿No te parece que tu papá es muy extraño?

Trunks: ¿Por qué lo dices?

Goten: Porque nosotros estamos agotadísimos por el calor sin haber hecho nada, y él sigue entrenando en su cámara de gravedad como si fuera un día normal.

Trunks: Eso es porque mi papá es muy fuerte –dijo en un tono orgulloso (¿a quién habrá salido?)

Goten: Sí, tienes razón, amigo.

Lo que no sabían es que Vegeta estaba dentro de un horno. La temperatura dentro de la cámara de gravedad era por lo menos de 15° más que afuera (y no a la sombra precisamente).

Estaba agotadísimo. La fuerza que normalmente empleaba en sus golpes había disminuido considerablemente y su ropa estaba completamente empapada.

Eso era común en Vegeta, estaba acostumbrado a esforzarse en sus entrenamientos y a sudar mucho, pero lo que lo enfurecía era que no había podido aumentar la gravedad ni un poco.

Estaba más cansado que con su entrenamiento habitual a 300G, pero esta vez sólo entrenaba a 1G.

Le dolía bastante la cabeza y estaba a punto de caer totalmente fatigado. A estas alturas ya se había empezado a deshidratar y le costaba trabajo respirar.

Vegeta: ¡Demonios! Sólo 15 minutos más y me largo de esta estufa.

Pasó un rato más y Bulma fue a la cocina a buscar algo de beber, pero al abrir el refrigerador, vio con gran desilusión que no había nada (literalmente). Como era un día caluroso, los primeros en desaparecer fueron los jugos y bebidas.

Bulma: ¡Oh, no! Tendré que ir a comprar –dijo cerrando el refrigerador y dirigiéndose al jardín.

Trunks: Goten, ya no puedo más. Creo que moriré –dijo jadeando y echándose un poco del agua de la piscina en la cara–. ¿Goten? ¿Me escuchaste? –preguntó volteándose al no obtener respuesta de su amigo.

Goten estaba de espaldas en el pasto, durmiendo como un lirón y roncando como una locomotora.

Una gran gota de sudor apareció en la cabeza de Trunks.

Trunks: ¿Cómo puedes dormir con el calor que hace? –le preguntó mientras se le acercaba.

Bulma: ¿Niños? ¡Ah!, ahí están. Tengo que hacer algunas compras, ¿vienen conmigo? –preguntó echándose aire a la cara con la mano.

Trunks: No, mamá, hace mucho calor. Y más encima Goten se quedó dormido y de aquí a que despierte, va a pasar un buen rato. ¿Por qué no le dices a mi papá que te acompañe?

Bulma: Es que está entrenando y… bueno, no pierdo nada con intentarlo –dijo dirigiéndose a la cámara de gravedad.

Trunks: ¡Ya, Goten, despierta!

Goten: ¿Eh? ¿Qué pasó?

Trunks: Te dormiste, tonto.

Goten: ¿Sí? Je je je.

Cuando Bulma llegó a la entrada, vio que la gravedad no estaba aumentada porque el visor exterior marcaba 1G, así que no tocó y abrió la compuerta con mucho cuidado, para no molestar a Vegeta.

Cuando entró, lo vio al otro lado de la cámara de gravedad, casi junto al control principal, dándole la espalda y lanzando golpes al aire.

Se le acercó lentamente, pensando que él había notado su presencia, pero cuando estaba a dos pasos de distancia y cuando iba a ponerle una mano en el hombro, Vegeta se volteó repentinamente y lanzó un golpe no muy fuerte que alcanzó a Bulma en la cara.

Afortunadamente para ella, Vegeta estaba demasiado cansado y no empleó mucha fuerza, ya que si la hubiese alcanzado uno de sus golpes comunes, le habría roto el cuello.

Vegeta: ¡¡BULMA!! –gritó al darse cuenta de lo que había pasado y corrió hacia Bulma, que había caído tres metros más allá.

Se había puesto de pie y se sujetaba la mejilla donde Vegeta la había golpeado.

Vegeta: ¿Estás bien? –preguntó preocupado, pero no hubo respuesta–. Déjame ver –dijo levantando suavemente el rostro de Bulma para verla y quitando la mano que ella mantenía en su cara.

Un hilillo de sangre brotaba de la boca de Bulma debido al corte que tenía en el labio inferior. La mirada de Vegeta, desde los labios ensangrentados de Bulma, se posó en sus ojos. Ella lo miraba con miedo y rabia al mismo tiempo y sus ojos se llenaron de lágrimas, las que empezaron a caer sobre las manos de Vegeta que aún estaban sujetando su rostro.

Vegeta: Yo…

Bulma: ¡Aléjate de mí! ¡No te atrevas a tocarme! –dijo empujándolo–. ¡¡Bruto!! ¡¡Animal!! ¿Ya no distingues entre el enemigo y tu mujer? –gritaba entre sollozos mientras caminaba con dirección a la salida.

Vegeta: Bulma… espera, no te vi –explicó sintiéndose muy culpable por haberla golpeado.

Bulma: ¿Y de qué te sirve sentir el ki de las personas? ¿No te jactas de tener esos poderes?

Vegeta: No te sentí acercarte –decía tratando de mantener la calma.

Y era verdad. Estaba muy agotado por el calor y a la vez estaba concentrado en lo que estaba haciendo y no habría sentido ningún tipo de ki, a menos que hubiera sido uno muy poderoso.

Bulma ya no quiso escuchar más y salió de la cámara de gravedad.

Vegeta: ¡Espera! ¿A dónde vas?

Bulma: ¡¡A cualquier lugar lejos de ti!!

Mientras Bulma salía llorando de la cámara de gravedad y Vegeta se quedaba parado en la entrada viéndola alejarse, en el jardín estaba un asustado Trunks, con los ojitos muy abiertos y con el corazón acelerado porque nunca había escuchado a sus papás tener un enfrentamiento así.

Es verdad que discutían bastante seguido, pero nunca había oído a su mamá llamar bruto y animal a su papá.

Y cuando vio a Bulma pasar junto a él y Goten con sangre en el rostro y llorando, terminó de asustarse.

Su papá nunca había golpeado a su mamá, de hecho siempre le había inculcado que nunca se debía golpear a las mujeres, a menos que fuera en un combate. Y ahora todo eso se vino abajo para el pobre Trunks, que no aguantó más y salió volando a toda velocidad del lugar con lágrimas en sus ojos.

Goten, que no entendía lo que pasaba, se limitó a seguir a su amigo.

Goten: ¡Trunks, espera!

Bulma, por su parte, expandió la cápsula que contenía su avión, puso la música a todo volumen para olvidarse de lo sucedido y con lágrimas en los ojos despegó con rumbo a Kame House.

Trunks no escuchó nada, sólo voló lo más lejos y rápido que pudo, convirtiéndose en súper saiyajin por la pena y la rabia y derramando muchas lágrimas para poder desahogarse.

Cuando al fin se tranquilizó, descendió seguido por Goten a un bosque muy cercano a la casa de su amigo y se sentó bajo un árbol.

Lloraba en silencio porque le habían enseñado (adivinen quién) que los hombres no deben llorar, pero Trunks era sólo un niño, y uno muy afligido en ese momento.

Goten se acercó lentamente a él y le dijo:

Goten: Ya, Trunks, no te preocupes, todo se arreglará.

Trunks: ¡Snif!

Goten: Tus papás siempre pelean, ¿verdad? No es tan terrible.

Trunks: ¡¡Tú no entiendes, Goten!!

Goten: ¿Eh?

Trunks: Nunca habían peleado así. Mi papá nunca le había pegado a mi mamá.

Goten: Es cierto.

Trunks: ¿Y ahora… qué… va a pasar… conmigo? –preguntó entre sollozos.

Goten: Puede que tus papás se separen y tú tengas que elegir con cuál de los dos te quedas –lo «animó» Goten.

Trunks: ¡¡¿¿Quéeee??!!

Goten: ¿No recuerdas a nuestro compañero de clase? Sus papás se separaron y él tuvo que quedarse con su mamá. Creo que sólo podía ver a su papá una vez al mes.

Trunks: ¡¿Al mes?!

Goten: Sí, eso fue lo que dijo.

Trunks: Pe…pero yo quiero mucho a mi papá y quiero verlo todos los días.

Goten: Entonces te quedas con él.

Trunks: Pero es que también quiero a mi mamá –dijo comenzando a llorar de nuevo.

Goten: Tendrás que elegir –dijo inocentemente.

Trunks: Yo no quiero elegiiiiir –volvió a llorar.

Goten: Ya, Trunks, no llores. ¿Por qué no le preguntamos a Gohan qué hacer? Él siempre tiene la solución para todo.

Trunks: ¡Snif! Está bien –dijo secándose las lágrimas y partieron a la casa de Goten.

En ese momento, Bulma ya casi llegaba a Kame House. Seguía llorando y sostenía un pañuelo contra su boca para que dejara de sangrar.

Al entrar se encontró con Krillin, #18, Gohan, Videl y Yamcha.

Cuando todos la vieron, se asustaron mucho porque venía llorando y con señales de haber sido golpeada. Todos se imaginaron lo que había pasado, pero prefirieron preguntar.

Yamcha: ¡¡Bulma!! –dijo acercándose a ella.

Bulma levantó la mirada y sus lágrimas comenzaron a caer. Se quitó lentamente el pañuelo y todos pudieron ver la marca del golpe que le había dado Vegeta, que a pesar de haber sido suave, a Bulma le había dejado todo el lado derecho de la cara hinchado y ya se había empezado a amoratar. Todo eso aparte del corte del labio que todavía sangraba, aunque no mucho.

Yamcha: ¡¡Dios mío!! ¿Qué te pasó?

Bulma comenzó a llorar y Yamcha sólo la abrazó. Todos quedaron estupefactos ante lo ocurrido, hasta que Yamcha le preguntó (temiéndose todos la respuesta):

Yamcha: ¿Quién fue?

…largo silencio…

Bulma: Vegeta –contestó con una voz casi inaudible.

Yamcha: Ese desgraciado…

Krillin: ¿Qué? ¿Vegeta? –dijo sorprendido, pero al mismo tiempo enojado.

Gohan: No puede ser.

Bulma: Lo que pasó es que yo quería que me acompañara y cuando le fui a pedir que…

No terminó de explicar lo que había pasado cuando Yamcha y Krillin ya iban en camino a la C.Cápsula para «hacer puré» a Vegeta (Bueno, en realidad todos sabemos que no pueden hacer eso, pero ganas no les faltaban)

Mientras eso ocurría, Goten y Trunks ya habían llegado a su destino, para preguntarle a Gohan a quién debía escoger Trunks.

Cuando entraron a la casa, extrañamente Gokú y Milk estaban juntos en la sala. Gokú hacía algunos abdominales y Milk tejía un chaleco para Goten.

Cuando escucharon la puerta cerrarse, Milk preguntó:

Milk: ¿Eres tú, Goten?

Goten: Eeeeh, sí, mamá.

Ambos entraron a la sala y Milk los vio.

Milk: ¡Ah! Vienes con Trunks.

Gokú: ¿Mmm? Hola, Trunks.

Trunks: Ho-hola, señor.

Milk: Hace mucho calor, ¿quieren tomar un jugo?

Goten: Síiii.

Milk: De acuerdo, se los traeré –dijo levantándose del sillón donde estaba sentada y dirigiéndose a la cocina.

Gokú se acercó a ellos y notó que Trunks había estado llorando, lo que no era muy común en él.

Gokú: ¿Sucede algo malo? –dijo agachándose frente a los pequeños. Trunks sólo bajó la mirada con lágrimas en sus ojitos.

Goten: Trunks, a lo mejor mi papá también te puede ayudar.

Gokú: ¿Ayudar? –preguntó extrañado.

Goten: Sí, ayudar a escoger.

Gokú: ¿A escoger qué?

Goten: A escoger entre su mamá y su papá.

Gokú: A ver, Goten, así no vamos a llegar a ninguna parte. Vengan –los tomó de la mano y los tres salieron de la casa y se sentaron en el pasto que había a la entrada.

Gokú: Trunks, ¿puedes decirme qué pasó?

Trunks empezó a hablar, pero se le hacía muy difícil, y entre lágrimas, sollozos y limpiadas de nariz, le contó lo que él creyó que había pasado.

Trunks: Lo que pasó, ¡Snif!, es que hoy… mi mamá le, ¡Snif!, fue a pedir a mi papá… que la acompañara a, ¡Snif!, hacer unas compras. Mi papá no quiso ir con ella porque, ¡Snif!, estaba entrenando y… le pegó. ¡¡¡¡BUAAAAAA!!!!

Goten continuó con la parte de la separación y que Trunks tenía que escoger con quién se iba a quedar, pero a Gokú ya le había quedado clara la situación (supuestamente) y no escuchó nada más. Se puso de pie lentamente mientras sentía que le empezaba a hervir la sangre.

Gokú: ¿Tu… papá golpeó a Bulma? –preguntó con la cara roja de rabia.

Trunks: Sí, ¡Snif!

Gokú: ¿Estás… seguro?

Trunks: Sí, incluso le sacó sangre de la boca.

Gokú: Grrr… Vegeta –fue lo último que dijo antes de teletransportarse.

Antes de que Gokú llegara, Vegeta había ido a tomarse un jugo a la cocina, pero no encontró nada. Todavía seguía preocupado por el golpe que le había dado a Bulma, pero por lo que había visto, no era muy grave. Salió al jardín para ver si ella estaba allí, pero no la encontró.

Tomó una parte de la toalla que tenía en el cuello y empezó a secarse la cara mientras caminaba por el patio, y atontado como estaba por el calor, no se dio cuenta de que se dirigía a la piscina.

Caminó sin mirar por donde iba, hasta que en un momento uno de sus pies no encontró nada sólido en que apoyarse para dar el próximo paso. Todo lo contrario.

No se dio ni cuenta cuando estaba a 4 metros de profundidad y rodeado de burbujas.

Cuando volvió a la superficie, salió de la piscina, se estrujó el cabello y se dirigió a la casa.

Vegeta: ¡Uf! Por lo menos me refresqué un poco.

Iba a poner el primer pie dentro de la casa cuando escuchó una voz familiar.

Yamcha: ¿A dónde crees que vas? –dijo mientras descendía en el jardín junto con Krillin.

Vegeta se volteó.

Vegeta: ¿Qué dijiste? –dijo cruzándose de brazos.

Krillin: Dijo que a dónde vas.

Vegeta: Aaaaah, tú también, enano. No me había dado cuenta de que estabas aquí. Bueno, con un ki tan bajo como el tuyo, eso no me extraña –dijo sonriendo malignamente.

Krillin: Prefiero tener un ki bajo y no ser un maldito cobarde como tú.

Vegeta: ¿Cobarde? –preguntó como si no entendiera el significado de esa palabra.

Yamcha: Sí, un maldito cobarde que golpea a una mujer que no puede defenderse.

La sonrisa de Vegeta se desvaneció.

Yamcha: ¿Cómo te atreviste a golpearla? ¿Dónde están tus malditos pantalones?

Krillin: ¿A eso te vas a dedicar ahora que no hay problemas ni amenazas? ¿A golpear a Bulma?

Vegeta estaba que estallaba, hasta que llegó un momento en que no pudo contenerse más.

Vegeta: ¡¡Ya basta!! –gritó y lanzó un Energy ha contra Yamcha y Krillin, pero ellos lo esquivaron.

La pelea iba a empezar cuando llegó Gokú y apareció frente a Vegeta.

Gokú: ¡¡Eres un maldito!! –le gritó Gokú al tiempo que le daba un fuerte golpe, sorprendiendo a Vegeta que no se esperaba ni el golpe ni a Gokú. El príncipe quedó estampado en el suelo.

Vegeta: ¿De parte de quién? –preguntó sin entender, pero al ver a Gokú, su cara cambió–. ¿Qué clase de mafia te mandó a golpearme, retrasado mental?

Gokú: ¿Quieres decirme por qué demonios golpeaste a Bulma? –preguntó furioso acercándose a él y levantándolo de la camiseta.

Vegeta no respondió. Sólo le sujetó la mano a Gokú.

Gokú: ¡¡¿¿Cómo te atreviste a poner tus manotas sobre ella??!!

Vegeta: No te metas, Kakarotto, es mi mujer y además yo…

Gokú: Puede que sea tu mujer pero es MI amiga y la conozco desde mucho antes que tú y no voy a perdonarte lo que le hiciste.

Yamcha: ¿Tienes idea de cómo le dejaste la cara?

Krillin: Sigues siendo el mismo desgraciado que llegó por primera vez a la Tierra. ¡Lo único que te falta es la cola!

Gokú: Ahora verás –dijo Gokú lanzando a Vegeta al piso.

Acto seguido, Gokú, Yamcha y Krillin se lanzaron sobre él y entre los tres comenzaron a golpearlo. Sólo se veía una nube de polvo de donde provenían gritos e insultos y de la cual emergían manos y pies y una que otra cabeza, la cual era inmediatamente devuelta a la pelea sujeta del cabello.

Después de unos momentos, salió despedido Yamcha. Minutos después, fue el turno de Krillin. Gokú y Vegeta siguieron peleando hasta que por efecto del calor cayeron rendidos y respirando agitados.

Gokú: ¿Por qué… le pegaste?

Después de un silencio que parecía hacerse eterno, la respuesta llegó.

Vegeta: Fue un accidente.

Gokú: ¿Accidente? ¿Golpeas a tu esposa por accidente?

Vegeta: ¡¡YO ESTABA ENTRENANDO Y ELLA ESTABA DETRÁS MÍO. NO LA VI Y LA GOLPEÉ. ESO FUE LO QUE PASÓ, Y YA DÉJAME EN PAZ, KAKAROTTO!!. Yo nunca le haría daño a Bulma, y tú lo sabes.

Gokú: Lo siento, Vegeta, pero lo que Trunks me contó…

Vegeta: ¿Trunks?

Gokú: Sí, fue a mi casa con Goten y me dijo que tú no quisiste acompañar a Bulma a hacer unas compras y como interrumpió tu entrenamiento, la golpeaste.

Vegeta: ¡¡¿¿Qué dijiste, Kakarotto??!! –le gritó muy cerca del rostro, con los ojos saliéndosele, la cara roja y las venas totalmente marcadas en su frente.

Gokú: Vegeta, me escupiste –dijo limpiándose la cara.

Vegeta: Grrr, ese mocoso endemoniado. Me las pagará. Cuando le ponga las manos encima sabrá quién es su padre –gruñía mientras pensaba en la mejor forma de torturarlo.

Gokú: ¿Vegeta? –decía mientras movía una mano delante de la cara del príncipe.

Vegeta: ¿Hmm? ¡Ah! ¡¡¡AAAHHH!!! Y tú, Kakarotto, dile a Trunks que se arrepentirá de andar diciendo mentiras.

Gokú: Pero a mí no me pareció que estuviera mintiendo. Tal vez él creyó que eso había pasado.

Vegeta: ¿Y en qué te basas para decir eso?

Gokú: En que estaba llorando y no creo que sea tan buen actor.

Vegeta: ¿Ah, sí? Pues teletranspórtate ahora mismo y dile que regrese. Ese mocoso me va a escuchar –le dijo empujándolo.

Gokú: De-de acuerdo. Nos vemos, Vegeta.

(¡¡Qué manera de salir del problema!!)

A todo esto, Krillin y Yamcha habían reaccionado y escucharon la conversación de los saiyas, y se dieron cuenta que no habían metido la pata, habían metido las cuatro. No hallaban la hora ni la manera de esfumarse (literalmente) del lugar.

Cuando trataron de abandonar el frente de batalla, Vegeta se volteó y los miró con cara de «me desharé de ustedes», ante lo cual ambos huyeron a una velocidad nunca antes lograda.

Vegeta: Idiotas –murmuró mientras se dirigía a la entrada de la casa, pero antes de entrar sintió el ki de Gohan justo detrás de él.

Se volteó rápidamente y se puso en guardia.

Vegeta: Si tú también viniste a hacer justicia, te aconsejo que te vayas por donde viniste.

Gohan: No, Vegeta, se equivoca. Vine a detener a Yamcha y a Krillin. Ellos no terminaron de escuchar lo sucedido y vinieron para acá.

Vegeta: ¡Claro! Y a buscar problemas, o mejor dicho a provocarlos y a fastidiarme –dijo cruzándose de brazos.

Gohan: Parece que llegué un poco tarde.

Vegeta: Sí, ya se largaron. Y diles que para la próxima vez no se salvan. ¡Ah! y que cuando vayan a hacer algo, reúnan toda la información, ¡¡¡Grrr!!!

Vegeta entró a la casa y dio un gran portazo. Gohan se quedó parado en el jardín con una gran gota de sudor en la cabeza.

Mientras tanto, en Kame House, Bulma estaba siendo regañada por #18.

#18: Tú tuviste la culpa. Sabes cómo es Vegeta. pero igual te metes entre las patas de los caballos.

Bulma: Pero…

Milk: Sí, Bulma, debiste haberle avisado que estabas ahí, ¿verdad? –Videl y #18 asintieron.

Bulma: Puede ser, pero…

Videl: Lo que debe hacer es volver y hacer las paces con él. Después de todo, fue un accidente y un error lo comete cualquiera.

Bulma: Sí, creo que tienen razón, pero miren mi cara.

Milk: No te preocupes, ya te revisé y no es nada grave. Cuando llegues, ponte un trozo de carne en la cara para que se deshinche.

Trunks, que junto a Goten había seguido a Milk a Kame House cuando Gohan la llamó para comunicarle lo sucedido, escuchó desde afuera toda la conversación y se enteró de lo que realmente había ocurrido, y supo (sin equivocarse en lo más mínimo) que estaría en graves, mejor dicho en gravísimos problemas si volvía a su casa.

Su papá lo iba a hacer polvo. Sus células, átomos, neutrones y electrones quedarían diseminados por todo el universo. Y lo peor es que lo torturaría antes de matarlo (el niño conoce a su padre), así que decidió esconderse y le pidió a Goten que hablara con Bulma para que le permitiera quedarse en la casa de Gokú. Antes de regresar, Bulma le dijo que sí, pero que volviera al día siguiente.

Bulma emprendió el viaje de regreso mientras sentía que la cara se le hinchaba más y más.

Cuando llegó, eran cerca de las 10:00 PM. La casa estaba a oscuras.

Fue a la cocina, bebió un poco de agua porque no había nada más y sacó del refrigerador una bandeja que contenía unos bistecs que había comprado, pero no los cenó, los llevó a su habitación para ponérselos en la cara.

Todas las acciones que realizó fueron atentamente seguidas por Vegeta, que la observaba detenidamente, pero escondido para que no lo viera.

Cuando Bulma entró a la habitación, se quitó el vestido y se puso su camizón. Vegeta la observaba desde la puerta y se acercó lentamente a ella.

Bulma se dirigió al baño y Vegeta quedó a unos cuantos pasos de ella cuando se cerró la puerta. Por lo menos eso creyó él, porque Bulma no la cerró y como se le había olvidado algo afuera, abrió repentinamente la puerta y no con mucha suavidad, gracias a lo cual Vegeta pudo ver las pequeñas fisuras de la madera de la puerta, la que borró momentáneamente el perfil del príncipe, haciéndolo ver todas las constelaciones, galaxias, cometas, hoyos negros, super novas, etc.

Vegeta: ¡Aaaay! –se quejó tratando de desencajar su nariz de la puerta.

Bulma: ¿Vegeta? –se volteó a ver al oírlo quejarse y se sorprendió al verlo prácticamente besando la puerta, y se acercó a él–. ¿Estás bien?

Vegeta: ¿Tú qué crees? –dijo sobándose la cara.

Bulma: Tú tuviste la culpa, debiste decirme que estabas ahí –y sonriendo, agregó–: Estamos a mano.

Vegeta sólo la miró y se dirigió a la cama, donde se acostó.

Bulma abrió al bandeja de carne y tomó un bistec que colocó en la cara de Vegeta, cubriéndosela casi por completo.

Vegeta: ¿Qué haces?

Bulma: Es para que no se te hinche la cara por el portazo que te di.

Vegeta: No me va a pasar nada. Ese golpe no significa nada para mí.

Bulma: Sí, ya veremos mañana –murmuró.

Vegeta: ¿Qué?

Bulma: Nada, que te relajes y descanses.

Bulma también se colocó un bistec en la cara y luego de apagar la luz se acostó junto a él.

De pronto sintió que la misma mano que la había golpeado esa tarde, encontraba suavemente la suya.

Vegeta: Perdóname por el golpe que te di. No fue intencional.

Bulma: Lo sé. No te preocupes.

Temprano al día siguiente, y sin haber desayunado, llegó Trunks. Entre Gokú y Milk lo convencieron de que todo se había arreglado y que volviera tranquilamente a su casa.

Entró a la habitación de sus padres y se acercó a su papá. Se sorprendió de que tuviera un bistec en la cara.

Trunks: ¿Tanta hambre tenía que se durmió con un bistec en la cara? Debe haber estado cansado, porque no se lo alcanzó a comer –dijo en voz baja mientras acercaba mucho su cara a la de Vegeta–. ¡Pero está crudo! –Luego de observarlo un rato, se decidió–. ¿Papá?

Vegeta: ¿Hmmm?

Trunks: Tengo hambre.

Vegeta: No me ro digaf a mí, dífelo a tu madre –dijo pronunciando con bastante dificultad y sin abrir los ojos.

Trunks: ¿Eh? –preguntó al no entenderlo muy bien. No sabía porqué le costaba hablar. Su papá siempre pronunciaba bien, aunque estuviera adormilado. (Pronto su pregunta encontró respuesta)

Vegeta: ¡¡Que no me ro digaf a mí, ru madre ef la que frefara el defayuno, ¿no? Dífelo a ella.

Cuando le dijo esto último, Vegeta se incorporó en la cama quedando sentado, haciendo que el bistec cayera de su cara y revelara la triste realidad.

Trunks: Pa-pa-pa-papá… ¿mi mamá se vengó de ti?

Vegeta: ¿Qué?

Trunks: Tu-tu-tu-tu cara.

Vegeta: ¿Qué le pafa a mi cara? –dijo tomando un espejo con mango de Bulma, al cual poco le faltó para quebrarse al mostrar el reflejo de su majestad.

Lo que no estaba rojo, estaba morado. Y el resto, hinchado.

Vegeta abrió los ojos y la boca al verse tan, pero tan… ¿lastimado?

Bulma se despertó al escuchar la conversación y, quitándose el bistec de la cara, se sentó en la cama.

Trunks, al verla, puso cara de espanto y se turnaba entre mirar a su papá y a su mamá. Goten tenía razón: debía elegir, pero elegir cuál de los dos tenía la cara más machucada.

Bulma y Vegeta notaron que Trunks prácticamente seguía un partido de tenis con sus ojos, entonces voltearon a verse mutuamente.

En el distrito 439 del Este y en Kame House escucharon a Vegeta y a Bulma.

Inolvidable

por Raquel Vásquez


Era viernes, ya de tarde, y el hermoso crepúsculo adornaba el ambiente con gran variedad de colores, como si fuera un regalo de despedida del Sol por las horas de ausencia en que la Luna ocuparía su lugar como astro Rey en el firmamento…

Krilim caminaba con paso cansino por las calles de la ciudad sin una dirección determinada, apreciando cómo los tonos rojizos del atardecer se reflejaban en las montañas, haciendo que éstas parecieran como si estuvieran ardiendo a causa del fuego… La verdad es que nunca era tan observador con ese tipo de detalles, pero ese día estaba algo melancólico y no pudo pasar por alto el espectáculo tan maravilloso que el paisaje le ofrecía…

Estaba agotado y le dolía mucho su espalda, así que trató de relajarse y liberar su mente de toda la tensión que había acumulado en esos días. Esa semana había sido de intenso trabajo en su nueva empresa, así que había tenido que invertir muchas horas extras para terminar justo a tiempo su nuevo proyecto, aunque en realidad, ya era costumbre quedarse hasta tarde en la oficina arreglando los asuntos que durante el día quedaban pendientes… Y ahora, finalmente estaba listo todo el papeleo del nuevo contrato que acababa de firmar unos días atrás, y que debían estar listos para ese mismo lunes en la mañana. Al menos eso le había subido algo sus ánimos, y bien que lo necesitaba, ya que desde hacía tiempo que sus pasos se los llevaban por delante al caminar, y eso era bastante incómodo, la verdad…

Trató de darle un pequeño masaje a sus hombros, pero repentinamente se detuvo y pudo ver su reflejo en la vitrina de una tienda. Sonrió al observarse, aún no se acostumbraba a verse vestido con traje formal y corbata, y mucho menos a ver cabello en su cabeza. Incluso le había pasado varias veces que se olvidaba que lo tenía y se iba a trabajar sin cepillarlo, entonces, todos sus empleados se le quedaban mirando extrañados. Cada vez que eso pasaba salía corriendo al baño y notaba con gracia que estaba todo despeinado, es por eso que siempre tenía un cepillo de cabello en la primera gaveta de su escritorio, para evitar que un futuro cliente lo viera todo desarreglado y no lo tomara en serio. La apariencia era fundamental en su nuevo mundo.

Pero era verdad lo que sus amigos le decían; sí que había cambiado su apariencia en sólo unos meses, pensó al tiempo que suspiraba y se quitaba la corbata para guardarla en uno de los bolsillos de su chaqueta al tiempo que retomaba su caminata… y no es que no le agradara su nuevo aspecto, al contrario, le gustaba tener cabello y vestirse de manera diferente, era sólo que aún se sentía extraño sin llevar puesto su acostumbrado traje de pelea. Después de tanto tiempo usándolo había llegado a sentirlo como parte de su cuerpo. Pero esos días de grandes batallas eran, ahora, parte de otra época que ya sentía muy lejana.

Era curioso el rumbo que había tomado su vida… ahora era todo un hombre de negocios, y descubrir sus grandes dotes había sido toda una bendición. Ahora que la Tierra vivía una nueva temporada de paz, pensó que era tiempo de dejar las peleas y los entrenamientos en el pasado y recorrer otros caminos… Después de todo, a pesar que era uno de los humanos más fuertes del planeta, su poder no era comparable con el de los saiyajins, y si un nuevo peligro llegaba a amenazar el planeta, estaba seguro que Vegeta, Piccolo y Gohan podrían hacerse cargo sin problemas y sin necesidad de su intervención.

Sí, ya era hora de darle un cambio a su vida, y así lo hizo… y su triunfo en el mundo empresarial había sido una sorpresa muy agradable para él. Ahora, al menos, tenía algo fructífero en qué invertir su tiempo… pero no podía evitar sentirse triste por la muerte de su amigo Goku. A pesar del tiempo transcurrido, el dolor de haberlo perdido no se mitigaba… cada vez que recordaba cómo había muerto por salvarlos a todos… cómo se había sacrificado por el bien de la Tierra, le daba mucha rabia por no haber podido ayudarlo, por haber sido tan débil… y ahora, lo único que podía hacer por él, era cuidar a su familia… A Gohan, Milk y el nuevo bebé que venía en camino…

Sin saber cómo y pensando en su amigo, llegó a la orilla del mar. La marea subía y pudo ver cómo la gente ya recogía sus posesiones dispuestos a retornar a sus hogares, después de un día de placer y esparcimiento. Se quitó sus zapatos, se subió sus pantalones y comenzó a caminar por la orilla del mar, la brisa del océano acarició su rostro e impregnó sus labios con un agradable sabor salino…

Había amado dos veces en su vida, y justo en esa playa se había despedido de su primer amor, «Maron», murmuró al tiempo que pensaba en ella… Era muy bella y hubiese dado todo por tenerla siempre a su lado. Recordó, al tiempo que se formaba una medio sonrisa en sus labios, cómo se había aventurado, junto a su amigo Gohan, a buscar una perla en el mar, con la esperanza que, al hacerlo, ella lo amara y fuera su esposa… pero no fue así. Un día, como cualquier otro, Maron salió de su vida, y desde entonces no había vuelto a verla. Aún así, esperaba que hubiese alcanzado la felicidad donde sea que estuviese en esos momentos… Ahora, años después, al igual que las olas del mar borraban sus huellas en la arena a medida que avanzaba, los sentimientos que había sentido por esa hermosa chica se habían ido diluyendo con el tiempo, hasta convertirlos en una hermoso recuerdo de otros tiempos. Sin embargo, él sabía que siempre ocuparía un lugar muy especial en su corazón, y es que el amor verdadero nunca muere por completo…

Pero, ahora, su mente y corazón pertenecían a alguien más… de ella sólo tenía el recuerdo de un beso dado en su frente y la sensación de haberla tenido en sus brazos mientras la protegía de los ataques del terrible Cell… La había visto en contadas ocasiones, pero sólo eso le había bastado para amarla por completo. Al verla por primera vez sintió que ella sería la pieza del acertijo que encaja perfectamente, dándole, de esta manera, un significado a su existencia. Adoraba su cuerpo que le parecía maravillosamente perfecto, pero más que nada, anhelaba poseer su alma, tan remotamente explorada por él… Amaba a esa androide, quería verla y tenerla a su lado, que ella llenara su vida de nuevas y excitantes emociones… Que, como si fuera un Sol, le diera luz y calor… que fuera la respuesta a todas sus preguntas… Ella, era su todo.

A pesar de esto, con cada día transcurrido Krilim perdía las esperanzas de volverla a ver. Ese día, en el Templo de Dios, luego que le pidiera al dragón Shenlong que le quitara la bomba que llevaba su cuerpo, A18 se había marchado apresuradamente, pero le había dicho que volvería, y esa promesa lo había mantenido en pie todos esos meses, pero ahora… estaba casi convencido de que no lo haría. Ella era su sueño, pero un sueño inmaterial, un espejismo solamente… y ahora su corazón estaba hecho pedazos… nuevamente…

él nunca conoció a su familia. Lo más cercano que había tenido a un padre era al maestro Roshi, que lo había criado desde chico. También estaba Goku, que había sido como su hermano, pero él ya no estaba… y, diablos, después de haber dado su vida dos veces por el bien de la Tierra y por salvar a sus amigos, no creía que fuera mucho pedirle a la vida el amor de una mujer. Tener una esposa y algunos pequeños que corrieran a su alrededor, haciendo travesuras, era todo lo que quería, sin embargo, el amor había resultado ser muy esquivo… y ahora estaba solo, más solo que nunca… Añoraba todo lo que pudo haber sido a su lado y no fue… La amaría siempre; ella era Inolvidable.

Las primeras estrellas hicieron su aparición en el cielo, y Krilim aún seguía caminando. Los recuerdos lo atormentaban… Mientras continuaba su camino podía ver a las parejas de enamorados llenas de felicidad caminando a su alrededor, agarrados de las manos, con rozagantes bebés en sus manos; a veces, una pareja ocasional se detenía de repente para darse un beso en los labios y luego continuar su camino… Era difícil, por no decir insoportable, ver cómo todos los demás disfrutaban de lo que, al parecer, la vida le había negado a él…

Al verlos, instintivamente cerraba su mano con la esperanza de encontrar la de ella en la suya. Pero el resultado siempre era el mismo… estaba vacía… entonces, apenado por eso, introducía sus manos en los bolsillos de su pantalón para evitar caer nuevamente en tal error… y bajaba su mirada para no poder ver la felicidad reflejada en los rostros de los demás… Si hasta parecía que cada día habían más enamorados en las calles, en todas las cuadras, a cada paso que daba, como si fuera una burla del destino, se topaba con una nueva pareja… ¿O sería simplemente que siempre habían estado allí y sólo ahora notaba su presencia?… No había respuesta… sólo había dolor.

Pero la verdad fue que ya no soportó más y alzó el vuelo, sin importarle en lo absoluto las miradas de sorpresa de todas aquellas personas que lo vieron volar repentinamente… Ya nada parecía tener importancia, ¿de qué servía tener dinero y éxito si no tenía con quién disfrutarlo? Le costaba creer que la vida no tuviera preparado algo mejor para él… No, no era posible que su destino fuera permanecer solo… Volaba, cada vez más rápido, como si quisiera huir de sus penas… de sus tristezas…

Finalmente llegó a Kame House y vio que la casa, que había sido su hogar por tanto años, estaba en penumbras. Al principio se extrañó un poco con esto, pero luego recordó que el maestro Roshi le había comentado en la mañana que iría junto con Ulong a una convención de no-sé-qué revistas que habría en Ciudad Satan, y que duraría todo el fin de semana, y bueno… no estaba seguro de qué eran esas revistas, pero seguramente serían de chicas, ya que ésa era la única razón que lograría que ese par de flojos dejaran Kame House en esos días… Eso y la comida gratis, por supuesto…

Ya había puesto su mano en la perilla de la puerta, cuando un ruido repentino puso en alerta todos sus sentidos… Era extraño que alguien estuviese en ese lugar a esas horas de la noche, además, no podía sentir ningún ki, cosa extraña, ya que por más insignificante que fuera la presencia de un ser ordinario, podría sentirlo a esa distancia, a menos que fuera… No, eso no era posible, pensó mientras ponía sus ideas en orden…

«¿Quién está ahí?», preguntó en voz alta, al tiempo que se ponía en guardia.

Una silueta femenina salió lentamente de las sombras.

«No te asustes, soy yo», respondió ella, muy despacio y con voz baja.

Krilim se quedó muy sorprendido al verla, fue como si un rayo hubiese atravesado su pecho de lado a lado, dejándolo sin aliento… Era ella, A18, su amor, pero… no entendía, ¿qué estaba haciendo ella en Kame House?

La joven Androide se le quedó mirando fijamente sin pronunciar palabra, como si lo estuviera escudriñando, y él sintió que esos ojos, azul cielo, habían recorrido cada rincón de todo su ser, llegando a conocer sus más profundos secretos…

La brisa sopló agitando sus cabellos dorados. Ella, en respuesta, tomó, delicadamente, un mechón de sus cabellos y lo colocó detrás de su oreja…

«Te esperaba, desde hace rato», comentó finalmente, al ver que el hombre no se decidía a hablar.

«Y-Yo… –balbuceó casi sin fuerzas–. No pensé que volvería a verte…».

Él bajó la cabeza ante esa confesión y ella, al ver esto, se acercó más a Krilim, cosa que lo puso más nervioso.

«Te dije que volvería, y yo siempre cumplo mis promesas», dijo al tiempo que tomaba su barbilla y hacía que alzara su vista y la mirara a la cara.

«Sí, claro… Es sólo que ha pasado tanto tiempo desde que hiciste esa promesa que…», la verdad no pudo terminar su frase. Tenerla tan cerca… a esa distancia podía sentir el delicado aroma de su cuerpo.

«Lo sé. He estado bastante confundida y necesitaba tiempo para pensar en muchas cosas…». En ese momento le dio la espalda y miró largo rato el horizonte, como si buscara las palabras justas que lo hicieran comprender todas sus dudas. Era muy complicado para alguien como ella, un ser de pocas palabras, hacerlo entender lo difícil que le resultaba confiar en las personas. Hasta ese momento sólo se había sentido segura con su hermano A17. Le habían hecho mucho daño, y no era tarea fácil superar toda una vida de pena y sufrimiento, pero eso es parte de otra historia…

«Hoy, después de todo este tiempo, no he logrado comprender porqué le pediste a ese dragón tan extraño que nos quitara, a mi hermano y a mí, las bombas que teníamos alojadas en nuestros cuerpos».

«Ah, es eso por lo que vienes –dijo un poco desilusionado. Después de todo, tenía la pequeña esperanza de que lo hubiese buscado para decirle que lo amaba–. Bueno, es que me parecía injusto que, pudiendo quitarles esas bombas a ustedes dos, las conservaran. Además, yo siempre sentí que eran buenas personas, es por eso que creí que merecían otra oportunidad de la vida».

A la Androide le parecía increíble haber conocido a alguien como Krilim. La verdad es que tenía un corazón muy noble… Desde que lo conoció, él había dado más de una prueba de su buena voluntad, y nunca, a pesar de todo lo que había hecho por su persona, había pedido nada a cambio. Y ahora, al verlo después de tanto tiempo, sintió una nueva y excitante emoción, un escalofrío recorrió todo su cuerpo, y un sustito invadió su estómago… No estaba segura, pero creía estar enamorada de él.

«Yo, te estoy muy agradecida, por todo lo que has hecho por mi hermano y por mí. Nunca nadie había sido tan bueno conmigo».

«Oh, vamos, no puedo creer eso. Eres un ser tan bello, que es imposible que no hayas enamorado a ningún hombre», respondió Krilim con mucha inocencia.

Ella lo miró un poco sorprendida por sus palabras, pero también se sintió halagada por esas opiniones tan lindas que le expresaba. Así que sonrió y le dio un beso en los labios… Al separarse, él tomó su mano entra las suyas y, para su sorpresa, ella no trató de retirarlas…

«Estoy confundido –dijo, algo perturbado– ¿qué significa ese beso?».

«No estoy segura –respondió ella– sólo sé que desde hace mucho tiempo quería darte ese beso…».

Él pudo ver cómo las barreras que ella había formado a su alrededor para protegerse del mundo entero, comenzaban a derrumbarse. Entonces la abrazó y pudo sentir cómo la mujer se cobijaba en sus brazos.

«Sabes que te amo, ¿verdad?», preguntó, armándose de valor el guerrero.

«Sí, ahora lo sé… Y yo también te amo a ti», afirmó ella con convicción. «Pero hay tantas cosas que aún desconoces de mí».

Trató de continuar, pero Krilim la detuvo con otro beso, pero esta vez lleno de pasión, beso que ella respondió inmediatamente. Al separarse él, se le quedó mirando fijamente.

«Ya conozco lo más importante de ti, y no es necesario que sepa más… Luego, con el tiempo, iremos conociendo muchas cosas uno del otro, pero no te preocupes, lo que sea que te aqueja de tu pasado, lo superaremos, JUNTOS».

«Sí, es verdad. Lo superaremos juntos», culminó ella con otro beso.

«¡Pero no te creas que siempre soy tan dócil, ¿eh?! –sentenció la mujer, sonriendo–. Hoy porque me agarraste un poco sentimental, pero te advierto que soy un ser muy difícil».

«¡GLUP!», pensó inmediatamente. «E-Este, bueno, jejeje, ya veremos. Pero ahora, ¿qué te parece si aprovechamos que la casa es toda nuestra?», preguntó Krilim con picardía al tiempo que la tomaba en sus brazos.

«¡Vaya!, veo que no te gusta perder el tiempo, enano», respondió ella desafiante. Vio la casa en total oscuridad, hum, realmente no era mala la propuesta. «Bueno, la verdad es que no es mala la idea. Bien, veamos de qué estás hecho».

Krilim sonrió lleno de emoción. «De acuerdo, no te defraudaré».

Caminaron hasta la casa, tomados de la mano. Al llegar, el hombre abrió la puerta, y la androide estaba a punto de entrar cuando Krilim la detuvo.

«Espera, hagámoslo bien», dijo al tiempo que la levantaba en sus brazos y la cargaba dentro de la casa. Ella, mientras, se recostó en su pecho.

Esa noche fue el comienzo de una nueva vida, juntos… penas y tristezas habían quedado en el pasado. La pareja había decidido unir sus caminos para comenzar uno nuevo: ellos tres tomados de la mano… Krilim, A18 y el amor que sentían uno por el otro. No era el final… sólo era el comienzo…

Reflexiones

por Alondra

Prólogo: La trama de este fanfic al principio podrá parecer bastante confusa… pero conforme sigan leyendo podrán entender muchas cosas… y cualquier duda se aclarará al final de la historia…


Cada uno de nosotros tiene a su Yo verdadero esperando por uno…

Una sala oscura… se enciende una luz… se puede ver una silueta iluminada por la luz recién encendida. El dueño de esta figura se encuentra cabizbajo… pero de pronto levanta la mirada dejando ver sus facciones… cabello de punta, un ceño fruncido bien marcado y una mirada profunda.

Caso : VEGETA – PRÍNCIPE DE LOS SAIYAS

Vegeta se encuentra sentado en una silla… en medio de la nada… con una luz iluminándolo intensamente… se escucha una voz…

– ¿Quién eres tú?

– Yo soy Vegeta, príncipe de los saiyas.

– ¿Quién eres tú?

– Soy el guerrero más poderoso de todo el universo…

– ¿Estás seguro?

– ¿Por qué quieres saberlo?… ¿acaso te importa?

– Hazte tú mismo esa pregunta…

– ¿Por qué?… No necesito saber nada más… sé perfectamente quién soy.

– ¿Estás seguro?

– Completamente… nadie puede decirme lo contrario… ¡Quien se atreva a hacerlo, morirá!

– ¿Por qué?

– Porque así debe ser… nadie puede atreverse a contradecirme.

– Así debe ser… ¿acaso esa idea viene de ti o de otra parte?

– ¿Qué quieres decir?

– Que esa idea no es tuya… no viene de ti…

– ¿Por qué lo dices?

– Esa idea te fue impuesta de niño… y tú no lo sabías…

– ¿Qué?

(Se enciende otra luz al lado de Vegeta y aparece un niño, muy parecido a Vegeta y usando ropas reales)

– ¿Quién eres tú?

– NIÑO : Yo soy Vegeta, príncipe de los saiyas… el guerrero más poderoso de todos.

– No puede ser… ¡¡Yo soy Vegeta!!

– NIÑO : Ambos somos Vegeta; tú eres yo y yo soy tú…

– ¿De qué diablos hablas, mocoso?… ¡tú no puedes ser yo!

– Niegas tu identidad…

– ¿Qué dices?

– Niegas tu niñez porque sabes que fue una etapa dura para ti…

– Eso no es cierto…

– Entonces… ¿por qué sientes rechazo hacia ti mismo?… Ese niño eres tú…

– Cállate… ¡¡CÁLLATE!!

– NIÑO : Tengo que ser el guerrero más poderoso… porque así debe ser. Todos me dicen lo mismo…

– ¿Quiénes son todos?

– NIÑO : Mis tutores, mis entrenadores… mi padre…

– Mi padre…

– Le temías a tu padre…

– Él me decía que tenía que ser el guerrero más poderoso de todos… que tenía que ser el más fuerte…

– Odiabas a tu padre…

– Sí, lo odiaba… nunca se dignó a entrenarme personalmente… me despreciaba…

– ¿Por qué?

– No sé… nunca lo supe… Yo hacía todo lo que me ordenaba… esperando su aprobación…

– Creías que haciendo su voluntad te ganarías su admiración y respeto…

– Él nunca me respetó… sólo fui un objeto para él… nunca me valoró…

– Pero aún después de eso, hacías su voluntad…

– Tenía que ser el guerrero más poderoso de todos. Ser respetado y temido por todos… ésa era mi idea…

– Pero esa idea no venía de ti…

– Claro que sí… ¡luché toda mi vida por eso!

– ¿Estás seguro?

– ¿Por qué me haces tantas preguntas?… ¡Maldición!… no tengo porqué contarte mi vida… Ahora tengo otra vida y lo demás no me importa…

– Ni siquiera tu pasado…

– ¿A qué te refieres con pasado?

– No puedes escapar a tu pasado…

(Desaparece la luz junto con el pequeño Vegeta y al otro lado aparece otra luz con un Vegeta algo más joven que el actual, vistiendo una armadura de combate y usando un scouter)

– ¿Quién eres tú?

– JV : Yo soy Vegeta, príncipe de los saiyas…

– Ya deja de estarme molestando… De una vez te aclaro que sólo hay un Vegeta… ¡¡y ése soy yo!!

– JV : Yo soy tu otro Yo… el Yo pasado… y del que no puedes escapar…

– Claro que sí… dejé de serlo hace mucho tiempo.

– Otra vez niegas tu identidad…

– Era más joven… tenía otras ideas…

– ¿Acaso no querías ser el guerrero más fuerte del universo?… ¿cruel y sanguinario?… ¿un príncipe a quien todos temieran?

– JV: He destruido naciones enteras… ¡¡soy el guerrero más poderoso del universo!!… ¡¡todos han caído de rodillas ante mí!!

– Eso no fue cierto… nunca pude ser más fuerte que Freezer…

– Odiabas a Freezer…

– ¡Por supuesto que lo odiaba!… era un ser repugnante… Soñaba con algún día convertirme en SSJ y derrotarlo.

– Y no lo conseguiste…

– No… fue ese miserable de Kakarotto quien lo derrotó… me quitó mi derecho… Encima se atrevió a humillarme cuando llegué a la Tierra por primera vez… ¡¡Lo odio por eso!!

– ¿Estás seguro?

– Por supuesto… Ese retrasado mental nunca debió quitarme mi derecho. ¡Voy a matarlo uno de estos días!

– ¿Y por qué no lo haces?

– He jurado que lo mataré…

– ¿Y por qué no lo haces?

– Porque… porque primero quiero humillarlo en un combate… para después de eso matarlo…

– Mientes…

– ¿Eh?

– Tú nunca podrás matarlo… porque sabes que si lo haces… perderás a un gran rival…

– Eso no es cierto…

– Tú sabes que sí…

– Es cierto que Kakarotto es el mejor rival que tengo… y por eso tengo la necesidad de derrotarlo para salvar mi honor… ya que si lo hago, seré el guerrero más poderoso del universo…

– JV : Lo mismo decías de Freezer… estás oscilando entre polos opuestos.

– Kakarotto acabó con Freezer… por eso tengo que acabar con ese inútil…

– ¿Y qué conseguirás con eso?

– Salvaré mi honor y volveré a ocupar el rango que me corresponde…

– Sabes que eso no es cierto… el rango lo perdiste hace mucho tiempo…

– ¡No!… ¡¡aún soy el príncipe de los saiyajins!!

– ¿Así lo crees?

– Por supuesto… Kakarotto me quitó mi derecho… ¡Él es el culpable de todo!

– ¿No será que el culpable eres tú?

– ¿Cómo?

– Culpas a los demás de tus errores, creyendo que así mantendrás tu posición… sin embargo, esto sólo es un pretexto para escapar de ti mismo…

– Yo nunca escapo de nada ni de nadie…

– Mientes nuevamente…

– Algún día derrotaré a Kakarotto… Ése es mi objetivo…

– ¿Por qué?

– Así debe ser… así lo siento…

– Tú nunca podrás matarlo… si lo desearas como dices… hace mucho que ya lo hubieras hecho…

– No he tenido la oportunidad para derrotarlo como se merece…

– ¿No será porque estás empezando a sentir simpatía por él?

– Cállate… ¡¡eso es absurdo!!

– Niegas la realidad nuevamente… Sientes aprecio por tu rival, pero no quieres aceptarlo…

– Ya te lo he dicho antes… ¡¡nadie tiene derecho a matarlo, más que yo!!

– Eso es sólo un pretexto…

– Jamás le perdonaré la humillación que me hizo pasar… Cómo se atrevió a superar mis poderes… si sólo es un idiota sentimental con cerebro de niño…

– ¿Te has puesto a pensar porqué fue así?

– ¿Qué dices?

– Esos sentimientos débiles como tú los llamas… lo ayudaron a volverse más fuerte y derrotar a tu peor enemigo…

– Sólo tuvo suerte… pero él no es digno de llamarse un auténtico saiyajin…

– ¿Por qué?

– ¡Porque es ilógico!… Uno no puede sustentar su fuerza en tonterías sentimentales… él es…

– Kakarotto pudo ser más fuerte que tú… porque sus sentimientos le dan esa fuerza que necesita… esa energía… la necesidad de proteger a los demás…

– Ésas son estupideces…

– ¿Así lo crees?

(Se enciende otra luz… en ella aparece un joven de cabellos morados, ceño fruncido y portando una espada)

– Ese chico es… Mirai Trunks… pero cómo…

– En este chico podrás verificar si los sentimientos débiles no sirven de nada…

– ¡¡Explícate!!

– Ese chico pudo ser más fuerte que tú… cuando peleaban contra Cell. Se parecía a ti en muchos factores, pero él tenía un objetivo y algo en qué sustentar su decisión de luchar…

– Admito que Trunks era fuerte… pero aún así era débil…

– ¿Así lo crees?

– TR : Mi deber es acabar con los androides y regresar la paz a mi mundo… debo hacerlo por Gohan y por mi madre… ¡no puedo perder!

– Pero al final él pudo lograrlo…

– Así es… ¿pero te has puesto a pensar la manera en que lo logró?… sus sentimientos de protección y dedicación hacia sus seres queridos le dieron la fuerza que necesitaba… era orgulloso, pero también estaba dispuesto a dar la vida por los demás… algo que te falta a ti…

– ¡Yo no necesito de eso!

– Al sustentar su fuerza y sus emociones en los demás… lo volvieron prácticamente invencible. Tú no tenías eso… sólo querías ser más fuerte que nadie… únicamente por orgullo… pero con un objetivo vacío…

– Por supuesto que quiero ser mejor que los demás… por eso no debo debilitarme… los sentimentalismos no van conmigo… ¡¡no sirven de nada!!

– ¿Estás seguro?

– TR : También quiero demostrarle a mi padre que merezco ser hijo suyo… pero es tan frío. No lo entiendo…

– ¡Ja!… ¡tú que puedes saber, mocoso!… ¡te comportabas como un estúpido!

– Otra vez tiendes a huir de la realidad…

– ¿Qué?

– Temes enfrentarte a tu hijo frente a frente… ya que en cierta manera te recuerda a ti.

– ¡Cállate!… eso no es cierto…

– Esa mirada del chico es mucho más fría que la tuya… ya que los horrores que tuvo que vivir no son nada comparado a tu vida… los ojos son el espejo del alma… y temes enfrentarte a esa mirada… ya que te recuerda a ti mismo.

– Pero él no estaba totalmente solo… tenía a su madre…

– Eso es cierto… pero él no sabía lo que era tener un padre… al igual que tú. Por eso esos intentos suyos de acercarse a ti… de conocerte… y tú lo eludías… al igual que tu padre te eludió a ti… el círculo se repite… nuevamente.

– TR : No lo entiendo… ¡por qué mi padre me trata así!… parece un ser frío y sin sentimientos. Pero… luego me di cuenta que no era como yo pensaba…

– ¿Y por qué lo crees?

– TR : Cuando el androide me mató, mi padre se lanzó a vengar mi muerte… aún sin importarle que estaba en una gran desventaja… y lo hizo por mí…

– …….. (silencio)

– ¿Por qué lo hiciste? ¿Acaso no decías que nada ni nadie te importaba?

– Yo… sólo… grrr… ¡¡no lo sé!!

– ¿Ves cómo sí tienes sentimientos?… Allí está la prueba, porque aunque lo niegues… querías a tu hijo… y por eso lo hiciste… ya no lo evites y sé más sincero contigo mismo.

– La razón por la cual lo haya hecho, no te compete a ti… ¡¡y ya deja de molestarme!!

(La imagen de Trunks desaparece, pero permanece la del otro Vegeta y de nuevo vuelve a reinar la oscuridad. La voz vuelve a hablar)

– Otra vez niegas lo que sientes… y quieres encerrar tus sentimientos dentro de ti…

– ¿Tú qué sabes?… No puedes leer mi mente… ¡Dime de una buena vez quién eres y qué haces en mi mente!

– Soy tu yo verdadero… el Yo que existe en tu mente y la parte de la mente que existe en ti… un Yo del que tratas de escapar…

– ¿Cómo?

– Tú eres el yo a los ojos de los demás, el que has construido en función a los demás… Yo soy tu yo verdadero, el que te gustaría ser… pero lo niegas…

– No seas tonto… yo soy tal como soy y no pienso modificar mi carácter ante nada ni ante nadie…

– Pero lo hiciste…

– No te entiendo…

– Tu cuerpo y mente son falsos… te convertiste en lo que eres a través de los lazos y relaciones entre los demás personas y tú. La interacción con los demás te han construido, esa relación con las demás personas y el paso del tiempo… dieron forma a tu mente…

(Se enciende otra luz… aparece una joven y atractiva mujer)

– Esa mujer… es Bulma… es mi mujer…

– Y por ella cambiaste…

– Eso es cierto… cambié mucho a su lado… me enseñó muchas cosas…

– JV : Y por ella rompiste tus principales objetivos… conquistar el universo, como había sido tu ideal principal durante tantos años…

– Nunca rompí mi principal objetivo… sólo que cambió simplemente por la destrucción de Kakarotto… por eso me quedé en la Tierra…

– ¿Estás seguro?

– Esa mujer me ofreció su casa… acepté en un principio porque así tendría un buen lugar para entrenar y…

– También porque ella te gustaba…

– Eso no es cierto…

– No puedes negar que te gustaba esa humana… Desde que la viste en Namek… la deseabas…

– JV : Esa mujer sólo fue un juego para ti, ¿cierto?… no valía la pena como compañera.

– No mientas… Está bien, es cierto que me gustaba desde esa vez. Pero no de la manera como dices…

– JV : Ella te ablandó el corazón y no lo quieres aceptar… Temes mostrar tus verdaderos sentimientos… mostrar que eres débil…

– ¡¡Yo no soy débil!!

– Aprendiste a amar… a confiar… a creer… cosas que no conocías hasta que conociste a esa mujer… temes mostrar tu cambio… tienes miedo a perder tu identidad…

– ¿Qué dices?

– Te cubres de un aura de soberbia y orgullo… que sólo son una máscara para ocultar tus verdaderos sentimientos…

– Ya deja de decirme esas cosas… me estás confundiendo…

– Ese yo que construiste… durante tanto tiempo… sólo sirve para ocultar tu mayor temor…

– Yo no tengo temores…

– Sí los tienes…

– Calla… eso no es cierto…

– Temes admitir tus debilidades… la ansiedad… el fracaso… perder el respeto frente a los demás y se burlen de ti… y…

– ¡No digas estupideces!

– Soledad… temes a la soledad…

– Eso no me perturba… toda mi vida he estado solo… eso no tiene importancia…

– Por eso quieres alejar ese pasado de ti…

– Estás totalmente loco si crees que te voy a creer…

(Se enciende otra luz en frente de él y aparece Vegeta de niño… con lágrimas en los ojos)

– ¿Por qué estoy llorando?… yo no debo llorar… ¡nunca!

– Por soledad… de niño nunca tuviste a nadie… odiabas a tu padre por la soledad que te provocaba su indiferencia hacia ti…

– Eso nunca me importó…

– Eso es lo que trataste de creer en esa época… pero ese sentimiento te acompañó por siempre… encerrado en el fondo de tu corazón y de tu mente… y tu Yo verdadero siempre está llorando… hasta ahora…

(Aparece la imagen del padre de Vegeta observando fijamente al niño… luego se da vuelta y comienza a alejarse)

– NIÑO : ¡Por favor, padre!… no me ignores… no me dejes solo… ¿por qué me tratas así?… voy a ser el más fuerte, lo prometo, pero por favor… no quiero estar solo… ¡no quiero estar solo!

– ¿Acaso no eras un príncipe?… ¿no debía de ser así?

– NIÑO : Yo no tengo la culpa de mi destino… no quiero ser así… ¡no tengo la culpa!… no quiero sentirme solo… no quiero… no me abandonen… por favor…

– ¡BASTA!… ¡Detén estas imágenes estúpidas ahora mismo!… Nunca me sentí solo, siempre estuve peleando en numerosas misiones de conquista al lado de mis compañeros…

– Esos compañeros sólo fueron una fachada, todo para ocultar que te sentías solo… si no, no los hubieras matado…

– Resultaron ser unos inútiles… no valían la pena…

– Seguiste escapando de tu soledad… aún ahora te sientes solo…

– NIÑO : Modificaste tu carácter en función a los demás… no de acuerdo a lo que pensabas… fuiste manipulado… todo fue un engaño…

– JV : Temes a la soledad, ¡ja!… eres un pobre diablo… un príncipe de los guerreros debe ser totalmente insensible a los sentimientos… debe tener un corazón de piedra.

– ¡¡Ya cállense!!… todo lo que dicen no tiene ningún sentido… están hablando incoherencias… nunca me he sentido solo…

(Vuelve a encenderse una luz y Bulma aparece)

– BL : Tu soledad se desvaneció desde que llegaste a la Tierra… ya no te sentías solo… pero aún los sentimientos permanecían en tu corazón… tratando de escapar…

– Aún temes demostrar tus sentimientos frente a los demás… te sientes manipulado por los demás después de tantos años… y temes perder tu identidad si los demás te abandonan… por eso no quieres estar solo…

– NIÑO : Ese sentimiento te impide relacionarte con los demás y hacer amigos… ¿eso es lo que hubieras querido cuando estabas como yo?

– Yo era un príncipe… no podía actuar de esa manera… ¡¡NO PODÍA!!

– Por eso te encerraste en ti mismo… temes mostrarte como eres realmente… porque no quieres romper tu imagen frente a los demás… el miedo de desaparecer de la mente de los demás si otro Vegeta existiera en tu lugar…

– JV : La imagen de tu pasado… como yo… frío y sin sentimientos… capaz de matar a cualquiera por placer…

– NIÑO : La imagen de un niño abrumado y confundido por la ausencia de amor y cariño… algo que deseabas con todas tu fuerzas y nunca te fue dado… a cambio de eso, fuiste entregado a la tierna edad de cinco años a las manos de Freezer…

– Para convertirte en su sirviente… ¿por eso y otras cosas odias a tu padre?

– ¡YA BASTA!… ¡¡¡¡YA BASTA!!!!… ¡¡LÁRGUENSE TODOS!!… ¡¡DESAPAREZCAN ANTES QUE VUELE EN PEDAZOS ESTE LUGAR!!

(Luego del grito, las imágenes desaparecen. Vegeta se queda solo… hundido en sus pensamientos)

– ¿Quién eres tú?

– No lo sé…

– ¿Sabes qué es lo que buscas?

– No lo sé…

– ¿No tenías un objetivo?

– Odio mi manera de ser, odio como soy… odio a mi padre… ¡¡LOS ODIO A TODOS!!

(Vegeta siente que las lágrimas corren por sus mejillas y de nuevo una luz se enciende a su lado, dejando ver a una mujer)

– BL : No debes odiarte como eres… así te formaron… ésa es tu manera de ser… si te odiaras de verdad, no podrías depositar tu confianza en los demás.

– Ya no sé realmente quién soy… es verdad que odio la soledad y no quiero volver a sentirla nunca más… quisiera ser diferente… demostrar mis sentimientos sin temor… decir «te amo» sin remordimientos ni problemas… pero no puedo… mi educación saiya no me lo permite…

(Se enciende una luz en frente de él y aparece él mismo… pero con una expresión de tranquilidad en su rostro)

– ¿Y tú quién eres?… ¿también eres uno de mis yo?

– VG* : Soy el Yo que te gustaría ser… el Yo que temes mostrar… el yo que puede mostrar sus sentimientos y que siente felicidad…

– Claro que conozco la felicidad… la encuentro dentro de mí… en lo que soy.

– ¿Eres feliz?

– Sí, estoy seguro…

– ¿Eres feliz?

– Ya te dije que sí…

– ¿Eres feliz?

– ¡¡Maldición!!… ¡¡¡NO!!!… ¡¡No soy feliz!!… ¡¡A lo largo de toda mi vida nunca que sido feliz!!… Me odiaba cómo era… quería cambiar…

– Entonces… ¿qué es la felicidad?

– No lo sé… nunca la he conocido…

– ¿Estás seguro?

– VG* : La felicidad la tienes al alcance de tu mano, pero no quieres aceptarla de nuevo por temor a expresar lo que sientes… sientes un gran conflicto dentro de tu ser… algo que no entiendes… y que te rehúsas a entender…

– El tratar de buscar la felicidad en los demás es algo… pero no es la felicidad verdadera…

– ¡Cierra la boca!.. ¡¡Tú qué sabes, estúpido!!… sólo eres una parte de mí… no tienes derecho a decirme todo eso…

– Tu yo verdadero se enfrenta al yo que construiste durante tu vida… pero no debes olvidar a tu tercer yo…

– ¿Qué?

(De pronto se encienden varias luces y aparecen varios Vegetas… todos observándolo…)

– ¿Y esto qué significa?

– Todos ellos son tu tercer yo… el yo que se encuentra en la mente los demás…

– ¿En la mente?

– Cada uno de ellos es un yo diferente… un Vegeta diferente… ya que cada persona te ve de manera distinta… pero todos son Vegeta… son tú mismo… el que todos conocen, pero diferente en la mente de cada uno… en la mente de Kakarotto, en la de Bulma, en la de Piccoro, en la de Trunks… todos ellos son diferentes.

– Eso no puede ser…

– ¿Por qué lo dices?

– Todos saben cómo soy yo… y no creo que me hayan conocido de otra manera…

– Ellos te observan de otra manera… de la manera que ellos quisieran que fueras…

– Cómo así…

– Cada uno de ellos se ha formado una visión de ti mismo… y todas son independientes entre sí. Ellos formaron tu propia imagen…

– ¿Qué quieres decir?

– Las ideas cambian constantemente… al igual que esas imágenes de ti mismo. Te observas a ti mismo a través de los demás… así formas tu imagen…

– Eso quiere decir… que estos yo son representaciones de mí mismo en la mente de los demás… pero son sólo eso… representaciones… pero no son mi verdadero ser…

– VG* : Exactamente… lo has comprendido.

– Al ser sólo representaciones de tu ser, te ayudan a comprenderte… y a la vez que te conoces tú mismo, conoces a los demás de la misma forma.

(Todos los Vegeta desaparecen a excepción de la imagen del Yo verdadero)

– No entiendo… ¿por qué fue todo esto?… ¿cuál es el objetivo?… ¿qué lograrás al final?

– El encontrarte contigo mismo te ayudará a despejar muchas dudas sobre ti…

– No tengo necesidad de eso…

– Al superar tus mayores temores, te ayudará a avanzar descubriendo tu identidad, y el conocerte a ti mismo es el mayor reto que puedes superar.

– VG* : Y el aprender a confiar en los demás es parte de ese camino… por eso ahora tienes oportunidad de rehacer tu vida… y dejar de encerrarte en ti mismo.

– Mi vida… ha cambiado… es verdad que ya no soy el mismo de antes. Tengo una familia, pero… me falta un objetivo… siempre creí que era derrotar a Kakarotto y hasta ahora lo siento dentro de mi corazón, pero… eso no es todo en la vida…

– Ese objetivo lo tienes al alcance de tu mano… y para eso tus ideas ya no deben tan ser estrechas, para eso debes buscar más…

– ¿Cómo?

(Vuelve a encenderse una luz y aparece Bulma)

– BL : Al aceptar tus sentimientos abrirás tu mente a los demás… y también las ideas sobre ti cambiarán. Si tú lo crees así, los demás también lo creerán.

– VG* : El ver las ideas desde el punto de vista de otros te ayudará a cambiar… y podrás descubrir la tan ansiada felicidad.

– Pero lo más importante… es aceptarte como eres, con todas tus limitaciones y debilidades… aceptar que eres diferente, y si sabes la causa de tus errores, podrás superarlos sin problemas… sin pensar en la opinión de los demás…

(Ambas imágenes… la del Yo verdadero y de Bulma desaparecen… dejando a Vegeta solo…)

– Todo esto es muy confuso para mí y en cierta manera trato de asimilarlo… pero todavía hay muchas cosas que detesto de mí mismo y que detesto de los demás… ésa es la verdad…

– La única verdad es la que existe en tu mente… separa tu realidad de la verdad existente… la única que puede haber…

– Pero… también sé que hay muchas personas que me aceptan tal y como soy… a pesar de mis defectos. Cometí muchos errores en mi vida, lo admito… pero aún no es tarde para rectificarlos…

– Con el simple hecho que aceptes tus errores y tu lugar en el mundo… habrás dado un gran paso en tu propio camino por encontrarte contigo mismo y con los demás…

– Ahora lo entiendo… si me acepto a mí mismo, también debo aceptar a los demás, ya que ellos forman mi mundo y mi mente… a pesar de todos los problemas que tenga con ellos, ya son parte de mí… y eso no lo podré evitar.

– Y si enfrentas los problemas y la realidad sin evadirte en ti mismo… esta realidad no será tan terrible como parece… y si sabes la causa de los problemas, podrás superarlo…

– Ahora sé quien soy… y también mi nuevo papel aquí… en base a todo esto… seguiré adelante…

– ¿Cúal será tu nuevo objetivo?… ¿seguirás con la idea de derrotar a tu rival?

– Quién sabe, pero ya no será lo único que me importe. Tengo muchas cosas en mi mente y que merecen mi atención… como mi familia… la familia que formé y a la que debo cuidar.

– ¿Ya sabes qué es lo que buscas?

– Si no intento descubrirlo por mí mismo… no lo sabré jamás…

– ¿Y entonces?

– El mundo da muchas vueltas y hay muchas cosas por descubrir… Toma eso… como un objetivo.

Luego de esas últimas palabras, Vegeta sonríe, se levanta de la silla y se aleja… sin borrar la sonrisa de su rostro…


…se enfoca la ahora solitaria silla

…vuelve a escucharse la voz

– Hoy hemos llegado a una de muchas conclusiones… La realidad cambia y sólo le pertenece a cada uno. Cada quien es responsable de su propio destino y de sus pensamientos… El deseo de vivir y de morir… le pertenece a cada uno. Pero… al aceptar la verdad y no huir de los problemas, por más dificiles que sean, lo ayudará a uno a crecer por dentro y de esta manera… comprender a los demás que ya son parte de nuestra realidad… pero eso ya… pertenece a otra historia…

…con ustedes

…Buenas noches.

FIN…

…por ahora

…en el futuro

…quién sabe.


Notas finales: ¡Hola!… espero no haberlos confundido con la trama de esta historia que acaban de leer ni tampoco esperar demasiadas críticas por esto… Desde hacía tiempo tenía ganas de hacer algo diferente y que deje pensando a quien lo leyera. Se me ocurrió hacerlo con Vegeta porque su mente me parece una de las más interesantes por explorar… y tal parece que así lo fue. Las ideas principales fueron tomadas e inspiradas en los últimos capítulos de la serie «Neon Genesis Evangelion», que me impactaron bastante por su temática tan complicada e ideas tan profundas, por lo tanto algunos de los diálogos pueden parecer escritos al pie de la letra, pero es pura coincidencia. Evangelion es una gran serie y se las recomiendo. Ahora, espero no haberlo aburrido mucho con esto y me despido hasta otra oportunidad… Ja ne

La Lección

por Melinka


Pocos años habían transcurrido desde la titánica lucha contra Majin Buu. Desde entonces la tierra estaba en completa armonía y los Guerreros Z comenzaron a vivir en paz, dejando poco a poco sus duros entrenamientos.

Lógicamente, tanto Goku como Vegeta se oponían tajantemente a esta situación. Bueno, era entendible ya que ambos pertenecían a una raza guerrera, y fue por ello que ambos pusieron las mayores objeciones cuando Bulma y Milk decidieron que ya era tiempo de que sus retoños entraran a estudiar. Para los saiyas era inadmisible que los niños olvidaran que ante todo eran guerreros. Ellas, comprendiendo que sus parejas nunca transarían con esto, decidieron que lo mejor sería que sus hijos hicieran ambas cosas simultáneamente, es decir, mientras asistieran a clases por las mañanas, en las tardes podían entrenar.

Y así fue como Goten y Trunks entraron al colegio más prestigioso de Ciudad Satán, el «Satan School». A decir verdad no eran alumnos muy brillantes que digamos y era bastante común ver a sus madres en el establecimiento justificando algunas de sus travesuras.

Un día, más temprano de lo habitual, los niños iban lentamente caminando a sus casas sin dirigirse palabra alguna. El silencio poco característico de ellos fue rápidamente extinguido cuando Trunks lo rompió.

–Goten, eres un tonto –le dijo a su amigo mientras le daba un pequeño empujón.

–Es que no me di ni cuenta –se disculpó inocentemente–. En todo caso, Trunks, fue super chistoso –continuó, comenzando a reír.

–Eso sí… jajajajajaja… Fue casi tan chistoso como cuando incendiamos el laboratorio de mamá…

–…jijijijijij… O como cuando botamos el pilar de la torre del Maestro Karin…

–…jajajajaja… o como cuando…

Con lo «graciosas» de sus rememoranzas, ninguno de los dos se percató de que cerca de ahí había un Ki muy poderoso y que ellos conocían bastante bien…

–¡¡¿¿No se supone que ustedes deberían estar en la escuela??!! –inquirió una voz vigorosamente.

–¡¡PAPÁ!!

–¡¡SEÑOR VEGETA!!

Los niños dejaron de reír en el acto preguntándose porqué Kamisama era tan cruel al hacer que Vegeta fuera el primero en escuchar sus confesiones.

–¡Estoy esperando una respuesta, jovencitos! –continuó Vegeta cruzándose de brazos y mirándolos como sólo él sabe hacerlo, lo cual intimidó más aún a los pequeños.

–Es que… –se interrumpió Trunks esperando alguna iluminación de último minuto que le permitiera inventar alguna alternativa de la verdad.

–¡Es que nos suspendieron! –dijo intempestivamente Goten, ganando una mirada bastante reprobatoria de su amigo.

–¡¡¿Qué?!!… jajajajaja. –A Vegeta le pareció muy chistosa la hazaña, pero después de pensar cómo se pondría Bulma, cambió bruscamente de parecer–. ¡¡¿Han pensado cuánto los van a castigar esta vez?!!… Para que se hagan una idea, va a ser tanto como cuando incendiaron el laboratorio de tu madre o como cuando botaron el pilar de la torre de ese gato…

Los niños palidecieron instantáneamente al recordar a lo que él se refería… ¡¡¡¡¡¡LES HABÍAN PROHIBIDO JUNTARSE POR CASI UN MES!!!!!!… Ésos fueron los días más aburridos de sus vidas que ellos recordaban… Casi llorando comenzaron a justificarse ante Vegeta.

–Es que estábamos jugando, papá, y empujé a Goten…

–Y yo también lo empujé…

–Y nuevamente lo empujé yo…

–Y yo…

–Y luego no nos dimos cuenta hasta que habíamos destrozado el salón de clases cuando Goten me empujó convertido en SSJ.

–Eso fue lo que pasó, señor Vegeta, en serio. No le diga a mi mamá, ¿ya?

–Sí. papá, nos descontrolamos y no medimos nuestras fuerzas…

–Será un secreto de los tres. ¿Ya, señor Vegeta? –insistió humildemente Goten.

–Sí, papá, ¿quieres?

El príncipe saiyajins había guardado un completo silencio escuchando atentamente el relato de los pequeños, y cuando éste concluyó, pareció analizar una y otra vez lo que sus oídos habían escuchado… Un brusco incremento de su Ki fue lo que ambos sintieron cuando él estalló.

–¡¡TRUNKS!! ¿ME ESTÁS QUERIENDO DECIR QUE TE DESCONTROLASTE?

–S-sí, papá, pero… –contestó tímidamente el niño.

–¡¡¡PERO NADA!!! ESTO ES INADMISIBLE, ¿¿CÓMO ES POSIBLE QUE UN SAIYAJIN SE DESCONTROLE?? ¿¿ACASO NO PIENSAN EN LAS CONSECUENCIAS QUE PUEDEN ACARREAR SUS ACTOS??… AHORA ME DOY CUENTA QUE SUS MADRES TENÍAN RAZÓN: ¡¡¡¡USTEDES NECESITAN UNA IMAGEN PATERNA QUE LES ENSEÑE UNA BUENA LECCIÓN!!!!… EN MARCHA, MOCOSOS, VAMOS A BUSCAR A KAKAROTTO.

Los niños nunca lo habían visto tan enfadado; por lo general él sólo se reía de sus travesuras, así que para no agravar aún más la situación, lo siguieron a una distancia segura, sin hacer ninguna objeción.

–Trunks, ¿mi papá se enojará tanto como el tuyo?

–No sé, Goten, pero si mi papá dijo que un saiyajin nunca se descontrola, lo más seguro es que sí.

–¿Crees que nos castiguen sin comer? –preguntó preocupadamente.

–Espero que no, porque tengo mucha hambre.

Vegeta ya estaba en el Templo Sagrado hablando con Goku cuando los niños llegaron ahí.

–¡¿Qué cosa me estás diciendo, Vegeta?!

–Lo que escuchaste, Kakarotto: que nuestros hijos irresponsablemente se descontrolaron, destruyendo un salón de clases.

–No lo puedo creer, ¡¡como si nosotros les hubiésemos dado semejante ejemplo!!… Creo que debemos darles una buena lección.

–¡¿Y a qué crees que vine aquí?! ¡¿Acaso pensaste que veníamos de visita?!

Goku no se veía para nada contento con lo que le habían contado. Para él era increíble que los niños hubiesen hecho lo que Vegeta le estaba relatando, así que se dirigió donde ellos estaban y les consultó:

–¿Es cierto lo que me dijo Vegeta? –preguntó escuetamente.

–¡¡¡KAKAROTTO!! ¿¿Estás insinuando que soy mentiroso?? –interrumpió el príncipe saiyajin, algo molesto.

El aludido se giró lentamente para responderle de frente en un tono bastante irreverente.

–La verdad es que contigo nunca se sabe…

El ofendido Vegeta empuño su mano acumulando energía, pero justo en el momento en que la iba a lanzar, miró a su hijo y recordó instantáneamente que le quería dar una lección de autocontrol y, golpeando al insolente, control de su espíritu era lo que precisamente no le iba a demostrar, así que contó hasta 10… bueno, hasta 100, y se relajó… un poco.

Goku no comprendió porqué él no lo había golpeado. En otras ocasiones, por menos se habían transado a golpes, pero su ágil cerebro llegó a una rotunda conclusión que no demoró en dar a conocer a los presentes:

–¡¿No peleas conmigo porque sabes que soy más fuerte?!

Esto era lo que le faltaba… ¡¡¡QUE EL MALDITO DE KAKAROTTO LE REFREGARA EN LA CARA QUE ERA MÁS FUERTE QUE ÉL!!!… Su Ki se incrementó violentamente, sin embargo, aferrándose a su firme convicción de que Goku era un estúpido, se contuvo otra vez…

Picoro, que estaba en ese momento en el interior del templo, al sentir la brusca acumulación de energía se asomó al exterior y desde ahí siguió contemplando la escena.

Goten y Trunks no se percataban de la magistral clase de autocontrol que estaban recibiendo por parte de Vegeta, ya que solo veían el gotear de sangre de sus manos, empuñadas tan violentamente.

–¡¡KA-KA-ROT-TO!! ¿Qué vamos a hacer con los niños? –dijo de la forma más relajada que pudo.

–¿Con respecto a qué?

–¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡GGGGRRRRRR!!!!!!!!!!……

Para Picoro no pasó desapercibida la transformación del rostro de Vegeta… Las venas de su frente se marcaban notoriamente y sus dientes estaban apretados bastante fuerte. Aunque sus ojos despedían mucha ira, la vibración de sus pupilas denotaba el gran esfuerzo que hacía por contenerse.

–Yo creo, Vegeta, que debiéramos demostrarles que nosotros nunca nos descontrolamos.

El nameku intervino para sí mismo diciéndose: «Nosotros es mucha gente. Hasta a mí me desesperas a veces, Goku… Realmente Vegeta es digno de admiración».

–¡¡¿Y a qué crees que vine?!!… ¡¡Además, tú no haces las cosas muy fáciles que digamos!!

–¿A qué te refieres, Vegeta? No te entiendo…

–No me extraña –pensó Picoro.

–No me extraña –dijo el saiyajin.

–¿Qué cosa?

El príncipe hacía esfuerzos sobrehumanos para no agredirlo. Su idiotez lo sacaba de quicio… bueno, a cualquiera.

–¿Sabes, Kakarotto?

–No, no sé.

Los niños, sentados en las escaleras del templo, giraban sus cabezas como si estuvieran en un partido de tenis, donde la pelota era el diálogo que sus padres llevaban a cabo.

–Ya sé cual fue la real causa por la que te echaron del planeta Vejita.

–¿Ah, sí? ¿Y cuál es? –preguntó intrigado Goku.

Vegeta comprendió que si seguía conteniendose iba a terminar matando al sujeto, así que optó por sacar su ira en agresiones verbales… era la única forma que conocía para no golpear a alguien a pesar de lo que éste le dijera, y con Bulma este método siempre le daba buenos resultados.

–No fue por tu bajo nivel de pelea, sino por tu insignificante coeficiente intelectual.

–¡¡Vegeta, yo no soy ningún idiota!! –aclaró el ofendido.

–Sí, sí, sí, lo que tú digas, Kakarotto –se mofó el príncipe.

Goku se fastidió mucho con el comentario, ya que desde que estaba viviendo en el templo se dedicaba a estudiar arduamente con la ayuda de Dende, porque estaba aburrido de que todos pensaran que era un retardado mental.

–¡¡¡VE-GE-TA!!! ¡¡NO QUIERO QUE ME INSULTES FRENTE A MI HIJO!!

Vegeta ahora estaba tranquilo, y se sentía orgulloso (¿más se puede?) de poder guardar la compostura.

–Goten, ¿ves como se comporta mi papá? No se altera nunca… cómo me gustaría ser como él.

–A mí también, Trunks.

Picoro estaba muy asombrado de la serenidad del Ki del saiya y decidió ir por Bulma al interior del Templo para que también viera la hazaña de su pareja.

–Bulma, qué bueno que viniste justo hoy a reparar la antena parabólica –le dijo Picoro.

–Es lo menos que podía hacer después que Trunks la rompió la última vez que vino –respondió ella alegremente, denotando así el buen ánimo que tenía.

–Vegeta esta aquí.

–¡¡¡¡¿¿Qué??!!!! ¡¡¡¡¿Ya vino a molestar a Goku?!!!! –dijo comenzando a preocuparse.

–No. Mejor ven a verlo con tus propios ojos –le dijo misteriosamente el namekuseijin.

Ella, haciéndose miles de negativas conjeturas, lo siguió al exterior.

Pero ahí las cosas estaban cambiando radicalmente a como las había percibido Picoro. Ya que Vegeta seguía ultraconcentrado en su autocontrol y los niños asombrados por lo que veían, ninguno se percató del fuerte incremento del Ki de Goku: estaba muy enfadado por el comentario anterior. ¡¡¡¡QUIÉN SE CREÍA ESE MECHAS DE CLAVO PARA VENIR A TRATARLO ASÍ!!!! ¡¡¡¡¿¿ACASO PENSARÁ QUE POR SER EL PRÍNCIPE DE SU RAZA TIENE DERECHO A INSULTARLO DE ESA MANERA??!!!!… ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡NO, CLARO QUE NO!!!!!!!!!! (qué carbonera, jajajaja).

Goku tensó los músculos de todo su cuerpo y juntó levemente sus palmas…

–¡¡KAME!! –dijo casi inaudiblemente mientras dirigía sus brazos hacia atrás– ¡¡HAME!! –una brillante luz se comenzaba a vislumbrar entre sus manos– ¡¡¡¡¡HA!!!!! –y un poderoso rayo de energía salió hacia delante, impactando de lleno en el pecho de Vegeta.

El agredido, pillado con la guardia baja, fue a dar a una de las cúpulas del templo sagrado, destruyéndola casi por completo… Los niños, con los ojos extremadamente abiertos, no podían creer lo que estaba frente a sus ojos: ¡¡¡¡¡¡GOKU HABÍA EMPEZADO UNA GRESCA SIN RAZÓN ALGUNA!!!!!!

Vegeta se paró en el acto, esto era más de lo que podía soportar… Su Ki estalló formando un aura dorada alrededor de su cuerpo, extendió su mano izquierda comenzando a acumular energía en ella, apuntó y disp… Una voz… es decir, un grito, le hizo perder la concentración…

–¡¡¡¡¡VEGETA!!!!! ¡¡¡¿¿¿QUÉ DEMONIOS ESTÁS HACIENDO???!!!

–¡¡¡BU-BULMA!!!… ¿Qué estás haciendo aquí? –respondió el saiya, olvidando completamente su afán de venganza.

–¡¡¡¡¡MIRA CÓMO DEJASTE EL TEMPLO!!!!! ¡¡¿¿TE ATREVES HACER UNA BARBARIDAD ASÍ DELANTE DE TU HIJO??!! ¡¡¡¡¡¡ERES UN IRRESPONSABLE!!!!!! ¡¡¡¿¿¿QUÉ EJEMPLO LE ESTÁS DANDO A TRUNKS???!!! ¡¡¡DE SEGURO MAÑANA EL NIÑO VA A LLEGAR DICIÉNDOME QUE DESTROZÓ UN SALÓN DE CLASES, Y YO ¿¿¿QUÉ LE VOY A DECIR???!!!

Al escuchar la última frase, Trunks sonrió al comprender que Vegeta nunca le diría a su madre la embarradita que se habían mandado ese día en el colegio, ya que si lo hacía, ella de seguro los castigaría a ambos por igual.

–¡¡¿¿AHORA CON QUÉ CARA VOY A VENIR A TEMPLO SABIENDO QUE EL OTRO DÍA TRUNKS DESTROZÓ LA ANTENA, Y AHORA TÚ LA HERMOSA CÚPULA!!??

–Pe-pero Bulma –trató de hacerse escuchar el afligido saiyajin.

–¡¡¡¡¡¡PERO NADA!!!!!! ¡¡¡¿¿¿CÓMO TE ATREVES A HACERME PASAR POR ESTOS DISGUSTOS A PESAR DE MIS CINCO MESES DE EMBARAZO???!!!… ¡¡¡¡NOS VAMOS INMEDIATAMENTE PARA LA CASA!!!!

–Bulma… –intercedió Picoro.

–¡¡¡¡¡¡NO ES CONTIGO EL PROBLEMA, ASÍ QUE CIERRA LA BOCA!!!!!!

Goku pareció por fin darse cuenta del problema y acercándose al saiya le preguntó:

–Vegeta, ¿cuándo le vamos a dar esa lección a los niños?

Él se giró en el acto con los ojos llenos de rabia y frustración, y extendiendo sus brazos decidió ahorcar al incordiable ser…

–¡¡¡¡¡¡VEGETA, TE ESTOY VIENDO!!!!!! –gritó Bulma desde un costado.

–Ggggrrrrhhh –fue la única expresión que manifestó antes de subir boca cerrada al aerocoche–. ¡¡Tú ni me mires, mocoso!! –le dijo a su hijo, que ya se encontraba ahí.

El camino de retorno a la Corporación Cápsula fue un infierno por los gritos de la mujer. Trunks hizo real caso a la recomendación de su padre: en un rincón guardó completo silencio y ni siquiera alzó la vista… Al final de cuentas, buena culpa tenía él de esta situación.

Mientras, en la plataforma del templo, Goku se había ido a comer junto a Goten. Picoro, con la sabiduría de Kamisama, meditaba sobre lo que acababa de contemplar:

–Bueno, una vez vi esto mismo en casa de Goku… Es increíble cómo los seres más fuertes del universo son dominados por una mujer… Quizás hay algo más, tal vez sea aquello a lo que le llaman «enamoramiento»… pero yo no entiendo nada de eso –se dijo con cara de pregunta.

A la mañana siguiente, sonó el despertador en la habitación principal de la C.C. Todos los días Bulma se levantaba temprano para llevar a su hijo al colegio, pero esa mañana fue distinta:

–Bulmita, no te levantes. Yo llevaré a Trunks a la escuela, y no te preocupes que también pasaré por Goten –le comunicó sumisamente el saiya.

–Que eres lindo, Vegeta… –respondió ella entre sueños, presagiando que la tormenta de su enojo había amainado.

Ese día fue Vegeta quien justificó la travesura de los niños en la dirección del establecimiento: «aquella calamidad no se volvería a suscitar y los gastos de las reparaciones obviamente pasarían por las manos de la familia Brief».

Él saiya ya había cumplido y ahora le tocaba volver a sus entrenamientos, pero cuando quiso desaparecer de ahí volando, escuchó a Trunks que le decía sonriéndole inocentemente:

–¡¡Papá, eres lo máximo!! Yo quisiera tener el mismo autocontrol que tienes tú.

–Sí, señor Vegeta, ¡usted es grandioso! –agregó Goten.

–¿¿A qué se refieren, enanos?? –preguntó intrigado pensando que era una broma de mal gusto.

–Papá, todas las cosas que te dijo el señor Goku y mi mamá, y aún así no les hiciste nada… ¡¡Eres lo mejor!!

El príncipe se sonrió para sí e hinchó su pecho lleno de orgullo paterno. Dispuesto a partir, un pensamiento que cruzó por su cabeza lo retuvo un último momento:

–Goten, sin la ayuda de tu padre nunca les habría podido enseñar esa lección.

Una gran sonrisa inundó los rostros de los pequeños saiyas. Ambos tenían padres extraordinarios. Para ellos, los mejores del universo.

§ REENCUENTRO §

por Raquel Vásquez

§ «No te dejes
abatir por las despedidas.
Son indispensables como preparación
para el
reencuentro.
Y es seguro que
los amigos se reencontrarán,
después de algunos momentos
o de todo un ciclo vital» §Richard BachIlusiones

Después de un largo día de trabajo, Krilim finalmente llegó a Kame House. Con desgano saludó al maestro Roshi y subió a su habitación. Se cambió de ropa y se tiró en su cama dispuesto a dormir. Estaba agotado; desde que habían derrotado a Cell, Krilim había dejado de lado las peleas y los entrenamientos y se había convertido en un hombre de negocios. No podía quejarse, le había ido muy bien, en sólo unos meses había formado una empresa próspera que cada vez exigía más atención. Pronto debería mudarse de Kame House a la ciudad, ya que las idas y venidas todos los días volando desde su trabajo lo cansaban demasiado. Si no lo había hecho hasta ese momento era porque no quería dejar al maestro Roshi; además, mudarse significaría vivir solo… Aunque, ya lo estaba; estaba solo y muy cansado, pero no del trabajo duro, no, al contrario; hacer algo, lo que fuera, lo distraía y lo hacía olvidar, aunque fuera por unas horas, las tristezas de su alma…

Sí, se sentía cansado de la vida, de las constantes peleas con oponentes más fuertes que él, de ver morir a los inocentes a manos de monstruos desalmados, de entrenar, de no saber nada de su amor A18, de que lo hubiese dejado ese día en el Templo de Dios sin haberla visto nuevamente, de pasarse la vida esperando inútilmente su regreso. Pero más que nada, estaba cansado de vivir la vida sin su amigo Goku… Él había muerto por salvar al planeta de la terrible amenaza de Cell, ¡cuánto lo extrañaba!… Eran incontables las veces que su amigo le había salvado la vida… pensaba en los años compartidos viviendo juntos, aprendiendo y creciendo uno al lado del otro…

Sonrió con cierta amargura al recordar los días tranquilos que vivieron juntos antes de enfrentar a Cell… No podía asimilar el hecho de no volver a verlo… y peor aún, no podía entender porqué se había rehusado a ser resucitado con las Esferas del Dragón de Namek. ¿Por qué? Hubiese sido tan fácil, y ahora estaría vivo… ¿Debía haber aprendido algo ese día?, pensó. No lo sabía, tal vez a darse cuenta que la gente también muere, que por más que los amemos nadie es eterno y hay que aprender a decir adiós… pero… el adiós era una palabra tan definitiva, tan fulminante… No podía decirla, no a Goku, su amigo, su hermano…

Mientras pensaba en su vida, giraba en su cama de un lado y del otro. Hasta que, poco a poco, comenzó a quedarse dormido, y pensando en Goku, comenzó a soñar…

El hombre despertó asustado; estaba acostado sobre la hierba, se encontraba en una campiña, las estrellas brillaban en el firmamento adornando la hermosa noche. No estaba seguro cuánto tiempo había transcurrido desde que había conciliado el sueño. Estaba confundido… ¿Qué había pasado? ¿Quién lo había traído desde Kame House? ¿Y por qué motivo? Esperaba que no fuera un nuevo enemigo.

Se levantó y miró a su alrededor. El lugar no le era desconocido, en realidad le era muy familiar, pero por más que lo intentaba no podía recordar cuándo o porqué había estado en ese sitio antes… Hacía mucho frío y Krilim comenzó a templar ya que no llevaba puesta ropa adecuada que lo abrigara. Sin duda el invierno se aproximaba…

A lo lejos pudo ver el fuego de una fogata y a alguien sentado a la luz del fuego. Entonces pudo sentir un olor muy agradable que provenía de ese lugar, olía a salchichas y malvaviscos. Su estómago comenzó a hacer ruidos extraños, tenía hambre, recordó entonces que no había cenado.

«Bueno, tal vez esa persona pueda ayudarme y decirme dónde me encuentro», pensó Krilim mientras se dirigía a ese lugar.

Pero al llegar, al distinguir claramente a esa persona, no pudo continuar… Su kimono rojo… sus cabellos negros y enmarañados… su sonrisa amable… ¡Su Ki!… ¿Sería posible que en realidad fuera él? Pero… ¿cómo?, si estaba…

«¡Goku!, ¡Estás vivo!», dijo al tiempo que, sin poder evitarlo, empezó a llorar.

Goku se levantó del suelo, colocó una mano detrás de su cabeza y sonrió.

«Hola, Krilim. ¿Cómo has estado?»

Krilim estaba impactado, lloraba de alegría, pero también de tristeza. Sin poder contenerse salió corriendo y se abrazó a Goku. Mucho tiempo había deseado poder darle ese abrazo… desde que se había ido… para siempre…

Pero ahora, lo veía y lo tocaba… podía sentir la textura de su ropa… podía sentir sus cabellos negros en su rostro haciéndole cosquillas… podía escuchar su voz, era… ¡un milagro!… estaba tan contento que todo parecía posible…

Siguió abrazado a su amigo unos minutos mientras las lágrimas, incontrolables, bajaban por sus mejillas. Luego de unos instantes de extrema emoción, Krilim, un poco más tranquilo, lo soltó y lo miró fijamente.

«¿Realmente eres tú?»

«¡Claro!, ¿no me reconoces? Soy yo; Goku», respondió al tiempo que secaba las lágrimas de su compañero.

Luego se sentó a la luz del fuego y con un gesto le indicó a Krilim que lo imitara, y así lo hizo.

«¿Qué haces?», dijo Krilim un poco recuperado de su reacción inicial.

«Comida. Tengo mucha hambre. ¿Tú no?»

No fue necesario que Krilim contestara, ya que su estómago lo hizo por él.

«¡Vaya! Es bueno saber que no soy el único con hambre por aquí», dijo Goku con una enorme sonrisa en su rostro.

«Bueno, amigo, ¿cuándo es que tú no tienes hambre?»

«Es cierto»

Al decir esto ambos comenzaron a reír a carcajadas, pero repentinamente Krilim se puso muy serio y bajó su mirada.

«Esto es un sueño, ¿verdad?… Yo despertaré y tú seguirás muerto…»

El saiya se le quedó mirando unos instantes entristecido y finalmente respondió:

«Sí, es un sueño. Y sí, yo estoy muerto…»

En ese momento, Goku tomó unas salchichas y unos malvaviscos, que ya estaban listos, y llenó dos platos. La comida olía muy buen y el saiya sentía cómo se le hacía agua la boca. Finalmente le dio un plato a Krilim y el otro lo dejó para sí. Krilim aún estaba cabizbajo y Goku trató de animarlo un poco, así que mostró su acostumbrada sonrisa, cálida y dulce, al tiempo que le decía:

«Pero no te preocupes por eso ahora… ¡Comamos!, no creas que porque estoy muerto no me da hambre, ¿eh? Al contrario, ahora más que nunca como a mi antojo, y es que, bueno, ya no existe el peligro de que afecte mi salud, jejejeje»

Krilim sonrió al oír esto y al igual que su amigo comenzó a engullir toda su ración. Tenía mucha hambre y la comida estaba deliciosa.

«Veo que te va muy bien en el otro mundo. ¿No te aburres?», dijo finalmente.

«No, para nada. Como, duermo, y entreno mucho»

«¡¿En serio?! No lo sabía, entonces el morir no ha sido tan malo para ti»

«No, claro que no. Me he puesto muy fuerte, ¡mira!», en ese momento Goku alzó su brazo y le mostró a Krilim sus grandes músculos.

«¡Increíble! Estás más fuerte que nunca, Goku»

«¡Ajá! Estoy entrenando muy duro; hay mucha gente muy fuerte en el otro mundo y yo pienso derrotarlos a todos», al decir esto los ojos del saiya brillaron llenos de emoción.

Krilim se dio cuenta de esto y pensó en que su compañero ni muerto dejaba de pensar en entrenamientos y combates. No había dejado de lado su meta de ser el más fuerte y su satisfacción al pelear con seres muy poderosos.

Repentinamente, Goku, con la boca llena, habló:

«¿Reconoces este lugar?»

Krilim miró a su alrededor instintivamente para luego encogerse de hombros.

«No sé, me parece muy familiar, pero no puedo recordar el motivo»

«Pues deberías –dijo Goku–. Aquí es donde comenzamos a entrenar tú y yo cuando sólo éramos unos chicos, con el maestro Roshi»

«¡Es verdad!, lo había olvidado por completo… Si pareciera que han pasado mil años… Esos recuerdos los siento tan lejanos… ahora…», respondió al tiempo que en su cara se reflejaba cierta de tristeza.

Goku colocó una mano en el hombro de Krilim.

«Lo sé, amigo… lo sé… Pero, cuéntame, cómo se encuentra el maestro Roshi y todos nuestros amigos»

Krilim sonrió y animadamente comenzó a contarle todo lo que había pasado en sus meses de ausencia: del maestro de Roshi, de Yamcha, de Ten y Chaoz, de cómo Piccolo se había quedado con Dende en el Templo de Dios para prepararlo y que fuera un buen Kamisama. Que Trunks se había marchado a su propio tiempo para enfrentarse con los androides y con Cell. De Bulma y Vegeta, que ahora vivían juntos.

«Vegeta –expresó Goku– yo sabía que él había cambiado, aunque lo negara. ¿Quién lo diría? Al menos el pequeño Trunks tendrá un padre que lo eduque»

«Es verdad, aunque no estoy seguro si eso será bueno para él, después de todo, Vegeta sigue siendo tan arrogante como siempre»

«Jejejeje, no te preocupes, para eso está Bulma. Ella será su punto de equilibrio, les irá bien»

«Eso espero», dijo Krilim algo sorprendido. Goku se veía mucho más maduro y sabio. Seguramente el haber cruzado el umbral de la muerte le había hecho comprender muchas cosas.

«¿Y tú? Aún no me has dicho nada de ti»

«¿Yo?… en realidad no hay mucho que contar… Sigo viviendo en Kame House, pero ya no sigo entrenando, me he retirado de la lucha. Ahora soy todo un hombre de negocios y me va muy bien»

«Eso no es todo, ¿verdad? Noto que estás muy triste… cuéntame porqué»

«Bueno… es que… estoy… enamorado…»

«¡Qué bueno! Seguramente es de cierta androide rubia», dijo al tiempo que sonreía y le guiñaba un ojo.

Krilim se apenó un poco con sus palabras, ruborizándose.

«Sí, es verdad, pero ella no siente lo mismo por mí…», expresó lleno de melancolía.

«No lo creo. Estoy seguro de que te quiere, ya verás que pronto te buscará para expresarte sus sentimientos»

«Sí, claro», respondió Krilim no muy convencido de las palabras de su amigo.

Finalmente Goku preguntó lo que más deseaba saber.

«¿Y cómo se encuentran Milk y Gohan?»

Krilim se puso muy serio al escuchar su pregunta, no sabía si contarle toda la verdad a Goku.

«Ellos… te han extrañado mucho… Gohan, bueno, no ha podido asimilar bien tu muerte todavía… se culpa por lo que pasó»

Goku se mantuvo pensativo unos instantes. En su mirada había una mezcla de dolor, pena y tristeza y la chispa en sus ojos se apagó.

«Ese niño –dijo al fin–. Cuándo aprenderá que no fue su culpa… que fue mi decisión el haber hecho lo que hice»

«Es sólo un niño, recuérdalo»

«Sí, lo sé, pero debe ayudar a su madre en estos momentos más que nunca»

El saiya permaneció en silencio y Krilim, después de dudar unos instantes, decidió hablar.

«Oye, Goku. Milk está… embarazada», no estaba seguro de haber hecho bien en decírselo, pero algo muy dentro de él le decía que había hecho lo correcto.

Goku lo miró fijamente y luego respondió con una pequeña sonrisa en sus labios.

«Ya estoy enterado de eso… Por eso vine hoy»

«¿Qué dices?», Krilim se mostró muy sorprendido con la confesión de su amigo.

«Así es, yo quería pedirte que cuidaras bien a mi familia. Ahora que no estoy con ellos, me gustaría que los protegieras»

«P-pero… G-Goku…»

«Por favor, Krilim, confío en ti… Es muy importante para mí… Dime que lo harás…» Goku se le quedó mirando expectante.

«¡Claro!, será un placer…»

En ese momento, una chispa proveniente de la fogata cayó sobre la mano de Krilim. Al sentir su calor, rápidamente la retiró con gesto de dolor. Era increíble, ¡se había quemado! La verdad es que todo eso le resultaba sumamente extraño… Para ser un sueño, todo le parecía demasiado real.

«¡Esto es ridículo! –expresó Krilim bastante molesto con la situación– ¡yo no debería cuidar a tu familia!, ¡deberías hacerlo tú!… Si tan sólo hubieras resucitado… No lo entiendo… deberías estar vivo ahora»

Krilim cerró sus puños y miró al saiya duramente, con un gesto de reproche. Goku mantuvo su mirada y luego miró a las llamas de la fogata que parecían bailar delante de él. Estuvo en silencio largo rato, pero finalmente habló.

«Sé que mi decisión de no ser resucitado no es fácil de entender, pero créeme, ¡hice lo correcto! De seguir en la Tierra, la vida de muchos inocentes correría peligro, y no podía permitir que eso pasara…»

«Aún así, hubiésemos entrenado duramente para poder enfrentar los posibles peligros que se presentaran. Todos»

Goku movió su cabeza con un gesto negativo.

«No, Krilim. No podía dejar que Gohan y ustedes se pasaran la vida enfrentando a mis enemigos. Mi hijo es sólo un niño y no se lo merece, yo quiero que tenga una vida normal»

«¡¿Normal?! ¡¿Sin su padre?!»

«Lo superará, él es un niño fuerte, además, te tiene a ti, a Piccolo y a ese nuevo hermanito que está por llegar y que le dará fuerzas para seguir adelante»

Cuando terminó de decir esto, el saiya se acostó en la hierba y comenzó a admirar las estrellas, ¡eran hermosas! Pensó entonces en Milk, ¡cuánto la amaba!, la extrañaba locamente… De todos, ella era la que más había sufrido con su ausencia… Esperaba sinceramente que algún día pudiera perdonarle todo su sufrimiento…

«Espero que algún día puedan entenderme… tú y mi familia…»

Krilim se recostó a su lado, era extraño, ahora se sentía mucho mejor, comenzaba a entender muchas cosas…

«Goku… te he extrañado mucho… las cosas no son lo mismo sin ti…»

«Lo sé, amigo… pero no te preocupes, todo saldrá bien al final, estoy seguro de eso… Humm, este lugar me trae tantos recuerdos… de mi niñez…»

«Es verdad… pasamos momentos difíciles aquí. El maestro Roshi era muy duro con nosotros, pero sin él no seríamos nada ahora…»

«Sí, aunque también pasamos muy buenos momentos…»

Así, empezaron a hablar de su infancia, sus entrenamientos, los buenos y los malos recuerdos, sus vidas, sobre cómo era la muerte, y muchas otras cosas. A veces reían y otras lloraban, y pasaron las horas…

Finalmente Goku se levantó del suelo, se limpió la ropa y miró al horizonte… El Sol salía y sus fuertes rayos comenzaron a iluminar todo el cielo… el viento sopló y agitó sus cabellos…

«El momento ha llegado. Debo partir…»

Krilim se levantó del suelo muy triste, no quería despedirse nuevamente de Goku.

«¿Volveré a verte?», dijo algo nervioso por la respuesta que obtendría.

«Sí, nos volveremos a ver… Cuando te sientas mal o te sientas solo, piensa en mí con fuerza y acuéstate a dormir, y yo me presentaré en tus sueños… A través de ellos viviré»

Krilim se puso feliz al escuchar esto.

«Antes de irte, me gustaría pedirte algo…»

«Dime», respondió Goku.

«¿Podrías transformarte en SSJ un momento?»

Goku accedió e inmediatamente se transformó… Su aura y cabellos se tornaron dorados, al tiempo que sus ojos se aclararon y vientos huracanados comenzaron a sentirse por doquier… Krilim se emocionó mucho al verlo en ese estado, siempre le habían maravillado los poderes de un saiyajin, y más los de su amigo…

«Sí, definitivamente eres el super saiyajin de la leyenda», pensó mientras lo veía volver a su estado normal.

Goku extendió su mano en señal de despedida y Krilim la tomó.

«Por cierto, amigo… Tal vez deberías dejarte crecer el cabello ahora que ya no peleas», dijo Goku al ver la cabeza calma de su compañero.

«¿Tú crees? Nunca lo había pensado… Humm, no es mala idea…»

«Oye –dijo Goku–, debes atender la puerta»

«¡¿Qué?!», respondió Krilim confundido, al tiempo que sentía que una fuerza lo jalaba.

En ese momento Krilim despertó sobresaltado… Estaba en su cama, con las mismas ropas con que se había acostado la noche anterior… los rayos del Sol entraban a través de su ventana anunciando el comienzo de un nuevo día…

El hombre se levantó y se miró en el espejo… ¿Habría sido un sueño? Pero… lo había sentido tan real… aún tenía el sabor de la comida en su boca…

Casi murió del susto cuando sintió que tocaban a la puerta… Qué casualidad, dijo para sí al tiempo que bajaba a atender la puerta, ya que sabía que el maestro Roshi seguiría durmiendo a esa hora. Su asombro no tuvo límites cuando vio su mano al colocarla en la perilla de la puerta, ¡tenía una quemadura!, igual a la que se había hecho en su sueño, pero… ¿cómo era posible?… Tal vez no hubiese sido un sueño después de todo… Pensó esperanzado ante esa posibilidad…

El ruido del timbre lo volvió nuevamente a la realidad, así que finalmente la abrió… ¡Era A18 la que tocaba!, y Krilim no podía creerlo… Imaginó entonces que seguía soñando.

«Hola», dijo ella finalmente.

«H-hola… A-A18…».

Estaba sorprendido, pensó entonces en las palabras de Goku. Había tenido razón en todo lo que había dicho…

«¿Puedo pasar?», preguntó ella luego de unos segundos en los que Krilim aún no reaccionaba invitándola a entrar a la casa.

«¡Qué tonto soy!», pensó al tiempo que decía: «¡Claro!, pasa». Alzó su mano y, luego de dudar unos instantes, A18 la tomó…

La joven entró, y Krilim se le quedó mirando, ¡era tan bella! Recordó su sueño y su conversación con Goku. Sonrió. Finalmente las cosas en su vida parecían ir bien, finalmente su soledad estaba por terminar…

Su reencuentro con su gran amigo Goku lo había llenado de dicha. Ahora sabía que nunca se había ido realmente, que siempre lo recordaría y que a través de sus sueños él viviría, para siempre, en su corazón…


§ FIN §
§ NOTA §

Esta historia la escribí basándome en uno de mis libros preferidos: «Ilusiones», de Richard Bach. Desde hace mucho tiempo tenía deseos de escribir un relato con mis personajes favoritos: Krilim y Goku, pero más que ellos, me encanta la amistad que han tenido siempre en Dragón Ball. Este relato es mi humilde homenaje a esa hermosa amistad.

Los dejo ahora con uno de los pensamientos más bonitos y ciertos, a mi forma de ver las cosas, del libro de Ilusiones:

§ «Nunca te conceden un deseo sin concederte también la facultad de convertirlo en realidad» §

§ Finalizado en Diciembre de 1999 §