Un deseo inesperado – Capítulo 4

Capítulo 4: «Aventuras terrenales»

Fanfic: Un deseo inesperado

Luego de presenciar los divertidos encuentros entre las diosas y nuestros amigos los guerreros Z, nos preguntamos si esto afectará en algo la tranquilidad del universo del dragón…

Habían pasado tres días desde el arribo de las diosas por un deseo de Dende. Al parecer, durante ese tiempo nada anormal había acontecido en la Plataforma Celeste, en donde se respiraba un aire de tranquilidad y esto es extraño… ya que como recordamos, muchas cosas han sucedido desde la casi destrucción del templo por causa de la pelea entre Piccoro y Urd y otras cosas. Ahora todo estaba en paz y, mientras veían la manera de regresar a su mundo, las tres diosas aceptaron quedarse en la plataforma hasta que todo llegara a un arreglo.

Mr. Popo estaba barriendo la entrada del templo mientras tarareaba una melodía, cuando su joven Kamisama apareció portando su báculo a sus espaldas. Mr. Popo sonrió…

  • «Buenos días, Kamisamas…» –saludó el sirviente–. «¿Cómo se encuentras hoy?»
  • «Muy bien, gracias por preguntar, Mr. Popo… No sé por qué, pero me he sentido muy bien y con más ganas de seguir aprendiendo a ser Kamisama… Y a mí parecer eso se me hace… cómo decirlo… inusual… ¿no crees?»
  • «Mr. Bobos tiene la ideas que debe ser bor la señoritas Belldandy que está así… Ella lo ha ayudados mucho en estos días, Kamisamas…»
  • «Jeje… sí, puede ser…» –se avergonzó un poco–. «Bueno, ya no te distraigo más y será mejor que vea cómo está el mundo en este día… Nos vemos…» –Y terminando de decirlo, fue a uno de los extremos de la plataforma. Mr. Popo se le quedó mirando…
  • «Desde que llegaron las señoritas diosas, Kamisamas está con más ánimo y entusiasmos que antes… Tienes más seguridad en sus actos. Eso hace que Mr. Bobos esté muy feliz…» –pensó.

Al volver con sus labores, le pareció sentir varias pequeñas presencias en un sector del templo. Se acercó a ver y cuál fue su sorpresa de encontrar a Belldandy regando las flores y con varios pajaritos revoloteando a su alrededor… Una visión encantadora para cualquiera. La diosa del presente sintió su presencia y volteó a verlo…

  • «Buenos días, señoritas Belldandy… A Mr. Bobos le sorbrende encontrarlas tan tembranos bor aquí…» –saludó el sirviente, a lo que la hermosa diosa contestó con una sonrisa…
  • «Igualmente, Mr. Popo… Pero no te preocupes por mí y continúa con tus quehaceres, que yo te ayudaré con las plantas… Además…» –sonrió mientras un gorrión se posaba en su hombro– «…estoy muy bien acompañada…»
  • «Mr. Bobos buede darse cuenta…» –se detuvo cerca de ella–. «El Kamisamas también ha comenzados con sus labores y lo hace con mucho entusiasmos.»
  • «Es natural. Dende es el Kamisama de este mundo y para cumplir bien la labor que le fue asignada debe actuar como tal… y si necesita ayuda puede contar con su mentor Piccoro y contigo, que con tu experiencia también puedes ayudarlo…»
  • «Y sobre todos con usted, señoritas Belldandy… gracias a usted, el Kamisamas ha mejorado mucho y Mr. Bobos está brofundamente agradecidos…»
  • «No tienes nada que agradecerme, Mr. Popo…» –puso su mano en su hombro–. «Yo únicamente lo aconsejé… Todos sus progresos fueron obra de él mismo» –terminó de decir con una sonrisa.
  • «Hay algos que Mr. Bobos se breguntaba desde hace unos días, señoritas Belldandy… ¿Cómo harán ustedes para regresar a sus mundos?… ¿No las necesitan allá?»
  • «Claro que sí… pero…» –puso cara de preocupación–. «Pero por ahora no podemos hacer nada y sólo resta esperar. Skuld dijo que intentaría arreglar el asunto, por cierto… ¿dónde está mi hermana menor, Mr. Popo?» –preguntó.
  • «La última vez que Mr. Bobos la vió fue en la sala de lecturas con un montón de máquinas raras que la señoritas Skuld llama ordenadores y estaba conectándolos al extraño espejo por el cual ustedes abarecieron…»
  • «¿Y consiguió algo?» –preguntó más intrigada.
  • «Bues… Mr. Bobos no entiende mucho de esas cosas… pero estaba tan concentradas que no quise interrumbirlas…»
  • «Está bien, no hay cuidado… ¿y Urd?»
  • «Mr. Bobos la vio baseando por los alrededores del Templo… pero no se breocubes, señoritas Belldandy, que no ha causado ningún broblema… bueno, bor lo menos hasta que se encuentre con el Biccoros… jeje» –comentó mientras recordaba los incidentes pasados, algunos de los cuales eran muy graciosos.
  • «Jaja… no pienses así de mi hermana, Mr. Popo… Ella es un poco especial, pero también es una buena persona… Te aseguro que ya no se repetirá el incidente anterior con Piccoro y se llevarán bien…» –terminó de decir Belldandy mientras continuaba regando las flores y Mr. Popo sólo se limitó a asentir.

Al otro lado del Templo…

Piccoro meditaba en su clásica pose de levitación como siempre y parecía que nada podía romper su concentración. Poco a poco su ki comenzó a elevarse y apretaba los dientes como si estuviera enojado. La llegada de las diosas lo había perturbado bastante, excepto por Belldandy y esa niña llamada Skuld. Sólo quedaba una alternativa para su alteración y eso se reducía en una sola persona… URD.

El ki del namek se incrementó… esa mujer era algo detestable e inconcebible para él, que nunca se había sentido tan alterado por causa de una loca que no hacía más que agotar su paciencia. No sólo lo había dejado en ridículo cuando pelearon (añadiendo los incidentes vergonzosos), sino que tenía argumentos para pelear verbalmente con él y casi siempre llevaba las de ganar. Tenía unas ganas de partirle la cara a esa imitación de bruja, pero se contenía por la presencia de su hermana menor Belldandy… Esa jovencita era muy especial y amable… casi se podría decir encantadora (y en efecto lo era). Era muy raro que Piccoro pensara así de una mujer… pero por ella consintió que las diosas se quedaran en el templo… Además, había sido muy amable con Dende y también tenía cierta curiosidad de los poderes de estas diosas que al parecer «no tenían ki»… y eso era extraño.

Mientras continuaba meditando, Urd caminaba por los jardines del Templo no muy lejos de donde se encontraba el guerrero namek, visiblemente aburrida. Desde que había llegado a este extraño mundo, no había hecho nada más que vagar por el templo y de vez en cuando molestar a ese hombre verde del turbante, lo cual era muy entretenido. Ese «inmaduro» (como ella le llamaba) era un auténtico tonto, bocón, idiota, maleducado, atrevido, etc, etc… y más opiniones que se reservaba. Pero al mismo tiempo le despertaba curiosidad por su manera de actuar. Había conocido a muchos sujetos raros en su vida de diosa, pero ese hombre era diferente… así que le parecía interesante sacarle todo lo que pudiera mientras estuvieran aquí. Pero ya habían pasado tres días y nada novedoso sucedía en la plataforma, todo era muy monótono… y también sentía curiosidad por el mundo que estaba debajo de ellos.

Pensaba en eso cuando se percató en Piccoro y lo vio (según ella) en su tonta pose de yoga. Parecía que nada lo sacaría de ese estado, así que esbozando una sonrisa maliciosa, usó sus poderes de levitación y se acercó sigilosamente al namek. Se detuvo a menos de un metro de él y lo observó por unos instantes.. y como confirmara sus sospechas, no se dio cuenta de su presencia, así que continuó y acercó su rostro a su oído, cuando el namek musitó…

  • «Es una urraca y una loca… no sé como puede ser una diosa. Si por lo menos se comportara mejor…»
  • «Hoooolaaa… ¿hablabas de mí, inmaduro?» –susurró Urd en su oído, tan cerca que hizo que Piccoro casi saltara hasta el cielo.
  • «¡¡¡¡AAAAAHHHHH!!!!» –gritó perdiendo la concentración y precipitándose al duro suelo de la plataforma.

Urd se le quedó mirando con cara inocente, en tanto que Piccoro se levantaba totalmente rojo por la ira y clavó sus inyectados ojos en la culpable…

  • «¡¡¡SALVAJE!!! ¡¡¡¿¿¿ACASO ME QUIERES MATAR DE UN INFARTO???!!!» –gritó exaltado en tanto que Urd, sin prestarle demasiada importancia al asunto, descendió a su altura…
  • «No deberías ser tan escandaloso, mi estimado cabeza de alcachofa…» –comentó sonriente–. «Ahora veo que si hubiera sido un enemigo de verdad, estarías perdido… Pude haberte matado en ese instante si me lo proponía»
  • «¡¡¿¿PERDIDO??!! ¡¡¡Oye, bruja, yo no tengo la culpa que ustedes las diosas sean unas subnormales que no tienen ki!!!» –le espetó, a lo que Urd siguió mirandolo de la misma manera divertida.
  • «Bueno, eso tal vez sea por nuestra naturaleza mágica, no crees?… Por algo somos diosas… ¡¡Y NO SOMOS ANORMALES, INMADURO!!»
  • «Yo no dije anormales… dije SUBNORMALES… por lo que te acabas de degradar aún más.. ¡¡jajaja!!» –se burló.
  • «¡¡¿¿QUÉ DIJISTE, INMADURO??!!…» –dijo furiosa.
  • «¡¡LO QUE OÍSTE, URRACA!!» –respondió el namek en el mismo tono.

Ambos se quedaron frente a frente como retándose con la mirada. Sólo hacía falta una chispa para empezar la pelea entre entre ellos. Cuando en eso…

¡¡¡¡¡¡BOOOOOMMMMMM!!!!!!
Una gran explosión sacudió el templo sagrado, haciendo que todos los presentes se sobresaltaran. Por el remezón, Urd perdió el equilibrio al mismo tiempo que el namek, y cayeron al suelo…

  • «¿¿Pero qué rayos fue eso??» –dijo Urd cubriéndose los oídos.
  • «Parece que algo pasó en el Templo… ¡¡vayamos a ver!!» –dijo el namek. Urd tosió y dijo muy tranquila:
  • «Me encantaría ir… si tuvieras la gentileza de quitarte de encima mío… ¿¿QUÉ NO ME OÍSTE??… ¡¡MUÉVETE!!» –dijo Urd, que tenía a Piccoro atravesado (ambos estaban boca abajo para los malpensados, je). Y usando su magia, lo arrojó hacia atrás, pero el namek pudo detenerse en el aire. Urd volvió a decir antes de ir hacia el templo–: «Eso confirma mis sospechas… ¡¡Inmaduro atrevido!!»
  • «GRRRRR… ¡¡¡CÓMO LA ODIO!!!» –dijo hecho una furia y con la sangre agolpada en sus mejillas.
  • Autora: Que mala soy, no? =P… bueno, sigamos…

Belldandy y Mr. Popo fueron los primeros porque estaban más cerca a la entrada principal del templo y llegaron antes que nadie, seguidos de Urd y Piccoro, que acudieron casi pisándose los talones y Dende llegó junto con ellos también alterado por la explosión. Una gran columna de humo salía por la entrada del templo, no dejando ver nada al otro lado…

  • «¡¡Por el Lord!!… ¿¿pero qué pasó??» –dijo Urd, a lo que Mr. Popo dijo:
  • «Barece que algos pasó en una de las salas del temblo… bero no sé dónde…»
  • «¡¡Oh, no!!… ¿¿alguno de ustedes ha visto a Skuld??… ¡¡No me digan que está adentro!!» –dijo Belldandy nerviosa–. «¡¡Debo ir a buscarla!!»
  • «No… es peligroso, yo iré por ella… Pero tal vez tarde en encontrarla, porque ustedes las diosas no tienen ki e ignoro la razón…»
  • «Ya te dije que es porque somos diosas, inmaduro… ¿Acaso no lo recuerdas?» –interrumpió Urd.
  • «¡¡No estoy hablando contigo, bruja!!» –contestó.
  • «¡¡¿¿Quieres que te haga explotar??!!» –amenazó.
  • «¡¡ESPEREN!!… ¡¡MIREN AL FRENTE!!» –dijo el pequeño Kamisama, haciendo que todos voltearan hacia esa dirección.

Una figura comenzó a aparecer en medio del humo sin dejar de toser y, cuando se aclaró aún más, pudieron reconocer al objeto de su preocupación totalmente cubierta de polvo y con la ropa algo quemada…

  • «¿¿SKULD??» –dijeron todos al unísono, en tanto que la niña estaba de pie y con una expresión de angustia en su rostro.
  • «Sí… ¿a quién esperaban?… ¿al conejo de la suerte?» –dijo sin cambiar su expresión. Urd fue la primera en salir del asombro y gritó con voz en cuello:
  • «¡¡¡AHORA QUÉ MIERDA FUE LO QUE HICISTE, NIÑA!!!… ¡¡¡UN POCO MÁS Y DESTRUYES EL TEMPLO!!!» –gritó.
  • «¡¡Urd, por favor, no le grites así!!» –dijo Belldandy en defensa de su hermana y acercándose a ella dijo–: «¿Skuld, qué pasó?… Nos preocupamos mucho»
  • «Es cierto, la explosión fue muy fuerte… La pudimos sentir todos…» –dijo Dende.
  • «No se preocupen, nada valioso se rompió, salvo…» –sacó un trozo de palanca y sus ojos comenzaron a brillar poniendo una expresión de desesperación–. «¡¡¡MI ULTIMO INVENTO!!! ¡¡¡BUUUUAAAAA!!!» –comenzó a llorar con lágrimas como cataratas. Al ver eso, a todos les corrió una gota de sudor -_-¡
  • «¿Y qué estupidez estabas haciendo, Skuld?» –dijo Urd, haciendo que la pequeña se pusiera de pie, encarándola…
  • «¡¡Para tu información, no era ninguna estupidez, idiota!!… Estaba tratando de encontrar el modo de regresar a nuestro mundo, pero por dificultades técnicas se complicó todo…»
  • «¿¿Técnicas??… ¿a qué te refieres, niña?» –dijo Piccoro.
  • «¡¡No soy una niña, pepino gigante!!» –dijo haciendo que el namek apretara los dientes en tanto que los otros trataban en vano de contener la risa–. «Esperemos un rato a que se despeje el humo y se los explicaré…»

Rato después, el grupo se encontraba en la sala de lectura con restos de metal regados por todo el piso y algunos incrustados en las paredes del salón. De verdad la sala estaba en un estado lamentable, pero afortunadamente ninguno de los libros había sufrido daño; tan sólo se habían manchado. Piccoro observaba todo abatido, expresión que era compartida por Dende y Mr. Popo. Belldandy lo notó y les dijo:

  • «No se angustien, amigos… con mi magia puedo dejar todo como estaba» –los calmó.
  • «Eso espero… ay, diablos… parece que hubiera ocurrido una guerra aquí…» –dijo Piccoro.
  • «Bueno, estamos hablando de Skuld y eso es muy posible…» –dijo Urd en tono irónico.
  • «Oigan…»
  • «Pero… mira todo esto, parece que una máquina hubiera explotado o algo por el estilo…» –comentó Dende.
  • «Tal vez mi hermana estaba haciendo una de sus máquinas… Ella es muy buena con esos aparatos…» –dijo Belldandy.
  • «Oigan…»
  • «Pero de seguro pasó lo de siempre… Quizo lucirse y aquí tienen los resultados… Eso me recuerda una ocasión que la central de las diosas casi vuela en pezados por su culpa…»
  • «Vamos, Urd… sabes que eso no fue así… Fue un accidente…»
  • «¡¡OIGAN!!… ¡¡¿¿ME VAN A HACER CASO, SÍ O NO??!!» –gritó Skuld por tercera vez, ya harta de que nadie le prestara atención. Una vez que sintió todas las miradas sobre ella, se calmó y aclarando su garganta, empezó–: «Ejem… como todos ustedes sabrán, estuve trabajando con el espejo de los sueños para ver si podía encontrar la manera de abrir el portal y permitirnos regresar a nuestro hogar…»
  • «¿Y qué pasó?» –preguntó Belldandy.
  • «Para utilidad de mi investigación construí esta… eeehh… bueno, lo que ERA esta máquina…» –dijo con una gota de sudor mientras sostenía unos pedazos de metal–. «Bueno… eso ya no tiene importancia…»
  • «Eso ya lo arreglaremos después… continúa…» –dijo Piccoro.
  • «Está bien, no se impacienten… En fin, si se dan cuenta, le anexé al espejo unos conectores hacia un ordenador que era de fabricación casera y traté de descifrar el misterio del espejo… y estuve a punto de lograrlo…»
  • «¡¡Entonces no me digas que tu experimento consistía en explotar el lugar!!» –dijo Urd irónica.
  • «¡¡No seas tonta!!… lo que pasó es que este equipo que conseguí es muy obsoleto para este tipo operaciones y no se adaptó a mi computador personal… » –Sacó una pequeña caja de su bolsillo que parecía una calculadora, pero resultó ser una computadora muy avanzada–. «Era imposible acoplarlo a mi equipo, así que intenté hacerlo de otra manera, pero la sobrecarga de energía fue mucha y explotó… Así de simple»
  • «¿Y no había otra cosa que pudieras utilizar para eso, Skuld?» –dijo Belldandy.
  • «¡¡No hay nada!!… ¡¡Aquí no hay tecnología ni computadoras decentes!!… Es una vergüenza…»
  • «Claro, qué esperabas?… ¡¡Esto es un Templo a cientos de metros de la tierra!!… ¡¡No necesitamos esas estúpidas cosas aquí!!» –dijo el guerrero namek, a lo que Skuld, trepándose en una silla, le gritó a la altura de su rostro:
  • «Pues esas estúpidas cosas son lo único que nos ayudará a regresar a nuestro hogar… ¡¡¿¿O acaso quieres que nos quedemos para siempre con ustedes, eh??!!» –dijo agarrándose de su capa, a lo que Piccoro retrocedió el rostro nervioso.
  • «Sí, es verdad… No quieres que nos vayamos, ¿no, inmaduro?» –dijo Urd pegándose a su lado, lo que hizo que a Piccoro se le erizaran los pelos (bueno, hablando en sentido figurado, ya que el namek no tiene pelos, je)
  • «Ya, hermanas… no lo molesten. ¿Y qué solución propones para esto, Skuld?…» –dijo Belldandy.
  • «Como ya te dije, no hay nada que pueda utilizar para esto. Además, necesito encontrar repuestos para volver a comenzar de nuevo…» –respondió Skuld.
  • «A Mr. Bobos le gustaría ayudar, bero no tiene esos abaratos raros aquí… lo sientos mucho…»
  • «No te preocupes, Mr. Popo… y te agradezco por la intención…» –dijo la niña.

Dende, quien había permanecido en silencio en tanto que los demás hablaban, pensó un poco y dijo:

  • «Disculpen, señoritas diosas… ¿Y si fueran al mundo de abajo a buscar esas cosas que necesitan?» –comentario que silenció el lugar.
  • «¿Qué dices?» –preguntó la diosa del futuro.
  • «Es cierto… Todas esas máquinas raras como las que construye Bulma las hacen allá abajo… No es mala idea…» –dijo Piccoro.
  • «¿¿En serio??… Bien, entonces qué estamos esperando… ¡Vamos!» –dijo Skuld, pero Belldandy la detuvo…
  • «Espera, hermana… no podemos precipitarnos y actuar tan a la ligera…»
  • «¡¡Por favor, Belldandy!!… Desde que llegamos a este mundo, hemos estado encerradas aquí en este plato flotante sin hacer nada. Por lo menos deberíamos conocer un poco de este mundo para aprender y no irnos sin saber nada, ¿no lo crees?… Así no estaríamos tan aburridas…» –dijo Urd apoyando la idea de Skuld.
  • «A Mr. Bobos le barece una buena ideas, señoritas…»
  • «Bueno… está bien, de acuerdo… No creo que pase nada malo… Vayan y tengan ciudado» –dijo la diosa del presente.
  • «Entonces ya está decidido… ¡en marcha!» –dijo Skuld, a lo que Urd asintió.

Esas últimas palabras de Belldandy resonaron en la cabeza del guerrero namek… nada malo… malo… ¿¿malo??… Se sobresaltó de inmediato a darse cuenta que esas dos locas iban a bajar a la tierra SOLAS. De la niña no se preocupaba, porque tenía algo de control por momentos, pero de la otra… uyy… eso sonaba peligroso y Urd podía hacer muchos estragos si se salía de control… (bueno, Piccoro es un tanto exagerado a mi parecer…). Pensó un poco y en eso sus ojos se posaron en Belldandy… ¡¡Eso es!!… Al ser la más seria (y poderosa) de las tres, podrá mantener el control de la situación. Sin dudar más, se le acercó…

  • «¿Por qué no vas con ellas, Belldandy?» –dijo el namek, a lo que la diosa volteó a verlo extrañada. También Urd y Skuld voltearon a verlo.
  • «¿Eh?… ¿quieres que vaya también?» –lo miró.
  • «Exacto… sería bueno que las acompañaras y que juntas conocieran el lugar… No me parece correcto que ellas se vayan y tú te quedes aquí…» –dijo tratando de convencerla. Belldandy lo miró dulcemente, cosa que puso nervioso a Piccoro…
  • «Eres muy considerado al pensar así, Piccoro… Pero la verdad prefieron quedarme a ayudar a Dende, es mi deber…»
  • «No se preocupe por mí, señorita Belldandy… Estaré acompañado del señor Piccoro y Mr. Popo. También me parece buena idea que conozca nuestro mundo… Así podrá instruirme mejor… Bueno, si así lo desea…» –dijo el niño.
  • «Ya los oíste, Bell… Mejor vámonos y no perdamos más el tiempo, que el Lord debe estar echando chispas… y de paso haremos un poco de turismo» –dijo jalando del brazo de una sorprendida Belldandy que sólo se limitó a sonreir…
  • «De acuerdo… iré con ustedes. Regresaremos pronto, amigos…»
  • «Una cosa más antes de que se vayan… Para que no se extravíen, pueden ir con Karinsama, cuyo templo está justo debajo de nosotros. Él las orientará…» –dijo Piccoro. Urd volteó a verlo y le dijo:
  • «Oye, como si necesitáramos ayuda, inmaduro… Y no me extrañes… Nos vemos… ja ne» –le guiñó el ojo antes de desaparecer por la puerta junto con sus hermanas, detalle que enrrojeció e irritó al namek.
  • «Grrr… ¡cómo la detesto!» –dijo.
  • «Vamos, no se altere, señor Piccoro… La señorita Urd no lo hace de mala intención… Además, no es tan mala…» –dijo Dende divertido por el sonrojo de su maestro.
  • «Mira, niño… ¡¡mejor ya no digas nada, que me enojaré de verdad y no es broma!!» –Al cabo de unos segundos sonrió y dijo–: «Ya no está la bruja… ¡¡POR FIN!! ¡¡PAZ Y TRANQUILIDAD!!» –dijo muy contento saliendo por la puerta, en tanto que a Dende y su sirviente les corrió una gran gota de sudor.
  • «Bueno, Kamisamas… Debe regresar a sus deberes y no se breocupes bor las señoritas diosas, ellas estarán bien…»
  • «Sí, tienes razón, amigo… sólo espero que nada malo pase…» –dijo para sí mismo y al volver la vista hacia la maltrecha sala producto de la anterior explosión, suspiró–. «Y que no sea peor que esto…»

Por otro lado, las diosas descendían del templo usando sus poderes de levitación siguiendo la ruta del báculo sagrado que unía la plataforma celeste con el templo del duende Karin, mientras comentaban…

  • «¿Ahora a donde se supone que iremos, Skuld?… Porque no tengo ni la más remota idea de dónde conseguirás los juguetes que quieres…» –dijo la diosa del Pasado.
  • «¡¿Y yo qué sé?!… Además, según recuerdo, tú misma le dijiste al hombre verde que no querías ninguna ayuda para viajar por este mundo… ¡¡Así que ahora te aguantas!!»
  • «¡¡Grrr!!… Sólo se lo dije para… ¡¡para que dejara de molestarme!!»
  • «Sí… claro…» –la miró con cara de ‘no te creo’.
  • «Ya cálmense, hermanas… Antes que nada debemos ir con ese sujeto llamado Karinsama que dijo Piccoro… Nos ayudará… Así que por favor, les pido que se comporten…» –dijo en tono serio, a lo que Urd y Skuld asintieron luego de dedicarse una mirada asesina.

Templo del duende Karin


Yajirobe (¿lo recuerdan?) estaba al borde del templo comiendo algo que parecía una bolsa de rosquillas, cuando unos pasos a sus espaldas y luego el golpe de un báculo lo hicieron volverse bastante molesto…

  • «¡¡¿¿Oye, por qué hiciste eso??!!» –se quejó a lo que el anciano ser parecido a un gato dijo:
  • «Me molesta que no hagas nada más que comer… Deberías ponerte a entrenar como lo hacían Goku y los demás… ¡pero en lugar de eso, sólo te dedicas a holgazanear y a aumentar el volumen de tu panzota!»
  • «Ya deja de molestarme, Karin… Yo no soy un anormal como esos saiyajins que sólo piensan en pelear. Además, para qué voy a esforzarme si ya acabaron con Cell. La Tierra está en paz…» –respondió dándole un mordisco a su rosquilla. Karinsama negó con la cabeza…
  • «No debes de confiarte, Yajirobe… Nunca se sabe cuándo puede aparecer algún otro enemigo y atacar la Tierra. Debemos estar siempre listos… sobre todo ahora que Goku ya no está con nosotros…» –Esto último lo dijo bajando la cabeza. Yajirobe lo miró y dijo:
  • «Pero yo ya no tengo vela en este asunto… Mira, tenemos a Gohan, que es mucho más fuerte de lo que era Goku, también están Piccoro, Vegeta y los demás… Con eso ya es suficiente…»
  • «¿Y si nos atacaran de improviso y ellos no estuvieran?» –comentó Karin.
  • «¡¡Pues entonces yo me encargaría de derrotarlos de un sólo golpe y te aseguro que si en este instante apareciera algún ser por este templo, lo haría pedazos!!» –dijo sacando su espada y justo en ese momento…
  • «Disculpen… buscamos a Karinsama… ¿es aquí donde vive?» –preguntó Belldandy en tono amable. Yajirobe, al escucharla, se puso pálido como un fantasma, al igual que el gato…

En el siguiente segundo y luego de pegar un gran grito, ambos fueron a esconderse detrás de las columnas del templo. A las diosas les corrió una gota de sudor…

  • «Caray… ¿es que acaso siempre tienen que gritar como locos cada vez que nos ven?… ¡¡Eso está empezando a molestarme!!» –dijo Urd.
  • «Vamos, Urd… Es natural que actúen así, en este mundo no nos conocen…» –dijo Belldandy posándose en el suelo del templo al mismo tiempo que sus hermanas.
  • «Tampoco en el nuestro, si me permites decir…» –comentó Skuld.
  • «Bueno, ése es otro caso…» –miró al frente y dijo–: «¿Hola?… No tienen por qué ocultarse, no les haremos daño…»
  • «Pero eso puede suceder si siguen actuando como idiotas… ¡¡AHORA, SALGAN!!»
  • «¡¡Urd!!… no digas eso…» –regañó Belldandy, en tanto que el maestro Karin y Yajirobe se asomaron temerosos para ver qué pasaba…
  • «O-oigan… ¿no son monstruos, no?» –dijo el muchacho con miedo. Belldandy sonrió…
  • «¿Acaso tenemos aspecto de monstruos, mi amigo?» –dijo la hermosa diosa.
  • «Bueno… yo… » –se sonrojó. Karin, al ver que parecían sinceras, se animó a salir. Pero se detuvo en seco a ver que las chicas que tenía al frente no emanaban ningún tipo de ki.
  • «¿Podrían decirnos quiénes son y a qué se debe su visita, señoritas?» –dijo el gato.

Skuld se sorprendió al ver ese gato, que extrañamente le recordó a un bug y, frunciendo el ceño, tomó su mazo, dispuesta a reventarle la cabeza…

  • «¡¡Ahora te acabaré, maldito bug!!… ¡¡No me engañarás con ese disfraz de gato!!» –saltó hacia un sorprendido Karin, que sólo pudo saltar para eludir el mortal golpe. Skuld iba a atacar otra vez, pero una fuerza le arrebató el mazo y también la levantó en el aire…
  • «¡¡YA BASTA, SKULD!!… ¡¡HAZME EL FAVOR DE COMPORTARTE!!» –dijo Belldandy en tono autoritario antes de soltar a Skuld. Urd sólo se golpeó el rostro con una mano.
  • «Tenía que empezar con sus estupideces… Esta niña es imposible…» –dijo en tanto que Karin y Yajirobe volvieron a esconderse…

Rato después…

  • «JAJAJAJAJA!!!!!… ¿¿en verdad Piccoro casi terminó chamuscado por tus ataques??… ¡¡Debe hacer sido graciosísimo!! –dijo entre risas Yajirobe, mientras conversaban con las diosas luego de haber aclarado el malentendido y de haberles contado quiénes eran.
  • «Bueno, la verdad, si no hubiera sido por Belldandy, lo hubiera freído…» –se jactó Urd. Belldandy le dio un codazo que la hizo callar y dijo:
  • «Como verán, mis hermanas y yo estamos atrapadas en su mundo… Y para volver, mi hermana Skuld necesita conseguir unos aparatos que sólo se encuentran en el mundo de abajo, ¿no es cierto, Skuld?»
  • «¿Eh?… glub…» –dijo con la boca llena de galletas–. «Lo siento, hermana mayor… ¿Qué decías?» –comentario que hizo que a todos les saliera una gota de sudor.
  • «Esta niña… Discúlpenla, amigos… No debimos sacarla del sótano…» –dijo Urd.
  • «¡¡COF, COF!!… ¡¡¿¿QUÉ DIJISTE, TARADA??!!» –le gritó Skuld, pero antes de que pudiera hacer algo, Belldandy tomó la palabra.
  • «Miren… No quisiéramos molestar, pero no conocemos este mundo y no tenemos idea de dónde pueda haber una ciudad con tecnología como la que necesita mi hermana… ¿Nos ayudarían?»
  • «A ver… déjame pensar…» –El gato se puso de pie–. «La verdad es que en este mundo hay muchas ciudades muy desarrolladas y decírtelas todas sería muy complicado para tu búsqueda… Además está el hecho que ustedes son diosas y no pueden estar vagando por toda la Tierra, tardarían mucho…»
  • «Es verdad, no había tomado en cuenta eso… ¿Entonces, qué podemos hacer?» –dijo Belldandy. Yajirobe, que estaba a un extremo, dijo:
  • «¿Y por qué no van a la Capital del Oeste?… Podrían buscar a Bulma en la Capsule Corp., que según tengo entendido tiene lo último en tecnología y de muy buena gana las ayudará…»
  • «¿Capital del Oeste?» –dijo Belldandy extrañada.
  • «¿Bulma?» –dijo Urd, arqueando una ceja.
  • «¿Capsule Corp.?» –Skuld tuvo misma reacción que sus hermanas.
  • «Claro… Si van con Bulma, ella las ayudará en lo que buscan» –Miró a Yajirobe–. «A veces haces cosas buenas aparte de comer como un cerdo… jeje»
  • «Oiga, maestro… ¡tampoco es para que me haga quedar en ridículo!» –se quejó el chico. Belldandy se le acercó y dijo, ante el nerviosismo del muchacho de estar tan cerca a ella:
  • «Muchas gracias por tu ayuda, Yajirobe… Estoy segura que podremos regresar a nuestro mundo» –Luego de decirlo, lo besó en la mejilla, haciendo que el regordete chico se desmayara ante la confusión de Belldandy.
  • «Entonces iremos a ese lugar y buscaremos a Bulma… ¿Y por dónde nos vamos?» –dijo Skuld, a lo que Karinsama, extendiendo su báculo, apuntó hacia una dirección específica…
  • «Hacia allá… Deben ir de frente y llegarán a la capital del oeste… Si hacen lo que les digo, no se perderán… Supongo que como diosas que son, saben volar, ¿no?»
  • «Sí, de eso no hay problema…» –dijo Belldandy.
  • «Entonces, nos vamos… Además, aprovecharemos para hacer algo de turismo. Gracias por tu ayuda, peludo…» –dijo Urd que, usando sus poderes, se elevó rumbo al horizonte, seguida de Skuld. Belldandy, antes de elevarse, dijo:
  • «Prometemos regresar a visitarlos, maestro…» –Miró a Yajirobe que todavía seguía desmayado y sonrió–. «…y despídame de su amigo. Dígale que gracias nuevamente…»
  • «No hay cuidado, niña… ¡Y mucha suerte!»
  • «Hasta pronto…» –dijo antes de partir tras sus hermanas. Karinsama se les quedó mirando cuando en eso Yajirobe despertó y dijo:
  • «¡Oiga!… ¿a dónde se fueron?» –dijo nervioso.
  • «¿Se fueron quiénes?» –se hizo el desentendido.
  • «¿¿Cómo que quiénes??… ¡¡LAS DIOSAS!!» –gritó más nervioso.
  • «¿Diosas?… Oye, Yajirobe, creo que has estado comiendo demasiados pasteles de arroz antes de dormir… Aquí no ha venido nadie»
  • «No se burle, ¡¿en serio?!…» –miró a todas partes y suspiró–. «Cielos, qué lástima… Ahora que lo pienso, sólo en un sueño una chica tan bella como la que creí ver podía regalarme un beso… snif… En fin, será mejor que deje de soñar. Chicas así de hermosas y dulces sólo pueden ser diosas… ¿Diosas?… ¿Por qué habré dicho eso?» –dijo mientras se marchaba por las escaleras del templo. Karin sonrió…
  • «Jeje… ya le contaré la verdad algún día, pero por ahora lo dejaré sufrir… Qué malo soy, miau…» –pensó mientras regresaba su atención hacia donde habían partido las diosas.

Lejos de allí…

Las diosas volaban a moderada velocidad con rumbo a la capital del oeste. Belldandy había conseguido alcanzar a sus hermanas y volaba a la misma altura que Urd… pero luego de estar un rato así, Skuld comenzó a quedarse atrás. Urd se dio cuenta y, poniéndose a su altura, dijo:

  • «¿Qué te pasa, Skuld?… ¿Que no puedes volar más rápido?» –A lo que Skuld dijo, notoriamente cansada:
  • «Ne…necesito descansar un poco, hermana… No puedo seguir volando…» –Al ver que no mentía, Urd gritó a su otra hermana:
  • «¡¡Belldandy!!… ¡Paremos un rato, Skuld agotó su energía!» –Al escucharla, Belldandy se detuvo…
  • «¿Cómo dices?… ¿Te encuentras bien, Skuld?» –Se acercó preocupada… (nota: las tres están suspendidas en el aire)
  • «Sólo está cansada. Esta tonta no está acostumbrada a volar tan seguido, jum…» –dijo Urd, comentario que le valió un puñetazo de Skuld…
  • «¡¡Ya no empieces, que la próxima vez te irá peor!!» –se quejó, en tanto que Urd se frotaba su adolorida nariz.
  • «Será mejor que descendamos un momento… Miren, vayamos a esa saliente rocosa. Estaremos bien allí»
  • «De acuerdo…» –dijeron las dos al unísono.

Una vez en tierra firme, que justo era cerca de un valle, dejaron que Skuld descansara, en tanto que Urd y Belldandy comentaban…

  • «¿Y ahora qué hacemos?… no podemos seguir volando con Skuld así. Además, no sabemos qué tan lejos está la supuesta capital del oeste, ¿o acaso tú lo sabes, Bell?» –dijo Urd mirándola de reojo.
  • «Bueno… ahora que lo mencionas… El duende Karin sólo nos dio la dirección de la capital, pero no qué tan lejos estaba…»
  • «Allí está el detalle… Nuestra energía puede agotarse de un momento a otro y no podemos quedarnos en medio de la nada en este planeta»
  • «Es verdad, hermana mayor…» –dijo Skuld, ya más recuperada–. «No creo poder volar por mucho tiempo al ritmo de ustedes… Tardaríamos mucho de esa manera…»
  • «Entonces sólo nos queda trasladarnos por nuestros respectivos medios de transporte hacia ese lugar… Será más rápido y no gastaremos tanta energía…»
  • «¡Presto, ya está!… ¡Entonces andando!… busquemos algún curso de agua y nos iremos…» –dijo la joven diosa empezando a caminar, cuando Urd volvió a hablar…
  • «Espera un poco, atolondrada… hay otro detalles que se nos está escapando de las manos… ¿Por casualidad alguna de ustedes sabe cómo llegar a la tal Capsule Corp?»
  • «¿Por qué lo preguntas?» –se entrañó Skuld. Belldandy también comentó…
  • «¡¡Es verdad, con el apuro no me había detenido a pensar en ese detalle!!… No podemos aparecer así como así en esa ciudad, causaríamos un alboroto y lo peor es que tardaríamos aún más en encontrar a esa mujer llamada Bulma… Lo siento, debí haber pensado en eso antes de salir, hermanas» –dijo Belldandy apenada. Urd puso una mano en su hombro…
  • «No te preocupes, Bell… Saldremos de ésta. Si tan sólo le hubiera pedido a Piccoro que nos acompañara, hubiéramos llegado más rápido a esa ciudad… pero… ¡nah!.. ese inmaduro no hubiera aceptado ni en un millón de años y tampoco soy loca como para estarle rogando, ¡habráse visto!…»
  • «¿Pero tú crees que Piccoro podría conocer a esa mujer Bulma?… Lo dudo mucho…» –dijo la diosa del presente. Skuld tuvo un respingo y dijo:
  • «¡¡Es cierto!!… ¡¡Hermanas, ya tengo la solución!!»
  • «¿De qué hablas, Skuld?» –dijo Belldandy.
  • «¿Recuerdan a ese niño llamado Gohan que estuvo con el hombre verde aquella vez en el templo?… El que peleó conmigo…»
  • «Oye, Skuld… ahora no es el momento de hablar de tus novios…» –dijo Urd, sonriendo con complicidad.
  • «¡¡No digas estupideces, diosa de segunda!!» –y antes de que Urd la fulminara de un disparo, continuó–: «Ahora que recuerdo, Gohan me comentó que conocía una gran científica llamada Bulma, cuando conversábamos de la tecnología de este mundo y también me dijo que era una genio… Aunque no tanto como yo, claro…» –dijo orgullosa.
  • «Oye, ya deja de volar y vuelve a la realidad, niña…» –comentó Urd, haciendo que su hermana se desinflara hasta casi quedar del tamaño de una muñeca (ya saben, cuando alguien es humillado y se hace chiquito… je). Skuld rápidamente volvió a la realidad y gritó mostrando los colmillos:
  • «¡¡Para tu información, hechicera de pacotilla, soy la única que puede regresarnos a casa!!… ¡¡ASÍ QUE DEJA DE MOLESTARME SI NO QUIERES QUEDARTE AQUÍ PARA SIEMPRE!!»
  • «Perdón… ¿dijiste algo?» –dijo mientras se revisaba las uñas. Skuld desenfundó su mazo para atacarla, pero Belldandy la volvió a detener con una pequeña descarga que la hizo arrojar su arma. Belldandy las observaba muy seria, y eso es muy raro en ella…
  • «¡¡Me gustaría que alguna vez se comportaran como debe ser y no como un par de niñas!!… Lo siento, Skuld, pero si seguimos así no llegaremos a ninguna parte» –Se acercó a ellas–. «Por favor, aunque sea mientras estemos en este mundo… ¡¡DEJEN DE PELEAR!!» –terminó de decir casi gritando, porque por muy dulce y amable que sea Belldandy, también tiene su carácter, y sus hermanas ya estaban terminando con su paciencia. Urd y Skuld se miraron, y la primera tomó la palabra…
  • «De acuerdo, Belldandy… Ya no vamos a pelear, lo haremos por ti. ¿Cierto, Skuld?»
  • «Sí. Por ti, hermana mayor, haré lo que sea…» –dijo abrazando a su hermana, detalle que Belldandy respondió con una sonrisa.
  • «Muchas gracias, hermanas… ¿Ahora, podrías continuar con lo que estabas diciendo de Gohan, Skuld?»
  • «Ah, sí… es verdad. Bueno… Gohan me dijo que él conocía a Bulma y que vive en la capital de Oeste, igual a lo que nos dijeron en la Torre de Karin. ¿Qué les parece si vamos con Gohan para que nos guíe a esa ciudad?»
  • «¿Y tú crees que acepte?» –preguntó Belldandy dudosa.
  • «Claro que sí. Antes de irse me dijo que estará encantado de ayudarnos cuando lo necesitamos… ¡Y éste es el momento!… ¿Qué dicen?»
  • «¿Y sabes dónde vive?» –dijo Urd, cosa que Skuld se quedó como estatua mientras le corrían varias gotitas de sudor por su negro cabello.
  • «Esteee… pues… no» –comentario que hizo que Urd se fuera de cara. Se levantó de inmediato con cara de desesperación…
  • «Ya sabía que no podías tener una idea decente… ¡¡otra vez estamos en cero!!» –dijo sentádose en el suelo de espaldas a sus hermanas, que sólo se limitaron a mirarla. Era cierto, no había llegado a nada…
  • «Lo siento mucho, Belldandy… Debí pensar en eso antes…» –dijo Skuld apenada. Belldandy no respondió de inmediato. Pero al cabo de unos momentos, dijo:
  • «No… no estas equivocada, Skuld. Es posible que vayamos con Gohan para que nos lleve a la capital del Oeste»
  • «¿¿Qué dices??… ¡¡Pero la muy tonta no sabe dónde vive ese niño!!» –dijo Urd volteando hacia sus hermanas.
  • «Eso no tiene importancia. Como ya lo conocemos, podremos encontrarlo fácilmente a través del limbo astral por su aura…»

Nota: El limbo astral es el espacio por el que navegan las diosas cuando se trasladan de un sitio a otro usando sus medios de comunicación, ya sean espejos, agua, televisores… o lo que sea.

  • «Entonces quiere decir que debemos trasladarnos para encontrarlo, ¿cierto?… ¡Qué bien, así encontraremos a Gohan y nos ayudará!» –dijo la niña contenta.
  • «Me parece una buena idea, Belldandy… pero…» –dijo con la mano en su mentón.
  • «¿Pero qué?»
  • «De ustedes no sé, pero en cuanto a mí, no creo que pueda encontrar por aquí algún televisor para que YO pueda viajar en pos de ese niño… Y quién sabe si tiene un aparato de esos en su casa. Allí está la incógnita…»
  • «Eso no es problema, puedes ir con Skuld…» –dijo Belldandy.
  • «¿¿EEHH??» –dijeron ambas hermanas al mismo tiempo. Belldandy continuó:
  • «Será más fácil para mí encontrar un espejo en algún pueblo cercano. Skuld no tendrá problemas en encontrar agua y, por si no lo recuerdan, una diosa puede trasladar únicamente a otra diosa por la misma vía. Skuld te puede llevar…»
  • «¿Es posible eso, niña?» –le dijo por lo bajo Urd a su hermana.
  • «No lo sé, nunca lo he intentado…» –respondió dudosa.
  • «Les aseguro que nada les pasará, yo ya lo he hecho antes con… ehm…» –se quedó callada, detalle que extrañó a sus hermanas.
  • «¿Con quién, Belldandy?» –insistió Urd. La diosa del presente desvió la mirada…
  • «No hay cuidado… no tiene importancia, en serio. Bueno… es mejor que nos pongamos en camino. ¿Qué dices, Skuld?… ¿Ya te sientes mejor como para volar?»
  • «Sí… ya me encuentro bien, hermana mayor… ¡Mira!» –Usó sus poderes para elevarse. Belldandy sonrió…
  • «Muy bien… ¡¡Vayamos en busca de Gohan!!» –dijo también elevándose y se apresuró a seguir a Skuld.

Urd se quedó en el suelo observando a su media hermana mientras se alejaba. Su rostro detonaba gran seriedad…

  • «Sé a qué te refieres y comprendo perfectamente que no quieras recordarlo, Belldandy… Sólo espero que esa pesadilla no vuelva a repetirse, y menos en este mundo» –Y alejando esos pensamientos de su mente, partió tras sus hermanas.

¿A qué se refiere Urd cuando dice eso? ¿Qué malos recuerdos puede tener Belldandy?… Y ahora lo más importante… ¿Cómo les irá a las diosas en su tour por la Tierra?… Próximo capítulo… UN LARGO Y TORTUOSO CAMINO.